sábado, 4 de abril de 2020

¿Y AMBROSIO?


Lo de Ambrosio es punto y aparte - bajó la voz Raúl.
Estaban en el bar de la facultad aprovechando que el de Quirurgica I habia avisado que tenía un quirofano muy largo y no iba a llegar. Luego venia el de otorrino, pero éste decia que le daba igual que fuesemos a clase o no, con tal de que comprasemos su libro.
- La historia de Ambrosio parece sacada de un guión de cine.
- Cuenta, cuenta.
- Sergio que es dos años mayor que yo y con el culo partido desde los siete años, se mueve en este mundo de la chapa como pez en el agua. El conoció a este Ambrosio en una fiesta privada en una mansión de las afueras con apellidos muy rimbonbantes por medio. Sergio y gente parecida desde los diez años participando en fiestas de esas de las que me ha contado truculencias increibles, chicos y chicas.
Bueno, a lo que ibamos. Ambrosio se encaprichó del culo de Sergio porque era un crio (ya te contaré de donde saco esa mania que tiene) y además lo aparentaba, pero por ultimo, mas o menos cuando le conoci en aquella iglesia, ya tenia bozo y un mostachón que parecía un guardia civil. Eso ya no era de su agrado. "Demasiados pelos en el culo" me dijo Sergio que le decia.
A los pocos días de estar viviendo en su casa, una noche, en la cama me dijo que que tal tenía yo el ojal de abierto, que tenia un amigo con buen tranco y con lo niño y lampiño que era yo si se lo daba podia sacarle los higados sin remordimientos, era un chatarrero a lo grande y apaleaba los millones. "Me dejas probar a ver que tamaño te entra y partirte bien el culo para que vayas preparado"
Con mucha dificultad y bastante vaselina me metió por el culo un calabacin que buscó en la cocina y trajandole bien me consiguió el boquete que tu probaste.
- Que mariconazo eres Raúl. No sabes tú lo que me costó admitir que fue el polvo mas intenso y placentero que tuve nunca. Me despertaba de noche, empalmado a reventar con tu culo fijo en mi mente, y asi en durmevela me masturbaba pero viendo que te follaba y te besaba al tiempo. En cuanto me corria, me desesperaba de haber experimentado tanto placer  con un tío. Yo creo que de no haber encontrado a Connor, que me ayudó mucho, me habría vuelto loco. No me consentía ni siquiera pensar que era bisexual. Bueno venga sigue.
- Aquella noche del calabacin, acabó como tenía que acabar, te lo puedes imaginar. Yo a Sergio nunca le podré negar el culo. Fijate, que Ainara me la presentó él un dia que venía de hacer un trio con ella y Sandra y Ainara era una cria aún. Le pareció de lo más normal que Sergio y yo tuviesemos nuestros encuentros.
- Así de competente es Ainara, y además que bien folla y con que naturalidad.
- Bueno, Ambrosio, que pierdo el hilo. A los dos dias de hacerme un coño con aquel dildo descomunal, me llevó a un ático del Paseo del Retiro. Yo nunca habría podido imaginar que existiese un piso de esas dimensiones. Costaba caminar sin que se te doblasen los tobillos, tal era el espesor de las alfombras. Yo con mis catorce años estaba sobrepasado del todo. Un hombre rondando la sesentena, calculé, muy serio aunque amable y con guantes blancos nos llevó a Sergio y a mi a un salon enorme, no, más enorme aún. Habia alli cuatro señores, dos señoras y un chico mas mayor que nosotros, desnudo con la mayor naturalidad que tenia cogida por la cintura una chica tambien desnuda. Al entrar en la estancia todas las miradas se nos clavaron encima. Yo al ver la parejita joven desnuda no pude remiprimir la excitación. Se levantó enseguida demostrando una agilidad envidiable un hombre de unos  cincuenta años de pelo casi blanco y aspecto jovial. "Éste tiene que ser Raúl" dijo y me tendió la mano. Se dirigió a Sergio y le dijo, supongo que para no intimidarme, que me dijese que me desnudase. Cuando Sergio me lo dijo empezaron a temblarme las piernas. No era como cuando el cura dijo desde dentro de su casa que nos desnudaramos, que era como mas familiar, pero en aquel salon, con aquellos cuadros y muebles, yo me queria morir. Ambrosio se dio cuenta, tenía mundo, se me acercó y pasandome la mano por el hombro, me dio un beso en la mejilla y me acompañó a su sillon. Me dijo que él me desnudaría y asi lo hizo.  Mi excitación había desaparecido y con destreza, Ambrosio, me dejó en calzonzillos. Luego me hizo subir a una mesita baja que podía girar para que pudiese verme cualquiera de los presentes en la habitación.
No se cómo pero me fijé en el hombre de guantes blancos que muy tieso y serio permanecía al lado de la puerta. Me llamó la atención que con mucho disimulo se colocaba su paquete que era evidente que crecía. Él comprendió que yo me habia dado cuenta y se humedeció los labios con la lengua, expresando un deseo lujurioso como yo jamás he podido volver a ver.

Cuando tuve mas confianza, se lo dije a Ambrosio y el me contó quien era Fermin.
"Tenía yo siete años" me contó "cuando mi padre me mandó con las cabras al monte a mediados de invierno. Mientras las cabras triscaban lo que podian por los riscos, yo me moria de frío en cualquier abrigo que encontraba. Me sangraban los sabañones de las orejas y lloraba porque quería con mi madre. Mi padre me tenía dicho que cada cabra que perdiera iban a ser diez cintazos de su cinto en las posaderas, y yo sabía como se las gastaba el cabrón de Celedonio. Llevaba en el zurrón tocino de hoja, medio queso y pan de centeno que dura mas, aunque es duro de roer. Cada semana bajaba a casa, padre contaba el ganao, madre reponía el zurrón y yo volvía al monte" Cuando contaba estos lances, Ambrosio perdía la mirada en el horizonte y las lágrimas pugnaban por abrirse paso, pero sabía como controlarse.
" Una de las veces, ya metidos en primavera, mediados de Abril, mi padre me dijo que iría al monte acompañando a Fermin con su reata de cabras. Aquel Fermin, éste que tu conoces ahora tan bien vestido, era un gañan de diecisiete años, casi diez mas que yo, que desde el primer momento me hizo una caricia tosca en la cabeza, despeinandome y diciendome que estaba hecho un zagalón y nos ibamos a llevar bien, tras lo que me dió un azotazo en el culo con la mano abierta que me hizo trastabillar.
Ibamos trocha arriba a buscar los pastos para los rebaños y me llamó la atención que cuando tenia que orinar no se resguardaba como que presumiendo de atributo o cuando giñaba, se quitaba el calzón y lo hacia delante de mi casi desnudo. Yo cuando tenia que hacerlo buscaba una peña que me resguardarse o un arbusto y él se reía de mi acusandome de ser una señorita, que los hombres no tenian reparo en mostrar sus triunfos. En una de esas ocasiones en que se detuvo a plantar un pino, como decía a cagar, me pidió que le buscase unas hojas con que limpiarse. Le llevé algunas y por sorpresa me agarró del brazo y me dijo casi en un susurro '¿no te gustaría limpiarme el ojete, tu?' Me asusté y de un tiron, me deshice de su presa con tanta fuerza que él se desequilibró y acabo sentado sobre su mierda. Yo me reí a rabiar y el con cara de querer matarme me dijo, que me acordaría de aquello".
Yo asombrado, le pregunté si no se daba cuenta que Fermin quería follar.
"Era muy pequeño. Yo no me había masturbado nunca aún, no entendía porqué hacia aquellas cosas. Hasta que un día que el llevó sus cabras a otro pago, no permitiendo que las llevase yo, con el achaque de que el quería ver primero si merecía la pena. Como tardaba, dejé mis cabras en un ribazo y me fui a resolver mi intriga. Estaba ya alejandome demasiado para mi gusto de mi rebaño, cuando escuché unos gemidos, como de sufrimiento de alguien. Me acerqué un poco más y aún no entendiendo lo que veía pues solo se lo había visto hacer a los machos con las cabras, mi cuerpo reaccionó con una erección intensa y muy placentera. De forma instintiva me empecé a tocar y a acariciar y de pronto no se si me puse intenso pero el pellejo se retrajo y apareció una especie de bola roja que no sabia si dolía o daba placer. Debí hacer mucho ruido porque de pronto apareció por allí Fermin desnudo como yo le habia visto con el otro hombre detrás haciendo movimientos espasmodicos. El hombre que vi detrás de él le seguía, subiéndose los calzones.
Fermin, se quedó parado delante de mi, con una amplia sonrisa y exhibiendo un tranco enorme en comparación con el que a mí me dolía tanto. Se acercó a mi y yo me quedé paralizado. Estaba asustado y encantado al tiempo; querría y no querría estar allí al tiempo. Pero cuando Fermin cogió mi mano y me hizo acariciar su sexo, sentir ese trozo de piel, dura y suave y caliente a la vez, supe que eso es lo que quería. Me dijo entonces que se lo besase y al principio me dio reparo, pero mi sexo ante esa posibilidad se enardeció aún  mas y poco a poco fui acercando los labios a su capullo, que destilaba un fluido trasparente, pero eso no me retrajo, al contrario, me hizo separar los labios hasta que su sexo entró en mi boca. Fue algo agradable y el empezar a masajear con mi lengua su frenillo fue totalmente intuitivo. Y estaba yo en una dimension atemporal disfrutando de aquello que acababa de descubrir cuando el otro hombre habló: 'Vaya, vaya, un alumno aventajado, que calladito lo tenías Fermin. Lo mantienes entero o ya le has partido el culo' Cuando escuché aquello deje de chupar y me incorporé justo a tiempo para ver como Fermin guiñaba un ojo a su acompañante y decía: 'Enterito' Aquella montaña de carne se abalanzó sobre mi y ya solo tengo recuerdos entrecortados. A Fermin diciendo, a ver si le rajamos y luego..., y al otro contestar que a mi edad estabamos muy tiernos y elasticos, que en el fondo me iban a hacer un favor. El primero fue el borrico aquel. Fermin me sujetaba fuerte mientras yo suplicaba que por el culo no, que se lo diría a mi padre. Fermin contestó riendo que quien se creia que le había partido el culo a él precisamente en esos mismos riscos con nueve años. El hombre aquel se quedó desnudo como su madre le parió; primero me intentó meter la lengua, lo que me tranquilizó porque era muy gratificante, luego metió el dedo y me dolió. Grite y grité y el tío decia que más fuerte que eso se la ponía mas dura. Luego con el tocino que llevaba en el zurrón me lo restregó para ponerme suave y luego, con el corazón acelerado sentí como que me habrian en canal. El dolor mas tremendo que nunca pude sentir. Aún lo recuerdo y me duele. Estuvo bombeando en mi culo hasta que debió relajarse, no puedo determinar el tiempo y el dolor desapareció y mi polla empezó a ponerse dura. No me lo podia creer, pero me gustaba. Acabó con unas arremetidas fortisimas que yo deseaba que no terminaran nunca, tanto me complacían, hasta que paró. Entonces se salio de mi cuerpo y le dijo a Fermin, que le tocaba, que él me sujetaba. Yo contesté con vergüenza por tener que decirlo, que no hacia falta, que me gustaba. Fermin me folló y sólo sentí placer. Mientras me penetraba me sacudia mi polla hasta que llegué a un punto de placer y desfallecimiento que no queria que acabase. Un poco después,  Fermin dio otras dos o tres arremetidas y me dio la vuelta a la cabeza para besarme en la boca metiendome su lengua. Cuando se retiró y me iba a poner el calzón noté que algo resbalaba por mis muslos y me asusté. Grité a Fermin diciendo que tenia sangre a lo que se rió diciendome que era solo la leche que todos los hombres echamos cuando nos corremos. ¿Nos corremos? Y eso que es. Me dijo que yo era  chico aún para echar leche.
Mirando a Fermin, muy serio, continuó. Todos los dias al menos dos veces el muy cabrón me follaba, y yo feliz. Mientras duró aquella campaña fui el mas feliz del mundo. Y en voz muy baja, casi al oido me confesó que seguía follandole igual de bien.
Cuando regresamos, Fermin, le debió hablar tan bien de mi a Celedonio, que a la semana de volver, me llamó desde el corral a voces. Me temí lo peor. El cinto de mi padre era temible. Algo debi hacer que le había molestado, pero no habia perdido ni una cabra. No lo entendía. Llegué al corrral y mi padre me esperaba con las manos en la hebilla del cinturón. Me dijo que me bajase los pantalones y me echase sobre una paca de paja. Me iba a majar a latigazos. De pronto sentí que me mojaban el ojete e inmediatamente me metian una polla. No sentí ningun dolor, solo, le dije en voz baja a mi padre: Padre, más fuerte. Padre me contestó: 'Que suerte he tenido, me ha salido un mariconcito'. Aquel comentario me satisfizo extraordinariamente"

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