miércoles, 27 de enero de 2021

REPARTO y 4

 

Empecé a salivar. Mi mujer había tortilleado de joven y ahora quería algo de meneillo. La muy zorra, ahora, con nuestra edad. De haber sabido yo con mi treintena y mis ganas de sexo a todas horas las putas orgias que podíamos haber montado. Me habría enterado, por ejemplo, del todo, que una boca XY es igual de placentera que una XX y seguramente habría llegado a la conclusión de que un orificio más o menos entre las piernas centímetro delante o detrás provoca la misma sensación de omnipotencia. 
Y ahora recuerdo cómo la visita de aquel primo canadiense por navidades(mi tía se casó con un ingeniero aeroespacial canadiense y claro mis primos nacieron allí), tendríamos los cuarenta y pocos; vinieron con sus dos niños, René un adolescente de evidente acné y Caroline, una antipática niña de siete años. René tendría sus quince y ya era alto y desgarbado: "Ya es todo un hombre", decía mi primo mientras le despeinaba como muestra de cariño y le abrazaba, pasándole entonces el muchacho su largirucho brazo por la cintura y le atraía hacia él.
Aquella nochevieja fue rara. La puta niña Caroline la montó, vomitó, pataleó e insultó a todo dios, a tal punto que su madre se la llevó al hotel. Mi primo Genaro decidió quedarse con René, no estaba dispuesto a que la niña le amargarse la cena.
Y así fue. Cenamos, mi mujer, mi primo y sobrino y yo. Bebimos lo normal, pero a mí mujer oler el vino y quedarse frita es todo uno. Consiguió estar despierta hasta las uvas y se disculpó una vez atragantada convenientemente yéndose a la cama.
Genaro, René y yo nos sentamos a tomar una copa.
"René, cariño puedes tomarte lo que quieras, estamos de vacaciones y ya vas teniendo pelos en los huevos"
Charlamos un poco de todo y yo empecé a no poder tener los ojos abiertos. Los otros dos parecían animados y no quería ser yo el agua fiestas, pero llegó un momento en que me quedé dormido.
Y me desperté alertado por un gemido. Entreabri los ojos y creí soñar. René cabalgaba el rabo tieso de su padre y se dolía: "Papá, me duele, la tienes muy grande, prefiero chupartela"
Mi primo mordisqueaba la oreja de su hijo mientras empujaba hasta conseguir metérsela toda a su hijo.
"Mira mi primo, ahí dormido, el bulto que tiene, ¿Que tal si se la chupas a él? mientras te follo, ni se entera y está duro"
Estaba excitado sin saber porqué. En realidad debería haber despertado escandalizado y haberlos echado, pero al contrario estaba a punto de correrme al ver en el sofá enfrente de mi a mi primo follandose a su chaval. De pronto Genaro se salió de René y le dijo: "A cuatro patas delante de tu tío. Con mucho cuidado le hurgas la bragueta le sacas la polla y se la mamás, mientras te follo, verás como ahora entra mejor"
El corazón se me empezó a acelerar, la polla a palpitar y en ese momento decidí que iba a mantener mi postura; estaría en coma, sucediese lo que sucediese.
René con algo de torpeza me desabrochó el cinturón, luego la presilla del pantalón y la cremallera y en cuanto haló de la goma del calzoncillo, la polla saltó destilando por la punta. Inmediatamente mi sobrino se la calzó en la boca al tiempo que mi primo se la calzaba a él en el culo y empezaba a bombear.
"¿Lo ves? ni se entera y la tiene de buen tamaño, ¿Te gusta?"
"Si papá, me encanta y quiero que se corra dentro, como haces tu. Mientras tú vaciate en el culo. Esto es lo más morboso que hemos hecho"
En cuanto volvió a meterse mi polla en su boca empecé a sentir como ascendía por mi uretra un chorro de semen, y después otro y otro, hasta cinco eyaculaciones conté y aún no había terminado mi orgasmo cuando mi primo gruñó: "Ahora, mi mariconcito, toma la leche de papá"
Cuando Genaro se salió de René, éste se dio la vuelta y ya tenía mi primo su boca abierta. René se la metió en la boca a su padre y en segundos oí los gemidos del crío corriendose.
"Sigue sin fumar, hijo, te sabe la leche muy bien"
Empecé a hacer movimientos de desperezó para darles lugar a que se recompusiesen. Dejé pasar unos segundos y cuando los vi vestidos abrí los ojos de un recién despertado de un sueño pegajoso.
" Joder, que sueño, que..., hostias si estoy a medio ..., desnudar, no se como, he tenido una pesadilla que me da hasta vergüenza..."
" Nos hemos divertido, primo. Menuda paja te has hecho mientras dormías, se te veía muy excitado, nos hemos empalmado hasta nosotros" y remató con una sonora carcajada de ambos.
"Os vais ya al hotel entonces"
Se fueron y aquel episodio lo enterré en mi memoria lo más profundamente que pude.
Hasta ahora que lo he recordado y pienso en todo lo que me he perdido. Podríamos haber hecho con mi mujer mi primo y el niño de todo, ahora que se de qué talante es mi mujer.
Al día siguiente tocaron a la puerta, era el del reparto. Abrí la puerta.
"¿Y Raúl? Siempre viene a repartir Raúl, un chiquito, así, simpático"
"Ya, ya. Se despidió ayer. Ahora hago yo el reparto"
Tendría cuarenta y tantos y una incipiente barriga. Me entregó el paquete y me preguntó mi número mientras con la otra mano se acomodaba el suyo.
Mi mirada se dirigió a sus manejos de paquete y se dio cuenta.
"Raúl ya me habló de usted, ya me dijo, ya, lo amable que es y lo complaciente"
Me di cuenta que allí había el mismo negocio que con Raúl. Y en eso que se acercó mi mujer envuelta en una toalla, como si saliese de la ducha.
"¿Quién es, cariño?"
Y tal como venía me agarró de la cintura, desabrochandome el batín, como habíamos convenido. Se abrió el batín y el pene saltó como un resorte. El hombre inmediatamente me agarró la polla y entró en la casa. Mi mujer dejó caer la toalla y se arrodilló ante el hombre, le hurgó con destreza la bragueta y empezó a chuparle un rato, tras lo cual se dio la vuelta y apuntó la polla y se la metió, después supe que en el culo, porque al mamarle yo al tío me supo a mierda. Con la polla dentro del culo de mi mujer me la mamo a mi, pero el hombre no quería metérsela a mi mujer, quería hacérmelo a mi. Cuando se cansó de follarsela con violencia me hizo arrodillarme y me la metió en la boca. Me gustó y me hizo recordar aquella nochevieja con los canadienses y la oportunidad que perdí de disfrutar a buena edad. Cuando estaba a punto de correrse, me la sacó de la boca, me volteó y me la clavó en el culo. Era la primera vez en mi vida. Dolía, joder, dolía, pero me tenía bien cogido con mi mujer delante de rodillas mamando. Apretó con fuerza y entró y empezó a bombear. Y me gustaba. Me empecé a correr en la boca de mi mujer y el repartidor lo hizo también. El la sacó del culo, se la limpió en mi batín, abrió la puerta y se fue 
"Cariño, ha sido excitante ver cómo te daban por el culo. Habrá que repetirlo. Raúl no es tan joven como tú decías"
"No era Raúl"
Desde aquel día todo lo compramos para que nos lo traigan.



viernes, 22 de enero de 2021

REPARTO 3

 

"Pues nada, acaba de correrte, apaga el aparatito, te lo sacas, lo lavas, te duchas y te espero en la salita a ver qué tienes que decir"

Volví a la salita abochornado con el vibrador y el mando a distancia, sin pilas en la mano. Le conté lo del primer paquete y lo que acababa de ocurrir con Raúl.

"Ah, mira, ya sabes hasta como se llama. Menudas confianzas. Y bueno, ¿que tal la mama el chico, mejor que yo?"

Le expliqué que Raúl se tragaba el polvo sin perder una gota, que, no me rozó con los dientes ni una vez y que inexplicablemente era capaz de tragarse mis 18 cm hasta dar con los labios en el escroto y sacar la lengua y lamerme los huevos mientras su garganta masajeaba el capullo hasta que hizo que me corriera. "Y ni tuvo una náusea ni se asfixió"

"Entonces, ¿Que, te vas a ir a vivir con él? Porque eso no pienso hacerlo yo. Para meterla profundamente tengo yo en el cuerpo una boca sin dientes por delante y cuando estoy fuera de mí por detrás otra, aunque no siempre detectas cuando necesito un asalto por retaguardia. Venga, no te enfades, que era todo broma y no te creas un bicho raro porque un friki te ha querido hacer una mamada"

Me abrazó y sentí como se estrechaba contra mí y aprovechaba para pellizcarme un pezón. Me empujó hasta hacerme sentar en un sillón y ella se sentó en el de enfrente.

"Confidencia por confidencia. Esto nunca te lo conté porque lo único que podía hacer era enturbiar nuestra relación y en cualquier caso no creo que nos aportase nada.
En el último año de insti una compañera se acercó a mí. Era simpática, buena estudiante, divertida, aunque con un no se que triste dentro que nunca llegué a poder entender. Estudiábamos juntas, unas veces se quedaba en casa a dormir y otras me quedaba yo en la suya. Los compañeros me advertían: 'ten cuidado con Lauri que es bollera' yo la verdad, salvo que era cariñosa y atenta nunca le noté ningún acercamiento libidinoso. Acabamos el insti, y desapareció. Yo, ya sabes, entré en la Escuela de Ingeniería y no volví a ver a Lauri. Cuando acabé empecé a trabajar en una consultora y a la semana empezó a trabajar un argentino, o a eso sonaba su acento y ademas se llamaba Lautaro, o sea, blanco y en botella. Era muy amable y zalamero y pronto me supo tocar la fibra. Me resultaba familiar su trato, como si nos conociéramos. Tenía unos ojos vivos, una medio barba rala y un tipazo de hombre que se cuida. Salimos, tomamos algunas copas y a la tercera cita acabamos en la cama. Besaba como nadie y sabía cómo acariciar para hacerme gozar. El problema vino cuando ya en el desvarío de la locura de la carne nos desnudamos. Lautaro de pubis hacia arriba era un tío hecho de bandera y de cintura para abajo era, ¿quién dirás? Lauri. Mi amiga del insti se fue a Argentina a transformarse y volvió a buscarme como hombre, aunque a falta de la cirugía. Pero sus manos, su boca y su voluptuosidad masculina me hicieron olvidar sus genitales, porque además cuando comprendió que necesitaba más se calzó un strap-on y me folló como ningún tío lo ha hecho, ni tu siquiera. Estuvimos así hasta que se fue al año siguiente a Tailandia a operarse. Luego te conocí a ti y el resto ya lo sabes. Por eso, que un chico te haya hecho una mamada no es que no me importe es que me pone. Si vuelve ese Raúl otra vez, espero que le hagas pasar. Quizá quiera sustituir el vibrador de próstata y entonces me voy a correr de gusto."


jueves, 21 de enero de 2021

REPARTO 2

 

¿Y ahora qué hago?

El repartidor a través de la mirilla ojo de pez se veía cabezón, con unas piernas muy pequeñas. Mientras esperaba se colocaba los huevos con la mano libre y acomodaba la polla. En la otra mano sostenía el paquete que traía. Yo mientras con el estimulador en la mano que me acaba de sacar - aún me temblaban las piernas - y el mando a distancia. Estaba desnudo con la bata de estar en casa y tenia que abrir. Me metí el estimulador en el bolsillo del batín y dejé el mando a distancia sobre la consola del recibidor. Y abrí la puerta. Era el mismo. Sabía que acababa de enrojecer me las mejillas al tiempo que no podía dominar el temblor de los labios. El muchacho esbozó una sonrisa, se humedeció los labios sacando ostensiblemente la lengua, amplió la sonrisa de una forma adorable y me preguntó:

"Soy el del otro día, ¿me recuerda? Aquí le traigo otro paquete, bueno, o el mismo, según se mire" y se marcó el suyo con la mano libre al tiempo que me alargaba el paquete que me traía. "Bueno, tengo prisa, tiene que firmar esto" Me entregó un papel que apoyé justo en la consola donde estaba el mando a distancia, y al apretar para firmar se puso en marcha el vibrador de próstata que empezó a vibrar en mi bolsillo y llamó la atención del repartidor.

"¿Que es eso?" preguntó con una sonrisa cínica. Yo con la sorpresa no atiné a apagar el aparato sino que debí darle a la tecla + y el aparato dando tumbos sin saber cómo se salió del bolsillo. El muchacho lo recogió del suelo con cara de sorpresa y diversión al tiempo.

"¿Y esto, puedo probarlo" y al tiempo se lo llevó a la nariz y lo olió profundamente. "Está recién usado, lo acabas de sacar del culo" y ocurrió, sencillamente ocurrió. El chico pasó de oler aquel artilugio a primero lamerlo y luego metérselo en la boca simulando una felación. Me impactó de tal manera que olvidé que mi mujer estaba en la casa. Y ella venía pasillo adelante preguntando quién era.

"Un paquete, cariño, ya se va el repartidor" el muchacho se sacó de la boca el vibrador y susurró su nombre, Raúl, al tiempo que me entregaba el cacharrito con disimulo.

"Hasta otro día, señor, que tenga un buen día" y me guiñó un ojo de forma complice. Me di cuenta que el corazón me galopaba en el pecho. En la memoria me deslumbraba la imagen de Raúl guiñándole el ojo. Con el vibrador en la mano solo se me ocurrió volver a insertarmelo. Tome el mando a distancia y lo puse en marcha. Inmediatamente tuve una erección explosiva, otra vez, y solo quería intensificar el estímulo. Puse la vibración al máximo y empecé a eyacular en medio de espasmos. Mi mujer me vio apoyándome en la puerta con la cara desencajada y la mancha del semen en el batín. En principio se alarmó, pero inmediatamente se percató de lo que pasaba.

"Vaya, se suponía que el aparatito, ¿porque lo llevas puesto y a tope? era para que lo disfrutamos juntos.

"Tengo que contarte algo"

miércoles, 20 de enero de 2021

REPARTO 1

 Me puso a cavilar todo el día lo sucedido en el recibidor de mi casa. Y precisamente en ese instante recordé que con los acontecimientos se me había olvidado el paquete que me trajo el repartidor. No tenía idea de lo que era. Venía a nombre de mi mujer y me extrañó, casi todo lo compraba yo a mi nombre porque mi mujer prefería desentenderse de los asuntos digitales.

Así que deje el paquetito, no era muy grande, en el tocador del dormitorio. En cuanto mi mujer llegó de la calle le informé del paquete que había llegado a su nombre y se mostró entusiasmada corriendo a recogerlo y abrirlo.

"Es para ti, un regalo picantón" y me puso delante de las narices un artilugio a modo de dedo pulgar indicando victoria. El color me intrigó, rosa, además era rugoso en algunas superficies y de pronto comenzó a moverse solo dándome tal susto que se me cayó al suelo al tiempo que mi mujer soltaba una carcajada exhibiendo una especie de botonera de color rosa, del tamaño del mando de la barra de sonido. El objeto en suelo comenzó a dar saltos según el botón que apretaba.

"Pero esto es para tí, cariño, una especie de consolador raro, pero la forma..., Me tienes que explicar. Además para tu coño, esto es muy delgado, se te caerá" y vuelta a reírse otra vez. Se agachó, recogió el artilugio del suelo, me lo puso delante de las narices y con expresión picarona dijo: "Es para ti" e inmediatamente comprendí "Es un estimulador prostático, tonto"

"Y quieres que yo me meta eso por el culo" y al tiempo que lo decía se me venía a la memoria la imagen en movimiento de una hembra de bandera sodomizando a un chaval de esos que se ven por los gimnasios. Sin querer, me empalmé.

"Pero cariño, esto me da vergüenza..., (en realidad estaba deseando utilizarlo) y no se si contigo..."

"Pues mira, bien que tú me la quieres meter por detrás, pero te dejo solo para que lo pruebes. Fíjate que tienes que colocartelo bien que tiene tres puntos de vibración, el de la próstata, por dentro y otro para la próstata que la masajea a través de la piel que hay entre el ano y los huevos y la última que tiene forma de cuchara para el escroto, que yo me lo leí todo antes de pedirlo"

Mi mujer tenía peluquería tres días después. Cuando salía me dijo: "Aprovecha y prueba el artilugio ahora que te quedas solo" me guiñó el ojo y se fue. Me desnudé, me puse las pinzas de pezón a buena presión, me lubriqué el ano y con bastante aprensión empecé a hundir en mi cuerpo aquel instrumento hecho de silicona de tacto sedoso. Y para mi sorpresa fue como si mi cuerpo halase del trasto hasta dejarlo en su posición, con su ramal corto oprimiendo levemente el periné y la especie de cuchara conteniendo los huevos. Con el corazón acelerado y sorprendido de la agradable sensación de tener el estimulador colocado pulsé el botón de encendido del mando a distancia. Di un toque a la tecla + y noté un suavisimo calambre que ascendía hasta la punta, de tonalidad agradable. Di dos toques más seguidos y fue como si el cielo se abriese. Empecé a rezumar precum transparente seguido de líquido prostático opalino y el placer de un orgasmo que no tiene fin, tanto, que me flaquearon las piernas y caí de rodillas. Alcancé a pulsar el botón de apagado y exhausto y con la verga durísima pude llegar a mi sillón. Sentado con el artilugio dentro y sin activar volví a sentir la agradable punzada que estallaba en la punta del pene. Necesitaba más y volví a conectar el aparato, di potencia y lo que ocurrió después me hizo sentir a aquel adolescente que se corría solo con rozarse con la chiquita con la que bailaba agarrado las lentas. Nunca había soltado un chorro de semen a tanta distancia, ni el orgasmo había sido tan intenso. Cuando me recuperé de todo aquel arco iris espeso y mareante acerté a sacarme el estimulador de próstata y me entró tal sopor cálido que me quedé dormido.

No sé si pasaron minutos, horas o días pero el timbre de la puerta me sacó de mi Nirvana y medio conmocionado fui a abrir con el artilugio en la mano. Y era el repartidor.

domingo, 17 de enero de 2021

REPARTO

 Llevo casado, moderadamente feliz, treinta y cuatro años. Una vida sexual de viejo, tengo 72 años, una vez a semana, aunque si por mí fuera sería ninguna vez de hoy en adelante, pero mi mujer se pone cariñosa y se lo debo. Para poder tener impulso sexual, me tupo a porno de lo más bizarro. Últimamente me he tenido que quitar prejuicios y mirar videos de trannys, esos monumentos de chavalas, que parecen sacadas de la portada de un play boy, pero a medida que la cámara se desplaza aparece un pedazo de genital masculino que me hace recordar mejores momentos aunque envidiando los tamaños. Estas chicas sodomizando hombres me excitaban tanto que la curiosidad me hacia pensar en cómo podría yo alcanzar ese Nirvana que es que te penetre una mujer de bandera, al parecer.

Fechas de fiestas en las que, pandemias mediante, no se puede salir de compras, ni de cañas, ni a cenar fuera, salvo que seas como tanto inconsciente que pulula entre el común. Toca ponerse al día aprender a bajarse aplicaciones y comprar con tu tarjeta y encomendándose a la corte celestial para que no te  tomen el tupé. Pero va uno tomando confianza y en un par de semanas ninguno de los gigantes de la venta y de los menos gigantes también, tenían secreto alguno.

Y empezaron a llegar los paquetes. Lo complicado de todo esto es que hasta para ir a mear tienes que encargar a alguien que se quede al cuidado del timbre por si llega algo.

Dado que no se debe salir, yo que soy disciplinado soy el que se queda. Mi mujer sale para las compras necesarias del día. Las compras grandes encargamos al Súper que nos las traiga.

"¿Pedro?" traigo un paquete

Empezaba el baile. No sé porqué designios pensé para mí que el que venía traía dos paquetes, el mío y el que se llevaría puesto. La verdad llevaba ya cinco días atragantandome de porno y estaba bastante calentito, esa misma noche o a más tardar la siguiente mi mujer encontraría satisfacción para otra semana. Es decir estaba muy facilitado para todo lo que tuviera que ver con sexo y por tanto, el bulto del pijama y las pinzas que llevaba en los pezones para aumentar la calentura también resaltaban.

Antes de sonase el timbre abrí la puerta. Del ascensor salió un treintañero de sonrisa abierta y altura media. Iba rapado de cabeza pero con barba de unos días. Delgado y elastico en su desenvoltura.

Y de pronto se le tensó la cara, desapareció la franca sonrisa y todo él adoptó el hábito de un arco tensado hasta la ruptura. Me entregó el paquete se dio media vuelta y casi que se tiró dentro del ascensor. Alcancé a gritarle que no me había pedido ni el número de identidad.

"No me hace falta ya conozco a gente como usted" alcanzó a decir desde el ascensor mientras se cerraba la puerta. Me quedé pasmado en el umbral de mi casa con el paquete en la mano y entonces reparé que por entre la bata medio abierta asomaba un bulto más que regular que daba la impresión que invitaba a la evaluación de tamaño mediante sopesamiento a mano abierta. Me dejó consternado, pues para nada era mi intención. Cerré mi puerta y ni siquiera tuve ánimo para abrir el paquete que se quedó sobre la consola del recibidor. De forma automática me lleve la mano a mi bulto y la metí por la bragueta para tocarmela y si estaba bastante dura, no todo lo que podía estarlo pero lo suficiente como para que el muchacho repararse en ella. Luego toqué las pinzas de pezón y les di una vuelta de presión a lo que mi pene reaccionó con la erección completa. Y en ese momento sonó el timbre de la casa y a continuación el sonido de los nudillos sobre la madera.

Abrí la puerta de golpe, sin reparar en que ahora además del bulto, como me había metido la mano en la bragueta, ésta se había quedado en parcialmente abierta y se veía parte del fuste del miembro. Delante tenía al muchacho que necesitaba el número de identidad para justificar la entrega. Me clavó la mirada en la bragueta luego me taladró los ojos con su mirada y preguntó: "¿Insiste, no?" 

Sabía a qué se refería, pero lejos de cortarme, y no me pregunten porqué la erección aumentó en contundencia al punto de encontrar desahogo saliendo por la portañuela disparada hacia adelante, con el orgulloso capullo destilando precum. El chico, serio como un notario de un empujón me metió en la casa, el entró tras de mí y cerró la puerta.

No me dió lugar a plantearme disyuntivas o encrucijadas morales. Allí mismo en el recibidor, cayó el repartidor de hinojos, con una destreza de prestidigitador me puso al descubierto y sumergió mi enhiesto pene en su boca, y con sus manos reptó por mi abdomen y pecho y para su sorpresa se topó con la cadenita que solidariza las pinzas. Sabía de qué se trataba porque, primero suavemente y luego a base de tirones cortos y severos consiguió que el orgasmo llamase a mi puerta. Le avisé que me corría y en lugar de retirarse hizo que mi pene entrase más profundo hasta que mi semen le llenó la boca. Tragó todo lo tragable y cuando terminó se levantó y de la forma más neutra me pidió el número de identidad. Lo apuntó en su terminal, abrió la puerta y salió.

Ya en el ascensor elevando la voz y en tono festivo dijo: "Mañana hay otro, procura que no haya nadie para que la entrega se haga a total satisfacción"

Me costó trabajo digerirlo, pero me recorrió un escalofrío el cuerpo cuando pensé que al día siguiente ocurriría algo más.