miércoles, 20 de mayo de 2020

LUISA - V -


Luisa llevaba días urdiendo la jugada. Primero consiguiendo que su abuela acudiese a  una celebración religiosa que previamente había acordado con Don Felipe, recordandole determinados acontecimientos. El cura se las había ingeniado, por la cuenta que le traía,  para convencer a Doña Eduvigis de la importancia de su asistencia a la función religiosa. Luego acordando la entrega del pedido a la hora que su abuela estuviese ausente y finalmente alimentando imagenes en las que el bueno de Manolo le metía la mano por el culo a falta de penetraciones dobles, que ya había probado y de las que era dificil despojarse.
- Que no abuela, que tengo mucho que estudiar - llevaba semanas representando el rol de niña responsable que se pasa las horas empollando en su cuarto - además seréis todas mas o menos de la edad y yo prefiero otras actividades - al pronunciarlo le  tembló la voz imaginando las actividades - más acordes con mi edad.
- Bueno hija. No le abras a nadie, y si viene el pedido que lo deje en la puerta, que no entre el muchacho, que ya sabes el dicho.
- ¿Que dicho, abuela?
- Cosas de gente antigua pero que siguen siendo verdad: El bombre es yesca y la mujer estopa y llega el diablo y sopla.
- Ay, abuela, que inocente eres - no pudo resistirse a decirle.
- Bueno, hija, ten mucho cuidado.
- Que si abuela - dandole dos besos la acompañó a la puerta.
En cuanto Doña Eduvigis se perdió de vista, Luisa se lanzó a la ventana de la cocina a otear por si venía Manolo. Pasaban los minutos y nada. Luisa estaba nerviosa. Se quitó las bragas y empezó a acariciarse sexo y ano alternando con pellizcos cada vez mas fuertes a los pezones. Estaba a punto de gritar cuando apareció Manolo. Iba acompañado por otro chico empujando el carro de mano donde llevaba el pedido de la abuela.
Al llegar a la casa, Luisa observó como Manolo entregaba el carrillo de mano al otro chico y él  se quedaba en la calle. Al instante tocó la puerta. Abrió Luisa como enfadada.
- ¿Tu quien coño eres?
- Manolo no podía venir - Paco te sintió sorprendido por la reacción de Luisa.
- ¿Que no podía que? entonces que pollas hace escondido ahí en la calle. ¡que os he visto llegar, pringao!
Paco miró hacia la cancela, luego a Luisa, se puso como un tomate maduro, se atropelló intentando encontrar una salida honrosa y finalmente desistió y se comportó como era el.
- Mira tía, las cartas sobre la mesa. La ultima vez que estuvo Manolo aquí yo venía con el y me quedé esperando fuera. Cuando salió me lo contó todo y le dije que yo queria venir la proxima vez a ver si podía porculearte yo. Eso es todo, pero vamos, que yo ya me largo y me voy a cagar en todo lo que se menea, que no hago una a derechas.
- Y, ¿como te llamas tú, picha brava? Paco cada vez estaba más sorprendido de la desnvoltura de la supuesta niña.
- Paco. Me llamo Paco, pero ya me voy.
- Anda, llama a Manolo. Precisamente eres lo que yo estaba buscando. No hay cosa que me ponga mas salida que me la metan dos por el culo. Ya te habrá dicho tu amigo que por delante, ni mentarlo.
- Si, si y la verdad ¿como era tu nombre?
- Luisa
- Eso, que no me explico. Por el coño las tías gozaréis más, me parece a mi.
- Yo gozo más por el culo. Y es lo que hay.
- Pero eres muy pequeña.
- Ahora que eres, ¿Psicologo? Venga, llama a tu amigo si queréis follar y si no largo.
Paco se volvió y dedicó un potente silbido a su amigo que con cara de susto se fue acercando como quien acecha a la casa
- Hola, Luisa, - dijo en voz muy baja, con mucho apuro - ya conoces a Paco. Somos amigos desde siempre. Es muy buena persona, no te vayas a creer.
- Ya nos hemos presentado. ¿Vaís a follar o no? Como la tiene tu amigo, ¿se la habrás visto alguna vez? Si os conocéis tan bien - y tal como hacia la pregunta, Paco iba palideciendo al mismo ritmo que Manolo enrojecía lo que no se le pasó por alto a Luisa - ¿queee? Vosotros os entendéis muy bien, mejor de lo que yo podía imaginar. A ver si resulta que yo aquí estoy de más - y soltó una carcajada franca, abierta sin maldad - me encanta que los tios os entendáis tan bien. Sois los mejores amantes, sin complejos, como Bruno y Rashid. Aguafiestas de mi padre -  masculló entredientes.
- Enseñasela ya - urgió Manolo a su amigo - Luisa es muy competente. El sexo con ella es como respirar, natural, sin culpa - y mientras lo decía echaba mano a la bragueta de Paco para poner de manifiesto sus atributos.
- Me gusta que tengais esa familiaridad. Ojalá me hubiesen dejado tenerla a mi con mi medio hermano.
Nunca se controla todo y siempre hay un cura que se indispone a destiempo y se suspenden las convocatorias de algo.
Don Felipe, en medio de su homilía tuvo un cólico inasumible en un púlpito y tuvo que salir por patas en busca de un cuarto de baño. La grey tuvo que disolverse y Doña Eduvigis incluso se felicitó de poder hacer compañía a su nieta mientras se quemaba las cejas estudiando. Ni en la peor pesadilla la buena anciana podría imaginar lo que encontró en el suelo de su salón.
Manolo, hurgó en la bragueta de Paco hasta extraer ese trozo de carne a medio endurecer y Luisa se apresuró a evaluarlo.
- Estás operado, tienes una buena herramienta y un capullo precioso - y al tiempo hacia resbalar sus dedos por el orificio por donde ya chorreaba liquido lubricante. Paco reaccionó al estimulo y endureció rápidamente.
Manolo se quedó mirando la escena y tal debió ser la expresión de su cara que Luisa se tuvo que dirigir a él.
- Se te nota demasiado Manolo. Estas muy colado, hasta yo me he dado cuenta - se dirigió a Paco escrutandole la cara - entonces, tú también, como te llames, estás que te mueres por sus huesos y por la cara que pones, te empeñas en mirar para otro lado. A mi me da igual, yo busco un doble. Si me lo haceis los dos, al menos tendréis las pollas juntas. ¿Vamos?
Se dirigió al salon de la casa seguida por los dos amigos mientras se iba despojando de la poca ropa que llevaba. Paco al verla desnuda se lanzó a cogerle los pechos, ya firmes y grandes, coronados por buenos pezones. Luisa en lugar de intentar defenderse se expuso más para que Paco pudiera apoderarse de la manera que quisiera de sus pezones. Luisa se apresuró a quitarle la ropa y Manolo al verlo también se desnudó por completo exhibiendo una erección orgullosa. Luisa hizo que los dos chicos se tumbaran en el suelo haciendo la tijera de forma que sus vergas se juntasen apuntando al cielo. Luisa entonces sujetando los miembros de ambos fue iniciando la sentadilla hasta que los dos penes le penetraron a la vez. Empezó a subir y bajar sobre ambos penes cuando sonó la llave en la puerta. Doña Eduvigis entraba en su casa.
Les dio tiempo a desacoplarse y recoger la ropa esparcida por el suelo que sirvió para taparse algo cuando la abuela entró. Al principio, la lentitud de reflejos debidos a la edad, el deficit de vista por la misma razón y no querer admitir lo que estaba siendo un espectaculo hizo que Doña Eduvigis no pudiera articular palabra y solo balbucear palabras inconexas, lo que dio tiempo a los muchachos a escabullirse hacia la cocina y como podian, irse poniendo la ropa mientras escapaban de la casa. La abuela como pudo se dejó caer sobre una silla y de sus ojos resbalaron lagrimas, de tristeza, escandalo e indignación.
- ¿Que has hecho, niña? ¿Desde cuando? Porqué. ¿Quienes eran esos sinvergüenzas? Aquí no vas a poder quedarte, yo ya soy muy vieja, esto me va matar, tunanta. Que vergüenza para mi casa. Voy a llamar a tu padre ahora mismo. Vístete ya, cochina, vístete.
Con mucha dificultad Doña Eduvigis se levantó de la silla donde había caido de la impresión. Fue al telefono, y marcó el número de su hijo.
- Dime mama - tras descolgar lo único que escuchaba era llorar a su madre que no sabía como explicarse - mama, ¿que pasa? Mama ¿le ha pasado algo a la niña?
- Luis, hijo - hizo un esfuerzo por controlarse - ven a buscar a tu hija.
Ya no pudo seguir, solo podía llorar y colgó.
El teléfono sonó nada más colgar la mujer.
- Papa - contestó resuelta Luisa - tienes que venir, la abuela ya no me quiere aquí.
- ¿Que ha pasado Luisa, estás bien?
- Te lo cuento cuando vengas - colgó sin esperar contestación. Se dirigió a la abuela entonces - Voy a recoger mis cosas y..., no seas mogigata, joder ¿o es que nunca de joven o menos joven has sacado el coño de la naftalina?
- Eres una descarada y una desagradecida. Como tu madre tenías que ser. Mira que se lo dije a mi hijo, esa zorra te va a dar problemas.
Al oir esto Luisa se abalanzó sobre su abuela agarrandole por los pelos mientras le llamaba vieja bruja.
Dos horas después  estaba Luis en casa de su madre. Luisa estaba en la puerta de la calle sentada sobre la maleta.
- ¿Que haces aquí, te has peleado con tu abuela?
- Ella se ha peleado conmigo, Papa.
- Pero ¿porqué?
- Me pilló follando con dos tíos en el suelo del salón - y se le quedó mirando a los ojos retandole.
- ¿Con dos? No te es suficiente con uno, que te follan dos. Uno por delante y el otro por detrás, como con el cabrón de Bruno.
- No, los dos por detrás. Por detrás como te gusta a ti, papá, ¿que crees que no lo se? Lo vi todo, a ti vestido de puta arrastrada y a la zorra de Belinda dandote por el culo con un aparato. ¿De que crees que me viene a mi ese gusto por detrás? Pues ni tu eres maricón ni yo una puta, y ahora que ya lo sabes podemos irnos a casa, yo respetaré tus aficiones y tu a mi mis tendencias.

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