domingo, 25 de julio de 2021

ZURICH


- Bueno Astrid - hizo una pausa por el nudo de lágrimas en la garganta - perdona, es que no me lo creo. N'dogo ayer me sonreía y - tuvo que volver a callar - no quiero volver a hablar más de eso. Cuéntame tú. Pero te divorciaste.
- No. Esa misma noche, casi sin quitarme la ropa de boda cogí el maletín
- ¿Que maletín?
- Ah, ¿no te he dicho lo del maletín?
- No, me has dicho que su ¿Maestro?
- Si, Máster prefiere llamarle, un turco vejestorio, que no me explico yo como un tío de su formación, su estatus social de treinta y nueve años puede rendirse..., en fin, el maletín. Cuando salimos del banquete y fuimos a la suite para nuestra noche, me dijo que tenía un regalo especial, que esperaba que le comprendiese y compartirse sus aspiraciones, y me dió un maletín de cuero repujado con incrustaciones de plata y mi nombre en letras de oro. Supuse que sería alguna prenda comprada en Faubourg St. Honoré encargada a Channel, un negligeè de seda y pedrería, no sabía. Lo abrí y me quedé de una pieza. Lo primero que vi, que reclamó mi atención fue un consolador rojo sangre enorme me pareció pero estaba unido a unos correajes que no entendía. Además había una especie de látigo corto tipo disciplina de varias colas con el mango adornado de azabaches incrustados en el cuero. Le miré temiéndo haberme casado con un sádico, y fue cuando encendió el portátil y en pantalla había un viejo de mal aspecto que en un inglés rudimentario ordenó que empezase el castigo. Le preguntó por la castidad y entonces mi ya marido se desnudó. Llevaba debajo de los pantalones un liguero blanco con más encajes de Valenciennes que el mío y unas medias de rejilla blancas. Y lo remataba con una braguita toda de encaje de bolillos muy fino y a través del encaje se veía un aparato en su pene. Contestó arrodillándose dándome el culo, abriendo las piernas y diciendo "Si Sir. En cuanto se ponga el Strap-on procederá a darle gusto en sus deseos Sir" y entonces comprendí que el consolador con correas era para que yo me lo pusiera y sodomizarle bajo la atenta mirada del viejo aquel.
Entonces fue cuando agarré el maletín y entré hecha una furia en la suite de su padre, que madre, menos mal, pobre mujer, no tenía y grité "Que coño es esto" el hombre dormía y se despertó sobresaltado. Cuando se hizo cargo de la situación y le expliqué, el hombre mudó el semblante, pareciera que se acabase de morir, se le puso la cara papiracea y me dijo "Acompañame".
Ya en nuestra suite le pidió explicaciones a su hijo. Llevaba con ese individuo, al que había entregado ya una fortuna veinte años. Desde los diecinueve. Le conoció en un viaje a las islas griegas con sus padres, al fondear en Miconos. Tenía cincuenta y cinco años y le cautivó. El padre lo recordó entonces, era un supuesto armador que les invitó a su yate a una fiesta privada. Su mujer y él perdieron de vista a su hijo buena parte de la noche y ahí tuvo que captarlo.
Charles, mi marido, estaba de rodillas delante de la pantalla del ordenador pidiendo perdón al viejo. El padre cerró el ordenador y le conminó a levantarse y a dejar de hacer el ridículo "al menos, recuerda tu apellido, Esto se acaba ahora mismo aquí. Ese hombre no volverá a molestar. Nuestro apellido y la importancia de nuestros negocios para la economía occidental no pueden verse empañados por un escándalo de esta magnitud" Luego se dirigió a mi y me dijo "Tente en tus ansias de revancha, ni hablar de divorcios ni escándalos" Me miró con unos ojos de hielo y entonces comprendí muchas cosas. La muerte de su mujer fue una sorpresa para todos, Charles, me lo dijo, su madre no sabía que tuviese nada, pero le expresó el deseo de divorciarse de común acuerdo y al día siguiente la madre amaneció muerte. La autopsia certificó que fue un ictus masivo.
- Pero que poder tiene esa familia.
- Según me dijo Charles su apellido venía por línea directa desde Carlomagno y ni él sabía hasta donde llegaban sus tentáculos. Le dije entonces al padre, que de acuerdo y aparecería cuando fuera imprescindible. Se filtraría que yo era infértil y todo lo que yo necesitase se me daría. Su padre me dijo a todo que si. Por eso vas a tomar ese avión. En Zurich te esperará un automóvil a pie de escalerilla. En el aeropuerto te van a entregar un pasaporte diplomático. No vas a tener problemas. Allí Charles te hará una propuesta muy interesante. Hasta que encuentres una casa vivirás en la casa, bueno, el palacio familiar.
Llegaron a Freetown y se dirigieron, no sin algo de miedo porque en los últimos compases sufriese algún tipo de agresión. Llegaron a la zona de acceso de privados. Un funcionario armado les dió el alto. Astrid dio el número de vuelo al que tenían que abordar. El agente consultó con su walkie y les franqueó el paso. El avión estaba efectuando el acercamiento a pista. Esperaron hasta que el avión se detuvo. Astrid acompañó a Dazen hasta el avión y le dió un abrazo. Un auxiliar de vuelo le urgió a subir. Les estaban dando pista de despegue. Ya sabían a que iban a Freetown y porqué. Dazen se quedó sorprendido cuando el auxiliar le dió el pésame.
- Suba usted ya. Salimos inmediatamente, repostaremos en Dakar y parada técnica en Sevilla.
- ¿Porqué no repostar aquí? - preguntó intrigado.
- Por su seguridad y la nuestra, claro. Usted es target para siempre en este país, es lo que me han comentado y debemos sacarle cuanto antes. Su pareja debía ser alguien importante para querer tanta revancha. Tenemos pista, abrochesé el cinturón que nos vamos.
N'dogo nunca se lo dijo pero era un mandinga de estirpe real. Su familia por siglos era la responsable de los designios de la tribu y él era el heredero. Mientras no hubiese escándalo podía hacer lo que quisiera, era un príncipe, una vez que salió a la luz no se podía consentir y él lo sabía. Cuando aceptó ir a Cabo Verde con Dazen, sabía que si se quedaba en su país de una forma u otra antes o después, rey o no rey recibiría esa sanción de su pueblo y lo asumió porque el amor que tenía a Dazen justificaba cualquier sacrificio. Cuando Dazen lo pensaba no podía evitar la congestión de ojos y nariz. Al principio dijo que era alergia pero después se revolvió contra sí mismo; hacía el duelo del amor de su vida. Contandoselo a Victorio lloraba él y lloraba su jefe.
- No me imagino un amor así - dijo Victorio - no he tenido la suerte de que alguien consintiese en entregar su vida por alguien. Es que deberías estar llorando le a todas horas.
- No. Recuerdo su amplia sonrisa y sus chispeantes ojos de felicidad con su cara a centímetros de la mía mientras me follaba profunda pero delicadamente y pienso que él no hubiera querido que yo lloraste, hubiera querido que fuese feliz.
- Y bueno, ¿que pasó al llegar a Zurich?
- Fue mejor lo del vuelo. Es increíble. Al aterrizar en Sevilla para hacer comprobaciones técnicas, un par de horas, fui al servicio a orinar y me siguió el auxiliar de vuelo. Bueno, pensé, también tendrá el hombre derecho a mear. Se me pone al lado y me dice el tío: "gastas buen número, ¿el negro lo tenía más grande? Eso es lo que se dice". No dije nada. Le eché mano a su sexo con una caricia y cuando más en la gloria estaba le metí los huevos en mi puño y apreté con la intención de arrancarselos y muy bajito le susurré al oído que de mi amor nadie hablaba si yo no quería y que fuese la última vez que hablase del "el negro" se llama N'dogo y no se llamaba porque está vivo en mi corazón. Le solté, me abroché y me fui. No volvió a dirigirme la palabra. Cuando descendí en Zurich del avión, me dijo "lo siento y me alegro de haberle conocido". No le respondí más que con un gracias congelado.
Me esperaba a pie de escalerilla un Rolls, el chófer me abrió la portezuela y subí al coche. Dentro estaba Charles el marido, es un decir, de Astrid. Un fulano muy, pero que muy bien parecido, elegante y cordial.
- ¿Dazen, supongo? - dijo parafraseando al explorador Stanley.
- Claro. ¿Quién podría ser?
- Lo suyo está en todas las portadas y cerca como estamos del mes del orgullo todas las subvencionadas han puesto el gritó en el cielo, claro, un grito modulado, que los diamantes de Sierra Leona son una parte muy importante de la cartera de los que como sabrá parten el bacalao. Vamos directamente a Lausana, allí tengo una finca impenetrable a los medios en la que esperaremos a que las aguas se calmen. Luego tengo que hacerle una propuesta. Su perfil es muy especial. Mientras allí en Les Chênes Argentès podrá, jugar golf, montar a caballo y vivir en libertad sabiendo que si se acerca a menos de dos kilómetros de la cerca le avisarán con el intercomunicador que debe llevar siempre encima mientras esté en la finca. De momento - y al decirlo le puso la mano en el muslo - que planes tenía usted. Ya verá que aburrirse el Les Chênes es francamente difícil. Tenemos fiestas privadas y privadisimas a las que espero que nos regale su presencia..
- Con la mano en el muslo intentaba usted sugerirme algo, Charles. Pretende que sea su Máster o tiene al turco aún.
- Mi maestro turco sufrió un infarto al día siguiente de mi boda, ya sabe, cosas de la edad. Y de momento - se le empezó a agitar la respiración, no he tenido ocasión. Ya sabe, los dedos de mi padre, aunque ya mayor, llegan donde otros no pueden.
- Puede cerrar el habitáculo para que el chófer no vea que hacemos.
Charles, pulsó un botón negro de la puerta y una mampara se levantó de detrás de los asientos delanteros.
- Perro - y acompañó el epíteto de una sonora bofetada - ¿llevas castidad?
- No
- No, Sir - y le dio otra bofetada.
- No Sir - dijo Charles con cara de emoción
- Desnúdate, perro.
- Si, Sir - atropelladamente se desvistió.
- Saca lub o te fisteo en seco.
- Si, Sir - hizo descender el brazo del asiento y de un compartimento extrajo un tubo grande.
- Si, Charles eres una perra. ¿Tienes Máster, ahora? Venga, vístete, no querrás que el servicio de Les Chênes te vea así. ¿Tienes?
- Varios. En las fiestas que doy..., Ya verás. Ahora tengo muchos dueños y es más excitante.
Al llegar a la puerta dos empleados de librea les atendieron y le condujeron adentro.
La mansión, a pesar de encontrarse en Suiza era una copia de una mansión en la campiña inglesa de la aristocracia rural del siglo XVII.
Todo era absolutamente rutinario y solo llamó la atención de Dazen el que la mayoría de los sirvientes eran de aspecto adolescente.
Cuando fue llevado a sus habitaciones, eran tres piezas, dormitorio, vestidor, sala de lectura y baño. El empleado anuncio:
- En el vestidor hay ropa de todo tipo. Esta noche hay una fiesta especial con disfraces. Todo será grabado, para su información. La cena en el comedor privado del barón. Esta invitado con otros cuatro residentes que ya conocerá. A las ocho. La fiesta a las diez.
La cena con el barón es de etiqueta. En el vestidor encontrará de todo lo que necesite. A las ocho cuarenta y cinco vendré a buscarle para llevarle a las habitaciones privadas del barón. Buenas tardes.

lunes, 19 de julio de 2021

INCESTO

 

No sé muy bien si debería, pero creo que debo contarlo.
Somos dos hermanos. El mayor viva imagen de mi madre tiene el carácter bronco, tosco, punta de lanza de mi padre. Típico carácter testosteronico. Deportes de choque (el tenis ese deporte que debería jugarlo todo dios con la faldita de Steffi) "los hombres debes chocar y olerse la violencia que irradian en el cuerpo a cuerpo. El frontón a mano era, según mi padre y mi hermano un deporte de hombres y de choque. Sangre vasca en sus venas, no entendía, nunca lo entendió, simuló que se hacía cargo, pero en otro siglo me habría arrancado los huevos con sus propias manos y me habría ahogado con ellos. No entendía como decía, que con diez años me diese por hacer trenes de palabras que yo llamaba versos, ripios de barracón de feria. Para él, escribir era necesario para poder redactar contratos con los que joder al prójimo. Era abogado y un bestia. Cómo mi hermano.
Cumplí los once y un día me llevó a un club de lucha grecorromana. Que le fuese perdiendo el miedo al contacto físico, me dijo. Yo pensaba, con estos cuerpazos vengan a mi contactos. Me dieron tres nociones de agarre y defensa y tres llaves y mi padre dijo "a luchar" Y vino a luchar conmigo José María un tipo de doce años que me sacaba la cabeza y yo le sacaría la polla si me fuese a dejar. Empezamos el forcejeo y con toda intención le agarré por la pernera metiendo bien arriba los dedos. Toque piel sensible y dejé que cayera sobre mi permitiendo que mis hombros tocaran tatami, pero con su sexo sobre el mío lycras mediante. Notó mi dureza contra la suya y dio un bote. Mi padre que hacía de árbitro reprochó a José María que no dejase pasar el tiempo reglamentario para ganar la competencia.
José María de malos modos dijo que conmigo no volvía a luchar. Conocía a Rubén un chico de dieciséis, bastante brusco y eliminado de competiciones por juego sucio que cada vez que en el colegio coincidiamos meando juntos me decía que yo no tenía picha, tenía clitoris, que para polla la de él y se la agitaba y se agrandaba. Me hipnotizada ese pollón tremendo y me decía que los maricones como yo, solo la probaban en el culo. Mi padre ordenó: Rubén ven a luchar con Pedro. Rubén me miró con rictus de revancha y yo que me importaba un carajo la lucha vi mi oportunidad. De hecho en cuanto nos enzarzamos le cogí por los huevos de forma suave y sentí crecer su pene. Fue un segundo porqué enseguida me trabó, me puso los hombros sobre el tatami y se terminó la lucha pero fue suficiente para poder abarcarle el pene ya duro y decirle muy bajito. "Te cogí el rabo, y está duro" Me soltó enseguida y mi padre me dio una patada en el culo diciéndome que no valía para nada.
Yo le había tocado los huevos a José María y él ya sabía cómo se me ponía de dura, y a Rubén, pedazo de rabo se la había cogido.
Mi hermano mayor de quince años practicaba lucha desde los ocho. Mi padre ordenó: Joaquín, que te presten una malla y enséñale algún truco a Pedrito, que es de mantequilla.
Me froté las manos. Me encantaba Joaquín. Me metía el rabo tanto en el culo como en la boca (que sorpreson el día que traía regalo) desde que yo tenía siete para ocho y el de once para doce. Mi hermano era muy caliente y estaba yo casi para cumplir los ocho cuando una noche de estas tórridas de Agosto desnudos sobre la cama me dijo si yo podía dormir por el calor. A mi me daba igual el calor, me jodía no verle bien la polla con la poca luz de la luna que entraba por la ventana. "Vente a mi cama Pedro, que entra más fresquito" y me faltó tiempo. Tan cerca si le veía el rabo duro y sin encomendarme ni a Dios ni al diablo le agarré la polla tiesa, que se puso más tiesa aún. Él me dijo que le diese para arriba y para abajo suavito y que cuando el dijese me la metiese en la boca. Y así fue. A mi se me puso dura, dura también y se lo dije a ver si me la cogía, pero me dijo que otro día. Cuando me avisó me la metí en la boca, el me sujetó la cabeza y me atragantó hasta que se quedó lacio y me dijo que a mí cama, que daba mucho calor. Eso ya eran todas las noches, directamente me metía en su cama y en una de esa le salió el líquido espeso y blanco que me tragué. Al día siguiente me dijo que el culo. Me lubricó con su saliva y me la metió. Me dolió mucho al principio, pero luego me encantó saltar sobre su polla hasta que el tomó el mando y me echó toda la leche dentro. Y así fue ya todas las noches. Una noche le perdí el respeto a la mierda. Después de follarme la sacó manchada de mierda y me dijo que los maricones como yo limpiaban el sable a los machos y no me dió opción. Estaba amargo, pero no me importó y además hizo que me excita se tanto que empecé a masturbarme y tuve un orgasmo como nunca. Después de aquello rezaba porque le saliese la polla sucia pero eso pasaba en pocas ocasiones.
Así que ahora, luchar con Joaquín delante de mi padre me daba mucho morbo. Nos demoramos en la lucha a propósito para poder rozarnos bien. 
Joaquín dijo que no, para mí fue que si. Que mi padre se dio cuenta de que trataba aquel simulacro de lucha. De hecho yo hacía denodados esfuerzos, y Joaquín simulaba que contrarrestan, por tener mi boca cerca de su periné, oler su raja y poder evocar el sabor de su ano bien sudado cuando en alguna ocasión, pillandome de sorpresa levantaba las piernas en una "V" bien abierta y me decía que le follase el ojete con lengua, cosa que a mí en alguna ocasión que él me tenía los pezones bien currados, consiguió que me corriera antes de que me la metiese, y metiéndomela y castigandome los pezones sin piedad volviese a correrme. Ese olor a culo con el recuerdo del olor me enardecía y creo que eso fue lo que mi padre detectó porque de repente gritó: "a la ducha"
Ya en vestuarios y yo desnudo para entrar a ducharme mi padre me pellizcó con intención de joderme un pezón: "mira niño mariconcito, como vuelvas a estimular de esa manera a tu hermano, tan macho, te voy a cortar los huevos" y con la otra mano me tomo los huevos y sintió la polla dura. Apretó más la presa del pezón y retorció y en ese momento, empecé a gemir de placer y mi pene a palpitar aunque sin echar aún nada. "Lo que yo pensé siempre, un degenerado. "Te prometo que mañana hablaremos tú y yo de esto, a ver si también te corres. De momento, prohibido salir de la habitación hasta que tú y yo tengamos una plática".
Me dejó el pezón dolorido pero peor fue comprobar que el otro se sentía huérfano de castigo y también lo merecía.
Joaquín, cuando salió de la ducha me dijo que lo había escuchado todo y que conocía a nuestro padre y sabía que al día siguiente le iba a arrancar los huevos si no le decía si había algo entre ellos. "Y como se te ocurra decir algo, o menos aún que una vez te la mamé, te arranco la cabeza"
Yo esperaba un broncazo, alguna hostia bien dada, como las que me daba mi hermano cuando consideraba que no me la tragaba todo lo dentro que debía, quizá el cinto y eso me hacía ponerme duro, pero no podía imaginar lo que se venía encima. Ni él tampoco si no fijo que no hubiera llegado a mi habitación con intención de enmendar mi conducta.
La casa familiar, era un caserón grande de dos plantas. Desde la habitación de Joaquín y mía se veía quien subía las escaleras. Eran más de las doce del mediodía y por la rendija de la puerta escuché a mi madre rogar a su marido que lo dejase correr, pero yo escuché los pasos subiendo la escalera. Miré. Mi padre con un pantalón de camping de pernera ancha que el usaba sin ropa interior era su única indumentaria y en la mano llevaba un vergajo que era de su padre cuando tenía la finca de ganado, y ahí ya supe que iba a ser muy duro. Me quité de detrás de la puerta y la abrió de una patada. "Aquí está el mariconcito de mi niño" me tomó de un brazo, me quito el calzoncillo y me dejó desnudo "como todas las putas, desnudas" y sin dejarme el brazo empezó a zurrarme en el culo con el vergajo de toro. El primero me dio entre los los carrillos y la punta del zurriago me besó las bolas. Mi gritó de dolor se preñó de la angustia del placer que se teme por el dolor que acompaña. Fue instantáneo el que mi pene que ya se adornaba con algo de vello se disparase y se endureciese tanto. No sé si mi padre lo vio o no, pero me preguntó, retórico, claro, si le había salido un sádico que disfruta del dolor. Naturalmente con mi otro brazo intentaba protegerme del castigo y mi padre intentaba sujetarme de un solo brazo en uno de los lances mi cabeza quedó a la altura de sus muslos y por una de las perneras vi asomar su capullo, tenso y reluciente, y mientras me pegaba en el culo y gritaba de dolor, que era real, pero pensé en que  aprovechando la situación en uno de los movimientos me agarré al elástico del pantalón y se lo bajé. Su polla, de la misma forma que la mía pero mucho más grande, saltó hacia adelante con unos enormes huevos que colgaban bamboleantes. Se detuvo por un instante y se desembarazó del pantalón del todo. Estábamos los dos desnudos y los dos empalmados. Se sentó entonces en la cama, me puso sobre sus rodillas y empezó a golpearme el culo. Yo abrí las piernas y obtuve el resultado deseado. Vio mis huevos y los cogió por su inserción en la polla y apretó tirando hacia arriba. Al mismo tiempo con la otra mano empezó a golpearme los huevos. Sentí que iba a correrme y procurando que no se escuchase dije: "Papá, me voy a correr" me tiró sobre la cama y se lanzó sobre mi, se comió materialmente la polla y mientras me corría y experimentaba un placer poco común el hacía movimientos afirmativos con la cabeza y musitaba como afirmando. Cuando acabó, me miró sonriendo y abrió la boca, pude ver mi primer semen y luego se lo tragó y me dijo que eso no me libraba de su polla. "Tu hermano ya me ha contado que te folla, ahora te voy a follar yo. ¿Quieres que suba Joaquín?" Le dije entusiasta que sí y al tiempo que Papá llamaba a mi hermano para que subiese yo levanté las piernas bien abiertas exponiendo el ano y separandome los cachetes del culo. Le decía, follame ya Papá, lo tengo bien abierto. Joaquín me folla hace años y me gusta. En ese momento entró Joaquín y nada más vernos, se desnudó, le besó en los labios a Papá luego le chupó un poco y me dijo: "Cabroncete, creía que no iba a suceder nunca" cogió el vergajo de mi padre me sujetó una pierna mientras le decía a Papá que esperase un poco antes de follarme y sujetase la otra pierna. Y empezó a azotarme. Yo volví a empalmarme y en un momento dado soltó el látigo se subió en la cama y empezó a Patearme los huevos. Yo estaba muy dolorido pero cada vez más excitado. Mi padre entonces se acercó a mí me dijo que abriese la boca y me escupió dentro. Me iba a volver a correr y así lo avisé. Entonces mi padre me metió los cuatro dedos de la mano, menos el pulgar en la boca intentando llegar lo más dentro posible. Sentí que vomitaba y eso me cortó el orgasmo. Entonces Joaquín se acercó y cuando mi padre sacaba la mano el empezó a escupirme, volví a avisar que me corría y Joaquín se lanzó sobre mi polla al tiempo que mi padre me la metia en el culo. Me corría yo y se corría mi padre. Creía estar en el cielo y cuando mi padre me terminó de preñar solo dijo: "Joaquín" y este se avanzó de cómo me chupaba hasta el ano y empezó a chupar el polvo de nuestro padre al tiempo que Papá hacia correrse a Joaquín. Finalmente se intercambiaron sus semen y me preguntaron si quería. Me levanté de un salto y me tiré por sus bocas. Lo compartimos.
Tengo treinta, Joaquín treinta y cuatro, estamos casados y cada uno tiene tres hijos y Papá vive ya solo. No falta ni una semana que vayamos a su casa y disfrutemos y nos contemos cómo vamos con nuestros chicos. El abuelo siempre nos dice que no le gustaría morirse sin perderse el sabor del semen de sus nietos. De momento se conforma, nos conformamos con los nuestros.

jueves, 15 de julio de 2021

N'DOGO

 

Dazen volvió a empezar a llorar. Se le rebosaban las lágrimas en una cara inexpresiva y rodaban las gotas saladas hasta las comisuras de la boca.
- No puedo mantener contacto como no sea con una güija. Lo desollaron vivo. Después de lo de Cabo Verde poco a poco fuimos abriendo nuestra relación. Un día a los tres meses de pasar nuestra luna de miel en Isla de Sal otro trabajador, también mandinga como N'dogo le escupió a los pies. N'dogo se encaró con él por el insulto y se enzarzaron en una pelea. Al final les tuve que separar yo y me acusaron de preferencia por N'dogo ya que éramos pareja. Astrid además salió en defensa de su laborante y finalmente fue voz populi que éramos pareja. ¿Tú ves mi pene?
- A ver - Victorio levantó la sábana dejando expuesto el sexo de Dazen.
- Ponmela dura, Victorio. Si quieres, claro.
- ¡Cómo no voy a querer! - le dijo Víctorio hundiendo la cabeza entre sus piernas.
Tal como tenía la verga, entraba casi entera en su boca. Dazen emitió un típico quejido de placer cuando el piercing de la lengua de Victorio golpeaba la zona de frenillo.
- ¡Tienes un piercing en la lengua!
- Me lo he colocado al llegar, por si acaso. Y no has llegado tocar el Frenum.
Dazen tocó el pene fláccido de Victorio y por abajo del frenillo lo tocó. Retiró la sábana y lo miró. Lo tocó, tironeó y acarició ante lo que Victorio se estremeció de placer. Dazen le miró a la cara sonriendo y con un gesto le preguntó si podía meterselo en la boca.
- Con toda libertad Dazen, como si quieres no sacartela de la boca en toda la noche.
Dazen jugueteaba con el pendiente del frenillo utilizando la lengua y haciendo llegar la punta hasta su garganta cohibiendo la nausea y consiguiendo que el pene de Victorio adquiriese la dureza de la juventud. Victorio acariciaba con cariño la cabeza de Dazen acompañando el movimiento de biela de la cabeza. De pronto Dazen no pudo cohibir la nausea y dejó salir el pene de la boca llorando con auténtica pena. Victorio le acogió en su regazo desnudo abrazándole la cabeza.
- Me veo ahora claramente de niño y la asquerosa polla de mi padre atragantandome - explicaba Dazen secándose las lágrimas levantando la cabeza y enfrentando la cara de Victorio - ¡Cabrón! era solo un bebé, ¡Cabrón! le tenía que haber desnucado mi madre - miraba directamente a los ojos de Victorio tan cerca que percibía el aliento de Dazen.
De repente se calló sin dejar de clavar sus ojos en los de su protegido. Estuvieron unos segundos aguantandose la mirada hasta que como impelidos por un estímulo común se lanzaron el uno contra el otro fundiéndose en un beso. Y ya no pudieron parar. Fue una simbiosis de deseo, pasión y necesidad de compañía.
- ¿Quién me iba a decir a mi - dijo sorprendido Victorio - que a mi edad iba yo a dar la talla con un treintañero como tú que eres una fiera?, ¿Y cuántos años, o lustros hace que no me corro dos veces en el mismo polvo? Tengo setenta y tres pero me siento, ahora mismo como un adolescente. Ya me pasará factura mañana, pero.. 
Y Victorio cerró los ojos quedándose profundamente dormido.
Dazen le dejó reposar la cabeza en la almohada y le echó la sábana por encima. Miró el reloj, eran las dos de la madrugada y él necesitaba ya, algo más que sexo de entrega mutua y caricias de amor. Desde los once años el aprendió que el sexo es violento, rudo y despectivo y si provoca dolor insoportable que te lleva al umbral de la conciencia el placer es el que se busca. Placer-tanatos, no Placer-eros, ese era para el común, sexo en el que tu vida pende de un hilo era el que conocía Dazen y era el que quería. Recordaba una vez muy especial con quince años que le llevaron a una fiesta en un castillo a las afueras de Praga. Había otros dos chicos como él, y cuando vieron entrar el asno comenzaron a llorar, pero él se lanzó a los hijares de la azemila a lamerle los huevos, el bicho reaccionó con una erección intensísima y rebuznos de deseo de eyaculación y como sin pensarlo le abarcó el capullo con la boca y sintió los embates del burro. Él aguantó como pudo y se bañó en semen que le rebosaba de la boca y le resbalaba por el cuerpo desnudo. Con ese semen se lubricó el ano y ya con el bicho algo fláccido se apuntó su verga y se la metió en el culo entre los aplausos de las parejas vestidas de etiqueta que presenciaban el espectáculo. Uno de ellos le retiró del asno y lo uso para sodomizarlo empezando a pasárselo y él a chupar y recibir. Él sabía que podía pasarle lo que le ocurrió al otro. Eran carne nada más. Entraron un Mastín  enorme y obligaron al crío a arrodillarse tirando de la cadena de su collar. El perro le montó sin preparación alguna, como Dazen se la preparó para que el asno no lo reventase. El Mastín, reventó al chico, con cada embestida salía un borbotón de sangre del culo, los gritos de terror del muchacho se entremezclaban con los jaleos del público que aplaudía la violencia, hasta que el chico se desmadejo y se convirtió en un guiñapo que arrastraron dejando un rastro de sangre que rápidamente limpiaron y entraron un pastor belga para el otro chico que me imitó y se fue a él y le sacó la verga a chupetones que el mismo se clavó en el culo ayudando la insistencia del perro. El perro se vacío, hizo el nudo y al poco se soltó. A Dazen le empujaron a comerle el culo al chico y él lo agradeció. Le comía y muy bajo le decía que se entregase a esa gente y saldría vivo, no como su compañero que arrastraron como a un toro muerto en la lidia.
Ahora necesitaba sexo de verdad. Se vistió y salió a la noche barcelonesa. El Berlín Dark sería el adecuado para sus intereses.
- Me dejaste solito, canalla. ¿Qué horas son estas de venir?
- Se quedó usted..., perdón, te quedaste dormido como un bebé. Fue una noche gloriosa y me dejaste el cuerpo en suerte para algo más que un descafeinado. Mira - se desnudó del todo y se giró para enseñar el cuerpo entero.
- ¿Te han azotado?
Tenía el culo, la espalda y el pecho lleno de líneas azuladas y otras rojizas o negras. El culo estaba morado de golpes con objetos contundentes y cuando Victorio le pidió que enseñase los genitales, el escroto estaba negro e inflamado y el pene tenía múltiples puntos de rotura de venas.
- ¿Has gozado?
- No todo lo que yo necesitaba. Eché en falta un falo equino, de burro o caballo que me asustase, que me atragantase de semen animal. Una de las bases de la aventura del sexo es el miedo. El miedo te despierta los sentidos, baja el umbral del placer y sube la intensidad de cada estímulo. Miedo a que te descubran tu secreto, a perder tu fama, miedo a que te contagien, miedo a que te retengan. Miedo a perder la vida y con ella su capacidad de gozar del sexo. El temor es el sustrato sobre el que el hombre afianza sus conquistas. Y yo he sentido poco de eso. Si, me han azotado, pero como parte de un juego, no como si con cada azote me arrebataran la vida; y menos mal que hubo un tipo con un suspensorio y perforaciones en pezones dos en cada una que me comprendió y me pateó los huevos con saña, mira como me los ha dejado. Ahí si disfruté. Me vi la cara de pánico en los espejos de la barra y supe que ahí iba a empezar lo bueno. Me dió la primera patada y me arrodillé dándole el culo con las piernas abiertas para facilitarle. Me dió la segunda patada y animó a su acompañante que llevaba calzado militar a que le imitase, lo hizo tan bien que caí de lado vomitando de dolor, sin respiración y corriéndome. El otro le dijo: "que bestia eres, se acabó el espectáculo, se ha corrido, gilipollas. ¿no veías cual era el juego?"
Me tomé la última copa mientras el resto de parroquianos me miraban con veneración, con envidia de que yo hiciese lo que ellos deseaban y no atrevían; ¡burgueses!.
Cuando me fui el camarero un treintañero como yo me ofreció su mano y se felicitó por haber conocido un hombre de los pies a la cabeza. Cuando ya me iba me pregunto en voz alta "eres gay" el local se quedó en silencio, me detuve y sin volverme contesté, que eso que importancia tenía, era un cuerpo contra un látigo y una bota, no sabía que nombre darle. Me vestí fuera en el guardarropa por llamarlo de alguna manera y me vine.
- Por cierto, Dazen, cómo llegamos a ese punto en que perdí el oremus y me quedé dormido. Recuerdo que me dijiste que te tocase y ya...
- Solo quería que te hicieses idea del tamaño que tenía N'dogo. N'dogo era mandinga y no sé si sabes que esa etnia se caracteriza por el tamaño de sus genitales. Ahora ya sabes el tamaño de la verga de mi amigo. Me tenía hipnotizado. Consiguió metermela entera, treinta centímetros y seis y medio de diámetro. Estuvimos toda una tarde con parte de la noche intentando que me llegase hasta medio colon descendente. Ya sé que es una colonoscopia con una manguera gruesa. Cuando me toqué justo por debajo de la parrilla costal izquierda y me dijo que no apretase que se corría supe que había encontrado mi pareja sexual perfecta. A la tercera vez ya recolocados mis organos digestivos entró a la primera, sin dolor y me sentí parte de él y él como un apéndice mío. Yo estaba más delgado que ahora así qué cuando quiso correrse le masajee su capullo pellizcandome suavemente el costado. Al correrse sentía su capullo crecer dentro de mi y eso me volvía absolutamente loco. Nadie ha vuelto a darme tanto placer, físico, pero sobre todo emocional. Me hacía llorar de emoción cuando estaba dentro de mi. Había días que sentado sobre él y sintiéndole tan dentro permanecimos así horas acariciándonos y abrazandonos. Alguna vez yo me corría, pero me daba igual seguía sintiéndole y al poco volvía a estar duro otra vez.
Pero su etnia no tolera la homosexualidad. Cuando ocurrió el incidente de la mina empezaron a mandarle mensajes intimidatorios. La religión mandinga es un 99,9% musulmana sunita. Se tolera entre las mujeres la homosexualidad, pero entre hombres es una aberración imperdonable. No se cómo lo  hicieron, yo estaba siempre alerta, pero un día me despertaron a las cuatro y media de la madrugada con urgencia. Pensé en un ataque de alguna mafia local para robar, pero me dijeron que corriera, que peor. Al llegar a la entrada del complejo minero me desmayé. Cuando recobré la conciencia estaban descolgando a N'dogo de la viga que remataba la puerta de entrada. Le habían emasculado y rajado el ano para meterle los genitales, luego le habían rajado la barriga y la garganta, para que no gritaste y le habían colgado boca abajo. Todas las tripas y órganos se le salieron y colgaban hasta el suelo formando un charco inmenso de su sangre y sus tripas.
Cuando llegó Astrid al laboratorio y le contaron, fue a buscarle rápidamente.
- Dazen, tienes que salir de aquí. N'dogo me tenía de confidente. Yo le hacia mis confidencias y él a mi las suyas. Era una de esas personas que no se vuelven a dar en mil años. Te amaba locamente. Lloraba cuando hablaba de ti y lo que tuviste que soportar. Dazen, el sabía lo que le iba a pasar. Su familia le dio un mes para irse del país de lo contrario pasaría esto.
- ¿Y no le ayudaste, no le dijiste nada?
- El solo quería verte a diario. Era feliz viéndote, dedicándote una sonrisa aunque por tu trabajo no pudieras corresponder. Él sabía, porque me lo aseguró, que tu corazón saltaba de alegría dentro de tu pecho cuando le veías. Te amaba hasta unos límites que yo nunca podré imaginar. Y me dió el encargo de que cuando le pasase esto te sacase de aquí, porque su muerte sería el pistoletazo de salida para la tuya. Y da igual como te defiendas o pretendas creer que puedes evitarlo. Mira lo que han hecho con él y tú ni siquiera te has despertado.
Ya he llamado a mi marido para que mande el jet privado del banco a Freetown, y tú y yo nos vamos ahora mismo porque el avión llega en cinco horas. Con lo que llevas puesto, no te detengas a llevar nada. Tus enseres los enviará la empresa a mi dirección en Zurich.
- ¿Un Jet privado del banco? Pero ¿Quién es tu marido y que poder tiene?
- Mi marido..., N'dogo lo sabía todo. Vamos a dejarlo ahí. Es consejero de un banco importante y varias empresas más, desconocidas para el gran publico, pero si se supiera lo que yo sé..., sería un escándalo, así que, si pido un avión ya, el avión viene ya. Y este es para ti. En cinco horas con escala técnica en Sevilla aterriza en Freetown. Te montas en el Ranger ya, con lo puesto te he dicho. Yo conduzco.
- Pero voy a mi barracón...
- Al coche. Por el camino te haré un bosquejo. Mi marido se casó conmigo con permiso de su Máster, pero no le permitió quitarse el cinturón de castidad con el que se casó en toda la noche. Yo le tenía que azotar y su Máster verlo en streaming. Me negué. ¿Porque crees, siendo el degenerado ese quién es, que me vine a trabajar al culo del mundo? Un Jet privado. ¡La luna que le pidiese me la tendría que dar o verse involucrado en un escándalo que provocaría una catástrofe financiera!
- Pero en el tiempo que salisteis no te diste cuenta.
- Nos acostabamos, ahora se que con el permiso del Máster, un turco de cerca de ochenta años que vive en la Capadocia. ¡Nunca le ha visto!
- Y N'dogo lo sabía todo.
- Todo, era mi paño de lágrimas. Os envidiaba a los dos. Tanto amor.
Continuó conduciendo camino a Freetown mientras se secaba las lágrimas con las mangas de la camisa.

lunes, 12 de julio de 2021

GUARDAESPALDAS

 

- ¡Que niño más incompetente!, Dazen. Si ese tío suyo se cree que tiene un diamante en bruto, en lo que no se equivoca es en lo de bruto, pero de diamante no tiene nada.
Dazen arrancó el Bentley en cuanto Julián se bajó del coche.
- Entonces los dos mil que dijimos.
- Anda, chaval, vete a jugar al Fortnite y deja a los mayores con sus aburridas manías - le contestó Victorio - date con un canto en los dientes que no te pido que me devuelvas los quinientos. Comprate una XBox, está de oferta.
- Bien dicho Don Victorio.
- Dazen, se acabó el tratamiento. De alguna manera soy tu jefe también por mi participación en tu empresa y te digo que se acabó. Ya soy Victorio para ti.
Al llegar al hotel y subir a la suite Dazen se dirigió a su habitación para descansar, pero Victorio le reclamó.
- Dazen, no me puedes dejar así. Dijiste que lo de guardaespaldas era gracioso como fue. Tenemos ya la suficiente intimidad como para meternos en la cama, pedir algo de beber y que me cuentes. 
- Don..., perdón, Victorio, pensaba que querrías descansar.
- Te metes conmigo en la cama y así me tienes bien protegido - le dijo mientras se reía de su propia gracia.
Dazen se desnudó y fue por su pijama cuando Victorio le dijo que no.
- Nada de trapos, sabiendo ahora lo que se, nos metemos desnudos en la cama, ¡Que emoción! Solo el hecho de pensar que podemos tomarnos me estimula tanto como cuando era un adolescente y estando de acampada en una canadiense de dos pensaba que quizá me rozase con mi compañero cuando de noche le escuchaba pajearse. Pero nunca pasó eso. Voy a llamar al servicio de habitaciones. Si, por favor a la suite una botella de malta de 21 años vasos y hielo. También agua con gas Perrier y almendras o avellanas.
Enseguida llamaron a la puerta y salió Dazen con su albornoz.
- Yo me llevo la camarera - dijo Dazen.
Desde dentro se escuchó a Victorio levantar la voz "que te deje el nombre" el camarero visiblemente nervioso y con voz temblorosa dijo "Antonio Ariza" a lo que contestó Victorio desde dentro "baja a recepción y que te den 500€ de propina de mi parte, yo llamo ahora".
Cuando Dazen entró la camarera con el whisky y los vasos Victorio le dijo.
- Se lo merece más que el tontaina de Julián y seguro que si le metemos en la cama es más competente que él.
- El chico de unos veinte años, estaba muy nervioso y no podía apartar la vista de la rendija del albornoz.
- Seguro - cogió el teléfono - si, recepción, abonen contra mi cuenta una propina de 500 euros para un servicio de habitaciones llamado Antonio Ariza, ha dicho. Gracias. Ahora va a bajar a recogerlo en cash, nada de nóminas, se lo dan ahora, ese es mi interés.
Colgó el teléfono y con un gesto muy hogareño mientras palmeaba la ropa de cama Victorio indicó a Dazen que entrase en la cama.
- Desnudo naturalmente, pero antes sirveme uno doble con un cubito de hielo nada mas y tú como quieras.
- Yo solo, Victorio.
- ¿Me dejas que me acurruqué contigo mientras me cuentas tu vida en la mina de Sierra Leona?
- Encantado. Ojalá mi padre me hubiera dispensado alguna muestra de cariño, y tú podrías serlo.
Victorio se acercó a Dazen le pasó su brazo derecho por debajo del izquierdo del operativo de seguridad y apoyó la cabeza en su hombro.
- ¡Joder, Dazen, que bien hueles a hombre! Venga, empieza.
- Gracias Victorio. Pues resulta que gracias a que le rebané el cuello a aquella mujer se abrió una investigación y salió a la luz una trama que robaba desde hacía tiempo las piedras que por su impureza se destinaban a la industria y por tanto no tenían tanta vigilancia. Lo hacían de muy en muy poco y aún no se había detectado. En suma que me ascendieron a supervisor. Me encargaba de establecer vigilancia sobre la vigilancia. Por ejemplo, me cercioraba que el edificio de entrada a la mina estuviese sellado cuando no funcionaba el trabajo en superficie, porque en profundidad era el día y la noche en tres turnos. También de que los barracones del personal que no se iba estuviese cerrado y apagado. Por aquellos días, vino una geóloga al laboratorio llamada Astrid, danesa, casada con un banquero suizo.
- Ya lo veo venir, Dazen.
- No. Espere. ¿Quiere más whisky?
- De momento voy bien y mejor contra tu hombro y sintiendo tu pierna rozar la mía, y oyendo tu voz tan cerca. Me estoy poniendo cachondo.
Dazen alargó la mano y tocó la entrepierna de Victorio. Se bebió su trago de golpe y siguió el relato sin apartar la mano del sexo de Victorio.
- Debo estar en el cielo, Dazen.
- Continúo. Una noche haciendo mi ronda vi luz en el pabellón de duchas. Me acerqué con cautela y oí la cascada de agua de una ducha. Alguien, pensé, se la ha dejado abierta, con lo escasa que está. Entré y vi de espaldas uno de los paisanos dejar caer el agua sobre su cabeza. Di con la defensa un golpe contra la jamba de la puerta y se volvió. Era N'dogo uno de los laborantes del laboratorio de geología que llevaba ahora Astrid.
"Que haces aquí a estas horas" le pregunté, se me quedó mirando de arriba a abajo y noté que su pene empezaba a crecer, pero no por eso él intentó esconderse o protegerse. "Tú eres el maricón que le cortó el cuello a la mujer. Tú lo dijiste. ¿De verdad lo eres, o era un ardid?" El pene le había seguido creciendo y era ya una manguera de al menos nueve pulgadas. Yo no pude evitar sentir mi crecimiento y tirantez y de forma refleja intenté colocarmela. "Ah, ya veo, que era verdad, pues ya somos dos" me dijo. Y se acercó y me tendió la mano. Cómo dudé a la hora de ofrecerle la mía me dijo muy festivo, "Puedes cogerme la polla si quieres, yo te lo agradecería"
- Y se la cogiste - Se cargó de razón Victorio - con un aparato de esas características quién podía negarse.
- No. Estoy muy acostumbrado al autocontrol y yo sabía que en mi trabajo yo no podía meter la pata - con su mano no dejaba de masajear los genitales de Victorio que por cómo se comportaba debía estar en la gloria - así que esperé mi momento. Y ese momento era cuando librabamos un fin de semana de cada ocho que podíamos ir donde quisiéramos siempre que el lunes estuviéramos en nuestro puesto a las seis de la mañana. Esos fines de semana eran de miércoles a las 2000 h hasta el lunes 0600 h.
En el poblado donde solíamos ir a esparcirnos cuando podíamos me hice el encontradizo con N'dogo. Le pregunté que donde se metía que no le veía "como no has vuelto a ducharte a deshoras. Tómate algo, invito yo, por el susto" se mostró sorprendido pero mi tono era tan cordial que me preguntó "que quieres. Ya te has sacado el paraguas que te tragas cuando estamos allí" y decidí ir al grano sin más espera, "sabes, me quedé con unas ganas, que no puedes hacerte una idea, ¿no estás casado?" Se me volvió como el que ha visto una aparición "dímelo ya, ¿que quieres, echar un polvo? Aquella noche era ideal, nadie se iba a percatar, pero eres un puto estrecho" yo le comprendía su postura, pero mi trabajo era muy especial.
- ¿Cómo de especial? Dazen. Puedo tocarte. Por favor, tú me acaricias y es el cielo divino, pero me muero por saber que tienes ahí.
Dazen miró a Victorio y se fue acercando muy lentamente. Victorio no se quería creer que estuviese sucediendo lo que iba a suceder hasta que los labios de Dazen chocaron con los suyos. Un leve intercambio de saliva y la sonrisa más perfecta que nunca hubiese visto en un rostro habitualmente tan duro y ajeno a emociones.
- Tócame todo lo que quieras. Con suavidad, hazme gozar como debería haberlo hecho mi padre en lugar de hacerme sufrir.
- Cuando le daba carta blanca a tu hermano, ¿no?
- Lo de mi hermano no era nada. Yo quería a mi hermano, y mentiría si no reconociese que me gustaba que Mijail me follase. Gozaba de verdad.
Mi hermano empezó a masturbarse con mi culo cuando yo tenía ocho años - se detuvo y empezó a temblar, Victorio le miró y estaba llorando, dejó de tocarle y le preguntó.
- Debía tener cuatro años, quizá tres, no lo sé. Lo tengo como en una nebulosa. Recuerdo la manaza de mi padre apretar mi manita para que no me escapase. Yo no quería ir con él. No sé dónde ni cuánto tiempo pasaba pero había un momento en que veo a mi padre con los pantalones bajados y sus manos empujándome la cabeza y metiéndome algo grande en la boca. Recuerdo vomitar y mi padre zarandearme muy enfadado, luego me cubría la cara con algo como papilla clara, luego supe que era semen. Eso sucedía cada semana y me decía que si contaba algo, se lo haría también a Mijail. Y me callé. Cada semana igual. Yo dejé de comer sin que hubiera razón para ello. Lloraba constantemente y adelgazaba y adelgazaba. Mi madre me preguntaba y yo lloraba. Mi madre debió olerse algo y a la siguiente vez que mi padre me cogió de la mano, mi madre nos siguió y vio lo que mi padre hacia. Nunca volví a ver a mi madre así. Era una loba defendiendo su camada. Con un palo atacó a mi padre que cayó al suelo. Mi madre me cogió en brazos y cuando mi padre se recuperaba le dijo que si me volvía a tocar le mataría mientras dormía y recuerdo esto: "a mi me la metes por el  culo que es lo tuyo, a mi hijo, no vuelvas a mirarlo"
Yo creo que por eso me tenía tanta manía. Y ahora cuando una persona, que podría ser mi padre se ha comportado tan dulce y cariñoso, me he derrumbado.
Victorio abrazó a Dazen y le besó como lo haría un padre. Así estuvieron unos minutos hasta que Dazen recobró su presencia de ánimo. Pudo volverse a vestir con su traje inexpugnable y continuó como si nada hubiera pasado.
- Le dije a N'dogo apurando la copa: el próximo fin de semana que tienes, lo he mirado, es el que viene. No tienes más que decírmelo y lo pasaremos en Isla de Sal, Cabo Verde. Sale un vuelo de Freetown al Amílcar Cabral a las cinco de la mañana del jueves. A las siete de la mañana podemos estar allí y conocernos mejor, como tú querías. Yo corro con todos los gastos. Estuvo un rato callado, finalmente me miró, sonrió y me dijo: "Siempre me gustaste, cabrón, pero eras tan frío, tan distante, tan inaccesible que cuando te vi en las duchas pensé que ya estaba hecho, pero volviste a ser un cabrón. Si, cabrón, si, estoy deseando llegar. Puedes hacer las reservas" Nada más terminar, sonreí muy sobrado y le dije. Están hechas las reservas desde la semana pasada. Me agarró el cuello con su brazo y no paraba de decir cabrón. Yo le dejaba explayarse. Comprendía su sorpresa.
- Muy seguro estabas de que te iba a decir que si
- Victorio, debido a la vida que he llevado he aprendido a perfilar comportamientos y el de N'dogo no podía ser más elocuente.
- Os lo pasasteis bien. Cuatro días follando como locos.
- Es verdad. N'dogo era un experto amante. Yo también y no nos reducimos a corrernos. Eso era lo de menos. Comíamos una vez al día, a la hora que nos apetecía en el buffet permanente y seguíamos explorandonos sin dejar de gozar. Unas veces me follaba él a mí y a veces era N'dogo el que me rogaba que le poseyera. Fue algo imposible de reeditar.
- Mantenéis contacto ¿Verdad?


domingo, 11 de julio de 2021

MERCENARIO

 

- ¿No comes Julián? - preguntó con muchas segundas Victorio.
El chico miró a su mentor, miró a Dazen implora te y no contestó.
- Julián, siempre que te ofrezcan comida y gratis, come. No sabes cuándo podrás volver a comer o lo que te verás obligado a comer. ¿Y si fuese hígado humano?
Julián dió una arcada.
- Vomita y te verás en el arroyo, en un canal lleno de ratas en Bangkok, desnudo y sin saber que hacer - Victorio en la rudeza de su tono no admitía duda de que podía hacerlo y lo haría.
Y cuenta, Dazen, como te viste en esta empresa suiza.
- Di mucho dinero a ganar a Riga y eso me salvó la vida.
Llevaron a la casa a una niña española de once años que unos gitanos de feria raptaron. Era rubia como el sol, tenía los ojos azul turquesa, rictus de espanto en su cara de terciopelo y unos labios carnosos, brillantes y escarlata. Era una ninfa de bosque mitológico. Se le desprendían ya unos pechos blancos rematados por pezones fresa y las caderas le iban ganando terreno a la cintura. No cesaba de llorar ahora sé que llamando a su madre. Día y noche y Riga me encomendó consolarla y prepararla para que ganase dinero. Yo con dieciséis era un experto en sexo ya, con hombres, aunque pensé que las mujeres no serían muy distintas. Me acerqué a ella sin violencia, sin tocarla, estando, nada más, en silencio hasta que al cabo de una semana, apoyados en una pared sobre el suelo sentados dejó reposar su cabeza en mi hombro. La tenían a propósito desnuda con solo una camisola amplia. Ya que ella dio el primer paso le rodeé los hombros con mi brazo y la consolé sin decir ni una palabra. Cuando me llamaban para algún servicio me dijeron que no consentía que se le acercase nadie, era una fiera.
Un día que estuve de servicio completo para una orgia de cinco hombres en la que me follaron, me azotaron, me ataron y me dejaron exhausto llegué a la casa y caí en mi cama medio muerto y me dormí. A media noche o media mañana, no sabía qué hora era sentí que alguien entraba en mi cama o algo, un perrillo quizá buscando calor. Me di la vuelta y unos cabellos finos me acariciaron y cosquillearon en la boca. Al abrir los ojos los suyos buscaban los míos y de súbito, Don Victorio, sucedió un milagro. Nunca he sabido explicarlo, es como si yo fuese una titella, una marioneta sin vida a la que el ventrilocuo le mete la mano por dentro y cobra vida. Sentí por dentro un impulso irrefrenable que me hizo estrechar a la niña en mis brazos. Ella se abrazaba a mí con la respiración entrecortada y me pasaba sus piernas por la cintura entrecruzandolas por la espalda. Mi miembro me lo sentía más grande que nunca y el deseo de masturbarme era irrefrenable pero las manos prefería entretenerlas acariciando sus pechos y retorciendo suavemente los pezones. Ella cogió mi pene y lo apuntó a su sexo, me retraí y me retiré. Era una niña virgen que podría suponer el millón de coronas rubia, ojos azules. Me jugaba la vida. Pero la determinación de la niña era superior. Me empujó boca arriba en la cama y se sentó a horcajadas sobre mi. Emitió un quejido al sentirse penetrada y un grito ahogado cuando mi polla salvo un obstáculo que tenía y de momento me tomó las manos me las llevó a sus pechos mientras cabalgaba mi sexo salvajemente hasta que en pocos segundos eyaculé con un placer que no imaginé que pudiera existir. Pero mi pene no perdió dureza y la niña no cesó de gemir. Volví a moverme lo que la animó a ella a continuar cabalgandome. Volví a correrme otra vez y dos veces más sin desconectarnos hasta que terminanos dormidos con mi pene fláccido dentro de ella.
Con ningún cliente o no cliente había yo sentido tal cosa. El sexo de esa niña me cautivó. Tuviese trabajo o no cada día teníamos sexo los dos cada vez de forma más consciente.
Estaba a punto de cumplir los diecisiete cuando una madrugada me desperté a base de golpes, gritos y patadas. Ya repuesto me di cuenta que Riga me tenía metido el cañón de un Magnum en los huevos. A voces, desaforado, echando espuma por la boca me preguntaba qué cosa había hecho, que quien le daba a él el millón que valía. No te mato, cabrón, porque me has dado mucho. ¿No eras tan maricón? Mentiroso.
Me dejó sin trabajar y sin poder ver a la niña dos días. Recluido en mi cuarto sin poder salir, me estaba volviendo loco, hasta que uno de sus sicarios vino a buscarme para llevarme a su presencia. Me temí lo peor.
En su despacho había un hombre bajo, regordete y calvo que me miró con curiosidad.
"Desnúdate menos calzoncillo y haz una demostración"
Hice una tabla de suelo a medida del despacho, como las que hacía en el gimnasio para demostrar mi fuerza y mi elasticidad. Luego entró  el que me llevó, con un puñal que sin previo aviso me agredió. Le desarmé con facilidad y el filo del cuchillo empezó a morder el cuello y a resbalar la sangre hasta que Riga dijo "basta" y le dijo a aquel hombre que yo era una ganga y podía usar mi culo como si fuera un coño, "pero no le dejes una mujer a su alcance". Treinta mil coronas, no te arrepentirás.
El regordete contraofertó veinticinco mil y te lo quito de tu vista.
"Hecho, y llévate a este cabrón antes de que me arrepienta"
El hombre que me dijo que se llamaba Donaldson me dijo que lo siguiera, salimos a la calle y me dijo que saltara a la pick-up que había. El se montó en un Range Rover y partimos.
En el pick-up había otros tres más mayores que yo. Uno de ellos intentó tocarme el culo y sonó un crack seguido de un aullido de dolor. No dije nada pero les miré con cara de pocos amigos. Nadie me volvió siquiera a dirigir la palabra.
- ¿Pero que le hiciste? - preguntó inocentemente Julián.
- Romperle el brazo. Hasta ahora has vivido entre algodones. Eres carne de hamburguesa, niño. Tienes que espabilar o acabarás protagonizando una peli stuff y en la que triunfarás antes de que te metan en la procesadora y acabes de comida para perros.
- Olvida a este suflé de mierda y sigue con tu relato. Ese gordo calvo que te compró ¿Quién era?
- Meses más tarde me enteré. Un exOAS argelino que se dedicaba como enseguida pude comprobar a organizar un ejército mercenario que vendía sus servicios al mejor postor.
En el pick-up en el que nos metieron llegamos a Marsella en menos de 12 horas. Paramos dos veces a repostar y ahí nos dieron unos minutos para nuestras necesidades y un paquete de galletas y una botella de agua a cada uno. Llegamos a Marsella y metieron el pick-up con nosotros dentro en un contenedor. Al cabo de interminables horas y medio muertos nos desembarcaron en Tánger y nos llevaron a una casa donde nos aseamos y nos dieron ropa de faena con unas siglas. DPSM, que significa Defensa y protección de minería sensible. Íbamos a proteger minas de Cobalto en el Congo. Después de dos días comiendo y descansando nos dieron armamento, AK-47, Glok, Cuchillos de Montería y una navaja Suiza. Unas gafas de visión nocturna, unos walkis y gafas de sol Ray-ban por supuesto. Esta vez nos montaron a todos en un Chevy como los de la CIA y empezamos el viaje. Estuve allí once meses hasta que cumplí los dieciocho y me enviaron a entrenar gente del país para custodiar sus minas de diamantes.
- Donde, Dazen. Tengo intereses en alguna mina de esas.
- Sierra Leona. Me asignaron diez paisanos para adiestrar. Yo por entonces tenía ya fama de ser perspicaz, hábil y terrible si se trataba de matar.
Los civiles asignados eran indolentes, vagos, sin interés en aprender nada. Su único interés residía en averiguar cómo hacerse con un pedrusco de esos de aspecto lechoso y despreciable.
Les capté rápidamente la atención. Yo tenía aspecto aniñado, aunque mi sempiterna falta de sonrisa diese escalofríos hasta mis jefes. Cualquiera que no me conociera creería que me podía chulear.
Una noche de Sábado les invite a beber algo y relajar la disciplina, si es que no estaba ya suficientemente relajada. Me habían dado el soplo que uno del grupo tenía entre sus objetivos acabar conmigo en mi turno de guardia y arramplar con la cosecha diaria, unos cien kilates, la mina era pequeña.
En cuanto llegamos al poblado creado exprofeso para los trabajadores, ya se sabe PAD, putas, alcohol y drogas, marqué el contacto del individuo con una puta de buen cuerpo y peores intenciones. Enseguida se me pegó y me metió mano, le contesté en inglés que todos entendían más o menos "I'm faggot, I don't like women, I love men". Se hizo un silencio y la mujer en su dialecto se dirigió a su compinche reprochandole y dándole bofetadas. Él le dijo algo y ella se revolvió blandiendo una especie de estilete curvo, rechacé su ataque con facilidad al tiempo que con mi cuchillo de monte le abrí el cuello de oreja a oreja, miré a su cómplice y dije "faggots we know how to do this too. Bebida para todos" me acerqué al paisano que se había puesto gris en lugar de pálido como nos ponemos los blancos, le eché el brazo por el cuello y le dije que si iba a querer follar conmigo esa noche ya que se había quedado sin coño. Salió corriendo y la sección paso a tener nueve miembros nada más. Al día siguiente mi jefe me preguntó, le expliqué mis razones y se calmó.
Al mes siguiente vino el gordito calvo que me compró a Riga a decirme que había saldado la deuda. Cobraría ya el sueldo completo como todos los instructores y podría promocionar.
- Esa era entonces la mujer a la que no le costó trabajo cortar el pescuezo - dijo embobado Julián - joder Dazen me hubiera gustado ser como tú, ¿Pero tú eres maricón?
Victorio hizo ademán de hacer desistir a Dazen de contestar pero éste hizo gestos con la cara de que le dejase contestar.
- Mira Julián, no soy como tú, que en realidad no sé si eres tonto, ambicioso o maricón o las tres cosas a la vez. Esta vida enseña muchas cosas que normalmente nos parecen inservibles o indignas, pero a todo hay que saberlo encontrar uso. A mi, por las razones que sean me enseñaron el sexo de la manera que ya dije. La relación sexual era esa porque así la aprendí, hasta que un día me topé con otra forma de relación, aquella niña, de la que no volví a tener noticias. Y esa forma de entender el sexo me deslumbró, lo que no quiere decir que yo reniegue de lo que mi hermano me enseñó, no duele, no quema, no mata y me gusta, pero para determinados momentos prefiero una mujer. Para mi una cosa no excluye la otra. Ahora tengo dos oportunidades de disfrutar de mi sexo. Tengo un pene para penetrar y un ano entrenado para ser penetrado, ¿Y qué? Tú quieres llamarle a eso maricón, de acuerdo, no me molesta. Debería molestarte a ti que no sabes cómo relacionarte sexualmente con una mujer, estás tan condicionado como cualquier heterosexual que se vanagloria de serlo.
- A mi - dijo ruborizandose Julián - en realidad no me la han metido por el culo nunca. Es mi tío que dice que voy a ser rico vendiendo mi virgo. Lo que yo hago bien es mamarla.
- ¿Te gusta tragar el semen y paladearlo? - preguntó Dazen con malicia.
- No, que asco, antes de que se corra me retiro. Una vez en la sauna un hombre me dio cien euros por mamarsela y cuando se iba a correr me sujetó la cabeza y se corrió en la boca. Estuve un día entero vomitando. El hombre me pegó porque quería los cien euros, pero el de seguridad le echó.
- Don Victorio, ha hecho usted un negocio redondo.
- Ahora cuando salgamos de cenar le llevamos a la sauna y que su tío se las arregle y tú y yo nos vamos al hotel que aún me tienes que explicar cómo llegaste a la empresa de seguridad de Suiza.
- Fue un directivo de la empresa que se encaprichó de mi. Es muy gracioso. En el hotel le cuento.

sábado, 10 de julio de 2021

DAZEN

 

- Dazen, entonces. ¿Eslovaco, checo?
- Moravo, de Ostrava, República Checa, corazón de Europa, treinta y un años. Me asignaron a su servicio recién llegado a la empresa, hace cinco años.
Dazen se desnudó por completo dejando ver un cuerpo perfecto con varias cicatrices en hombro derecho, abdomen y muslos. Era una escultura de Praxisteles ambulante salvo en lo que a moderación en los genitales se refería. Un pene asombroso sin intervenir en estado de reposo que hacía imaginarlo en erección temible de al menos nueve pulgadas y grosor en proporción con un PA de al menos seis décimas haciendo juego con un Frenum de al menos diez decimas y unas bolsas firmes y perfectamente adosadas a la raíz del miembro adornadas de seis scrotum ladder rematando con el guiche de rigor inmediatamente antes del ano.
- Caramba Dazen, perfectamente rasurado, el cuerpo entero y bien adornado
- No señor. Laser total en todo el cuerpo. Me lo hicieron con catorce años en el prostíbulo al tiempo que me terminaron los genitales para determinado tipo de clientes que así lo demandaban.
Julián estaba hipnotizado con el miembro de Dazen y ni se percató que Victorio le masajeaba el suyo propio. Cuando Dazen entró en el jacuzzi, Julián se fue hacia él sin ningún recato. Dazen le rechazo.
- El señor ha pagado por tu cuerpo, entrégalo. Yo solo estoy vigilando la seguridad.
El muchacho se cortó y volvió a su sitio al lado de Victorio, que de forma despistada tocaba a su chapero, pero súbitamente le interesó la historia de Dazen.
- Prostíbulo has dicho. ¿Has sido prostituto?
- Éramos pobres a las afueras de Ostrava, en una granja mísera, cerca de un bosque en Stonavka. Mi madre no paria hembras. Yo era el segundo detrás de Mijail cuatro años mayor que yo con cinco abortos de hembra entre los dos. Para mi padre fui una decepción y no se escondía para hacérmelo saber.
 Dormíamos todos juntos al amor de la lumbre. Nosotros escuchábamos a mi padre coger a mi madre una noche tras otra. Mi hermano ya con trece años se me arrimaba y se aliviaba. Yo no me quejaba porqué no me disgustaba ese calor y el roce cuando me bajaba el calzoncillo y me la hacía resbalar por la raja del culo,  hasta que una noche noté humedad y pensé que se había meado. Me revolví, interrumpí a mi padre en su faena y me quejé. Mi padre le dio un pescozón a Mijail y quiso ver la avería y entonces se echó a reír le hizo un cariño a mi hermano alborotando le el pelo y le dijo que ya podía engendrar y a mi me riñó y me dijo que diera gracias que no era una niña en lugar de un varón quejica. Al día siguiente sin preocuparse de que yo estaba escuchando le dijo a Mijail que me la metiera por el culo, que le iba a dar más gusto que de la otra manera; "yo, a tu madre después de los abortos y de parir a este, me dije que no quería más machos así que desde entonces la follo por el culo. Tú haz lo mismo con éste, al menos que sirva para algo con lo endeble que es"
- Y tú lo escuchaste - dijo Julián - y no protestaste.
- Si hubieras conocido a mi padre en esa época me entenderías. Esa noche, lo intentó Mijail. No pensé yo que me iba a doler tanto. Intenté evadirme y mi padre por poco no me arranca la cabeza de el hostiazo. Me dijo que cerrase la boca y abriese el culo para mi hermano que trabajaba muy duro la granja y se lo merecía no habiendo hembras. Sangraba todos los días al obrar hasta que a la semana dejé de sangrar y me dejó de doler cuando me la metía. Cuando cumplí los diez años una noche Mijail me buscó y sentí un deseo de ser penetrado irrefrenable. Yo me puse duro como nunca cuando yo mismo le agarré la polla y me apunté su polla al ano y me la clavé y empecé a moverme de tal manera que me daba un placer desconocido para mi. Mijail sintió también placer y tomó la iniciativa mientras me mordía el cuello, yo volví de improviso la cabeza y le encontré la boca, él me la aceptó y mientras enlazabamos las lenguas se corría. De ahí en adelante me llevaba y yo me dejaba porque me gustaba que me follase, al bosque cercano y me follaba cara a cara para poder besarme, me tumbaba desnudo boca arriba me levantaba las piernas y me ensartaba. Con once años le buscaba yo a él hasta que un día apareció por nuestra casa un coche de esos caros, se bajó un hombre muy bien vestido y le escuché decir a mi padre que no tenía coño pero un culo que era mejor. Le dió dos mil coronas y me dijo: "Vete con el hombre" miré a mi madre en la puerta de la casa derramar una lágrima pero no movió ni un músculo.
Entré en el coche con el hombre bIen vestido en el asiento trasero y el chófer arrancó.
Me pasó su manaza por la nuca y me atrajo hacia él: "me ha dicho tu padre que tienes el culo abierto y te entra sin problemas" Se desabrochó el pantalón y dejó salir una polla muy grande, "¿Tú crees que esto te entrará? y por toda respuesta me quité el pantalón y el calzoncillo y me senté a horcajadas sobre su falo cara a cara dejándome caer. Me entró como un hierro candente en un bloque de sebo, le rodeé el cuello con los brazos y le besé como lo hacía con mi hermano. Se mostró sorprendido y empecé a subir y bajar hasta que supe por su respiración que iba a correrse y modifiqué la cadencia. Me dió un par de kleenex y me dijo que no fuera a echarle el polvo en el traje. Apreté el culo y le dije que estaba acostumbrado a quedarmelo hasta poder cagarlo. Me cogió por las mejillas con su manaza y apretó hasta que tuve que abrir la boca entonces me dijo que sacarse la lengua y me escupió dentro, luego me soltó me dio una bofetada de mujer y me dijo "traga y vete acostumbrando" yo había tragado ya, era algo que le gustaba hacerme a Mijail.
Al llegar a nuestro destino me dijo que follaba bien Y daría buen juego, pero estaba enclenque y eso no era bueno para el negocio. No iba a aguantar los al menos seis clientes al día que tendría. Yo le pregunté que donde estábamos y me dijo que en Praga.
- ¿Y con once años ya eras todo un experto? - Preguntó Julián asombrado.
- Me quedaba mucho que aprender, y lo aprendí.
- Tu, Julián, deja a Dazen que cuente, yo también estoy sorprendido. No sé qué más podría pasarle a un crío tan pequeño. Sigue Dazen.
- Aquel hombre que se llamaba Riga, me tuvo apartado de clientes tres meses en los que comía a placer todo lo que me ponían a base de carne, leche agria y quesos y me hacía pasar ocho horas en el gimnasio. Al cabo de los tres meses con doce años recién cumplidos ni mi madre me habría reconocido de cruzarse conmigo.
Era la joya de la corona. Tenía mi propio cuarto y me compraban ropa de marca porque solía ser escort de gente VIP. Mi culo lo cobraban a veinte mil coronas la noche y si era para orgía de varios yo valía cuatro veces más.
- ¿El culo nada más? Preguntó Julián
- Mi cuerpo entero. Yo creo que he tragado más leche por la boca que por el culo y me he follado más culos que pollas me han follado a mi. Como habrás visto gasto buen tamaño y cuando eres como tú cliente, Don Victorio, cuesta mantenerla dura y es más cómodo correrte en una boca o que te follen a ti. Aún no le has tocado a tu cliente y el no ha parado. Tocale a ver si se le pone dura. Perdone Don Victorio, veo al chaval y me da pena, no sabe nada. Venga Julián chuparla a ver - Julián le miró espantado, la polla estaba bajo el agua - si, claro, que tienes que meterte bajo el agua, abrir los ojos y buscarse la y mamarsela sin ahogarte.
- Pero, ¿como me tapo la nariz? no sé hacerlo.
Dazen apartó a Julián del lado de su jefe y se sumergió en el jacuzzi. Al buen rato sacó la cabeza, se dio la vuelta y se sentó sobre la polla de Victorio. Hizo varios movimientos de su musculatura perineal y Victorio gimió al correrse.
- Lo suyo, ahora Julián sería que tú empezases a tomarte en serio lo que haces y me hubieses metido la cabeza en mi culo y me sorbieses del ano el semen que mi jefe me ha inyectado.
- ¡Que asco, que guarrada! - exclamó escandalizado Julián
- Eso, niñato, lo aprendí a hacer yo con casi trece años. No se trata de anticipar que es lo que va a suceder, se trata de que cuando suceda hay que hacerlo. Es lo mismo que rebanarle el cuello a alguien. Si hay que hacerlo se hace. Maté a mi primera víctima con diecisiete, una mujer que me engatusó con su coño, pero era mi misión. Sois cucarachas, con ese espíritu os va a pisar hasta un niño. ¡Comeme el culo, ya gilipollas!
Dazen arrinconó a Julián y le puso el culo en la cara. El chico apartó la cabeza y vomitó en el jacuzzi. Victorio se salió de un salto protestando y Dazen se llevó la mano al culo y recogió el polvo de Victorio.
- ¡Mira niñato estúpido! - llevándose la mano a su boca ingiriendo lo que había recogido.
- Está bien Dazen, vamos a tranquilizarnos todos, vamos a vestirnos y a cenar. Tú, Julián, ya está bien de gilipolleces. Lo que te ha dicho Dazen es la puta verdad de la vida. Estás a tiempo de desistir de este camino o zambullirse plenamente en él.
A ver dónde cenamos.
- Yo después de esto, no sé si voy a poder tragar nada - protestó dando arcadas Julián.
- Dazen, vamos a uno buenecito de Cruz, el ABaC de Tibidabo. Ve por el coche, te esperamos en la puerta. Ah! y Dazen tu no te quedas fuera con los choferes, vas a cenar con nosotros, así me ayudas con este pobre. Vamos.
- Señor - dijo Dazen - tengo entendido que las reservas son con tres meses.
- Bah. 
Marcó el 102 e inmediatamente le contestó su asistente personal.
- En unos diez minutos llego al ABaC de Tibidabo. Somos tres y debería tener una reserva. Arreglemelo.
- Está hecho, señor.
- Gracias. Siempre tan atento.
Al llegar un aparcacoches se hizo cargo del Bentley.
- Ni un arañazo, ni un acelerón o te arrancó los huevos - Dazen musitó al oído del chavalito que se iba a encargar del coche.
- Si señor, si señor.
Al entrar se adelantó el mâitre.
- ¿Tres verdad Mr. Wellesley?
- Tres, pero soy el Señor Alba. Mr. Wellesley ha debido cederme la reserva.
El mâitre puso cara de desconcierto, pero les acompañó a la mesa
- Les envio al somelier.
- ¿Vino? - preguntó el somelier.
- Pesquera del 96 y menú degustación
- Yo quiero filete con patatas
Dazen rescató su mirada más gélida y se la lanzó con saña a Julian.
Victorio empezó una sonrisa floja que se contagió a Dazen que continuó la risa discreta.
Julián los miró a los dos sin saber que estaba pasando y cuando vino el somelier con el vino lo decantó y dio a probar a Victorio, Julián continuó con su metedura de pata.
- Yo quiero una Coca
Victorio miró a Julián con gesto de reprobación y luego al somelier como pidiendo indulgencia para el incauto.
El camarero trajo una botella de agua de Vichy y llenó la copa de Julián que no entendía nada.
- Yo no quiero agua, he pedido una Coca Cola.
Dazen con disimulo abarcó la nuca de Julián con su manaza y poniendo gesto como de cariño le informó:
- Vuelve a abrir la boca, como no sea para comer lo que te pongan por delante y te juro que esta noche te desvirgino como lo hizo mi hermano conmigo - le dió un par de cachetes cariñosos en la cara y Julián no volvió a abrir la boca.
Empezaron a servir los platos de la degustación y Victorio preguntó a Dazen.
- Entonces, ¿Cómo fue que acabaste en esta empresa de seguridad. Cómo escapaste de ese lupanar de Praga?




miércoles, 7 de julio de 2021

OMNIPOTENTE

 

- Digi
Hacía años que Victorio no hablaba con José Luis. Se hicieron tan íntimos en la mili que hasta follaban juntos. A Victorio no se le podía olvidar la forma en que José Luis le susurró a su oído desde donde le estaba follando acostado en una litera: t'estim, pero hasta años después no supo que eso en catalán susurrado en medio de una follada de campeonato en un dormitorio con otros doscientos infantes quería decir: te amo. Victorio siempre pensó que de haber sabido catalán, porque José Luis era de Vich, posiblemente cuando se licenciaron no habría pedido su pasaporte a Madrid, sino a Barcelona.
- ¡Joder, José Luis! tan cascada se me ha puesto la voz que no me conoces. Soy Victorio, Terció de Armada, y porque sigo sin saber catalán no he ido antes a buscarte.
- ¡Victorio!  hosti tú. Creí que ya estarías criando malvas.
- Tengo setenta y tres, supongo que como tú, maricón, ¿porque tengo que estar criando malvas yo y tú no?
- El mismo mariconazo de siempre.
- El de siempre. Mira que me han follado veces en mi vida, pero como aquel polvo en la litera, aquella noche, jamás. Y rememoro aquel t'estim y se me pone el vello de punta. Nos perdimos la vida José Luis
- Nos la perdimos. Pero estoy seguro que no has llamado, por cierto, ¿cómo has conseguido mi numero? Eso, que no has llamado para recordar viejos polvos. Y que conste que yo recuerdo también segundo a segundo esa noche. ¡Que lástima, amigo mío. Estuve casado con mi marido hasta hace un año, que nos separamos. Era diez años más joven y dejamos de entendernos. Pero, a lo que iba, mi teléfono ¿Cómo?
- José Luis, lo primero es que todos estos años he tenido suerte, me lo he currado y me ha salido bien. Estoy en la sombra, tengo contactos y el dinero ha dejado de ser para mí algo deseable. Solo tuve que hacer una llamada y en treinta segundos tenía tu número en mi móvil. Ventajas de usar un móvil de treinta mil euros. Eso por un lado y por el otro quiero que me digas una sauna, me da igual de lujo o de lumpen pero dónde se pueda uno hacer con un chaperito con el que hacer realidad ciertas inconfesables fantasías. Me da igual sauna que zona de cruising, pero para mí guardia personal la sauna es más controlable.
- ¿Guardia personal, eres político o algo? Joder Victorio no me metas en líos.
- Sistema integral de defensa y seguridad, es una compañía no muy conocida, suiza, a la que participó y muy cara, pero infalible. El operativo que va siempre a mi lado es infranqueable si yo no quiero.
- Te lo follas
- ¡Ojalá me follase él a mi! Quedó hace cinco años semifinalista en un Mister Universo. Además de su anhelada arma, que nunca he visto lleva siempre, hasta durmiendo, una Glok con cargador de 16 balas.
- Pues mira en Diagonal hay un local sin identificación, parece una puerta de paso en una fachada. De hierro con cristales esmerilados blindados. Parecería la puerta de un local en venta. Tiene un timbre muy discreto y cuando lo pulsas tienes, una de dos, o ser un modelazo y guapo y joven, cuanto más joven mejor, ya me entiendes, o tienes que dar una contraseña.
- ¿Cual es?
- No la se. Hay que ser socio, la cambian todas las semanas. Yo siempre he ido con un socio que me ha respaldado. La contraseña la sabe el jefe de recepción del Cuatro Estaciones. Si estás alojado en suite y le preguntas por alguna distracción relajada y peculiar te dará la contraseña. Se generoso en la propina o la siguiente vez te la dará equivocada y nunca jamás te dejarán entrar.
- A mi si. Ya lo verás. ¿A qué altura de Diagonal? más o menos.
- A la derecha tiene una tienda de ropa y artículos de golf, imposible de pisar para alguien como yo, y la derecha la sede de una ONG que se dedica a rescatar golfillos de la calle de esos que inhalan pegamento y dan tirones. Siempre está cerrada, con un cartel de "De seguida tornem", ya sabes, enseguida volvemos. Por supuesto ya habrás entendido que son las defensas de flanco.
- ¿Me acompañarías?
- De mil amores, pero no sé yo.
- ¿Sabes a qué hora abren?
- No cierran nunca.
- ¿Puedes ahora?
- En media hora en la puerta pero la verdad no sé ..
- Confía en mi. Vamos Chico.
Chico su operativo de proximidad era su sombra. Lo más mínimo y ya estaba Chico al quite. A Victorio no le iba a pasar nada que él no quisiera que le pasase.
Mientras Chico le abría la puerta del Bentley que le mandaron desde Madrid para que se moviera por Barcelona, Victorio sacó su Vertu y marcó el número 102 que le comunicaba con su asistente 24 horas que la tarjeta Centurión ponía a su disposición. A la segunda llamada descolgaron.
- Buenos días. ¿El señor desea?
- La contraseña de esta semana de una sauna gay que hay en la Diagonal de Barcelona.
- Se la enviamos como mensaje de texto. ¿Alguna otra cosa? Si. Envíenle un ramo de setenta y tres rosas blancas a José Luis Cantó Fernández, con un mensaje que diga. Muchas Gracias por aquella noche y por la que viene.
- Inmediatamente.
Victorio se sintió bien. Tener dinero, ser importante daba alegrías, aunque también algún que otro dolor de cabeza.
Su Vertu vibró y en su pantalla apareció la contraseña. "Manuel García"
Se quedó sorprendido, pero su asistente no se equivocaría jamás. Confianza plena.
- Chico ve a aparcar. Te espero en la tienda de golf. 
Entró en la tienda y se puso a mirar a la calle esperando a su amigo.
Al poco llegó José Luis y un empleado les abordó
- Nos íbamos, nadie por lo que se ve, atiende - contestó seco Victorio. Ya en la calle en unos pocos pasos llegaron a la puerta - esperemos que Chico no tarde mucho. Ah, mira ahí está.
- ¡Dios mío Victorio! ¿de que revista le han sacado? ¿es gay?
- No lo sé. Ni me importa tampoco. Es mi operativo, no mi chulo. Me ha visto follar en todas la situaciones posibles y siempre ha sido mi operativo. No lo sé, José Luis. Voy a llamar. 
Pulsó el timbre y una voz metálica preguntó: "NOMBRE DEL PRIMER TENOR ESPAÑOL", Victorio contestó: "Manuel García" la puerta se abrió y entraron. Fue entrar en una especie de esclusa de cristal. Alguien perfectamente uniformado apareció y habló.
- ¿Los tres?
- Si, - contestó con seguridad Victorio - mi operativo de seguridad y mi amigo José Luis.
La puerta de la esclusa se abrió y el uniformado nos acompañó al mostrador.
- ¿Tarjeta o efectivo?
Victorio enseñó su Centurión y el empleado dijo sorprendido "Ah, señores, VIP. pasen al vestidor negro.
El vestidor negro era una habitación espaciosa, con ropa de baño, toallas y paños todo de color negro. Había también toda clase de juguetes sexuales, estimuladores eléctricos objetos de bondage y un pequeño bar atendido por un efebo desnudo con un dispositivo de castidad de ano y pene.
- ¿Cuanto cuesta la llave, David? - le preguntó al muchacho, perfecto de cuerpo como el David de cuatro metros de Florencia.
El muchacho agachó la cabeza y se perdió por una puerta tras la barra y apareció el uniformado que les recibió para informarles de forma nada amistosa que era propiedad del dueño y no se podía tocar.
- No quiero crear conflictos - dijo Victorio - pero no me gusta ese tono. Era solo una pregunta. Relájese o le cierro el local en diez minutos.
- Victorio, venga que soy muy conocido en toda la ciudad. Vamos ha hacer lo que tengas que hacer - le rogó Jose Luis.
El uniformado se retiró y apareció el muchacho.
Chico, que era una estatua de mármol sin perder detalle de la escena, cuando acabó, se desnudó desapasionadamente, se colocó un paño que le recogía su sexo y se ataba al muslo. Había una caja de seguridad de doce dígitos, metió su Glok y grabó la clave. Luego cerró la puerta blindada e introdujo los doce dígitos. Sonó un cerrojo metálico sordo y esperó hasta que Victorio y José Luis hubieron terminado.
- ¿Y ese?
- ¿Chico? Un mueble más. Olvídate de él. No se apartará más allá de un metro de mi. Antes de entrar tomamos algo.
- Yo no quiero Victorio.
- Yo si. 17° aquí en Barcelona tenéis una muy buena  - le dijo al camarero - y apúntate 100€ de propina, ni el Efebo de Antequera, niño.
Pasaron al local seguidos de Chico. Concitaba todas las miradas y alguno que intentó un acercamiento solo con el hielo de sus ojos lo congeló.
Victorio vio un chico muy joven sentado al borde de una piscina climatizada al lado de una de las barras de bar. No sería muy alto, pelirrojo, perfectamente depilado el cuerpo y ojos intensamente verdes. Cuerpo de exposición proporcionado y definido. Victorio se acercó y le acarició el pelo de fuego a lo que el muchacho respondió con un manotazo y se armó la mundial; en décimas de segundo Chico le tenía inmovilizado en el suelo mientras el pobre pelirrojo pedía auxilio.
- Sueltale ya Chico - ordenó Victorio.
Chico obedeció y en ese momento apareció seguridad seguido del uniformado del incidente de la sala negra. Los de seguridad cogieron uno de cada brazo al pelirrojo y le llevaron fuera, el uniformado le ordenó que se vistiera y se fuese, para no volver nunca.
El uniformado de admisión ya sabía quién era Victorio. Instantes después apareció el Efebo de la barra sin la castidad.
- Señor, a su disposición. No me llamo David, me llamo Julián.
Victorio se quedó extasiado mirándole la perfección adolescente. Las masas musculares difuminadas, los oblicuos abdominales enmarcando unos vientres de rectos como trazados a tiralíneas, un vello azabache que se estira buscando un ombligo que guiña el ojo para citarte a una jornada de demencia. Una convexidad perfecta por culo y una espalda recta que se recoge en una nuca de terciopelo. Una locura de piernas de dios romano y pies griegos  perfectos.
- ¿Que edad tienes Julián? - preguntó con una sonrisa meliflua Victorio.
- Dieciocho..., recién cumplidos - contestó con una vacilación de voz delatora
- ¿Quince, dieciséis? - preguntó José Luis.
Julián miró a cada uno pidiendo misericordia y luego a Chico que permaneció impertérrito.
- ¿No te han partido el culo aún? - José Luis se mostró inquisitivo - ni siquiera conoces a que sabe una polla, ni como huele un culo. ¿Que haces aquí, Julián?
- Voy a cumplir diecisiete. No tengo padre, murió cuando yo tenía ocho. Se hizo cargo de nosotros mi tío Juan, que es dueño de esto con otro socio. Me trae aquí para que vaya aprendiendo el negocio desde abajo, dice él. Pero si se a que sabe una polla. Tengo un hermano dos años mayor que yo. Se la chupo desde que a él empezó a salirle pelo por ahí abajo. Mi tío nos pilló y le prohibió tocarme el culo, dice que es muy valioso y que el día de mi decimoctavo cumpleaños voy a ser rico.
- No. Se hará rico él - le dijo Víctorio - porque viéndote como eres le vende el virgo de tu culo a un moro de esos del petróleo por no menos de un millón. Y ruega a Dios porque él moro no gaste un diez pulgadas.
Julián se le quedó mirando inquisitivo, sin entender mucho y de repente se le iluminó la cara.
- ¿Que me la van a clavar en el culo como se ve en las pelis esas?
- Exactamente eso - contestó José Luis.
Chico desvío la mirada hacia el muchacho y apretó las mandíbulas.
- Te vienes conmigo - dijo resueltamente Victorio - y me da igual lo que opine tu tío. Te vienes ahora conmigo al hotel. ¿Tú vas a venir, José Luis?
- Yo no puedo. Lo siento.
- Julián, vístete. Toma, quinientos euros para empezar. En el coche te doy otros dos mil. Vamos a pasar tres días juntos en Barcelona. Voy a presumir de chaperito.
Julián volvió con el uniformado
- El chico no puede irse.
- Diga usted conmigo que si - afirmó sin alterarse Victorio. Sacó su Vertu y marcó el 102
- De acuerdo - se apresuró a decir el uniformado - ya hablaré yo con el tío de Julián.
- Ha sido un error - dijo Victorio a su asistente personal Centurión - muchas gracias por la atención. Pero..., espere, si. Necesito bloqueada y vacía toda la planta de mi suite. Gracias.
Julián estaba de frente a ellos con una malla malva y una camiseta de asas naranja, calzado con unas bailarinas.
- Inadmisible. Chico ve por el coche y nos recoges en la puerta. Lo primero vamos a acercarnos a Nino Álvarez a vestir al crío decentemente, yo así no lo exhibo, luego al hotel un rato a disfrutar.
En el jacuzzi de la suite, Victorio se metió e invitó a Julián a hacer lo mismo.
- Hoy vas a aprender a sentir placer, en tus pezones, en tus huevos, en tus axilas y en tu culo.
Julián se retrajo cuando Victorio se le arrimó intentando palparle su área genital.
 - Te he dado 500€ y tienes contrato de tres días por 2000 más, así que chaval haz lo que se supone que tienes que hacer.
- Con ese ahí - dijo señalando a Chico - no voy a poder. Lo siento te devuelvo los quinientos y me voy.
- Chico, vete al salón - con un gesto de fastidio Victorio transigió.
- Señor, sabe que no puedo perderle de vista, es mi contrato. A lo más que puedo llegar es a incorporarme a su juego.
- Encantado Chico, métete en el jacuzzi.
- Señor, si voy a participar en su juego, le rogaría que me llamase por mi nombre.
- ¿Que es?
- Dazen.

viernes, 2 de julio de 2021

POLI (y 7)

 

- Déjame que te diga que lo siento Jero, me duele en lo más hondo.
Camino del hotel donde Goyo se iba a quedar por indicación de mi Maestro "quedarse en tu casa, perro, supondría la denuncia de nuestro contrato y no volver a verte nunca jamás. Y ahora sigue comiéndote lo que tu amigo te regala por su culo y que yo le he dado"
- No tienes que sentir nada, Goyo. Yo no lo sabía porque estaba ciego de soberbia de macho, pero mientras comía lo que salía de tu ano después de sodomizarte mi Maestro, era lo que de verdad quería desde aquel día en el instituto que te acercaste a mi. Me he sentido recompensado por todo lo mal que lo he pasado todos estos años. Iba de mujer en mujer y no cuajaba con ninguna porque a quien buscaba era a ti. Me enamoraste en aquel momento pero me lo negué. Y tú eras Sebastián, y Ramón y la puta con la que follamos juntos. Fui tan feliz follando aquel día porque tú estabas a mi lado y no me daba cuenta, creía que era la mujer la que me excitó tanto, cuando la realidad es que era tu presencia, tu olor, tus jadeos y tus roces lo que me excitaba.
- Pero, de verdad Jero, que no puedes subir a mi habitación y dejarme que te bese todo el cuerpo. No necesito ni que te quites la jaula esa. Déjame al menos que pruebe a ser activo contigo. Estoy seguro que podré. Te quiero tanto que imagino que te follo el culo y me empalmo - se tocó la bragueta cogiéndosela a través del pantalón para que viese su bulto - tócame un poco, por fuera nada más.
- Se lo tendría que confesar al Maestro, Goyo y no sé hasta donde llegaría el castigo.
- Por favor, amigo - me pasó la mano por los pezones y se retiró - ¿Llevas puestas pinzas?
- Y son de castigo, con dientes que se clavan en el pezón. Me las puso el Maestro mientras tú te vestías. Me dijo "Se que vas a caer, le quieres demasiado. Estás pinzas son un regalo para ti, que no se te olvide que no puedes tener sexo con él si yo no lo autorizo, y aún estás muy verde para poder mantener esa relación sin perder tu verdad, tu orden. Después, ya sabes que sigues siendo libre y que cada acto de libertad tiene un precio. La libertad no se regala, se compra, con dinero, sangre o con la vida. Intenta no caer. Si caes, se que me lo confesaràs"
- Al menos, acompañame a la habitación, que me instale estos días y luego nos tomamos algo en el bar.
Estacioné el coche en la puerta del hotel y saqué la maleta que él creía que se quedaría en mi casa.
- Sube. Por favor.
La mirada líquida de Goyo acabó por derribar todas mis defensas. Haría uso de mi libertad y afrontaría las consecuencias.
- Te acompaño - y la cara de mi amigo se iluminó.

Había transcurrido una semana sin que yo hubiese dado señales de vida a mi Maestro ni él intentase localizarme. Goyo insistió en que solicitase traslado a su demarcación, me tentaba, pero no sin antes tirarme a los pies de mi Maestro y rogarle el castigo que merecía por mi desobediencia.
Estaba delante de la cancela de su casa. Antes siquiera de llamar se encendió el piloto del circuito cerrado y habló.
- Los perros desobedientes no merecen más que patadas y no llevan ropa. Gánate entrar. Desnúdate sin preocuparte que llevas en los bolsillos. Despojate de todo lo que lleves y tiralo al contenedor de basura, incluidas llaves del coche, que hay al final de la calle y luego espera a que yo considere que te has ganado el premio de entrar - y se apagó el piloto rojo del circuito cerrado de televisión.
Hice todo lo que me ordenó y ni siquiera me planteé que no podría irme en esa situación, no vacilé, estaba en sus manos y lo aceptaba como bueno. Volví a su cancela y me senté a esperar. No me incomodaba estar desnudo. Pasaba alguna gente, poca, el barrio estaba apartado y era casi privado, miraban y movían la cabeza a derecha e izquierda. Se avecinaba el otoño y empezaba a hacer frío. Empecé a tiritar y a castañetear los dientes. Cuando empezaba a declinar el día, llegó a la puerta un hombre de mediana edad delgado con un gran danés. Me dió una patada mientras decía "Aparta chucho" y me senté en la acera. Entró y la cancela se volvió a cerrar. Al cabo de una hora más o menos, noche cerrada ya, la cancela se abrió.
- Entra perro y espera en el porche con el otro perro.
En el porche estaba el gran danés que llevaba el hombre que entró antes, echado a la puerta. Yo me eché a su lado para recibir un poco de su calor. Me reconfortó. El perro empezó a olerme la entrepierna y el culo. Hice lo que me dictó el instinto; levantar la pierna para que el perro me lamiese los huevos y el culo y entonces mientras yo disfrutaba de la caricia el gran danés levantó su pata exponiendo su sexo y su culo. No lo pensé, hundí mi cabeza entre sus patas y mi lengua salió de mi boca de forma automática. Lamía huevos, culo y sexo hasta que empezó a asomar su pene rojo, duro y húmedo de entre su funda de piel. Le dejé entrar en mi boca y el perro se sintió muy concernido porque se levantó y me empujaba con el hocico para que yo me levantara también. Ya sabía lo que iba a pasar y era una de mis fantasías mas vergonzantes, pero me maravillé de la sabiduría de mi amo, tanto quería que me humillase hasta el límite como que supiese disfrutar de esa humillación. Me regalaba la aceptación del castigo que comenzaba humillandome como se hace con un perro. Me puse a cuatro patas, hice un poco de fuerza y el tapón anal salió despedido. El animal me montó como si yo fuera su perra, que en ese momento lo era y noté como su pene duro como el hueso que lleva dentro tanteaba el coño de su perra hasta encontrarlo y entonces aplicó toda su fuerza animal y me sentí como si me desollaran, pero el perro insistía en su fecundación. Las uñas de sus patas me arañaban los hombros haciendo fuerza para entrar profundamente hasta que de pronto se detuvo paso una mano por encima de mi espalda hasta poner su culo contra el mío. No se podía salir, había engrosado la parte de su pene equivalente a mi capullo que hasta que no eyaculase dentro no sé separaría. Pero si se iba a separar. Yo tenía el ano tan dilatado de los tapones de tres pulgadas de diámetro que con hacer un poco de fuerza saldría.
Y en ese instante que el gran danés hizo el nudo se abrió la puerta.
- Mira, tu perro a montado a mi perra. Pero es una lastima que se pierda ese semen. Mi perra es estéril. Mejor que descargue el tuyo por la boca - el dueño del perro lo sujetó y mi maestro me pateó con fuerza el culo y el nudo salió de mi culo con no demasiada dificultad - que no se derrame una gota, perra - me gritó.
Me volví con presteza y atrapé el capullo del perro con la boca hasta que sentí como empezaba a eyacular. El maestro se dio cuenta de mi náusea y me pateó los huevos.
- Traga, perra, no vales para más.
No cesó de patearme los huevos hasta que el gran danés terminó. Me dolía pero me era familiar. 
- Bueno, Maestro, le dijo el hombre, ya me voy.
- Gracias por todo Álvaro, tienes un perro bien entrenado, no como ésta - volvió a darme otra patada en los huevos - que solo sabe desobedecer.
Con otra patada, esta vez más fuerte, me hizo pasar dentro de la casa. Me refugié como lo haría un perro apaleado detrás del sillón del Maestro y allí como un perro de verdad, abrumado, esperé mi castigo.
- Esa zona de mi casa no la conoces - dijo con mucha tranquilidad sentándose en su sillón - pero ahora te la voy a enseñar, después de que yo te de permiso para hablar, te creas que eres un hombre y me cuentes el porqué de tu desobediencia, de tu silencio. Te has desordenado con tu amigo, de eso no tengo duda, pero quiero que me lo cuentes tú, que sientas la vergüenza de decírmelo tú. Sal de ahí detrás y ven delante de mis pies, ponte sobre tus rodillas y mirándome a los ojos, habla.
Empecé a llorar de gratitud a mi Maestro, ya había aceptado que me iba a castrar como mínimo con un elastrator y a sustituir la jaula por un enclaustramiento total con sonda para orinar. El pene desaparecería para siempre quedando reducido el capullo a un tamaño de clítoris. Sin huevos y con clítoris comenzaría conmigo el proceso de feminización que terminaría con mi solicitud de cambio de sexo. Ello supondría perder todo mi soporte social y quedar como una rabiza trabajadora de sexo para él. Pero me daba permiso para hablar. No omitiría nada.
- Habla ya. Tienes hasta el alba -  y me enseñó la tenaza de elastración.
- Con su permiso Maestro. Se que soy una perra de la peor especie, pero ahora sé que amo.
Cuando salí de aquí con Goyo, le llevé a un hotel. Me insistió tanto que se me partía el alma de negarme a tener sexo sin su permiso. Pero no fueron sus argumentos. Cuando saqué su maleta del coche, me miró de una manera, que como dicen que la vida entera pasa delante de nuestros ojos antes de una muerte traumática, que vi de pronto todo lo que habíamos vivido juntos pero desde su barrera, no desde la mía. Por una milésima de segundo fui él y sentí lo que sintió él en cada encuentro. Supe lo que sintió cuando me vio intentando ser trasparente al salir al patio y como en ese momento se le abrió y corazón y me acogió, sentí como si fuera él cada vez que le daba la espalda cogiendo por la cintura a Ana o a cualquier otra, se le rajaba el alma cada vez que prefería irme con una niña. Supe como le saltaba el corazón de alegría cuando consiguió el cambio de habitación, la felicidad extrema cuando creyó que yo decía lo de ser novios de verdad y como lo devasté como si le tirase díez toneladas de napalm cuando le llamé con rabia, maricón y resulta que el único maricón era yo que me escondía detrás de una careta de conquistador y consumidor de mujeres. Vi en sus ojos un alma destrozada, pero sin renunciar al amor que me tenía. Cómo sufrió cuando fui al comedor a pedirle explicaciones delante de todos y él no quería que se supiese nada para no perjudicarme. Puse en un instante la obediencia que le debo a usted Maestro y el amor con el que él una vez más se iba a ver rechazado que en ese momento me hice cargo de que si tenía que perder la vida sería después de hacer sentir toda la felicidad del mundo a Goyo. Y si, subí a la habitación, pero no sin antes irme a casa a coger la llave del candado que conservaba. Si, ese es otro pecado, quizá el más grave, pero ya me da igual. He sentido el amor y la entrega de Goyo en mi carne durante una semana. Le he sentido dentro de mi cuerpo porque nadie es pasivo o activo, usamos el sexo para expresar nuestro amor al otro, y el quería meterse dentro de mi y darme su ser, para que su vida fuese mi vida y así durante la semana hemos vivido una luna de miel inconcebiblemente feliz. ¡Yo no sabía que era la felicidad! Con Goyo la he conocido y si mi castigo tiene que ser una mazmorra en el centro de la tierra, ¿que más da? Esa vida que llevo dentro que es sentir un amor tan intenso no la puede domeñar nada, ni nadie. No se puede enturbiar con todos los castigos del mundo. Me puede quitar la vida. De acuerdo, me entrego, Maestro. Tiene gracia que fue él, Goyo, el que me convenció para presentar la solicitud de policía. Ahora soy un poli que se creía alguien y no soy más que alguien que se ha saltado su propia ley toda la vida. La ley de no esconder la verdad. Soy, en realidad, más perro que poli.
- Ya no te hago falta. Ya eres un hombre, no un perro. Has reconocido el amor dónde estaba y no te has avergonzado, finalmente, de reconocerlo. Sal de aquí. Ya no tienes sitio en esta casa. En tu vida hay orden ahora.
Me levanté y me dirigí a la puerta.
- Espera - me dijo - dame un abrazo. Estás desnudo. Coge una gabardina de la salida. Seguramente ya han recogido la basura. Roba tu coche, al fin y al cabo eres poli y tienes que saber, y que el portero de tu casa te abra la puerta. Que seas muy feliz con Goyo.