martes, 30 de junio de 2020

ROLDAN - 4 -

A medida que a Roldan se le fue haciendo la vista a la penumbra de la mazmorra pudo ir definiendo los detalles. Los oficiantes estaban descalzos con las piernas desnudas y los brazos desde donde les cubría la especie de túnica que les vestía y llegaba hasta las rodillas. Era de un color blanco inmaculado. Daba la impresión de que no llevaban nada debajo.
Las dos plataformas con argollas que había delante del altar no eran planas más bien tenían una convexidad, como si fuera una silla de montar y en su mismo centro había algo que no acertaba a identificar. 
- Yo ya he estado sentado ahí - dijo Arturo - con preocupación.
- ¿Es como una silla de las de caballo? , pero tienen en el centro algo, que no veo bien, Arturo.
- Enseguida te enterarás. Al principio molesta un poco, aunque luego..., si lo piensas hasta puede ser divertido. 
- Pero, ¿que es, Arturo? 
- Aún te duele el culo por lo que hizo el animal de Celestino ¿a qué si? 
- Un poco, ya no me duele tanto, aunque a ver qué pasa cuando vaya a cagar mañana. 
- Pues cuando vayas a sentarte a horcajadas ahí procura apuntar y que te entre por el culo, porque de una forma u otra tiene que entrar y es mejor que lo vayas haciendo tú poco a poco a que Celestino lo haga otra vez a lo bruto. Y además ya sabes para que son estas cadenas, para atarnos a la silla y que no nos podamos escapar. 
- ¿Duele mucho, Arturo? 
- Que va, ya lo verás. Lo que me preocupa es lo que nos van a obligar a hacer con esos tres desnudos tapados por esa sabana. 
Mientras hablaban Bernardino, había estado trajínando en el sitial donde se había sentado después de remangarse la sotana. Celestino vestido con su sotana a una indicación del padre Bernardino se subió a la tarima del sitial y por uno de los laterales se tumbó en el suelo y reptó de espaldas hasta situar la cabeza debajo del asiento, entre las patas, los brazos colocados a ambos lados del cuerpo. Celestino abrió lo ojos y sonrió. El padre Bernardino le había elegido para una función extremadamente importante. Había escuchado rumores que el no había creído. Ahora sabía que eran algo más que rumores. El culo blanco del cura gravitaba desnudo sobre su cabeza, el asiento tenia un gran orificio para que el culo estuviese al aire. Hizo entonces una leve corrección de la posición de la cabeza para que su boca y el ano del padre Bernardino quedasen bien alineados. Sólo tenía que tener paciencia, esperar y en el momento justo abrir la boca todo lo posible. Volvió a sonreír, estaba orgulloso de haber sido el elegido. Ni pensó en lo que podía entrarle en la boca, estaba firmemente decidido a hacerlo, es más deseaba ya que se abriese el ano y le inundase la boca la mierda del padre Bernardino.
Agustín, el más alto de los teólogos se dirigió a los chicos. 
- Para empezar esta ceremonia tenéis que colocarlos en el centro. Ya sabéis como va. 
Eduardo y Santiago se pusieron delante de cada uno de los muchachos y entonces fue cuando Roldan vio con Asombro, que la túnica blanca que llevaban, estaba abierta por detrás, aunque por el vuelo de la tela parecía no existir apertura. Arturo y Roldan, completamente entregados dieron unos pasos tras los oficiantes hasta sus sitiales. Unos escalones facilitaban subir. Ya cerca, Roldan pudo comprobar que la estalagmita que surgía del asiento era de buen grosor y no excesivamente largo. 
- Arturo - gimoteo Roldan, un grito ahogado de ayuda. 
- Hazlo, por favor Roldan, date saliva en el culo y clavatelo despacio, pero no te niegues, no tengo idea de lo que podrían hacerte. 
A Roldan le sorprendió que Santiago que le precedía cuando subía a su potro de tortura, le agarró por las caderas, le separó bien los cachetes del culo y hundiendo la cabeza en su raja del culo le ensalivó a conciencia, metiendo hasta donde podía la lengua, luego le ayudó a insertarse el dildo, lo que ahorró a Roldan pasar un mal trago. 
- Yo pasé por esto a tu edad más o menos - le susurró Santiago, miéntras le ayudaba a empalarse - ¿que tienes siete años? Me ha gustado meterte un poco de lengua. Cuando salgamos de aquí, puedes preguntar por Santiago en el teologado.
- Al mes que viene los cumplo. A mi tambien me ha gustado que me lo hicieras
- Cómo yo. ¿Te duele mucho al entrar? 
- No mucho, antes el que está debajo de la silla del padre, me metió su rabo de golpe y me abrió, por eso no me dolerá. 
- Celestino es muy bruto, y mala persona, procura no acercarte a él. Y una última cosa, no digas a nada que no. Si el padre Bernardino se enfada, es terrible. Ahora te tengo que encadenar a la silla. Es para quitarte la tentación de saltar en algún momento de la ceremonia. Yo te daré de comulgar. Cierra los ojos y comulga de las dos especies y después solo quedará... prácticamente nada y Bernardino os dejará en paz. 
- Santiago, ¡ya está bien! - le dijo Eduardo urgiendole, Agustín ya estaba nervioso. 
Los tres celebrantes se colocaron de espaldas a los chicos y comenzó el acto. Cada vez que hacían una reverencia las dos partes de la tunica por detrás resbalaban a los lados dejando todo su culo al descubierto.
Por la posición que estaba Roldan pudo ver por delante de su sitial una especie de escalones que llegaban casi hasta donde el reposaba empalado. Miró a su lado y en el sitio de Arturo había el mismo escalón.
Y empezó la celebración 
Agustin, el mas alto elevó los brazos a lo alto y pidio a alguien eterno las bondades de un acto sincero, que estuviese cargado de signos de lo mas alto. 
- Te rogamos, oh altisimo señor que nos concedas los frutos de la santidad de nuestro director y padre para que podamos participar de la santidad que de su cuerpo emana. Permitenos señor que los frutos de nuestros pobres cuerpos se incorporen a esta liturgia para que participen de los frutos de la santidad del padre Bernardino - Agustin continuó con un cantico y Santiago tomó de una mesa auxiliar una especie de fuente dorada, luego fue Eduardo el que recogió de la misma mesa una copa grande, dorada así mismo y con mucha unción.
- Arturo - chistó muy bajito Roldán a su amigo
- Que quieres. Calla y no llames mas la atención.
- ¿Que es ese bulto que hay en aquella esquina? Parece que se mueve.
- No lo se Roldan. Calla y atiende ahora. ¿Cómo vas con lo del culo, te molesta?
- No, no. Estoy comodo, me gusta, a ver mas adelante - Roldan estaba ya metido en su papel.
Y en ese momento los tres celebrantes se bajaron del altar y en procesión se dirigieron a la tarima, donde Don Bernardino estaba sentado. Los tres a la vez iniciaron una oración de tono monotono implorando al cura que les diese el fruto de su amor.
- Oh, padre Bernardino por la misericordia con la que nos iluminas a diario te rogamos que en tu magnanimidad nos des el fruto de tu  vida, para que comulgando con ellos estos pecadores puedan eludir su entrada al infierno y alimentarse de la santidad que en ti rebosa por cada uno de tus poros. 
- Por la confianza y la fe con la que venis a mi os entrego parte de mi bondad en la esperanza de que podáis algún día trasmitir a otros hermanos discolos la felicidad de la comunión hasta en el mas minimo detalle - decía esto con sus ojos entornados y las manos con las palmas abiertas hacia sus oficiantes.
Los tres al oir estas palabras se inclinaron pudiendo enseñar así sus nalgas. Entonces el padre Bernardino empezó a congestionarse.
- Déjame padre que recoja el fruto santo de tu generosidad en mi boca y pueda ofrecerlo a estos hermanos para beneficios y salvación de estos pecadores.
Un zurullo largo y humeante avanzaba hacia la boca de Celestino que con la boca abierta lo esperaba ilusionado de haber sido el elegido para portar semejante ofrenda hasta el altar. A medida que el cilindro de mierda semisolida entraba en la boca del seminarista y éste intentaba contener las nauseas, Santiago y Eduardo no levantaban los ojos de la cara de Celestino que hacia improbos esfuerzos por no vomitar.
- No escupas la mierda sagrada, hermano Celestino, sabes cual es el castigo - le decía Santiago - hermano Eduardo - se dirigía ahora a su compañero oficiante - ayudalé a sobrellevar ese inmenso honor. 
Eduardo se sentó al lado de Celestino al que la mierda le cubría ya la cara una vez rebosada la boca. Le levantó la sotana le agarró la raiz de los huevos con fuerza de manera que éstos se vieron confinados a presión en las bolsas, entonces empezó a darle suaves golpes con la palma de la mano incrementando la fuerza del golpeo cada poco. Su verga fue adquiriendo tamaño y consistencia y el dolor placentero causado hizo que olvidase sus nauseas. Eduardo siguió golpeando y golpeando hasta que Celestino comenzó a eyacular de una forma mansa, como por rebosamiento. 
- Celestino, ya puedes llevar el presente de nuestro santo padre Bernardino al altar. Y no olvides que tienes que regresar a lavar con tu lengua el ano del padre - recordó Santiago.
Celestino se levantó, recogiendo en sus manos las heces de Bernardino y tragando la que llevaba en la boca. Al llegar al altar depositó su carga en la bandeja dorada y uno a uno de los oficiantes lamío la cara de Celestino hasta limpiarsela. Celestino hizo lo mismo con sus manos hasta dejarlas limpias.
- Damos gracias por la generosidad del santo padre que nos permite la comunión con el fruto de su sagrado cuerpo - elevó los brazos a lo alto Agustín como principal oficiante.
A continuación tomó el cáliz dorado y lo llevó en procesión flanqueado a derecha e izquierda por Santiago y Eduardo. Al llegar donde el padre Bernardino los tres se arrodillaron ante él y Agustín recitó la oración.
- Amadísimo padre, después de regalarnos en su inmensa caridad el fruto de su cuerpo para alimento de nuestra vida, le rogamos nos de, en un extremo rasgo de generosidad, el beneficio del liquido ardiente como anticipo de lo que será una eterna vida sin sed.
Agustín tendió la copa dorada al padre Bernardino que levantándose la sotana y rebuscando un mínimo trozo de miserable carne consiguió rellenar con su orina la mitad del cáliz. Ya otra vez en el altar Agustín ofreció al altísimo los presentes entregados por Bernandino pidiendo que los bendijese para beneficio de sus hijos. 
- Arturo, ¿que está pasando?
- Preparate, Roldan, ahora van a darnos la comunión y luego nos van a dar la paz.
Efectivamente Santiago tomó la bandeja con la mierda y se acercó a Roldan.
- Come Roldan y te prometo que al darte la paz no seré muy duro. Come.
- No, por favor, no - lloraba implorante Roldan.
- Cierra los ojos y abre la boca, yo te ayudaré.
Cogió con los tres dedos centrales de la mano una cantidad de heces y lo llevó a la boca del niño, que a duras penas abrió algo la boca. Santiago metió los dedos con la mierda.
- Traga, hijo, traga rápido sin cogerle el gusto. 
Intentando  cohibir las arcadas, Roldan tragó y cuando estaba hecho, Santiago volvió a meter los dedos en la boca del niño para que consumiese los restos.
- Dame más - en el tono, el timbre y la determinación de Roldan en la petición se notaba que el niño ya no estaba, en su lugar había un hombre con aspecto de niño - y después ¿que? 
Santiago volvió a Arturo y le ofreció lo mismo que el chico aceptó sin rechistar mirando a su compañero y amigo.
A continuación Eduardo ofreció el cáliz a los chicos y esta vez no hubo incidentes ni repulsas, los dos bebieron.
- Alimentados del fruto de la santidad y en perfecta comunión por el banquete en el que hemos participado solo queda visibilizar la paz que produce esta ceremonia haciéndonos una sola carne. 
Santiago se dirigió al enclave de Roldan, le quitó las cadenas, le saco el dildo del culo y con un movimiento como de giro y contragiro lo sacó del asiento, luego se quitó su tunica y se sentó como estaba sentado Roldan, al que encaró he hizo sentar sobre su pene erecto ya sin molestia alguna. Roldan, sin duda en agradecimiento por los detalles que tuvo con él Santiago, le abrazó estrechamente y le besó en la boca como Don Arsenio habla hecho con él. Luego dejándose llevar, nada mas que de instinto empezó a mover las caderas para estimular a Santiago.
- Espera, precioso, espera - Santiago susurraba a Roldan al oido - No te muevas o me correré. Tenemos que esperar a Eduardo, luego cuando Agustin nos bendiga en el amor a la paz podremos hacerlo. 
Eduardo estaba también en posición, aunque Arturo, no demostraba cariño, ni Eduardo la ternura de Santiago con Roldan. Y entonces el padre Bernardino levantó su mano derecha y se puso en pie.
- Ha ocurrido un hecho desagrable que me obliga a imponer un castigo a uno de vosotros - Roldan estrechó a Santiago un poco más, Arturo comenzó a transpirar - el hermano Celestino no estuvo a la altura de la importancia de esta celebracion penitencial y por eso tendra que ser corregido. Celestino - se dirigió al filosofo - has tenido que ser engañado con el señuelo de los sentidos para no cometer sacrilegio, por eso has de ser corregido. ¡Liberen al Amo del Infierno!
Agustin, se despojó de su tunica y quedó desnudo como sus compañeros. Tomó una vela y se acercó a la esquina donde antes Roldan creyó ver algo. Poco a poco Agustin exhibiendo una portentosa erección iluminó  el rincón. Apareció una cabeza enorme enfrentada a la verga dura de Agustin, comenzando a lamerle hasta que Agustin efusionó una gran cantidad de semen que el perro, Amo, rebañó hasta consumirla toda lamiendo suelo y piernas de Agustin.
- No te muevas, por lo que mas quieras Roldanito, precioso - susurraba al oido Santiago - si me corro me tocará la misma suerte que a Celestino.
- ¿Y que le va a pasar a Celestino?
- Ahora lo veras y cuando lo veamos podremos ya cumplir con la liturgia de la paz y corrernos.
Agustin enganchó una correa al collar de Amo del Infierno y lo saco de la oscuridad. Era un mastin impresionante de no menos de ochenta kilos. A una indicacion del padre Bernardino, el filosofo Celestino se colgó de la parte delantera del plinto donde estuvo ensartado Roldan. Agustin de inmediato inmovilizó sus piernas muy abiertas y los brazos mediante cadenas que se enganchaban a argollas bien recibidas al suelo.
- Por favor santisimo Padre Bernardino libereme de este castigo, seré su albañal mientras viva, seré su esclavo para todo, pero no me haga pasar por el caliz de Amo.
- Disfruta de tu pecado. Y sufre el que de ahora en adelante tendrás que vigilar que no abones por donde pasas. ¡Hagase!
Agustin llevó al perrazo hasta las inmediaciones de donde estaba inmovilizado Celestino y le ordenó.
- Castiga al pecador, Amo del infierno.
Amo primero olisqueo el ano, luego lo lamío durante un buen rato hasta que de un pesado salto pudo colocar sus manos casi de león a ambos lados del torax de Celestino que ya gritaba por los arañazos que infringía el perro en sus costados. Agustin actuó de mamporrero y dirigio el vergon duro como el hueso con que estaba armado, hacia el ano del filosofo. En cuanto el goteante y puntiagudo glande de Amo notó la suavidad pacifica del ano, Celestino emitió un gemido ahogado y despues un desgarrador grito, cuando el animal empezó sus arremetidas, no muchas y se detuvo con su miembro dentro de Celestino, que rogaba que le sacasen ese rabo duro. Amo hizo en ese momento un movimiento de rotación dejando que su pene apuntase en direccion contraria a su cabeza. El culo de Celestino y el de Amo quedaron asi enfrentados. El perro gemia de placer y Celestino, su perra, gritaba de dolor mendigando perdón. Pasaron no más de cinco minutos y Amo soltó una especie de aullido y se salió del seminarista, al que le resbalaban por los muslos sangre mezclada con la semilla del perro.
Fue entonces cuando Agustin dio el permiso jerarquico para trasmitirse la paz.
Santiago estrechó aún mas al niño, hizo dos movimientos lentos de cadera para acariciar las entrañas del niño con su pene y finalmente se corrió. Eduardo hizo lo propio con Arturo, que sabiendo de lo que se trataba disfrutó mas que Roldan de esa ceremonia de la paz.
Tras unos minutos de impasse, el padre Bernardino se levantó de su sitial y ordenó a Celestino, Arturo y Roldan que le acompañasen de regreso a la estancia del cura.
Por las escalera de caracol volvieron al dormitorio, donde Bernardino volvió a girar sobre su eje la imagen de la virgen y la puerta excusada se clausuró.
- Después de la ceremonia santa de comunión con nosotros y vuestro comportamiento ejemplar, solo queda deciros que tapeis vuestras verguenzas y os incorporeis a la rutinaria vida de este seminario. A partir de hoy sois mis preferidos.
Celestino, Arturo y Roldan se vistieron aprisa.
- ¿Te ha dolido mucho lo de Amo? preguntó con prevención Arturo.
- Es el placer mas intenso que he sentido nunca. Intentare repetirlo.

domingo, 28 de junio de 2020

ROLDAN - 3 -


En la oscuridad del confesionario por una lanza de luz que mordía la penumbra en la que se encontraba, veía a duras penas el culo de Arturo de par en par y escuchaba el susurro urgente que le pedía que sacase la lengua y se acostumbrarse al sabor que de cualquier manera iba a tener que saborear, con deleite o no esa tarde noche en la habitación del padre Bernardino. 
- ¡Empieza a comerme el culo, cabrón. Al menos vas a tener la certeza de que yo no voy a cagarte en la boca.
- ¿En la boca? - en el tono de la pregunta se leía perfectamente la incredulidad y el miedo.
- Calla ya y empieza. Además, a mi también me gusta que me lo hagan.
- ¿Te gusta?
- Si. No te hagas de nuevas. Dijiste que el cura de tu pueblo te lo hizo a ti y te gustó.
- Es verdad.
- Pues matamos dos pájaros de un tiro, a mí me gusta y a ti te entrena. Empieza.
Con cara de asco y prevénido ante cualquier evento insospechado, Roldan se fue acercando al culo de Arturo afinando todo lo que podía el olfato. 
- Venga, no olisquees más - y con su mano izquierda que le quedaba libre, se la pasó hacia atrás por el cogote y le estrelló la cara contra su ano - ¡come ya, joder!
Roldan en esa postura saco tímidamente la lengua y la depositó justo sobre el ano de Arturo e inmediatamente detectó y recordó perfectamente el sabor de la lengua de Don Arsenio después de habersela hundido profundamente a él la noche anterior en su casa. Le satisfizo recordar un sabor ya conocido y con más soltura, sacó más lengua comenzando a explorar la anatomia del orto de su compañero. A medida que cogía confianza y comprobaba que no era para tanto su asco y prevención a la zona empezó a insinuar la punta de la lengua hacia dentro del cuerpo de Arturo. 
- Eso me gusta, Roldan, más dentro, más dentro - hacia rato que Arturo no necesitaba indicar con su mano que debía hundir la cabeza en su culo.
Roldan, se animó ante el estimulo y consiguió meter más la lengua y el sabor dejó de ser tan dulce y primó más el amargo de las heces. Se retiró de golpe, estuvo quieto unos segundos y se lanzó sobre el ano de Arturo con renovados bríos nada más que ahora, metía lengua y succionaba para sacar de dentro de Arturo todo el jugo amargo que pudiera. 
- ¡Me gusta tu mierda, Arturo, me gusta! y me gusta chuparte, se me ha puesto muy dura.
En ese momento se escuchó un ruido y unos pasos. 
- Pues otro día más. Vamonos que viene alguien - dijo en voz muy baja Arturo.
- Me dijeron que venian para una visita al Santisimo Don Bernardino.
- ¡Arturo, Arturo! que sabes mucho - musitó rabioso el padre Bernardino.
Aprovechando que el confesionario estaba tras una columna de la capilla Arturo y Roldan se escabulleron por la puerta de la sacristía que se comunicaba con el claustro y como alma que lleva el diablo se plantaron en el dormitorio donde el resto de los seminaristas descansaban hasta la ronda de clases de la tarde.
Se habían tumbado en la cama y al poco apareció Don Bernardino.
- ¡Vaya, Roldan! parece que no hay sueño. Bueno, adelantemos acontecimientos. Ven conmigo a mi celda para empezar el examen de conciencia y la confesión de tu vida - se dio la vuelta y se volvió a detener, sin darse la vuelta volvió a hablar levantando la mano derecha - y Arturo, ven tu también.
Caminaron un paso por detrás del cura hasta el piso alto donde lo que se llamaba eufemisticamente celda era una anchurosa cuadra dividida por la mitad por un pesado continaje de terciopelo rojo. En la parte de delante en un lateral un viejo confesionario de roble sobre una tarima tallada en punta de diamante muy desgastada por el paso de los años. En el centro una mesa, de roble también y un sillón alto de aspecto incomodo tapizado como la cortina. Delante de la mesa dos sillas del mismo estilo que el sillón y tapizados en el mismo tejido.
- Pasa, Roldan - dijo el cura - tu Arturo, quédate en la puerta hasta que se te llame.
El chico pasó dentro de la sala y se quedó paralizado ante la grandiosidad de la estancia.
- ¿Te has confesado alguna vez, niño?
- No, nunca.
- Es muy sencillo, solo tienes que decir la verdad. Yo preguntaré y tu contestarás con la verdad. Si me mientes ya sabes que solo las puertas del infierno permaneceran abiertas para ti y la condenación será ya eterna.
Roldan afirmó con la cabeza sin atreverse a emitir ni un sonido.
- Ahora yo voy a sentarme en ese confesionario y tu te arrodillarás por el lateral donde está la rejilla y desde allí me lo contarás todo.
El padre Bernardino se sentó en el sitial y esperó a que Roldan se arrodillara. El muchacho intentó arrodillarse pero soltó un quejido. Las puntas de diamante, a pesar de estar gastadas producian mucho dolor al arrodillarse.
- ¡Arrodillate! - gritó el cura. 
- ¡No puedo! duele mucho el suelo.
El padre Bernardino salió del confesionario y se dirigió a la puerta.
- Arturo, entra.
El chico entró en la habitación. 
- Dígame padre.
- Arrodillate en el confesionario.
Arturo empezó a sudar.
- Yo ya me confesé ayer padre. No tengo pecados mortales
- Hincaté de rodillas, ¡ya!
Llorando se encaminó al confesionario dócilmente y al llegar el padre Bernardino le dio una orden.
- Antes de arrodillarse, desnudate, como crucificaron a nuestro señor en su momento supremo, como éste momento lo es para ti, y de hinojos, desnudo, déjate caer y sufre, purga tus pecados. ¿donde habéis estado esta tarde vosotros dos?
Roldan ya lloraba a moco tendido y Arturo hacia lo propio. Instintivamente Roldan se acercó hasta Arturo se abrazó a él y juntos cayeron de rodillas sobre el suelo del confesionario, aumentando la intensidad del llanto pero esta vez de dolor.
El cura se acercó a ellos y los levantó consolandolos.
- Desnudate tu tambien Roldan - esperó a que Roldan estuviera desnudo como Arturo, cogió a cada uno de una mano y traspasaron la cortina que les separaba del despacho.
Una cama alta, grande y provista de dosel con cortinas tupidas que se corrian y velaban la vista a todo aquel indiscreto, estaba centrada en la estancia. En la pared izquierda un armario grande de madera de roble con dos cerraduras garantizaba que nadie que el padre Bernardino no quisiera iba a ver su contenido. El cura se saco de dentro del hábito una aparatosa llave que llevaba al cuello y abrió las dos hojas del armario. Roldan y Arturo, permanecian abrazados en el centro de la habitación asustados por lo que pudiera sucederles. Al abrirse las puertas se pudo atisbar parte del contenido. Cadenas, cuerdas, latigos, grilletes y como barras largas y cortas de diferentes grosores que parecian hechos de marmol u otro material similar.
El cura sacó un latigo de multiples colas que parecía hecho de cuero y unos grilletes, dos pares, que constaba de cuatro argollas cada par unidos por cadenas.
- Que cada uno se lo ponga al otro - dijo Bernardino a los chicos tirandoles los grilletes delante - bien cerrados, ahora sois esclavos del pecado, la llave, si merecéis ser liberados, la tengo yo. Luego apoyandoos en el escabel que hay al pie de la cama subiros a la misma.
Se dirigió al lateral del armario y tiró de una cinta brocada.  El cura se dio media vuelta mientras los muchachos se subían a la cama y traspasó la cortina. Se sentó a su mesa de escritorio y esperó.
- ¿Ya sabes lo que nos espera, Roldan? - comentó de una forma fría Arturo
- No se. ¿Porqué estamos en la cama del padre?
- Nos va a azotar primero y luego nos llevará a la mazmorra, así, como criminales, cargados de cadenas.
- Pero tendremos que vestirnos, así desnudos no podemos pasar por todos lados.
- No se Roldan. Yo estuve en la mazmorra una vez hace mucho tiempo y fui vestido con la sotana, y ya en la celda me cogieron entre tres teologos y tragué polla por todos lados. Y dedos, que lo que les gustaba era meterme los dedos en la boca muy pegados a la lengua e intentar que tragase hasta que vomitaba y luego me escupian todos en la boca.
- ¡Que asco, Arturo!, yo no me voy a dejar.
- Pues es mejor dejarse, si no te meten un aparato en la boca que te parte todos los dientes y al final hasta te mean en la boca. Conviene no enfadarles.
La puerta, al otro lado de la cortina, se abrió.
- Padre, ¿habia llamado?
- Si. Envíe recado al teologado que Santiago, Eduardo y Agustín bajen dentro de una hora a la mazmorra. Les necesito.
- Padre, con su permiso - Celestino de ultimo curso de filosofos y catorce años inclinó la cabeza en señal de acatamiento - ¿podría yo incorporarme a la mazmorra? yo nunca llegué a visitarla y he escuchado tantas cosas...
El padre Bernardino se quedó de pie junto a su mesa con gesto adusto.
- No, mejor aún Celestino, me ayudarás con Arturo y Roldan y según sea tu comportamiento vendrás o no. Pasa  conmigo a mi dormitorio.
Y dándose la vuelta traspasó la cortina con Celestino detrás entrecerrando los parpados y relamiendose de lo que el pensaba que le esperaba.
Nada mas entrar al dormitorio, Bernardino  le dio el latigo a Celestino.
- Cuando yo te diga, azota, Celestino. A ver, vosotros dos, pecadores que solo merecéis las llamas eternas, delante de la Santisima Virgen - y señaló una imagen de una virgen con un niño en brazos que reposaba sobre una mensula a la izquierda de la cama - ¿que hacíais en la capilla esta misma tarde?
- Nada padre  Bernardino, de verdad - se atrevió a decir Arturo.
- Castiga Celestino - y en voz muy baja dijo: y disfruta de esta carne fresca.
Roldan y Arturo estaban abrazados muy estrechamente, sobre la cama arrodillados, de forma que sus espaldas y traseros quedaban expuestos. Celestino blandió el azote y empezó a castigar a los dos críos.  El cura Bernardino se frotaba la entrepierna y Celestino se remangó la sotana y mientras azotaba se masturbaba para deleite del cura.
Cuando ya tenian las nalgas muy enrojecidas Bernardino ordenó parar. Celestino a pesar de no azotar seguía masturbandose.
- Estabamos... - empezó Artuto a negar otra vez -
- ¡Que no Arturo! Yo estaba chupandole el culo a este, padre Bernardino
- No puedo creerlo - exclamó indignado Bernardino - enseñame ahora mismo como lo hacíais.
Inocentemente, Roldan, le dijo a Arturo que se pusiera en posición. El ruido de las cadenas que llevaban daban al momento un escenario irreal. Roldan hizo el ademan de meter la cabeza en el culo de Arturo y se retiró.
- Así, padre - como si estuviese ya todo arreglado con la demostración.
- ¿Así? Quiero verlo todo - vociferó el cura.
- Pero ya lo he hecho, padre.
- Quiero ver como lo hacíais todo - estaba ya el cura fuera de si.
- Empieza a comerme el culo, que nos van a zurrar otra vez - le dijo muy bajo Arturo a Roldan.
Roldan empezó a disfrutar, como habia empezado hacia unas horas de Arturo, lo que hizo que los dos pusiesen sus vergas duras. Celestino hipnotizado por la escena se despojó de la ropa y se acerco masturbandose con parsimonia.
- ¿Puedo, padre? preguntó implorante Celestino
- Pero que sea una penitencia para ellos - le dijo con lo voz temblorosa, relamiendose ya del espectaculo.
Celestino subió de un salto a la cama, sujetó a Roldan por las caderas, ensalivó un poco su ano y de un golpe de cadera se la metió hasta dentro. Roldan dio un grito agudo se retiró de Arturo y al caer desmayado del dolor se le salió a Celestino. Arturo al comprobar lo que habia sucedido y que Roldan yacía desmadejado en la cama, se lanzó al pene tieso de Celestino para ensalivarlo bien primero, luego se dio rapidamente la vuelta y el mismo se insertó la carne dura del seminarista mayor.
- Es que él es virgen aún, bueno ya no, y no ibas a disfrutar de su culo, yo ya tengo experiencia, me lo han hecho tantas veces.
Al tiempo que era sodomizado Arturo se inclinó sobre Roldan y empezó a lamerle sus genitales. Se despertó el chaval y su pene creció. Empezó a sonreir hasta que se echó mano a su ano y soltó un gemido de dolor. Bernardino se acercó entonces, con su regordeta mano palpó el ano del niño y le metio un dedo, luego se lo llevó a la boca, lo saboreó entrecerrando los ojos y luego volvió a violar el ano de Roldan, pero esta vez con dos dedos. El chico se quejó algo hasta que Bernardino sacó sus dedos, se los llevó a la nariz, los olió con delectación luego se los puso delante de los ojos, sonrió placenteramente y fue poniendolos delante de los ojos de los otros tres presentes y dándoselos a oler. Roldan fue el último y cuando el padre Bernardino se convenció de que sabía de qué se trataba se los metió despacio, reptando por la lengua hasta llegar a provocar la nausea del niño, que terminó por recuperarse del todo de su abrupta violación. Luego ya acostumbrado a los dedos y al sabor amargo continuó mamándo de los dedos hasta que el cura quiso sacárselo de la boca.
- ¡Limpios, perfecto! - comentó satisfecho Bernardino - darás mucho juego abajo - y en ese momento Celestino exhaló un grito.
- ¡Me corro dios mío!
- Rápido, en el culo no, en la boca que sepan cuál es el sabor de la santidad - ordenó el padre.
Arturo sabía de qué se trataba y se dio la vuelta rápido abriendo mucho la boca, al tiempo que tiraba del brazo de Roldan para que le imitase. Celestino empezó a eyacular su semen y casi todo fue a caer en la boca de Arturo, que lo retenía sin tragarlo. Roldan, no entendía que pasaba.
- Arturo, comparte esa gloria que llevas en la boca con Roldan - adoptó el cura un tono pedagógico - a Roldan, después de comer su propia mierda, le sabrá a bienmesabe.
Arturo se acercó a la cara de su amigo, le atrajo hacia si poniendo una mano en su nuca y mediante beso le traspasó parte de la leche de Celestino, que tragaron los dos.
- Padre Bernardino - se quejaba Roldan - me molestan estos grilletes.
- Acostumbrate, niño malo, aun tendrás que llevarlos un tiempo, y si te portas bien en la mazmorra, eres obediente y confiesas tus pecados, te las quitarán. Ya has recibido del hermano Celestino una fuerte penitencia, pero te preparará para lo que viene ahora. Te han entrado mis dedos y casi no te has quejado. Abajo te van a entrar algo mas que dos dedos y tanto Arturo, como tú vais a saber muy bien a que sabéis cada uno. Pero si sois obedientes y os dejais llevar disfrutareis y os serán perdonados vuestros pecados.
- Padre Bernardino - dijo Celestino ya vestido - ¿voy a poder bajar yo a la mazmorra?
- Si, claro. Pero para darme servicio a mi y mirar. Y ya es mucho el favor que te hago. Pero tienes que saber que si a Santiago, Eduardo, o Agustin se les antoja tu culo, lo tendrás que ofrecer.
- Si, padre.
- Vosotros dos, bajar ya de la cama - diciendo esto, giro la virgen de la mensula de la pared y un panel del fondo del armario se descorrió - seguidme los tres.
El padre Bernardino entró en el armario y su figura fue perdiendose de vista hacia abajo. Celestino empujó con cada mano la espalda de los crios y le hizo empezar a descender por la escalera de caracol, toda de piedra, que moria justo detrás de una especie de altar. Cuando los chicos, incluso Celestino, entraron se detuvieron sobrecogidos. Alli estaban los teologos revestidos para una ceremonia. Un sitial elevado en una tarima lo ocupó el padre Bernardino. A los pies del altar habia dos plataformas de madera con argollas. 
- Ya no me acordaba - le dijo muy quedo Arturo a Roldan - ya se lo que nos espera - Aunque te duela o te de asco no digas a nada que no si quieres que nos dejen salir.
- Tengo miedo Arturo.
- Yo estoy contigo, Roldan, yo estoy contigo.

lunes, 22 de junio de 2020

PUÑO


Muero, 
Y sin embargo quiero
Un puño que me haga gritar, 
Mano enguantada y vibrar
Sintiendo el final muy dentro. 
Alcanzar un nirvana sucio
Fisteado sin piedad 
En una borrachera de vida, 
Que me haga volar
Colgado de un sling de plumas, 
Hasta el fondo, 
Y sudar por cada poro semen
De libertad arañada en cada pene, 
En cada coño comido, 
En cada culo follado
Desde siempre por el hombre. 
Semen que preña mentes, 
Como la mía tan sucia
Que ya solo sabe buscar, 
Ahora que viene la muerte, 
La eternidad.

Dedicado a Andrés de la Orden. 

ROLDAN - 2 -

Don Arsenio descendió del coche de punto y dio la mano a Roldan para que bajase. 
El edificio del Seminario Menor era anexo al Seminario Mayor separados por un callejón al que todos los seminaristas llamaban jocosamente Mata canónigos por las corrientes fuertes y congeladas que lo recorrían provinientes de la Sierra.
El cura acompañó al niño hasta el amplio zaguán y se dirigió al seminarista de semana que hacía las funciones de portero. 
- Aquí le dejo un nuevo pecador que va a hacer los ejercicios penitenciales, para arrepentirse de sus muchos pecados, a pesar de su corta edad, y poder comulgar en el Señor por vez primera.
- Ahora mismo llamo al maestro de ejercicios - y salió corriendo arremangandose la sotana.
- ¿Donde vas tan corriendo? - preguntó otro seminarista de último curso como él.
- A buscar al bujarrón, que el cura ese de la Ermita, trae otro chaval, al que ya habrá iniciado, es guapetón, para que el Bernardino termine de comérselo.
El padre Bernardino llegó a coserjería donde aguardaba Roldan con el cura. Sentado en un banco de piedra alto con sus pantalones cortos y las piernas que no le llegaban al suelo parecía aún más pequeño.
- Vaya, vaya, vaya, aquí tenemos a nuestro pequeño pecador al que tendremos que enderezar para evitar que vaya a quemarse a las llamas eternas del infierno - daba a su voz engolada un tono apocalíptico que hizo pensar al niño que su entrada en el infierno, era inminente.
Y vaya si era inminente. No lo sabía él muy bien. 
- Vaya usted a buscar a Arturo - ordenó Bernardino al seminarista de la puerta - que venga a buscar a, a, ¿cómo se llama nuestro pecador?
- Roldan, Don Bernardino - contestó solicito Don Arsenio.
- A Roldan, que le enseñe el dormitorio, donde va a dormir, donde poner su muda y el refectorio, que por cierto - dijo sacando un ostentoso reloj de oro de su relojera - ya casi es la hora.
Al nada volvió Arturo un seminarista alto y espigado, rubio, muy risueño, de no mas de once años, que de algún modo le recordó a Roldan a su Sandalio.
- ¿Como te llamas, chico? - preguntó alegremente Arturo
- Roldan - se adelantó Don Bernardino - parece un niño docil. Sacaremos provecho de él.
- Don Bernardino - se levantó del escabel de piedra Don Arsenio - yo ya tengo que volver.
El padre Bernardino alargó su mano regordeta y el padre Arsenio hizo una genuflexión le cogió la mano y la beso. Luego soltó su mano Bernardino le hizo una imposición de manos y la señal de la cruz en su cabeza. Don Arsenio se levantó y se fue.
Cuando Roldan iba detrás de Arturo que canturreaba algo por los claustros del seminario se atrevió a preguntar.
- El padre Arsenio le ha besado la mano al padre Bernardino.
- ¿ Te sorprende, chiquitin? Arsenio era el seminarista preferido de Bernardino. Todo lo que sabe Arsenio, T O D O, se lo ha enseñado Bernardino. Un consejo, Roldan, cuando te llame a su despacho Bernardino, vete con el estomago hecho a lo que sea. No te niegues a nada o sal corriendo ahora mismo de aquí. Si le enfadas, conocerás la mazmorra y a algún teologo, también. Bernardino ya no es lo que era al parecer, pero le sigue gustando ver hacerlo.
- ¿Hacer, hacer, qué? 
- No puedo decirte más, sería perjudicial para ti si ibas sobre aviso y para mi por ponerte al día.
- ¿Tu has estado en la mazmorra esa?
- Por desgracia, si, hace dos años, cuando llegué aquí. Ahora me alegro, me adapté perfectamente y no he tenido que volver alli abajo mas que para pasar el pasadizo.
- ¿Pasadizo?
- Muchas preguntas. Ya está bien. Mira, este será tu cama la siguiente semana, y ahi, en ese pequeño arcón puedes meter tu muda - se sentó en la cama y dio un par de saltos sentado - ven sientate, parece que no, pero es blanda.
-No, muchas gracias.
- Ven, hombre, sientate - haló de Roldan por una mano y le obligó a sentarse.
Roldan emitió un quejido de dolor al caer sobre la cama.
- ¡Ay! Perdona. Entonces, ¿Arsenio, ya ha empezado, cuando fue?
- Ayer. Hizo muchas cosas que me gustaron, pero eso...
- ¿Te la metió entera? Alguna vez que he pasado al teologado, he escuchado que Arsenio tiene un buen tranco.
- ¿Que es un tranco?
- Una polla muy gorda. Yo la tengo tambien gorda y larga y un teologo me dijo que la tenía casi tan grande como la de Arsenio.
- Entera no entraba, aunque el cura empujaba mucho, pero entró hasta la mitad. Esta noche he manchado el camisón algo de sangre. Todavía me duele.
- Bueno, eso tienes ganado. Pocas pollas como esas te van a meter aquí. Las de los que duermen en este dormitorio te podran entrar a pares y si pasas alguna vez al teologado, podrás con lo que te echen. Y a todo esto ¿porqué te han traido aquí?
- Yo tengo un hermando de leche, Sandalio, y su madre nos vio en la cama chupandonos el uno al otro, que descubrimos que nos gustaba mucho a los dos y al parecer no debiamos hacerlo. Mi padre para sacarme la verdad me hizo que le chupase la suya, pero un momento nada mas, vio que al hacerlo se me ponía dura y me llevó a Don Arsenio. El resto ya te lo he contado.
 - ¡Ah, entonces es que te gusta, como a casi todos los que estamos aquí. Cuando quieras hacerlo me lo dices y yo te la meto a ver como vas. Tu  hermano de leche ¿ nunca te la ha metido, ni tu a él?
- No. No sabiamos que había que hacer eso. Ahora que lo dices, me gustaría que Sandalio me lo hiciera.
Sonó a lo lejos una campana insistente
- Ahora vamos al refectorio que ya ha tocado la campana.
- A ver como me siento yo ahora.
- Con cuidadito, que nadie se de cuenta que ya estas roto de culo, que van a querer probarte todos a la vez. Esta noche si se mete alguien en tu cama y quiere metertela no digas nada, le dejas y que acabe cuanto antes. Si armas escandalo y viene el vigilante, todos van a echarte la culpa a ti y te mandaran de cabeza a la mazmorra.
La comida trancurrió sin incidentes. Un seminarista leía desde un púlpito vidas de santos y practicamente solo se escuchaba el entrechocar de cubiertos con la loza de la vajilla propio del manejo de los utensilios para comer. Tambien miradas de complicidad entre los veteranos por la presencia de Roldan.
- ¿Todo bien?
Como si hubiese sido una aparición el padre Bernardino habia surgido detrás de Roldan.
El niño sintió una mano blanda y fría en su nuca que le hizo estremecerse. Luego la mano abrazo el infantil cuello casi abarcandolo y apretando un poco para ir cediendo la presión y concentrarse en un acariciamiento de la oreja derecha. Todos los que comian en la misma mesa miraron con cara de espanto a Roldan; ellos ya sabían lo que iba a suceder esa tarde, quizá esa noche.
- Y bien, - dijo el gordinflon Bernardino - ya conocéis al nuestro nuevo alumno, por siete dias, es verdad, pero que espero que le sean muy fructiferos.
Nadie abrió la boca. El padre Bernardino ocupó ahora ambas manos en sujetar los hombros de Roldan y aplicarles algo de cariñosa presión.
- Querido Roldan, esta tarde despues de tu colación penitencial deberás venir a mi celda para ayudarte a hacer un completo examen de conciencia de tu pecaminosa vida que te sirva de base para los ejercicios penitenciales, que todos empezamos mañana. Se acerca el Adviento. Arturo te llevará hasta mi puerta cuando acabes tu refección.
El muchacho que tenía enfrente, en cuanto se fue el maestro de seminaristas levantó la cabeza de su plato de garbanzos.
- Hola Roldan, me llamo Jose Manuel. Yo ya he pasado por ese examen de conciencia, el año pasado (quizá debería decir mi antiguo ano) tengo nueve años. ¿Tú? 
- Cumplo los siete al mes que viene.
Un silbido de asombro recorrió la mesa.
- Lo que más le gusta - dijo Jose Manuel - preparate.
- ¿Y para que me tengo que preparar - dijo ya en tono irritado de tanta recomendación - ¿para que me parta el culo? - empezó a llorar compunjido - me lo partieron anoche, ya nadie me va a poder partir nada.
Una oscura nube de asombro, recorrió la mesa.
- Roldan, hombre, mira que te dije que no lo dijeras. Esta noche, me meteré en tu cama para que nadie te moleste.
- Muy bien, Arturo - dijo con voz entrecortada Roldan por el llanto
- Pero que sepas que si se me pone dura, te la clavo. Es que cuando se me pone así no me puedo aguantar.
- Quien te folló, Roldan.
- El padre Arsenio, diciendome que estaba buscando la marca del maligno y así saber si podría comulgar o no.
- Lo mismo que nos ha dicho a todos el padre Bernardino - dijo Jose Manuel.
- Lo que dicen los teologos cuando alguien es llevado en castigo a la mazmorra - apostilló Arturo - Roldan, ahora ya da igual - prosiguió, ¿le pasaste la lengua por el ojete al padre Arsenio?
- No, no, me lo hizo él a mi, y me gustó. Metía la punta de la lengua lo más profundo que podía y luego me hacia chuparle la lengua. Sabía a caca, mi propia caca. Y terminó por gustarme.
- Les vas a dar mucho juego - soltó con asombro Jose Manuel.
- Ahora, en el tiempo de siesta vamos a hacer una visita al Santisimo, aquí en nuestra capilla, siempre está expuesto - le dijo a Roldan, Arturo - eso no nos lo niegan nunca. A esa hora esta la capilla vacia.
Cuando sonó la campana que daba por terminada la comida y mandaba a los seminaristas a la siesta, Arturo se acercó al vigilante y le dijo que llevaba al nuevo a la capilla para una visita al santisimo. El vigilante se les quedó mirando muy serio y les dijo que fueran en paz.
Al llegar, Arturo cogió de la mano a Roldan y le llevó hasta un confesionario que estaba apartado de la vista de la puerta.
Al entrar, Arturo se despojó con habilidad de la sotana, se bajó los calzones que llevaba debajo y puso el culo en pompa.
- Venga, Roldan, vete acostumbrando al sabor o lo pasarás mal. Pasa bien la lengua por el  ano y déjalo como una patena.
- ¡Que asco!
- ¿Que crees que tendrás que hacer en la celda de Bernardino? gilipollas. Empieza a comerme el culo y aprende a disfrutar de estas guarradas.

domingo, 21 de junio de 2020

ROLDAN - 1 -


Don José dejó a Roldan al arbitrio del cura, pero se llevaba el corazón encogido, por dos circunstancias, la primera, que corrian rumores de que Don Arsenio era amante de la carne fresca de monaguillo, que era lo que mas a mano tenía, pero que no le hacia ningún asco a las muchachitas adolescentes que iban a su confesionario, principalmente en busca de consuelo por amores prohibidos por la edad o no correspondidos. Incluso había comidillas entre las comadres que la hija de un magistrado, muy joven ella sin novio ni pretendiente conocido, había desaparecido del pueblo, para volver de casa de su madrina, en San Sebastian,con marido vasco, algo afeminado y un bebe en brazos. La gente decía, muy maledicente, que al niño solo le faltaba el bonete, para ser un calco del cura.
La segunda circunstancia, que no pudo ni quiso contar, fue que Roldan, le chupó su rabo hasta ponerselo muy duro y que asustado porque se veía venir la leche, de un empellón apartó al niño culpandole de ser tan maricón...
- ¡Como yo, joder! - grito mientras el jaco trotaba por el camino hacia su casa.
No podia quitarse de la memoria, ver al niño desnudo de espaldas con su hato de ropa en brazos dirigirse a la puerta "cierrala bien cuando salgas, ya te daré yo" sin dejar de masturbarse pensando que Roldanito se le sentaba encima y él entraba por su culito como la pala en la mantequilla tibia. No quería correrse, pero alimentado de esas imagenes tuvo una efusión intensa y duradera que después de satisfacerle le hizo llorar amargamente.
- ¡Es mi hijo,mi hijo! - vociferaba propinandole absurdos latigazos a la bestia, porque no se los podía dar él. Además rememorando aquellas escenas y deseos imposibles habia conseguido despertar su cuerpo produciendole una duradera erección.

- Bueno, Roldan - dijo Don Arsenio con suave entonación - eso que ha contado tu padre es grave, hijo mío. Hay que comprobar si el diablo ha dejado alguna marca en tu tierno cuerpo. Porque tu sabes, y si no lo sabes te lo digo yo, el demonio se encapricha precisamente de los que Dios mas quiere y les marca en el cuerpo como suyos, por eso ahora nos vamos a desnudar los dos. Primero para que veas que yo no tengo la marca porque soy ministro del Señor y yo para comprobar que tu no la tienes. Así que vamos a mi casa. Aquí en la sacristía no estaría bien que nos desnudasemos.
- ¿Y si no tengo la marca, no tengo que ir a eso de la capital? - preguntó inocentemente el crío.
- Ya veremos, aunque como tienes que hacer la comunión sería conveniente que hicieras esa penitencia.
Nada mas entrar en la casa del cura, Don Arsenio le condujo hasta su dormitorio. Al entrar, cerró tras de si y echó la llave. El niño hizo intento de desvestirse y el cura con mano temblorosa le detuvo.
- No, espera, yo me desnudaré primero para que compruebes que no hay marca alguna y luego yo, poco a poco iré desvistiendote para no pasar nada por alto.
Don Arsenio se fue desabrochando la sotana poco a poco hasta dejarla abierta por delante. Debajo, no llevaba nada, pero el vuelo del habito impedía que se abriese.
- Ven hijo, entra dentro de la sotana, que yo te abrigue con vestido de la santidad - tenía la voz cambiada, como más ronca y temblorosa.
Roldan se acercó al cura y cuando rozaba la tela, el cura abrio el habito y empujó hacia él  a Roldan que se vio estrechado contra un cuerpo desnudo con un pene duro que casi le hacia daño contra su pecho por la fuerza del abrazo del cura.
- Déjame quererte Roldanito y seamos felices. Disfruta de un cuerpo sin marcas del maligno - y con estas palabras se despojó de la tunica separándose del niño un paso para que pudiera contemplar su cuerpo con su verga en total erección.
Como si de un reflejo se tratase y de la forma mas natural Roldan echó mano al trozo de carne duro del cura. Él al sentirlo se estremeció y guiado de la naturaleza y su instinto Roldan masajeó al cura hasta que asomó en todo su esplendor un capullo rosa fuerte que incitó al niño a acercar los labios. En cuanto el capullo se insinuó en la boca se inició la eyaculación. Roldan, que no sabía que pasaba hizo intento de retirarse, pero Don Arsenio le tenía cogido por su cabeza y se lo impidió.
- Traga, hijo, traga, esto es un milagro, es leche santa - animó con voz tremola al pupilo.
Roldan tragaba a medida que el pene ofrecía semen y no protestaba en modo alguno. Chupaba y chupaba porque quería más y pensó en ese momento que si en lugar del cura fuese Sandalio habría muerto de emoción. 
Don Arsenio sintió que le temblaban las piernas, dio un par de pasos hacia atrás y cayo rendido en la cama.
- Don Arsenio, ¿me voy desnudando ya? - preguntó candidamente Roldan.
El cura terminó de recuperar el aliento, abrió los ojos y con un gesto le dijo al niño que se subiese a la cama y se tumbase junto a él.
Con meditada morosidad el cura iba despojando de sus ropas al niño al tiempo que su miembro recuperaba vida. Al dejarlo desnudo de medio cuerpo arriba, el cura mordisqueó muy suavemente los pezones de Roldan que para sorpresa del niño cobraban vida. Luego con un dedo Don Arsenio rozaba con suavidad primero y rudamente al final los pezones al crío que sin saber como comenzaba a jadear
- Más,  más - solo acertaba a decir
Cuando el cura pasó del roce al pellizco cada vez mas intenso, Roldan estaba ya entregado. Se lanzó al miembro del cura ya tan duro como antes metiendosela en la boca hasta provocarse la nausea lo que le hizo retirarse.
- Por lo que voy viendo reaccionas bien y no hay marcas del diablo. Veamos ahora de cintura abajo - comenzaba diciendo esto a quitarle los pantalones.
Unicamente con la ropa interior puesta, la excitación del pobre chico era evidente y el religioso metió los dedos por la pernera del calzoncillo acariciandole sus bolsas testiculares completamente desnudas, como correspondia a la edad.
- Me hace cosquillas, padre
- Esa es buena señal, hijo, tienes sensibilidad de hombre honrado. Ahora vamos a ver la parte mas peligrosa - retirandole el calzón.
Con Roldan tumbado boca arriba junto al otro cuerpo del cura, éste acariciaba muy suavemente la parte ventral del pene. Se ensalibaba la mano y seguía acariciando, retrayendo en cada pasada el pellejo que protejia el capullo. A cada bajada de pellejo el niño emitía un gemido.
- ¿Te produce placer o dolor, niño? - preguntaba el cura en tono profesional.
- Me gusta mucho, Don Arsenio. ¿Va a bajar el pellejo del todo o no se puede? - preguntaba temeroso Roldan.
- ¿Tu quieres que se baje, quieres que lo hagamos?
- Si, por favor, padre, si quiero.
- Entonces, ahora, con mucho cuidado con la boca lo suavizaré y saldrá el capullito entero. Eso te dará placer y será seña de que dios te quiere como hijo.
- Hagamelo ya, padre, no se que me pasa, no se, no puedo respirar bien.
- Enseguida pasará - le tranquilizó el cura.
Con mucha delicadeza y una lengua experta poco a poco fue retrayendole el pellejo al niño, hasta conseguirlo. El niño al sentir su balano exento y muy sensible se quejó.
- No te dolerá, ¿verdad? sería una mala señal. Verás, voy a pasar la punta de la lengua por el frenillo. Mira, esto es el frenillo - levantó la cabeza a Roldan para que se fijase. 
Comenzó a pasar levemente la lengua por el frenillo de Roldan, que inmediatamente comenzó a jadear.
- ¡Ay, padre! que no se que me pasa, pero me gusta mucho. Por favor, padre, mas deprisa - y en ese momento dió un respingo y echó las manos a la cabeza del cura para obligarle a que continuase con su estimulación. ¡Que me gusta, padre, quiero más! - y perdio el conocimiento.
Fue solo un par de segundos lo que se privó el niño, pero le abrieron a un mundo nuevo que con Sandalio solo intuyó.
- ¿Que ha sido eso, padre?
- La confirmación casi total de que no tienes marca. Solo queda la prueba definitiva.
Tumbó a Roldan boca arriba y le hizo abrir las piernas, le metió debajo de su espalda una almohada doblada con el ano bien expuesto. Escupió sobre su ano y con sus dedos empezó a masajear.
- ¿Te gusta esto, Roldan?
- Mucho, padre. Me gusta pero por ahi sale la caca. 
- No importa. Mira esto - y se lanzó con la lengua fuera ha impactar el ano del niño y empezo a lamer e intentar insinuar la lengua dentro.
- Si, me gusta, pero ¿que me está metiendo? - preguntó preocupado
- La lengua. Se que te gusta - y volvió a chupar el culo del niño que gemía con cada aumento de intensidad de arremetida con la cabeza - ¡como disfrutas con esto Roldan!
- Si, ¿pero no le sabe a caca cuando mete tan profunda la lengua?
- Claro pequeño, pero eso le da mas interés - volvió a insertar profundamente la lengua en su ano y la sacó para echarse sobre la boca de Roldan - chupame la lengua niño, ¡chupala!
Roldan chupó la lengua del cura y notó un lejano sabor amargo y dulce al tiempo.
- ¿A que no te desagrada?
- No - respondió con voz temerosa - es un sabor raro, pero no sabe muy mal.
- ¿Y si en lugar de la lengua, metiese otra cosa?
-¿Que cosa?
- Algo como lo que sujetas ahora mismo en la mano
- Pero, pero..., - empezó a angustiarse - es muy grande
- Encomiendate a San Sancho que fue martirizado empalado y yo seré muy cuidadoso.
Roldan, empezó a llorar negandose a ser sodomizado.
- Entonces era verdad. Esa era la ultima prueba. Al negarte, me confirma que llevas la peor de las señales, la del culo, que protejeras con tu vida.
- No, no, por favor, metame eso, yo me encomendaré a ese santo. No lloraré, lo prometo.

sábado, 20 de junio de 2020

ROLDÁN


- ¿Que has hecho insensato? Te tendrás que casar con ella. Se la metes por el culo como hacemos todos, pero no, tu has tenido que comerte la tarta de boda antes de pasar por vicaria. Ahora todo a la bulla para que se note poco y lo que nazca, sietemesino. A Pradito habrá que mandarla al cigarral de su abuelo y a ti mandarte a Madrid para hacer como que haces. A ver si al menos aprendes a ayudar a parir una yegua ¿Tu sabes quien era para ti? La pequeña de la Marquesa viuda de la Torremocha, un capitalazo, ahora nos conformaremos con la insulsa de la Pradito, que mucho Señorío de Ocaña y Baronía de los Dos Barrios, pero ni un maravedi. ¡El braguetazo lo ha dado ella! Así estaba de exultante, con esos colores en misa de doce en la Ermita, que parecía que se iba a salir de la golilla.
Bueno, habrá que prepararlo todo. Yo hablaré con el medico y el alcalde, me deben algunos favores, y con Don Arsenio que de carpetazo ligero a las amonestaciones. ¡Serás mi hijo primogenito, pero eres un charran! Asi vociferaba Don Victorio el padre de José al enterarse de que su hijo viva la virgen, José había preñado a una señorita de muy buena reputación.
José volvió de Madrid para los esponsales donde parecia que algo había sentado la cabeza porque las noticias que le llegaban a su padre es de que asistia a clase y era miembro activo en practicas y examenes. Algo que Don Victorio, no se esperaba.
El fruto del parto resultó ser un varón de lo que su abuelo se mostró muy orgulloso y quiso que llevase un  nombre de leyenda por su afición a las gestas épicas: Roldán. Pradito lo parió en el cigarral donde se desplazó el partero de la corona, debido a los vínculos, via lecho de monarca de su tio abuelo, el general. De esta forma, las comadres no pudieron nunca echar cuentas de los meses de gestación ni dias transcurridos. Se esperó a que José,  ya Don José volviese de Madrid con su titulo y nombramiento de veterinario de la Plaza de toros, lo que iluminaría aun mas sus blasones, habida cuenta de los diestros que por aquella plaza pasaban cada año, dandole importancia mundial, sobre todo en America.
Volvió Pradito para el bautizo de Roldan, todo un acontecimiento. Jose, ya con el don ganado con su título de veterinario, titular de Plaza de Toros, todo eran parabienes. La finca que su padre le regaló cerca de la Plaza de toros constaba de una casa grande tipica de la zona vuelta hacia la vida domestica, pocas ventanas al exterior y todo volcado al patio, enorme patio al que se accedía a traves de un pasaje solado con grava de rio de diferentes colores formando el escudo de la familia, las tres moras y que conectaba un gran zaguan con la calle. Lo cerraba a la calle cada noche un porton claveteado de madera de la guinea traído por el abuelo de José.
La vida de Roldan transcurrió entre arrullos y besos tanto de su madre como de un ama de cría, Saturnina, que se contrató a tal fin por ser recién parida como Pradito y tener unos rotundos pechos que habrían dado de comer a cuatro como Roldan. Su prácticamente hermano, de leche, era Sandalio que su madre le puso en memoria de su padre, bandolero de la serranía de Toledo que tenía a Saturnina engatusada regalándole la oreja y manteniéndola bien regada a cada visita al pueblo, hasta que una pareja de la Guardia Civil lo encontró, de pura chiripa saliendo de madrugada de la choza de Saturnina y de un arcabuzazo lo dejó en el sitio, nueve meses después, Satur que así la requebraba él, parió a Sandalio.
De manera que sin comerlo ni beberlo Don José, sin saberlo, le había dado a su primogénito un hermano que con el tiempo iba a trazar su existencia. 
Los dos años que el ama de cría estuvo amamantando a los pequeños la vida transcurrió sin mas incidentes que los propios del diario domestico de una casa de familia.
Llegó el momento de finalizar la alimentacion materna. Ya Roldan comía todo tipo de alimento, además de la teta que tanto para él  como para Sandalio era ya un vicio. Saturnina volvió a su choza con su Sandalio y el sueldo conseguido en los dos años de permanencia en el domicilio de los Árdela.
Ya la primera noche no hubo forma de consolar a Roldan. Era un llanto que no sugería dolor alguno, solamente era lloro de pena de un bebe.
Asi transcurrió una semana entera hasta que el padre, ante la desesperación de todas las personas que vivian en la casa decidió hacer venir a la Satur con su hijo Sandalio.
Satur venía muy enfadada porque desde que salió de la casa grande su niño Sandalio no dejaba de gimotear, no queria comer y estaba muy rabioso; daba ya sus primeros pasos y se negaba a caminar otra vez.
En cuanto Sandalio y Roldan se volvieron a ver estallaron en risas. Sandalio se retorció como una serpiente en brazos de su madre hasta que pudo dejarle en el suelo. Corrió vacilante hasta encontrar a su hermano de leche y abrazarse con el intercambiando mas babas que besos como tal.
Don José y Pradito a regañadientes, consintió en que los dos niños continuasen juntos.
Y asi fue. Los dos siguieron juntos creciendo sanos y alegres. Eran como gemelos, lo que le pasaba a uno lo sufría el otro. Nunca dejaron de dormir juntos, ni comer ni llorar.
Satur apareció llorando un día delante de la señora Prado.
- ¡Hay señora, que disgusto de niños!
- ¿Que pasa Satur? No ve que con Garparillo, ya tengo bastante. Venga, habla que les sucede a los niños.
- Estaban en la camita, los dos muy abrazaditos, pero desnuditos.
- Tendrían calor, Satur, ¿que alarma esa?
- No señora, no es porque estuviesen desnudos. 
- Habla, por Dios.
- Es que mi Sandalio tenia la cabecita donde la pichurina su Roldan y su niño su cabecita donde la de mi niño y cada uno la tenía metida en la boca del otro. No me pareció esa postura muy normal y por eso vine corriendo a decirselo.
- ¿Está segura, Satur de haber visto lo que dices.
- Si señora. Si los he separado yo y a mi Sandalio le he dado un azotazo, y no vea como se me ha revuelto Roldan.
- Bueno Saturnina, ya se lo diré yo a mi marido, ahora vaya usted a ver que hacen ahora.
Los niños, se habían refugiado detras de una comoda, seguian desnudos, sentados en el suelo y abrazados.
¿Te han dolido los azotes de su madre, Sandi?
- No me han dolido Roldan, me gustaba hacer eso que me dijiste. Otro día nos vamos a la vaguada, donde la chopera y allí no nos va a ver nadie.
- Eso Sandi. Quiero estar haciendolo contigo todo el dia.
- ¿Donde estáis sinvergüenzas? - Satur, entró en la habitación como un vendaval, y en un par de ojeadas los encontró. Estaban acurrucados cogiendose cada uno sus partes, como para esconderse. Al encontrarlos agarró a cada uno de una oreja y los levantó en peso.
- Vamos, guarrones, a vestirse. ¿Quien me iba a decir a mi que iba a tener un niño pervertido?
Prado lo habló con su marido.
- Déjamelo a mí - dijo el veterinario a su mujer - verás como arreglo yo esto en un pis pas.
Después de comer, que venga a verme a mi despacho. Solo y que no nos molesten. 
Acabaron de comer y Roldan saltó de la silla para irse a la cocina en busca de Sandalio. Su madre le detuvo.
- Roldan, tienes que ir al despacho de tu padre.
Roldan, asi como Sandalio estaban proximos a su primera comunión a los siete años.
Entró en el despacho de su padre que le aguardaba sentado tras de su mesa de escritorio.
- Ven hacia aquí, Roldan, mi primogénito. Quiero que sepas que esto no es un juego de niños. Desnudate por completo y acercate.
Roldan, temblando y temiendose una azotaina con el cinto, se despojo de sus ropas y desnudo rodeó la imponente mesa castellana hasta situarse al lado del sillón de su padre. Lo que vio le dejó estupefacto. Jamás hubiera pensado ver a su padre así. Estaba desnudo de cintura para abajo y una verga enorme a ojos de Roldan emergia entre sus piernas.
- Ven, y hazme a mi lo que le hacias a Sandalio. Anda ven y coge este trozo de carne con tus manos, es como el de tu amigo, solo que ha crecido más.
Roldan se acercó a su padre, entre sus piernas y en cuanto sintió el tacto liso y calido del miembro del padre en sus manos, él experimentó una instantanea erección.
- Con que era verdad lo que suponía, que tengo un primogenito con polla inservible y coño en lugar de culo - apartandole de un manotazo sus manos de su cuerpo - pero te vas a enmendar, eres aún pequeño. Mañana temprano vamos a ver a Don Arsenio, el cura, el te quitará ese vicio que el diablo, sin duda, te ha metido en el cuerpo. ¡Ah! Y ese niño sale hoy mismo de esta casa. Nunca mas volverás a verle, o te mataré. Ese ha traído la ruina a mi familia.
Esa misma noche Saturnina con su hijo, llorando como Roldan, salia de la casa grande para no volver.
Esa noche Roldan la paso llorando, dormitando y despertandose cada poco buscando a su hermano y encontrando solamente sabanas frías. Muy temprano la doncella le saco de la cama para vestirle de domingo que tenía que ir con su padre a ver a Don Arsenio.
Bajo a desayunar a la cocina su tazón de leche con pan migado y miel y casi sin poderlo comer del disgusto de la noche en soledad su padre se lo llevó.
Don José llevaba un landó de una bestia. Alli se montaron para llegar a la Ermita.
En la contaduria, un Arsenio, cura casi recien ordenado y serio como un ajo les recibió tras de la mesa.
- ¿Que les trae por aquí Don José? 
- Su consejo y orientación, padre Arsenio. Este niño, mi primogenito ha salido torcido.
Don Arsenio miraba serio e intenso a Roldan lo que le obligaba a humillar la mirada. Temblaba, pero no hacia frío. No tenía idea de la gravedad que su padre imprimia a ser feliz y disfrutar de hacer feliz a otro, y mas si ese otro era Sandalio. En ese momento recordó la sentencia de su padre : nunca jamás volverás a verle.
- Cuenteme Don José, ¿es un pecado grave?
- El peor, padre, el peor. Pecado nefando.
Roldan estaba mirando a hurtadillas al cura y cuando escuchó de boca de su padre lo de pecado nefando, el cura desencajó la mandibula, se llevó las manos a la cabeza y se interesó.
- Cuentemelo con todo lujo de detalles.
Don José relató lo que su mujer le refirió que a su vez explicó la madre de Sandalio. La version final diferia de la realidad.
- Este discipulo de la concupiscencia estaba manteniendo relaciones con su hermano de leche, con la mano, con la boca y no está  muy claro si con el ano.
- ¡Valgame Dios! Y tan pequeños. Estan poseidos - y Don Arsenio se santiguaba una y otra ve.
- Yo Don Arsenio, quise comprobar si Roldan era victima o victimario y le hice prueba de fuego. Le puse como dios lo trajo al mundo frente a mis partes - el cura se movía incomodo en su asiento mientras asentía con la cabeza y se secaba la saliva que le rebosaba por las comisuras - le dije que me sujetase mi miembro
- ¿La verga, flaccida, o bien dura? - preguntó el cura muy interesado
- ¡Flaccida, Don Arsenio, que es mi hijo! Para mi fue un sacrificio.
- ¿Tiene la conciencia clara de que no hubo algo de disfrute en el tocamiento? - preguntó severo Don Arserio.
- Hombre, padre, ahora ya me pone usted en medio de la duda.
- Bueno, sigamos. Cuando este niño pecador le sujetó el miembro ¿que sucedió?
- El niño enseguida se empalmó y me acercó  su sexo a mi pierna. Hizo intención de llevarse mi pene a la boca...
- ¿Y, Don José, y?...
- Si, tengo que confesarlo. Me quedé como hipnotizado y creo que llegó  a rozar sus labios con el capullo.
- Papá, si me la meti entera hasta que me diste el empujón y me puse a llorar - dijo inocentemente Roldan.
- ¿Estuvo mucho tiempo, Roldan? - preguntó melifluo el cura.
- No mucho, me habría gustado más,  mi padre enseguida me empujó.
- Muy bien Don José. Usted y yo ya hablaremos en confesión.
- Como usted diga Don Arsenio. ¿Y el niño?
- El niño, hace la comunión este año. Hay esperanza. El niño se queda aquí, tendré que investigar bien y discernir hasta donde ha llegado el demonio en su destrozo. Vaya usted a casa y que el servicio le acerque después muda para pasar siete dias. Mañana lo llevare al seminario a la capital para prepararle para la comunión, hará unos ejercicios expirituales penitenciales, que le arranque el pecado de raiz de su alma. Transcurrida esa semana podrán enviar a alguien, o venir usted a recogerlo.

martes, 16 de junio de 2020

EDUVIGIS - 5 -


- ¿Puede ponerse Don Roldan Árdela?
- ¿Es usted Doña Eduvigis?
- Si señor, la misma.
- Señora, todas las semanas la misma conversación, Roldan, no asunta desde aquella paliza, cuando él salía solo de paseo. Claro que puede venir a verle, pero no va a hablar por teléfono, sabe usted que está en coma. Puede usted traer cada semana un cura diferente, intentar confesarle, perdonarle y darle la comunión, pero le aseguro que no se va a enterar de nada.
- Yo creo que si. Por eso llevo sacerdotes tan jovenes, son los que mas inflamados estan de fe y confian que el Señor obre el milagro.
- De acuerdo - respondió el interlocutor sin convencimiento - pero, oiga, Doña Eduvigis, el cura podría venir sin tanto revestimiento, o ponerselo en la habitación, a algunos ancianos les acongoja verlo, se creen que ya van a morir.
- Irá con su sotana. Conforme en que las vestiduras sagradas se las ponga en la habitación. Hasta mañana. Iremos a la hora de siempre por la tarde.
Aquella conversación le llevó a otra que mantuvo con su padre camino de vuelta a su casa después de confesarse el incesto.
- ¿Te ha puesto mucha penitencia Don Arsenio?
Eduvigis arreboló las mejillas reviviendo aquello a lo que llamaban confesión.
- Hija mía, antes de que abras tu corazón y dado que supongo que has sido ocasión de pecado para un hombre tan recto como Don Jose, empieza por ejemplizarme, de que manera tan abyecta lo habrás hecho. Por la mujer entró el pecado en el mundo y eso hay que expiarlo - y mientras pronunciaba esa cinica y podrida homilia, enarbolaba un impresionante pene al lado de la cara de Eduvigis - abriendo la boca, por ejemplo, y comulgando con la santa leche de un siervo del Señor. ¡Chupa, preciosa! Y que yo vea como aguantas las arcadas.
- Pero padre Arsenio...
- Calla zorrita y mama de este otro padre. El culito, que ya tienes preparado vendrá luego.

- ¿Y esa rosa roja que asoma a tu cara, niña? El padre Arsenio la tiene grande, pregunta a tu hermano, Roldan, a ver que le parece y que te diga si folla bien. Aunque eso ya lo habrás comprobado tú, preciosidad.
- Si padre - empezó a llorar - quiso desflorarme - continuó entre jipidos y le dije que por favor por el culo que tenía que llegar virgen al matrimonio.
- Muy bien, Eduvigis. Ya tendré yo unas palabritas con Don Arsenio.
- También me dijo que me llevaría a la capital a que Don Bernabé me purificase de mi concupiscencia.
- De eso, nada. Una vez te cases, que tu marido decida, pero estando bajo mi ferula a casa del canonigo, nunca.
Ese camino de ida y vuelta a la Ermita lo realizaron muchas veces Don José y Eduvigis. Y a cada nuevo paseo mas relajada y dicharachera estaba Eduvigis que ya ahormada por el miembro de su padre, primero y amigos de él despues disfrutaba de las ocurrencias de cada uno. La niña, no por eso perdía su aire angelical. Esa mirada limpia de inocencia era lo que encandilaba a los hombres y jovenes de posibles del casino. Ese casino edificado al lado de un palacio propiedad de la corona y administrado por un gentilhombre de oscuro pasado y dudosa reputación. Se decía de él que se había criado en Fez en el harén de un Raja inmensamente rico, pero todo eran suposiciones. Cuando se edificó el casino, en tiempos de la ocupación francesa alguien quiso establecer un paso excusado en la medianeria. La puerta era ignota tras una de las estanterias de la biblioteca y pocos socios sabian el mecanismo de paso. El palacio era una casa de tolerancia para gente de posibles y las putas, eran pocas, aunque de buen porte, porque la casa mas bien se utilizaba para aquellos devaneos que serian imposibles sin que el común pusiera el grito en el cielo si supiera que por ejemplo el justicia mayor solo gozaba con collar de perro, cadena y castigo severo para lamer las suelas de los botines de quien le apalease convenientemente sus pelotas. Y esto como ejemplo, el alcalde, el medico, el Sr. Obispo y demas gentes principales tenian "sus rarezas" que solventaban a cambio de buenas bolsas y les permitian llevar unas vidas intachables cara al publico.

Caminando de la mano de su padre entre los asistentes al acto de mayoría de edad de las señoritas que solo las facultaba para poder pretender y que fuesen pretendidas, veía las sonrientes caras de los que aplaudían y recordaba sus caras de salacidad cuando le pedian que abriese la boca para escupirles dentro y a continuación entrar a saco con lengua a llevarse la saliva de ella.
La primera vez que su padre la llevó tenia recien cumplidos los catorce, los pechos ya bien desarrollados, su virgo intacto y el ano con la horma de una berenjena. No sabía a que subian a la biblioteca y una vez allí vio que su padre abría la libreria donde estaban, "los franceses", busco "Gamiani" Alfredo de Musset y tiró de él, el libro basculó y la libreria giro sobre unos goznes. Tras la libreria un estrecho pasaje de un metro aproximadamente salía detras de un pesado cortinon de terciopelo verde. Tras el cortinaje una habitacion con una inmensa cama cuyo dosel era un gran espejo.
- Quedate aquí Eduvigis y vete desnudando hasta quedarte con el refajo, de cintura para abajo, desnuda. Ahora voy a venir con unos señores con los que tendrás que ser muy amable y comprensiva. Ninguno te va a robar tu virgo, pero no te niegues a nada.
Cuando su padre salió por la puerta la muchachita en lugar de temblar de miedo, empezó a temblar de excitación. Estaba tan mojada que al moverse dando unos pasos sus ninfas resbalaban una contra la otra y su necesidad era llevarse la mano a su sexo para masturbarse como hacia cuando su padre la encalomaba su verga por el culo. Se excitaba pensando en el numero de hombres que vendrian a gozar de su cuerpo. Se tumbó en la cama muy abierta de piernas y empezo a acariciarse el clitoris y a gemir de placer. 
En ese instante se abrió la puerta y entró Don José, seguido de Don Arsenio, el cura, Don Teodoro, el medico y el Sr. Alcalde. Con ellos y como intentando pasar desaprcibido un chico de no mas de veinticinco años, que intentaba ser transparente. Se notaba que era una situación nueva para él y no se encontraba comodo. La puerta se volvió a abrir y entro una mujer mas mayor, como de cuarenta, completamente desnuda.
- Pero esta es una corderita tierna - dijo la mujer - debe tener seda en lugar de coño.
- Es mi niña - dijo Don José y la he traído para enseñarla lo que es follar. De momento por el culo, es virgen y lo será hasta su matrimonio como dios mamda.
- Como debe ser - apuntilló Don Arsenio.
- Pues usted, su santidad, bien que quiso...
- La carne es debil, hijo.
La mujer se dirigió a Eduvigis y sin mas requisito, comenzó a masturbarla para a continuación seguir estimulando con la lengua. La niña comenzó a jadear mas fuerte, llevó sus manos a la cabeza de la mujer apretandola para sentir mas.
Ante el espectaculo todos los hombres tenian sus vergas en la mano salvo el muchacho nervioso que se había despojado de sus pantalones y se dirigia a la cama exhibiendo un pene tirando a grande. Eduvigis, gracias a la sabiduria de la mujer iba de orgasmo en orgasmo, por eso, cuando el chico se le acercó resuelto y le aproximó su verga a la boca, Eduvigis se la trago con ansia y chupando intensamente hizo que el muchacho se corriese. Guiada de instinto sexual entreabrió la boca enseñandole su semen al chico. Este al verlo no se lo pensó y selló la boca de Eduvigis compartiendo con ella el esperma. Luego se le quedó mirando fijamente a los ojos y la capturó en ese momento. Ella olvidandose de que la mujer la chupaba se giró por completo,abrazó al muchacho y ahora, si, fue ella la que beso, teniendo por primera vez en su vida la voz cantante y el dominio de una accion de sexo. Estaba enamorada como si Cupido hubiese actuado.
- Francisquito, ¿que haces? - estalló irrittado Don Teodoro - hemos venido todos a disfrutar y nos has cortado a todos. Perdonenle ustedes - se dirigió al resto de caballeros -, es mi sobrino, un poco corto, por eso le traje, que fuese perdiendo ese cuajo, y a fé mía  que lo ha perdido.
- Señor Alcalde - tomó la palabra Don José - Eduvigis tiene una puerta trasera realmente prodigiosa. Haga usted uso de ella y disfrute. Vero - se dirigió a la mujer - ahora le va a follar el culo el Sr. Alcalde, que le coma el coño y se vaya acostumbrando a lo que es un lesbico. Además le gustará. 
Mientras Vero rodeaba a Eduvigis para cabalgar su cara y darle su sexo, el alcalde hundía su grueso pene en el ano. El médico, después de ver lo de su sobrino y ahora al alcalde se despojó de los pantalones y fue en busca de Vero, la apartó de la boca de Eduvigis y le clavó la verga.
- Francisquito, ven aquí, haz algo util - le urgio Don. Arsenio al sobrino del medico - dame con la mano, ya no puedo más.
El muchacho se acercó al cura y con mucho apuro cogió el pene y lo agitó debilmente. El cura le cogió la cabeza y con fuerza le hizo arrodillarse delante de él.
- ¡Chupa de una puta vez, maricón! - obligando a Francisco a chuparsela. 
El cura se corrió enseguida. Francisco escupió como pudo el semen tosiendo y atragantandose. El cura se guardó su pene, se recompuso y salió de la habitacion.
En ese momento Don Teodoro acababa de correrse se recomponía para marcharse. Mientras, Francisco se acercaba a Eduvigis con el alcalde sudoroso y arremetiendo con mucho esfuerzo.
- Necesito volverte a ver - le susurró - se que me he enamorado de ti.
- ¿No te importa todo esto en lo que me veo metida?
- No me importa nada. Iré a casa de Don José a verte.
- Tendré muchas cosas que referirte. Mi vida es muy agitada.
- Francisquito, nos vamos - ordenó Don Teodoro.
Francisco arrebató un dulce beso a Eduvigis al tiempo que el Sr. Alcalde desistía en su empeño de eyacular, saliendosele un pene goteante y flaccido.
- Don José - se justificó el alcalde - a ver si otro día me pilla algo más fuerte y no doy gatillazo.
- Eso Sr. Alcalde, y a ver si hablamos de esos terrenos de mi familia cerca de la Ermita, que poco a poco se van quedando en el centro del pueblo.
- Ya hablaremos, Don José.
El alcalde salió al tiempo que Vero de la habitación y Eduvigis y su padre se quedaron solos.
- Vístete niña, que nos vamos.
Por el mismo camino por el que entraron, regresaron a la biblioteca del Casino y de alli volvieron a su casa.
- ¿Has disfrutado, cariño?
- Habría disfrutado más a solas con el sobrino del medico. Me ha dejado muy impresionada, padre.
- No es mala familia, solo que el muchacho dice que es artista y no quiere hacer nada de provecho.
Al dia siguiente a la fiesta de presentación  en sociedad Francisco  apareció en casa del veterinario. Estuvo hablando con Roldan y Gaspar. Amo, el mastin de Roldan no se separó de ellos. Finalmente Eduvigis acompañó por la finca a Francisco hasta la casa de su madre, para presentarsela.
- Mama, este es Francisco, el sobrino de Don Teodoro. Viene a verme. Yo le quiero
- Y yo también, señora Isabel y me da igual que su padre la haya usado como a una mercenaria para sus negocios. Me la voy a llevar a Madrid. Allí yo tambien podré desarrollar mi arte, soy pintor y la sacaré de aquí, donde Don José, me temo que la rechazará cuando ya no pueda sacarle renta.
- Si, hijo, con mi bendición.
- Cuando estemos afincados la traeremos con nosotros y la sacaremos de aquí, donde es voz popular que no se la quiere. Esta noche por la linde norte estaré esperandola y nos iremos.
Esa misma tarde Eduvigis no pudo mantener oculto para Roldan sus planes.
- Me veré obligado a casarme con Vicenta y seré muy desgraciado. Prefiero los hombres, Eduvigis, tu lo sabes bien, pero padre me mataría. No se. Tenme al día de tus señas en Madrid, quizá yo también tenga que escapar de esta prisión.
A la mañana siguiente Eduvigis no apareció a desayunar, ni a almorzar ni a cenar.
Al otro día, Isabel era expulsada de la casa. Le dieron un duro y su ropa y tomó el camino de Madrid.

lunes, 15 de junio de 2020

EDUVIGIS - 4 -


Fue abrir la puerta, contemplar la escena de Luisa con dos hombres, y trasladarse al sotano de la casa grande, atada a un potro de gimnasia con la piernas bien abiertas sodomizada por Don Bernabé, el canonigo de la catedral a cuyas fiestas llevaba el cura de la ermita a Roldan hasta que cumplió los dieciocho y se hizo viejo para todos.
Se quedo sin aliento al ver a su nieta gozando de dos a la vez y se tuvo que sentar, pero no de escandalo, sino de deseo.
Se retrató nitida la imagen de ella entregada como una hetaira griega a sus dos hermanastros en la habitación de la casa del tio abuelo primero, el general amante de aquella reina castiza e inculta, y luego en casas de tolerancia de la capital, donde era entregada para disfrute de todos a cualquier tipo de cabrito con ganas de sexo sin cortapisas eclesiales, donde no existiese el pecado y solo se ganase el cielo a fuerza de ser lo que el cuerpo pedía.
Cuando el coche de su hijo Luis (¡Ay! si Luis supiese quien era su padre) salió con su nieta dentro, se vio ella en la calesa con sus hermanastros camino de la casa de la plaza de la Catedral. Aun recordaba con nitidez el dolor-placer que la volvía loca, de los pellizcos en los pezones por los que se peleaban Roldan y Gaspar con los jaleos de Antonio, "dele caña señorito, es lo que ella pide a gritos. Metale el rabo hasta la garganta, que vomite el puterio que la reconcome"
Después de aquel dia, ya nada fue igual en la casa del General. Mientras vivieron allí, las visitas a las caballerizas con el supuesto pretexto del amor a los caballos eran constantes. Las fiestas de sexo con el caballo enseñado eran constantes, cada noche. Eduvigis se entregó tal como le aconsejó su madre y en sus nalgas y muslos empezaron a aparecer los testigos de aquellas noches de locura.
Sentada aún en la entrada de su casa reconocía con sus dedos cada cicatriz, cada marca que le dejaron los latigazos que tanto excitaban a sus hermanastros primero y luego a sus amigos del casino cuando la obligaban a prostituirse en el lupanar de lujo que existía al abrigo del casino.
Con esa imagen de su nieta entregada (ella creería que a lo maximo de depravación) recordó como fue la noche de su presentación en sociedad con sus quince años. Fue todo un triunfo de su estampa. Sobresalía en belleza y porte sobre todas las demás.
Su padre Don Jose la presentaba en una sociedad hipocrita donde casi todos los hombres habian navegado por los pliegues de la supuesta virgen alcanzando su mayoria nubil para el desposorio. Apoyada su mano en la de su padre empezó a llorar.
Eduvigis mirando aún por la ventana recordo aquel impresionante momento en el que lloró no por lo que todos alli presentes y aplaudiendo pensaban.
Tenia doce años. Hacia meses que habia visto su cuerpo sangrar. Como cada noche su padre se acercaba a la casa de su madre a visitarla, era la rutina. Hacia ya dos años que ella se empeñaba en pasar mas tiempo con su madre, por lo que pasaba algunas semanas en su casa de la vaguada, desde donde no se veía la casa grande.
Aquel dia, tarde ya, acostada en su alcoba, escuchó como su padre introducía la llave en la cerradura y la puerta después de hacer el familiar ruido al abrirse, cerrarse. Crugió como de costumbre la puerta de la habitacion de su madre y después murmullos, gemidos y sonido de las tablas resecas sobre las que reposar el colchón de suave borra. Eduvigis le picó la curiosidad y más después de escuchar ciertas conversaciones entre el servicio. Se levanta de la cama sigilosamente y se acerca a la alcoba, donde la puerta permanece entreabierta.
Sin darse cuenta, Eduvigis sin dejar de tener perdida su mirada glauca tras los cristales, se lleva la mano a su sexo ya muy ajado de la edad y un estremecimiento le recorrió el cuerpo, recordando aquel otro estremecimiento.
- Eduvigis, niña, ven, entra - levantó la voz su padre sin dejar de ayuntar con su madre.
- Don Jose, por dios, mi niña - le suplicó Isabel.
- Ya es una mujer, tiene que empezar a saber como hay que comportarse - corrigió el hombre - venga nena, entra.
La niña empujó la puerta con precaución y entró  al tiempo que Don José destapaba la ropa de cama y que la niña pudiera ver su cuerpo y el de su madre desnudos. Eduvigis tuvo la sensación de desmayarse, con una tiritona que ella quiso atribuir a que estaba enfermando, pero al tiempo tenía necesidad de tocar la piel de la nalga de su padre.
- Acercate, ven, mira, pequeña - su padre le animaba a acercarse - quitate ese camisón y entra a la cama. Seguro que te has metido mas veces en la cama con tu madre, solo que ahora estoy yo, tu padre.
Como un automata, hipnotizada, Eduvigis se desnudó.
- Ah, mira, tiene su toldito ya poblado - se dirigió como sorprendido Don José a Isabel.
Eduvigis se encaramó a la cama y su padre se salió de su madre dejando su pene orgulloso a la vista de la niña.
- Toca hija, toca. Besale a tu padre como has hecho mas veces, te va a gustar y si quieres puedes hasta chupar como una chucheria.
El padre acariciaba el cabello de la niña al tiempo que le empujaba la cabeza suavemente hacia su verga. Eduvigis se dejaba hacer como en un sueño.
Recordaba la anciana el tacto del pene de su padre, y que le gustó. No le costó ningun esfuerzo ir abriendo la boca hasta dejarla entrar en su boca. Se le pintó la sonrisa entre sus arrugas cuando volvio a sentir la pequeña nausea al querer que llegase mas dentro.
- Así hija, así. Haz resbalar la lengua por el miembro, como si acariciases un gatito, muy suavemente. Tu hija tiene seda en la lengua. Veremos como tiene ese culito tierno.
Eduvigis escuchó lo que decía su padre y no supo muy bien a lo que se refería, pero un estremecimiento le recorrió su carne.
- ¡No José, por dios, no! la niña, mi niña.
- ¿Que quieres, Isabel, que la preñe? Sería una locura. Además le gustará y ¿que hombre podría hacerlo con mas solicitud y amor que yo?  Ademas debe mantener su virgo intacto para su marido, no como tu que venías ya follada.
- ¡Yo no soy tu mujer, soy tu puta, cabrón!
Una sonora bofetada resonó en el cuarto. Eduvigis se retiró del pene quedandose con la boca congelada.
- ¡Chupa, niña, con fuerza! - y con esa orden empezó a buscar el trasero de su hija con avidez. Encontró rapidamente el ano, sedoso y prieto. Se llevó los dedos gruesos y fuertes  de asistir a partos de yeguas, a la boca para ensalivarlos y volvió al ano de la chica, que emitió un sutil quejido - estate quietecita y no te dolera, preciosa.
Poco a poco fue lubricando con su saliva el ano e insinuando su dedo corazón. Eduvigis estimulaba a su padre con la lengua, empujandole a dilatar con ligereza su ano. Cuando el padre consideró que era suficiente le dijo a la niña que abandonase su capullo que se lo iba a meter en el orificio opuesto.
- Ponte de rodillas, cariño - le dijo entre lágrimas su madre y deja a tu padre que haga lo que quiera. Es tu padre. Separate con tus manitas los cachetes del culo. José, por dios, con mucho cuidado.
Don José volvio a lubricar el ano de Eduvigis pero lo hizo metiendole los dedos en la boca para hacerlo con la propia saliva. Luego apuntó su balano a la estrechez del cuerpo y poco a poco fue hundiendose en su hija. Ella se abrazaba a su madre. Lloraban juntas
- Me duele mucho - gemía al oido a su madre.
- Aguanta hija, duele al principio, aguanta y al final acabará gustandote, como me paso a mi. A mi - empezo a relatar para distraerla - me lo hizo un gañan del señor de la casa en la que servia con tu edad mas o menos. Fue en el campo. A la cuarta vez ya ni me enteraba. Es nuestro destino.
Don José había entrado ya en su hija profundamente y empezaba a entrar y salir, bufando como un toro furioso, cada vez con mas intensidad.
- Ya no me duele madre, y siento la necesidad de tocarme.
- Tocate entonces, hija y espera a que tu padre termine.
Eduvigis se llevo la mano a su sexo y guiada solo por el instinto comenzó a frotarse su clitoris y a jadear. A medida que su padre arremetía con mas fuerza su ano, mas aceleraba ella su frote hasta que de repente el jadeo la dejó sin respiración y un calambre la recorrió todo su cuerpo estallandole en la profundidad de su cuerpo donde su padre llegaba con su miembro. El padre al ver a su hija presa del orgasmo inició el suyo entre espasmos placenteros para caer finalmente derrotado sobre la hija y la madre.
Cuando a los pocos segundos se recuperó de su placer ilicito, sobre la nuca de su hija, sus labios iniciaron el juego del beso, recorriendole el cuello hasta donde alcanzaba. La niña reaccionó con un estremecimiento y retorciendose sobre si misma enfrentó la cara de Don José. Este atrapó la mirada de su niña, mientras Isabel rogaba a su amante que las dejase descansar ya. Como si no oyese y sin perder el dogal de su mirada con el que sujetaba a Eduvigis fue acercandose a camara lenta a la boca hasta fundirse en un apasionado beso humedo. Las manos del padre se dirigieron ahora a los incipientes y petreos pechos de la niña pellizcandole suavemente los pezones sacando de lo mas hondo del ser de la niña un profundo y sentido quejido de placer.

Campanilleó el timbre de Eduvigis. Se levantó de su silla creyendo que iba a sentir el dolorimiento que aun recordaba de su desvirgue anal a cargo de su padre y le sorprendió no sentir más que el peso de los años.
- Hola Virtudes - saludó a su vecina que se acercaba a su casa a cotillear - dime, que se te ofrece.
- Verás, Eduvigis, es que he visto a tu hijo Luis venir y ni siquiera entrar, montarse tu nieta y salir zumbando ¿Ha pasado algo, hija, algún disgusto?
- Nada, Virtu, nada que pueda contarte ahora, estoy demasiado afectada. 
- ¿Necesitas algo?
- Nada. Ya te contaré.
Cerró la puerta con suavidad, y se dirigió a la mesita donde tenia el telefono. Cogió el listin y seleccionó la R de Roldan. Que bueno fue Roldan, pensó y que solo está ahora en esa residencia. Abandonado de todos, sobrinos, hermanos y primos de todo tipo. Solo ella le aliviaba  yendo cada semana a verle llevandole lo que mas quería, aunque los cuidadores le dijesen que no asuntaba y de nada servía aquel estimulo, aunque ella que le conocía bien veía iluminarsele la cara.
Cuando su padre la llevó a la Ermita para confesar vio allí a Roldan con un roquete y como le miraba con condescendencia.
- Tienes que confesarte el incesto que hemos cometido. Pero dios es indulgente. El cura te perdonará.
- ¿Roldan va a ser cura? quiso preguntar Eduvigis, por decir algo
- Roldan, hija, se casará con Vicenta, aunque casaría mejor con el servicio divino, con lo maricón que es. ¡Ah! Don Arsenio. Que alegria verle. Presente mis respetos a Don Bernabé. ¿Ya le conoce mi hijo Roldan?
- De largo, Don José, de largo, hace ya años, desde que era un pequeño que despuntaba y el Sr. Canonigo de la Catedral se interesó por él. Es muy aventajado ya ahora a sus veintidos. A veces le llevo a casa de Don Bernabe, para que no pierda el contacto. Pero bueno, que le trae por aquí - dijo Don Arsenio frotandose las manos comiendose con los ojos a Eduvigis.
- Mi niña, que quiere confesar y ponerse a buenas con Nuestro Señor.
- Pues venga, vamos a la contaduría, estaremos mas discretos.
Cogio de la mano a la niña y la llevó hacia la sacristía donde el cura tenía su oficina.
- A ver, ¿que pecados puede tener un angelito como tú? Sientate aquí a mi lado en este banco y cuentame tus malas acciones.
Antes de que pudiera empezar a hablar, empezó a llorar y el cura la atrajo hacia si empujandola suavemente la cabeza hasta hacerla reposar en su regazo. En esa posición notó como algo duro que cada vez era mas patente le impactaba en la cara. El cura manipuló la sotana y una enorme verga saltó fuera del hábito.

martes, 9 de junio de 2020

EDUVIGIS - 3 -


Conducidos por la calesa de servicio de la casa los tres hermanos se dirigían a la calle Real donde los talleres de los mejores obradores de costura realizaban primores para lo más granado de la sociedad de rancio raigambre. Títulos y ducados de oro regaban las manos de los artesanos de la capital.
- ¿El que va en el pescante, no es Antonio, el mozo de cuadras? - preguntó en voz baja Eduvigis.
- Si - le dijo a su hermanastra y aprovechó Roldan para mordisquearle el pulpejo.
- ¿Y el cochero siempre ha sido éste?
- No, el cochero, Bernardo, tiene a la mujer de parto, venía dificil y han tenido que llamar al partero y se ha quedado en casa y ya dirigiendose a Antonio, continuó - el caballo va un poco nervioso, no le parece a usted, Antonio.
- Nos huele - contestó volviendo la cabeza para no perder el camino de su vista - señorito Roldan.
- ¿Nos huele? pregunto extrañado Gaspar.
- Al señorito Roldan y un servidor, señorito Gaspar. Ya sabe - y puso un gesto como de obviedad enarcando las cejas.
- ¿Ya sabe? - cada vez mas escamada Eduvigis intentando mantener la voz baja - ¿que es lo que hay que saber? Lo dijisteis anoche, me parece que es lo que supongo.
Gaspar y Roldan, se miraron de forma complice y estallaron en carcajadas. Antonio tambien dejó escapar una risotada.
 - ¿ Y todos ustedes, que es lo que les acontece? -preguntó ya visiblemente irritada Eduvigis.
Gaspar intercambió unas miradas con su hermano que se encogió de hombros eludiendo responsabilidad. Antonio haciendo alarde de un descaro impropio de un mucamo pero espoleado por el secreto compartido terció:
- Dígaselo señorito, no creo que la señorita se vaya a asustar.
Gaspar, cogió de la mano a Eduvigis y suavizando las escenas mas truculentas y bizarras contó lo que sucedió en las caballerizas.
- ¿Con éste caballo? - exageró la sorpresa para dejar muy clara su inocencia, y ya en voz baja, preguntó si la tenía muy grande.
- Grandecita, señorita - el cochero hacia gala de un oído muy fino - para cabernos en la boca, ¿verdad, señorito Roldan? - volvió la cabeza con una sonrisa entregada de igual a igual a Roldan.
- Hablando de otra cosa, Eduvigis - cambió el tono, Roldan - mientras te atiende la costurera, nosotros tenemos que ver a unos señores por un trato de tierras que nos ha encomendado padre. Si acabas y no hemos llegado, que Antonio te lleve a casa.
- No creo que haya lugar - respondió la chica - habré de elegir, telas, tiras bordadas, encajes y hechuras. Tiempo habrá para que concluyais el trato.
- Muy bien hermana, pero por si se dieran circunstancias sobrevenidas ya está prevenido el cochero - y mientras lo decía Roldan miraba a los ojos a Antonio que esbozaba una sonrisa de niño travieso al que han sorprendido en un renuncio.
Pasaron un par de horas en las que Antonio se dedicó a deleitarse con el paso coqueto y decidido de unas o como avergonzado de otras. Saludaba con educación y elegancia y un punto de descaro a los caballeros que acompañaban a las damas, recogiendo de alguno de ellos la expresión de complicidad del que conoce cuales son las verdaderas intenciones.
- ¿No han venido mis hermanos?
- No señorita, no han venido. Deberiamos marchar según sus instrucciones.
- Muy laborioso ha de ser el trato para demorar tanto. Sea. Vayamos - se montó en la calesa.
Llevaban un rato al paso cuando Eduvigis le echó  valor.
- Antonio, puedo hacerle una pregunta, digamos, personal.
- Si, claro, señorita, lo que usted quiera.
- ¿Tiene novia, usted? Y si es así, ¿como es que tuvo sexo con un caballo o con mis hermanos?
- Verá señorita, lo de sus hermanos fue un accidente, casi. Con su hermano Gaspar hace cinco años que pasó aquí una temporada, también nos dimos gusto el uno al otro. Mi novia, quiere llegar virgen al altar y no consiente nada, por no hablar de una tia abuela que, de carabina, no nos quita ojo, ni por apuro, y yo soy muy caliente. Me vio su hermano cuando el era chico meneandomela y se ofreció a hacerlo él. Lo hacia bien y cuando le dije que me venia, en lugar de apartarse se la metió en la boca y todo se lo tragó. Me dijo que siempre que quisiera el me lo haría y asi, fue muchas veces hasta que se fue. Luego me quedé a solas con mi mano, que mi novia ni una gayola quería hacerme. Por eso, un dia, cepillando al caballo en la cuadra, al pasarle por los hijares se le alargó, seguí acariciando y cada vez se le ponia mas dura y mas cachondo me ponía yo. Me desnude del todo y me restregue el cuerpo con su verga. Me atreví a lamerle el capullo, que estaba caliente y humedo y segui y seguí hasta que el animal me bañó en su leche, así me la menee yo y me dio gran placer.
Luego ya, casi cada dia tenia sexo con el animal. Por eso, cuando me aventa se pone nervioso. Cuando vinieron ayer ustedes vi la oportunidad de enseñar a su hermano esa forma de gozar. Vino con su hermano y entre los tres pasó lo que le han contado.
- Antonio.
- Dígame señorita.
- Podría usted enseñarme como se pone tan caliente el caballo.
- Si podría, pero...
- Pero que...
- Sería muy comprometido ir a la casa. Allí podrían sorprendernos. Pero, por la vereda del rio se llega a una antigua aceña que tiene, o tenía, no se, un corral. Alli podriamos incluso desnudarnos..., usted perdone, con el entusiasmo me he propasado.
- De eso, nada.  Me encantaría que nos tocaramos los tres completamente desnudos.
La calesa dobló justo antes de entrar a la plaza de la catedral y encaminó la senda del rio. Al cabo de veinte minutos llegaron a una zona de la ribera en el que el agua sobre los cangilones producía un sonido refrescante y alegre además de los alisos, fresnos y chopos que ofrecian umbria a las construcciones de la aceña.
Antonio condujo el coche hasta dentro del corral. Desunció el caballo  y lo llevó hasta un cobertizo donde lo amarró.
- Vamos señorita Eduvigis. Venga a jugar con Rijoso.
- ¿Rijoso, se llama?
- Si, debido a como lo he educado siempre esta caliente. Venga, deme su mano, señorita.
Antonio tomó la delicada mano de la chica y la paso por la raiz de la verga, e inmediatamente creció lacia triplicando su tamaño.
- Acariciela usted arriba y abajo y se levantará y se pondra dura.
Eduvigis hizo lo que le decia el mozo y el vergón adquirió un tamaño impresionante. Fue un impulso el que le hizo a ella inclinarse hasta tocar con su lengua el capullo del caballo, que respondió con un relincho y entonces Eduvigis sintió que le pasaban una mano por detrás alcanzandole el sexo. Lejos de retirarse abrió las piernas para facilitar la labor de Antonio que inmediatamente comprobó la humedad de la niña. Eduvigis estimulada de esa manera abrió desmesuradamente la boca hasta abarcar el capullo del jaco. Antonio de un suave tirón la retiró.
- Cinco segundos mas y el caballo le habría llenado la boca con su esperma.
- Vamos a desnudarnos Antonio, esto me gusta mas que nada. 
Sintió entonces que la presa en forma de pinza en torno a su clitoris se apretaba. Gimió de placer.
- ¡Si, Antonio! tu sabes como hacer gozar - Antonio aplicó mas fuerza a la presa - me voy a correr cabrón, si, si, sigue me corro, me corro.
Eduvigis se desmadejó cayendo en brazos del mozo que se aplicó a desnudarla con presteza. La apoyó sobre un montón de paja y arreos viejos de bestias y la observó con lujuria con los ojos cerrados y gozando de su orgasmo acariciandose los pechos y pellizcandose suavemente los pezones.
- Eso tambien te gusta, zorrita depravada. Yo te lo voy a dar.
Se medio tumbó a su lado sin quitarse la ropa desabrochando la potrina y sacando su orgulloso pene destilando lubricación por la excitacion. Los pezones casi negros de escarlatas estaban chillando que se les prestase atención. Ella además se recuperaba ya de su orgasmo y reclamaba más estimulación. Antonio un gigante del sexo desde que con pocos años lo aprendió de sus antiguos amos interpretaba a la perfección ese lenguaje corporal, con la espalda arqueada exponiendo sus pechos al goce y sus muslos abiertos enseñando el color rosa fuerte del inicio de su vagina con una ninfas inflamadas de deseo y separadas para instigar una penetracion. Ella ademas se recogía los pechos y se los acariciaba con fuerza para reclamar castigo.
- Eres una zorrita cachonda - le susurraba muy cerca de su oreja como si pudiese haber alguien que fuese a escuchar - ¿eh? guarra.
- ¡Si! soy una putita para un macho como tú - y mientras lo decía con la voz enroquecida de lujuria se contoneaba y acariciaba su vientre y sexo para después tironear de los pezones.
Antonio sabía lo que Eduvigis necesitaba a continuación. Con determinación pellizcó los dos pezones  con una fuerza que él sabía que iba a provocar dolor, lo que ella necesitaba y estaba pidiendo con su mirada intensa y sumisa. Eduvigis gritó de dolor pero no hizo intento de defenderse, al contrario arqueó aun más la espalda dando a conocer cual era su deseo.
- ¡Duele, cabrón, duele! - respiraba muy agitadamente por el castigo - ¡si, sigue! Me lo merezco, por puta, es mi destino y mi deseo ¡castigame! Me lo merezco - las lagrimas provocadas por el dolor que espoleaba su depravación le hacían sumisa y deseo de ser sojuzgada, eso le provocaba el placer del vértigo, el salto al vacío sin red sabiendo que se depende de quien tiene tu salud y tu vida en sus manos.
Antonio, sin dejar al descubierto ni un centímetro de su piel soltó los pezones y abofeteó sus mejillas hasta enrojecerlas. Eduvigis aguantó las dos primeras pero se defendía de las siguientes. Con su fuerte mano izquierda sujetó los brazos de la chica mientras con su mano derecha continuaba abofeteando diciendola que ese era su destino ser esclava de un hombre como él que la hiciese gozar y sufrir para placer suyo.
- Cuando se enteren mis hermanos de esto vas a querer estar muerto, cerdo - estaba enfurecida por el abofeteó.
Antonio fue asaltado por un ataque de risa que no le dejaba hablar, y cuanto más reía más irritada se mostrába Eduvigis. Se levantó sobre sus codos de donde estaba postrada y desnuda echando fuego por los ojos. Se sentó con intención de levantarse para recoger su ropa pero Antonio la empujó derribandola
- Estúpida, crees que yo me atrevería a esto sin el permiso de tus hermanastros. Si, se que tu madre es la zorra que se folla Don José y tu eres la hija de puta - en su tono de voz había deseo de venganza, revancha y mucha satisfacción por hacer lo que hacía - recibí instrucciones claras de los señoritos. Vendrán ahora.
La alcanzó por un brazo y la levantó como una pluma arrastrandola hasta el comedero desvencijado donde la amarró, cogió la fusta del carruaje y acarició con ella las nalgas primero y luego la paseó entre las piernas la raja del culo y el sexo.
- ¿Que vas a hacer, cabrón? - en su voz vacilante había deseo, temor, excitación y placer a un tiempo.
Antonio le pasó la mano por su vulva introduciendole los dedos y comprobando su profusa húmedad. Luego continuó hacia el ano y allí se demoró también metiéndole los dedos. Eduvigis gimió de placer alterando su ritmo respiratorio produciendole casi un desmayo del que le sacó un latigazo violento en las nalgas.
Tras ese primer latigazo se escuchó una voz. Roldan hablaba nada más hacer acto de presencia en aquel cobertizo.
- No la azotes más Antonio, follalá el culo y no te andes con remilgos. Gaspar te follará miéntras a ti. Yo haré disfrutar al caballo con mi boca, viéndoles.
- Me ha maltratado como a una cualquiera y me ha insultado - protestaba indignada ante sus hermanos.
- Y a ti te ha encantado, querida, no lo niegues, no hay más que verte los pezones y el coño como lo tienes. En cuanto Antonio te de por el culo te vas a correr varias veces. Yo lo se por propia experiencia. Anoche demostró que el sexo para él es algo mas que una polla. Antonio - dijo dirigiendose al mozo - no olvides mientras la enculas castigarle los pezones; que no olvide nunca este lugar.
En el camino de vuelta a la ciudad Eduvigis se mostró molesta con Roldan por permitirle  a Antonio tratarla como una cualquiera.
- Te repito hermanita que llevas sangre de puta en tu coño y todo lo que Antonio te ha hecho te ha proporcionado un gozo que ni imaginabas - y mientras lo decía con destreza llegó hasta su clitoris y empezó a deslizarlo entre sus dedos con rudeza - te lo repito, el sexo fino y morigerado no es para ti. Mira como aprende la señorita, Antonio.
Antonio volvió la cabeza y se limitó a esbozar una sonrisa de satisfacción.