viernes, 9 de enero de 2015

MAS FRUSTRACIONES

"Lo siento, me tengo que marchar" visiblemente irritado cerró la carpeta y se dirigió hasta el coche que les esperaba, motor en marcha, para llevarles a su centro de operaciones. Seguía a la chica entradita en años, enteca, que a grandes trancos ganaba el vehículo que les esperaba. La chica que se monta en la parte delantera impreca de malos modos a Ricky para que se monte de una vez. De lejos, una chica rellenita observa la escena, con rictus de ansiedad en los labios y habito corporal de resignación.
"¿Te ha jodido, no, Berta?" en la voz de Ricky había, reproche, violencia. Se había fijado en los ojos miel de Petrola (le habría gustado saber su nombre) y le había besado con su mirada, le había rodeado con sus pupilas y le había acunado en silencio cómplice. "Me ha jodido que te olvidases de tu obligación...", sabía que estaba mintiendo pero la iracundia que le invadió al ver como Ricky se hacía con la muchacha rellenita le hizo llamar al chofer de la furgo para que le viniese a recoger al punto de captación. Berta la vio venir, era su tipo, se relamió para sus adentros, parecía algo pavita y sería presa fácil para su experiencia; le gustaban gorditas y jovenes, pero Ricky se le adelantó y la captó antes. Iba a explotar de rabia y por eso llamó al coche que les viniese a recoger dando por terminada la jornada de captación.
"Es tu tipo, tía, lo he sabido desde el primer momento, he visto por el rabillo del ojo que enrojecías de desesperación. Pues te jodes, y porque no soy de esos, pero debería irle con el cuento a Mara, verás que gracia le iba a hacer saber que su Bertita se pone cachona con las gorditas" Berta se revolvió como un escorpión en el asiento y se encaró con Ricky faltandole poco para echar espumarajos por la boca. "No sigas por ese camino, cabrón de mierda" levantó el dedo indice amenazador. Jimmy en ese momento bajó la velocidad del coche y gritó; "Ya está bien de coñas los dos, que os bajo aquí mismo, Si, nos hemos acostado Ricky y yo ¿que pasa?" Callaron los dos y Jimmy continuó indignado "No se como te habrás enterado, no por mi, habrá sido de este bocazas que ni follar sabe. Y tú, si te gustan las tías para que coño me tiraste los tejos, joder, porque sabías que era gay y no me iba a negar; me acosté contigo, porque creí que ibas de un rollo legal, aunque ya me di cuenta que no era más que vicio y morbo, cabrón, aliviarte como un perro callejero, y ahora dejar de tirarse los trastos a la cabeza"
Berta asesinó una vez más a Ricky con la mirada y volvió la vista al frente malhumorada.
Ricky en el asiento trasero recordó cómo Jimmy aquella noche de guardia le miró con descaro sonriendole mientras le ofrecía una copa y se pensó 'porqué no', se dejó llevar y no quiso decirle que aquello no iba con él después de probarlo, para no dañarle en su moral, pero nunca más lo hizo, le era desagradablemente placentero; nada a repetir.
Volvió a recordar a Petrola ('cuanto me hubiera gustado saber su nombre') y sintió la tirantez en la bragueta. Volvería a aquel punto de captación más o menos a esa hora en cuanto pudiera.
"Sin rencores, Berta, Jimmy, lo siento" Berta se volvió sería y después de sonreirle amigablemente le escupió un "Cabronazo" y Jimmy sin apartar la vista de la calle "Desde luego si uno cosa sé es que no eres gay, en este mundillo no tendrías ningún futuro"
Rieron los tres y continuaron su camino.

martes, 6 de enero de 2015

FRUSTRACIÓN

No podía con el cabreo, me habían vuelto a denegar el acceso a la prestación; en que hora pondría mi padre la casa a mi nombre. Pero no había vuelta atrás, otros seis meses de trabajos precarios y a malvivir. Si al menos hubiera tenido algún papel de la impresentable de mi pareja, podría haberle sacado algo de pensión, pero yo siempre sin darle importancia a la vida real, la que existe en papeles y oficios timbrados que certifican que realmente sigues vivo.
Ni cuenta de que una especie de ser semidivino se me acercaba, carpeta en mano. "Me permites un minuto" precisamente en ese momento tenía algo más que un  minuto para desperdiciar y más atendiendo a esa especie de ser increíblemente bonito.
A mi edad, nadie está rematadamente mal, los veintinueve años siempre dan un grado de lozanía y yo no era una mujer exactamente fea. Mi nombre no ayudaba (que culpa tendría yo de que la abuela de mi padre se llamase Petrola) pero llamarse "Petri" tampoco era un horror. "¿Cómo? " el chico de no más de treinta años y ojos sonrientes de un color increíblemente turquesa me hablaba de algo de solidaridad y la obligación de los más favorecidos ("favorecida, ¿yo?") para con los desheredados. Estaba hipnotizada, por aquellos bucles desordenados que le caían sobre la frente,  negros de brillante antracita, azuleando al sol  para dejar paso a esas dos turquesas saltarinas bajo unas cejas perfectamente delineadas. De los labios, uff, yo le habría recomendado que los prestase para la pantalla; aún hoy dudo si no llevaría brillito dado. "Perdona, estaba algo despistada" intenté esgrimir la sonrisa más cautivadora. Fije la vista en su carpetita y no pude evitar mirar más abajo, (por diossss, no había derecho a esa forma inequívocamente dura de esa parte del pantalón) "Y..., de qué ONG..." y la vista me derivó a su dedo gordo de la mano mensurando su tamaño y calculando las medidas de otras partes de la anatomía y me estremecí; sentí como se me humedecían los muslos y fue imposible no hacer resbalar uno sobre otro e iniciar algo parecido paladear un trozo de gloria. "Refugiados..., ¿me estás escuchando? intentamos concienciar del problema..." Le tenía clavados los ojos en sus labios mientras hablaba; su carnosidad, su lengua rosada y ágil (dios sabe que otros usos podría dársele) articulando las palabras y en sus dientes ligeramente separados y blanquísimos. Me tenía sumida en el estado de estupidez más intenso. "Mira, lo mejor es que dejemos la carpeta a un lado y hablemos de otro tema" y de repente sentí que me estrechaba entre sus pupilas, me acariciaba con su aliento y hacia espacio en el silencio para crear un mundo privado para los dos. Acabábamos de iniciar una relación tan especial, cuando..., "Ricky, acaba ya, que nos vamos" una delgaducha, con leznas grasientas por pelo y vestida de esa forma especial que sólo saben vestir las que no conocen el jabón le reclamaba  con urgencia. "Tenemos que dejarlo" pintó en su cara contrariedad y me quedé esperando el beso, ese beso que estaba segura que él se quedó con ganas de darme.