jueves, 28 de diciembre de 2023

CONFIDENCIAS AL FINAL (II)

 

- Te estás empalmando Riqui. ¿Porqué? por recordar cómo te metió Raquel el cacharro aquel o por verle a tu abuelo el pedazo de rabo que se gasta.
- ¡Abuelo, joder! Cómo me voy a empalmar por verte la polla - se puso visiblemente nervioso sin parar de rozarse la bragueta - no se porqué me estoy poniendo tan duro.
- Bueno, sigue. Raquel te mete el dildo ese raro y que pasa, ¿te corres?
- Mira. Me puso boca arriba, bien arriba las piernas, me dió un poco de saliva y me la introdujo, poco a poco. Al principio parecía que dolía y yo me contraía no dejándola meterlo. Entonces se puso como para hacer un sesentaynueve y me metió el coño en la boca para encandilarme, que me despistase y entonces me lo metió hasta dentro. Primero fue una sensación como de que me cagaba pero luego no se cómo una especie de calambre, como si fuese...
- Se cómo es perfectamente, Riqui, todos los que hemos querido prescindir de prejuicios y aventurarnos por ese territorio terrorífico y lleno de misterio que se llama ano hemos pasado por ahí. Bueno, ¿te corriste con eso dentro?
- ¿Que si me corrí? Dos veces sin sacarla. Tener eso dentro engancha, eh abuelo.
- Pues cuando descubras que si en lugar de goma lo que te metes es de carne y lo tiene pegado a su cuerpo un tío ya te cagas y no puedes desengancharte de ello.
- A eso quería ir. Ya sin dildo de ese, nada de nada, empalmaba, pero sin empuje, el deseo ese de romper que es tan excitante, perdido, notaba que me faltaba algo y era en el culo, me faltaba esa sensación de estar ocupado. Y la zorrona de Raquel, me dice hace una semana: "Tengo un amigo que le gusta un poco de todo y no le importaría, la verdad, he hablado con él, hacer un trío, solo si tú te atreves, pero claro como últimamente solo empalmas y te corres con el dildo, si puede ser un rabo que se mueva bien dentro de tu culo, seguro que te gusta y de paso a mí me va a dar morbo ver cómo te lo parte un tío"
- ¿Y qué, aceptaste? Fíjate como me estás poniendo el rabo - con la mano en la base del miembro y apretando para que se pusiera mas duro lo agitaba a un lado y otro - ¿Hicisteis trío?
- Al día siguiente, abuelo, al día siguiente. El amigo de Raquel tiene veintiséis años, más tiros daos que los patitos de la feria. Sebastián. Llegué a casa de Raquel y estaban los dos en el sofá y ella haciéndole una mamada. Bueno, desde el principio. Me abrió la puerta Raúl y nada más entrar me dijo: "Hoy te estrenas por lo que veo. Ahí están en el sofá los dos, calentando motores" él se fue a su cuarto y yo me dirigí al salón. Raquel estaba desnuda de medio cuerpo para abajo haciéndole la mamada al tío que estaba vestido solo con la bragueta abierta. Al entrar yo, empujó a Raquel sin miramiento ninguno y sin pudor se levantó con la polla fuera y me tendió la mano. Me dijo su nombre y me siguió:"Ven siéntate aquí conmigo, sácatela  que la guarra ésta nos la mame" Hice intención de indignarme pero ella me guiño un ojo sonriendo y se abalanzó sobre el rabo de Sebastián.
- Riqui, hijo, esto se pone muy caldeadito, desnudate que te van a saltar las costuras del vaquero.
- ¡Abuelo!
- Déjate de vergüenzas que yo estoy ya con tu historia que me salgo y quiero ver cómo te pones tú - todo esto dicho sin parar de pellizcarse los pezones.
- ¡Abuelo, joder! lo de los pezones, ¿tanto te gusta? me da grima.
- Me gusta más todavía. Ya aprenderás cuando llegue el momento los placeres del dolor posible.
- No lo entiendo.
- Ni falta que hace. Vamos, desnudate de una puta vez que me muero de verte en pelotas y empalmado y sigue contandomelo. Acabaremos pajeando.
- Me abrí la bragueta como el otro y Sebastián me dijo que si me iba a follar me desnudase. Di un salto del sofá abrochandome el pantalón. Raquel sin levantarse de donde estaba me dijo que no fuera estrecha, que bien que me gustaba el dildo, pues la polla de Sebastián mejor. "Venga Riqui no seas más tonto, desnudate, tómatelo con naturalidad, además querrás follarme el culo como siempre mientras me agarras las tetas" Me desnudé, me senté al lado del tío y enseguida me agarró el rabo y empezó a sacudirlo suavito y yo empecé a destilar precum que él usaba para lubricarme el capullo. Abuelo, de verdad, que gustazo, que bien lo hacía el cabrón. Cuando estaba bien caliente, Raquel me invitó a sentarme sobre el pollón de Sebastián. "Siéntate de espaldas a él y yo me meto tu polla mirando a los dos así puedo morrear a los dos"
- Y te folló el tío así el plan sillón. Pero, ¿gozaste o solo dolió?
- A lo primero entró bien, luego quiso entrar como si fuese un palo, ¡que dura la tenía! pero Raquel empezó a acariciarme los pezones hasta que poco a poco fue entrando y de pronto noté que mi culo tocaba el pantalón del tío, ¡me la había clavado entera y no me había dado cuenta. Raquel entonces me balanceó para adelante y atrás y la polla de Sebastián me tocó por dentro de tal manera que con un placer suave, nada explosivo y prolongado empecé a manar semen. Yo entré como en éxtasis y decía más por favor, más. Raquel recogía el semen con sus manos y me lo llevaba a la boca y luego me besaba para compartirlo. Yo inicié un movimiento enérgico de vaivén para provocarme más placer hasta que Sebastián dijo que se iba a correr, me sujetó por las caderas se giró y me volcó sobre el sofá sin sacármela y ahí desde detrás empezó a follarme con dureza. Yo estaba en el cielo. Lo que antes era un placer sereno se fue convirtiendo en un orgasmo intensísimo y cuando él se vació dentro de mi yo me corrí extrañandome la cantidad de chorros que eché. En cuanto Sebastián me la sacó sentí algo en el culo.
- Tú Raquelita haciendo rimming, como si lo estuviera viendo.
- Yo no sabía que era esa porquería hasta que Raquel me lo hizo, pero me terminó de rematar el placer y por si fuera poco..., joder, joder...
- No me digas más, el tío ese te la metió en la boca para que se la limpiases.
- ¿Como lo has sabido?
- Porque lo he hecho multitud de veces y me lo han hecho. La primera vez cuesta pero una vez que la tienes en la boca ves que no se hunde el mundo ni tu te deshaces en la mierda. Sencillamente es agradable hacerlo. Lo mismo que el rimming, da reparo la primera vez, pero el lefote es el mismo saliendo del rabo que saliendo del culo. En este mundillo te pasas la vida derribando prejuicios. Bueno y como acabó todo.
- El tal Sebastián éste va y dice, "Bueno, y ahora que ya nos conocemos, ¿follamos?, porque yo no he tenido tiempo ni de desnudarme. Se agachó hasta la posición a cuatro patas en la que me había quedado, me agarró la cara con la mano, con fuerza y nos dimos un morreo que aún me sorprende, "Raquel, tu novio besa de lujo, a ver qué más sabe hacer, porque el ojal desde luego lo tiene generoso"
- Cuando antes me enseñaste como estabas rasurado hasta el ano - dijo el abuelo en tono admonitorio - me pareció así a bote pronto que tenías esa puerta muy usada, así alargada, demasiado me pareció y con los bordes como labios gruesos. Ahora ya se porqué, pero desde luego lo que he visto no es de un desvirgue ocasional. A ti te han follado más veces.
- Si abuelo, me he enviciado de una manera que no sé cómo voy a acabar. Ese día que te he dicho, nos volvimos a enredar, apareció Raúl, se nos unió, entre Sebastián y yo le hicimos una doble a Raquel y yo que era el que estaba tumbado le hice una mamada muy profunda a Raúl. Al final, Sebastián quería más y yo también y mientras los hermanos se duchaban me volvió a follar, me dijo que llevaba la lujuria dentro porque para ser la primera vez me comportaba como un veterano y me dijo si quería ir al día siguiente a casa de unos amigos, que me iban a follar todos y a dejarme el coño, así dijo, y me encantó, el coño bien preparado. Le dije que si y está semana entera he estado enganchado al culo. ¡Que peligro tiene! es más adictivo que la coca. Estoy nervioso esperando el momento que me follen.
¡Ea! ya está, ya te lo he contado. Era o no era para avergonzar.
- Has tenido huevos para contarlo, no es fácil, pero ahora seguro que te encuentras mucho mejor.
- Me encuentro eufórico, abuelo.
- Yo te voy a hacer ahora una pregunta.
- A ver.
- ¿Que te parece el incesto?
- No sé, no me lo he planteado nunca
- Y si te digo que te sientes sobre mi rabo y me cabalgues como a ese Sebastián¿que dirías?
- No sé, me da como cosa, joder eres mi abuelo.
- Pero te atrae mi rabo o no.
- Uff, abuelo, no sé si tú has hecho esto alguna vez con alguien de la familia, a mí se me hace cuesta arriba.
- Recuerda lo de Óscar Wilde, la mejor forma de vencer una tentación es caer en ella. Lo estás deseando Riqui, piensa en cómo mi capullo te va a dilatar y te va estimular por dentro, va a ser goce, nada más solo que con alguien a quien ya quieres. ¿Porque tú me quieres?
- Eso ni se pregunta - y cabalgando el cuerpo del abuelo se colocó sobre su verga con una mano la dirigió a su ano y se dejó caer - joder, abuelo, que buen rabo tienes, como entra, que profundo la siento.
- No te muevas. Déjala ahí dentro y solo estate pendiente de tus sensaciones. Échate sobre mi y abrázame. Vamos a quedarnos así, como si fuéramos un solo organismo y disfrutemos el uno del otro. Puede ser que me corra solo de la emoción de estar follando a mi nieto preferido.
Riqui sentía el calor del pecho de su abuelo en su pecho, sus manos ardientes en su espalda y el olor a su masaje de afeitar antiguo en su cuello, cuando sin darse cuenta casi empezó a besarle en el cuello a la altura de la oreja, como solía hacerle a Raquel cuando la porculeaba de esa manera solo que ahora era él el follado y saberlo le excitaba aún más. Fue besando, luego mordisqueando la oreja del abuelo, la mejilla hasta alcanzar la comisura de los labios. El abuelo los entreabrió a ver qué hacía el nieto y éste no se lo pensó, metió la lengua y entrelazando la con la de su abuelo y sin proponérselo comenzó la danza de caderas que culminó con la corrida en su culo.
- Nieto, me voy a correr, te voy a preñar - el abuelo se separó de la boca del nieto, y se lo dijo mirándole a los ojos en voz muy queda.
- Preñame abuelo, lo deseo y además - se detuvo, emitió un gemido y continuó entrecortadamente - me voy a correr yo también.
- Me has dejado helado, abuelo. Yo que estaba acojonado porque no quería ni imaginar cómo te ibas a tomar lo que quería contarte y resulta que yo soy un principiante a tu lado. Y supongo que esto viene de antiguo. Otra cosa. ¿Sabes? Me alegro de haberlo hecho. Estamos aquí los dos desnudos, sin complejos, sin culpa. Estoy encantado. Pero, ¿desde cuándo?
- Desde que era novio de tu abuela. ¡Que guapa era de joven! menudilla, vivaracha, con un carácter de sargento de la legión, pero dulce y tímida a la vez. Estaba muy enamorado. Pero, nieto mío, la polla parece que tiene vida propia y verás como empezó todo.
Tú abuela tenía un hermano pequeño, y tiene, no me consta que haya fallecido, Sergio se llama y vive en Australia. Le gustaban los deportes y cuando descubrió el surf se volvió loco por las olas enormes y se largó allí y allí se quedó.
Bueno, pues antes de eso. Cuando Sergio tenía quince años, yo tenía tu edad ahora, tu abuela vivía en una urbanización con club de tenis. Sergio siempre se quejaba que no tenía, a la hora que venía el autobús de su instituto, nadie con quien jugar. Yo siempre he jugado tenis así que me ofrecí a pasar bolas con él. Las pistas eran de esas que encienden focos echando monedas, de manera que muchos días, de noche ya bajábamos Sergio y yo a jugar. "Pero os ducháis abajo que los tíos lo dejáis todo perdido" nos decía la abuela. Fue el primer día que bajamos. Terminamos de jugar, Sergio era muy competitivo, y sudamos la gota gorda. Las duchas a esas horas estaban vacías y se accedía con código. Entramos y cada uno nos metimos en una cabina, de esas que no tienen puerta. Yo, como ves, no estoy mal dotado, y con diecinueve, sin esta grasa asquerosa que se acumula aquí en pubis, pues tres centímetros más larga. Con el relax y el agua caliente se me puso morcillona y en eso que Sergio se asomó para pedirme champú.
Sergio era un chaval simpatiquísimo, encantado de vivir y disfrutar de su vitalidad. Tenía unos ojos verdes que sonreian de forma permanente y esa sonrisa en su boca dejaba ver una hilera de dientes blancos ligeramente montados que le daban aspecto de travesura permanente.
Cuando asomó la cabeza en la cabina, como siempre sonriente, se fijó en mi verga y dijo "pedazo de rabo cuñado" y con el mayor desparpajo sacó la mano y le dio un manotazo. Me quedé mirándole como interrogandole algo que él interpretaría como permiso dado y me la cogió. Era agradable la forma en que lo hizo. Me empezó a crecer y endurecerse y él a masajear al principio lentamente y luego más rápido. Se metió definitivamente en la cabina y se agachó, levantó la vista, encontró la mía, me guiñó un ojo y me dijo "¿Un mamazo ya puestos, no?" y sin esperar más se la metió en la boca. Fue una mamada increíble. Parecía mentira que un chaval tan pequeño tuviese tanta destreza. Y lo que ya terminó de sorprenderme fue que me iba a correr, le avisé para que se apartase y me agarró por las cachas del culo y apretó. Me corrí en su boca y se lo tragó todo. Se levantó sin dejar de sonreír ni mirarme a los ojos y me dijo "sabes muy bien, que dulce" y sin mediar más palabra me beso como un profesional, de tal manera que lo que empezó como un roce de labios acabó como un beso tórrido, abrazándonos bajo la ducha caliente. Me volví a empalmar y me susurró al oído "Follame ahora" pero pudo mi responsabilidad y le contesté que otro día, que su hermana sospecharía si no me mostraba intenso con ella.
- Entonces - estalló en una risotada - te follabas a los hermanos. Eres un fenómeno abuelo. Y ahora te follas a tu nieto - se abalanzó sobre mi y me besó - ¡Te quiero, abuelo!

domingo, 24 de diciembre de 2023

CONFIDENCIAS AL FINAL (I)

 

Un chico modélico. A su edad, el común ya había tenido algún coma etílico. Nunca lo probó, "es que me da asco, como el olor a camionero de la abuela, siempre con la colilla en la boca. Asco"
El deporte era su droga, su adicción, y la comida basura, de la que se abstenía por los cólicos que le daban, pero era su recompensa tras una victoria, fuese deportiva o académica. 
No era específicamente guapo. Tenía diecinueve años, nada más, casi uno noventa, setenta y cinco kilos y una figura digna de exposición plasmada en mármol.
Lo cuide desde que nació. Ya entonces apuntaba a poseer un cuerpo atlético y lo que nos sorprendió a todos, una inteligencia fuera de todo percentil. Con siete meses, rudimentariamente pedía comida a sus padres llamándoles por su nombre y con nueve, correteaba por nuestra casa de abuelos jóvenes. Y por si fuera poco, por si podía faltarle algo, era muy simpático, era el alma de cualquier reunión, sus padres le adoraban y los más pequeños del colegio le buscaban como paladín ante una disputa, una nota más de su agudeza mental. Estaba muy bien dotado, sin llegar a la macrosomía. Cambiarle el pañal con seis meses llamaba la atención. Parecían los genitales de un prepuber. Dejé de verselos a los siete años, cuando sorpresivamente fui a entrar al baño para bañarme, como siempre desde que lo tuve a cargo y se dió la vuelta gritándome que saliera, que él sabía bañarse. Le respeté su petición y no volví a verle su entrepierna de forma consentida por él. Alguna vez, en el club, después de un partido de tenis, nos duchamos y de refilón le pude observar y pensé en aquel momento en que la primera chica que se le entregase tendría que ser muy arrojada. Tenía trece años entonces y calculé que menos de diez pulgadas no le medía. En erección sería más o menos igual, los miembros tan grandes en reposo, se limitan a adquirir consistencia que facilite el coito pero no suelen crecer, solamente, engordan un poco.
Hizo una secundaria brillante, estudio, deporte, popularidad y poso. En su pubertad y adolescencia fue explosivo, no sabía dominarse, si bien, tenía un olfato finísimo para eludir pendencias, seguramente fruto de su extraordinaria capacidad intelectual para leer la deriva que podían tomar las situaciones. A medida que fue acercándose a su mayoría, en nuestro medio los dieciocho años, fue ganando en templanza, autocontrol y mano izquierda. Era raro verle discutir con violencia, seguía evitandola y un fino sarcasmo le permitía terminar cualquier discusión. Era un encanto conversar con él.
Todo el mundo se hizo cruces cuando fue a entrar a la universidad y eligió estudiar Historia. Con su capacidad intelectual y poder físico todos se lo imaginaban en una técnica. Pero no. Y en eso tengo que confesar que mucho, tuve que ver yo.
Le encantaba preguntar por batallas, reyes, imperios y gestas quedándose con la boca abierta cuando le explicaba cómo era la vida en lo que hoy conocemos como oriente próximo. 
Nunca llegó o se fue sin abrazarme con ternura. Era un chico que enamoraba.
Y llegó el momento más triste. Murió la abuela. Fue un auténtico terremoto emocional para todos los nietos. Era una mujer enérgica pero dulce y cercana con una facilidad pasmosa para delimitar fronteras. No había grises para ella y eso a los pequeños les ofrecía seguridad. Con ella se sabía a siempre que estaba permitido en su casa o no. Y no había atenuantes. La querían todos.
Riqui, que era su nombre, lo pasó mal. Venía con frecuencia a verme y hacerme compañía y yo, después de haberle visto crecer y hacerse un hombre adulto no pude refrenar mi naturaleza.
No podía evitar mirarle la deformidad del vaquero e imaginar lo que la provocaba. Ayudarme a recoger algo del suelo y ver cómo la rajita del culo, ya vellosa, aparecía haciéndome suponer a donde conducía unos centímetros más abajo. Y su sonrisa, tan inocente, tan franca, tan cautivadora.
Llegó el momento en que ya nadie estaba tranquilo entre los míos porque me quedase solo cada noche en el vetusto caserón tan grande, tan vacío. Y fue Riqui el que dió el paso al frente. Él se vendría a dormir a casa, incluso se quedaría a estudiar y si los horarios coincidían con sus clases a comer lo que yo le guisase. Todos quedaron tranquilos y yo encantado de tenerle tan cerca y tanto tiempo. La personalidad, desde aquellos siete años en que me negó la entrada a su desnudez, le había madurado. Y mucho. Ahora era seguro y asertivo pero conservaba la candidez de la inocencia.
Lo maleó una amiga. Una compañera simpática, un pelín metida en carnes que lo trastornó. Me lo contó una noche de verano, de las de veintinueve grados en que ninguno de los dos podíamos dormir.
- Abuelo.
- Dime.
- ¿Puedo contarte algo? - no me dejó contestar - me da un poco de vergüenza.
- Claro. Cuéntame lo que sea, y sea lo que sea, ni te voy a juzgar ni reprochar nada. Solamente te daré mi opinión.
- No, no. Déjalo abuelo, es que...
- Mira Riqui, hay una técnica para hablar en publico en la que tú te imaginas al auditorio desnudo delante de tí y tú vestido. Eso te permite comenzar la charla. Verás - me levanté y me quité el pijama corto de verano que llevaba puesto - lo ves. Desnudo. Puedes empezar a hablar.
Aquella decisión no calibré yo que pudiera tener tanta trascendencia, no en él, en mi. En cuanto me sentí desnudo, el chico me miró, fijándose en los genitales, eso es imposible de evitar a cualquier varón que esté en presencia de otro varón desnudo, tuve un reflejo y fue llevarme las manos a los pezones para pellizcarmelos.
- Ah - empezó con impostada sorpresa - ya me explico el porqué de esos pezones tan grandes. Y - sonrió - también comprendo la razón por la que la abuela estaba tan contenta.
- Y tú - me lo había puesto en bandeja - hasta donde sé a tu novieta también tienes que tenerla contentita.
- ¿Queee? - se ruborizó.
- Hasta los siete años que te entró la vergüenza tenías un rabo de categoría y supongo que habrá ido a más, no a menos. Pero venga. Ahora que yo estoy en bolas empieza tu a contarme eso que te da tanto apuro.
No sabía bien porqué pero me encontraba a gusto en esa situación tan extraña. De alguna forma la conversación había rolado como los vientos de forma imprecisa y nos encontrábamos de manera que yo estaba feliz exhibiendo mis atributos y Riqui presentaba una sonrisa de aceptación de condiciones. Me sentía complacido de ver como una y otra vez si mirada derivaba a mi zona caliente hasta que descaradamente se quedó mirando, se acercó un poco, me miró a los ojos con sorpresa lúdica y me señaló con el dedo.
- ¡Tienes los huevos afeitados!
- Claro, nieto - le contesté muy suelto de cuerpo - no me gusta verme los huevos con la pelambrera blanca. Y están afeitados hasta el año. A ver qué te crees.
- Yo también me afeito - dijo muy confiado - mira - se acercó y se bajó los pantalones del chándal.
Tenía un pene grande, moreno y un capullo libre de prepucio y lívido. Le escoltaban un escrito relleno de sus huevos, moreno así mismo y perfectamente afeitado.
- Ves - levantó la pierna con una absoluta facilidad hasta depositar el pié en el respaldo del sofá enseñándome toda su entrepierna hasta el ano - yo también estoy rasurado hasta el culo. Me lo hace mi novia, bueno, novia, amiga fuerte sin complejos, Raquel.
Al mirarle la zona perfectamente afeitada me dio la impresión de que el ano que me enseñaba no se correspondía con lo que hubiera esperado ver. Los bordes un poco sobreelevados, como carnosos y la abertura era elíptica en lugar de circular, pero claro, también está lo que se ve y lo que uno desearía ver. No le di más importancia.
- Está perfecto Riqui, me encanta. Y sobre todo que tengas quien te lo hace. No veas yo el encaje de bolillos que tengo que hacer cada vez que me pongo a ello. Y bueno, ahora que ya estamos en buena sintonía, ¿me vas a decir de una puta vez que era eso que te daba tanta vergüenza decirme?
- Raquel..., como te diría...
- Es esa chica, no gorda, de esqueleto grande y formas voluptuosas.
- Si. Pues es que en cuestiones sexuales no tiene muchos límites. Le gusta el sexo. Todo el sexo.
- Ah, habrá tenido alguna aventurilla con alguna amiga. Eso no quiere decir que sea lesbiana, ¿eh? no vayas a disgustarte.
- Si, ya, abuelo, si me lo dijo, casi a la primera ocasión que salimos. Pero no es eso. Dentro de nuestras relaciones ella dice..., buf, no sé cómo decírtelo...
- Que le das por el culo en lugar de por delante. Riqui, soy muy viejo y he visto y hecho de todo.
- De verdad, que vergüenza. Le gusta el culo porque así no hay ningún problema con dejarla preñada. Buff, ya te lo he dicho.
- Y eso era todo. Riqui, por favor que estás en el mundo, más que yo.
- No espera, que hay más. Ocurrió el mes pasado. Siempre que se la meto por detrás yo me pongo boca arriba y ella me cabalga. A mí me da mucho placer y ella se mueve como quiere para dárselo de la mejor forma posible. Pues eso, hace como un mes me dice que vamos a meter un nuevo topic, que lo vos a hacer con los ojos vendados para que yo me centrase en la polla. Me vendó los ojos y me dijo que no usase manos que el contacto fuera por genitales, nada más.
- Uy, uy, uy, que me lo estoy viendo venir, nieto. Esa Raquel es una pieza buena.
- No sabes tú. Pues eso, me vendó y me ató las manos a la cama. Me acarició me puso muy burro y en un momento sentí como me entraba el rabo con una suavidad y una estrechez que era nueva para mí. Y me dije, anda pues es verdad, así cegado se disfruta más. Estaba gozando como nunca, abuelo y de pronto, noto que se me pone un coño con el clítoris duro en la boca y oigo que me dice, y era la voz de Raquel: "comemelo que me corro" sabía que no era a ella a la que estaba porculando pero el placer añadido del clítoris tan duro en la boca me multiplicó el placer. Y en medio de todo pensé que había liado a una amiga para hacer el trio.
- Lo suponía. Cuando me has dicho lo de vendar los ojos, he pensado que era para meter alguien más y que no pudieras negarte.
- ¿Alguien? ¡Su hermano, Raúl! abuelo. Le di por el culo a un tío. Bueno, yo ya sabía que Raquel tenía un hermano gay. Pero, entonces, yo ahora,¿qué?
- Ahora nada Riqui, que te engañaron como a un bobo. Pero tú, como te sientes, ¿volverías a metersela?
- Esa era la cuestión abuelo. Es que...
- Es que ya te has follado al tal Raúl más veces. ¡Dilo! no muerde, no pasa nada cariño.
Me puse de pie para dar énfasis a la falta de trascendencia que presentaba el hecho de que por engaño hubiese probado el sexo con un tío y le hubiera gustado. Pero precisamente el hecho de saber que mi querido nieto Riqui había follado con un chaval como él me excitó y mi cuerpo no pudo por menos que demostrarlo haciendo que mi pene pidiese personarse en la situación.
- Buen rabo, abuelo, parece que la conversación te está motivando. Pero espera que aún no he terminado. Te tengo que contar algo más y viendo cómo te estimula lo que cuento, ya no me da tanta vergüenza seguir.
- Pues si, chico, si, me gusta saber que te estás haciendo adulto y vas eliminando prejuicios sobre lo que un tío puede y no puede hacer. A ver, continúa.
- Fue al día siguiente de lo que te he contado. Fui a casa de Raquel para ir al cine y aún no estaba lista. Que aún tenía que secarse el pelo. Me senté a esperar y llegó Raúl. Me hizo sentir muy incómodo, no me atrevía a mirarle a la cara después de lo del día anterior. Él no se cortó, me dijo que follaba muy bien y que debería probar su garganta esta vez. A mí pesar, al decirme esto me empalmé pero que mucho, él se dió cuenta y antes de que me diese cuenta me la estaba comiendo, y lo hizo con tal maestría y profundidad que me corrí volando, pero él sin sacársela de la boca, se tragaría la leche y siguió y siguió hasta hacer que me corriera otra vez. Luego me soltó justificándolo en que ya no sonaba el secador y Raquel estaba a punto de llegar.
- Joder, Riqui, que bien, a ver si me lo presentas. Hace que no me hace nadie una mamada profesional, una eternidad. Se lo dirías a Raquel ¿no?
- No me quedó más remedio. En el cine me metió mano, pero no consiguió ponérmela todo lo dura que ella sabía que se me ponía. Tener sexo en zonas publicas me pone pero que muy cachondo.
- ¿Te has pajeado delante de gente?
- En el metro cuando va de bote en bote me acerco a una esquina, me la saco y me corro enseguida, me da mucho morbo.
- Bueno, venga, que pasó con Raquel - sin darme cuenta estaba hablando con él mientras me masajeaba mi erección y hacía deslizar los testículos dentro de las bolsas y les daba pequeños golpecitos.
- ¿Te gusta golpearte los huevos? Joder, es que los tienes enormes.
- Si me gusta y dependiendo de la compañía y la excitación más o menos fuerte. Pero estábamos con Raquel.
- Se lo tuve que contar. Se cabreó un poco y dijo que ya le mediría las costillas al maricón ese. Y me dijo "En cuanto salgamos del cine me vas a follar si o si"
- ¿Y follasteis?
- Si, se me ponía dura como para metersela, en el culo, que es donde a ella le gusta, pero se me bajaba y entonces muy cabreada, se levantó, se fue, no se donde fue y volvió con un cacharro rojo de una forma rara.
- Un estimulador de próstata.
- ¿Tú cómo lo sabes?
- ¿Que como lo se? - me fui a un cajón del escritorio y saqué una bolsa del fondo y le saqué todo lo que había dentro - mira.
- Si uno como este - escogió un dildo de entre los cacharros - pero rojo y tenía un mando a distancia y se movía o nas bien vibraba. ¿Y todo esto?
- Confidencia por confidencia. Yo también he tenido y tengo aún mi vida inconfesable.
- Cuéntame
- No, cuéntame tú primero y dame eso - le pedí el dildo que tenía en la mano, me senté otra vez, levanté la piernas y me inserté el aparato en el ano - que me lo ponga. Estoy con tu relato cachondisimo y necesito estímulo.
- ¿No te ha dolido?
- Cosas mucho más grandes han entrado. Tú fíjate bien en el ano que tengo, ven acércate - me saqué el dildo sin ninguna dificultad y el ano se quedó algo abierto - mira lo abierto que está. Por ahí han entrado puños, ya no, hace una eternidad que no hago fist - el chico se agachó como con reverencia y se acercó para verlo bien.
- Guau abuelo. ¿Te han follado el culo muchas veces?
- Muchas, pero esa no es la cuestión. Continúa con lo del dildo rojo de Raquel.
Riqui se puso de pie otra vez sin dejar de mirarme el ano como extasiado pero de forma instintiva empezó a frotarse la bragueta. Lo que hubiese detrás empezaba a cobrar vida.


jueves, 14 de diciembre de 2023

LA SORPRESA (IV)

 

Era ya de noche el domingo cuando Arturo y Belén salieron de la finca de Alejandro. Arturo llevaba a su nieta por el hombro y de vez en cuando le rodeaba el cuello y la atraía hacia él.
- Abuelo.
- Que pasa, Belén.
- Que follas mejor que mi novio, y la tienes más grande. Me ha gustado.
- No parece que te haya sorprendido que no tuviera reparo en darte por el culo.
- No me ha sorprendido porque..., te voy a contar un secreto.
- ¿Muy, muy secreto?
- Ahora ya no lo va a ser. Una de las noches que me quedé en tu casa a dormir, tendría unos trece o catorce años, me desperté aterrorizada por una pesadilla y me fui a tu alcoba, empujé la puerta y allí estabas tú enculando a Raúl, tu sobrino que había ido a pasar unos días a tu casa. Tú no me viste, pero Raúl si y me dijo por señas que no hiciese ruido. Me quedé hasta el final escuchando los gemidos de Raúl y tus gruñidos de pasión mientras le follabas. Cuando acabaste, quisiste masturbarle pero él dijo que prefería reservarse para el día siguiente. Yo me fui a mi alcoba.
- Es cierto, me acuerdo de aquel lance. Me extrañó mucho que no quisiera correrse, pero, bueno, llevábamos mucho rato, nos habíamos corrido ya los dos una vez y no me sorprendió, no siempre te coge el cuerpo igual. O sea, sinvergüenza, que estabas al tanto de mis tonteos con Raúl. Pero nunca nos viste a los tres.
- ¿Que tres?
- Raúl, la que ya es su mujer, Alicia y yo.
- Ah, con su mujer también, pero cuando yo os vi aún no estaban casados.
- Se casaron dos años después y fue un viaje de novios divertidísimo. Me hice el encontradizo con ellos en Praga; bueno Raúl me dijo en que hotel iban a estar - acercó cariñosamente su cabeza a la de su nieta.

- Ale, hijo, es cosa mía o me da la impresión de que lo sucedido este finde aquí entre ellos no era la primera vez - Arturo y su nieta se perdían en un recodo del sendero que acababa en la cancela de la finca.
- A mi, abuelo, siempre me ha intrigado la relación entre Belén y su abuelo. Quizá a ella le intriga la nuestra y este finde ha despejado dudas.

- Hola Belencita - Raúl estaba en el umbral de la alcoba de Belén - Qué ¿te ha gustado el espectáculo?
- Pasa y cierra la puerta - Belén asentía con la cabeza  a la vez que invitaba a pasar a Raúl -
- Que tapada estás ¿tienes frío? - Belén sentada con la rodillas pegadas al pecho se arropaba con la colcha de tal forma que solo dejaba fuera la cabeza - ¿llevás el camisón, preciosa?
- Ven - dijo la chica en voz baja, como avergonzada - siéntate aquí en la cama. Quiero preguntarte algo.
- Lo que quieras, pequeña. Por cierto - se sentó en la cama - ¿que edad tienes ya? se te notan los pechos muy desprendiditos, me preguntó si tendrás los pezones también creciditos.
- Eres un sátiro Raúl, y si tengo los pezones negros, grandes y duros y me da vergüenza que sean así. Y basta de preguntas. Era yo la que quería preguntar.
- Pues venga, dispara - se acomodó el paquete que ya tenía duro.
- ¿No te duele cuando te la mete tu tío por el culo? Eso debe doler muchísimo, aunque por lo que dice la gente en los chat guarros, da mucho gusto.
- Me dolía al principio, con once años, pero también era muy elástico y aunque esa primera vez sucedió algo.
- ¿Qué? Os pillaron.
- No, que va. Desde que recuerdo me gustaba sentarme en el regazo del tío Arturo, tu abuelo. Ahora se porqué. Con diez años ya fui consciente de que era sentarme con él y sentir algo duro en el culo que hacía que el tío me hiciese cosquillas, yo me removía mucho y terminaba por tener una especie de escalofrío y se quedaba luego muy quieto. Con once cumplidos, era verano y estábamos en la piscina, por la tarde, en bañador.
- ¿Y la gente, estabais solos en la casa?
- Se fueron todos y tu abuelo me dijo si yo quería quedarme con él para acompañarle. Le dije que si y tengo que admitir que quería sentarme una vez más en su regazo. Y así fue. Me senté sobre él en la hamaca y empecé a moverme y dar pequeños saltos. Enseguida algo se puso duro, pero está vez no hubo cosquillas, solamente empujaba y empujaba. Me dijo: "Vamos a quitarnos el bañador, será más divertido" me lo quito a mi primero y se sorprendió, y yo me sorprendi de tener el rabo tieso. Luego se lo quitó él y me invitó a sentarme encima. Me buscó el ano y empezó a tocarme lo, se mojó lo dedos de saliva y luego la verga, la puso de pie y me colocó el ano sobre la punta. Me empezó a mordisquear la oreja y me gustó, entonces me dijo: " Ahora relájate y deja que vaya entrando en tu cuerpo. Te gustará"
El capullo no fue problema. Pero cuando el rabo duro quiso abrirse paso empezó a doler. Intenté resistirme, por el dolor, pero me agarró por los hombros y empujó hacia abajo. Yo muy alarmado le avisé: "Tío, que me hago caca, que se me sale" y el muy tranquilo contesto" Pues cagate ya. Más gusto todavía" Y sucedió, fue cagarme y cesar el dolor. La mierda hizo de lubricante, el esfínter debió relajarse para que saliese la caca y me entró sin dolor la polla entera de tu abuelo.
- Tú crees que a mí me podría entrar igual.
- ¿Quieres que te folle el culo? - y haciendo la pregunta retiró la colcha que cubría a Belén - vaya tienes razón, que pezones más grandes - alargó ambas manos y los empezó a pellizcar con fuerza, la chica se dolió con un gemido pero no huyó del castigo - ¿Eres virgo aún, o te ha follado ya algún adolescente torpe y pajero?
- No me ha follado nadie, pero por el coño no, si me quedase preñada..., por eso te decía lo del culo. Cuando he visto como te follaba mi abuelo he pensado... Y otra cosa, ¿Y si me cago? Que asco.
- Pues aquella primera vez, a mí tío, tu abuelo no pareció molestarle y a mí, bueno, era mi mierda, estaba harto de olerla. No fue tan malo. Además aquel día tuve mi primer orgasmo. Yo no sabía que me pasaba pero la polla de tu abuelo, entrando y saliendo me frotaba, ahora se el qué, la próstata, y me corrí, sin semen aún, no había desarrollado, pero lo recuerdo como algo increíble. Lo que si te tengo que decir es que el culo es adictivo. Después de aquel día siempre que podía buscaba a tu abuelo. Le decía: " me estoy cagando, tío" y el se buscaba las vueltas para metermela.
- Entonces, no te gustan las chicas.
- No me digas eso, que tu abuelo ha querido pajearme después de preñarme y le he dicho que no a ver si podía venir aquí, y ahora, mira - se sacó la verga más tiesa y dura - tocamela, verás que dura.
- Que grande Raúl, no creo que me cupiera a mi.
- ¿Lo intentamos? Primero te como el culo..., bueno, y el coño si me dejas, y cuando tengas el ojal bien lubricado y relajado lo intento.

- Abuelo, ¿que fue de tu sobrino Raúl?
- Trabaja fuera. Sigue con Alicia, tiene ya dos niños y desde que folle con ellos en Praga no he vuelto a verlos. Me imagino que pertenecerán a algún club de swinging. Raúl me consta que tiene enganche con el culo y me confesó que nunca sabrá buscar a nadie que le encule, no se ve ligando con un tío, por eso un club de esos de intercambio de parejas le dará satisfacción de vez en cuando.
Bueno, y tú. Aquella noche ¿te porculeó?
- Vaya que me porculeó. Me costó un poco al principio, pero no fue ni doloroso y a los diez minutos de estar cabalgandole empecé un orgasmo que terminó por desmayarme. Es que no se acababa. Se llevó un susto de muerte. El se corrió y yo seguía cabalgando porque el placer no cesaba hasta que caí desmadejada. Se llevó un susto de muerte. Y yo me enganché a Sodoma. Por eso ayer cuando tú amigo propuso que me follases el culo mientras mi novio me comía el coño me quise morir de alegría.
- Y cuando Alejandro te comió el culo después fue cuando eché de menos una polla recién salida de un culo sucio en mi boca.
- ¡Claro! Por eso me apartaste de un empujón y te sentaste sobre mi novio, lo cabalgaste y enseguida le limpiaste la espalda, ¿Tenía mierda?
- Me habría defraudado de no haberla tenido.
- A mi novio también le gusta comerme el culo después de follarme. Y se que lo que le gusta es lo que sale, la leche sucia. Igual que a su abuelo y ahora se que a ti.
- Alejandro me metió el veneno en el cuerpo en la residencia. Fue duro..., al principio, luego lo que se me ponía duro era lo que tú ya has disfrutado. Belén, cariño, somos una pandilla de cerdos.
- Abuelo, ser guarro es sexy. Venga arranca y vámonos, tengo un examen pasado mañana y lo que he aprendido este fin de semana, creo que no me va a servir.

- Bueno, querido nieto, sea como sea, a mi me parece que ellos van a tener la misma sensación sobre nosotros que la que nosotros tenemos sobre ellos.
- Abuelo, a mi me gusta Belén, es una tía guay y ahora que ya he visto los limites que tiene en la cama creo que acabaré casándome con ella.
- Y sería lo lógico Ale. Tendrás que seguir la tradición, como hizo mi abuelo conmigo mi padre con tu padre y yo contigo. Tenemos que enseñarnos los misterios del sexo y de la vida. Algún día tendrás nietos a los que verás crecer, evolucionar y adaptarse. Con lo que aprendas en esta etapa de tu vida tendrás que poder darles todo el amor y el placer que puedas, y tú tendrás el premio de gozar de sexo joven, que tan remunerador es.
- Pero abuelo. ¿Tú padre y el mío también tuvieron..., este tipo de relación?
- Si Ale, también, pero fue tan efervescente, que tú madre no pudo entenderla y sencillamente desapareció cuando tenías cinco años.
- Cuando dices efervescente, ¿a que te refieres?
- Tú padre o el mío o los dos fueron muy precoces. Mi padre me contó que el tuyo con cinco años lo que más deseaba en el mundo era entrar en el cuarto de baño con el mío y asistir a como evacuaba la vejiga. Al principio mi padre se negaba, pero el tuyo se agarraba cada berrinche que tomó la determinación de dejarlo. Es más le decía: "Alejandro, voy a mear, ¿te vienes?" y al crío le faltaba pasillo para correr. Cuando tenía casi nueve años un día le preguntó a mi padre que si él tendría la pirula tan grande y mi padre le contestó que a veces se ponía más grande aún, "Yo quiero verlo abuelo" le dijo tu padre, y el mío no pudo resistir la tentación y empezó a frotarsela y la picha a crecer hasta tenerla bien grande. Tú sabes que todos los Rabí, la tenemos muy grande. Mi padre estaba tan excitado por tener al tuyo tan interesado que empezó a destilar precum, tu padre preguntó y el mío le dio a probar. 
Mio hijo, tu padre, vamos - dijo el abuelo como haciendo memoria viva - siempre tuvo una mirada penetrante, inteligente, inquisitiva, desde que era pequeño, muy parecida a la que tú tienes que desarma a cualquiera. Sencillamente miró a los ojos a su abuelo y le dijo" "Me gusta, está saladito. ¿Me puedes dar más?" Mi padre no pudo resistirse y le dijo que tomase lo que quisiera, como cuando mamaba. Tú padre sin vacilar se la metió en la boca y en dos chupetones mi padre se corrió, tu padre tragó lo que pudo, pero se atragantó, tosió y vomitó. Con los ojos llorosos aún por el vómito le dijo a su abuelo que no se lo pudo tragar todo, pero que otro día quería más. Y que su cola se le había puesto dura también. Y le gustaba. Y se la enseñó.
Y así empezó. Hasta los catorce no lo sodomizó, porque tú padre quería solo chupar y beber semen, y un día mi padre le dijo que tanto o más placentero era que te taladrasen el culo y tu padre sencillamente se dió la vuelta y dijo: "debe doler, pero si tú dices que tanto o más, tiene que ser exquisito". Pero ya sabes lo que engancha eso y a partir de ahí no quería nada más que le partieran el culo. Yo estaba al tanto y no me importaba, realmente gusta que te dilaten, tiene algo mágico. A mí mi abuelo me sodomizó a los dieciocho una nochevieja de borrachera, ya tenía novia, y bueno, me gustaba follar también. A tu padre tuve que ponerme serio con él y obligarle a tener novia y casarse. Era imperdonable no perpetuar la saga. Prohibí a mi padre que volviera a tocar a tu padre, para hacer que se encandilase de una chica. En la universidad hizo migas con una estudiante de buena familia, tú madre. Por fin tuvo sexo heterosexual, le gustó y la dejó preñada de ti. Cuando te tuvo, te crío pero la cosa estaba descontrolada, él echaba de menos las dilataciones y era incapaz de mantener relaciones con tu madre si no tenía un dildo grande dentro. Conoció a alguien que le metió en el mundo del fist y ahí se perdió. Llegó un momento que tú padre solo quería puño y más puño. Y eso, a los cinco años tú madre desapareció y tú padre, ya sabes, haciendo porno extremo lleno de tatuajes y perforaciones que parece una ferretería ambulante por el sudeste asiático, hecho un espectro. Cuando no lo están fisteando está fumando opio. Está perdido. Tú hijo no tendrá quien lo inicie, porque espero que algún día se la metas por su sitio a Belén y hagas el enésimo Alejandro Rabí.
- Se la meto por delante también abuelo. Nos gusta a los dos, pero toma anticonceptivos. Tendremos que ponernos de acuerdo. De una cosa estamos seguros, ahora que somos jóvenes aún, en cuanto juntemos algo de pasta vamos a congelar óvulos y semen para gestar al hijo con responsabilidad. Le tendré que hablar de como el que los chavales nos iniciemos en sexo con los abuelos es una tradición. De alguna forma lo tiene que entender. Su abuelo se la ha follado por el culo este finde y en grupo. Ah, y estoy seguro que no ha sido un lance aislado.
- Seguro que no. Yo a Arturo me lo follé al mes de conocernos y porque casi me lo suplicó y ese mismo día le hice comer su propia mierda de mi polla que se la saqué perdida de caca. Al principio le costó pero luego cada vez que follabamos yo le preguntaba primero si tenía ganas de cagar y si no tenía esperábamos. Le follaba siempre con el culo lleno y luego le encantaba chuparme. Me corría siempre dos veces - cosas de la edad - la primera en el culo y la segunda de los chupetones que me daba en el rabo para limpiarme. Todo hay que decirlo, es verdad, cuando me corría en la boca me gustaba compartir mi leche con él besándole. Si, le sabía a mierda la boca pero era un incentivo más. Y para el siguiente polvo era excitante saber cómo iba a acabar.
- Y siempre lo hacíais así.
- No. Casi siempre. Durante más de un mes follabamos a diario. Allí no había clases, ni estudios, ni novias, ni nada. A veces dos y tres veces al día. Estábamos fuera de si.
El último día fue tremendo.
- ¿Que pasó?
- Lo más excitante que he hecho y no he vuelto a repetirlo. Pienso en ello a diario, lo deseo a diario pero fue la ultima vez. Arturo fue la única persona y después de aquel día dejé de verlo hasta este fin de semana.
Alejandro se quedó como hipnotizado.
- Abuelo, ¿que pasó que fue tan impactante?
- Te lo voy a contar tal como sucedió - cerró los ojos y visualizó su habitación de la residencia que compartía con Arturo.

- Tío Arturo, ¿otra vez? hoy será ya la tercera. Me estoy quedando en el chasis.
- Por favor Alejandro no puedo, estoy enganchado necesito..., no se que más si que me folles o comerte la mierda de la polla cuando la sacas. Estoy obsesionado con el ano y la amargura de la mierda.
- Mi madre estuvo la semana pasada a verme y quería llevarme al médico. Que si me machaco demasiado con las pesas, que si tengo anorexia, que si no como bien, ¡joder, Arturo! y no será porque no estoy ya duro como las piedras, pero tenemos que empezar a frenar porque en la primera curva nos estrellamos..., y vete desnudando que ya es tarde para follarte.

- Le follé aquella ultima vez
- ¡Ah! al fin te negaste.
- No, que va. Espera. Le follé con dureza, le azoté el culo con saña. En una de esas que me dolía a mí la mano de azotarle se la saqué fui al pantalón cogí el cinturón, uno de textil trenzado que la hebilla se quitaba con facilidad. Se la quité, hice un látigo y le zurré con ganas a ver si protestaba y lo dejábamos. Pero lo calentó aun más y me rogaba que le diese fuerte, que era muy puta y se lo merecía. Dejé de azotar cuando vi que ya se le saltaba la sangre.
- Fue una paliza en toda regla.
- Y eso no fue todo. No me daba cuenta que a mí tambien me ponía al borde de la lujuria loca. Tanto que cuando vi la sangre en sus nalgas decidí volver a follarle y nada más meter el capullo me corrí.

- Tío, Arturo, me he corrido casi sin meterteta. Azotarte me ha excitado tanto que no me he podido aguantar. Y ahora...
- Yo me he corrido también mientras me azotabas. No se cómo ha sido, pero cuando más arreciaba el dolor una punzada se me vino a la punta del nabo y me vacié, pero ahora estoy otra vez necesitado. Méteme la polla en la boca que te la limpie y nos volvemos a correr.
- Hoy no tenías mierda, Arturo. Tengo el rabo limpio, algo de lefa, pero nada más.

- Me miró con expresión de pánico, Ale. Nunca imaginé que aquellas cochinadas lúbricas le tuviesen tan aherrojado.
- Se la volviste a meter, entonces.
- Que va. Lo que me dijo a continuación me dejó sin respuesta.
- Te insultó, te pegó. ¿Que?
- Es hoy y aún me da vértigo recordarlo.

- Cagame en la boca, Alejandro, cagame en la boca.
- ¡Tú estás loco! Una cosa es que limpies el rabo de algo de mierda pegada y otra es que te eche un zurullo en la boca. Te has vuelto majara.
- Por favor que no, tío, que necesito sentirme una mierda, me da un placer incomprensible, joder - empezó a llorar - necesito ver cómo te sale la mierda y cae en mi boca. No me he atrevido estos últimos días a pedírtelo pero sueño con hacerlo, sentirme un guarro integral, por favor.
- Pero ¿cómo maricón, cómo?
- En la ducha, yo me pongo boca arriba y tú en cuclillas sobre mi cara, que vea como se te abre el ojal y sale la mierda, que me entre la angustia de saber que me va a entrar en la boca y me van a entrar nauseas de muerte. Tú no vas a sentir nada más que vacías la barriga, yo voy a sentirme como el ser más despreciable y a disfrutar del mejor orgasmo de mi vida.

- Lo hiciste al final, o no.
- Lo hice. He de confesar que quise ver cómo le entraba la mierda en la boca, pero la misma posición me lo impedía. Pero lo que más me sorprendió y me hizo hasta llorar por lo que hice fue que en cuanto le entró la mierda en la boca me cogió por los muslos y me desequilibró hasta quedarme sentado en su cara y él y yo embadurnados de mierda y entonces fue cuando vi un surtidor de semen salir de su polla, seis, siete y hasta ocho chorreones de semen, tal era la excitación que tenía.
En cuanto se corrió me empujó para que me levantara, comenzaron las nauseas profundas y seguidas. Yo de verle empecé a dar arcadas también y acabamos los dos vomitando en la ducha.
- Y luego, ¿lo hablasteis?
- Nos duchamos, en silencio, limpiamos los vómitos de la ducha, en silencio y en silencio nos acostamos. Ni nos miramos, era como si nos diera vergüenza hasta vernos. Por lo menos esa era mi sensación. A mí me costó conciliar el sueño, pero estaba deshecho y me dormí profundamente.
A la mañana siguiente me levanté y no quedaba rastro de Arturo. Se había ido y no quedaba indicio de haber estado alguna vez en aquel cuarto. Pregunté en conserjería y me dijeron que salió muy temprano, atropelladamente, diciendo que tenía una urgencia familiar. Y hasta este finde.
- Y ahora, una pregunta, abuelo, ¿Como fue, te excitó, te repelió. Lo has vuelto a hacer?

domingo, 10 de diciembre de 2023

LA SORPRESA (III)

 

- Calla, calla. Escucha bien. No te muevas que ese escalón cruje - el escalón crujió débilmente - te he dicho que tengas cuidado.
- Son viejos, están sordos. Joder Ale, esto es una bomba.
- Si, pero que no nos estalle en la cara. No hagas ni un movimiento. Quiero enterarme bien, y luego tener armas para saber, aunque ahora ya lo imagino, que hay en la habitación del sótano.

- Querido Arturo. ¡Como perdemos facultades! - Alejandro se acercó al oído de su amigo y muy bajito le susurró - nuestros nietos están escuchándonos. Si no hubieran oído nada ya habrían entrado. ¿Quieren carnaza? pues la van a tener.
- Estoy harto de careta - susurró igualmente Arturo - a ver por dónde respiran.
- Se van a embozar de mierda, como tú ¿te acuerdas? - cohibió una risotada - Ahora verás.
Tú culo fue el primero que parti. Me excitó ver la cara de dolor y angustia que ponías. Me corrí rápidamente, pero necesitaba más por eso seguí clavando y con más fuerza cada vez. La cara se te fue cambiando hasta denunciar tu beatitud y deseo de más y me corrí una segunda vez. Estaba agotado cuando cuando caí sobre tí y sentí mi barriga húmeda acompañada de tus gemidos. Maricón te corriste sin tocarte solo con la presión de mi cuerpo.
- Pero lo mejor fue cuando la sacaste - Alejandro con las manos le indicaba que subiese un poco el volumen para que la pareja se empapará bien - toda la polla envuelta en mierda. Cabrón, me la metiste en la boca.
- Bueno era tu mierda y te duró el rechazo un segundo. Noté en mi culo como volvías a ponerte duro como el pedernal mientras dabas arcadas sin resignarte a escupir.
- A ti también te moló aquella porquería te corriste enseguida en mi boca e inmediatamente te tiraste a comérmela.
- Un vicio de la hostia. Quería saborear contigo mi leche y tu mierda, amarga y dulzona a la vez; sería por mi leche.

- No pensé que fuese tan placentero follarte. ¡Y dos veces, sin sacarla! Y sigo teniendola dura.
- No me la saques, tenerte dentro es el paraíso. Es placer puro. No debería acabarse nunca. Tendríamos que haberlo hecho aquel mismo día de la primera cura. No me la saques, porfa.
- ¡Hostias Arturo, llena de mierda! 
- ¿Te da asco?
- Me da morbo y me empuja a maldades inimaginables.
- Ni sé te ocurra - Alejandro avanzaba con una sonrisa malévola sobre el cuerpo de Arturo hacia su cara - no seas guarro.
- Maricón, nunca te verás en otra, además lo estás deseando. Huelela antes de tragartela, disfruta de lo impensable.
- Que no tío, eres un cerdo - Alejandro apoyó su rabo tieso manchado de mierda sobre los labios, que muy apretados, Arturo se negaba a abrir.
- Exactamente eso, estoy muy cerdo, abre la boca y chupa y te juro que cuando me corra compartiremos corrida y mierda en el beso más tórrido que puedas imaginar - Arturo, sin apartar su vista de los ojos de Alejandro fue relajando los labios hasta que el pene entró entero en su boca.

- Abuelo - Alejandro levantó mucho la voz para alertar de que llegaba - ¿Que vamos a comer? - preguntó mientras empujaba la puerta de la habitación de invitados.
- Vamos para el salón, hijo - Alejandro salió con Arturo de la alcoba mirando su Vacheron - la comida tiene que estar a punto de llegar. Pedí la comida a un catering que me sirve siempre bien - volvió la cabeza para dirigirse a su amigo.
- Yo también lo hago. Antes me gustaba cocinar para las visitas. Ahora ya me he cansado.

- ¿Que vamos a comer, Abuelo?
- He encargado cordero asado y una ensalada. Iros sentando a la mesa, tienen que estar a punto de llegar. Ellos lo traen todo.
- Y entonces, abuelo, vosotros, ¿os conocisteis durante la carrera?
- No Alejandro. Nos conocimos en la resi. Yo llevaba un año ya allí y llegó Arturo, que en principio, bueno, fue a otra habitación, pero el chico que era mi compañero tuvo problemas, y mandaron a Arturo a la mía. 
- Pero abuelo - terció Belén - tú nos dijiste que tú compañero de habitación cuando fuiste a la Universidad fue muy borde.
- Bueno - Arturo miró a Alejandro y sonrió nervioso - la verdad es que el primer mes fue un poco incómodo, hasta que una noche me cargué más de la cuenta me armé de valor y le pedí explicaciones del porqué de su actitud hacia mí.
- Efectivamente Belén, tu abuelo llegó aquella noche armado y bien armado..., de mucho valor para hacer lo que hizo. Y me hizo entrar en razón, aunque debería decir que se la conseguí meter yo..., en su cabezota y finalmente quedamos los dos hechos mierda pero amigos para siempre.
Fue un curso realmente interesante. La gente se mosqueaba y nos llamaba la parejita, decían que estábamos liados, siempre juntos a todos lados.
- Si - le cortó Arturo - pero cada uno tenía su cama y su novia. Alejandro, vas a dar una falsa impresión a nuestros nietos - Belén y Alejandro no pudieron reprimir una carcajada - lo ves, le choca todo esto.
- Abuelo - quiso el chico cambiar la conversación - cambiando de tercio ¿cuando me vas a dejar ver tu cuarto secreto del sótano? Se lo he dicho a Belén y está intrigadisima.
- ¿Una mazmorra sucia, húmeda y lúgubre, Alejandro? - sonrió con suficiencia Arturo - que callado lo tenías. 
- Nada de particular, mentes calenturientas, una habitación amplia que hizo nuestro tatarabuelo para refugiarse de asaltos, tornados o cualquier inclemencia. Con el tiempo se le ha ido dando diferentes usos. Cuando el bisabuelo Jerónimo electrificó la propiedad no se olvidó del sótano tampoco. Ahora lo utilizo para aislarme del mundo con mis más próximos. En cuanto acabemos de comer os la enseño.
- ¿Porqué no me lo quisiste decir nunca? Llevo preguntándote por el cuartucho ¿desde cuándo, los diez años? y nunca me diste el gusto.
- Los niños todo lo enredais y alborotais mucho y yo en el sótano necesito intimidad - miró con intención a Arturo - Ale, porqué no vas con Belén a la cocina y hacéis café. La mesa dejarla tal cual, el catering lo recoge todo y lo deja como lo encontró.
- ¿Les vas a enseñar la mazmorra? - preguntó Arturo alarmado - no tendrás por medio..., cosas...
- Ya saben demasiado y se creen que saben más aún. Nos vamos a divertir, y no, no hay ningún dildo, ni látigo por medio, está todo guardado, Arturo. Prepárate, son los dos ya mayores de edad y se creen muy modernos. Les vamos a poner en el disparadero a ver qué tan modernos son.
- No irás a...
- A ver hasta donde aguantan el envite.
- Siempre te gustó apostar fuerte y forzar la broma, Alejandro. Aún recuerdo aquella vez que te empeñaste en que fuéramos al cine las dos parejas. No se me olvida, era Love Story y el polvo que me echaste en los lavabos del cine fue de época.
- Y de época como me limpiaste el sable con la boca mientras te pajeabas.
- Dejaste la puerta sin pestillo, cabrón, y aquel chaval se quedó sin habla cuando nos pilló...
- Y le invité a incorporarse y se fue corriendo. Eso te morboseó, maricón.
- El que me da morbo eres tú y con esto que pretendes hacer con los chavales me tienes babeando el rabo desde antes de sentarnos a comer.
- El café - entró Belén con una bandeja con dos tazas - para los señores que nosotros no tomamos.
- Abuelo - dijo entonces Alejandro - una copita o algo.
- Quizá algo, nieto, pero ahora después en el sótano. Abajo tengo lo inimaginable.
- Uy, que susto, abuelo, no serás un asesino depredador.
- Asesino tu abuelo - dijo Arturo - no creo, pero depravado..., ya en la resi apuntaba maneras.
- Apuntaba y daba en la diana, recuérdalo Arturo.
Alejandro mientras bajaban la escalera al sótano metió la mano bajo la falda de Belén por detrás y le palpó el sexo.
- ¡Estás mojadisima! - le susurró al oído.
- Con la conversación con segundas que tienen estos dos carrozas como para no. Tu abuelo me pone, niñato.
- ¡Belén! - le dió una palmada en el culo
- Chicos, no alboroteis aún. Tiempo habrá para desmelenarse - les reprendió Alejandro.

Alejandro sacó una llave que de su cuello colgaba con un cordón y abrió la puerta de la tantas veces imaginada por el nieto,  habitación del sótano.
- Entrad - accionó el interruptor - y disfrutad de lo que hay.
- Eso, eso de ahí - Belén señaló a la derecha al fondo de la estancia emocionada - es una cama balinesa..., enorme.
- Para que quepa mucha gente y poder ver lo que se proyecta en la pared de enfrente y jugar un poco.
- Pero Alejandro - respondió sorprendido Arturo - ¿donde está la pantalla?
- La pared es la pantalla. Bueno, en realidad es una puerta escamoteada de un armario pintada. Es una pintura especial con millones de esferulas de vidrio que le dan luminosidad a lo proyectado con un proyector laser de tiro ultra corto. Ese aparatito sobre esa mesita pegada a la pared, 150 pulgadas de pantalla. Una maravilla.
- ¿Y eso del techo, abuelo?
- Una especie de grúa puente. La puso tu bisabuelo, mi padre. Cuando yo era chico está finca era mas grande y se cultivaba. Había maquinaría y mi padre la reparaba, Está casa está sobre un talud y por el desnivel lo que ahora es pantalla, antes era puerta de establo. Por ahí entraban los tractores y con la grúa se desmontaban los motores. Yo la he conservado porque a veces me hace algún favor.
- ¿Algún favor, qué favor, abuelo?
- Ya te contaré, nieto. Y ahora, que os parece ver algo. Tú Ale y Belén colocaros ahí en el centro, descalzaos y tú Arturo al lado de tu nieta. Yo al lado de mi nieto.
¿Que tal algo subidito de tono? - dijo el abuelo a su nieto mientras le hacia cosquillas por el bajo vientre.
- Abuelo, por favor - Alejandro estaba ya nervioso - que está aquí mi novia.
- Si, mejor otro día que no esté ella y te traes a Jero, Sami y Fede y en lugar de juguetear en tu cuarto, aquí veis algo emocionante. Me refiero a algo de HBO, Netflix, Apple TV o así, no te creas.
- Me habías puesto nervioso, que te conozco, abuelo.
- Hombre, verás. Tengo producción propia. No creeréis que este local tan grande es solo para mí. A que tú no te lo crees, Arturo.
- A mi me estás intrigando, y la verdad, tengo un poco de gusanillo viendo esta habitación tan bien instalada. Verás, tampoco entiendo lo de la conservación de la grúa puente.
- Si. Sirve - explico Alejandro con cierta entonación y pausas de misterio - para levantar... y trasladar objetos, cosas... o no por la habitación. Es útil.
- Útil, ¿para qué? - preguntó intrigada Belén.
- Pues verás. Alejandro hijo, ven aquí - el abuelo se había levantado y dirigido al centro de la estancia - ven - sacó su móvil y tocó unas cuantas veces y el cabrestante de la grúa se movió - verás con que facilidad te traslada este cacharro - tocó otra vez su teléfono y se abrió una puerta disimulada de armario, extrajo un arnés y se lo entregó al nieto - póntelo.
- Abuelo, ¿para qué?
- Es solo una demostración, algo inocente. A lo mejor Arturo se presta.
- Encantado, Alejandro, tú siempre tan ocurrente. Trae ese correaje.
- A lo mejor, estás más cómodo con un sling. Tengo también.
- El arnés vendrá bien - dijo Arturo mientras se lo colocaba por los muslos - parece de montañismo, espero no caerme. 
- Así es perfecto, te lo has colocado bien. Ahora engancho los mosquetones de tracción y a disfrutar.
- ¿Te gusta la sensación? - preguntó Alejandro mientras con su móvil accionaba la grúa - y a vosotros, ¿que os parece, chicos? Bueno, deciros que es más emocionante cuando lo que elevas no lleva ropa.
- ¡Abuelo! - Alejandro y Belén estaban ahora de rodillas sobre la cama y el chico tenía su mano acariciando el ano de su novia - déjate ya de bobadas.
- Hacer esto desnudo tiene que ser toda una experiencia - dijo riendo Arturo.
- Chicos os animáis a desnudaros.
- Abuelo ya está bien - Alejandro estaba enfadado.
- Y tú Belén, ¿también te parece que está bien o prefieres que deje de meterte mano mi nieto.
- Yo estoy muy cómoda con la mano de Ale en el culo, hace que me moje.
- Venga, vale. Ya vale Arturo. Te bajo, y voy a poner una peli mía que os va a encantar - Arturo fue bajado, se despojó del arnés y regresó a la cama - Os va a gustar. Tú nieta va seguir mojándose y los tíos nos vamos a empalmar.
- ¡Joder, abuelo!
- Anda, niégame que no estás empalmado a tope. Yo lo estoy y Arturo, no se. Tú Arturo, que tal.
- Duro como el pedernal.
- Entonces, chicos, algo caliente.
Se apagaron todas las luces y se encendieron unos focos de LED en cada esquina de suelo y techo. Con el negro humo en que estaban pintadas las paredes el ambiente era de lo más sugestivo. El proyector se iluminó y apareció en la pantalla Arturo, Belén y Alejandro llegando a la casa.
- Espera, espera. ¿Grabas todo lo que sucede en el exterior, abuelo? - Ale estaba sorprendido.
- Y en el interior, Alejandro.
- ¿En todos lados?
- En todos.
- ¿Desde cuándo, porque no me lo habías dicho?
- ¿Para qué? para que no me enterase de ésto - manipuló el móvil y en la pantalla aparecieron los cuatro amigos en actitud de iniciar una relación intensa, se detuvo la imagen - puedo seguir, cariño. ¿Sigo?
- Si, si, sigue - Belén estaba muy interesada - esto tengo que verlo, y tú no dejes de magrearme el culo. Esto se pone interesante.
- Yo me voy - Alejandro se levantó muy cabreado pero Belén le alcanzó por la cinturilla del pantalón y le obligó a sentarse - tu lo vas a ver conmigo y si tengo dudas me lo explicas. Sigue Alejandro que estoy a punto de quitarme las bragas.
- Belén hija - dijo Arturo, no seas muy estricta, quizá todos tengamos por donde callar.
- Me da igual, quiero verlo. Póngalo... o..., ponlo ya, ¡joder!
- Eso, a joder - las imágenes volvieron a cobrar movimiento.
A medida que los cuatro amigos se desnudaban, se acariciaban, chupaban y penetraban la temperatura de la habitación iba subiendo. Belén empezó a gemir y a calentar a su novio que le correspondió sacándole las bragas y quitándole la falda. Antes de que la filmación acabase con el intercambio de fluidos Alejandro estaba sin pantalón y Belén entregada a la manipulación del sexo de su novio.
- ¡Que calladito lo tenias! Con lo que a mí me gusta el sexo en grupo, podías haberme invitado. A mi nunca me has comido el culo, mariconazo, como se lo comes a ese.
- Porque te como el coño, zorra. Y tú no me sabes comer el rabo como lo hacen mis amigos.
- Nunca me has enseñado.
- Mira Belén - Alejandro paró la película - si quieres un tutorial de comerle el rabo a un tío, este es un buen momento - sin más dilación se agachó y se metió el rabo de su nieto en la boca hasta la garganta - ves, hay que poder besar los huevos al tío y para eso tienes que estás acostumbrada a reprimir las náuseas - y siguió con la felación.
- Déjame probar a mi - intentó llegar profundo pero una arcada le hizo desistir.
- Que siga mi abuelo - dijo Ale muy excitado - y tu ponte de pie y dame el coño en la boca. Creo que me voy a correr ya.
- Te va a comer la polla tu abuelo, Ale, te das cuenta del morbazo que es eso. Imagina que mi abuelo me quiere follar a mi por el culo mientras me comes el coño, sería un incestazo doble que te cagas.
- Entonces, nieta - la voz de Arturo quitándose el pantalón era temblorosa por la lujuria derramada - ¿te la meto entera por el culo? Creo que me correré antes. Llevo deseándolo un buen tiempo.
- Claro viejales, me encanta por el culo y si es un daddy incestuoso como tú esto va a ser glorioso.
- Tú te correrás ya - dijo Alejandro a su nieto antes de seguir - pero será la primera porque esto no ha hecho más que empezar. Tenemos aún que ver la peli en la que das por el culo a Belén y ella se mete el dildo que me quitaste por el coño.
- Abuelo, abuelo, por favor, sigue que me corro.
Mientras el chico se corría chupaba y mordisqueaba el clítoris de su novia y su abuelo Arturo le apuntaba el capullo al año y de un golpe de cadera como cuando era un adolescente le enterró la verga en el cuerpo a la nieta que con un quejido de dolor-placer-deseo se pellizcó los pezones y comenzaba un larguísimo orgasmo.
- ¡Belén, hija, Belén! mi niña, me corro, me corro.
- Si abuelo, si, preñame el culo, preñamelo bien.
- Preñaselo, Arturo que en cuanto acabes yo le voy a comer el culo a tu nieta y que me dé todo tu jugo de su culo - dijo su amigo que con la leche de su nieto aún en la boca se lanzó al culo de Belén. 
Terminaron los cuatro exhaustos sobre la cama.
- Y esto no ha acabado - sentenció Alejandro - ahora no hay ya disimulos ni equívocos. Todos desnudos que vamos a gozar. Yo aún no me he corrido, aviso - cogió su teléfono, pulsó la pantalla unas veces y lo que antes era pantalla se abrió de par en par dejando a la vista todo un muestrario de objetos y adminículos al servicio del placer.

domingo, 3 de diciembre de 2023

LA SORPRESA (II)

 

El abuelo Alejandro se había preparado a fondo para la ocasión. Pelos de la orejas, de la nariz, barba recortada, cabeza al cero y ropa deportiva. Daba vueltas por el salón esperando a sus invitados. Recordaba a Arturo alto y extremadamente delgado con los pómulos salientes, los ojos de un turquesa intenso hundidos en unas cuencas grandes flanqueadas por unas cejas como una noche de invierno. La voz ronca que hacía retumbar los objetos, la prominente nuez que subía y bajaba hipnotizando con sus paseos y unas manos siempre calientes y nervudas. Alejandro se detuvo sonriendo al recordar la entrada en la habitación de la residencia y por tanto en su vida.

- No sé quién eres tío, pero se te va a escapar el canario.
- ¿Perdona? No entiendo.
- Que llevas la bragueta abierta, joder, y como no llevas calzoncillos al parecer se te ve el rabo.

Nunca podría olvidar como una cara tan morena pudo ponerse tan roja. Soltó los bultos y como pudo quiso subirse la cremallera y se cogió con los nervios un pellizco en las bolsas.

- Hostias tío ayúdame, por favor, ayúdame, me he pillado los huevos, tío que dolor, joder
- Espera..., como te llames, cierro la puerta y a ver qué hacemos.
- Me llamó Arturo, joder, en qué hora..., date prisa, me sale sangre

Se había hecho una herida, como un siete y no había forma de que la cremallera soltara el bocado sin provocar más daño.
Intenté manejar la cremallera con cuidado pero soltó un aullido aún más dramático.

- Tío, Arturo, solo se me ocurre coger una tijeras y cortar por lo sano.
- ¿Que? Cabrón, ¿Que quieres cortar?
- La cremallera joder, no van a ser los huevos.
- Pues corta, tío, corta ya que me voy a desmayar de dolor.

Alejandro sonrió recordando como tuvo que sostener a Arturo a duras penas cuando nada más anunciar que se desmayaba de dolor, lo hacía. No hizo falta cortar nada, con él desmadejado pudo desenganchar el mordisco y proceder a una cura de urgencia. Sangraba moderadamente pero harían falta un par de puntos de sutura.

Se abrió la puerta de la casa y entraron Alejandro, Belén y su abuelo, Arturo detrás de ellos.
- Abuelo - Alejandro dio un abrazo, como era su costumbre a su abuelo - éste señor es Arturo, el abuelo de Belén.
- Buenos días don Alejandro - Belén estampó dos besos al abuelo de su novio - mi abuelo - quiso presentar a su abuelo ella también.
- Eres el mismo, mariconazo - Belén puso cara de sorpresa mientras Alejandro senior con una sonrisa en los labios se acercaba a su abuelo con los brazos abiertos - que bien te veo.
- El mismo hijo de perra de siempre - le dió la réplica Arturo - no sabes la de veces que me he acordado de tí, bueno de nosotros. Y eso - se volvió a la parejita como para explicarse - que aquella maldita cremallera estuvo a punto de malparar una inexistente amistad.
- ¿Que es eso de la cremallera abuelo - Belén estaba intrigada - nada especial, cariño, ya te lo contaré luego. Ahora déjame que mire al abuelo de tu novio. He soñado tantas veces con este momento que ni me lo creo.
- Dame otro abrazo Arturo, necesito abrazarte, somos viejos y dios sabe cuándo tendremos otra oportunidad - se acercó a su oído y le susurró unas palabras - sigues sin usar ropa interior siento tu polla dura.
- Y yo no siento la tuya, lo que me apena - Arturo respondió con otro susurro.
- Somos dos viejos, chavales, con los ojos líquidos de nostalgia. Llevar las bolsas a vuestro cuarto y dejarnos un rato a estos dos veteranos charlar de su batallitas. Tenemos tanto tiempo que recuperar.
Ven Arturo, siéntate aquí conmigo mientras la pareja se instala, luego te llevaré yo a tu habitación. De manera que sigues con tu manía de no llevar ropa interior.
- Desde aquel entonces. Y sigo empalmando cuando alguien como tú me abraza. Me ha entristecido no habértelo notado a ti.
- Me felicito de que a ti no te haga falta la pastillita, pero a mí, si no es con eso, ni por asomo. Incluso castigandome los pezones, como sabes que me gustaba, llegando a la sangre me cuesta ponerme duro. Únicamente como puedes imaginar...
- No sigas, me acuerdo de aquello, y a veces me arrepiento de no haberte satisfecho. En cuanto a endurecer, Alejandro. Me empalmo y a los dos minutos una ruina. ¿Tú tienes aquí pastillitas de esas? - bajo la voz para decirlo.
- Tengo, Arturo, suficientes para convertirnos en Príapo el resto de nuestras vidas. Además, diferentes clases de dildo, pinzas japonesas de castigo, mis pezones te lo atestiguarán y disciplinas. Tengo cera de bajo grado y otra serie de lindezas. A lo largo de esta vida he ido depurando las formas de encontrar placer. Hay un cuarto en el sótano al que solo entro yo. Si quieres - le tamborileó con los dedos en la pierna - te la enseño.
- ¿Ahora?
- Cuando duerman los críos. Mi nieto me viene preguntando por ese sótano hace años. Y me tengo que controlar porque me desbordan las ganas de meterme allí, desnudos los dos
- Eres tan degenerado como siempre. Seguro que has pajeado pensando en como meterle allí. Y que cumpla con tu deseo que siempre me negué a aceptar.
- Como me conoces Arturo, maricón. Me lo pide una y otra vez y no se gasta cuando voy a poder negárselo. "Cosas y cacharros viejos, sobre todo de tu abuela, nada de interés" le digo pero cada cierto tiempo vuelve a la carga y no se cómo me voy a negar. Me imagino atado a la cruz en aspa, azotado..., tumbado bajo el trono, buff, Arturo, eso es lo único que me empalma sin pastilla.
- ¿Esta noche, entonces, me la enseñas?
- A ver si nos dejan. Supongo que querrán follar como jóvenes que son - Alejandro dejó perder la vista al infinito como suplicando a los cielos que pudieran hacerlo - ya veremos. Ahora sígueme, te voy a llevar a tu cuarto. Es contiguo al mío, en la otra punta del piso, lejos de la habitación de mi nieto, para no escucharles los gemidos cuando se pajea, ni que él escuche los míos. Este finde los gemidos de los dos.
- Sería ideal poder verlos follar. Cuando puedo espío a mi nieta y alguna vez la he visto masturbarse y no he podido evitar correrme.
- Y el degenerado soy yo, Arturo. Te voy a contar un secreto. En el desván tengo un mirador oculto, justo encima de la cama de la habitación. He visto muchas veces a mi nieto con sus amigos pajearse y mamarsela unos a otros, y follar con tu nieta también.¿Sabes que lo que más le gusta a ella es el patio trasero y Alejandro la complace siempre? Él cree que yo no lo sé, pero de alguna manera encontró en mi dormitorio uno de mis dildos y se lo quedó, cuando encula a tu nieta ella se lo mete por delante. Es muy excitante verlo, de verdad.
- Mira - tomó la mano de Alejandro y se la llevó a su bragueta - como me he puesto.
- Tan dura como la recordaba. Enséñame ese enorme capullo que me dislocaba.
- Aquí, Alejandro, aquí es un poco... - y mientras lo decía empezaba a desabrochar botones.
- ¡Vaya! aquí están los viejos amigos recordando tiempos más viejos aun - Alejandro y Belén bajaban de los dormitorios después de soltar los equipajes.
- Pues si, muchas cosas que contarnos y recordar - Arturo contestó volviendo a abrochar los botones que acababa de desabrochar.
- Pues venga Arturo, ahora que han bajado los jóvenes vamos a subir, te enseño tu dormitorio junto al mío y seguimos hablando.
- Tenga usted cuidado Arturo su habitación y la del abuelo se comunican, nada de pelea de almohadas.
- Buena observación Ale, procuraré echar el pestillo - echó una mirada a su amigo y masculló - aunque no estaba pensando en almohadas.

- Estate quieto, joder, Arturo, te tengo que curar. Dijo el que te cosió que levantar apósito diario, limpieza y colocar otro. Al final fueron cuatro puntos, que no perdiste el huevo de milagro. Venga no me hagas perder el tiempo, bájate el pantalón y tumbadito.

Alejandro miraba a su amigo sentado en la cama y el recuerdo de aquella gloriosa cura le rejuveneció.

- Tío, por favor, espera, tengo que decirte algo
- Excusas Arturo, no seas niño, vamos - le ayudó a bajarse los pantalones - no, mejor aún, quitatelos, estarás más cómodo tú y yo.
- No te lo tomes a mal cuando me cures, no te vayas a mosquear, por favor.
- Más excusas.

- Arturo - Alejandro se sentó en la cama al lado de su amigo - ¿que se te pasó por la cabeza cuando te fui a curar? Es algo que siempre me intrigó. Ese instante, justo antes, porque un minuto después vi el resultado. Luego te diré lo que yo pensé cuando vi lo que sucedió. Tú no podías verlo pero voy a decirte que yo no te fui a la zaga.
- Hace tanto tiempo, Alejandro - Arturo colocó su mano sobre el muslo de su amigo y apretó con fuerza.
- No sé si quieres hacerme daño o que me desnude.
- Las dos cosas - soltó la mano y Alejandro se la tomó de nuevo y la volvió a colocar sobre su muslo, cerca de la ingle - como ahora, en aquel momento hubiera querido matarte y comerte a besos a la vez. Me dejaste deslumbrado aquel día. Yo ya te había visto antes de entrar en aquel cuarto. Tú no te fijaste pero yo si te vi, en el vestibulo. Esa barba cerrada de dos semanas, el cuerpo flexible y atlético, pasaste por delante de mi como una exhalación y subiste la escalera de tres en tres escalones, como si fueses inmune a la gravedad, hasta juraría que tenías alas. Y me desarmaste. Tenía novia, con la que me casé, pero lo tuyo fue algo animal..., o celestial, no sé. Le pregunté al conserje, Crescencio que quien era ese que iba a apagar un fuego o algo y me dijo quien eras, que llevabas ya un curso en esa residencia y que eras una buena pieza. Por eso cuando me llamaron de administración y me dijeron que iba a la habitación con Alejandro Rabí por poco no me caigo de espaldas. No, que llevase la bragueta abierta no era despiste. Quería saber si tenía alguna opción. Y me echaste un jarro de agua fría en pleno invierno. Quise morirme cuando me dijiste aquello, por eso me pille con la cremallera.
- Confidencia por confidencia. Venía tranquilamente paseando, de tomar algo y desde fuera por los cristales de la puerta te vi. Joder, Arturo, tan delgado, esa cara angulosa ese pelo alborotado, alto. Sentí un pellizco en la bragueta. Tenía novia, no con la que luego me casé, no entendí que había pasado. La polla  empezó a deformar el pantalón del chándal y lo único que se me ocurrió fue entrar a la carrera y quitarme de enmedio. Luego, llamé a Crescencio por teléfono y le pregunté por el tío tan delgado, que no me sonaba, que quien era. Me dijo que un Domesque, de la saga de profesores y catedráticos de filosofia. Cuando me anunciaron que despejase la otra cama que venía a quedarse Arturo Domesque me entró pánico. Me imaginé desnudándome delante de ti y empalmando. Me agobie, por eso cuando te vi la bragueta abierta reaccioné así cuando mi impulso fue tirarme a meter la mano.
- O sea - dijo Arturo con resignación - que dos gilipollas asomando cada uno las narices de su armario no tuvo huevos para tirarse a lo que parecía una piscina helada.
- Bueno, duró poco. Cuando empecé a curarte la herida y vi como se te disparaba el rabo y empezaba a destilar, supe que iba a romper las costuras del vaquero.
- Recuerdo con detalles ínfimos el destello de tu mirada en mis ojos. No parpadeamos ninguno de los dos. Te olvidaste de mí herida y sin retirar la vista me acariciaste la verga utilizando mi precum como lubricante. Me fue imposible evitar la eyaculación. Yo estaba harto de follar con mi novia y otras anteriores, pero ese orgasmo infinito que tuve contigo nunca jamás volví a sentirlo. Cada tiro de semen que me llegó a la cara era un peldaño al cielo. No se puede gozar más que eso. Pero ahora que recuerdo, tú no te corriste, acabe de correrme, te limpiaste la mano, me pusiste el apósito mirando a otro lado y en silencio saliste de la habitación.
- A limpiarme. Estaba empapado de mi leche. Cuando te toqué y vi el primer chorreón de leche que te llegaba a los labios empecé a correrme yo. Sin tocarme, solo con el mínimo roce de mi empalme monumental contra el calzoncillo. Veía como estabas en el cielo y yo te acompañaba cogido no de tu mano, sino de tu polla. Dudé en terminar la cura o no, limpiarte, disculparme y morirme o hacer lo que hice irme a la francesa.
- Pasó un mes, Alejandro, ¿que nos pasó? Un mes relacionándonos con monosílabos y evitandonos. Yo iba a enfermería a que Clara, aquella enfermera talludita me curara hasta que sanó del todo. Llegué a pensar que cualquier día en el comedor te levantarias, harías silencio y me señalarias como el maricón del año. Estaba pensando en largarme cuando una vez más me sorprendiste - desplazó la mano a la entrepierna de Alejandro y sintió vida desperezarse - A ver si va a dejarse de necesitar la pastillita.
- Es una sensación agradable, recordar antiguas vibraciones. Sigue por ahí Arturo, me rejuvenece. 
Tú dices que temías que te señalase, yo estaba literalmente hundido. Quería morirme, me ahogaba la vergüenza. Cuando vi que empalmabas de esa manera al tocarte, interpreté, acorde a mis deseos, que había derribado tu primera defensa y estaba más cerca de conseguirte. Te toqué con mucho miedo esperando tu rechazo y conseguí lo inimaginable. Veía porno desde los doce y harto de ver gente que se corre sin tocarse, cuando te rocé y vi esa efusión de semen pensé que eras de los de muelle flojo, pero la excitación hizo que me corriera también aunque tú no lo supiste hasta hoy e hice recaer toda la culpa de lo sucedido sobre mí. Mi planteamiento fue: he hecho una paja a un hetero con la excusa de una cura y ese estigma no se me va a borrar nunca. Por eso evitaba hablar.
- Por eso evitaba hablar yo, pensé que te había forzado a algo que odiabas. Yo me corrí disfrutando muchísimo, tú te limitaste a curarme e irte, suponía que abochornado por traicionar tu confianza. Por eso lo de el pasado mes me sorprendió tanto.
- Fue el peor mes de toda mi vida. Creo que aquel curso suspendí Economía Básica por eso. No me podía concentrar. Solo veía tu cuerpo desnudo y tú eyaculando sin yo atreverme a meter boca. Esa imagen y correrme sin tocarme era todo uno. Hubo días que me corrí siete veces. Acababa exhausto, física y mentalmente.
- Yo te miraba de lejos, esa cara sería - Arturo empezó a acariciar la cruz de los pantalones de Alejandro que de forma instintiva  ahuecó la entrepierna - tu hábito corporal pendenciero y la mirada asesina y no me atrevía a encararte y ponerlo todo en claro. Me acordaba de mi novia y se me superponía tu imagen y me moría de nostalgia, ¡Joder! Me había enamorado de tí y tú me rechazabas - ahogó un sollozo.
- Ahora me explico esa reacción tuya aquella noche. Me volví loco. He recordado la escena mil veces.

- Esto no puede terminar así - Arturo abrió la puerta de la habitación donde Alejandro leía antes de dormir - ¿Que haces tío. ¡Joder, es tarde! déjame en paz. Además estás borracho.
- Si, he bebido, tenía que coger fuerzas para tirar de la puta manta - se lanzó sobre la cama de Alejandro y se colocó a horcajadas sobre él - ¿que crees, que ha sido fácil para mí? No puedo mirar a la cara a mi novia, cabrón, no me empalmo con ella. Me entra un pánico feroz - no pudo continuar, se rompió en mil pedazos y cayó sobre Alejandro incapaz de sostenerse.
- ¿Y como crees que me he sentido yo? Me he colgado de tí también gilipollas y no he parado de esquivar a mi novia con la puta excusa de estudiar - le tomó la cara entre sus manos y a escasos centímetros de su propia cara le clavó los ojos - quiero follarte el culo Arturo, quiero comerte entero y va a ser ahora mismo.

- Fuiste violento ¿eh? pero nunca he vuelto a sentir tanto.
- Me convertí en un animal, me asustó pero no pude controlarme.
- Me cogiste por el cuello, que pensé que ibas a estrangularme pero me excitó de una forma extraña. Como me arrancaste la ropa, te desnudaste tú y lo natural que pareció que me sodomizases. Es más aún me sobrecojo recordando mis sentimientos. Quería que entrases en mi cuerpo, a saco, rompiéndome si fuera preciso, me daba igual, sentir tu peso, tu respiración salvaje en mi cara. No me planteé si dolería o no, quería que sucediese...
- Y sucedió.. 

- Chsst, Belén ¿tu has escuchado lo que yo? - Ale y su novia subían a preguntar que iban a comer y escucharon las voces de sus abuelos.
- ¡Tu abuelo sodomizó al mío con su consentimiento! Esto hay que aclararlo. Yo no me puedo quedar así.
- Calla, que siguen hablando.

- Vaya si sucedió, dos veces seguidas, ¿Te acuerdas? sin sacarla. Me desvirgaste para los restos. Cuando se prueba, ya no se puede olvidar. Imposible que un ser humano pueda gozar más.