sábado, 30 de mayo de 2020

EDUVIGIS - 1 -


Los tres hermanos cenaban en silencio bajo la atenta mirada del ama de llaves que tenía el encargo de proveer a las necesisades de los hijos de D. José. 
- Hermanos, os veo con los ojos muy irritados - dijo sin maldad Eduvigis - como si hubieseis estado llorando. No os preocupeis por vuestra madre, con oscuridad un pañuelito empapado de colonia en la frente y silencio se le pasa enseguida. 
- El viaje fue muy cansado y estamos agotados. Ahora enseguida nos acostamos y después del descanso nos sentiremos mejor - aseguró Roldan.
- Mañana nos sentiremos mucho mejor - remachó Gaspar
En eso tocaron a la puerta del comedor. El ama de llaves abrió, volvió a cerrar y se acercó a Gaspar. 
- Señorito Gaspar, el mozo Antonio dice que la yegua que usted monta parece  que tiene fiebre.
- Dígale que ahora bajamos, mi hermano y yo a las caballerizas; que se adelante él y se vaya preparando - lo ultimo lo dijo mirando a Roldan con una sonrisa de complicidad que a Eduvigis no se le pasó por alto.
Terminó la cena. Eduvigis dio las buenas noches a sus hermanastros y se retiró a su habitación. Las miradas que se intercambiaron, los frunces de ceño interrogativo, muy fugaces, pero indudables hicieron sospechar a la chica que algo pasaba a sus espaldas que no sabía porqué pero era turbio, inconfesable.
Roldan dio permiso a la servidumbre para retirarse, él y su hermano Gaspar bajarian a ver que le pasaba a la bestia.
- No, no, retirese usted a descansar, y el resto del servicio también. Si hiciese falta el veterinario ya iriamos con Antonio a buscarlo. Ya nos ocupamos nosotros Visi.
- Muchas gracias, señorito, que descansen. Hasta mañana.
Gaspar y su hermano se encaminaron a las cuadras comentando sobre lo que el mozo haría o dejaría de hacer, sus habilidades de lengua tanto en glande como en ano y como de entregado se mostraba si podía lamer esa zona al final del día cuando mas sudado se encontraba.
- Toca Roldan - dijo Gaspar a su hermano resaltando su paquete - mira como se me pone solo de pensar en como mete la cabeza en el culo Antonio.
- Caramba hermano, mi polla responde también.
Entraron en la cuadra y se escuchaba un caballo piafar con sensación de nerviosismo. Ademas una serie de quejidos de hombre significando placer.
Cuando encontraron la cuadra de la que salian los sonidos el corazón se les aceleró y se les quedó la mandibula descolgada.
Antonio estaba desnudo con una apreciable erección mirando a la puerta donde acababan de aparecer los caballeros, doblado por la cintura debajo de la panza del caballo. Tenía cogida la verga tiesa del animal y se la restregaba por su ano. El caballo hacia intención de penetrar pero esta bien sujeto y no podia. Al ver a los hermanos en la puerta, ni se inmutó, se dio la vuelta y comenzó a lamer y ensalivar el capullo del caballo que cada vez se ponia mas nervioso. En esta posición Gaspar se despojó a toda prisa de su ropa y se apresuró a sodomizar a Antonio que ni siquiera emitió una queja.
- Metete el capullo del caballo entero en la boca, perra - le urgió Gaspar a Antonio.
- Si me meto el capullo en la boca, el caballo se correrá enseguida - se quiso excusar Antonio - además en cuanto se corra perderá todo el fuelle y nos quedaremos sin diversión.
- Eso quiero, guarro, ver como te baña la boca y la cara de leche - y dirigiendose a su hermano - Roldan, acercate y mira como le echa el polvo en la boca al cerdo este.
- Tiene buen rabo, tu mozo de cuadra, y el caballo, mejor, y mas excitante aún - dijo acercandose Roldan y sin ni siguiera desabrocharse un botón dejó de lado a Antonio y se dirigió al caballo.
Y entonces sucedió lo que hizo detenerse a Gaspar en su fornicar y temblar aún de mayor lujuria a Antonio. Sin que Gaspar y Antonio se lo explicasen, sin desnudarse siquiera, se metió bajo el jaco, le arrebató la verga a Antonio y se la metió en la boca haciendo que entrase lo mas profundo que pudo hasta provocarse el vomito que salía por las narices y entre los labios y la verga de la bestia. Al poco el caballo eyaculó su semen que Roldan dejo que le chorrease la cara y la pechera y se atragantase con él.
- Correte ya en su culo Gaspar - practicamente le ordenó a su hermano bañado en semen animal- ¡CORRETE YA!
- Si, haz caso a tu hermano y preñame ya, mariconazo.
Gaspar se enardeció y empezó a arremeter contra el culo de Antonio viendo a su hermano cubierto de esperma y como se lanzaba al pene de Antonio para chuparselo muy dentro, mas de lo que pudo llegar la verga del caballo, lo que le hizo volver a vomitar ya solamente moco amarillo. Cuando escuchó que su hermano gemía con los espasmos de la corrida, abandono el pene del mozo y se lanzó a su ano, para recoger en su boca el semen de Gaspar, éste intentó evitarlo, pero Roldan le rechazo violentamente y completó su deseo extasiandose con la defecación de la corrida de Gaspar y recogiendola con su lengua
- Y ahora Gaspar lo mejor, para que veas que distintos podemos llegar a ser en intimidad y bajo la careta que nos dan al nacer - se dio la vuelta y volvió a la verga de Antonio y chupó con fuerza hasta ponerle a punto de correrse, luego se bajó un poco el pantalón, lo suficiente para dejar su ano al alcance de Antonio que no dudo ni un instante, entró sin misericordia en el cuerpo de Roldan hasta vaciarse por completo, luego de salirse de él, se dio la vuelta Roldan y le limpió de restos su verga.
- Venga Gaspar, si te parece, vistete y vamos a la cama.
- Tu no te has corrido, Roldan.
- Descuida niño, descuida. Vamos a la habitación, aún no hemos terminado. Hoy me vas a conocer. Vas a conocer al Roldan de verdad, el que yo querría ser y la fuerza de esta puta sociedad no me deja ser.
En ese momento, Antonio fue a un rincón de la cuadra para mear. Al ver Roldan lo que se disponia a hacer el mozo de cuadra, le gritó.
- ¡ESPERA! Quiero ser tu letrina
Se acercó al mozo, se arrodilló delante y abrió desmesuradamente la boca. Antonio empezó a orinar en la boca de Roldan, que con los ojos cerrados y rictus de satisfaccion tragaba la orina hasta que terminó. Luego se acercó al pene flaccido a consumir las ultimas gotas. Antonio estaba un poco apurado por la situación. Gaspar desnudo con las manos a la cabeza no quería creerse lo que había visto y al tiempo sentía remordimiento por resultarle excitante lo que veía.
- ¿Te has quedado satisfecho, Antonio, no tienes ninguna necesidad urgente más ? Dilo con toda la confianza, salga por delante o por detrás, es tuyo, Antonio y yo no soy mas que una puta letrina al servicio de quien quiera.
Antonio con la cara espantada miraba incredulo a Gaspar con aspecto de pedir permiso y alternativamente miraba a Roldan que, vestido aún y empapado de vomito, semen y orina, esperaba con cara serena que el mozo decidiese.
- Ni se te ocurra, Roldan. Ya está bien esta broma.
- Mira, hermano, esto no es ninguna broma, además Antonio disfrutaría, y tu también, golosón, os habéis vuelto a empalmar. ¿Te gustaría hacermelo, Antonio?, se sincero, y lo disfrutarias.
- Si señorito, me gustaría - lo dijo ruborizandose. Cagarme en la boca de un tío, nunca se me habría ocurrido.
- Yo lo probé por primera vez con quince años. Fue en una fiesta en casa de un canonigo. Yo era el mas pequeño de la fiestecilla, me llevó el cura de la ermita con el que me confesaba. Me follaron todos los tíos mayores que habian y empalmaban. Hasta que jugando, jugando me ataron, me colgaron los pies de unos ganchos del techo con las piernas separadas tumbado en el suelo, me taparon los ojos y lo ultimo que vi fue una silla sin asiento que me ponian sobre la cabeza. Sentí entonces que me follaban una vez más, me chupaban la polla y me decian: "abre la boca" y sentí que entraba en mi boca algo caliente del tamaño de una polla y amargo. Me dijeron: "mastica y traga" lo hice y vomité y al tiempo me corrí en la boca de alguien. Me resultó muy excitante.
- Ya está bien Roldan, vamonos. Antonio vístete tu y vete a dormir - se puso camisa y pantalones, cogió del brazo a su hermano, que dócilmente se dejo llevar.
- ¿Me vas a dejar que te folle ahora, cuando lleguemos a la alcoba, Gaspar? Quiero dormir abrazado a un hombre, me harias la puta perra mas feliz del mundo - Le iba diciendo Roldan a su hermano mientras se dirigian al dormitorio.

jueves, 28 de mayo de 2020

EDUVIGIS


Don José era un crapula hijo de un terrateniente con cigarral de larga data, perteneciente a una adinerada familia premiada por Fernando VII con el marquesado de las tres Moras en premio a sus servicios para socavar el poder de los liberales. El pater familias obtuvo además una regalia consistente en la concesión del título de veterinario para su hijo Pepe que entre lupanar y lupanar acudía mas bien menos que  mas a la Escuela de Veterinaria de Madrid. A mayor abundamiento el estudiante de veterinaria tenía como tio carnal al general Árdela, frecuentador junto a muchos más, como era sabido, del dormitorio de la monarca. El niño, José Árdela por tanto tenía ciertas prebendas, entre ellas y no mas menudas estaba el ser nombrado, por "sus muchos meritos" como veterinario de una importante Plaza de Toros cerca de un renombrado Prado.
A José Árdela le llegó el momento de sentar cabeza. Doña Maria del Prado Ocaña Dos Barrios, era una señorita temerosa de dios, que no se perdia ni novena ni triduo que se celebrase en la basilica de su pueblo y cuando su padre, juez de cabeza de partido le anunció su boda con Joselito, el veterinario hijo de Don Victorio el famoso ganadero, a la virtuosa doncella le dio un vuelco el corazón, pero acató sin rechistar la voluntad del juez.
Las correrias, incluso las de Madrid, eran comidilla diaria en cualquier mentidero de aquel poblachón reseco a pesar de tener una rica vega. En el casino, por supuesto, las hazañas en casas de tolerancia y en las clandestinas, mas rastreras y dispuestas a practicas bizarras, eran comentadas por los hombres con semblante serio y corazon alegre, y entre las muchachas en edad de merecer con vahidos de escandalo y sombrío secreto deseo de ser señalada por el sinvergonzón. Por eso cuando se supo en las tertulias que a Pradito le habia caído la plaga de Egipto con su faraón y todo, se deshicieron en condolencias y secreta envidia por parte de sus casaderas amigas. Se rumoreaba que el niño gastaba talla de Fernando VII y eso era motivo de escandalo entre madres y pobres hijas que debían ser vírgenes, costase lo que costase.
La boda, como correspondía a tan señalado enlace fue oficiado por el Cardenal Primado de Toledo en la Basilica del pueblo. Se celebró como correspondía en el Casino de la localidad.
Don Victorio regaló a la pareja una finca cerca de la Plaza de Toros con cien aranzadas de terreno. Pradito sobre llevó sus cuernos con mucha dignidad hasta que tras el quinto parto, que supuso el quinto varón, la costurera de la casa le dio un aire y hubo que buscar otra. A Doña Prado en el Casino, su amiga Basilisa le recomendo la hija de su costurera, una joven de veinte años que tenía manos de angel, Isabelita.
Fue ver el señor veterinario a Isabelita, una lozana y saludable joven y pensar para si: "buena potranca para mi reata" y dicho y hecho. Isabelita quedó preñada casi sin enterarse y el mismo Don Jose Árdela fue quien asistió al parto. Una preciosa niña a la que puso por nombre Eduvigis.
Don José reunió a toda su familia, Doña Prado incluida, y sentenció: "esta es Eduvigis y a partir de ahora, en esta casa, es una más".
Se construyó en la finca una casa fuera de la vista de la casa grande para Isabel y a Eduvigis, se le puso un ama de cria para que se criase en la casa grande como lo que era, hija del Padre con todos sus pronunciamientos.
Cuando Eduvigis empezó a desprender, estrechar cintura y ensanchar caderas, Roldan, primogenito de la casa, hermanastro y tan suelto de carne, como de escrupulo no pudo evitar echar un tiento a la joya de la casa, como la llamaba su padre Don José. La abordó en el patio de la casa, en medio de una canicula y proximo su decimocuarto cumpleaños, mientras bordaba ella su ajuar, como correspondía a una señorita de su posición social, todo encajes de Valenciennes y Flandes. Roldan a sus veinticinco años, proximo a casarse y rijoso como un toro en celo, se le acercó zalamero por la espalda susurrandole al oido lo guapisima que se habia puesto y lo mucho que la quería al tiempo que le hacia sentir sobre su espalda la calidad de su erección. Sería la hora de la tarde, el sofocante calor o el estridente canto de las cigarras lo que hizo reaccionar positivamente a la niña que sin abandonar su postura de sentada se giró hasta dar con la elastica dureza en su cara. Roldan perdió la cabeza, dejó en libertad al preso que se refugió donde pudo, en la boca de la niña que lo acogió con extrema delicadeza acariciandole con la seda de su lengua hasta que sin poderse contener derramó el intruso todo su agradecimiento. Fueron unos segundos durante los cuales Roldan y Eduvigis visitaron el paraiso. Finalmente abandonado ese cielo, Roldan se recompuso, Eduvigis se recogió con su pañuelito de batista los restos de la visita que le quedaban en la boca y continuó con sus puntadas y su bastidor. Roldan depositó un casto beso en la frente de su medio hermana y ésta le reconvino suavemente por no visitarla mas veces en circunstancias parecidas. En cuanto Roldan desapareció Eduvigis dejo el bordado y fue ligera a su habitación donde poder cambiarse la ropa interior empapada hasta el refajo.
Desde que la niña pasó a ser la protagonista de aquella casa Doña Prado cerró su talamo a Don José,  y en los que Eduvigis era una autentica reina, espina permanente de humillación para la madre de los cinco hermanastros que vivian bajo el mismo techo.
Roldan, menudeó las visitas a su hermanita saldadas siempre con una rapida escaramuza, pero ya no se conformaba con eso solo. Estaba inquieto y a veces verborreico y otras veces ensimismado, tanto que su hermano el segundo, Gaspar le asaltó una noche en el casino con mas de un brandy en el cuerpo y Roldan lo vomitó todo.
La conclusión de Gaspar fue rápida: "Nos follamos a esa intrusa los dos a la vez y te dejo que elijas el agujero" Roldan lo meditó un momento entre vapores de alcohol y soltó: "Me pido el culo, quiero oirla gritar de dolor cuando me folle a la bastarda esa"
A la mañana siguiente entre los dos urdieron un plan para llevarse a su hermanastra a un lugar excusado donde poder llevar a cabo sus planes.
Se acercaba el tiempo en que  la hija de Don José iba a ser presentada en sociedad, como siempre en el Casino. Eran muchos los preparativos y entre ellos estaba ir a la capital a encargar vestidos, medias, enaguas y corselillos. Muchos de estos hechos a medida y tardandose un dia de tartana en llegar, se solía rentar unas habitaciones si es que no se poseía casa en la capital. Gaspar y Roldan se ofrecieron a acompañar a su madre y a la niña para todos estos preparativos. Isabel, su madre, como siempre tendría trabajo y no estaría bien visto que acompañase a la señora y los señoritos.
Se hizo la previsión de estar una semana en la capital,  alojandose en una casa de la plaza de la catedral propiedad del tio abuelo, el general.
No se sabe si a propósito o fue casualidad pero la mañana que estaba ya todo preparado para salir, Doña Prado se sintió indispuesta con una jaqueca maligna acompañada de mucho vomito. Sus hijos mayores quitaron cuidado a su madre y se ofrecieron a acompañar ellos solos a la niña. El ama de llaves de la casa del general podría auxiliar en aquellos menesteres en los que una mujer acompañando sería imprescindible.
Antes de arrancar Isabel dando un beso a su hija le dijo al oído:  " hija, ten cuidado con estos dos charranes, son capaces de todo, pero si ves que lo tienes todo perdido, déjalos, por lo menos que no te desfiguren"
Isabel no sabia que su hija ya habia saboreado a Roldan en su boca y que intimamente deseaba que fuese su cuerpo entero el que se deleitase, lo que en realidad le daba vergüenza pero la excitaba. Además sabía que estaba en pecado, las felaciones se las reservaba y nunca las había confesado al cura.
Después de un tedioso viaje llegaron al fin a la casa del general. A recoger el tronco de arrastre acudió un mozo de cuadra de no mas de treinta años, de nombre Antonio que saludó a Gaspar con una inclinación de cabeza y un " señorito..., y la compaña" Roldan, extrañado preguntó a su hermano de que conocía él al mozo. Gaspar le contestó que ya le contaría.
El ama de llaves y una doncella ayudaron a instalarse a los invitados indicandoles que se adecentasen del viaje porque la cena no tardaría en estar en la mesa. Eduvigis quedó con la doncella en su alcoba ayudandola a quitarse la ropa polvorienta del viaje y a vestirse de limpio para bajar a cenar. Roldan y Gaspar ocuparon una habitación con dos camas, donde se aprestaron a prepararse.
- Venga, Gaspar, ¿de que conoces a ese palafrenero? - le espetó exigiendo pronta respuesta.
- No se si tu te acordarás, porque estabas en Madrid, estudiando dijeron. Eso seria hace cinco años, yo tenía dieciocho. Padre me mandó con el general para que probase el estilo de vida militar y estuve unos meses aquí. De buena mañana, solía salir a montar, asi que Antonio me tenia ensillada la yegua para cuando bajaba a las ocho a las cuadras. Un día, habia dormido mal y a las siete ya estaba vestido y entrando en busca de mi montura. No debió escucharme muy ocupado en sus tejemanejes, hablando en voz baja algo que no entendía. Me fui acercando y vi al tal Antonio, sin calzas y con el juboncillo levantado, tieso como un rucho restregandose contra el anca de un potro al tiempo que le acariciaba sus partes. El potro estaba nervioso con su verga golpeandole la barriga, aventando yegua y el mozo le acariciaba con sus manos el enorme vergón. Entonces me quedé sorprendido al ver que se inclinaba bajo la bestia y le lamía el capullo haciendo intento de meterselo en la boca. Ante tal espectaculo yo me excité sin saber porque viendo la estampa de bestialismo, sali de mi escondrijo y le dije que la mamada podía hacermela a mi en lugar del caballo, le cabría mejor en la boca. Al verse sorprendido, desnudo como estaba, se vino hacia mi, se puso de hinojos y me rogó que no lo delatase, que estaría a mi disposición para lo que se me antojase. Y se me antojó azotarle aquel culo fuerte y redondo, blanco como la leche, para pintarle rayones rojos con mi fusta. Y asi lo hice, le azoté, pero a medida que le aplicaba el castigo, mas deseaba hacerle mujer por detrás. Y asi lo hice. Le forniqué por el culo, de lo cual quedo muy satisfecho y cual no sería mi sorpresa cuando me dijo que la azotaina, también le hizo gozar.
Todo el tiempo que me quedé aqui, lo follaba, a veces mañana y tarde, y una noche le levanté de su jergón haciendole pasar la noche conmigo, como mi puta. Lo estuve follando por la boca y por el culo hasta agotarme.
- Entonces, hermano, ¿eres una maritornes?
- Ni por asomo, Roldan - dicho sin mucho convencimiento - me gustan las  mujeres tanto como a nuestro padre..., o a ti, supongo, pero...
- Si hay un pero, no es toro bueno, dice padre. Pero, qué.
- Roldan, ninguna mujer, por muy profesional que sea hace mamadas como este chico. Sueño con que me la chupe. Y el culo, hermano, que estrechez, como se mueve el chico, que placer. Y tengo que confesartelo, Roldan.
- El qué, no quiero ni imaginarmelo. ¿le has besado en los labios?
- Peor. Bueno eso, también. Besa como nadie, tiene una lengua endemoniada. Cuando pasamos toda la noche juntos, nos la chupamos mutuamente.
- ¿Queee? Se la has chupado a un tío, y para colmo, un criado. ¿Como quieres que pase por alto ese detalle? - se produjo un silencio en la habitación. Roldan se habia cubierto la cara con las manos sin atreverse a mirar a su hermano, hasta que Gaspar se acercó hasta Roldan y le dio un abrazo.
- No soportaría que no me mirarás - Gaspar comenzó a llorar - eres mi hermano y te quiero, sienta lo que sienta y sea lo que sea.
- Yo también te quiero, hermano - Roldan se descubrió la cara y abrazó con fuerza a su hermano mientras le besaba y saboreaba la salobridad de las lagrimas de su hermano. Y tomó de pronto conciencia de que la entrepierna de su hermano se endurecía y de forma automatica quiso con su mano comprobar lo que se resistía a creer.
- Te quiero mucho, Roldan, siempre he querido ser como tú - sintió entonces, la mano de Roldan en su bragueta. Se emocionó y deslizó su cara hasta encontrarle los labios. Durante unos segundos se besaron hasta que Roldan de un empujón rechazó a Gaspar.
La cara de Gaspar reflejó terror panico y la palidez le dio el color de la muerte - perdona, he sentido tu mano en mi sexo y he creido..., me he equivocado - cayó de rodillas llorando dejando reposar su frente en el suelo.
Roldan, asustado de la violencia de su reacción, se acercó hasta su hermano postrado y se arrodilló ante él dejandose caer encima pidiendo perdón tambien. Como Gaspar no tenía consuelo le levantó se le abrazó y cogiendole una mano la llevó a su entrepierna para que su hermano comprobase que él también se habia excitado con la situación.
- He sido muy hipocrita, Gaspar, perdoname. Me he hecho de nuevas, pero yo también con catorce años tuve mis devaneos con amigos. Se lo que es besar a un tio, y chuparsela, y peor aún, yo si se que es que me metan una verga. Tu por lo menos la has metido. A mi me la han metido. A los diez años, un oficial de la plaza me llevo al batan y alli, viendo los toros para la feria, me la clavó bien clavada. Me dolió, Gaspar, me dolió pero me metio el miasma del mal. Estuve dolorido una semana, pero era un dolor estimulante. No me lo puedo explicar. A la siguiente, fui yo quien le busqué. Y asi he estado mucho tiempo. El maritornes, soy yo.
En ese momento tocaron a la puerta.
- Señoritos, la cena está servida
- Enseguida bajamos. Gracias.

lunes, 25 de mayo de 2020

LUISA - VII -


Era imposible que una mujer como esa  pudiera existir, pero era absolutamente arrebatadora; imposible. Ojos tan intensamente tristes como turquesas enormes. Cabello rubio lacio escaso enmarcandole el rostro como un telón enmarca el escenario. Delgada, trasparente de piel. De un momento a otro podía troncharse. Llevaba un body amarillo que le hacía resaltar unas piernas de alambre muy separadas marcandole una vulva gruesa y sugestiva. Todo en ella era exquisito, sus ademanes, su sonrisa morbosa haciendo protagonistas unos labios carnosos y rabiosamente rojos y esas serpientes azules recorriendoles sus brazos.
Luis no pudo ya quitarse esa imagen. Desde ese momento toda pulsion sexual pasaba por la imagen de aquella diosa: Celia Luisa
Al parecer Celia Luisa tuvo el mismo flash con Luis. El flechazo fue tal que Luis olvidó cualquier otra opción que sexualmente pudiera presentarse.
Celia Luisa era una figurilla de porcelana. Daba la impresión de que sería imposible penetrarla, sería como atravesarla con un sable, y matarla y por supuesto albergar en ese cuerpecillo un ser humano, un hijo, sería una locura pensarlo siquiera.
Acababan de llegar a su casa y Luis había aparcado. Luisa sin hacer intento de bajar del coche, comenzó a esclarecer algunas dudas.
- ¿Tan endeble era mamá - preguntó extrañada Luisa.
- Era de otro mundo, hija, tu madre era un ser especial. Era huerfana. Hubo un derrumbe en un edificio que ocupaban diferentes tipos de gentes sin filiación y de vida un poco rara, alternativa dijeron después y esta niña fue rescatada. No hubo mas supervivientes y se crio en manos del estado. La adoptó una familia de buena posición y cuando tenia doce años volvió a sobrevivir a un accidente de coche en el que murieron sus padres adoptivos. Ella lo heredó todo.
Cuando tu abuela la conoció me dijo que ese nombre era muy complicado, que ella la llamaría Luisa. Tu madre era muy buena y no le importó por eso tu eres Luisa también.
- Pero tuve yo la culpa de que muriera. Siempre lo he pensado y me da mucha rabia que así fuese.
- Que va Luisa, recien parida la dejaron en una corriente y debió coger una pulmonía, tampoco quise yo saber demasiado. Me quedé destrozado y de no haber sido por ti, yo no habría podido continuar.
- Y entonces, ¿porqué te casaste con Belinda?
- Mientras pude, pidiendo reducción de jornada y favores, dias libres y meses sin sueldo pude sacarte adelante hasta que tuviste edad de guarderia y pude refugiarme más en el trabajo. Cuando cumpliste los cinco años me promocionaron a jefe, mucho dinero para despreciarlo. Necesitaba que alguien se hiciese cargo. Belinda me hacia ojitos hacia tiempo, y me dejé querer.
- Me alegro entonces de que todo haya terminado así.
- No ha terminado nada, hija. Ahora comienza todo. Sin secretos, cada uno como es y dejando al otro con sus neuras y aficiones. Podremos vivir libres y felices los dos.
- Entonces, ¿voy a poder llevar mis rollos a casa?
- Y yo los míos. ¿Y quien sabe?, mira como me estoy poniendo - y le señaló  a su hija la bragueta que se abultaba por momentos. Al fin y al cabo, incesto, no es más que una palabra.
- Es verdad, es solo una palabra - y diciendolo dejó caer su mano, sobre la entrepierna de su padre - no sabes, la cantidad de veces que he soñado con esto, papá.
- La de veces que he fantaseado que te daba a mamar mi leche, Luisa.
- Pues ahora vas a hacer esa fantasia realidad - y sin más empezó a hurgar en la bragueta del padre hasta sacarle la verga enhiesta, lanzandose sin pensarlo sobre ella haciendola llegar hasta la garganta. Y no se detuvo de masajear el capullo con lengua y garganta, aún haciendo arcadas, hasta que sintió el chorreón de semen en la boca. Se lo tragó y preguntó.
- ¿Lo he hecho bien, te ha gustado? A mi si me ha gustado - y diciendolo las lágrimas le rodaban por la cara abrazando la cintura de su padre.
Pasaron tres años más de una vida absolutamente satisfactoria para ambos. Luisa recuperó para si y para su padre el apoyo de Bruno y Rashid.  Vivian los cuatro una relación abierta. Rashid desarrolló una fijación con Luis al que consideraba como un padre. Belinda no volvió a aparecer por aquella casa. Luisa siguió fiel a su virginidad. Gozaba siendo sodomizada por Rashid mientras Bruno hacia lo propio con su padre. A Luis no le hacia falta travestirse para sentir placer, eso si, le excitaba que Bruno y Rashid le azotasen antes de follarle.
Con dieciocho años Luisa entró en Economicas y nada mas acabar, debido a su brillantez fue contratada en una empresa de ingenieria.
Su vida en el campus, algo movida, sería motivo de otra historia.

domingo, 24 de mayo de 2020

LUISA - VI -


La primera media hora de viaje padre e hija los pasaron en silencio, un silencio violento y dificil de soportar sin perder los nervios.
- No me vas a dar ninguna explicación de tu comportamiento. Ni siquiera quienes eran los chicos, no se, como..., como establecisteis contacto, porqué en casa de tu abuela. Son muchas las interrogantes.
- ¿Eso es lo que te preocupa? Se ve que tu mamá no te ha contado que fue ella la que me puso en manos del pederasta mayor.
- ¿Que estas diciendo? insensata, que tu abuela...,
- La abuela, no se, pero anda despistadilla. Solo se le ocurrió echarme en las garras de ese depredador vestido de sotana.
En contra de lo que Luisa esperaba, una reacción explosiva, indignada, airada de su padre al enterarse que el cura se lo hacia con las feligresas, solo se escuchó en el coche más silencio gelatinoso.
- Papa, tu has escuchado lo que he dicho, que el baboso, el asqueroso gordo y barrigon del cura...
- Si, si lo he escuchado. No se ha reformado, sigue.
- ¿Cómo que sigue, lo sabías, y tu madre, no? Entonces..., - Luisa calló, con la mirada perdida en la carretera y el color de su cara en retirada - a ti también - dijo como para el cuello de su camisa - esa afición por el culo tuya entonces..., ¡PAPÁ!
Luis detuvo el coche en un apartadero de la carretera.
- Luisa, hija. La verdad, nunca habría imaginado que hubiese tenido que hablar contigo de esto. Es largo de contar, pero nadie nos espera. Un poco mas adelante hay una venta con una terracita, tomamos algo y hablamos.
- Claro papi - se agarró a su brazo y reposo su cabeza - ahora te quiero más. Puedes o no explicarme lo que quieras, pero te quiero mucho.
Luis arrancó su coche y recorrieron en silencio los pocos kilometros que les separaban de la venta. Las lágrimas desbordaban mansamente sus ojos. Su hija a cada poco se las enjugaba.

- Estaba yo en el ultimo curso de preparación para la comunión, tenía yo, pues, ocho años, cuando apareció por la parroquia un seminarista, teologo decía, para hacer como practicas dando a los preparandos clases o charlas y convivencias. Este seminarista se llamaba Felipe, Feli, nos dijo que le llamaramos. Era delgado, mas bien alto y muy simpatico.
- ¿Ese simpatico...? - dijo Luisa.
- Si, hija, ese.
- Bueno, pues nos tenía a todos los chavales hipnotizados. Era dinamico, chistoso y hacia que las clases fueran muy cortas. A mi siempre me sacaba porque decía que me lo sabía muy bien todo y siempre después de responder a lo que me preguntaba, me daba un abrazo muy apretujado y un beso. No nos sorprendia a ninguno, lo hacia con todos, y con toda naturalidad, hasta que yo supe que era eso duro que yo sentía en mi cuerpo cuando me estrechaba. Yo era muy simplón, hasta que un compañero de catequesis dijo en voz baja, después del abrazo:  "mariconazo". Le pregunté que porqué decia eso y me dijo que si no me habia dado cuenta del palo que tenía bajo la sotana y nos apretaba al dar el abrazo. ¿Un palo? y me contestó: "la polla tiesa, gilipollas". En cuanto lo supe y sin saber porqué cuando se avecinaba el abrazo a mi también se me ponía dura y él se dio cuenta. Le faltó tiempo para decirme al oído mientras me estrechaba mas fuerte aún que si le gustaba lo dura que la tenía.
Le dije a tu abuela que yo no quería volver a catequesis y lo que me gané fue un castigo. No tenía duda que la razón de que Feli me pusiese el rabo era que algo hacía yo que provocaba para que él se comportase así. Y llego el verano y la parroquia organizó un campamento con los que acababan la catequesis ese año y los que hicieron la primera comunión el año anterior. Yo tenía miedo de ir y al tiempo me ponía nervioso solo por ir y mas ligeros de ropa ver como se desarrollaban los acontecimientos.
El hoy Don Felipe se acercó por mi casa para asegurarse de que yo iría. Mi madre, tu abuela, se sintió honradisima de que aquel seminarista se acordase de nuestra casa para visitarnos, y podía haberle yo enseñado imagenes, que el credito siempre iba a ser a favor del hoy cura.
- ¿Y tu,que sentías, papa?
- No te voy a engañar. No es momento de hacer postureo. Me hacia ilusión y me daba miedo, sin saber porqué ver en vivo el aparato aquel que tantas veces habia sentido tan duro contra mi cuerpo. Y sobre todo hoy todavia no se porqué me veía y me excitaba imaginar que me metía su pene en la boca.
Y llegó el gran día. Hacia calor cuando llegamos al campamento en un claro del pinar. Las tiendas de campaña eran de cuatro y todas estaban organizadas entorno a un crucero, a cuyo pie habia una especie de hogar, donde por las noches se organizaba el fuego de campamento en el que cantariamos canciones propias del objeto para el que estaba pensado el campamento.
- Entonces, papá tu fuiste al campamento con la ilusión de que ese tío te follara, ¿te folló?
Luis se quedó sin palabras, fue tan directa que no había forma de endulzar el relato en el que él era una victima al que no quedó otro remedio que entregarse.
- Bueno hija, las cosas no son así de radicales...
- Papá, si entró la polla donde fuera que entrase follasteis y si no, no; así de sencillo, directo, como yo te conté lo mio con esos dos redneck.
- No quiero escandalizarte, Luisa , pero ahí va - de pronto Luis sintió que estaba bien de hacer como que no, interpretar un papel robado para no tener que tener dialogos  dificiles por el vis tragicomico que nunca le había gustado interpretar en el teatro de la vida como el que iba a tener con su hija.
Después de instalarnos, y darnos algo de cenar nos mandaron a las tiendas a dormir. Yo y te voy a ser muy sincero, hija, esperé nerviosisimo a que Felipe se llegase a mi tienda a reclamarme para una charla, una oración, una excusa para poderme acostar desnudo con el en su tienda. Y no vino. A medianoche sin poder conciliar el sueño y empalmado como un burro me levanté despacio y me fui a su tienda. Al llegar lo que vi me dejo helado. Estaba Felipe haciendole una felación
- Papá no seas cursi, es una mamada o un blow-job, pero eso de la felación, por favor.
- Bueno, Felipe le estaba haciendo un mamazo al profe de educación fisica. Debí hacer ruido y repararon en mi. Felipe me llamó en voz baja y me preguntó si me gustaba lo que veía, no le contesté solo me saqué la polla y enseñé mis cartas. Me reclamaron los dos y sentí aquella noche con aquellos dos tios mayores, lo que ya no he vuelto a sentir. Y aquella noche me aficioné a la puerta de atrás. Creo que me corrí tres veces. El profe de gimnasia tenia un buen tranco y me perforó el culo con tanta habilidad y maestría que ya no quise otra cosa. Mientras me hacia sentir que la felicidad se puede alcanzar Felipe me daba de mamar y estaba tan entusiasmado que cuando se corrió fue en la boca y entonces el que me preñaba me ordenó: !tragatelo¡ me sentí nuevo, dueño de alguien, perteneciente a alguien que me quería o eso creia yo. Y me lo tragué y de la emoción me corrí.
Salí de aquel campamento con mi ano perfectamente preparado para lo que pudiera sucederme. Sinceramente, crei ser gay, tan convencido estaba que una noche, pasados quince dias de regresar de la acampada, se lo solté a mis padres. Mi madre, tu abuela, se angustió muchisimo, pero mi padre me dijo, con su flema habitual que estaba en la etapa de desarrollo psico-sexual indiferenciada y que cuando saliese con una chica y no empalmase, asumiría mi homosexualidad. Tu abuela mientras tanto lloraba a moco tendido doliendose de no poder tener un nieto nunca.
- ¿Y ahí se acabó todo? en ese campamento en lo que se refiere a relaciones con otros tíos.
- Bueno, con cierta tranquilidad por haber anunciado a mis padres mis inclinaciones presté menos atención a mi entrepierna y me dedicaba a estudiar. El seminarista Felipe regreso a su seminario para terminar sus estudios y poder ordenarse y yo me dediqué a echar barriga de tanto sedentarismo. Mi padre vino un día y me dijo que con ese tipo de empollón odioso no iba nunca a encontrar pareja (mi padre por lo visto, había amortizado mi declaración) así que me matriculó en un gimnasio donde diariamente acudiría a practicar los ejercicios que el monitor indicase. Escuché cómo le decía cuando yo supuestamente no escuchaba "esa barriga en un adolecente, me da asco, haga lo que tenga que hacer para quitársela"
De manera que todos los dias a las seis de la tarde hiciese como hiciese, allá que iba Luisito al gimnasio. Los primeros dias muy cortado hasta que comprendí que cada uno iba a lo que iba y me relajé. Pasadas unas semanas y antes de irme para casa, el monitor, un vigorexico de revista, me preguntó si no me duchaba, le respondí que al llegar a casa. Lo cierto es que las duchas sin medianerias, corridas, me daba mucha verguenza usarlas.
- Te daría miedo que a la vista de otros tios te empalmases - dijo cargada de razón Luisa - que seguro que ya pasabas los entrenamientos tieso como un girasol.
- Pues si, hija, si. Sabía que me iba a delatar. Por eso cuando el Jimmy me cogió del hombro y me dijo "a la ducha" por poco no me desmayo, empalmado y todo. Llegamos al pabellón de duchas y habia otros dos duchandose y comprobé con horror que estaban empalmados. Jimmy tardo poco en quedarse como su madre lo parió y yo con una vergüenza horrible y deseando que la tierra se abriese lo hice también. En contra de lo que pensaba, el pene se me sumergió en la pared de grasa que por estar gordo tenía en el empeine. Jimmy haciendo gala de un rabo de tamaño apreciable aunque colgante, sin excitar, soltó una carcajada y sin ningún recato me echó mano al tiempo que preguntaba si tenia polla o clitoris. Y fue como el que aprieta un gatillo. Me puso la mano en mis partes y mi pene muy tieso se acomodó en la mano del monitor. Lejos de cortarse o agobiarse, Jimmy apreció su dureza, tamaño y hasta retrajo el pellejo para ver si descapullaba. Luego dirigió la mano al culo y si ya me tenía medio desarmado, al palpar el ano y comprobar lo que representaba me entregó por completo. No se lo pensó ni reparó en los otros dos que se duchaban, con no demasiada delicadeza me dio la vuelta, me levantó en peso y me dejo caer sobre su verga, que sin dificultad se abrió paso entre mis entrañas. Me abracé a él y comencé a moverme como ya habia aprendido del seminarista hasta que se corrió. Me volvio a dejar en el suelo y secamente me dijo que terminase de ducharme. Los otros dos le dijeron a Jimmy: "algún día nos lo prestarás, cabronazo, un crio, con buen culo, pero un crio" Jimmy les contestó que tabú, que yo era suyo y solo para él.
Y ya que estamos en plan sincero del todo, y espero que no te escandalice, pensé que si Jimmy creía que era propiedad suya estaba loco.
- ¡Ese es mi padre! Ahora si te quiero de verdad. Yo habria hecho lo mismo.
- Asi que me hice un horario de cuando el coñazo de Jimmy no estaba y acabó por pasar por mi piedra todo el gimnasio. Y así precisamente fue como conocí a tu madre.
Pero, venga, vamos a acabar con esto y al coche que aún queda una tiradita.

miércoles, 20 de mayo de 2020

LUISA - V -


Luisa llevaba días urdiendo la jugada. Primero consiguiendo que su abuela acudiese a  una celebración religiosa que previamente había acordado con Don Felipe, recordandole determinados acontecimientos. El cura se las había ingeniado, por la cuenta que le traía,  para convencer a Doña Eduvigis de la importancia de su asistencia a la función religiosa. Luego acordando la entrega del pedido a la hora que su abuela estuviese ausente y finalmente alimentando imagenes en las que el bueno de Manolo le metía la mano por el culo a falta de penetraciones dobles, que ya había probado y de las que era dificil despojarse.
- Que no abuela, que tengo mucho que estudiar - llevaba semanas representando el rol de niña responsable que se pasa las horas empollando en su cuarto - además seréis todas mas o menos de la edad y yo prefiero otras actividades - al pronunciarlo le  tembló la voz imaginando las actividades - más acordes con mi edad.
- Bueno hija. No le abras a nadie, y si viene el pedido que lo deje en la puerta, que no entre el muchacho, que ya sabes el dicho.
- ¿Que dicho, abuela?
- Cosas de gente antigua pero que siguen siendo verdad: El bombre es yesca y la mujer estopa y llega el diablo y sopla.
- Ay, abuela, que inocente eres - no pudo resistirse a decirle.
- Bueno, hija, ten mucho cuidado.
- Que si abuela - dandole dos besos la acompañó a la puerta.
En cuanto Doña Eduvigis se perdió de vista, Luisa se lanzó a la ventana de la cocina a otear por si venía Manolo. Pasaban los minutos y nada. Luisa estaba nerviosa. Se quitó las bragas y empezó a acariciarse sexo y ano alternando con pellizcos cada vez mas fuertes a los pezones. Estaba a punto de gritar cuando apareció Manolo. Iba acompañado por otro chico empujando el carro de mano donde llevaba el pedido de la abuela.
Al llegar a la casa, Luisa observó como Manolo entregaba el carrillo de mano al otro chico y él  se quedaba en la calle. Al instante tocó la puerta. Abrió Luisa como enfadada.
- ¿Tu quien coño eres?
- Manolo no podía venir - Paco te sintió sorprendido por la reacción de Luisa.
- ¿Que no podía que? entonces que pollas hace escondido ahí en la calle. ¡que os he visto llegar, pringao!
Paco miró hacia la cancela, luego a Luisa, se puso como un tomate maduro, se atropelló intentando encontrar una salida honrosa y finalmente desistió y se comportó como era el.
- Mira tía, las cartas sobre la mesa. La ultima vez que estuvo Manolo aquí yo venía con el y me quedé esperando fuera. Cuando salió me lo contó todo y le dije que yo queria venir la proxima vez a ver si podía porculearte yo. Eso es todo, pero vamos, que yo ya me largo y me voy a cagar en todo lo que se menea, que no hago una a derechas.
- Y, ¿como te llamas tú, picha brava? Paco cada vez estaba más sorprendido de la desnvoltura de la supuesta niña.
- Paco. Me llamo Paco, pero ya me voy.
- Anda, llama a Manolo. Precisamente eres lo que yo estaba buscando. No hay cosa que me ponga mas salida que me la metan dos por el culo. Ya te habrá dicho tu amigo que por delante, ni mentarlo.
- Si, si y la verdad ¿como era tu nombre?
- Luisa
- Eso, que no me explico. Por el coño las tías gozaréis más, me parece a mi.
- Yo gozo más por el culo. Y es lo que hay.
- Pero eres muy pequeña.
- Ahora que eres, ¿Psicologo? Venga, llama a tu amigo si queréis follar y si no largo.
Paco se volvió y dedicó un potente silbido a su amigo que con cara de susto se fue acercando como quien acecha a la casa
- Hola, Luisa, - dijo en voz muy baja, con mucho apuro - ya conoces a Paco. Somos amigos desde siempre. Es muy buena persona, no te vayas a creer.
- Ya nos hemos presentado. ¿Vaís a follar o no? Como la tiene tu amigo, ¿se la habrás visto alguna vez? Si os conocéis tan bien - y tal como hacia la pregunta, Paco iba palideciendo al mismo ritmo que Manolo enrojecía lo que no se le pasó por alto a Luisa - ¿queee? Vosotros os entendéis muy bien, mejor de lo que yo podía imaginar. A ver si resulta que yo aquí estoy de más - y soltó una carcajada franca, abierta sin maldad - me encanta que los tios os entendáis tan bien. Sois los mejores amantes, sin complejos, como Bruno y Rashid. Aguafiestas de mi padre -  masculló entredientes.
- Enseñasela ya - urgió Manolo a su amigo - Luisa es muy competente. El sexo con ella es como respirar, natural, sin culpa - y mientras lo decía echaba mano a la bragueta de Paco para poner de manifiesto sus atributos.
- Me gusta que tengais esa familiaridad. Ojalá me hubiesen dejado tenerla a mi con mi medio hermano.
Nunca se controla todo y siempre hay un cura que se indispone a destiempo y se suspenden las convocatorias de algo.
Don Felipe, en medio de su homilía tuvo un cólico inasumible en un púlpito y tuvo que salir por patas en busca de un cuarto de baño. La grey tuvo que disolverse y Doña Eduvigis incluso se felicitó de poder hacer compañía a su nieta mientras se quemaba las cejas estudiando. Ni en la peor pesadilla la buena anciana podría imaginar lo que encontró en el suelo de su salón.
Manolo, hurgó en la bragueta de Paco hasta extraer ese trozo de carne a medio endurecer y Luisa se apresuró a evaluarlo.
- Estás operado, tienes una buena herramienta y un capullo precioso - y al tiempo hacia resbalar sus dedos por el orificio por donde ya chorreaba liquido lubricante. Paco reaccionó al estimulo y endureció rápidamente.
Manolo se quedó mirando la escena y tal debió ser la expresión de su cara que Luisa se tuvo que dirigir a él.
- Se te nota demasiado Manolo. Estas muy colado, hasta yo me he dado cuenta - se dirigió a Paco escrutandole la cara - entonces, tú también, como te llames, estás que te mueres por sus huesos y por la cara que pones, te empeñas en mirar para otro lado. A mi me da igual, yo busco un doble. Si me lo haceis los dos, al menos tendréis las pollas juntas. ¿Vamos?
Se dirigió al salon de la casa seguida por los dos amigos mientras se iba despojando de la poca ropa que llevaba. Paco al verla desnuda se lanzó a cogerle los pechos, ya firmes y grandes, coronados por buenos pezones. Luisa en lugar de intentar defenderse se expuso más para que Paco pudiera apoderarse de la manera que quisiera de sus pezones. Luisa se apresuró a quitarle la ropa y Manolo al verlo también se desnudó por completo exhibiendo una erección orgullosa. Luisa hizo que los dos chicos se tumbaran en el suelo haciendo la tijera de forma que sus vergas se juntasen apuntando al cielo. Luisa entonces sujetando los miembros de ambos fue iniciando la sentadilla hasta que los dos penes le penetraron a la vez. Empezó a subir y bajar sobre ambos penes cuando sonó la llave en la puerta. Doña Eduvigis entraba en su casa.
Les dio tiempo a desacoplarse y recoger la ropa esparcida por el suelo que sirvió para taparse algo cuando la abuela entró. Al principio, la lentitud de reflejos debidos a la edad, el deficit de vista por la misma razón y no querer admitir lo que estaba siendo un espectaculo hizo que Doña Eduvigis no pudiera articular palabra y solo balbucear palabras inconexas, lo que dio tiempo a los muchachos a escabullirse hacia la cocina y como podian, irse poniendo la ropa mientras escapaban de la casa. La abuela como pudo se dejó caer sobre una silla y de sus ojos resbalaron lagrimas, de tristeza, escandalo e indignación.
- ¿Que has hecho, niña? ¿Desde cuando? Porqué. ¿Quienes eran esos sinvergüenzas? Aquí no vas a poder quedarte, yo ya soy muy vieja, esto me va matar, tunanta. Que vergüenza para mi casa. Voy a llamar a tu padre ahora mismo. Vístete ya, cochina, vístete.
Con mucha dificultad Doña Eduvigis se levantó de la silla donde había caido de la impresión. Fue al telefono, y marcó el número de su hijo.
- Dime mama - tras descolgar lo único que escuchaba era llorar a su madre que no sabía como explicarse - mama, ¿que pasa? Mama ¿le ha pasado algo a la niña?
- Luis, hijo - hizo un esfuerzo por controlarse - ven a buscar a tu hija.
Ya no pudo seguir, solo podía llorar y colgó.
El teléfono sonó nada más colgar la mujer.
- Papa - contestó resuelta Luisa - tienes que venir, la abuela ya no me quiere aquí.
- ¿Que ha pasado Luisa, estás bien?
- Te lo cuento cuando vengas - colgó sin esperar contestación. Se dirigió a la abuela entonces - Voy a recoger mis cosas y..., no seas mogigata, joder ¿o es que nunca de joven o menos joven has sacado el coño de la naftalina?
- Eres una descarada y una desagradecida. Como tu madre tenías que ser. Mira que se lo dije a mi hijo, esa zorra te va a dar problemas.
Al oir esto Luisa se abalanzó sobre su abuela agarrandole por los pelos mientras le llamaba vieja bruja.
Dos horas después  estaba Luis en casa de su madre. Luisa estaba en la puerta de la calle sentada sobre la maleta.
- ¿Que haces aquí, te has peleado con tu abuela?
- Ella se ha peleado conmigo, Papa.
- Pero ¿porqué?
- Me pilló follando con dos tíos en el suelo del salón - y se le quedó mirando a los ojos retandole.
- ¿Con dos? No te es suficiente con uno, que te follan dos. Uno por delante y el otro por detrás, como con el cabrón de Bruno.
- No, los dos por detrás. Por detrás como te gusta a ti, papá, ¿que crees que no lo se? Lo vi todo, a ti vestido de puta arrastrada y a la zorra de Belinda dandote por el culo con un aparato. ¿De que crees que me viene a mi ese gusto por detrás? Pues ni tu eres maricón ni yo una puta, y ahora que ya lo sabes podemos irnos a casa, yo respetaré tus aficiones y tu a mi mis tendencias.

martes, 19 de mayo de 2020

SANTA ZORRA


¿Que crees que eres?
Una santa zorra redimida,
Perra salida sin alma.
¿Trabajadora del sexo?
¡Que sexo! ¿Tu rabo corto?
Ese que te cortaste harto
O el coño que te cosieron,
Y compite con tu coño de verdad,
Ese culo que disloca, ¡loca!
Piensas que porque cobras
Por esa puerta de atrás,
Has comprado dignidad.
Tienes la dignidad en la boca
Lengua viva que no aprendes,
Se practica hasta la nausea,
Su título es la vomitona
A base de mucho tragar.

Arrastras tu chocho nuevo
Como una poligonera
Buscando una polla grande
Que sacie tu puta hambre
De verte bizarro y follado
Por un chocho de bazar
Olvidando qué es tu culo
Lo que querían follar.
Pero tu entregabas tu coño
Porque mujer te gustabas,
Hombre ya no querías
Y al final nunca sabías
Si por delante o detrás
Te querían ensartar,
Que muchos tíos machotes
Puestos en disyuntiva
Se vuelven y dan la espalda,
Que nunca van de visita.
Ellos te dan la cita
Para que una tía bien armada,
Les de la larga cambiada
Y entrando a saco en su casa
Le deje tan bien preñada



domingo, 17 de mayo de 2020

MANOLO Y PACO


- Hijas de puta, calientapollas. Me cago en la leche Manolo, que dolor de huevos. ¡Y ni una paja! A la Noelia no le vuelvo a mirar a la cara. ¿Que coño le habré hecho yo? Y a ti, la Jesi, ¿que tal?
- Mira Paco, la Jesi ya de por si es sosa, pero hoy, como su madre está mala, no paraba de llorar. Yo intentaba y me he puesto muy burro, pero cuando me la he sacado, me dice la boba: "¿Tu eres tonto? Con lo mala que está mi madre con la ciatica ahora quieres tu pamplinas de estas. Y mira que le he rogado, pero nada.
Manolo y Paco regresaban a su casa con los pies fríos y la cabeza caliente.
- Quien cogiera a la niña de esa clienta tuya, macho - masculló Paco agarrandose el rabo - joder, que dolor de huevos.
- A mi también me duelen Paco, me molestan hasta para caminar.
Se hizo un silencio entre ellos mientras seguian caminando pausadamente.
- Manolo..., por favor, no seas así
-¡ Venga ya!, Paco.
- Manolo, que somos amigos desde chicos, anda, no seas así. Si en el fondo te gusta.
- Que no, joder, Paco, aquello fue, en medio de una tajada como una catedral y no sabía ni lo que hacia.
- Si, claro, pero bien que volvias la cabeza para que te morrease.
- Y tu me morreabas Paco, acuerdate, con lengua y todo.
- ¡Ah! ¿Pero no estabas tan borracho que no te acordabas?
- Éramos mas chicos, yo no había  cumplido los veinte y tu no llegabas a los veinticinco, Paco, y a esas edades se hacen muchas tonterias.
- Coño Manolo, ya no te acuerdas en aquella acampada cuando no teniamos ni diecocho. ¿Quien te solucionó el problema cuando se te quedó pillado el pellejo estrangulandote el capullo, por tu manía de querer descapullar a cualquier precio?
- Ya, pero de una forma u otra se habría solucionado.
- Serás cabrón. Me rogabas que te ayudase y te tuve que chupar y chupar hasta que se suavizó y pude extrujar el capullo. ¿Y el chorreon de lefote que vino a continuación, quien se atragantó con él?
- ¿Y el pajote que te tuve que hacer en compensación corriendote en mi cara como en las pelis porno que veiamos? Eh, Paco. Y yo no te vi vomitar de asco cuando te lo tragaste.
- La verdad, es que no sabía mal. Pero eso, Manolo es historia antigua. Estamos en lo de ahora. No seas cabrón. Mira, en ese solar de ahí, sin luz, nos vamos detrás de la tapia, me alivias y ya. Y si quieres, te saco la leche después con la boca.
- Tu que eres ahora, ¿marica? Joder Paco, no te reconozco.
- Pero que dices, imbecil - estaba ofendidisimo - ¿me vas a negar ahora todo lo que he dicho? Por no hablar que tenías muchas confianzas con aquel chico que entró a trabajar en tu tienda, como era, si, Arturo; que siempre sospeché. Aquí si hay algún maricón - y se calló mirando a su amigo - ..., perdona Manolo, si hay algún maricón aqui, somos los dos. Perdona. Dame un abrazo, mi amigo. Lo hemos hecho en escasas ocasiones y hemos convenido en mirar a otro lado, pero yo te lo voy a confesar, yo disfruté. No se si tu te viste obligado por lealtad de amigo, nunca hemos querido hablar de ello, y ahora me arrepiento. Después de aquella nochevieja, no se si te acuerdas, por fiestas, se hizo muy tarde y te viniste a dormir a mi casa.
- Me acuerdo, que pensé que mi madre se preocuparía pero luego me dije que ya era mayorcito para tener que estar dando la novedad a toda hora.
- Y no te acuerdas de más.
- Estaba muy cansado, Paco; y aunque no sea de la conversación ¿que coño hacemos parados aquí?
- Lo que tengo que decirte tiene que ser a la cara. Y calla, por favor, no va a ser fácil para mi y lo tengo que soltar del tirón.
Manolo tenía a la espalda una farola que iluminaba a la cara de su amigo. Tenía un gesto de gravedad, cómo del que va a dar una noticia dramatica. Le dió la impresión de que estaba demasiado cerca de su cara, pero la, al parecer, importante charla que debían tener exigía no moverse.
- Estabamos algo bebidos y no se porqué aún, de verdad, nos desnudamos para acostarnos en la única cama que tengo. Nos dejamos los calzoncillos y nada más. He estado intentando ahogar en la memoria éste hecho pero no puedo más. Y este momento parece el más adecuado para clarificar las cosas.
Nada más echar la cabeza en la almohada te quedaste dormido, con una respiración pausada y relajante. La luna, llena aquel día, iluminaba la noche y entraba como un torrente en la habitación. Era inevitable el roce. Mi mano rozó tu muslo y comenzó el terremoto que dura todavía. Se me aceleró el corazón y sentí que mi verga crecía.
- ¿Te empalmaste? - soltó una risotada, nerviosa - de verdad, Paco, ¿te puse cachondo?
- No te rías, joder, para mi esto ha sido siempre una tortura. No soy maricón y me gustan las tías mas que el jamón. Pero espera, que aún no he acabado.
- ¿Me magreaste, dormido, sin que me enterase?
- No. No por lo menos como tu te imaginas. Estabas boca arriba y la luna te bañaba el rostro en un brillo frío que te daba un aspecto de busto de marmol blanco. Cada vez estaba mas excitado y me saqué los calzoncillos. Ahora mi pene rozaba tu muslo. Me incorporé sobre mi codo y me quedé mirandote. Sin premeditación, eso si lo se, me incliné sobre tu cara y roce mis labios con los tuyos e inmediatamente sentí el deseo de fundirme contigo en un abrazo de sexo. Algo en mí despertó y de un salto salí de la cama. Como sería el salto que te despertaste y me preguntaste si me pasaba algo. Te dije que iba a mear que siguieses durmiendo. Me fui al baño y alli me masturbé. Ahora ya lo sabes.
Manolo se quedó pensativo, serio y le pareció tras aquella confidencia que no, no estaban excesivamente cerca unos labios de otros.
- Vaya, Paco, no te creas que estoy muy sorprendido. Confidencia por confidencia.
- Tu también...
- Te explico. Ahora déjame hablar tu a mi - se giró y se dejo caer sobre la valla del solar - No va a ser fácil.
- Te escucho - Paco se dejo caer al lado de su amigo también sobre la tapia, sacó un cigarrillo, le ofreció otro a Manolo y los encendió.
- Nos gusta, creo que a los dos, cuando vamos a follar, hacerlo una pareja cerca de la otra.
- Es verdad. Me gusta oirte gemir de placer. También que las tías griten de gusto, pero cuando te vas a correr me excita saber que estas gozando.
- Cuando estamos así me gusta sobre todo mirarte y ver como mueves el culo  metiendola y sacandola del  coño. No la veo, pero imagino como te entra la polla y de pronto cambio la imagen y soy yo el que está debajo de ti y ese momento es el que hace que me corra con mas placer que otras ocasiones. Igual que hago lo posible por cambiar las posturas para ver si puedo rozarte. ¡Joder, Paco! deseo mas rozarte a ti que metersela a ella. Ya está, ya te lo he dicho.
Paco escuchó esas palabras y se colocó delante de Manolo apoyandose en la tapia con sus manos, una a cada lado de su cabeza. Muy lentamente se fue acercando a su cara hasta que sus labios hicieron contacto. De la misma manera fue dejando caer su cuerpo sobre el de Manolo hasta que cada uno sintió en su cuerpo la excitación del otro. Estuvieron unos segundos así hasta que Paco se separó.
- Manolo, yo se que me gustan las mujeres y que lo que acabo de hacer me ha gustado mucho y lo seguiría haciendo, pero nunca con un hombre. Lo haría contigo, nada más. Si eso es ser maricón, me tendré que ir haciendo a la idea y no me duelen prendas en reconocerselo a quien sea.
- Paco, yo solo se que prefiero un beso tuyo al de cualquier tía. No puedo decir que no le daría un beso a otro tío porque me mentiría a mi mismo. Y me gusta tenerte a mi lado, y que me gastes bromas y que me eches el brazo por el hombro y me estrujes contra tu cuerpo. No se si eso es enamoramiento o que es. Quizá estemos enamorados y nos resistimos a reconocerlo porque la idea que tenemos de eso entre tíos es con otros clichés. ¿Sigues queriendo aliviarte del calentón? Vamos detrás de la tapia, anda.
- No tío, no, de verdad. El beso sincero que nos hemos dado, que me has dado ha sido más que suficiente. Follar ahora sería arruinar la magia, caer de donde floto ahora mismo a la tierra y estrellarme. Vamos a casa, cada uno a la suya y ya mañana y días después digeriremos esto. ¡Ah! y que conste, que no se me olvida lo de la nieta de tu clienta. El proximo pedido lo entrego yo.
Cuando a la semana siguiente se encontraron para que Paco intentara echar un polvo en casa de Doña Eduvigis con la nieta se fundieron los dos en un abrazo, como si hiciera diez años que no se veían y cada uno viviera en un continente diferente.
- ¡Coño Paco! después de las confesiones de madrugada, que parece el titulo de un programa de radio, esperaba que me llamases.
- Lo mismo digo. Me quedé esperando una llamadita tuya. Te habría estrangulado. La verdad Manolo, es que mi primera intención al dia siguiente fue llamarte, pero me retraje, no fueses a pensar que estaba tan colado que iba a ponerme la peineta. No se, tengo mucho prejuicio. No se si te pasa a ti. Lo que te dije esa noche, ahora mismo no te lo podría decir. Y es ahora y pensandolo, me agobia. Yo mismo te diría que lo olvidases todo, que fue fruto de una serie de circustancias que nos hizo decir y hacer algo que ni va con nosotros ni es nuestra naturaleza. ¿Como si no hubiera existido?
- De acuerdo, Paco,
- ¿Ni una palabra más, ni entre nosotros?
Manolo recordo en ese momento el olor a colonia barata y sudor de Paco cuando le besó con tanta dulzura que habría sido imposible finjirlo. O sea ereccion granitica que sintió sobre la suya, cuando contra la tapia le abrazó, le poseyó con su cuerpo entero. Reprimió como pudo el dolor que le estaba causando y contestó.
- Ni una palabra.
- Bueno, Manolito, amigo mío, ¿Vamos a entregar el pedido?
- Vamos - y el puñal se terminó de hundir en su pecho.

sábado, 16 de mayo de 2020

LUISA - IV -


Luisa casi no comió ese día. Estaba inquieta y se notaba el ano palpitante. No hacía mas que rebullirse en la silla para hacer resbalar los gruesos y evertidos labios de un ano muchas veces traumaticamente penetrado. Esperaba que el cura tuviese la picha larga y gorda.
- Hija, no estés nerviosa, Don Felipe es muy bueno y te dará buenos consejos, ya verás.
- Si, abuela, pero no tengo mucha hambre.
Tocó el timbre de la casa parroquial y sintió que los muslos se le mojaban. Se tocó el sexo y extendió la lubricacion hasta el ano donde con facilidad se metio dos dedos. El no llevar ropa interior facilitaba la tarea.
Abrió la puerta una sombra voluminosa y ensotanada.
- Ah, eres tu. ¿Luisa era?
- Si, Luisa.
- Entra - se apartó - para franquearle el paso y tal como pasaba cerró la puerta y echó su brazo por el hombro de la niña. La niña apoyó su cabeza sobre el costado del sacerdote y él la ciñó contra él.
- ¿No vamos a su casa?
- No, bonita, vamos a la contaduría; en la sacristía, estaremos mejor. ¿De manera que te han sodomizado? Ese orificio es muy pequeño para que quepa algo tan grande de un hombre - y tal como lo decía metía la mano por debajo de la falda buscando el pliegue entre los cachetes del culo - por aquí, ¿verdad, pequeña?
- Si, si por ahí, pero más dentro.
El sacerdote hizo resbalar su mano por entre las piernas de Luisa avanzando hacia su vulva para lo que la niña separó las piernas facilitando la labor.
- Por ahí no era. Por ahí nunca me han metido nada, es por detrás - y llevó su mano a la del cura para acercarsela al ano, cuando lo alcanzó empezó a hacer movimientos lubricos.
- Por ahí me lo metían, metame un dedo o dos, verá que bien entran - al tiempo llevaba su mano a la entrepierna del hombre buscando algo duro.
Don Felipe se desabrochó parte de la sotana y dejo ver su cuerpo desnudo. Tampoco llevaba ropa interior.
- ¿Y por la boca - le temblaba la voz  de excitación - por la boca nunca te la has metido? Solo por el culo
- Prefiero el culo. Por la boca, alguna vez, pero me gusta más por el culo.
- Para que estemos en paz. Yo primero te como el culo y el coñito a ti y luego me chupas un poco a mi.
- ¿Y porque no me la clavas ya?
- Porque tengo mucha barriga - dijo visiblemente irritado - y no la tengo tan larga.
- Si te tumbas en el suelo y me siento encima, si me la puedes clavar a placer.
El cura se tumbó con su barriga oronda blanca como la leche que se desparramó a ambos lados dejando que su pene de tamaño normal pero ocultado por su vientre pendulo  fuese operativo. Luisa se sentó con morosa complacencia sobre el escaso pene, pero suficiente, mirando hacia la cara del gordo. La saliva le rebosaba por una de las comisuras al sacerdote que con los ojos entrecerrados mascullaba  que ya se encontraba en el paraiso. La chica con la sabiduria adquirida de años sodomiticos, empezó a moverse haciendo fulcro con la verga del cura, que no acostumbrado a esas exquisiteces no tardó en tener un orgasmo de los que vuelven loco. En cuanto la respiracion del cura se sosegó un poco, Luisa se salio del pene ya flaccido y medio reptando se acercó hasta la cara de Don Felipe, colocandole su ano sobre la boca.
- Ahora, espero santidad, que no le importe comulgar de mi mano, es un decir, de mi culo. Seguro que le vuelve loco.
Cuando el cura empezo a saborear su propio semen intentó zafarse de la chica, empezó a toser y en un esfuerzo supremo consiguió echar a un lado el peso que tenía encima.
- ¿Estás loca? - le reprochó enfurecido
- Muy tranquila le respondió mientras se recolocaba su ropa - Si no vas a saber salir de un laberinto, no te metas en él. Te creías que yo iba a ser otra victima más para ti. Mira, cabrón, el primer consolador me lo meti por el coño con cinco o seis años y como sangraba opté por el culo. ¿Quien tiene cogido por los huevos a quien? Imbecil. No se te vuelva a ocurrir ponerme mas tu asquerosa polla encima.
Tras la charla, se agachó y terminó de defecar el polvo del cura en la sacristía, manchando de heces y semen el suelo.
- Ahora toca limpieza, genio. Y quizá algo de penitencia, no sea que tu dios se mosquee más que yo.
Con una sonrisa sardonica y muy ufana de la lección Luisa se encaminó a casa de su abuela.

- ¿Que tal te ha ido, hija? Verdad que Don Felipe es un encanto, tan dulce, tan comprensivo, tan puro.
- Es verdad, abuela, sobre todo puro y un santo. Me ha dicho que medite entrar en religión que con los pecados que tengo no necesito confesarme hasta dentro de un año al menos.
- ¿Eso te ha dicho? Si yo sabía que mi niña es muy buena. No sabes la alegria que me das, hija.
Y en eso llamaron a la puerta.
- Es la puerta de la cocina - le dijo su abuela - debe ser el chico que trae el pedido, anda ve tu a abrirle y me dices cuanto le debo.
Luisa escuchó la palabra chico (se imaginó un extraño salido y se mojó de inmediato)
- ¿Muy chico, abuela?
- No, hija, le llamamos el chico, pero será Manolo, que ya tendrá sus buenos treinta.
Luisa comenzó a salivar y a temblar dirigiendose a la cocina.
- Hola, ¿Eres Manolo, me han dicho?
- Si, el mismo. ¿Has entrado a servir a Doña Eduvigis? - sin parar de dedicarle ojeadas golosas de arriba a abajo.
- ¿Te daría más morbo que fuese la chacha en lugar de su nieta? - y todo dicho de forma muy mimosa sin dejar de mirar la braqueta de Manolo que se modificó de forma como por conjuro.
- Hija, ¿es Manolo? - se escuchó la voz de la abuela, desde lejos - ¿hace falta que vaya yo?
- No, no, abuela, no hace falta - levantó la voz Luisa - quedate tú ahí tranquilita, que nosotros nos apañamos.
Mientras le contestaba a la abuela, Luisa ya tenía en sus manos la verga de Manolo que no sabia que hacer. Luisa le empujó hacia una silla y se empernacó sobre él. Como si su ano tuviera succión la verga de Manolo ya estaba dentro y Luisa parecía una walkiria cabalgando. La habilidad de Luisa unida a la juventud y falta de sexo de Manolo hizo que se vaciase inmediatamente, entre espasmos. Pero eso no había terminado, Manolo quería más. Intentó sacarla del culo para meterla por delante. Luisa de un salto descabalgó.
- Por delante, ni de coña, Manolito. Mi coño es el culo y si quieres un coño, el de tu madre. Cuando me quieras follar el culo, a tu disposición, cariño.
Manolo, se levantó muy cortado guardando se su verga dispuesto a irse. Y en eso entró Doña Exuvigis.
- Bueno, qué, Manolo, ¿ya conoces a mi nietecita? Y la nota, para pagarte.
- Déjelo señora, otro día ya vengo yo. Ya, ya..., - estaba muy nervioso y no acertaba a marcharse cuanto antes. Se sentía su capullo húmedo aún dentro del pantalón y le daba la impresión de que todos se daban cuenta. Eso, otro día vengo con la nota, me la he dejado en la tienda.
- ¡Ay! Cabecita loca, en que novieta estarás pensando tú.
Manolo se fue todo lo deprisa que pudo. No se atrevía a mirar atrás. En la calle Paco le estaba esperando.
- Tio, que has tardado. Que nos estan esperando las chicas. Lo has olvidado, es sabado y estamos libres, pero te empeñas en trabajar hasta cuando no trabajas.
Paco era algo mayor que Manolo, delgado, fornido de cargar sacos de pienso y siempre de buen humor. Era feo pero resultón, su amplia sonrisa enamoraba a las mujeres y producía un extraño atractivo en los hombres. Reunión en la que estuviese Paco era el centro.
- Paco, tío, no te lo vas a creer, aún me tiemblan las piernas. Yo a esa casa no vuelvo, con la suerte que tengo acabo en el cajón.
- ¿Pero, que te ha pasado, Manolo? frena, que te va a dar algo.
Manolo contó a grandes rasgos lo sucedido a Paco, atropelladamente.
- Joder, Manolo, esa es una fantasia hecha realidad, como si te toca la lotería. ¿Que edad dices que tenía?
- No se si llegaría a los catorce, Paco, es menor, ¡me van a meter en la carcel!
- Pero, ¿tu la has forzado?
- ¡¡Queee!! Fue ella la que me asaltó. Usó mi polla como consolador, me violó y si no llega su abuela, me saca los higados por el nabo. Paco, ¡que manera de moverse!
- No la habrás dejado embarazada
- ¿Preñarla ahora se preña por el culo?. Yo creía que por el culo se preña a los maricones.
- ¿Que te las has follado por el culo?
- Fue ella la que se la metió por el culo y me corrí en segundos. Estaba tan fuera de mi que quise seguir pero por su sitio y pegó un salto la tía como una liebre. Solo quiere que la follen el culo.
- ¿Cuando tienes que volver a llevar el pedido? Yo se lo llevaré, Manolo, yo se lo llevaré - le palmoteó la espalda a Manolo dando saltos de alegria.

martes, 12 de mayo de 2020

LUISA - III -


No hay nada tan elastico que pueda estirarse hasta el infinito. El limite a veces aparece cuando todo parece que es natural que suceda, y salpica y sorprende y destroza a todo el que se encuentra cerca.
En la vida no hay nada peor que sentirse, y más que eso, saberse omnipotente y comportarse como tal.
La madre de Bruno, Belinda, se creía capaz de conseguir todo lo que se le antojase.
Después de que Bruno se imaginase a si mismo sodomizando a Luisa delante de su padre, mientras a él le sodomizaba Rashid y ella lo inmortalizaba, se propuso alcanzar aquel imposible solo por el placer de conseguirlo.
Belinda sabía que Luis, su marido, era un extremo en obtención de placeres. Le habia sodomizado con diferentes artilugios, le habia hecho ball busting con delectacion, le habia azotado tanto con latigo como con vara y siempre obtenido su sumisión y orgasmo delicioso. Ella se gozaba de ver y fotografiar las marcas en bolsas como en trasero y muslos. Lo ultimo que le hizo probar fue la cera. A Luis le pareció extremo, lo maximo, pero estaba perfectamente amaestrado. Cuando le cayeron en el vientre las primeras gotas de parafina, se resistió pero ella le azotó los testiculos sin piedad para que supiera que era el dolor, asi le amonestaba ella. Cuando la cera alcanzó su pene, bolsas y capullo, él sin explicárselo comenzó a eyacular.
Belinda sabía que estaba preparado.
Paseando una tarde por el jardin Belinda inició el acoso.
- Cada vez tienes el ano más como mi coño, eso te gusta ¿verdad?
- Si - contestaba con cierta vergüenza - siempre que puedo me lo miro con un espejo y me da tanto placer que al hacer fuerza se me salga eso rojo sangre para afuera que busco algun consolador y me lo meto. Algún día - vacilaba antes de continuar - si tu quieres, solo si tu quieres te podias cortar las uñas y probar a meterme el puño. Quiero sentir en mis entrañas como se abre dentro de mi la mano y hace sentir cerca del final.
Belinda no se lo esperaba y el solito se habia puesto en suerte.
- La verdad Luis, yo cortarme mis uñas, imposible, son de porcelana, pero... - y dejó ese pero a proposito en el aire - quizá haya una solución.
- ¿Una solucion? Cual - se revelaba ansiedad en la pregunta, ansiedad por ser fisteado.
- Tu sabes que Bruno es bisexual, y si no lo sabías te lo digo yo ahora. Y tiene novio.
- ¿Novio?
- Novio, un chico marroquí que se llama Rashid. Hace un par de semanas oi ruido, de noche en el dormitorio de Bruno y fui a ver. Y vamos, lo que vi.
- ¿Que viste?
- Habia metido, sin mi permiso naturalmente, a su novio en el dormitorio y estaban los dos desnudos - empezaba la mentira - en el suelo, Bruno de rodillas, a cuatro patas y Rashid, por cierto que aparato mas impresionante tiene.
- Estaba porculeando a tu hijo. Joder Belinda, esto es preocupante, me estoy empalmando.
- Pues ahora viene lo mejor.
- Qué
- No le metia en el culo el rabo, le metia la mano y Bruno pedia mas, hasta que Rashid, se echó mas vaselina o lo que fuera ello en la mano y metió el pulgar, empujó mientras Bruno decia: "Siii" hasta que coló toda la mano y el antebrazo hasta la mitad.
- Uff,  Belinda, ¿habría alguna posibilidad...? Pienso en el novio de Bruno, le veo metiendome el puño y tu con tu coño puesto en mi boca mientras me riegas de cera la polla y los huevos. Y como siga hablando de esto, te juro que me corro.
- Pues no te corras y reservate para esta noche que voy a hablar con Bruno. Pero claro, no se si va a querer que Rashid lo haga sin estar él delante. A lo mejor le pone que el novio te meta un puño a ti y el otro a él. Espera, voy a ver si está en su cuarto.
Belinda entró en la habitacion de su hijo, exultante.
- Esta hecho, Bruno. Le he encandilado con que Rashid le meta el puño, pero le he dicho que a lo mejor tu no quieres que Rashid lo haga. Vamos a hablar con él,está en el jardín. Si no se está  pajeando va a ser raro, se ha puesto cardíaco ante la posibilidad de que le fisteen.
- Hola Luis - comenzó Bruno muy distendido - ya me ha dicho mi madre que te flipa poner el culete. ¿Nunca has estado con un tío?
- Nunca. Yo tendré mis extravagancias en la cama, pero de maricón no tengo nada de nada. Que tu novio, que yo nunca he tenido, pueda hacer uso de sus habilidades para, en presencia de mi mujer, que es lo que me excita, me estimule esa zona de mi cuerpo, solo quiere decir, que he aprendido a gozar de todos mis recursos.
- Si, claro - pero va a ser un tio el que te taladre, con el puño o con la polla, lo que mas te guste.
- Quería que fuese tu madre la que lo hiciese, pero con esas uñas... y me dió esta posibilidad. Bueno, ¿va a poder ser?
- Claro, Luis, claro. Aunque hay algo que debes saber.
- Eso se puede dejar para luego hijo - cortó muy apurada Belinda.
- No, no - Luis se mostró firme - si hay una condición, quiero saberla ahora.
- Déjame terminar lo que voy a decir y luego ya si eso, tu réplicas. Tienes una hija que es una ninfula...
- ¡Que coño! - se indignó Luis
- Admitiste que escucharias hasta el final. Además eres tan degenerado que te va a encantar. Luisita, decía, viene montandose en mi verga, por el culo, desde que la conozco, con nueve o diez años hasta hace una semana que fue la última vez. De hecho hace quince días Rashid y yo le hicimos una doble - para esta parte del discurso, Luis ya se habia parado en seco - mientras Rashid te hace gozar por el culo, yo le hago gozar a ella por el mismo sitio para que tu le veas la cara de gozo a tu hija.
- Mira, pedazo de cabrón - agarró con fuerza por la pechera a Bruno que se asustó de la reacción - ¡es una niña, y tu has abusado de las fantasías de una niña. Fuera de mi vista. Y tú - dirigiéndose a Belinda - tú, lo sabías, eres más degenerada aún, largo de mí casa, los dos. Me firmarás el divorcio sin más, si no quieres ver a este cerdo en la cárcel, lo firmaras. Fuera. En la calle encontraréis lo que haya aquí. Fuera.
- Luis - intentó Belinda apaciguar a su marido - recapacita, tampoco...
- Fuera de aquí - vociferó - y dar gracias que no os rebano el pescuezo.
- Desde el principio te dije que la niña no podía dormir en nuestra alcoba. La culpa es tuya, ¡maricón! Vámonos, Bruno. Esto no va a acabar aquí.
- No, va a acabar en la cárcel.
Una persona puede jugar peligrosamente con su cuerpo o sus parafilias, incluso llevarlas al umbral de la muerte, como en los estrangulamientos masturbatorios. Un hijo y más si es pequeño dispara en lo más profundo del cerebro primitivo un instinto atavico de protección que inhibe cualquier mecanismo de obtención de placer. Belinda y Bruno, no tenían la mínima posibilidad.
Luisa llegó a casa de la madre de su padre a las pocas horas. La abuela Teresa era una anciana encantadora. Misa de ocho, con velo a la cabeza, sin discusión. Luto riguroso, sin asomo de alivio y rosario a las cinco de la tarde. Esa era la vida que Luisa iba a tener que llevar.
- Mama, ya se que estás mayor, pero Luisa ya está hecha una mujer y te va a dar compañía y ayuda.
- Hijo, no te escucho bien. Decias que Luisa, la niña, ¿que le pasa, está mala? No me digas eso.
- Mama, escucha - ahogó un gemido de dolor por su madre y su hija.
- Hijo, ¿estás llorando?
- No mama, es que me emociona escucharte. Bueno, que llegamos esta tarde. Ya hablamos allí.
- Hijo, que alegría.
Tras un viaje de dos horas en coche, al final llegaron a casa de la abuela.
- Me van a trasladar, mama y la niña va a tener que quedarse contigo. Yo te mandaré dinero para su manutención y que ella tenga un poco, pero tu se lo administras.
- Hijo, deja esas cosas de los dineros, si mi niña es muy buena. Que mayor está, ¿que tiene ya trece o catorce?
- Practicamente catorce abuela - contestó de forma aburrida Luisa.
- Una niña todavia, Luisito, si es una cria. Asi me acompaña a misa. ¿Cuanto tiempo hace que no te confiesas? Ay, mi niña, si es muy inocentona, ¿que pecados va a tener la pobre?
- Mama - dijo Luis - me tengo que marchar. Te la encomiendo.
En cuanto su padre se fue Luisa preguntó por su dormitorio, su abuela Eduvigis le indicó y Luisa se percató enseguida que la puerta tenia llave. En cuanto salio su abuela, la niña se puso a deshacer la maleta. Lo primero que sacó fueron sus consoladores. Se puso frente a la luna del ropero, se desnudó y se insertó el consolador mas grueso. Mientras lo hacia entrar y salir del ano y se contoneaba sintiendo como el orgasmo se abría paso entre sus entrañas pensaba: "Será cabronazo, a ver de donde me saco yo un Bruno y un Rashid" Se sacó el consolador, lo tiró y gritó: "Necesito dos, y grandes, joder".
El sabado siguiente la abuela la levantó temprano.
- Venga, niña, aligera, que vamos a misa, pero primero te tienes que confesar. Ya verás Don Felipe que buen cura es y lo comprensivo. Tu le dices todos los pecados, ya verás como después te sientes mejor.
Al llegar al templo Doña Eduvigis la llevó al confesionario del cura que tenia su testigo luminoso encendido. Estaba libre.
Luisa se arrodilló delante del cura.
- Ave Maria Purisima
- Vale - contestó Luisa.
- Se responde, sin pecado concebida - muy calmado la reconvino Don Felipe - ¿Cuanto tiempo hace que no te confiesas?
- Pues creo que desde la ultima vez que me dio por el culo el maestro.
- ¿Como has dicho, niña?
- Que me follaba por el culo el maestro
- Pero ¿que edad tenias?
- Nueve años. Pero hace dos semanas me hicieron una doble. Me metieron dos pollas.
- Tenemos que hablar esto con mas detenimiento. Ve con tu abuela que ahora salgo yo.
El cura salió pesadamente y muy nervioso del confesionario con su abultada barriga y llegó donde estaban nieta y abuela
- Doña Eduvigis, con su nieta tengo que hablar largo y tendido. ¿Puede usted traerla a la rectoral esta tarde? Tengo que darle unos consejos espirituales. Esto no se puede solucionar con dos avemarias.
- Claro Don Felipe, faltaría más. Todo por el bien de mi nieta.
Luisa, se estremeció. Esa barriga tan oronda le excitaba. Ya deseaba que llegase la tarde.

viernes, 8 de mayo de 2020

LUISA - II -


La niña con trece años ya, habia dejado de serlo para convertirse en ninfula. Bruno la enganchó mas de lo que ella hubiera imaginado a toda manifestación en la que el sexo ocupase un puesto de protagonismo.
Desde que Bruno habló con su madre el sexo con Luisa menudeó al punto que de forma muy sibilina su madre consiguió que su hijo fuese a vivir con ellos. A partir de ese momento la imaginación se les desbordó a todos.
Primero fueron las visitas nocturnas diarias a la habitación de Luisa que esperaba a Bruno ansiosa de ser penetrada como él sabia y disfrutar de su unica manera de pellizcar los pezones. A medida que los meses transcurrian los pechos le aumentaban de volumen y se coronaban con un pezón ensangrentado motivo de obsesión de Bruno. Luisa se corría varias veces mientras su digamos, hermano, lo hacia una sola, por lo que ella siempre quería seguir cabalgandole la verga, aunque él ya no pudiera darle la replica.
- ¿Como va lo de la zorrita? preguntó con aparente desinterés su madre a Bruno.
- Cada vez mas insaciable. Ganas me dan de taladrarle el coño para dejarla relajada, porque ese culo suyo necesita ya de algo más. ¿Y el maricón de tu marido, le sigues sodomizando?
- Ultimamente es lo unico que quiere y ya me ha comprado un nueve pulgadas monstruoso que no se como le entra.
- Un dia de estos, cuando mas entusiasmado esté entro yo y le meto caña. Verás lo que vamos a divertirnos.
- Le iré preparando. Aunque me pondría guarra, guarra, ver como te follas a su niña por el culo mientras se lo folla otro a él.
- ¿Y yo comiendole el coño a mama, no? Como cuando tenía quince años y me iniciabas en los placeres de la carne.
- Eso, hijo, sería ya el cielo para los dos. A ver como podemos ponerlo en marcha. Aunque este hombre todo lo que no sea travestirse...
- Tu marido es una sissi, y él aún no lo sabe. Cuando lo descubra, la vida le va a cambiar. Vamos a intentar cambiarsela.
Llevaba unas semanas que Bruno no visitaba el cuarto de Luisa. La niña, no tan niña con cerca de catorce años necesitaba dosis letales de sexo diario, y aunque se apañaba como podía con sus dildos que Bruno le compraba, necesitaba algo mas natural.
Aquella noche de pleno verano estaba histerica por una verga en el culo. Asi que como Bruno no se acercaba a su cuarto ella lo hizo al dormitorio de Bruno. Se quedó de una pieza. Bruno estaba sobre una esterilla de las de gimnasio tumbado boca arriba con otro chico, mucho mas joven que él, muy moreno de aspecto hindú o agitanado, un moreno raro. Estaban haciendo un sesenta y nueve perfecto. Cuando Bruno se dio cuenta de su presencia le invitó a acompañarles.
- ¿Te apetece una penetración doble? le planteó sonriente
- Por el coño nada de nada
- No, mujer, las dos pollas por el culo - y preguntando a su pareja - ¿te animas Rashid?
- Mmmm, que niñita mas perfecta - se relamió Rashid - claro que me animo
- ¿Quieres, de verdad?
Luisa se quitó la braguita, fue para donde estaban los chicos y pregunto que como se ponía.
Bruno conservó su posicion, Luisa se sentó sobre su verga y luego se inclinó hasta tocar su pecho con el de Bruno. Éste se aplicó a pellizcar con saña los pezones de Luisa que se quejó de dolor y gimió de placer. En ese momento Rashid apuntó al ano ya ocupado y obligó a su pene a abrirse paso. Luisa hizo intención de respingar para librarse de la agresión pero Bruno la tenía presa de los pezones. Con el tirón solo consiguió aumentar el dolor y entregarse a él para sentir el placer de saberse penetrada por el culo por dos vergas. Inmediatamente tuvo su primer orgasmo que fue encadenando con otros mas y mas largos a medida que Rashid arremetía una y otra vez dentro de su cuerpo. Además el entrar y salir de la verga del marroquí  (era de Larache, ni hindú ni gitano, era el tinte de la piel lo que confundía se enteró después Luisa) masajeaba el pene de Bruno dentro del culo de Luisa lo que consiguió que al poco del bombeo de Rashid, Bruno se corriera mientras Luisa iba de un orgasmo en otro hasta que con la eyaculación del marroquí cayó desfallecida y sin aliento sobre el cuerpo de Bruno.
- ¡Increible! - se maravilló Rashid - es mejor que tu culo Bruno.
- Y que el tuyo. ¿Exageraba?
- En absoluto - se salía del cuerpo de Luisa y se acercaba a donde Bruno aun reposaba con Luisa encima. Le acercó el pene a la boca de Bruno con restos del semen aún - anda, goloso cabrón, termina de limpiarme, lo que mas te gusta.
- Mariconazo - le contestó Bruno - me conoces mejor que mi madre.
A raiz de aquella experiencia, Luisa decidió que su opción era el culo, era lo que le daba placer y además le daba caché. Cualquier calentona ponía su coño por delante en cuanto aparecía un rabo por el horizonte, con gomita o sin ella, que había pastillitas, de antes, de después y de enmedio. Ella daba un placer mas exquisito, y a partir de ahora podía gozar de dos en dos, eso además les sorprendía y ofrecía  un plus de morbo. Utilizar el culo era como entrar por la puerta trasera a un exclusivo club, donde además se entraba de incognito. Todo un tratamiento de VIP. De alguna forma gozar por el culo era una forma de rebeldia, de resistencia ante lo correcto.
Despues de correrse los tres quedaron desparramados por el suelo en la molicie final de la caricia sensual.
- ¿Puedo lamerte el coño? - preguntó Rashid mientras se lo acariciaba al cabo del rato.
- Se puede lamer, besar, chupar y todo lo que se te ocurra menos meterla.
Rashid empezó suavemente con la lengua a pasearla entre las ninfas y dar pequeños golpecitos en el clitoris. Cada vez con más intensidad.
- ¡Ay, sigue, sigue, me gusta.
Rashid continuó hacia atrás hasta alcanzar el ano. Tenía el ano de la reciente penetracion doble muy dilatado y el marroqui se ensañó con el, mordisqueandole los bordes y dejandolo nada mas que para ir a morder su clitoris. Luisa pedía más. Bruno ante el nuevo desarrollo había vuelto a endurecerse. Rashid hacia rato que estaba otra vez en perfectas condiciones.
- Comelé el culo tu a Bruno - susurró Rashid a Luisa - me apetece follarmelo como cuando estamos solos.
- Si pequeña, hazlo - dijo urgente Bruno - y yo me corro en tu boca mientras me folla Rashid.
Luisa no se lo pensó. Nunca había comido un culo, siempre habian usado el suyo nada mas. Se aplicó con fruición a lamerle el ano a Bruno. Le excitaba su olor a sudor, el sabor que tenia y le excitaba precisamente el sitio en el que ponia su lengua. Llevaba la lengua de ano a bolsas que intentaba que entraran en su boca y volvía al ano. Sentía como su ano recibía atención y ella intentaba hacer lo mismo que le hacían a ella. Al cabo de un rato Rashid abandonó su actividad y desalojo a Luisa del culo de Bruno.
- Comelé ahora el rabo a éste que yo se la voy a clavar.
Luisa se metió el pene de Bruno en la boca y sintió la primera arcada, pero lejos de echarla para atrás, insistió y cohibió la siguiente nausea, y la siguiente, pero cada vez intentaba que la verga de Bruno llegase más dentro. A la vez Rashid arremetía el culo de Bruno que gemía de gozo.
- Correte ya Bruno - dijo Rashid - que ya no me aguanto más.
Bruno cogió la cabeza de Luisa y aceleró el ritmo que ella llevaba para alcanzar el orgasmo. Luisa iba de nausea en nausea, los ojos le lloraban por las arcadas pero no se resistió al ritmo que Bruno le imponía.
- Ni te lo tragues ni lo escupas, zorrita - le ordenó Bruno a Luisa que ya se habia llevado la mano a su sexo y habia imprimido un ritmo de orgasmo acuciante.
Rashid emitió un gemido hondo y al tiempo Luisa sintió que el sabor de la verga de Bruno cambiaba y la boca se le llenaba de un liquido viscoso. En ese momento ella tambien empezo a correrse y su medio hermano se lanzó sobre su boca para que le pasase la lefa a su propia boca. En cuanto Rashid lo vio sin sacarsela siquiera le forzó la cabeza y compartieron mediante un beso intensisimo el semen recién eyaculado.
Se durmieron los tres sobre el suelo, hasta que apareció en el cuarto la madre de Bruno y los despertó.
- Vaya, vaya, Luisita. Te lo pasas bien con mi hijo y su novio.
Bruno inició su protesta y la madre le cortó
- Tu novio, Bruno. Yo no se si los demas se han dado cuenta ya. Pero hace ya muchos meses que pasáis demasiadas noches juntos. ¿Que ha sido de Raquel? La ultima muchacha que tan buena pinta tenía.
- Una sosaina - respondió el chico mientras jugueteaba con su verga sin ningun pudor - A los dos meses, aun no me habia consentido cogerle el coño, no ya follar, eso imposible.
Rashid si se puso de inmediato de pie y se protegia su sexo con las dos manos con la barbilla hundida en su pecho, completamente avergonzado y no dando credito a como se desarrollaba la conversación, totalmente espantado.
- Y tu, campeón no te tapes tanto - decía mientras le separaba las manos para verle el sexo - Que alegría y que contento tienes que tener a mi Bruno, eso en condiciones tiene que ser de traca - y le cogió el pene con la mano para sopesar el tamaño y en ese lance, empezó a crecer otra vez.
- Y de la niña que voy a decir. No pongas esa cara que lo se desde el principio. Siempre lo supe, y por el culo. Si Luisa, lo se todo.
- Hoy le hemos hecho una doble, tenías que haberlo visto, mama - le dijo Bruno a su madre poniendose de pie y echandole un brazo por el hombro a un Rashid sorprendidisimo - le dio un beso y continuó - ya ves cariño, que tengo mucha confianza con mi madre.
- Venga niña, tú a tu dormitorio, a ver si se va a despertar el papa de la niña, lo mismo ve a Rashid y se le antoja.
Rashid, con los ojos desorbitados no daba credito a lo que escuchaba.
- ¿Es que...? ni se atrevía a terminar la pregunta.
- Si, al padre, como a la niña, le tiene pillado el culo. Mi madre tiene cada protesis de esas de cinturón que da miedo, con la que le pone bien, pero vestido de sissi, con sus braguitas y sus bodys y ligueros.
- Mmm, que morbazo - se derritió Rashid.
- Te gustaría un día... - se dejó caer la madre de Bruno.
- Claro - dijo algo cortado - pero con éste y usted también.
- A ver como me lo trajino, y ya. Vamos, a dormir todo el mundo. Mañana será otro día y lavaros antes de meteros en la cama bien, que luego me toca a mi limpiar.

jueves, 7 de mayo de 2020

LUISA - I -


Cuando nació la niña, su madre cayó enferma y al poco tiempo la pobre mujer murió de fiebres puerperales que su tocologo confundió con un catarro porque tras el alumbramiento dejaron a la mujer en corriente. Cuando quisieron echar mano ya tenia un fallo multiorganico y nada se pudo hacer. Su pobre padre viudo y sin saber como hacerse cargo de un bebé tomó la decisión mas obvia. Se buscó una novia mientras su madre se hacia cargo de la hija a la que puso Luisa en memoria de su madre tristemente fallecida.
La madrastra de Luisa tenía tres años mas que el padre de la niña y mucho mundo corrido. Fue la unica madre que conoció y su impresión fue de que las madres cuidan desde la distancia emocional, son no injustas, pero si innecesariamente estrictas, hasta quiza a veces justicieras. Todo estaba medido, minutado como en un programa de radio y de ahí Luisa sacó esa disciplina personal a la que no podia sustraerse pero que odiaba hasta en lo mas profundo y para contrarrestar siempre que podía se saltaba las normas pero sin que se supiese que se las había saltado, además de que la sensación de  culpa la torturaba, la espera del rechazo que supondría esa rebeldia la atenazaba. La madrastra aportaba al matrimonio un adolescente tenido de una oscura relación, aunque el sentir general era que el padre era su tío también. El chico pasaba temporadas largas con su abuela por razones de estudio, decía su madre. Iba poco por casa de Luisa, y cuando lo hacía no daba que hacer, era muy callado y hacia Luisa no mostraba el menor interés a sus trece años.
De manera que Luisa fue creciendo como una impostora cinica que lo poco que veía a su padre ponía cara de que todo iba perfectamente. Decir las verdades que pudieran lesionar y de rechazo perjudicarle a ella eran tabú. Y si para colmo era poseedora de unos secretos que la hacían sentir culpable sin saber de qué y qué solo le aliviaban tocandose su periné desde el sexo al ano. Insinuarse sus deditos entre los labios genitales y tocarse el ano le permitían dormir.
El padre de Luisa mantuvo a su hija desde que se la llevó huérfana de madre a casa en su dormitorio. Cuando a los seis meses le dio una madrastra no admitió la negociación del dormitorio de la niña. Ellos iban a tener un dormitorio enorme en el que cabría la cuna de la niña perfectamente y si ella no cedía, él no se casaba. Su nueva mujer cedió y la niña quedó a dormir en el dormitorio del padre hasta que ella al irse haciendo mayor, decidiese salir.
Al cumplir los cuatro años un grito la despertó. Su padre llevaba puesta ropa interior malva con muchos encajes, muy pequeña y un sujetador como el de su madrastra. Estaba de rodillas en la cama y algo que no comprendia entre las piernas debajo del culo con un palo atravesado y gritando, lo que la despertó: "Si, ama, castigame, azota a tu esclavo por desobediente" y la madrastra con una fusta de equitación le marcaba en el culo unas finas líneas violáceos. El padre se quejaba de dolor pero hacía algo que ella no comprendía pero que finalmente su mujer le azotaba más fuerte por manchar las sábanas.
La niña sobrecogida no quería que la descubriesen, pero había algo en aquel cuadro que le excitaba, tanto que al echar mano a su sexo para tranquilizarse y tocarse sintió un escalofrío que le complació tanto que a partir de ese momento no se dormía, simulando el sueño para tener primera fila en el espectáculo.
A los cinco años vio sin entender muy bien pero necesitando tocarse, a la madrastra desnuda como su padre que de rodillas como solía ponerse rogaba que le follase. Luisa no sabía que pasaba porque esa misma palabra la decía la madrastra dirigiéndose a su padre cuando éste le metía su cosa por donde ella se tocaba. Las niñas no tenían esa cosa así que permaneció expectante a ver que pasaba. Vio a la mujer ponerse un cinturón ajustado con una cosa como la de su padre y se  la metió por el culo, mientras su papá le daba las gracias. La niña no pudo evitar al verlo hacer un gemido corto, pero alertó a su padre que dijo: "la niña". La madrastra saltó de la cama y fue a la cuna, remetió la ropa de la cuna y dijo en un susurro: "el corazón se le va a salir por la boca, ¿tenia razón yo? es muy mayor ya" Al día siguiente Luisa tenía su propia habitación.
A partir de ese momento la niña se puso en modo imaginación desbordada. Cada noche imaginaba lo que su padre y la madrastra estarían haciendo lo que le excitaba de tal manera que abusaba de su sexo, una y otra noche hasta el punto de irritarselo tanto que se tenía que rascar de manera constante lo que alertó a su maestro que lo comunicó a su padre que la llevó al pediatra. El pediatra no vio señales de agresión sino más bien auto lesión. La dirección de las señales de abrasión eran siempre en el mismo sentido. El pediatra preguntó si la niña dormía en habitación aparte o en el dormitorio de los padres. No era inhabitual ese comportamiento en niños que son testigos de la vida sexual de sus padres.
A partir de ese momento la niña cómprendió que le hacia falta una crema para paliar el roce que tanta ansiedad paliaba. Ante la dificultad de tenerla siempre a mano el tiempo fue a poco desdibujando en su memoria las imágenes grabadas y olvidó en su consciencia la causa por la que la estimulación de esa zona de su cuerpo le calmaba la ansiedad fuese cual fuese la causa.
Pasó mucho tiempo y Luisa cumplió nueve años y se volvió muy curiosa. Rebuscando por los cajones de la cómoda del dormitorio de su padre dio con un dildo de medianas proporciones y como si se hubiese reventado una presa el aluvión de sensaciones, recuerdos e imágenes le hizo revivir sus cinco años. Junto al dildo un tubo grande de una especie de gel muy lubricante. Estaba sola, su padre y madrastra en el trabajo y no lo dudó. Fue al cuarto de baño, se desnudó y recreandose en su cuerpo y los incipientes pezones algo inflamados ya por su desarrollo. Se aplicó en su sexo el lubricante e intentó introducirselo como ella veía que se hacian en la cama bien por el sexo en su madrastra o por el ano en ambos.
Insinuó la cabeza del dildo entre sus pequeñas ninfas y le provocó un escalofrío que casi la derriba. No se arredró por ello y siguió presionando. Le dolía pero un impulso interior le llevaba a vencer el dolor y la oposición a la penetración. Apretó con más rabia y sintió que se rajaba por dentro. Se sacó el dildo y le horroriza verlo manchado de sangre. Un hilillo de sangre salía por su sexo. Con un montón de papel higiénico se hizo presión hasta que ya no salía nada. Del susto se colocó un poco de papel a modo de compresa y se vistió. Dejó dildo y lubricante donde los encontró y fue al jardín a columpiarse. A la media hora, la curiosidad innata le llevó a volver en busca del juguetito y ver si había cesado el sangrado. Efectivamente no sangraba ya, no dolía pero decidió probar con el otro orificio. Se lubricó bien y con el corazón galopandole en el pecho apuntó al ano y con mucha precaución fue introduciéndose. No era dolor, era presión pero el volumen del aparato encontraba acomodo en vagina a través de la delgada pared que le separaba del recto y de alguna manera le estimulaba él clitoris. Comenzó a sentir un orgasmo intenso, se le doblaron las rodillas y cayó al suelo sintiendo que se hallaba ya en el paraíso. Pasados unos minutos, recuperó la consciencia, se retiró el dildo, que salió manchado de heces, se limpió y limpió el dildo, comprobó una vez más que su desvirginado, aunque ella no lo supiera, estaba creado; había dejado de sangrar definitivamente.
Aquel día, Bruno, que era el hermanastro de Luisa llegó al poco de salir de sus manejos.
- Estás ya muy grande, cuántos tienes ahora, ocho, nueve, diez quizá.
- Nueve, cumplo los diez en el otoño.
- Y mi madre y tu padre, ¿trabajando?
- Si, trabajando.
Se instaló un espeso silencio entre los dos hasta que Bruno en voz baja y mirando a la niña le advirtió.
- ¿Desde cuando, Luisa?
- Desde cuando, ¿que? No se que dices
- No te creas que no te tengo aprecio, Luisa, por eso te tengo que decir esto. Cuando hagas lo que acabas de hacer en el baño, cierra la puerta. Por la rendija de la puerta he visto como te follabas el culo con un consolador. Haces bien en metertelo por el culo, por delante te partirías el virgo y eso debería hacerlo tú novio cuando lo tengas.
Bueno, y si alguna vez necesitas un consolador de carne, me lo dices - y al tiempo que lo decía se sacaba su pene de no menos de dieciocho centímetros.
- ¡Que grande es! La de mi padre no es tan grande - Luisa se quedó hipnotizada y empezó a temblar.
- ¡Ah! También se la has visto a tu padre.
- Si. Cuando dormía de pequeña en su cuarto y me despertaban con el ruido que hacían.
- ¿Se la tocaste?
- No, solo se la vi.
- ¿Quieres tocar ésta? Esta dura y caliente.
- Mi padre y tu madre tienen que estar al llegar - dijo esto último saltando de la silla en la que estaba sentada y salió corriendo, pero la faldita se le había quedado pegada y al irse, al no haberse puesto bragas el culo perfectamente convexo hiciese exclamar a Bruno entre dientes.
- Lo próximo que te entre por el culo será ésta - mientras dejaba caer un salivazo en su capullo para lubricar y comenzar una masturbacion.
A partir de ese momento las visitas de Bruno a casa de su madre menudearon. Estrechó lazos con la niña, que cada vez que le veía era solo un pene ligeramente curvo, largo y grueso y pensaba que como sería tenerlo en el culo.
El padre de Luisa estaba entusiasmado con tener un hermano mayor para su niña y la madre de Bruno, cuando su hijo, en las reuniones familiares sentaba en sus rodillas a la niña, se envaraba e insistía en que dejase a la niña jugar a sus cosas. Lo que no sabía la madrastra es que la niña moría por sentarse sobre las robustas rodillas de Bruno. La madrastra tenía muy vívido el recuerdo de como su hermano la mecía tambien a ella en su regazo cuando ella era un poco mayor que Luisa.
Cuando Bruno la sentaba, metia su mano por la parte de atrás del vestidito y por la pernera de la braga le alcanzaba el ano y le insinuaba el dedo. La niña ahuecaba el asiento para que Bruno pudiera meter uno o dos dedos.
Las siguientes navidades Bruno decidió pasarlas en la casa familiar. La madre se puso en guardia y llevando a parte a Bruno le advirtió.
- Deja a la niña en paz. En esta casa no hacen falta mas barrigas.
- Que el cabronazo de mi tío no supiese como hacerlo, no quiere decir que yo vaya a repetir. Yo le follo el culo, mama. Le encanta.
- ¡Eres un degenerado!
- Tengo a quien salir. ¿O crees que no me acuerdo que con siete años y profundamente dormido venias a mi cama y te restregabas conmigo y cuando me empalmaba me hacias correr con tu boca? Mamá por favor, tu me has enseñado toda la degeneración que anida en mi corazón. ¿De que crees que soy bisexual? He aprendido a gozar de todo lo que pueda salivar.
- Eres un descarado. No se te ocurra preñarla.
- Tranquila, si aún no lo he hecho, ya no lo voy a hacer
- ¿Ya te las has enculado, cabrón? Verás como se entere el maricón del padre.
- Si se entera, me lo follo también y listo.
- Estoy orgullosa de ti, eres igual o mas sinvergüenza que yo.