domingo, 17 de mayo de 2020

MANOLO Y PACO


- Hijas de puta, calientapollas. Me cago en la leche Manolo, que dolor de huevos. ¡Y ni una paja! A la Noelia no le vuelvo a mirar a la cara. ¿Que coño le habré hecho yo? Y a ti, la Jesi, ¿que tal?
- Mira Paco, la Jesi ya de por si es sosa, pero hoy, como su madre está mala, no paraba de llorar. Yo intentaba y me he puesto muy burro, pero cuando me la he sacado, me dice la boba: "¿Tu eres tonto? Con lo mala que está mi madre con la ciatica ahora quieres tu pamplinas de estas. Y mira que le he rogado, pero nada.
Manolo y Paco regresaban a su casa con los pies fríos y la cabeza caliente.
- Quien cogiera a la niña de esa clienta tuya, macho - masculló Paco agarrandose el rabo - joder, que dolor de huevos.
- A mi también me duelen Paco, me molestan hasta para caminar.
Se hizo un silencio entre ellos mientras seguian caminando pausadamente.
- Manolo..., por favor, no seas así
-¡ Venga ya!, Paco.
- Manolo, que somos amigos desde chicos, anda, no seas así. Si en el fondo te gusta.
- Que no, joder, Paco, aquello fue, en medio de una tajada como una catedral y no sabía ni lo que hacia.
- Si, claro, pero bien que volvias la cabeza para que te morrease.
- Y tu me morreabas Paco, acuerdate, con lengua y todo.
- ¡Ah! ¿Pero no estabas tan borracho que no te acordabas?
- Éramos mas chicos, yo no había  cumplido los veinte y tu no llegabas a los veinticinco, Paco, y a esas edades se hacen muchas tonterias.
- Coño Manolo, ya no te acuerdas en aquella acampada cuando no teniamos ni diecocho. ¿Quien te solucionó el problema cuando se te quedó pillado el pellejo estrangulandote el capullo, por tu manía de querer descapullar a cualquier precio?
- Ya, pero de una forma u otra se habría solucionado.
- Serás cabrón. Me rogabas que te ayudase y te tuve que chupar y chupar hasta que se suavizó y pude extrujar el capullo. ¿Y el chorreon de lefote que vino a continuación, quien se atragantó con él?
- ¿Y el pajote que te tuve que hacer en compensación corriendote en mi cara como en las pelis porno que veiamos? Eh, Paco. Y yo no te vi vomitar de asco cuando te lo tragaste.
- La verdad, es que no sabía mal. Pero eso, Manolo es historia antigua. Estamos en lo de ahora. No seas cabrón. Mira, en ese solar de ahí, sin luz, nos vamos detrás de la tapia, me alivias y ya. Y si quieres, te saco la leche después con la boca.
- Tu que eres ahora, ¿marica? Joder Paco, no te reconozco.
- Pero que dices, imbecil - estaba ofendidisimo - ¿me vas a negar ahora todo lo que he dicho? Por no hablar que tenías muchas confianzas con aquel chico que entró a trabajar en tu tienda, como era, si, Arturo; que siempre sospeché. Aquí si hay algún maricón - y se calló mirando a su amigo - ..., perdona Manolo, si hay algún maricón aqui, somos los dos. Perdona. Dame un abrazo, mi amigo. Lo hemos hecho en escasas ocasiones y hemos convenido en mirar a otro lado, pero yo te lo voy a confesar, yo disfruté. No se si tu te viste obligado por lealtad de amigo, nunca hemos querido hablar de ello, y ahora me arrepiento. Después de aquella nochevieja, no se si te acuerdas, por fiestas, se hizo muy tarde y te viniste a dormir a mi casa.
- Me acuerdo, que pensé que mi madre se preocuparía pero luego me dije que ya era mayorcito para tener que estar dando la novedad a toda hora.
- Y no te acuerdas de más.
- Estaba muy cansado, Paco; y aunque no sea de la conversación ¿que coño hacemos parados aquí?
- Lo que tengo que decirte tiene que ser a la cara. Y calla, por favor, no va a ser fácil para mi y lo tengo que soltar del tirón.
Manolo tenía a la espalda una farola que iluminaba a la cara de su amigo. Tenía un gesto de gravedad, cómo del que va a dar una noticia dramatica. Le dió la impresión de que estaba demasiado cerca de su cara, pero la, al parecer, importante charla que debían tener exigía no moverse.
- Estabamos algo bebidos y no se porqué aún, de verdad, nos desnudamos para acostarnos en la única cama que tengo. Nos dejamos los calzoncillos y nada más. He estado intentando ahogar en la memoria éste hecho pero no puedo más. Y este momento parece el más adecuado para clarificar las cosas.
Nada más echar la cabeza en la almohada te quedaste dormido, con una respiración pausada y relajante. La luna, llena aquel día, iluminaba la noche y entraba como un torrente en la habitación. Era inevitable el roce. Mi mano rozó tu muslo y comenzó el terremoto que dura todavía. Se me aceleró el corazón y sentí que mi verga crecía.
- ¿Te empalmaste? - soltó una risotada, nerviosa - de verdad, Paco, ¿te puse cachondo?
- No te rías, joder, para mi esto ha sido siempre una tortura. No soy maricón y me gustan las tías mas que el jamón. Pero espera, que aún no he acabado.
- ¿Me magreaste, dormido, sin que me enterase?
- No. No por lo menos como tu te imaginas. Estabas boca arriba y la luna te bañaba el rostro en un brillo frío que te daba un aspecto de busto de marmol blanco. Cada vez estaba mas excitado y me saqué los calzoncillos. Ahora mi pene rozaba tu muslo. Me incorporé sobre mi codo y me quedé mirandote. Sin premeditación, eso si lo se, me incliné sobre tu cara y roce mis labios con los tuyos e inmediatamente sentí el deseo de fundirme contigo en un abrazo de sexo. Algo en mí despertó y de un salto salí de la cama. Como sería el salto que te despertaste y me preguntaste si me pasaba algo. Te dije que iba a mear que siguieses durmiendo. Me fui al baño y alli me masturbé. Ahora ya lo sabes.
Manolo se quedó pensativo, serio y le pareció tras aquella confidencia que no, no estaban excesivamente cerca unos labios de otros.
- Vaya, Paco, no te creas que estoy muy sorprendido. Confidencia por confidencia.
- Tu también...
- Te explico. Ahora déjame hablar tu a mi - se giró y se dejo caer sobre la valla del solar - No va a ser fácil.
- Te escucho - Paco se dejo caer al lado de su amigo también sobre la tapia, sacó un cigarrillo, le ofreció otro a Manolo y los encendió.
- Nos gusta, creo que a los dos, cuando vamos a follar, hacerlo una pareja cerca de la otra.
- Es verdad. Me gusta oirte gemir de placer. También que las tías griten de gusto, pero cuando te vas a correr me excita saber que estas gozando.
- Cuando estamos así me gusta sobre todo mirarte y ver como mueves el culo  metiendola y sacandola del  coño. No la veo, pero imagino como te entra la polla y de pronto cambio la imagen y soy yo el que está debajo de ti y ese momento es el que hace que me corra con mas placer que otras ocasiones. Igual que hago lo posible por cambiar las posturas para ver si puedo rozarte. ¡Joder, Paco! deseo mas rozarte a ti que metersela a ella. Ya está, ya te lo he dicho.
Paco escuchó esas palabras y se colocó delante de Manolo apoyandose en la tapia con sus manos, una a cada lado de su cabeza. Muy lentamente se fue acercando a su cara hasta que sus labios hicieron contacto. De la misma manera fue dejando caer su cuerpo sobre el de Manolo hasta que cada uno sintió en su cuerpo la excitación del otro. Estuvieron unos segundos así hasta que Paco se separó.
- Manolo, yo se que me gustan las mujeres y que lo que acabo de hacer me ha gustado mucho y lo seguiría haciendo, pero nunca con un hombre. Lo haría contigo, nada más. Si eso es ser maricón, me tendré que ir haciendo a la idea y no me duelen prendas en reconocerselo a quien sea.
- Paco, yo solo se que prefiero un beso tuyo al de cualquier tía. No puedo decir que no le daría un beso a otro tío porque me mentiría a mi mismo. Y me gusta tenerte a mi lado, y que me gastes bromas y que me eches el brazo por el hombro y me estrujes contra tu cuerpo. No se si eso es enamoramiento o que es. Quizá estemos enamorados y nos resistimos a reconocerlo porque la idea que tenemos de eso entre tíos es con otros clichés. ¿Sigues queriendo aliviarte del calentón? Vamos detrás de la tapia, anda.
- No tío, no, de verdad. El beso sincero que nos hemos dado, que me has dado ha sido más que suficiente. Follar ahora sería arruinar la magia, caer de donde floto ahora mismo a la tierra y estrellarme. Vamos a casa, cada uno a la suya y ya mañana y días después digeriremos esto. ¡Ah! y que conste, que no se me olvida lo de la nieta de tu clienta. El proximo pedido lo entrego yo.
Cuando a la semana siguiente se encontraron para que Paco intentara echar un polvo en casa de Doña Eduvigis con la nieta se fundieron los dos en un abrazo, como si hiciera diez años que no se veían y cada uno viviera en un continente diferente.
- ¡Coño Paco! después de las confesiones de madrugada, que parece el titulo de un programa de radio, esperaba que me llamases.
- Lo mismo digo. Me quedé esperando una llamadita tuya. Te habría estrangulado. La verdad Manolo, es que mi primera intención al dia siguiente fue llamarte, pero me retraje, no fueses a pensar que estaba tan colado que iba a ponerme la peineta. No se, tengo mucho prejuicio. No se si te pasa a ti. Lo que te dije esa noche, ahora mismo no te lo podría decir. Y es ahora y pensandolo, me agobia. Yo mismo te diría que lo olvidases todo, que fue fruto de una serie de circustancias que nos hizo decir y hacer algo que ni va con nosotros ni es nuestra naturaleza. ¿Como si no hubiera existido?
- De acuerdo, Paco,
- ¿Ni una palabra más, ni entre nosotros?
Manolo recordo en ese momento el olor a colonia barata y sudor de Paco cuando le besó con tanta dulzura que habría sido imposible finjirlo. O sea ereccion granitica que sintió sobre la suya, cuando contra la tapia le abrazó, le poseyó con su cuerpo entero. Reprimió como pudo el dolor que le estaba causando y contestó.
- Ni una palabra.
- Bueno, Manolito, amigo mío, ¿Vamos a entregar el pedido?
- Vamos - y el puñal se terminó de hundir en su pecho.

No hay comentarios:

Publicar un comentario