sábado, 30 de abril de 2022

DURA REALIDAD (II)

 

Faltaban un par de semanas para empezar el curso. Javier no había vuelto a ver a Óscar. Le había llamado varias veces, pero de la forma más escueta se excusaba para no hablar, y si Javier quería quedar, siempre había otro compromiso.
Javier supuso que Óscar no sé había confesado con Cristina porqué Carolina no cambió su actitud hacía él por lo que dedujo que siendo tan amigas Óscar no dijo nada. Javier aumentó la frecuencia de sexo con Carolina intentando demostrarse su naturaleza y poder olvidar el sabor del semen de Óscar y la sensación nauseosa tan desagradablemente deliciosa. Tomó la costumbre de llegar con el cepillo de dientes hasta la campanilla y provocarse la náusea para cohibirla, sentir como se le saltaban las lágrimas y producía abundante moco trasparente. Cuando eso sucedía inmediatamente tenía una erección muy deleitosa a la que se estaba acostumbrando. Quería hablar de lo que sucedió en la productora pero Óscar no quería saber nada, como si ignorándolo no hubiera sucedido. Pero si había sucedido. Y no sólo había sucedido había moldeado el deseo como si fuera arcilla blanda. 
Tenía además un sueño recurrente del que se despertaba empapado en sudor, asustado y las últimas veces mojado de semen. 
En el sueño, él se encontraba desnudo caminando por una calle desierta, era de noche y caía una llovizna, pero caliente. Una mujer muy atrayente desde un portal le llama enseñándole el sexo descaradamente y masturbándose. Sabe que la conoce, pero es incapaz de recordar quién es. Desde detrás un tipo que Javier sabe que es Óscar, aunque no le ve la cara, la sodomiza. Sufre una erección violenta y se dirige a penetrar a la mujer y en ese momento aparece un Pitbull que le arranca los genitales de un bocado. La cara del Pitbull es la de Ramón, el de la productora porno. Sufre entonces una violenta náusea, se agacha para vomitar y el perro le mete sus propios genitales por el culo y en ese momento se despierta empapado de semen. Su cuerpo aún conserva los espasmos del orgasmo y es todo tan real que se tiene que tocar el ano, para comprobar que no tiene nada metido.
Carolina no paraba de preguntar lo que le pasaba, estaba raro, distinto y hacía mucho tiempo que no veía a Óscar.
- Cristina también dice que Óscar está rarísimo y él le dice que tiene mucho trabajo, porque su padre le buscó un curro para el verano en un taller de electricidad.
- Yo no se eso del taller. Me da la impresión de que no quiere hablar conmigo.
- Pero, ¿os habéis peleado?
- Que yo sepa no - y se quedó con la mirada perdida visualizando la imagen de Óscar saliendo del autobus sin mirar atrás.
- ¿Seguro?
- Que interés tendría yo en ocultarte una riña con Óscar.
Pero, si. El sabía que si había habido una bronca tácita, y además muy violenta. Precisamente porque había sido silenciosa, tensa, sin desahogo. Y cuanto más tiempo pasase hasta aclararlo todo más difícil iba a ser remendar la amistad. Antes o después tendría que hablar en plata con Óscar y cada vez estaba más convencido de que la charla debería ser descarnada y cruda. Les haría daño a los dos, pero las heridas no se podrían curar si no se desbridaban sin ninguna anestesia, que saliese todo el pus de las vergüenzas y se extirparse lo muerto que produce en cualquier relación las mentiras.
- Javier - Carolina estaba muy seria - esto tiene que acabar. Cristina me ha dicho que ya ni folla con Óscar y cada vez está más huraño e irritable. Tienes que ir a hablar con él y arreglar lo que sea que se tiene que arreglar. Y si tenéis que daros de hostias os dais. Y si tenéis que follar, follais, por nosotras no vayáis a cortaros, que de tontas no tenemos un pelo y lo vuestro parece mosqueo de enamorados.
- Carolina, yo... - la cara de Javier se tornó pajiza y los dedos de las manos comenzaron a temblarle.
 - Ni una puta palabra. Este verano nos fuimos solas a Niza por no sé que malentendido, ¡venga ya!. Era mucha pasta, ya lo sé, pero podíais haberlo hablado, pero era mejor escenificar cabreo. Nos lo pasamos muy bien, gente guay, el grupo de escándalo, pero os echamos de menos. No sé qué os pasaría, pero arreglarlo. Tu sexo conmigo ya no es el mismo, es frío, sin alma, mecánico. Parece que no estás, y es desde que no te llevas con tu amigo. O quizás, ojalá que no, que te llevas demasiado bien. Así que, ponte, poneros las pilas.
- Caro, de verdad, yo te juro... - Javier estaba de bruces metido en panico, el nudo del estómago le hacía balbucear y la imagen de Óscar besándole los labios embadurnados de semen le hizo hacer caer alguna lágrima.
- Que ni una palabra, ni juramentos en falso. Tú crees que..., Bueno, vale, ya está todo dicho. El sábado he quedado en el LOGIUM con Cristina, que va a ir con Óscar. Él no tiene ni idea de que yo me voy a presentar contigo. Os llevamos como a dos críos que han metido el dedo en la tarta y con la boca llena de merengue siguen negándolo. Y hasta que no vengáis y nos contéis la verdad no vamos a querer saber nada más. Y no se te ocurra alertar a Óscar, que me parece que es el más cabezota aquí, quizá..., está bien, ya lo sabes. Me voy a la facultad a elegir profes y horario. El sábado a las ocho estoy en tu casa, estate preparado.
Carolina se marchó después de darle un beso en la mejilla, como si fuera su hermano, no su novio.
Todavía se estaba preguntando que le llevó a dejarse caer sobre el capullo de Óscar y albergarlo en la boca y chupar y lamer y envilecerse en ese trozo de carne humeante de lujuria hasta el límite de querer que su licor le embriagase los sentidos diluyéndole cualquier atisbo de rechazo o repugnancia ante ese emuntorio genital. Pero se explicaba menos aún que llevó a Óscar a depositar un tórrido beso, casi un roce solamente, en sus labios enlucidos con su propio semen. Sentía aún la mano de su amigo acariciándole el pelo de la cabeza mientras él se afanaba en procurarle placer y como saber que lo estaba consiguiendo le producía a él mismo un placer mayor. Esos dedos metiéndose entre los mechones y rozandole con delicadeza el cuero cabelludo eran toda una declaración tácita de entrega, de deseo y aceptación. Y cuando alarmado por su pronta culminación erógena le avisó sintió que todas las piezas casaban. Por eso aceptó la comunión con Óscar a través de su semen. Era entrega mutua. Solo podía concluir que estaban enamorados los dos. No solamente él de Óscar. Óscar estaba enamorado de él y aterrorizado por derribar un tabú casi eterno: los hombres no se enamoran, solo follan.
Y ahí estaban los dos, cada uno en su cueva esperando el castigo de los dioses por haberse atrevido a violar una ley radical, la del sexo no reproductivo.
Pero, ¿desde cuando él, Javier, estaba enamorado de Óscar? Hizo memoria. Quiso hacer memoria, volver a dar explicaciones a actos que todos interpretaron en su momento como envidias, odios, competencia. No, solo enfrentamiento de gallitos de corral para poder trabarse en un abrazo sin que ni ellos mismos supieran que la realidad era que tanto Javier cómo Óscar se atrajeron desde el primer momento pero ninguno de los dos era lo suficientemente maduro para aceptar el reto de acercarse para conocerse e intimar; que al final fue lo que sucedió de otra manera, una forma vicaríante del noviazgo: la amistad entre adolescentes con intereses comunes. Habían, los dos, cada uno a su manera, deseado que se diese esa situación desde que se conocieron.

Óscar se bajó del autobús mirando de reojo por si Javier en el último momento se hubiese apeado para seguirle. Cuando escuchó a sus espaldas que el bus arrancaba y que nadie le seguía se acercó a la tapia del solar donde estaba y dejándose caer sobre su espalda no pudo reprimir las lágrimas ni el jadeo de la ansiedad que se le comía.
Las fuerzas le fueron abandonando hasta caer sentado en el suelo resbalando por la pared. Se le mezclaban en la tormenta de sus emociones el rostro de Cristina, con el de Javier y la sensación que le produjo en sus dedos los mechones de pelo de su amigo y el roce de sus yemas de dedo contra el cuerpo cabelludo. La sensación de humedad y roce de su pene con la boca de Javier y verse venir el orgasmo deseando que Javier recogiese su semen en la boca, aunque se viese en la obligación de alertarle. Y cuando su amigo le dio permiso para derramarse en su boca le vibró su interior la gratitud hacia Javier, se sintió correspondido en su aviso para que no pasase por una situación que a él se le habría presentado insoportable. Esa gratitud fue la que le llevó a besarle cuando él al terminar la felación su amigo se lo pidió con tanta intensidad, taladrandole sus pupilas con la súplica tácita.
Estaba desolado pero no sabía si era porque lo sucedido con su amigo era de su desagrado y se sentiría obligado por la situación o porque estaba encantado por haber podido comunicarse sexualmente con su amigo pero no tenía agallas para presentarse al mundo con sus sentimientos abiertos en canal. 
Después de un rato con la cabeza encallada entre los hombros, incapaz de levantarla, se puso en pie y se dijo muy resuelto, secándose aún las últimas lágrimas: Cristina es mi novia, será mi mujer, la quiero, me quiere y todo lo demás no son más que niñerías. Se acabó. Fue un error querer lo imposible a cualquier precio. Todo un error. Mi vida es la que resbaló en aquella nave y se enganchó en el vicio. Voy a seguir con mi vida y Javier no tiene sitio en esa vida"
Y tal como dijo esto último se le hizo un nudo en la garganta. Se limpió con rabia los ojos con la manga de la cámisa y empezó a caminar en dirección a su casa.
Las semanas siguientes se impuso la tarea de no tener ocio. Tenía que estar ocupado. Javier llamaba pero o no se ponía al teléfono o aducia excusas las más de las veces inverosímiles, y a la sexta o séptima vez Óscar le dijo a Javier que no volviese a llamarle, que no quería seguir teniendo relación.

- Porqué no hablas en plata Óscar y me dices que os pasa a Javier y a ti. Lo he hablado con Carolina y casi no tienen sexo y el que tienen, me dice es frío y viscoso, desganado. Y el nuestro no es mucho mejor, siempre estás cómo de prestado, ausente. Habla con Javier de una vez. ¿Cuanto tiempo hace que no os veis, dos, tres meses? Cuando antes erais como la soga y el caldero, a ninguna parte ibais el uno sin el otro. 
- Se cambia, Cris, se evoluciona. Cambian los intereses y se distancia uno.
- Si, pero no se corta de esa manera que parecíais prometidos que rompen antes de la boda - Cristina con el ceño fruncido, dándose cuenta de que lo que acababa de decir no era ninguna exageración, y con los brazos cruzados en el pecho, como preparada para recibir un impacto continuó en tono más duro - Me estoy cansando, y Caro también lo está. Yo no estoy dispuesta a perder más tiempo. Aclararos los dos y que pase lo que tenga que pasar y podamos seguir adelante juntos o por separado, pero seguir, no estar en esta incertidumbre de pensar que quizá estarías mejor con una muñeca de plástico.
- Cristina, eso que has dicho - Óscar tenía la actitud del perro apaleado que sabe que pueden volver a castigarle en cualquier momento - lo de Javier y yo, me ha dolido.
- ¿Porqué? Por qué las verdades duelen, ¿verdad?
- Me voy Cristina, no voy a seguir escuchándote locuras.
- No, la que se va soy yo. Aclararos.
Óscar vio alejarse a Cristina preguntándose hasta qué punto era evidente que entre Javier y él había algo. Estaba convencido que dejándose de ver todo acabaría y el orden de su mundo se restablecería pero al parecer la percepción de los que le rodeaban no era esa. Incluso su madre se había extrañado de que Javier no hubiera vuelto por su casa, cuando eran inseparables.
- ¿Os habéis enfadado, hijo? Hace tiempo que no veo a Javier. Con lo bien que os llevabais, y con Cristina y su novia Carolina, se llama, ¿no? hacíais una pareja ideal.
- No, mamá, es que el tiene ahora otras cosas y yo con lo del taller.
- Dile que venga a comer un día.
- Si, mamá. A ver si le llamo.
Pero lo cierto es que a veces se sorprendía a si mismo con el teléfono en la mano y el número de Javier en la pantalla para pulsar el icono de llamada, pero, siempre acababa el teléfono tirado sobre la cama y él saliendo de la habitación dando un portazo. ¿Porqué hacia eso? ¿Nunca iba a plantarle cara a que cada vez que se masturbaba o tenía un orgasmo con Cristina irremediablemente era la cabeza de Javier inclinada en su regazo la que evocaba? No se consentía siquiera en verbalizar que fue un orgasmo glorioso y que desde aquel del sofá de Ramón no había vuelto a disfrutar del sexo. Y para terminar de complicarlo, cada vez que quería centrarse viendo porno le atraían los vídeos de Bilatin y cuando uno le comía el rabo al otro con la chica de espectadora, se quedaba como hipnotizado hasta que de golpe cerraba la tapa del portátil asustado de la respuesta de su cuerpo.
Pensó en como afrontarlo y no le quedó otra que llamar a Javier. Y así lo hizo. Y era buzón de voz, una y otra vez, y una y otra vez él grabando el mismo mensaje: "Vamos a acabar con esta chiquillada. Tenemos que hablar y aclarar varios puntos. Llámame"
No consiguió respuesta. Supuso que Javier se habría ido a otro lugar, quizá a vivir, quizá a soñar, quizá a olvidar. Y no volvió a preocuparse, había hecho todo lo que estaba en su mano, el curso iba a empezar y volviendo a la rutina de las obligaciones lectivas seguramente todo lo vivido aquel verano podría reescribirse desde una memoria selectiva.
El sábado fue a buscar a Cristina a su casa para salir.
- ¿Donde vamos, preciosidad? - Óscar empezaba a olvidar y el beso entregado en el cuello a su novia le hacía pensar que la pesadilla iba diluyéndole - un sitio donde estemos tranquilos.
- El LOGIUM me han dicho que está muy bien. Vemos como está el sitio y si no nos gusta nos vamos. Es tranquilo, para charlar.
- Pero yo, cariño - Óscar se puso cariñoso y le hice saber a su novia lo duro que se había puesto - lo que menos quiero es charlar, quiero susurrarte con las manos y el cuerpo.
- Venga, tú, no seas salido. Vámonos.
Óscar quería algo más que palabras, estaba exultante, desde hacía semanas no se encontraba tan bien. Tendría que haber llamado a Javier hacía tiempo. De su parte lo había puesto todo ya así que se sentía liberado y eso le hacia volcarse en Cristina sin rémoras, mochilas ni muertos en el armario.
El LOGIUM era un local amplio medianamente iluminado con mesas adosadas a las paredes y bancos a cada lado. La única bebida alcohólica que se dispensaba era cerveza y la música que se escuchaba solía ser Rap. Incluso tenía un escenario para debutantes de rap y retos entre ellos. Para nuestras parejas era un local un poco fuera de lugar, tres o cuatro años de más, pero a veces el bullicio y la ropa y forma de ser de los parroquianos les estimulaba.
Óscar y Cristina llegaron y se acomodaron en una mesa apartada de la puerta y pidieron cerveza. Les acababan de llevar las cervezas cuando se presentaron Javier y Carolina.
- Cristina, ¿esto qué es? una encerrona.
- Llamalo así si quieres - Carolina se mostró muy firme - pero aquí os quedáis los dos hasta que cerréis este jodido episodio de vuestras vidas. Haya pasado el disgusto que haya pasado, cerrado y hacer las paces o mataros pero aquí se tiene que acabar.
- Así que - continuó Cristina - os quedáis aquí que nosotras nos vamos. Cuando acabéis lo que sea ello nos llamáis. Adiós cariño.
Cristina dió un beso a Óscar y Carolina a Javier y les dieron la espalda.
Cara a cara, durante un rato con una cerveza delante y callados como muertos, Javier y Óscar miraban alternativamente a sus manos y los ojos del otro. Hasta que Javier como pidiendo perdón preguntó.
- ¿Como estás?
- Jodido con el curro del taller. Por lo demás, ya ves, bien.
- Me parecía que estabas cabreado conmigo por lo que pasó en aquel estudio. El billete que nos dieron me sirvió para comprarme una guitarra buenecita de segunda mano. Está un poco currada con arañazos y algún golpe pero conserva una resonancia perfecta. Suena muy bien.
- Y no te da asco cada vez que la tocas recordar el porqué pudiste comprarla - Óscar casi escupió el reproche.
- No. No me da asco porque lo que hice nunca me dio asco. Quería hablar contigo de eso. Me dio la impresión de que a ti tampoco te dió mucho asco cuando me besaste con la boca llena de tu semen, además.
- No - no era capaz de mantener la mirada a Javier - no me dió asco - lo último lo dijo en hilo de voz.
En ese momento un par de raperos empezaban a tener un duelo con los altavoces a pleno rendimiento. 
- Como dices - Javier levantaba la voz porque no escuchaba bien.
Óscar intentaba hacerse oír pero era imposible. Javier con un gesto le dijo a Óscar que se marchasen. Ya en la calle Javier le dijo a Óscar que le iba a llevar a un sitio chulo, tranquilo, donde podrían hablar y además, dado el tema, nadie iba a entrometerse.
- Donde es, ¿el cementerio? porqué hablar de cómo nos mamamos la polla como no sea al oído a todo dios le intriga.
- En todo caso, como te la chupé yo, de lo que por mucho que me he esforzado, no me arrepiento. Un sitio que se llama MERAH. Es de una pareja georgiana que se estableció a primeros de año. De la Georgia del Cáucaso, no la de USA. Tiene una música suave y es acogedor. No está lejos - Javier se volvió a mirar a Óscar - ¿no te importa?
- No, claro que no. Te he de confesar que temía volver a verte - Óscar estaba más relajado - pero ahora inexplicablemente, me alegro. Evoco el beso que te di y mira que me ha torturado, pero no me molesta ahora. Vamos, donde sea. Me apetece hablar de esto contigo. ¿Tú sabías algo de ésta encerrona de las niñas?
- Si. Me lo dijo Caro y al principio hice todo lo posible por no hacerlo. Pero las tías cuando quieren son muy duras y se puso imposible. La verdad es que temía el choque de trenes. Llegué temblando, no sé si te diste cuenta.
- No, no me di cuenta, pero sí que estuve a punto de saltar cuando te vi llegar. Cristina ya me había dicho que me olvidase de ella si no hablaba contigo. Ya ves, ahora me alegro. Sigues siendo el mismo, mí Javier, el que yo conocía.
- ¿Que esperabas encontrar? - Javier hacía la pregunta divertido - ¿Que llevase leggins y camiseta de tirantes de licra? - y estalló en un carcajada de las suyas, de las de siempre.
- No se, Javi, hice una montaña de un grano de arena.
Llegaron al MERAH, un local de semisótano al que había que bajar por una escalera en dos tramos a noventa grados de forma que desde la calle no se veía el interior. El bar estaba constituido esencialmente de veladores iluminados con una lámpara de mesa con luz cálida y luego una pequeña barra, para evitar los acomodos en la misma y que sirviera al trabajo de los camarero. Rótulos de neón por las paredes de colores pastel más bien fríos. El techo tenía múltiples colgaduras de banderas de diferentes colores. Óscar no conseguía identificar los países a los que correspondían pero daban un ambiente festivo al local.
Se acercó un camarero a recibir la comanda.
- ¡Hola, Javier! y tú eres, espera, como era. ¡Si! Como lo del cine, Óscar - el camarero estaba contento y no intentaba ocultarlo, y luego dirigiéndose a Javier le hizo una pregunta - ¿También?
- No, no. Bueno, no sé aún - se dirigió a Óscar - ¿No le conoces? o reconoces.
- De una forma vaga, me recuerda alguien, pero..., no.
- No te suena el nombre de Isidro, o si como le llamaba casi todo el mundo, menos la de Literatura, ¿te acuerdas? "no quiero estúpidos diminutivos, este alumno se llama Isidro, nada de Isi, y menos en mi clase"
Óscar tenía cara de rebuscar en su memoria algo que le hiciese revivir aquella época.
- A lo mejor te suena más maricón, que es como me llamabais habitualmente.
A Óscar se le cambió la cara. Adoptó un aspecto de haber contemplado una aparición.
- Ya te recuerdo - bajó los ojos en signo de vergüenza - si, te torturabamos, porque de esa forma nos sentíamos a cubierto de lo que nos parecía una desgracia,  que era que pudiéramos tocar polla ajena.
- O sea, ser maricones - Isidro no lo dijo con mala intención - pues yo, Óscar, cariño, no lo elegí, surgió así y yo no sabía que había más como yo. Pensaba que era un fenómeno de la naturaleza, hasta que me rendí a la evidencia. Me encantaba estar con las niñas, hablar de nuestras cosas y de ropa y eso, pero no me atraían en absoluto. Me atraías tú, por ejemplo. ¡No me habré hecho pajas yo pensando en que me besabas o a veces que me obligabas a besarte los pies! Pero son cosas de la pubertad precoz y la adolescencia chorreante de hormonas.
- Lo siento, de verdad - Óscar estaba abrumado por la actitud nada beligerante o de revancha de Isidro - yo, bueno, todos, nos sentíamos como obligados a rechazaros para sentirnos anonimos, miembros de un grupo que se hace cargo de nuestros propios errores y nos descarga la conciencia. Hoy, y sobre todo después de lo que vivimos - miró a Javier como justificándose - me declararía yo gay antes de intentar insultar a alguien llamándole maricón.
- Y, que habéis vivido vosotros. Si es que puede contarse - Isidro miró de forma cómplice a Javier y éste le hizo una imperceptible seña con los ojos para que no pasase de ahí - pero bueno, ¿quién soy yo para decir nada. Serán cosas vuestras. Os traigo dos cervezones, ¿no?
- Tu le has dicho algo, Javier - Óscar estaba alarmado.
- No, no - mentía pero esperaba poder decírselo después que se aclarasen.
- ¿Como has conocido este tugurio tan raro? Diría que es un local, como mínimo ambiguo por no decir abiertamente gay.
- Gay. No te cortes, es un local de ambiente, pero nada de escándalos. No se niega lo que es, pero tampoco se ronea de ello.
Después de pasarnos aquello al principio del verano, yo estaba desolado porque no querías hablar conmigo. Deambulaba sin rumbo e iba de acá para allá. Y en una de esas caí en un bar y me atendió Isidro. Me reconoció, yo a él no, la verdad es que nunca reparé demasiado en él. Después de contarnos nuestras vicisitudes,
- ¿Le contaste lo nuestro? - Óscar se asustó.
- O sea, que tenemos o al menos, tuvimos algo tú y yo - Javier sonreía sarcásticamente al decirlo.
- Era una forma de abreviar. Nosotros no...
- De repente te has dado cuenta ¿no? yo me di cuenta inmediatamente, Óscar, tú te has negado lo que sentías desde el principio porque te asustó no ser como los demás esperaban que fueses. Reconócelo.
- No soy gay, ¡joder! - y levantó tanto la voz que los clientes de todas las mesas levantaron la cabeza mirando hacia donde ellos estaban.
- Yo, Óscar, después de aquello lo más que puedo decir es que no lo sé. Con Caro respondo bien, pero a nuestra edad, nos empalmamos hasta con el Credo. Y tengo que reconocer que también me empalmo cuando cierro los ojos y me veo en tu regazo con tu rabo tieso en mi boca y no puedo evitar sonreír cuando vuelvo a saborear tu semen en mi boca y tus labios sobre los míos. ¿Gay, bisex? da igual, etiquetas. Mira Óscar, me quedo embobado mirándote, me gusta contemplarte y no encuentro el momento de dejar de hacerlo. ¿Enamoramiento? ¿Tú te has planteado esto que te digo alguna vez? He visto como me miras, y me estremece sentirlo. Es raro que tú no seas consciente de ello.
Bueno, que me voy por las ramas. Hablamos de todo un poco y nos intercambiamos teléfonos. A la semana me dijo que iba a irse a trabajar a un bar gay, éste. Por eso lo conozco. Y me encuentro cómodo aquí, como en familia.
¿Sabes? antes has saltado como una liebre diciendo que no eras gay. Saltaste igual delante de Ramón, cuando me pilló en lo de que necesito estimularte la próstata. Solo que ahora no has seguido con "y tú tampoco" Piensas que soy gay y tu única duda es si he tenido sexo con Isidro. Pues no. Con nadie. No tendría ningún inconveniente en tener sexo contigo. Es más desde aquel día de la mamada cada vez se me ha despejado más la mente en cuanto que desearía como nada que me la metiese mientras estoy con Carolina, y aunque no estuviese Carolina también desearía sentir tu polla en mi culo. Y que conste que después de sincerarme con Isidro quiso algo. Pero no, joder, Óscar, ¿como tengo que decirte que estoy enamorado solamente de tí?
Óscar frunció el entrecejo no dando crédito a lo que escuchaba. No sabía que responder o decir. Algo muy dentro le avisaba del peligro y le exigía una contestación contundente, una indignación extrema ante tamaño ataque a su hombría. Cuanto más tiempo pasase sin contestar para dejar claro que él no era gay más evidente iba a ser para Javier que sentía lo mismo solo que la convención social, la fama y la vergüenza le impedian manifestarse. Pero no pudo abrir la boca, solo fue incapaz de sujetar las lágrimas que le rodaban por las mejillas.
- Bien, Óscar. Ya puedo decirle a Carolina que la dejo porque estoy enamorado de ti, pero que tú no me correspondes. Así tu relación con Cristina queda a salvo. 
Ahora que ya están las cartas sobre la mesa. Meditando sobre esto, tengo que decirte que creo que me enamoré de ti el mismo día que te vi en el instituto. Y no la sabía, pero fue así. Y la competencia que establecimos no fue más que una forma de deseo, de relación y creo que te insulte para provocar la pelea, para poder tocarte y abrazarte. 
Óscar puso su mano sobre el antebrazo de Javier e intentó decir algo, pero prorrumpió en llanto compulsivo. Cuando se serenó pudo hablar.
- No puedo Javier, no puedo. Perderte se que me va a matar pero, perdoname, está Cristina y yo no tengo tu valentía, no puedo, no puedo.
Óscar se levantó y sin mirar atrás enfiló la escalera para perderse de vista.
- ¿Que le ha pasado a Óscar? - Isidro fue a preguntar a Javier.
- Se niega a vivir, Isidro, se niega a luchar.

miércoles, 27 de abril de 2022

DURA REALIDAD (I)

 

Acabando el curso, un cartel en el tablón de anuncios de la Escuela de Música de Javier, trastornó a las dos parejas. Anunciaba un concierto de tres días en Agosto en Niza, del dúo,  Piramo y Tisbe. Carolina y Cristina, en cuanto se enteraron no pararon de hablar de ello. Sus padres con algún esfuerzo y una que otra renuncia de vacaciones podían financiarlo, pero para Óscar y Javier, era un muro infranqueable.
- Javier, tío, por cuánto nos puede salir llegar a Niza y quedarse los tres días. Y además ¿tú crees que teniendo Montecarlo a tiro de piedra, las niñas no van a querer al menos ir un día a curiosear?
- Óscar, joder, ¿que hacemos? A mi no me cabe duda que Caro y Cris se van sin nosotros y allí fijo que nos las levantan.
- No creo, tío. Aunque, el mogollón de gente guapa, hierba, birra y la música. No se, no se, monjas desde luego no son.
- Hay que ponerse las pilas y a ver dónde robamos. Porque ¿Como cuanto puede costar eso? Javi.
- Yo que se. ¿Mil por barba?
- Y eso, yendo justito. Porque a ver cómo está la María allí. Yo me iría por los mil quinientos para no ir de pringaos.
- ¿En qué esquina ponemos el culo? - y nada más hablar se dio cuenta de lo que acababa de decir y se sintió arder las mejillas.
Óscar no dijo nada, se limitó a mirarse los zapatos y echarle el brazo por los hombros en actitud de solidaridad. 
- Joder, Óscar. Esto me va a perseguir toda la vida. Y..., no sé cómo decírtelo, tío.
- El qué. Decirme qué. ¿Tiene que ver con lo de las velas?
- Estoy agobiado Óscar. La última vez que follé con Caro, este finde, que le comenté lo de Niza, ella me enseñó un dildo con forma en lugar de la vela. Tío me cabreé de verdad. Yo estaba hecho a la vela y ya no me importaba. Formaba parte del decorado, como la cama, el lubricante o los pezones. Buff, Óscar, como mordisquea los pezones Carolina, me vuelve loco. Bueno, a lo que iba. Va la tía y me dice muy contenta: "mira" y me pone delante de las narices un pedazo de nabo negro de silicona, y sigue: "con este vas a flipar más que con la vela" y va y se la mete en la boca y empieza a mamarla. ¡Que mosqueo, joder! porque siempre está que si chuparmela no le va mucho y que si me he lavado antes de chuparla y va y se pone a chupar una negra de goma. Yo estaba que echaba humo y ella rápidamente se metió debajo, me lamió el capullo y antes de que me diese cuenta se la tenía dentro del coño y sin mediar palabra me apunta el consolador al ojete y en cuanto lo noté no fue ella, yo hice la fuerza para que me entrara. Y me entró y tal como me sentí dilatado empecé a correrme y ella enseguida me acompañó. Fue un orgasmo tremendo, pero necesitaba más y ella siguió moviéndose y entonces le dije que me lo metiese más y Uff, Óscar, yo no quería que fuese así pero volví a correrme, Caro también y al final me dió un calambrazo que partía de dentro del culo y recorría toda la polla estallando en el capullo. Era como otro orgasmo pero vagamente doloroso y prolongado. Cuando terminó quedé desfallecido, sin fuerzas. Carolina, me acariciaba y besaba por todos lados. Me dijo que el dildo formaba ya parte de nuestra pareja y me dijo algo que me dió escalofríos.
- No sigas. Ya se lo que te propuso. Ten cuidado o te ves con el culo petao pero con un tío enganchado al dildo y éste de carne.
- Lo estoy temiendo, tío. Pero eso yo no lo quiero, y si tengo que cortar con Caro, lo tendré que hacer.
- Pero espera, tengo que hacerte una pregunta.
- No quiero escuchar esa pregunta, Óscar. Ya me la he hecho yo y no he tenido cojones de respondermela. No quiero.
- Pero Javichi, antes o después te vas a estrellar contra ese interrogante. Los deseos y más en esa esfera no se pueden sumergir en un lago de conveniencia social. Cuanto más los hundes más empujan pugnando para salir a flote. Y siempre salen a flote en el momento más inoportuno.
- Ya lo sé pero cuando ocurra ese accidente veré cómo salgo o me recupero de él. Ahora importa saber de dónde sacamos pasta para lo de Niza.

- Javier, ¿puedes venir a casa ahora? - Óscar estaba muy excitado, muy urgente.
- ¿Que pasa, Óscar? - Javier estaba preocupado.
- Creo que se han acabado nuestros problemas, vamos a poder ir a Niza y a lo grande con las niñas. Vente para mi casa, rápido.
Por el camino Javier pensó en las cosas más disparatadas, ¿de donde podrían ellos sacar esa cantidad de pasta? No creía que le fuese a proponer algo de camelleo, porque con lo de su hermano mayor tenía ya de sobra, y de otra manera, de forma legal serían necesarios meses. Esperaría a ver.
Cuando Javier llegó a casa de Óscar, éste estaba emocionado. 
- Ya está Javi, ya lo tenemos - Óscar tomó por la muñeca a Javier y le condujo casi arrastras hasta su cuarto y una vez allí, cerró la puerta señalándole el ordenador.
- Mira
- ¿Que tengo que mirar? Una peli guarra, ya lo veo ¿y que?
Óscar pulsó la tecla ENTER y la pantalla cobró vida. Dos chicas impresionantes, desnudas, se acariciaban y besaban ante la mirada de un tipo con barba muy cuidada y perfectamente vestido con un smoking.
- Vale, qué
- Espera un momento
Y al instante apareció en pantalla, sobreimpreso un mensaje y en tipo aún mayor un número de teléfono.
- ¿Lo has leído? eh, ¿lo has leído?
- Espera que termine, tengo que traducirlo bien. Vale, ya. ¿Y qué pretendes? que nos presentemos a follar con una tía desconocida delante de unos tíos que graban. 
- Tío, te he visto el rabo duro y no tienes menos de 20 y yo tengo casi 20. Como herramienta de trabajo no vamos mal. Llamamos, concertamos la entrevista y si no damos la talla nos largamos. ¿Que podemos perder, media hora? Venga, joder Javichi, no seas rancio, a poco que se pague entre 300 y 500 y según se nos de podemos hacer varias sesiones de aquí a Agosto. Además, tú tienes una ventaja, que nadie tiene porqué saber. Tienes aguante, porque sin vela no te corres, así que, como llaman los comerciales, es tu ventaja competitiva. Nadie te va a ganar a no ser que te den por culo - Óscar se llevó la mano a la boca deseando que esas palabras no hubieran salido nunca de allí - perdona Javier, sabes que lo he dicho sin mala intención, perdona.
- Ya lo sé - se le ensombreció la cara - eres un buen amigo. Yo también he llegado a plantearme cuánto tiempo ha de pasar antes de que picado por la curiosidad ponga el culo en cualquier esquina. Y si sucede, te juro que tú serás el primer candidato, más que nada para que me lo afees y me hagas cambiar de opinión. Bueno, ¿vas a llamar?
- No, además es un email y piden foto y edad. ¿Le mando una foto de las nuestras, en la que salimos los dos?
- A ver - Javier se inclinó por detrás de Óscar que se afanaba sobre el teclado buscando la foto adecuada. Al fin dió con una, en la que estaban los dos, de las vacaciones pasadas, al borde de la piscina en cuclillas y Óscar le echaba el brazo a Javier por el hombro. Los dos sonrientes, muy favorecidos por el guiñó de ojos al que les obligaba la intensa luz de un mes de Julio al mediodía.
- Ésta te parece bien Javichi - Óscar utilizaba el diminutivo cuando se sentía optimista y cercano a su amigo. Javier ya se había dado cuenta que cuando le llamaba así es que estaba feliz.
- Me parece perfecta. Hombre, yo estoy más guapo que tú, que quieres que te diga.
- Eres un cabrón y un mentiroso - y con esa frase sobre todo cariñosa, Óscar pulsaba la tecla SEND de su teclado.
- Bueno, tío, me tengo que ir, tenemos los finales y me tengo que estudiar a Cui para historia de la Música, que seguro que algo sale.
Mientras volvía paseando lentamente para su casa Javier pensando en que cantidad de verdad tendría lo que le dijo a su amigo. ¿Realmente lo que dijo tenía algo de cierto? Visualizó la imagen de Óscar montado sobre su espalda y quiso sentir la puñalada del cuerpo de su amigo, contra él parecida a la que le causaba Carolina cuando le sodomizaba en pleno polvo con vela, dildo o dedos. Y queriendo visualizarlo se asustó; estaba teniendo una erección brutal y que no conseguía cohibir. Intentó quitárselo de la cabeza y cuanto más esfuerzo ponía era peor hasta que el teléfono vino en su ayuda. 
- Javier, Javi, tío, vente para mi casa, ya. Que nos han contestado al mail que acabamos de poner. Que nos citan esta tarde a las cinco en un dirección que dan. Es un polígono de las afueras, una nave.
- Será un estudio de grabación.
- Solo pone que es imprescindible el carné.
- Claro, claro, no querrán líos de menores.
- ¿Que te pasa, Javi? te noto muy apagado. ¿No te hace ilu?
- Si tío, pero tenía la cabeza en otro lado; el examen de historia y eso y me ha pillado de sopetón.
- Pero, ¿Vas a venir, no?
- Claro, Óscar, en cuanto acabe de comer y me adecente un poco salgo para tu casa.
- Venga, te espero. ¡Joder, tío, que suerte! Hasta luego.

Esperando el bus que les llevara al polígono de la dirección que les dieron Javier se mostraba nervioso, como huidizo y Óscar se dió cuenta. Óscar le dió un codazo cariñoso intentando sacarle de su ensoñación disgustada.
- Venga tío, joder, espabila, que vamos a hacernos ricos y encima a pasarlo de puta madre. ¡Vamos a follar tío, y encima a cobrar!
- Óscar, hay algo que me preocupa y te lo tengo que contar. Todo se desarrolla muy deprisa. Mientras caminaba tuve un empalme brutal y eso no sería malo, lo malo es porqué tuve el empalme.
- Espera, ahí viene el bus. Vamos.
Javier calló al montar en el autobús y Óscar lo dejó pasar. No quería ni escuchar ni aventurar siquiera como mínima posibilidad lo que suponía aquello. Solo poder escucharlo de la boca de su amigo le provocaba vértigo. Temía que Javier quisiera continuar contándole lo que él ya suponía que le iba a decir. Javier por su parte, sentado a su lado quería continuar, soltar esa presión que le atormentaba. No se podía quitar de la cabeza esa imagen que le producía miedo, dolor y asco de alguna forma, pero también un placer oscuro e intenso como si un inmenso imán le atrayese. Pero no tuvo valor para abrirse a su amigo con esa confesión que le atormentaba y avergonzaba. De manera que se calló la boca y prefirió dejarlo para otro momento. Quizá fornicando delante de las cámaras pudiera librarse de ese peso que le atormentaba. 
El autobús se detuvo de pronto en una zona de naves industriales y el conductor anunció fin de trayecto.
Óscar se orientó con celeridad y en menos de cinco minutos llegaron a una nave con una puerta pequeña con un timbre y una cámara en el dintel. El resto de la fachada era una puerta de las de nave industrial que ocupaba toda la fachada como si por ella tuviera que salir o entrar un trasatlántico. Antes de llegar a poder pulsar el timbre la puerta se abrió, entraron a una habitación vacía con cámaras en los cuatro puntos cardinales y otra puerta cerrada. Había unas perchas en una de las paredes. Óscar y Javier se quedaron descolocados durante un buen momento porque la puerta por la que habían entrado se cerró, pero no había tirador o pestillo para poder volver a abrirla.
- Javier, me estoy acojonando. ¿Donde coño nos hemos metido?
Y antes de que Javier pudiera abonar lo que Óscar decía, una voz en off les medio tranquilizó.
# ¿Sois Javier y Óscar? Por la hora más que nada. Perdonad el punto chungo de dejaros encerrados en la esclusa. Seguridad, como comprenderéis. Os abro ya. Dejad en las perchas lo que os estorbe, si queréis. Hasta las seis no viene nadie más. Aquí dentro es que hace calor; se trabaja ligero de ropa. Comprendéis. Luego aquí dentro hay taquillas para cuando os desnudeis si llegamos a ese punto #
La puerta de la habitación se abrió con un chasquido y entraron a un despacho amplio con un sofá un par de sillones, mesa y sillón de mesa de despacho. Había una mesita auxiliar con bebidas y una pequeña nevera. Del sillón de la mesa se levantó un hombre regordete de múltiples anillos en las manos, ni alto ni bajo, sonriente y acogedor.
- Venga, pasad. Yo soy Ramón - les tendió la mano muy empatico y la estrechó.
A Javier que le apretase la mano al saludar le desvaneció muchas dudas. Solía ser gente que iba por derecho.
- Bueno, muchachos, lo primero es lo primero. Los carnés. No quiero líos, aunque me encanten, todo hay que decirlo.
Óscar y Javier entregaron los carnés, Ramón los comprobó y se los devolvió.
- Bien, todo correcto. Venga, sentaros en el sofá y empecemos. Casados, hijos, delitos, enfermedades. Venga.
- Solteros y nada de nada de lo demás. Los dos tenemos novia, la mía es Cristina.
- Y la mía Carolina. Yo estudio Música, estudios superiores.
- Y yo, ingeniería eléctrica - dijo riendo Óscar - si dentro de tres años necesita algo y no doy la talla como follador - y terminó con una sonora carcajada.
- Pues venga. ¿Necesitáis alguna película para animaros? Necesito ver la herramienta, como comprenderéis. Empezar a desnudarse y os voy poniendo algo. ¿Straigh, bi o gay?
- Hetero, claro - contestó Óscar, cargado de razón.
- Un trío en la peli ¿Va bien?
- Claro, claro - dijo Javier como ausente, pensativo, como si se sintiese obligado a contestar así.
Comenzaron a desnudarse con cierto pudor. Javier se mostraba remiso a despojarse de la ropa interior. Óscar antes de sacarse el slip miró a Javier como justificándose por quedarse desnudo. Javier seguía amasandose el paquete con las manos metidas por dentro del elástico hasta que Ramón le urgió a terminar.
- ¡Javier! ¿tu eres Javier? muchacho, ¿que tienes ahí dentro que tanto te cuesta enseñar?
- Javi, mira, no pasa nada. Enséñanos el mandao, que lo tienes muy bonito.
- ¡Ah! tenéis un rollete los dos - Ramón parecía estar encantado.
- ¡Que no, joder! - Javier protestó mientras se quitaba con celeridad el calzoncillo dejando a la vista el pene de buen tamaño, sin estar erecto pero con cuerpo.
- Lo ves chaval, no era tan difícil. Venga, ahora sentaros en el sofá, mirar la pantalla, calentaros y a machacarse el rabo. Hasta correrse. Alguna vez os habréis pajeado juntos, ¿no?
- Si - Óscar recordó el finde que las niñas les dejaron solos.
- Pero..., - Ramón puso cara de complicidad.
- ¡De eso nada! - Javier pegó un bote como impulsado por un resorte - ningún tío me ha tocado el rabo.
- Vale, vale, hombre, no te sulfures - Ramón se levantó del sillón con las manos por delante intentando calmar a Javier.
- Venga, tío, siéntate - Óscar estaba conciliador - hazte el pajote y listo.
Javier miró a su amigo y abrió los ojos apretando exageradamente los labios. Óscar se dió cuenta enseguida del problema de Javier. Dio un par de palmadas en el asiento del sofá instando a su amigo a sentarse.
# Ramón, por favor, puedes bajar al set de grabación uno - la voz en off reclamaba arreglo para un problema de rodaje #
- Perdonarme un momento. Hay que apagar un fuego. Enseguida vuelvo. No vayáis a correros sin que yo vea la eyaculación. Es importante que podáis ser lecheros.
- Me voy a ir, Óscar - Javier empezó a recoger su ropa - no voy a poder correrme sin algo en el culo.
- Joder, Javier. Tenemos que ser los dos. Mira, haz esto. Cogete los huevos cuando te la estés currando y extiende los dedos hasta el ojete e intenta metertelos a ver si estimulando algo llegas a correrte.
- Bueno chicos ya estoy aquí - Ramón venía de buen humor - una chica que firmó swalow y ahora viene con que le da arcadas. Pues que se joda y actúe. Venga a lo nuestro. A pajearse. A ver. Al tajo. No os quedéis tan separados. Juntaros más.
Óscar y Javier se miraron y sin mucha convicción se acercaron hasta que sus rodillas se tocaron. Volvieron a mirarse a los ojos y empezaron a masturbarse. Javier se cogió los huevos y se tocó el ano. Ramón llevaba tiempo en el negocio y sabía latín y no se le pasó por alto la maniobra de Javier. Abrió un cajón, sacó un estimulador de próstata y lo tiró al sofá.
- Anda chaval, colócate esto. No eres el primero, ni serás el último. No pasa nada. La próstata en los hombres es fuente de placer, pero no es de fácil acceso. Intentar darse gusto no es malo. No te tortures. Y tú, Óscar, quieres otro.
- No, no. A mí no me ha hecho falta nunca.
- ¿Y nunca le has echado una mano a tu amigo? Un estimulador es algo frío. Cuanto mejor no sería sentir a un amigo, ¿no crees?
- Pero, pero, yo no soy maricón, ni Javier tampoco, tiene una novia a la que adora y tienen sexo cada vez que pueden.
- Y te mete, ¿Qué? una vela, las profesionales lo usan a menudo, un dildo realistico, un vibrador. ¿Te lo mete, no?
Javier avergonzado sin dejar de mirar al suelo asentía con la cabeza. Óscar se acercó aún más a su amigo y le rodeó el cuello atrayendole a su pecho. Javier empezó a llorar.
- Cual es la diferencia entre un trozo de silicona y otro de carne. Os queréis, se ve a legua. Estáis desnudos, aprovechad ahora. Si lo podéis hacer la remuneración sería mucho mayor. Los tríos bi se venden muy, muy bien. ¿Os habéis chupado la polla alguna vez?
Se miraron a la cara los dos con extrañeza y al unísono dijeron que no.
- Pues este es tan buen momento como cualquier otro para comportarse como adultos no como niños pequeños llenos de prejuicios. Ah, y esto es solo un trabajo un negocio para mí, para ganar pasta, y no es fácil, no siempre se tienen ganas de follar. Probar chicos. Nadie se va a enterar. Si es imposible, no pasa nada y nadie se va a enterar.
Javier estaba inclinado sobre el pecho de Óscar que le consolaba y se dejó caer sobre su regazo. El capullo de Óscar tocó los labios de Javier que los abrió casi sin proponérselo y acogió el pene de Óscar en su boca. La reacción de Óscar fue intentar minimizar el roce con su amigo, que se restringiese a polla en boca. Levantó los brazos por encima de su cabeza, que echó hacia atrás como intentando alejarse de lo que estaba sucediendo, quería ser ajeno a aquel accidente. Tenía los ojos cerrados y gesto en la cara de recibir inminentemente un duro y desagradable golpe. Javier inició la felación reprimiendo el asco que le producía y la especie de afrenta que suponía hacerlo a un amigo. Cuando entró en su boca el capullo de Óscar, Javier instintivamente hizo descender la lengua hasta confinarla en el suelo de la boca. La producción de saliva de forma refleja como ante cualquier cosa que entra en la boca hizo que al tragarla la lengua rozase el frenillo de su amigo. La realidad se impuso. No sabía a nada, no era un tacto repulsivo y al ajustarse la forma del capullo a la bóveda palatina daba la impresión de que su forma estuviese hecha para que se acomodase en una boca. Una vez acunado el trozo de pene dentro de la boca sin ninguna salvaguarda en cuanto a degustación, Javier se sorprendió haciendo entrar y salir de su boca la verga de Óscar como si se tratase de una biela que entra y sale del cilindro. La continuación fue natural. A medida que el calor, dureza elástica y la humedad se combinaban Javier intentó que llegase más profundo hasta rozar la campanilla provocando la náusea. Lejos de retirarse Javier sin saber porqué vericuetos reinterpretó esa náusea como algo erótico y se lo provocó otra vez, reprimiendo el reflejo una vez más. Unido a esa náusea se empezó a producir una saliva espesa o mucosidad clara muy lubricante en gran cantidad que desbordaba la boca de Javier. Ninguno de los que presenciaban fue ajeno a ello. Óscar se sintió muy excitado y empezó unos movimientos suaves de coito y Ramón aplaudió como si se encontrase en una performance.
- Bien, bien chicos, seguir así. Bien.
Óscar sintió que aparecía el orgasmo e intentó apartar la cabeza de Javier que estaba aferrado a una actividad que mantenía su pene a punto de estallar y destilando flujo por la punta.
- Javier, Javier, Javier, joder que me voy a correr en tu boca.
Javier sin soltar su bocado afirmó con la cabeza y Óscar se relajó y empezó a eyacular. El semen mezclado con la saliva lubricante se salía por las comisuras de la boca de Javier, pero él seguía acariciando el frenillo de Óscar con la lengua sin consentir que se la sacase de la boca.
Finalmente, cuando la verga de Óscar se fue desinflando, Javier la dejó salir de la boca y con el semen resbalandole por los labios se quedó mirando fijamente a su amigo que le miraba a él con una mezcla de extrañeza, agradecimiento y compasión. Y entonces sin saber a qué obedecía aquello, Óscar se inclinó sobre su amigo y le besó los labios rebosantes de su propio semen.
Ramón aplaudía dando pequeños saltos de alegría desbordada.
- Bien, bien y bien. Ha sido increíble. La primera vez en mi vida de porno que veo algo así en gente hetero. Aunque claro, ahora deberíais plantearos vuestros gustos. Tú, niño, no te has corrido. Métete el estimulador y pajeate que yo te vea también y tu amigo, claro.
- Yo me voy ya - Óscar estaba serio, como cariacontecido - me he corrido y solo tengo ganas de irme. Que se quede él, a ver.
- Yo no necesito correrme - Javier estaba muy serio también. Se limpió el semen de la cara y la boca y escupió en una toalla varias veces - y además tengo cosas que hacer. Me voy también.
- Bueno chicos que os parece el trío bi la semana que viene con una actriz de nuestro elenco. Está muy bien y tiene un culo muy generoso y muy simpática.
- Te llamaremos - dijo Óscar sin dejar de vestirse y sin mirarle - estamos en finales y hay mucho que estudiar. Y encima, como podrás entender, tenemos que digerir alguna que otra cosa que ha sucedido aquí ésta tarde.
- Venga, vale chicos. Pero no os comáis mucho la breva que os haga tomar malas decisiones. Sois una pareja como un diamante en bruto. Hay mucha pasta a ganar. Yo también, no voy a negarlo, es mi negocio, pero vosotros, tal como os he visto actuar, con un par de retoques en actitud, al estrellato porno, y quién sabe si más allá. Sois muy guapos los dos y cuerpos diez.
- Bien, gracias Ramón. Me voy - Óscar no quería incluir a Javier
- Y yo con él. Nos vamos los dos. Ya te llamaremos.
- Tomar, chicos un billete de cien para cada uno, os lo habéis ganado. Tomarlo como un adelanto de lo que ganareis la semana que viene con el trío.
Óscar y Javier tomaron sus billetes, dieron las gracias y se fueron. Llegaron a la parada del bus y allí estaba esperando a que diese la hora para salir. Se subieron y se sentaron uno junto al otro. Sin hablar. Fue Javier el que inició la conversa cuando el vehículo se puso en marcha.
- Óscar. Esto hay que hablarlo.
- Ahora no puedo. Lo siento.
A la siguiente parada, Óscar se levantó para bajarse.
- Faltan dos paradas para la tuya, Óscar.
- Ya, pero tengo ganas de caminar.
- Te acompaño.
- No Javier, por favor, necesito estar solo. Tengo un lío demasiado grande en la cabeza y no sé cómo le vamos a decir esto a las chicas. Solo pensar que Cris pueda dejarme me dan ganas de tirarme a las ruedas de este autobús. No me llames. Yo te llamaré. Necesito aire.
El autobús se detuvo y Óscar se perdió en la acera caminando en sentido contrario.




sábado, 23 de abril de 2022

DURA REALIDAD

 

El mundo fluía alegremente para Javier, Carolina, Cristina y Óscar. Sus dieciocho años les conferían una inmortalidad de la que no eran conscientes. Tener ganas de vivir, comerse el mundo, disfrutar y ansiar que amaneciese una vez más no eran más que rutinas en una vida mecida por la suerte de pertenecer a una sociedad que les adoraba.
Los cuatro habían salido de su secundaria rumbo a la universidad. Javier continuaría con sus estudios superiores de música, Carolina, la novia de Javier desde hacía dos años, tiraba más a técnicas y eligió arquitectura. Cristina le apasionaba la historia antigua y eso eligió y Óscar siempre práctico quiso una ingeniería eléctrica. Pertenecientes los cuatro a una naciente capa media técnica de su sociedad sus padres dedicaban todos sus esfuerzos a formación. El dinero no daba para mucho mas y los chicos siempre andaban buscando chapucillas con las que ganar algo de dinero para sus ocios; teléfonos, tablets, relojes, en fin toda la parafernalia de gadgets digitales a los que tan aficionados son los jóvenes. 
Aficionados a los conciertos multitudinarios, siempre estaban ahorrando hasta el último céntimo para hacerse con una entrada cada uno.
Iban a los conciertos siempre los cuatro y las entradas siempre contaban en el precio con la María que necesitaban para ambientarse y continuar la fiesta cuando acabase la música.
Javier y Óscar se conocieron al llegar al instituto, al principio se cayeron mal, muy mal. Los dos eran gallos de corral y tenían que tropezar antes o después.
Había una esquina del patio por la que los camellitos del barrio pasaban las chinas a los chavales. Óscar conocía a uno de estos camellos que siempre le pasaba algo de más, él no sabía porqué ni le importaba, pero el caso es que por un billete pequeño siempre le daba como un diez por ciento más.
Nada más empezar el segundo curso del instituto, Óscar y sus satélites, esa panda de lameculos que siempre orbita jadeante en torno a un líder, se dieron cuenta que Javier junto con los suyos peleaba con, parecía que con la reja del patio, aunque Óscar sabía a qué se debía.
Javier levantaba la voz al camello de la esquina porque la china que le pasaba por un billete pequeño no tenía nada que ver con lo que le pasaba a Óscar. Cuando acabó la discusión y la campana anunció el fin del recreo, los dos chulitos con su respectivas comitivas se cruzaron.
- Eso les pasa a los pringaos, les canea hasta el camello más arrastrao - Óscar escupió a los pies de Javier para apoyar su desprecio.
- Yo no digo que no me caneen los camellos, pero lo prefiero antes que ponerles el culo para que te pasen más. Eso les pasa a los bujarrones. Chavalito - Javier sostuvo la mirada del gallito rival.
Óscar no sé lo pensó y sin responder lanzó un puño a la cara de Javier que consiguió esquivar a medias. Después de eso se enzarzaron en una pelea que dio con ellos en suelo lanzandose golpes sin ton ni son, insultandose mutuamente sus respectivos corifeos. Hasta que llegó el conserje, Mariano, un armario de tres cuerpos que cogió a cada uno con una mano y los separó. 
- Y ahora milhombres os vais a dar la mano y me vais a prometer no volver a pelear o se va a enterar la dire. Del camello de la esquina del patio me voy a ocupar yo. Que ya le dije que no quería ningún lío en mi patio.
De muy mala gana, Óscar y Javier se dieron la mano sin quitarse la vista de encima. 
Mariano ahuyentó al camello y desde entonces aquella esquina dejó de ser popular.
Al mes, a la salida del instituto, Javier se dirigió a Óscar por vez primera desde la pelea.
- Óscar, espera.
- ¡Lárgate! ¿Que quieres, otra bronca?
- Espera, tío, joder, que voy de bien, hostia puta.
- Está bien - Óscar se detuvo y se volvió a Javier - ¿Que quieres?
- Enterrar el hacha de guerra, y de paso ¿nos fumamos la pipa de la paz?
- ¿Que dices?
Javier abrió la mano enseñándole la palma a Óscar con un trozo de chocolate.
- Es de buena calidad. Se la he sacado a mi hermano y quería que nos echasemos una risas y acabar con toda esta mierda, tío. En realidad, me caes bien. No sé a qué viene tanta rivalidad. Si hubiera una tia por medio...
- Venga, tío, vamos a liarnoslo ahí detrás de la tapia del solar y a echarnos esas risas.
Se liaron los canutos como si hubiesen sido colegas de toda la vida. Se contaron sus miedos, sus frustraciones y alegrías. Hablaron de sus familias de sus novias y sus manías, y cuando salieron de allí buscando agua con desesperación eran ya como gemelos que iniciaron su andadura en la vida a la vez; inseparables.
De hay en adelante a todas partes iban juntos y hacían causa común de cualquier cosa que le sucediese a cualquiera de los dos. Por eso cuando en la fiesta fin de curso Javier se acercó a Carolina, Óscar lo hizo a su amiga inseparable, Cristina.
Eran dos parejas envidiables, y así se mantuvieron todo el instituto. Hasta que llegaron a la Universidad. 
Óscar con su ingeniería y Javier con sus pentagramas no parecían tener mucho en común. A pesar de ello los momentos de ocio eran increíbles y los apuraban hasta el último segundo. Carolina y Cristina se veían felices de ver a sus novios felices. 
Las semanas transcurrían entre clases, apuntes y estudios para todos. Mucha videollamada entre Javier y Carolina y de Óscar con Cristina y aún más sexting entre ellos que les súplian sus urgencias hormonales ante la falta de presencia física, todo virtual menos las manchas de semen en la pantalla del dispositivo usado en ese momento. 
A mediados de curso, aquel finde Óscar y Javier se las prometían felices. Los padres de Óscar se iban de convivencia de un grupo de espiritualidad tantrica.
- ¿Que es eso Óscar?
- Y yo que se. Mis padres están raros últimamente, aunque le llaman así, a mi me suena a orgias de sexo en grupo aliñado con suspiros y posturas de yoga.
- Pues que hagan lo que sea pero que te dejen la casa, bueno, que nos dejen la casa. Yo estoy a ver cómo les vendo a mi padres que me quedo a dormir aquí.
- Tío, Javier, que en nada cumplimos diecinueve, yo creo que con decir, "que esta noche no vengo a dormir" es suficiente.
- Si, vale, pero prefiero que ellos estén contentos. Prefiero casi que se les ocurra a ellos que me lo pasé bien "y si tienes que quedarte en casa de Óscar, te quedas, Javi, hijo, que tú edad se pasa volando" yo me lo monto así y todos felices.
- Raro que hagas música, tío, tú ibas para diplomático.
- ¿Ya le has dicho a Cristina el plan del finde?
- Voy a llamar a Carolina a decírselo.
Marcó el número y saludó. A medida que escuchaba lo que Carolina iba diciendo, Óscar veía que el color huía de la cara de su amigo.
- Pero Caro - Javier más que hablar, balbuceaba - tía, ¿no podéis...? joder, tía, qué putada, una oportunidad como ésta no se va a dar muchas veces. Bueno venga vale, hasta luego, Caro. Un beso.
- ¿Que pasa, tío? No me digas...
- Si, Óscar, si. Que es finde de chicas y han quedado en casa de Rocío, que sus padres se van de viaje.
- Joder, tío, ¡Qué putada! Y ahora, joder, tío. Me cago en la puta, me voy a tener que matar a pajas. Bueno, pues da igual, le levantas a tu hermano un poco de mierda y nos montamos el finde de tíos, con el porno en la pantalla de 80 pulgadas de mi padre y nos ponemos hasta el culo.
Javier se quedó mirando a Óscar muy serio y poco a poco fue dibujando una sonrisa cada vez más marcada hasta acabar en una risa desencajada.
- Además, mi hermano tiene ahora un chocolate buenísimo. Pero no sé lo voy a mangar, se lo voy a pedir, tío, que la última vez que pasó se lo pesaron y le querían meter por estafador. Se cagó porque le pusieron el cañón de una Beretta en la boca.
- Hostia, Javichi, que miedo de gente. Yo me habría cagado también.
- Es que se cagó de verdad. Y creo que eso le salvó porque vieron que no tenía cojones como ellos. Pero le avisaron, a la próxima dijeron que le iban a mandar los sesos a mi madre en un táper.
Faltaban cinco gramos y se la liaron. No veas el marronazo.
- Como sea, cabronazo, tú te traes buen costo y vamos a romper. Nos vamos a hacer un tik tok moraos total que vamos a arrasar.
Tanto Javier a Caro cómo Óscar a Cris le rogaron, amenazaron y lloraron, pero las chicas estaban en su fiesta de chicas y no se apeaban.
- Javi, vente a la hora de comer y empezamos la fiesta pronto.
- Mira Óscar yo le he dicho a mi madre que voy a pasar el finde en tu casa porque estás solo. Prefiero no echar embustes, que luego soy muy malo inventandome cuentos.
- Vale tío. Tu mismo. El sábado te vienes a eso de las dos y pedimos comida. Y no se te olvide el costo, mariconazo, eso es la clave de todo.

A la una y media Javier estaba en casa de Óscar, un adosado de las afueras. Su hermano le vendió a precio de saldo veinte gramos, porque no podía regalar nada, pero así Javier se sentía con libertad para ponerse hasta el culo sin miedo a lo que pudiera pasar después.
Óscar recibió los veinte gramos como si fuera el santo advenimiento y lo primero que hicieron fue liarse un par de trompetones y revolearse en el sofá dejando que la mierda hiciera sus efectos, el primero de los cuales fue dejarles sin hambre, aunque con sed.
- Y ahora, unas birritas, machote - y al tiempo que lo decía, alborotaba la tremenda mata de pelo de Javier.
Las ocurrencias se sucedían sin parar y las risas eran un continúo los dos tirados con un colocón tanto de hachís como de alcohol, hasta que el fumeque obró el segundo milagro, un hambre de lobo.
- A pedir comida, Javichi. ¿Que pedimos, dos gigantes de barbacoa? me voy a comer las piedras, ¡que gusa, tío! ¿Otra birritas mientras viene el nota?
- Vamos a echarla, ¿para eso estamos aquí sin las titis, no?
Siguieron bebiendo hasta que llegó el Glovo. Devoraron las pizzas y se liaron otros dos canutos, entre risas y comentarios groseros de las mujeres. A las novias no las mencionaron para nada.
- Y ahora, Javichi, ¡Porno del bueno!

Óscar sintió la claridad del día en su cara e intentó eludirla poniéndose en decubito lateral, pero en vista de que no podía evadirse de la brillante luz, abrió los ojos. A escasos centímetros de su cara estaba la de Javier que le observaba fijamente. Óscar intentó racionalizar la situación clavando la mirada en las pupilas de Javier sin que ninguno de los dos parpadease ni moviera un solo músculo de la cara.
Imposible saber para ninguno de los dos el tiempo que se mantuvieron la mirada deteniendo el tiempo. Que era de día era evidente y que lo último que recordaba Óscar es que era de noche y estaban en el sofá del salón. De pronto tomó conciencia de que estaban los dos desnudos sobre la cama de sus padres mirándose a los ojos intensamente y a escasos centímetros el uno del otro, y reaccionó. Soltó un brazo con presteza y golpeó con la mano abierta el hombro de Javier desplazándolo. Él por su parte de un salto quedó sentado en la cama y con tono de reproche se dirigió a su amigo.
- Venga, vas a decirme que ha pasado aquí.
- ¿Que ha pasado? Óscar, joder, ¿que te pasa a ti?
- Se puede saber que cojones hacemos los dos en pelotas en la cama de mis padres. ¿Que pasó anoche, maricón? - y al tiempo que lo decía se llevó la mano al ano - ¿me la has clavado?
- ¿Eres tonto? Y eso de maricón ¿a qué viene, tocándote el ojal. Que crees que te la he metido? ¡Que asco, joder, Óscar! A ti la mierda de anoche con el alcohol te sentó fatal.
- Bueno, pues explicate. Dime, que pasó.
- Mira Óscar - Javier se sentó enfrente de su amigo, sobre la cama - yo lo que recuerdo, lo último que recuerdo es que estábamos muertos de lujuria masturbandonos, cada uno con la suya, que ni tú me tocaste ni yo te toqué, mirando una peli guarra en la que dos tíos le hacían una doble por el culo a una tía muy bronceada de melena rizada muy brillante  mientras otro intentaba sobre la barriga de uno de ellos, el que estaba tumbado boca arriba, alcanzarle con la lengua el coño, y en el momento que se vio que el tío tocaba la pipa de la tía con la lengua te corriste. Y me dijiste que me ibas a echar el polvo encima como si fuese una tormenta. Yo estaba también a punto de correrme y cuando me vino, al abrir la boca una gota de tu lefa me entró en la boca, pero mi semen salía también salpincandolo todo, a ti también. Vamos, que ahora mismo tienes semen seco en el bigote, no se, si mío o tuyo, porque eso sí fue verdad, aquello fue una tormenta de leche.
Después de eso - Óscar se palpaba el belfo en busca de algún resto - se acabó. Debimos quedarnos dormidos, cómo llegamos a la cama, ¿no tengo ni idea? Y desde luego, si yo te he follado, o mamado o besado, o tu a mí, es algo que nunca sabremos, porque si tú no te acuerdas, yo menos.
Javier tenía a Óscar delante tanteandose con detenimiento el labio y en ese momento tuvo un flash que duró lo que un aleteo de ángel. Él estaba tumbado en el sofá y Óscar encima de él le rozaba los labios con los suyos y luego le decía muy bajito: "joder, que ganas" y nada más.
- Tú, Óscar, no puedes hacer memoria, tío, joder, que hemos perdido unas horas de nuestras vidas, y soy incapaz de recordar cómo llegamos, desnudos, a la cama.
- O sea, que si recuerdas que estábamos desnudos cuando llegamos aquí.
- No. Pero como estamos en bolas, supongo que ya lo estábamos.
Y en ese momento tuvo otro flash instantáneo. Los dos desnudos, Óscar con su brazo por la cintura y él rodeándole el cuello camino del dormitorio y que Óscar con voz estropajosa del morazo tan tremendo le decía: "tienes una polla preciosa, y el capullo, para comérselo" y nada más. Pensó que quizá esos flashes fueran retazos de un sueño y no eran más que la plasmación de deseos suyos reprimidos.
- Tío, Javier, ya vale. Tengo el ojete intacto, no recuerdo nada y además un dolor de cabeza insoportable. Vamos a la cocina a beber agua y a tomar un Ibuprofeno o algo.
- Un café, Óscar, un café nos sentaría de lujo.
- ¿Queda mierda?
- ¿Quieres seguir? Coño, Óscar, espera que nos saltemos un poco está resaca. Que esta noche tenemos que, aunque sea, poner una cámara que filme, pero hay que rematar la faena. Bueno, claro, si tú quieres. Al fin y al cabo es tu casa. Tus padres, ¿cuando llegan?
- Mañana por la tarde. Y ya estoy yo deseando fiesta de la buena. Y sabes que te digo, que las tías se queden con su finde de chicas, que nosotros..., tío, ¿de verdad que no hemos follado tu y yo, anoche?
- No lo sé, Óscar, de verdad. Pero, escucha, también tengo que decirte, que si algún día tuviera que follar con un tío porque no hubiera más remedio, tendría que ser contigo.
- Joder, Javier eres un buen amigo - y al tiempo le dió un abrazo.
- No sé si te has dado cuenta que nos estamos abrazando y estamos como nos trajeron al mundo. Solo faltaba que por mano del diablo empezaremos a empalmarnos.
Óscar se separó instantáneamente y se miró el pene y luego el de Javier.
- No, no parece que estemos palote ninguno de los dos. Menos mal.

Salieron a despejarse algo por la mañana y llamaron a sus novias. Contestó Cristina a Óscar para decirle que Carolina estaba un poco indispuesta y que llamaría a Javier cuando se enmendase algo.
- Óscar, de verdad, ni acordarnos de vosotros, lo siento cariño. Hemos visto una peli de esas con una Cocacola de litro que tenía el tío que no veas y como resulta que eran dos tíos y una chica que se suponía virgen y como no le entraba, ¡Se la metió al otro chico por el culo! no veas cómo nos lo pasamos. Caro decía que a su novio no habría podido metersela. Bueno, amor mío, haber si nos vemos la semana que viene.
¿A cuento de que venía que Carolina dijese que a Javier no le iba a entrar una polla grande? 
- Joder, Cristina, porqué has tenido que decirme eso - susurró para si mismo Óscar.
- ¿Que le pasa a Caro?
- Imagínate a que se debe la indisposición. Se habrán bebido hasta el agua de los jarrones.
- ¿Y que te ha dicho Cris que te ha sentado tan mal?
- ¿A mi? no se, nada.
- Si, hombre, que has murmurando que porqué te lo ha tenido que decir.
- Vale, Javier. Es que con lo que ha pasado esta mañana en la cama. Que ya se que no ha sido nada. Pero ahora viene Cristina a decirme que tan grande como la tenía el tío a ti no te habría entrado. ¿Que pasa, que pollas más normales si te entran? Joder, tío, no quería llegar a esto pero comprenderás que me intrigue el porqué tu novia tiene que decir eso.
- ¿Nos vamos ya? Puestos ya en esta tesitura, tengo cosas que explicar que es mejor que te explique en privado donde puedas descojonarte de mi o mandarme a la mierda.
- Hostias, tú, ¿Tan grave es? Se me están poniendo de corbata. A ver si he sido yo el que te he petado a ti ésta noche y ni me he enterado.
- No, tío, no. Esta noche no ha habido más que un morazo brutal de chocolate y alcohol. Nada más. Y espero que no se nos corte el rollo esta noche con lo que te cuente. De todas formas, a mi me da igual.
El resto del trayecto hasta la casa de Óscar, lo hicieron casi todo en silencio, lanzándose el uno al otro miradas huidizas intentando desvelar que estaba sucediendo. Cuatro frases intrascendentes sobre el tiempo y los estudios y llegaron.
- Eso si. Me vas a permitir que ponga como fondo a lo que te voy a contar el adagio para cuerda de Barber. Yo cuando me deprimo por lo que voy a contar, me lo pongo en scrolling, me harto de llorar y me alivio.
- Nos liamos un canuto antes. Venga colega, no me gusta verte tan serio, de verdad - Óscar tenía tomado a Javier con sus brazos extendidos por los hombros intentando darle apoyo moral - sea lo que sea, prometo no reírme.
- Salgo con Caro desde los dieciséis, y tuvimos nuestro primer encuentro de sexo, vamos el primer polvo, que fue un desastre, a las cinco semanas. Me corrí poniéndome el condón. Como no sabía me manipulé tanto el capullo que me corrí. Luego le hice una paja yo a ella, pero la hice daño porque tenía las uñas muy largas y además no tenía idea de cómo hacerlo. Total, un desastre.
- Joder, tío - Óscar empezó a reírse - de verdad, no me río de lo tuyo, recuerdo cómo fue lo primero mío con una cría a los catorce años y, de verdad, luego te cuento, aquello fue del club de la comedia. Venga, sigue.
- A la siguiente vez, lo preparamos mejor y fue un susto de muerte. Me puse el condón bien, o eso creía yo. Para que no me costara ponérmelo y fuese o correrme otra vez le pedí a mi hermano uno de los suyos, pero es que mi hermano calza un cuarenta y ocho, tiene una polla enorme. Claro el condón entró con mucha facilidad, con la misma que estando dentro de ella se me salió, no me di cuenta y me corrí dentro. No veas el cuadro. Tenía que sacarselo de dentro pero con los dedos no llegaba y yo estaba jodido viéndome ya delante de mi madre pidiendo ayuda para ir a abortar. Al final, fue Caro con el mango del cepillo de dientes que consiguió sacarlo un poco y luego ella con los dedos se lo terminó de sacar. Y estaba todo el polvo dentro. Así y todo hasta que no le bajó la regla estuve literalmente zombi. Fue aquella vez, te tienes que acordar, que me expulsaron del insti tres días por mandar a la profe y a la directora que las follase un pez delante de toda la clase.
Bueno, pues Caro esa vez tampoco llegó a nada. Estuve a punto de romper con ella. Luego me dijo que habló con su madre de lo que le había pasado y empezó a tomar la píldora. Pero el mal estaba hecho. La siguiente vez, ya sin condón ni nada todo iba como la seda. Carolina utilizó un lubricante de su madre y todo. Era impresionante, la sentía muy cerca, quería que estuviesemos juntos toda la vida. Ella me hacía promesas de lo mismo hasta que se corrió. Yo quise correrme con ella, pero no pude. Seguí y seguí hasta que ella se volvió a correr.
- ¿No podías correrte, después de lo ocurrido las veces anteriores?
- No sabía que me pasaba. Yo estaba duro como pedernal, estaba al borde, pero no alcanzaba ese salto para rematar. Y entonces Caro me dijo: " ya está, espera. He visto pelis en las que para que los tíos se corran pronto, las putas les meten una vela por el culo. ¿Que pierdes por probar? Además tengo el lubricante. ¿Lo hacemos?
Estaba agobiado y avergonzado y deseaba poder correrme y que Caro se viese también reconfortada en su determinación. Le dije que de acuerdo. Trajo una vela de esas de parafina que se usan para cuando se va la luz la lúbricó y mientras yo se la tenía metida ella me metió la vela en el culo. Al principio sentí una molestia rara, no sé si dolor o tensión o no se, pero cuando lo hundió más profundamente de pronto sentí un subidón tremendo hice dos movimientos de bombeo y tuve el orgasmo de mi vida. Después de eso, cada vez que teníamos sexo, necesitaba algo en el culo. Cuando me masturbaba, con mucho esfuerzo y recordando las sensaciones del dildo me corría, pero cada vez me es más dificil correrme sin tener algo en el culo. Por eso dijo Caro que una polla tan grande no me cabría.
- Tío, me has dejado frío. Nunca me lo hubiera imaginado. ¿Y no has pensado...?
- ¿Que me la clave un tío? Nunca. Necesito meterla yo, me gustan las mujeres y me gusta el sexo con ellas y lo del culo no tiene nada que ver con tíos, ¡Joder! tiene que ver con qué no llego al orgasmo si no es de esa manera, nada que ver con maricones ni pollas en vinagre. Y nunca mejor dicho - se sonrió a pesar de todo.
- Bueno, y que te metiste anoche en el culete para poder correrte.
- Nada. Y me sorprendió muchísimo. Es la primera vez que me pasa desde aquella vez.
- ¿Te has planteado que quizá tenerme cerca a mi pudo tener que ver en eso?
- Ni por un momento se me pasó por la cabeza tocarte o aprovecharme de tu cuerpo para correrme. Nunca, Óscar, nunca - Javier levantó la voz muy enfático.
- Venga, vale Javichi. Sigues siendo mi amigo y me da igual que te metas por el culo una polla de carne o de piedra, como si te folla un tío de verdad. Sigues y seguirás siendo mi amigo.

lunes, 18 de abril de 2022

RODAJE VII

 

                     RAMIRO

Sentado con un hábito de derrota instalado en su postura, fue mirando alternativamente a los hermanos pelirrojos y a Sebastián, hasta que clavando la mirada en su zapatos comenzó.
- No sabéis, ni a tí, Chano, nunca te lo dije, que tenía un amigo en el colegio, Ricardo, que cuando tenía diez años, llegó de fuera. Quiero decir del extranjero. Su padre era funcionario consular. Del país que venía, el curso que se le ajustaba para incorporarse era el mío a pesar de que él tenía dos años más.
Desde el primer momento me llamó la atención, por su estatura, su seriedad, y el pelo rubio ensortijado y abundante enmarcando una cara algo alargada con unos ojos turquesas grandes y expresivos. Y para colmo el día que el director nos lo llevo a nuestra aula para incorporarse el único puesto libre era el de mi pupitre.
Era serio pero desenvuelto y nada más sentarse me dijo como se llamaba y me preguntó por el mío. Hicimos buenas amistades y desde ese momento ningún recreo fue ya aburrido. Prácticamente había nacido en un país centroamericano donde la idea de las relaciones sexuales no es tan estricta. Me hablaba de las niñas con las que habia tenido relaciones, aunque me recalcaba que nunca había penetrado a ninguna, pero de las posibilidades de mano, lengua y labios se las sabía todas. Y así me enteré de que no solo haciendo sino que viendo hacer o imaginando el pene crecía y se pasaban las horas sin darse cuenta. Nunca intentó tocarme o insinuarse conmigo, aunque llegó un momento en que con solo estar a su lado me ponía muy duro. Un día se lo dije y me preguntó y que querría ver lo grande que se me ponía y diciéndolo, se bajó el pantalón y me dejó ver su miembro. Era grande, con el capullo fuera y gorda. Duró un segundo, porque lo hizo en el  pupitre y no quería que nadie lo viera. Yo le enseñé la mía y me dijo que era pequeño aún y que me crecería.
- ¿Y no hiciste intención de tocarsela nunca? - tanto Cástor como su hermano estaban sorprendidos.
- Nunca. Pero voy a seguir porque aquí empieza el meollo.
- Eso fue entonces, antes de que tus padres me tomaran en acogida - afirmó Chano.
- Efectivamente. Un día, casi acabando el curso, después de comer, mi padre se fue al trabajo y mi madre me dijo que porqué no me echaba una siesta, así, pasaría mejor el peso del calor vespertino. Me fui a la cama y de pronto me despertó un golpe seco. Ya despierto escuché cuchichear a mi madre diciendo que más cuidado que me iba a despertar y luego risas ahogadas. Me quedé en la cama sin poder volver a dormirme. Supuse que mi padre había vuelto y decidí levantarme. Iba descalzo y sin ninguna intención no hice ningún ruido. Salían voces del dormitorio de mis padres y allí me dirigí. La puerta estaba entornada y por la rendija lo que vi me hizo hiperventilar y el pene se me puso como una piedra. Mi madre y otro hombre estaban desnudos y mi madre le decía al hombre que por el culo que el coño era de su marido. Estaba hipnotizado con aquella imagen y al tiempo preocupado por lo que podría suceder cuando mi padre se enterase y boquiabierto como estaba, sentí la llave de la puerta.
- ¡Tu padre! - Chano estaba muy metido en el relato - se liaría una buena.
- Espera, no te precipites - con el relato Ramiro se estaba animando.
Corrí a mi habitación y me quedé arrimado al dintel de mi puerta, por dentro, para escuchar lo que sucedía a continuación. Desde allí escuché como mi padre decía: "partelé bien el culo que ya voy yo a partirtelo a ti", lo dijo en voz muy alta y mi madre le chistó advirtiéndole que yo estaría durmiendo y que me iba a despertar. Después de eso, nada y me animé a seguir curioseando.
Me acerqué a la puerta de la alcoba y mi padre no la dejó entornada, estaba abierta a la mitad y se veía perfectamente lo que sucedía. El hombre tenía a mi madre boca arriba y por lo que mi padre decía debía tenersela metida en el culo: "el coño es mío" le decía, "luego se lo comes, cuando yo me corra, ¿verdad cariño?" y mi madre le decía al hombre que la volviese loca rajandole el culo. Vi como mi padre, mientras el hombre arremetía contra mi madre le pasaba la mano por la raja del culo y el hombre empezó a culear, y entonces mi padre se agachó y metió la cara en el culo del hombre.
Yo estaba muy excitado, sorprendido por todo lo que sucedía y me frotaba instintivamente la picha, me daba mucho placer. 
Después de meter la cara en el culo se levantó y le metió de golpe la picha en el culo al hombre y después de un rato en el que el hombre pedía más y más el hombre se volvió y se agachó para chuparsela a mi padre, y en ese momento me vio. Me quedé paralizado cuando vi que depositó su mirada en mí, pero enseguida, antes de aplicarse a la mamada me guiñó un ojo y me sonrió. Creí morir de gusto y aún creo hoy que ese fue el día de mi primer orgasmo. Permanecí un rato después mirando como mi padre sujetaba la cabeza del hombre atragantandolo con su enorme miembro y decidí volver a mi cuarto porque comprendí que si el hombre me había descubierto, lo harían mis padres.
No pude dormir esa noche pensando que aquel hombre con aquella sonrisa tan feliz y ese guiñó cómplice revelaría a mis padres mi indiscreción y me iba a arder el pelo. A la mañana me levanté temblandito esperando la reprimenda pero ni mi padre ni mi madre dijeron pío y volví a sentirme seguro.
A la semana siguiente mi madre fue a buscarme al colegio y no podía creerme con quién venía; el hombre de aquella noche del que no sabía el nombre. No importaba, mi madre nos presento: "Mira Ramiro, este es Ángel, un amigo de tu padre y mío, saludale"
Le mantuve la mirada una décima de segundo lo suficiente para musitar un "hola", el tal Ángel por respuesta al tiempo que decía hola me alborotaba el pelo como signo de cariño: "Vaya, vaya, eres muy mayor ya, ¿tienes novia, no? bueno, bueno, tienes que andar por ahí partiendo corazones" y recuerdo que me dije para mí "mientras no me partan el culo como a tí" y solo de pensarlo me sonrojé y él se percató: "Venga, venga, Rami, si no tienes novia aún ¿porque no será novio?" Y mi madre le cortó reprochandole que me dijese esas cosas con lo pequeño que era. Y remató con un "y no vuelvas a llamarle Rami. Es Ramiro, como su bisabuelo el general" Me sentí reconfortado, no me gustaba ni me gusta que me apócopen el nombre. Pero se avecinaba lo peor. No sé que habría hecho de haberlo imaginado.
Cuando llegamos a casa, mi madre no se deshizo ni de los zapatos ni el suéter ni las llaves, solamente me dijo que Ángel se quedaba a mi cuidado, que mi padre y ella tenían cita con el médico: "Serán un par de horas, nada más. Ángel te ayudará con la tarea, no te creas que hace tanto que salió del colegio"
Me dio un par de besos y cerró la puerta.
Ángel me cogió por el cogote sin apretar y me condujo a la alcoba de mis padres. Empecé a llorar, sabía que nada bueno podía pasar. Se agachó en cuclillas delante de mí y me abrazó, me enjugó las lágrimas cubriéndome de besos sobre todo por el cuello mientras me insinuaba los dedos de una mano por la cinturilla del pantalón hasta dar con la raja del culo. Eso me estremeció y más aún cuando sentí como uno de sus dedos me acariciaba el ano y no paraba de susurrarme al oído que cuanto me había gustado lo que vi aquella noche. Los brazos se me dispararon solos, le rodeé el cuello y muy bajito al oído le dije que mucho. Él me estrechó más y con sus labios alcanzó la comisura de los míos. Me gustó y sentí mi pene crecer desmesuradamente. En ese momento decidí que me entregaría sin rechistar a todo lo que me pidiese, es más, deseaba que me lo pidiese todo.
Me sentó en la cama de mis padres y me dijo que me relajase que nos íbamos a divertir. Yo no le quitaba ojo de sus ojos, él me taladraba con su pupila y yo deseaba que me tocase, que volviera a pasarme su dedo por el ano. Empezó a desnudarse muy lentamente hasta quedar desnudo de cintura para arriba. 
- ¿Pero no te dieron ganas de tirarte a comerle el rabo? - Chano estaba muy excitado y no paraba de restregarse la bragueta.
Polux se acercó a Chano y empezó a sobarle la entrepierna, el chico estaba muy excitado y se abrió más de piernas.
- ¡Hermano! que salido estás - Cástor estaba disfrutando de lo lindo.
- El relato de este chico me ha puesto a cien. Me ha recordado al tío Gary.
Polux acababa de sacarle la polla a Chano y se acercaba a ella con intención de chupar cuando se escuchó la voz de Laura. Tan metidos estaban todos en la representación que nadie escuchó a la chica que entraba a su casa.
- Ya veo que os lo estáis pasando de lujo. Si os molesto me voy. Y tu, ¿quién coño eres?
- Cariño, es Ramiro, acuérdate que te conté como en la última casa de acogida nos liamos los dos hasta que salí de allí. Él ahora nos está contando cómo se abrió a este mundo y como no está exento de morbo, uno de los gemelos, no sé cuál, se me ha lanzado todo salido.
- He sido yo - Polux levantó la mano - le tenía ganas a tu novio.
- Pero que si no te importa - Cástor se levantó de un salto - yo podría prestarte mucha atención también. Vamos, que como están las cosas podíamos estar muy pendientes los unos de los otros y esto podía transformarse en un fiestón único. Si a ti te fuera a apetecer, como ya te he dicho, Laura.
Laura mantuvo la mirada a Cástor desafiante y dejó que una sonrisa imperceptible asomarse a su boca. Se humedeció los labios con mucha lentitud a propósito, provocando, con la punta de la lengua y contestó.
- Pues, sabes, ahora que lo dices, no sabría yo si tal como vengo algo sudorosa y alterada serías capaz de meter tu lengua en mi coño - y diciendo esto comenzó a sacarse las bragas y cuando las tuvo en la mano se las lanzó a Cástor que las cogió al vuelo y se las llevó a la nariz - o te conformarías con una sesión de olida de bragas sudadas.
- Las bragas, querida, por lo pronto, me han puesto tan salido como el culo de mi hermano recién levantado de la cama, supongo que sí en lugar de las bragas lo que tuviera en la nariz fuera tu coño estaría pidiendo a voces una polla en el culo mientras te lo comía.
Con parsimonia, Laura, con los otros tres mirando con la boca abierta, se sacó el suéter y de la manera más lujuriosa inició a pellizcarse los pezones al principio suavemente para ir incrementando la presión al punto de estremecerla y hacerla gemir.
- Yo podría, con el permiso de tu novio, provocarte un castigo mucho más contundente y que el dolor te hiciera chorrear de gusto antes de que te lo comiera - y tal como lo decía se quitaba la camiseta que llevaba dejando a la vista los piercings que empezó a retorcer sin ningún cuidado - ¿ves, Laura? se cómo tratar unos pezones porque estoy harto de hacérselo a mi hermano y a mi mismo.
Y en ese momento Polux que tenía el pene de Chano rozando su boca, se quitó también la camiseta e hizo lo mismo que su hermano.
- ¡Bueno!, y yo ¿qué? Ha sido llegar la chica y poneros todos a babear, como si un rabo no sirviera de nada. ¿Os interesa que acabe o me largo de aquí,? ¡Joder, Sebastián! que gente más rara tienes. Parece que están medio locos por un rabo, pero llega un coño y se deshacen.
- Venga, continúa - Cástor estaba conciliador - es verdad, estaba muy bien. Estábamos que ese amigo de tus padres te sentó en la cama y se quitó la cámisa. Sigue.
- Yo estaba temblando - mientras Ramiro hablaba Laura seguía pellizcandose los pezones sin quitar ojo a Cástor que se masturbaba descaradamente metiendo la mano por dentro de la malla. Polux daba lengüetazos a la polla de Chano que le acariciaba la cabeza - le veía acariciarse los pezones y me sentía incómodo con la erección que tenía y para colmo me preguntó si me gustó lo que había visto. Yo afirmaba con la cabeza incapaz de hablar. Entonces me preguntó si alguna vez me había acariciado los pezones y una vez más negué con la cabeza y entonces se me acercó y empecé a castañetear los dientes de excitación. Acercó sus manos a mí y empezó a pellizcar suavemente. Era una sensación extraña pero me hacía desear que apretase más. De pronto y sin responder a ninguna acción de voluntad, aprovechando que Ángel estaba tan cerca le toqué la bragueta. Estaba caliente y duro. Me preguntó si quería que se la sacase y sin dejar de mirarle moví la cabeza arriba y abajo. Y ahí ya me derretí. Salió por la bragueta un trozo rutilante como un cometa con una cabeza reluciente y destilando algo como el sirope trasparente. La intenté abarcar con una mano y tuve que recurrir a las dos. Estaba caliente, dura pero elástica, soberbia pero dócil a mis movimientos y entonces fue cuando sin saber porqué ni como, ni nada, que yo mismo me sorprendí de lo que salió de mi boca dije aquello
- ¿Qué? - dijeron a coro todos. Y con la expectación de lo que podría haber dicho Ramiro, Cástor se acercó a Laura y Chano se agachó a la altura de Polux y con maestría le sacó del todo el miembro - Venga, ¿Qué?
- Le dije con mucho miedo y deseo al tiempo, temblando me la voz que si me iba a meter eso en el culo. Él me preguntó sonriendo que si yo quería que lo hiciese y le contesté que iba a ser imposible algo tan gordo. A continuación contemplé como empezaba a desnudarse. Le contemplé desnudo y empecé a llorar. Le volví a preguntar si me iba a doler mucho cuando me la metiese en el culo y el me abrazó dándome besos en la cara y el cuello y susurrándome que él nunca me haría daño empezó muy despacio a desnudarme. Cuando estuve desnudo del todo me cogió en brazos, me abrazé a su cuello y pasé una pierna por cada lado de su cintura. Él me abrazaba muy fuerte por mi cintura y me dejaba resbalar hasta que su polla tan dura impactaba entre los dos carrillos del culo. Sin dejar de besarme el cuello con una de sus manos hizo insinuar empujándola, la cabeza de su polla en mi ano. Ante eso mi cuerpo reaccionó solo y me abracé aún más fuerte al cuello de Ángel mientras le decía al oído "Si, Si". Sentía que me faltaba la respiración y me veía totalmente ensartado en el cuerpo de aquel hombre y con el roce de el estrecho abrazo que mantenía sentí una especie de calambre en mi pene que me zarandeó el cuerpo entero hasta que sentí como que me desmayaba y me desmadejé en los brazos de Ángel. No recuerdo el tiempo que estuve así, pero lo siguiente que recuerdo es que estaba tumbado en la cama de mis padres y Ángel se masturbaba cerca de mi cara hasta que hizo como una pausa y empezó a expulsar como leche espesa por la punta. Cayó ese líquido sobre mi pecho y cara y cuando acabó, él se chupó los dedos con los restos de esa leche y luego con un dedo recogió un poco y lo acercó a mí boca. Me dijo: "Pruébalo, te gustará y la próxima vez te lo daré directamente de mi miembro cuando salga" Con prevención abrí la boca y saqué la lengua para saborear el líquido. No me disgustó y me levanté un poco para chupar el dedo y obtener más líquido y entonces Ángel dijo: "Mejor aún" y me acercó su capullo a la boca con bastantes restos de semen. Abrí bien la boca y de forma instintiva mamé como lo haría un lactante, era agradable tener ese bulto tan suave en la boca. Entonces él exprimió su miembro y recibí una cantidad extra en la boca. Eso me emocionó. Le pregunté si podía tragarlo y me dijo que me gustaría mucho hacerlo. Me gustó hacerlo y le dije "quiero más", se sonrió y me dijo que otro día me lo daría todo en la boca. Después de eso me dijo que teníamos que vestirnos que mis padres deberían estar al llegar y que aquello sería nuestro secreto y que la próxima vez sería mucho mejor.
A la media hora llegaron mis padres. Mi madre preguntó que tal y Ángel le dijo que me había portado como un hombre. Le miré muy serio, me sonrió y me dijo que otro día iríamos a tomar un helado por lo bien que me había portado.
- Y el tío ese ¿ya no te volvió a trastear jamás? - Laura preguntaba ajena a que Cástor le hurgaba bajo la falda.
- Si, si. La vez que me atraganté de lefa de tantos como me dieron a mamar. Fue al mes de la primera vez. Mis padres se fueron de finde con otros dos matrimonios. Ahora sé que se fueron a follar entre todos, y me dejaron al cuidado de Ángel.
- Y el fulano ese, ¿porqué no fue. O es que tus padres te entregaron a su amigo por morbo? - Polux dejó por un momento de juguetear con la polla de Chano y preguntó escamado.
- Era al parecer solo para parejas. Me lo dijo Ángel. Mi madre cuando se despidió de mi me dejó muy claro que debía obedecer a su amigo sin rechistar. Yo por dentro daba botes de alegría, había estado todo el mes transcurrido sin que se me cayese el recuerdo la textura y el sabor del semen de Ángel y deseando poder volver a hacerlo. De manera que cuando mi madre me hizo esa encomienda yo le contesté estusiasta que le iba a obedecer en todo. Pasó cómo media hora desde que mis padres salieron y Ángel me dijo que hay que andarse con ojo. Siempre hay algo de última hora que se olvida y si se precipita uno te pueden pillar con las manos en la masa. Estaba sentado en una silla tapizada y me dijo sin borrar la sonrisa de su cara que me acercase. Me acerqué temblando y me cogió por la cintura sentándome sobre su regazo con una pierna a cada lado. Se acercó a mí boca con sus labios y me dio un beso y luego me abrazó estrechamente. Al oído muy bajito me dijo que si notaba en el culo su miembro duro. Le dije que me gustaba mucho y a continuación me dijo algo que me descolocó. "Ahora, Ramirito, van a venir unos amigos a cenar y se quedarán con nosotros hasta el domingo por la mañana. Entre todos verás como si te entra en el culito no solo la mía, sino la de los otros cuatro. Vas a ser el rey de la fiesta. Vamos a disfrutar todos. ¿Te gusta este plan?" Le contesté que me iba a doler mucho y me confesó que un poquito pero que él me iba a enseñar a disfrutar de ese dolor y después yo iba a buscar ese dolor para disfrutar.
- Pues te enseñó bien - terció Chano - porque conmigo me partiste el culo una y otra vez, cada vez dolía menos, pero la verdad es que cuando Laura se pone el strap-on que es más rígido recuerdo aquel dolor y me pone a cien.
- ¿Vas a usar conmigo ese aparatito? - Cástor sin dejar de manipular el sexo de Laura daba la impresión de que ya disfrutaba de la sodomización que le hiciese la chica - y por cierto Chano, perdón Bastian, que se mosquea mi padre, ¿Ya has decidido si vas a firmar con papá?
- Solo en el caso de que yo firme con él también - Laura saltó como una liebre - con lo degenerados que estoy viendo que sois, me lo quitáis, fijo, que éste - dijo señalando a su novio - es más inútil que un cubo boca abajo.