jueves, 16 de diciembre de 2021

RODAJE V

 

- Leo, por favor - Leo se dirigía a la puerta sin vestirse siquiera - espera - le siguió y le cogió del brazo - por favor, hablemos.
- Déjame Gary - acababan de salir del privado - ¿ya no nos oyen? - preguntó en voz baja.
- No, ya no nos oyen.
- Vamos al set de mazmorra, es más discreto - siguió susurrando Leo - y gracias. Me has guardado el secreto.
- Siempre Leo. Me lo tendrían que sacar con tenazas, tus más inconfesables secretos son mis más maravillosas experiencias. Después de tantos años, nunca lo hubiera sospechado.
- ¿Cuando fue la primera vez? - se preguntó cómo haciendo memoria, Leo.
- Yo tenía catorce y tú cumpliste ese día los once justos - Gary se quedó, la mirada perdida con una sonrisa dulce en los labios - estábamos con Marcos y Rita en el parque de abajo de tu casa. Marcos se fue porque tenía que salir con sus padres y nos quedamos Rita y yo, y tú claro. Rita se te sentó en las rodillas y te rodeó el cuello con sus brazos. Me mirabas con apuro y me hacias gestos de que estabas muy duro y yo veía que Rita no hacia más que restregarse contigo. Yo estaba más palote que tú solo de pensar lo cachondo que tú estabas. Y de repente, como si intuyese que ir más allá le iba a provocar problemas Rita descabalgó de tus piernas y se largó.
- Es verdad, ya me acuerdo, estaba fuera de mí, y no me atrevía, aún, a pajearme delante de ti, menos mal que me echaste un cable de los buenos. Cuando preguntaste si me había corrido me limité a resaltarme la polla a traves del pantalón y fue un alivio, de verdad, que me ofrecieses ayuda.
- Aún recuerdo el corazón palpitante en el pecho dejándome sin aliento al sentir tu carné dura a través de los pantalones. Yo mismo empecé a correrme y me mareé. Todavía no se cómo pude abrirme paso hasta tu polla, pero fueron segundos. Me daba igual que estuviéramos en el parque o que tuviéramos claqué, como que nos abucheasen o nos apedrearan. Aún me estaba corriendo cuando me calcé tu capullo en la boca y me sentí realizado.
- Yo mismo me sorprendí - dijo sonriendo Leo - cuando te eché mano a ti y comprobé que estabas húmedo.
- Si - Gary rompió en una carcajada que llegó a oídos de los gemelos - ¡te creías que me había meado y yo te pregunté si aún no echabas nada.
- De verdad que no entendía que por el rabo pudiera salir algo más que orina. Tu te llevaste la  mano, te la pringaste y me la llevaste a la nariz para que oliese. No me disgustó, era un olor raro y me picó la curiosidad a qué sabría. Te cogí la mano y te chupe los dedos. Entonces no te lo dije, me dió vergüenza, pero hubiera querido bajar hasta tu entrepierna y lamer lo que quedase aún de leche.
- Y yo me tuve que reprimir para no empujarte la cabeza hasta mi bragueta y que te metieses la polla en la boca, pero tú ya habías tenido tu orgasmo y pensé que no te haría gracia. 
- Jajaja, nos quedamos los dos con las ganas por cortados. Yo tenía once, era disculpable, pero tú con quince casi, Gary, eras ya un hombre de mundo - la sonora carcajada de Leo, resonó en todo el local.
- Bueno, Castor, al menos están contentos
- ¿Donde han ido? Polux - preguntó Castor, extrañado a su hermano.
- Seguramente en la mazmorra. Es lo más, digamos, discreto - levantó Polux su dedo índice e hizo una pausa dramática - peeeero..., si vamos al control y conectamos las cámaras y micros espías, nos vamos a enterar de todo y podremos intervenir si la cosa pasa a mayores.
- ¿Tu cómo sabes eso de cámaras espías?
- La mazmorra es de los sitios que produce más material que se vende caro, pero me dijo papá que la gente que filma BDSM duro es porque le gusta, aficionados y les gusta tener control sobre las tomas. Papá montó cámaras ocultas para filmar planos que ellos no quieren que salgan.
- Pero eso es ilegal Polux - se detuvo un momento, frunció el ceño y continuó - ¿porqué no me lo habías dicho, cabronazo.
- Porque sabía que eres muy tiquismiquis y lo mismo la lías. Pero ves - estaban entrando a la cabina de control - ahora nos va a servir.
- Siempre me ha gustado esta misericordia - dijo Leo mientras se penetraba con el dildo adosado al asiento de forma triangular e inclinado con respecto a la pared treinta grados - llega exactamente a la próstata y la comprime haciéndome chorrear el semen prostático con un placer..., es grueso, pero eso es un plus, sentirse tan dilatado el ano. 
- Joder, Leo, ¿ya no te gusta mi rabo?
- Me gusta más la manera en que me pellizcas los pezones y como me golpeas los huevos. Aunque follas de puta madre.
Los gemelos tenían los ojos muy abiertos no dando crédito a lo que veían y escuchaban. Eran incapaces de cerrar la boca impresionados.
- Polux, vamos a la mazmorra a pedirles, a los dos, explicaciones.
- No, espera, Castor, vamos a empaparnos bien y a grabarlo todo y luego con ventaja y cuando nos convenga tiramos el misil.
- ¡Que placer, Gary! - Leo culeaba con el dildo dentro para aumentar la estimulación prostática - aún recuerdo la primera vez que me follaste.
- Justo una semana después de lo de tu cumple. Siempre fuiste muy precoz. Pero que polvo, Leo. No sabes lo que disfrute viéndote gozar a ti de aquel desvirgue.
- Y tú por aquel entonces la tenías casi tan grande como ahora.
- Por eso gozaste, tenías poca edad y eras muy elástico aún y yo me reprimí mucho porque mi deseo era dar un golpe de cadera y ensartarte levantándote como un insecto clavado en un alfiler, pero no, fui lento para dilatarte despacio y que gozases.
- Y gocé. Yo creo que en ese momento me hice adicto al ano, sobre todo cuando con trece años, ¿te acuerdas? estaba follandome a Clarita, aquella niña que decía que quería ser monja y tú te lanzaste a mi culo metiéndome la lengua. Me corrí instantáneamente y después de eso no quería que dejases de meterme la lengua.
- Y terminé metiéndote el rabo. No se me olvidará nunca la cara de vicio de Clarita restregándose el clítoris con furia, gozando de como te follaba.
Los gemelos estaban hipnotizados mirando los monitores y escuchando por los auriculares las espontáneas conversaciones de los dos amigos.
- ¿Porqué dijo entonces papá que se ve ridículo follandose a un tipo? - se preguntaba retóricamente Polux.
- Muy sencillo hermanito, porque como se siente bien es con un rabo bien dentro de su culo, pero, calla, espera, espera, escucha que dice - Castor urgía a su hermano a prestar atención.
- Pero aquello se completó cuando cumplí los dieciocho. ¡Que tiempos! Mi primer puño. Y no fuiste tú. Te enteras ahora mismo.
- ¡Papá fisteado como un Axel cualquiera! Cástor
- Nunca me lo hubiera imaginado, Polux. Escucha, escucha, a Gary le va a dar algo.
- ¡Serás mariconazo! no me lo ibas a contar nunca. Y yo creyendo que fui yo el que te desvirgó el ojete con mi mano. ¿Quién fue? Ramón, Domingo, ¿Quién?
- Ni te lo vas a creer, ¡Clarita! la monja.
- ¡Esa niña! y parecía una mosquita muerta.
- Pero no es tan fácil. Verás - Leo jugaba con su pene que iba tomando consistencia a medida que se iba explicando.
- ¡Hostia, Polux, papá se está empalmando! Estos acaban follando.
- Recuerdas que por aquellos años estaban de moda las salas poligoneras. Había una que se llamaba "Eneagono" donde solía ir gente rara y a mi me excitaba eso, mucho punki, tías góticas y trans. Nada más entrar un tío con cresta rosa y perforaciones por todos lados me cogió el culo y me dijo que quería perforarme a mi acercándome la lengua con dos piercings a la oreja. He de confesarte que me cagué de miedo pero deseaba que aquella amenaza se materializase. Le aparté la cara y me pellizcó un pezón con fuerza y me derretí. Si no llega a ser porque un chaval, así macarrilla, típico chacal mejicano, se le enfrentó y le dió un empujón diciéndole que yo era su novio, seguro que acabo en un callejón follado por media peña.
- ¿Quién era? - preguntó intrigado Gary - ¿le conozco yo?
- Si. Espera.
- Coño con nuestro padre, Castor, !ojalá le hubiéramos conocido a esa edad!
- Me cogió el chico por el brazo con fuerza y me empujó a la barra. Tenía un aire que me resultaba familiar. Pidió dos calimochos y se me quedó mirando muy fijamente, "que, ¿aún no me conoces?" no tenía ni idea, aunque me resultaba conocido, hasta que me preguntó por ti y entonces se me encendió la bombilla. ¡Era Clarita, vestida de macarrilla poligonero! La pregunté por las tetas, lo primero que me sorprendió. Se levantó la camiseta negra de asas de canalé que se le ajustaba al cuerpo y pude ver las dos cicatrices por donde le habían hecho la mastectomia. "Hace un año de esto y al mes que viene el plástico me quita las cicatrices, y ya no soy Clarita, soy Lenny"
- Pero, Leo, ¿Se había puesto polla o seguía con coño? - Gary estaba muy intrigado.
- Tenía coño. Y no creía que se metiese en cirugías, que conocía gente que se había tirado por un puente porque al final ni coño ni polla, solo el culo. ¿Tu sabes la gozada que es follarte un tío con coño. Tu estás follando, sintiendo el placer de una vagina pero lo que ves es la cara de un tío con su barba, su pecho musculado y su mirada dura, nada almibarada que ponen habitualmente las mujeres cuando te saben pillado por la polla. Y no dejó que me corriera.
- ¿Y donde estabais, allí en los vateres de la sala?
- No, que va. Me llevó a casa de unos amigos que vivían cómo en comuna. Estabamos follando delante de todos, unos fumandoselo todo, otros pinchandose y otros deseando. Yo me estaba follando a Lenny cuando una tía me pasó la mano por la raja del culo, se detuvo en el ano y me lo masajeó. Me gustó tanto que sólo dije "si" y la tía le dijo a Lenny que si quería hacerme gozar, el puño. Me gustó la forma de decirlo, el desorden general de vicio que había y dije que habría que probar. Y a base de lubricante que tenían en cantidades industriales y algo de paciencia, a las dos horas estaba en un sling probando el puño, no solo de Lenny, sino de todo el que pasaba por allí y le apetecía.
- ¡Claro! Así cuando te lo propuse aceptaste con tanta facilidad y fue tan sencillo dilatarte. Te habías comido ya una docena de puños.
- Una docena, no. Varias docenas. Yo tenía entonces dieciocho y tú me lo insinuante con veintitrés. Siempre que podía me dejaba caer por aquel piso y siempre había alguien dispuesto a taladrarme. Por eso disfruté como lo hice cuando me lo metiste tú.
- Lo que no termino de entender es porqué me lo ocultaste - Gary estaba realmente dolido.
- Hermano, ¿tendría algo que ver el que mamá se largase así de repente con todo esto que ahora nos estamos enterando?
- ¡Joder, Castor! no sería de extrañar que se relaja se y mamá lo pillase. Tu sabes lo que engancha el ano. Nosotros no podemos pasar una semana sin currarnos la puerta de servicio. 
- No me hables, Polux, que me empalmo y solo quiero puño y pinzas de pezón. Joder, Polux, por favor castigame un poco los pezones, que me deshago, con todo los que estamos escuchando. De verdad, no se tú, pero yo le metía el puño a papá ahora mismo y me iba a correr solo de escucharle gemir. Si te parece cuando acabe esto nos despistamos y nos montamos en casa una de SCAT. ¿Quieres?
- Estaba deseando que me lo pidieras. A mí también me ha puesto cachondo pensar en cómo un FTM le follaba a saco el culo a papá todavía virgen por ahí. Pero mira, Polux, Gary está acariciando a papá.
- Y papá se deja y le acaricia a él. ¡Gary le va a atar al bastidor! menudo empalme tienen los dos y Gary ha cogido el zurriago - Polux estaba excitado y entusiasmado - ¡le va a azotar!
- Dame fuerte Gary y castigame bien los pezones con las pinzas fuertes. Nada me excitaría más que los chicos pudieran ver esto.
- Y a mi Leo. He gozado follandolos y con su leche. Su afición al SCAT nunca me ha hecho gracia, pero ellos lo disfrutan. Me gustaría también que estuvieran aquí.
- Estamos aquí, y nos hemos enterado de todo - Castor había pulsado el botón del speaker y su voz resonó en la mazmorra - ahora mismo nos sumamos a la fiesta.
- Solo lamentamos - Polux se acercó al micro - que no te pongan nuestras cerdadas, Gary. Algún día, ya verás.



martes, 7 de diciembre de 2021

RODAJE IV

 

- Venga, cualquiera de los dos empezar - Gary empezaba a ponerse serio - tal como me lo explicasteis a mi.
- Vale - comenzó Castor - por favor Polux, deja de hacer el imbécil ahí con papá y vente a mi lado, esto es cosa de los dos.
Polux se levantó del regazo de su padre dejando a la vista un pene que sin estar completamente erecto se veía con buen cuerpo y muy aumentado de tamaño. Se dejó caer del sofá junto a su hermano apoyándole la cabeza en su hombro. Gary, ocupó el lugar en el sofá y con la mayor naturalidad empezó a acariciar el muslo de Leo.
- Eres mi hermano mayor - protestó Polux cuando Castor intentó sacudirse a su hermano del hombro - dame un poco de consuelo. Lo que le vamos a contar a papá no le va a hacer ninguna gracia.
- Bueno, ya está bien - estalló Leo - soltar lo que sea.
- Si, papá. Nos quedaban semanas para cumplir los nueve - comenzó Castor.
- Siete semanas - apostilló Polux.
- Tú te fuiste detrás de una chica muy morena, con una melena rizada que hacía top-less.
- Si, la recuerdo. Acabamos en su apartamento que tenía en primera línea. Aquello fue inolvidable. Tardé un poco, es cierto.
- ¿Un poco? - Gary dejó de acariciar a su amigo - estuviste ausente una eternidad.
- Bueno, la verdad, yo suponía que aquello sería una cosa rápida, disfrutar de aquel cuerpo glorioso y correrme antes de empezar. No le eché más de un cuarto de hora y al final era una mujer de cincuenta años con toda su experiencia en un cuerpo glorioso de dieciocho. 
- Bueno papá, sigo
- Espera Castor, que se me olvida. Aquella diosa no se tiró a por la carne como un famélico sobre un solomillo. Supo calentarme más de lo que yo ya estaba diciéndome que con catorce y un cuerpo casi como el que tenía en ese momento, su abuelo supo enseñarle cómo exprimir cada momento para extraerle la mayor y más exquisita cantidad de placer.
- ¿Su abuelo? - Castor y Polux gritaron al unísono
- Eso le pregunté yo y me contestó que porqué creía que se había venido conmigo. Le gustaban los hombres mayores. Su abuelo le enseñó a masturbarse y los placeres anales. Pero bueno no estamos aquí para hablar de mi. Estabamos en que me fui tras un polvo, ¿y vosotros?
- Nos fijamos en dos tíos ya mayores y una tía algo más joven.
- Un momento - dijo Gary - eran unos treintañeros con una muchacha que no llegaba a los veinticinco. Tus hijos con su edad les parecieron viejos.
- Bueno, vale, no eran tan viejos, a nosotros nos lo parecieron. Iban los tres metiéndose mano. La chica en el centro con los otros dos, uno metiéndole la mano por la braguita del bikini a ella y el otro haciendo lo mismo pero por dentro del bañador del amigo. Nos intrigó y los seguimos hasta las dunas y en cuanto se sintieron a cubierto de otras miradas empezaron a sobarse y besarse los tres. Nosotros estábamos detrás de una duna viéndolo todo y cada vez más cachondos. Cuando cada uno de ellos se la metió a la tía y el otro le dio por el culo al otro nos descuidamos y nos descubrieron. El que estaba follando y le estaban follando nos llamó, "eh, chavales, venir, nos vamos a divertir" y fuimos, como hipnotizados por los cuerpos de los tres. Se maravillaron de lo iguales que éramos y lo bien armados que estábamos. "Nunca os habréis comido un coño" y el otro dijo "y un culo menos" y Polux tan chulito dijo que comíamos culo y con mierda. No se lo creyeron y Polux fue hasta el culo de la chica y empezó a comérselo, luego le dijo que abriese las piernas y se pasó al coño indicándome con la mano que me ocupase yo del culo.
- Y así me los encontré yo - cortó Gary - cuando al despertarme del sueñecito me puse a buscarlos. A uno de los chicos le conocía yo y le dije que eran unos depredadores sexuales y me contestó que no parecía que nadie les estuviera obligando.
- Y tu - preguntó extrañado Leo - de que conocías a ese.
- ¿Tu de qué crees? pues de follar con él unos días antes, una de esas noches que salí solo para despejarme, como tú no quieres - dijo cargado de razón.
- Yo ya no se cómo decirte - Leo se levantó del sofá indignado - que no me gustan los tíos para follar, que me veo ridículo dando por culo a un tipo. Me la chupas de vez en cuando, porque nos conocemos de enanos y la mamas mejor que cualquier tía, yo cierro los ojos y es una delicia. Solo la mama mejor mi ex y porque la mama como un tío con el añadido que es una mujer. Su hermano bi la enseñó y lo hacía magistral.
- Vale, vale, Leonardo - dijo con impostada indignación - además que sepas que vas ganando edad para mis gustos. Que sigan tus niños con el relato y que te cuenten como los desvirgaron ese día a los dos.
- ¿Que os follaron con ocho años y os callasteis como putas? - Leonardo había empezado a dar pasos arriba y abajo por la habitación más nervioso que nunca - ¿y tú, mariconazo, que hiciste. Disfrutabas, verdad?
- Papá - Polux quiso ser conciliador - tranquilízate. No fue una violación ni nada obligado, estábamos encantados - y miró a su hermano Castor buscando su aprobación - sabes que Castor y yo no hemos estado comiendo el culo, y sucio desde pequeños y estamos pero bien pillados en ese vicio, de manera que como podrás comprender, por el culo, cuando ocurrió lo de las dunas, nos habíamos ya metido de todo. Me imagino que cuando mamá se largó no echó en falta un dildo, grandecito, rosa y negro, que guardaba entre sus bragas, ni tampoco unas bragas negras de cuando era más delgada, y si las echó en falta, no iba a pararse a preguntar.
- Joder, era grande aquel consolador de mamá - terció sonriendo Castor - y las braguitas le encantaba llevarlas puestas a Polux cuando le estaba trabajando el ojal.
- Guau, papá, que morbazo que te clave tu hermano un pedazo de rabo de silicona por el culo llevando puestas unas bragas de tu madre - Polux estaba emocionado rememorando aquellas hazañas - y acabábamos de cumplir los ocho, que un poco después fue cuando mamá se fue. Por eso, no sufras por la follada de las dunas, estábamos perfectamente preparados.
- Y además cuando vimos que iba a pasar, le guiñé un ojo a Polux. Desde que mamá se fue estábamos tramando a ver de qué manera podríamos conseguir un rabo de verdad para nuestro culo.
- Pero, ¿estáis locos? Sois un par de degenerados dignos de la corte de Heliogábalo. A esa edad y preparados para un puño.
- Eso fue a los quince, verdad Gary - Castor pidió la confirmación del amigo de la familia.
- Si, Leo, se pusieron tan pesados que les llevé a un BoyBerry donde se practicaba y cuyo dueño es amigo mío..., bueno, nuestro, joder, si es aquel pelirrojo del instituto, Jonás, el que vendía María en los servicios. A mí me la daba a cambio de mamadas. Bueno pues en su local se hacía, le puse en un compromiso, porque los chicos no tenían los dieciocho, pero como lo aparentaban, los llevé. Y allí fue su bautismo de fist, fue glorioso y ellos lo disfrutaron como nadie.
- ¿De verdad os gusta eso?
- Papá, ¿de verdad te gusta follarte un coño una y otra vez? Eso nosotros no lo concebimos, tenemos otros estándares de placer, nos gusta el cambio y la variedad de resortes de imaginación.
- Bueno. Venga. ¿Como os dejasteis follar? Tiene cojones que yo tenga que escuchar esto.
- Cuando del culo de la chica pasé al coño, Castor se fue al culo y en ese momento el que tío Gary conocía le dijo al otro: "lo intentamos, a ver qué tal" y el otro dijo que no creía que pudiéramos. Su sorpresa fue mayúscula cuando nos la metieron y ni rechistamos. Por lo menos a mí no me dolió, y a tí Castor, creo que tampoco.
- Yo tuve mala suerte, el mío la tenía más pequeña - y lo remató con una sonora risotada a la que se sumó Polux.
- Yo disfruté el polvo. Es más, muchas veces me acuerdo de aquella follada y ya no se echan polvos así.
- Y tú, traidor, que te dices amigo, te limitaste a mirar, ¿no?
- ¿Que querías que hiciese, que les cogiese por las orejas? - Gary estaba poniéndose serio y levantando la voz - y mientras tú follando con un ligue olvidándote de que son tus hijos, no los míos.
- Vale, vale. Calmados los dos. Ya está bien. Somos así de putos desde que nacimos. Hemos tenido desde pequeños fantasías con mucha gente y con Gary y contigo desde luego. Si, papá no pongas esa cara, tu tienes guiones de peli guarra del estilo y no se te levanta el estomago. A raíz de aquello cumplimos nuestro deseo de follar con Gary...
- ¿Queeee? lo sabía, esto no podía salir bien. Eres un corruptor de mis hijos, maricón - Leo estaba a un paso de hacer uso de los puños.
- Vale ya, joder, Leonardo - era Castor el que intentaba hacer reaccionar a su padre llamándole por su nombre - aquí si alguien ha corrompido a alguien hemos sido nosotros a él. Nos los queríamos tirar desde que le vimos mamarte la polla. Si, papá - a Leo se le escapó la sangre de las mejillas. Una cosa era decir que su amigo se la mamaba y otra distinta que sus niños lo hubiesen visto - si. Os creíais que éramos lactantes que no se enteran de nada y lo que éramos con siete años era un par de ninfulos deseando sexo con gente mayor. Os descuidasteis, mamá había salido y como siempre, pensasteis que estabamos hipnotizados con esos estúpidos dibujos de la tele. Hacía tiempo que veíamos tu porno y el de otros. Disfrutamos aquella mamada. Después nos hicimos un sesentaynueve memorable.
- Sois mis hijos, pero sois unos degenerados.
- Y tú eres un dechado de virtudes ¿no? - Castor se indignó - por eso estamos ahora aquí los cuatro en pelotas y tú no habrías tenido inconveniente en filmarnos montandonos un Scat. Que nosotros follemos con quién queramos no es, ya no es, de tu incumbencia, porque cuando fue, tú ibas también de flor en flor, al parecer te olvidabas que en tu casa había dos preadolescentes más calientes que Mercurio en verano y que sin valladar que los contuviese vivían para follar, ¿verdad, Gary?
Gary agachó la cabeza y no contestó al envido de Castor.
- Y ya puestos - dijo aburrido Polux - que sepas que tío Gary no tiene nada que ver con todo esto fuera de presentarnos en sociedad.
- Que es eso de presentaros en sociedad
- La primera orgía de verdad que fue la que nos dio a conocer en el mundillo. Teníamos once años. Acuérdate papá - insistió Castor - tu te empeñabas en que entrasemos en los scout. Y entramos, solo que los findes de acampada y fuego de campamento que tú nos animabas tanto a participar íbamos a algunos chalets de la zona sur, de esos con tanto terreno alrededor donde se montaban los circos. Nosotros éramos los protas, follabamos y follabamos sin descanso y nos daba igual, coño, polla y de que especie.
- ¿Especie? explicate, ¿que es eso de especie?
- En la segunda orgía a la que asistimos. Aquella en la que te llamó Gary que había habido una crecida de un río y nos habíamos quedado aislados y regresamos un miércoles. ¿No te acuerdas? Joder, papá, teníamos en aquella ocasión aún once y tú ¿no te acuerdas?
- Bueno - Leo tenía hundida la cabeza entre los hombros y la mirada de sus hijos le obligaban a tener la suya huidiza - yo estaba ocupado, demasiado ocupado, recuerdo que Gary dijo lo del aislamiento, pero aquellas dos gatas me hacían pensar con la polla y para cuándo acabaron conmigo vosotros llegabais ya.
- Pues aquella orgía fue en la que catamos perro. Tampoco estuvo tan mal - miró a su hermano - ¿verdad Polux?
- Chuparsela a lo primero me daba repelús, pero yo no sé qué vicio me entró cuando escuché gemir al bicho de angustia o placer o lo que fuese que se me olvidó todo, cerré los ojos y me entregué a la sensualidad del sexo más bizarro. Le acariciaba al perro los huevos y sentía crecer su picha en la boca. En ese momento, de verdad papá, deseé que me penetrase otro perro el ano, que me reventase, yo era sexo nada más. Escuchaba a los espectadores gemir de excitación y sentí la boca de mi hermano, verdad o no, Castor - dijo volviéndose a su hermano - en el ano y cuando le escuché decirme: "cagate, Polux" y saber que aquello que nos daba tanto placer en nuestra intimidad iba a ser observado por espectadores me corrí sin poder remediarlo. Pero Castor seguía en mi culo, apreté y sentí como me cagaba sabiendo que Castor recogía en la boca. Me había corrido pero sentí sin explicarlo que iba otra eyaculación en marcha. La gente aplaudía y en medio de nuestra orgía de Scat, abandoné al perro, me volví y busqué la boca de mi hermano al tiempo que se corría. Yo hice lo mismo y quedamos los dos exhaustos sin fuerzas para oponernos a las pollas que ya empujaban en los anos hasta traladrarnoslos. Nos follaron todos los que allí habían. Gary, no. Estaba sobrecogido. A partir de aquella performance éramos fijos en todas las orgías y nos felicitaban hasta por la calle. Y tú, papá, a tus ligues de polvo obrero y a la luna de Valencia.
- Me vais a perdonar - dijo con voz de ultratumba Leo - pero me tengo que ir. Yo no sé cómo voy a digerir este empacho - miró fijamente alternativamente a sus hijos compungido y finalmente a Gary - ¡Joder, Gary! Eran mis hijos, ¿eso no te decía nada?

miércoles, 1 de diciembre de 2021

RODAJE III

 

                                LEONARDO

Leonardo tuvo la fortuna, o no, de llamarse así por la fijación de su padre con el pintor renacentista en la vana ilusión de que su hijo llegase a ser un gran artista. Y aunque no un gran artista, a su manera terminó siendolo. Lo que sí fue toda la vida es un chaval muy despierto, con un olfato fino para saber dónde estaba el dinero y como ir a buscarlo sin entrar en colisión con leyes estrictas, si bien muchas veces rozaba las lindes de lo correcto, lo que le valía entre sus amigos más de un guiño de ojo y codazo de acompañamiento más un "que cabrón, el nota".
Siempre tuvo facilidad para socializar incluso cuando las chicas se quitaban las bragas, en que no perdía la mente fría aunque su cuerpo hirviera, con un defecto acompañante, que era empatico, quizá excesivamente lo que le hacía intentar una y otra vez que todo aquel que le rodeara fuera lo más feliz posible. 
Siempre aparentó tener más edad de la que en realidad tenía y eso con su don natural de gentes le franqueaba puertas que a otro en sus circunstancias se le habrían cerrado. Así con trece años se colaba en los tugurios para mayores sin ninguna dificultad, y ahí en compañía de Gary, un vecino americano ese sí mayor, si no se le ponía barrera que fuese. Y ahí conoció a Kitty, una azafata de vuelo de las líneas aéreas escandinavas de veintiocho años, divorciada, con la que se amancebó. Bueno la palabra sería, se amancebaron, porque en esos menesteres donde iba Leo, iba Gary; porque Gary, por si aún nadie se ha dado cuenta bebía los vientos por Leo, y a él una mamada de vez en cuando de Gary, le daba igual. Por eso cuándo Kitty le propuso ir a su apartamento cerca del aeropuerto a Leo, éste le soltó, que con Gary por delante.
- Hola preciosa - Kitty estaba de pie en la barra del Copa y Habana tomando un martini y Leonardo se le acercó como solo él sabía hacerlo - ¡uy, perdona! creí que eras mi madre, que suele venir por aquí, en realidad no sé bien a qué. Pero, que ya me voy, a ver si la encuentro.
- ¿Tu madre?
- Si, para que me lleve a casa y me de de cenar, a la edad que tengo, aún tomo teta. Fíjate que trauma
Kitty se le quedó muy seria mirándole a la cara y en ese momento Leo estalló en risas que fueron acompañadas por las de Gary, que estaba al lado y las suyas.
- Tu eres muy guasón.
- No lo sabe usted muy bien - contestó Gary haciéndosele notar su acento de Nebraska.
- ¿Y este quién es, ahora?
- Un amigo del alma, que siempre me acompaña por si necesito una mamada. La chupa como nadie.
- ¿Siempre estás de broma? Contigo no hay aburrimiento. Bueno, ahora que ya somos viejos amigos me presento. Soy Kitty, azafata de SAS y salgo mañana a las ocho para Trømpso.
- Hola, yo soy Gary, de Nebraska, EUA y vivo aquí desde que a mi padre le trasladó la empresa. Conozco a Leo desde que tenía quince años, que él tenía diez y casi tanto cuerpo como ahora.
- Entonces - se volvió Kitty hacia Leo con cara de asombro - tienes trece años. Un niño.
- Pero con la polla de un camionero, cariño, y si no que te lo cuente Gary, que me la chupa de vez en cuando.
- ¡Oh, dios! sois unos degenerados.
- No más que tú - respondió Leo con todo el cinismo y encanto del que era capaz - que ahora mismo escurres las bragas y llenas un barreño - se le acercó a la oreja y le susurró - ¿y que nos impide irnos a tu hotel ahora mismo a estrechar lazos, los tres.
- ¿Los tres? - Kitty iba de un sobresalto en otro - pero vosotros sois gays.
- Ese es Gary, no gay. Me la chupa porque le gusta esa vena gorda que me surca el rabo, y a mi me gusta como mueve esa lengua suya por el frenillo, pero si tú le enseñas el coño mientras yo te la meto por el culo, te morirás de gusto.
- Definitivamente estáis locos o unos bromistas de tomo y lomo. Mañana trabajo temprano. Me voy chicos. Otra vez será.
Kitty terminó su martini de un trago, sonrió sarcástica a los dos y salió del local.
- Doble o nada a que no pasan ni cinco minutos y vuelve - dijo muy seguro Leo a Gary.
- Creo que ésta noche la pasamos en blanco, Leo.
- ¿Hace el doble o nada? - sacó un billete grande y lo agitó al aire.
Y en ese momento desde detrás le quitaron el billete de la mano. Sin volver la cabeza, al tiempo que Gary se moría de risa, Leo contestó.
- Devuélveme el verderón, Kitty, que contigo no iba, y además no le has dado lugar a éste para tomar la apuesta - se volvió y continuó - entonces, ¿ya te chorrea solo de pensar que este te come? - hizo una pausa pintando su hipnótica sonrisa - y yo te preño sin problemas.
- No sé que eres más, si un cabrón sin escrúpulos o un maricón escondido. Pero, venga, vamos.
- ¡Papá! Nos estás tomando el pelo. Ni nunca nos has hablado de tío Gary en esos términos - se cargaba de razón Polux y Castor asentía - ni nadie se traga que con trece años ya eras un ligón de barra. ¡El tío Gary mamandotela! Y no quieras hacernos tragar que nunca pasasteis de ahí.
- !Que cuentista, dios mío¡ - remachó Castor en voz baja; que cabronazo el puto tío - ¡Tío Gary! Claro, Polux; te acuerdas que alguna vez comentamos la manera tan rara que tenía de mirarnos cuando íbamos a la playa.
- No os amontoneis chavales, no os amontoneis que os equivocais. Con Gary nunca hubo más que lo que ocurrió la primera vez. No puedo ocultaros que me rogó una y otra vez algo más y que siempre me negué porque sencillamente me veo ridículo besando eróticamente a un tío y menos follandole. A una mujer no me importa, pero a un hombre, me veo estúpido echándole el aliento en la nuca y eso no es bueno ni malo, es así y nunca me lo he planteado. ¿Y a cuento de que viene ese entre dientes de puto tío, Castor?
Castor se encendió como una bombilla Edison y no supo que contestar. Polux se le quedó mirando con la mandíbula descolgada.
- Entonces, pedazo de maricón, ¿era verdad? y mira que te lo pregunté veces y me lo negaste en plena cara.
- ¿Que te negó, Polux? - preguntó a medias irritado y a medias curioso.
- El año pasado, estábamos aquí viendo una serie y Gary nos preguntó si queríamos algo de comer, chino, tailandés o qué. Yo dije que me estaba cagando y Castor acompañó a tío Gary. Tardaron me pareció, mucho y pregunté medio en broma a Castor si habían estado echando un polvo. Me respondió con cajas destempladas, lo que me extrañó, le pedí perdón y se quedó ahí. En ese momento debí haberle contado que a mí me la mamaba desde hacía dos años.
- ¿Queeee? Este Gary es un hijoputa. Al final ha follado con todos.
- Menos conmigo - dijo festivo Chano.
- Ni conmigo - apostilló Jeni.
- Un momento, un momento - Leo quiso poner orden - vamos a jugar todos con la misma baraja y las cartas boca arriba. Y vosotros dos - dirigiéndose a Chano y Jesi - podéis iros si queréis. Ahora mismo llamó a Gary y que salga ya toda la mierda.
- ¿Irnos? - dijo festiva Jeni - ahora que esto se pone interesante.
- Llamemos a Gary y pongámoslo todo en claro de una vez.
- Para qué, papá - Castor jugueteaba con sus genitales, ahora detumescidos, visiblemente nervioso - solo va a complicar las cosas. Además, Bastian está aquí con su novia y estas cosas no les hace falta enterarse de extremos que no les van ni les vienen.
- Tiene razón mi hermano - Polux se puso en pie temblandole la voz - no veo...
- Prefiero que esté aquí la parejita, son ya casi de la familia - y se echó a reír - además, seguro que Bastian tiene oportunidad de aprender algo. Algo me está empezando a escamar. Perdonarme, pero conociendo a Gary..., este cabrón ha sido capaz de cualquier cosa - Leo se puso en pie con los brazos en jarras y cara de poder asumir con resignación lo que tuviera que venir - venga, pareja de repetidos. Castor, Polux, hijos por favor; ¿no tendréis algo que decirme antes de que llegue Gary?
E inmediatamente Leo supo que aquello lo trascendía todo. Conocía perfectamente a sus hijos. Desde que eran muy pequeños cada vez que cometían una barrabasada se quedaban como estatuas inestables balanceándose de lado a lado cogidos el uno al otro de una forma extrañísima por los dedos pulgares y con la mano libre se masajeaban los testículos exhibiendo una sonrisa bobalicona.
- Papá - Castor miraba alternativamente a su padre y a su hermano, abriendo y cerrando la boca sin terminar de articular palabra - yo, yo, no sé si mi hermano, no se, pero la verdad, la verdad...
- Espera, Castor - y dirigiéndose a Chano y Jeni - chicos, lo siento, pero creo que deberíais marcharnos. Lo que viene ahora ya no es ningún juego y debería quedarse en familia.
- Venga Jeni, vámonos - Chano se levantó y fue a buscar su ropa.
- Vente mañana sobre esta hora Sebastián y continuaremos con lo nuestro. Y perdona.
Chano y Jeni terminaron de vestirse y salieron Leo se sentó en el sofá y dando unas palmadas en el asiento animó a sus hijos a que se le acercasen. Polux se sentó al lado de su padre, apoyó la cabeza en su pecho y empezó a hacer pucheros.
- Venga ya tío - le reconvino Castor - déjate de mariconadas de lagrimitas ahora. Lo que hicimos lo hicimos y fue porque quisimos.
- Si no te hubieses ido con aquella tía - Polux levantó la cabeza mirando a su padre con los ojos empañados - que tú también eres muy salido.
Y en eso, que Chano y Jeni ya abrían la puerta para irse un hombre pelirrojo con faz empatica y ojos rabiosamente azules tocaba el timbre.
- Ah, hola. No nos conocemos. ¿Que sois, nuevas estrellas del sinvergüenza de Leo? Yo soy Gary, amigo de la familia.
- Pasa Gary, están en el privadisimo, así que te vas despelotado y preparándote para el chaparrón.
- ¿Cómo?
- Ya te enterarás - y con esta frase cerró la puerta del loft de Leo.
Gary se dirigió a la zona privada desnudándose mientras llegaba. Cuando llegó a la puerta terminaba de sacarse los calzoncillos y sin poderlo remediar siempre que se desnudaba y sabía que alguien iba a observarle experimentó una erección soberbia.
- Perdón, Leo, ya sabes lo que me pasa cuando me desnudo delante de alguien. Ya estoy aquí - ocultaba su pene duro sujetándosele con la mano y obligándole a contactar contra su muslo - ya me dirás a qué se debe - se fijó entonces en Polux con su cabeza reposando en el regazo de su padre que le acariciaba la cabeza y Castor sentado en el suelo acariciándole las nalgas y el pliegue entre ellas - pero, ¿que le sucede a Polux?
- Gracias por venir Gary. Siéntate aquí cerca de nosotros y aclaremos algo.
- Castor - dijo Polux a su hermano - me estás poniendo cachondo pasándome los dedos por el ano y con la polla de papá tan cerca y su olor tan característico no sé qué va a pasar.
- Por eso lo hago Polux siempre te ha gustado que te acaricie el ano e insinúe el dedo dentro y a mi siempre, también, me ha gustado tu olor y tú sabor, porque es como si fuera yo mismo y me excita tanto como a mí. Me gusta esa memoria olfativa de tu mierda y tú ano.
- Bueno, chicos - Leonardo ponía orden - ya está bien. A lo que íbamos. Y tu Castor deja de pasarle los dedos por el culo o acabaré corriéndome en la boca de tu hermano.
- Eso no lo consentiría - protestó Gary - sabes que tu leche, desde hace mucho, el que se la bebé soy yo.
- Pero es la polla de mi padre - le contestó muy orgulloso Polux - y si alguien tiene derecho a mamarsela es su hijo.
- Sus hijos - puntualizó Castor - ¿o yo me iba a quedar mirando?
- ¡Bueno! ya está bien. Gary, ¿que clase de relación has tenido o tienes con mis hijos? y por favor la verdad.
- El verano que tu mujer decidió largarse fuimos con los chicos a San Juan de Luz, ¿recuerdas?
- Si, perfectamente. Los chicos estaban a un paso de cumplir los nueve años.
- ¿Te acuerdas de aquella morenaza del pelo ensortijado y cuerpo color bronce?
- Como no, ¡si me la llevé al huerto!
- Y te olvidaste de tus hijos.
- ¡Hombre, Gary! yo confiaba que tú estuvieses al cuidado.
- Y lo estaba. Pero tú te largaste con un "ahora vuelvo" y yo cerré los ojos un momento tumbado al sol hasta que los abrí sobresaltado y los niños no estaban. No te puedes imaginar donde se me puso la boca del estómago. Y ahora, les preguntas a tus hijos donde estaban y yo los encontré y por poco no me caigo de espaldas. Tus hijos, debilidad mía de siempre, me suplicaron que no dijese nada y desde entonces me convertí en su cómplice y confidente. De lo que sucedió aquel día derivó todo lo demás hasta hoy. Venga, vosotros dos a cantarle la traviata a tu padre. Ya está bien de secretos.