lunes, 27 de noviembre de 2023

LA SORPRESA (I)


Había cumplido los dieciocho hacía dos meses. Fue una fiesta increíble. Mi novia Belén, que tan bien le cae a mi madre, mis amigos del colegio, desde la guardería, Jero, Sami y Fede, con los que me he corrido la juergas más salvajes y el conjunto para animarlo todo, J/T, formado por unos chavales del instituto, que ya tenían firmados bolos para esas navidades. Eran unos cracks. Lo de J/T se lo sugerí yo. Mi tío Victorio es un fan rendido de Jethro Tull con esos solos de flauta de Ian Anderson que flipan a cualquiera. Los J/T no eran baratos de contratar, pero siempre fui el ojito derecho de mi abuelo, que no andaba mal de pasta y no tuve más que pugir un poco a su lado para que me preguntaste: "¿Es muy caro, cabronazo?"
El abuelo me decía cabronazo desde que tengo recuerdos. Desde que me costaba mantener la vertical y a pesar de ello intentaba echar a correr con grave riesgo de caída. Entonces el abuelo venía por detrás metía su manaza entre mis piernecitas y me cogía como el que mete la mano en un saco de arroz para sacar un puñado, y me elevaba en medio de mis risas haciendome sentir el vértigo de la ligereza del cuerpo sin el sometimiento a la gravedad. Me decía: "Donde vas cabronazo, no ves que te vas a partir la crisma y tu madre me va a matar", luego me metía la cara con su bigote de agujas de recia barba en la barriga y soplaba con fuerza para hacerme cosquillas. Esa era, desde siempre, para mí, la imagen de la felicidad. Ya, entonces, me cogía en brazos y seguíamos así de paseo diciéndome: "pero vamos a ver, porqué eres tan cabronazo siendo tan chico" y me comía a besos.
La fiesta de la mayoría depararía aún alguna sorpresa. Se celebró como no podía ser de otra forma en la finca del abuelo, que fue antes de su abuelo y antes del abuelo de su abuelo. En un principio estaba en el campo, pero con el paso de los años, la ciudad engulló al campo y la finca, toda una manzana, quedó dentro, dos hectáreas de remanso dentro de la ciudad.
Fue la ocasión perfecta para que presentase a la familia a Belén.
Cuando le dije al abuelo "ésta es mi novia, Belén Domesque" vi en sus ojos un reflejo de entre sorpresa y satisfacción. 
- Belén, ¿tu no serás hija de Arturo Domesque? Eres clavada, sus ojos, su sonrisa...
- Si, bueno, es mi abuelo, mi padre era también Domesque pero José. ¿Le conoce?
- Claro. Hace un siglo que no nos vemos, pero éramos..., bueno, me atrevería a decir que somos muy amigos. Dile que me encantaría volver a rememorar travesuras del colegio. Está finca, sin ir más lejos era mucho más grande y él y yo poníamos trampas y cogíamos algún conejo y alguna que otra rata de campo. Nos subíamos a los árboles, nos caíamos. Pregúntale por su brazo roto, seguro que aún le duele en los cambios de tiempo. Fue culpa mía, haciendo el loco en lo alto de un chaparro le forcé, se agarró a una rama podrida y se cayó. ¡Que susto me llevé! y que hostia me dió mi abuelo para que aprendiese. Estuvo tres meses con el aeroplano puesto. Luego nos reímos mucho. Pero, venga, ya está bien de batallitas de viejo. Divertirse. Y tú cabronazo, ve a la puerta, abre y recoge el regalo de verdad de tu abuelo.

El abuelo Alejandro nunca me llamaba Alejandro, como ya he dicho, me llamaba cabronazo. Los varones primogénitos de esta familia, desde que se recuerda se llaman Alejandro, porque el primero fue un rendido admirador del hijo de Filipo II de Macedonia. Cada cumpleaños desde que recuerdo el abuelo me preguntaba lo mismo: "¿Sabes ya quién fue Bagoas?", yo le respondía que ya tendría tiempo de profundizar en la de edad de hierro.

Fui con Belén, Jero, Sami y Fede a la cancela de la finca.
- Tu abuelo es un cachondo - Sami le tenía mucha ley a mi abuelo - verás el bromazo.
Yo sabía que mi abuelo en un día tan señalado no iba a enbromar a su "cabronazo" y por eso con el corazón acelerado y ya visiblemente nervioso me fui acercando a la puerta. Dudé antes de abrir y Belén me animó.
- Venga Ale, no creo que nadie te quiera más que tu abuelo. Verás el regalazo.
- Tu sabes que es. Dímelo, porfa.  No es nada chungo, ¿verdad?
- No lo sé, Ale, de verdad, pero se cómo es tu abuelo por todo lo que nos cuentas y en el día de tu mayoría nunca te defraudaría.
Mis tres amigos al unísono me animaron y finalmente abri.
Me tuve que frotar los ojos. No podía ser. Negra, reluciente, arrebatadora, una Honda CBR 500R con un mecánico con el mono negro de honda y un casco SHOEI negro igualmente que me pareció un GT Air. Se me saltaron las lagrimas. Por nada en el mundo podía esperar algo así. Le pedí con urgencia las llaves al del mono.
- Lo siento, no las tengo yo. Mis instrucciones son que una vez abierta la puerta empuje la moto hasta la casa, donde tendrán las llaves. Hasta entonces la moto solo puedo tocarla yo.
- ¡Venga tío, no me rayes!
Mis amigos y Belén me animaron. 
- Cariño - Belén se erigió en portavoz de todos - deja que meta el mecánico la moto hasta la casa. Querrá tu abuelo presenciar el momento en que te hagas con ella.
Asentí de mala gana y el hombre que empujaba la moto franqueó la cancela. Había un trecho hasta la casa ligerísima mente empinado por lo que mis amigos ayudaron.
- ¿Te gusta el regalo? - mi abuelo estaba pletórico, pero yo que le conocía bien, vi en sus ojos un destello de trampa - creo que este era el modelo por el que bebías los vientos.
Y al decir esto hizo tintinear colgado de su mano un llavero con las llaves de la moto. Fui a cogerlas pero las apartó con presteza de mis manos.
- Ah, ah, ah. ¿Que podrías decirme de Bagoas? Las llaves dependen de tu respuesta.
- Abuelo, ¡Joder!
- Te lo vengo preguntando desde los diez años, los mismos que tenía este personaje cuando se quedó huérfano, bueno, le dejaron huérfano, y no has tenido curiosidad. Te has quedado sin moto.
- ¡Abuelo!
Se me cayó el mundo encima. Sentía ganas de llorar. Miraba el rostro adusto, como solo él sabía poner cuando quería demostrar fastidio y sabía que iba en serio. Si, claro, cada año me preguntaba lo mismo y yo lo echaba a título de inventario como una más de las excentricidades del abuelo. Que me podría interesar a mí ese personaje de nombre tan raro. Pero ahí estaba con la moto de mis sueños delante y sabiendo que nunca la iba a montar.
- Y si yo le digo algo de Bagoas - Belén se interrumpió - ¿eh, don Alejandro, serviría? Soy su novia.
- ¿Y tú, que sabes de ese, estudias clásicas?
- Mi abuelo Arturo, desde que tengo conciencia, tiene un libro en su mesilla y me intrigaba su título.
- Que título ¿Te acuerdas?
- "El muchacho persa" que se llamaba Bagoas.
- Vaya vaya. Hija, Belén. Tu abuelo y yo fuimos compañeros de habitación durante la carrera. Ese libro se lo regalé yo. ¿Aún lo conserva?
- No sé si será el mismo. Que está muy manoseado es innegable. Le preguntaré en cuanto le vea. 
- Y bien, actúa como vicaria de mi nieto y dime, ¿que sabes del muchacho persa?
- Algo me ha contado mi abuelo. Un chico de la nobleza persa que se queda huérfano, bueno, le matan al padre delante de él y luego le hacen esclavo, le enseñan a ser juguete de poderosos y sirviendo en la corte de Darío en una de las batallas con Alejandro acaba, después de muchos avatares al servicio del joven macedonio.
- Lo que hemos disfrutado tu abuelo y yo comentando ese libro de la Renault. Se permite alguna licencia pero se podría hablar de historia. Pero bueno, me estoy poniendo nostálgico. Tú, cabronazo, ya puedes besarle los pies a tu novia, tienes la moto gracias a ella.
- Pero ese libro - Alejandro estaba realmente intrigado y sorprendido - abuelo ¿es de la marca de coches?
- ¿A qué te quedas sin moto? salvaje. Es Mary Renault, y no es francesa era londinense que acabo sus días en Sudáfrica. Que poco has aprendido. Anda coge tu moto y mátate por ahí y ten cuidado a ver si vas a tener un accidente. Belén, dile a tu abuelo que me gustaría verle y charlar un rato. Con los buenos ratos que hemos pasado juntos. Eran otros tiempos..., en fin, tu diselo, a ver.

- ¿Alejandro?
- Arturo, ¿verdad? Nunca pude imaginar esto, había perdido toda esperanza...
- Cuando mi nieta me dijo quien era su novio me dió un vuelco el corazón, ¿te acuerdas?
- Nunca lo he olvidado. Es hoy, cierro los ojos y lo huelo.
- Éramos muy jóvenes.
- Fue casualidad. En realidad yo estaba asignado a la tercera planta, pero el que iba a ser tu roommate se cayó a última hora y me recolocaron. Me caíste mal, aún me acuerdo de tu cara al verme aparecer.
- Pensaba que iba a tener la habitación para mí solo. Te vi y quise estrangularte. Porque no te vienes un día aquí a la finca y comemos, charlamos y nos volvemos a emborrachar, ¿te acuerdas de aquella primera? Te traes a tu nieta y comemos los cuatro, luego ellos que se retiren a la habitación de mi nieto, a "charlar" y nosotros nos quedamos tranquilamente.
- Hablo con mi nieta y vemos que día le viene bien.

- Abuelo, este finde venimos con tu amigo Arturo para quedarse hasta el lunes. Aquí hay habitaciones suficientes, en lugar de una comida, Belén y yo hemos planeado el finde completo. Vosotros tendréis más tiempo para desempolvar la memoria y nosotros, pues a lo nuestro.
- A lo vuestro ¿verdad? ¡Sinvergüenza! ¿Tendréis condones?
- Abuelo, toma la píldora desde los dieciséis.
- No lo digo por eso. Además supongo que te la habrás beneficiado por la puerta de atras. Es por con quien folla cada uno por su cuenta. De ti, cabronazo, no pondría yo la mano en el fuego, pasas demasiado tiempo con tus amigos en tu cuarto...
- ¡Abuelo, por favor! ni yo ni mis amigos somos gays.
- ¿Y eso que tiene que ver con darse gusto el uno al otro? Bueno, venga, va. Nos lo pasaremos bien.

- Joder, tío, lo sabe - Alejandro estaba angustiado y nervioso sin parar de dar vueltas - no sé cómo lo sabe, pero lo sabe. He buscado micros, cámaras ocultas, respiraderos camuflados, y nada, pero lo sabe.
- Sabe, ¿qué? coño Ale, no seas paranoico, sabe el qué y quién es el que sabe eso tan grave - Fede tenía cogido por los hombros a Alejandro intentando que reaccionara.
- Mi abuelo, joder, mi abuelo. Me lo dijo tan seguro, como quitándole importancia, como si fuera algo natural..., lo sabe.
- El qué - Sami dijo sin dar importancia al asunto - que follas con Belén siempre que puedes, hostia, tú, Ale, es que gastáis más en píldoras que yo en priva.
- Que no, joder, que no, lo otro.
- ¡Ah, venga ya! - Jero empezó a reírse - que nos pajeamos juntos. Y eso ¿que pasa? Que tiene de especial que nos pajeamos unos a los otros. Hombre, es verdad que eso que haces de rechupetearte la mano cuando se te llena de la lefa del otro a mi personalmente me da un poco de grima. Ya, ya lo sé, yo me como la mía, conste, pero la de otro..., no se yo... 
- Cuando empezamos con la tontería a los trece - interrumpió Fede - eso, las pajitas, las risas, a ver quién la tenía más grande y así, recordáis pues yo cuando me tocó hacerle la paja a Ale en aquel juego de la botella de cerveza, que previamente nos habíamos bebido.
- ¿Una? - se sorprendió Sami - nos bebimos un pack de cuatro cada uno, teníamos una tajada monumental. Me extraña que no acabáramos mamandonos el rabo unos a otros y nos conformaramos con la gayola.
- Vale tío - dijo Jero - déjale terminar, a ver qué chorrada nos dice ahora.
- Una chorrada para ti Jero, pero a mí me planteó un problema.
- ¿Que problema? - preguntó Alejandro.
- Pues que te hice la paja y tú me la hiciste a mi, te corriste, me corrí y..., me gustó tanto correrte como correrme y esa noche me martilleaba la cabeza una obsesión: SOY MARICÓN y a la mañana siguiente hablé con mi hermano mayor le dije lo que había pasado y me preguntó: "¿Te has morreado con tu amigo?" le dije que qué asco y me contestó que se es maricón cuando te pone cachondo morrearte con un tío - Sami cohibió una carcajada y miró a Jero que empezó a reírse.
- ¿Que os pasa a vosotros dos con esas miraditas y esas risitas. No os habréis morreado? - Jero y Sami rompieron a reír compulsivamente sin poderse aguantar, Alejandro preguntaba con una media sonrisa de mosqueo - ¿tenéis algo más que amistad entre los dos? Daros un morreo con lengua, que os veamos.
- Vale ya Ale, déjalos, que se expliquen mejor. Sami,  Jero, después de lo de las pajas de nuestra pubertad ¿habéis llegado más lejos? Vamos a ver. Alejandro no creo que te moleste que lo diga, pero nosotros hemos seguido pajeandonos hasta ayer mismo.
- Pajearse, es quedarse algo corto Fede, si vas a decir algo no lo digas a medias. Algún sesentaynueve ha caído y confieso que por mi parte beso negro incluido, ¿es o no verdad, Fede? pero estábamos en el supuesto morreo de Sami y Jero. Contarnos.
- Venga, vale, ya está bien - se puso en pie Jero - tenemos ya unos, dieciocho como tú Alejandro y otros diecinueve y es hora de poner las cartas sobre la mesa. Sami y yo tenemos nuestras cosas desde los catorce. Como me hace las pajas Sami y como la chupa, ninguna tía lo ha conseguido. Además, aunque yo no, Sami siempre llega hasta el final con la boca y la verdad, aunque os suene a cochinada, cuando nos morreamos después de correrme, me gusta sentir el saborcito ese que se que es de mi leche.
- ¿Y te has follado a Sami también, - Fede estaba sorprendido - por el culo?
- Me lo estaba planteando - dijo muy serio Sami - me echa para atrás lo que pueda doler, aunque Jero tiene un lubricante que usan sus padres y dice que si me relajo solo voy a sentir placer. Pero no sé, aunque me atrae mucho sentir a Jero como me la mete. Lo que nunca hemos hecho ha sido el beso negro. ¿Que tal es?
- Que te lo diga Ale que es el que en cuanto puede me come el culo.
- Tu nunca te has atrevido, cabrón, con las ganas que yo tengo de tener algo tuyo por ahí cerca - le reprochó Alejandro.
- ¡Hostia, hostia, hostia! ¿Quieres que te folle el ojal? Habérmelo dicho, siempre me quedo con las ganas de preñarte.
- Con razón estabas tan preocupado tu Ale con que tu abuelo lo sabía todo. Estamos deseando follarnos los unos a los otros y más callados que en misa - Sami, siempre tan reflexivo intentó ordenar la conversación - ¡Vaya pandilla de maricones estamos hecha!
- Yo sigo creyendo que no soy maricón - acotó Fede - pero que tengo un empalme a cuenta de la conversación que si Ale me pone el culo, o tu Sami si quieres probar me lo follo sin dudarlo.
- Tío de verdad - Alejandro se cogió el pene a través del pantalón - yo también me he puesto guarro de verdad, tanto que le comería el culo al que me lo pusiera mientras Fede me folla.
- Hecho - Jero se bajó el pantalón y el boxer y se puso de culo frente a la cara de Ale separándose con las manos las dos cachas ofreciendo un ano peludo a su amigo - pero no me he lavado, te advierto y he cagado antes de venir aquí a la finca.
- Y así es como más cerdo me pongo - Ale se lanzó con fuerza al trasero de Jero empezando a suspirar por lo que estaba haciendo.
- Cabrón, tú tienes experiencia en esto, metes lengua y eso da gusto. Quién quiere hacerme un mamazo mientras esté come culo.
- Yo mismo - Sami se arrodilló frente a su amigo y se tragó toda la verga.
- Pues si no es ahora, no sé cuándo va a ser - Fede se quitó la ropa, se quedó desnudo y dio una patada suave en el culo a Sami - tu, levanta ese coño que te lo voy a follar.
- Con cuidado, por favor Fede, pon bien de saliva y despacito - levantó el culo un poco más, Fede escupió y apuntó con el capullo - no había conseguido meterla entera entre quejidos de dolor y deseo de Sami, cuando la estrechez le hizo gritar.
- ¡Me corro, joder, que gusto, que gusto, cabrones, que gusto!