miércoles, 8 de abril de 2020

INSTITUTO


La vida vista como la interrelación entre individuos es una maestra antigua de las de puntero e impertinentes. Ella enseña y de ti depende aprender. No suele repetir las cosas. Si asimilas lo que enseña y no consientes escandalizarte cuando sabes ya que y quien eres, la felicidad como aceite abriendose paso entre aguas aflora en tu vida y te permite sonreir.
Volver a rememorar lo que sucedió en aquel Instituto G. Marcel entre los quince y los casi dieciocho años en los que terminé mi secundaria, por mucho que intentara enterrarlos en cotidaneidad e impostura terminarían por hacer aflorar aquella semilla que se sembró una tarde de Agosto junto a la playa por la mano de un personaje para el que la unica norma de vida era obtener placer, daba igual de donde manase. Podia ser una agua clara de roca de un manantial milagroso o agua sucia de un albañal infecto. A mi siete años yo no fui para tío Leo más que un trozo de carne caliente con el que satisfacer su lujuria, esperando carne mas palpitante y entregada, como la de Sarita.
Quizá era pequeño para sacar enseñanza aprovechable de aquel mal trago, pero lo que dejó de recuerdo fue una forma distopica de relacionarme con el placer. El enunciado de aquel tema era: El placer se encuentra en el arrojo, el dolor en la cortedad. Aprendí solamente a identificar señales de acceso al placer en el descaro y la valentía. La reflexion y la prudencia no me harían gozar más que de mi contención.
- Bueno Alex - le urgió Raúl dandole una palmada en el muslo - la pizza se ha terminado y la birra también y falta lo del instituto. ¿A que esperas? Estoy en ascuas. ¡Anda que no guardabas tu nada! Y que cabrón, te las diste de estrecho y te has tragado mas pollas que La Faraona.
- No, no, más pollas que esa seguro que no - miró su reloj y se levantó - y se hace tarde. Me estan esperando en casa.
- Niño, mañana en casa de Sergio, que va a estar Sandra y Ainoa, que ibamos ha montarnos un bukkake. ¿Te animas?
- Contar lo del instituto delante de las tías...
- Si, que a lo mejor se asustan. Si lo saben todo, Alex, y además que vergüenza ni que leche, si has follado con ellas.
- Venga, vale - transigio Alex - pero yo solo. Con mi novia, no.
- Va. Por la tarde y de paso cenamos allí, veras que morbazo cenar entre corrida y corrida.
Alex se despide de Raúl y decide que va a ir andando, cruzando el Jardin del Mediodia, para llegar a su casa. Estaba declinando el sol y las sombras se alargaban sobre el albero de los caminos del Jardin. Era agradable el paseo otoñal, sin prisa, pensando en cómo presentar al día siguiente lo que ocurrió aquellos tres cursos de instituto. Los olores de humedad, hojarasca y naturaleza preparandose para el descanso daban tranquilidad y reposo para pensar. Alex se sentó en un banco de piedra a ver caer la sinfonia de colores tierras, ocres y rojos oscuros con forma de hoja de arce, castaño de indias o sauce.
Aquel mismo ambiente que había cuando con quince muy recien cumplidos y el corazón pegando brincos en el pecho, Alex enfiló falsamente resuelto la entrada del Instituto Gabriel Marcel. Sus padres, por destino de su padre, se habian trasladado a aquella ciudad de la meseta, fría, reseca, sería y misteriosa, con sus callejuelas y fama de estudiantil y alegre. No conocía a nadie y por tanto todos eran potenciales enemigos. La maxima que su padre había intentado grabarle a fuego fue que fuese gris, que se confundiera con el paisaje y que no permitiese sobresalir hasta que se fuesen formando las pequeñas tribus que delimitasen sus respectivos territorios.
Alex era alto para su edad y aunque no era muy musculado estaba bien formado y tenia un aspecto masculino muy acusado.
Aquel primer día.
Estaba absorto en el caer de las hojas y con cada una de ellas un gesto, una mirada, una sonrisa. Aquella sonrisa le desbarató. Fue entrando en su primera clase; biología, el profesor entrado en años les iba diciendo que fuesen tomando asiento. De pronto la clase entera desapareció y solamente relumbró una debil sonrisa, menos que un esbozo que con un ligero gesto de enarcamiento de cejas le señalo el pupitre al lado del suyo. Fue como si le hubiesen dado una orden, se dirigió al pupitre y dijo: hola tío, yo soy Alex. El otro amplió la sonrisa enseñó una perfecta hilera de dientes blanquisimos y sin abandonar el gesto cordial: hola, yo soy Abel.
- Que tal - dijo Abel - ¿eres nuevo por aqui? bueno, nuevos somos todos, pero mas o menos venimos del mismo colegio y las caras suenan, y la tuya no me suena de nada.
- A mi padre le trasladaron a principios de otoño y me dieron plaza en este instituto - contestó Alex.
Enseguida el profesor, con un atiendan "Vamos a presentarnos" comenzó la ronda. Cada uno se ponia en pie y decía su nombre.  Cuando le tocó hacerlo a Abel, se levantó un murmullo y risas cohibidas que el profesor perro viejo cortó de raiz.
- Y esos murmullos cuando te has presentado Abel, ¿que pasaba?
El muchacho se quedo mirando con una sonrisa enigmatica a Alex y agachó la cabeza
- Tranquilo Abel, no tienes porque decir nada. Es solo que es al unico al que han hecho murmullo.
- Soy gay - dijo sin ambages Abel - Cuando acabó el curso pasado el tutor creyó que era una buena idea que en la clase uno por uno nos fuesemos despidiendo del resto. Cuando me toco a mi, decidí que era buen momento para salir del armario. En clase hay antiguos compañeros del colegio y les debe hacer mucha gracia. Ya sabes que si te ven conmigo lo que van a pensar.
Fue un terremoto. Habian pasado mas de siete años. Lo tenia olvidado. Con trece años en Tenerife estuve flotando los quince dias que estuvimos allí enamorado perdidamente de una niña sueca de doce años. Recordaba que quería morirse antes que dejarla para irse a dormir y cada mañana era la ansiedad personificada por llegar a la piscina del hotel. Tan escandalosa era la situación que mi madre en una ocasión tuve que sacarme del recinto porque el bulto que ofrecía a la vista de los bañistas en cuanto estaba delante de la niña era un escándalo. 
De repente una declaración absolutamente cruda, sin excusas, sin disimulos sin culpa obró el ensalmo de hacerme retroceder casi ocho años y recordar no el sexo de tío Leo, no, sino el sentimiento que me provocó. Esa intensa felicidad compuesta de temperatura, presencia, olores, tersura y estimulación visual. Una voz susurante y el milagro estaba hecho. Nada, al parecer, que ver con el sexo. Lo que sentía por la niña rubia de largas trenzas era algo mas carnal, no tan profundamente animico como lo que Abel acababa de resucitar en mi corazón.
Me preguntaba como podía yo explicar algo tan complejo. Si me pusiesen al lado de tío Leo, seguramente lo rechazaría con asco, pero como podía yo conciliar eso con el deseo de poder volver a ser aquel niño con aquellas sensaciones. Pues Abel con aquel sencillo sintagma, habia conseguido hacerme volver a ese momento. No sabría como explicarlo sin caer en lo burdo, lo torpe, la sal gorda del sexo exento de todo lo demás.
Ahí sentado, frente a la naturaleza tan cruda y tan delicada recordaba con total trasparencia y crudeza como sintió cada palabra que le contestó a Abel.
- Me da igual que piensen que soy gay. ¿Sabes? Quizá lo sea, un familiar, hace muchos años, abusó de mi, un abuso mas emocional que fisico. Creía que aquello estaba sepultado en el infierno de mi alma por los siglos y tu confesión tan sincera y natural me ha hecho pensar si no habría yo reprimido aquella tendencia que mi tío Leo me despertó abrumado por el rechazo que podia producir.
- No te agobies. Si aparece en ti esa tendencia dejate llevar, no luches, no sufras. Cabe la posibilidad de que seas bisexual y tambien entonces lo notarás. Solo que cuando formalices una relación no puedes obviar decir a tu pareja cual es tu estado sexual. El heterosexual sabe que tiene que ser fiel a su mujer u hombre con otra mujer u hombre. Si eres bisexual es mas difícil tienes el doble de oportunidades de ser infiel - le hizo gracia su ocurrencia - Pero, vamos, ni lo pienses mas.
- Si, pero como alguien intente meterse  contigo, se las verá conmigo...
- Que va, Alex. Yo me se defender. Podré ser gay, pero soy un tío con su dignidad y su amor propio. Estoy saliendo con un chico. Cuando nos conozcamos mejor te lo presentaré.
- Por cierto, Abel, porque al entrar en clase me sonreiste y me indicaste donde sentarme, a tu lado.
- No se, te vi una luz especial. Tu mirada, tu habito fisico, todo tú, me gustaste. No para acostarme contigo..., de momento
Y se echó a reir con ganas.
Se cruzó con ellos un grupito de chicos con aspecto de echados para adelante
- ¿Que gracia os hacéis las dos? - dijo el que parecia llevar la voz cantante.
Alex no lo pasó por la parte de cerebro dedicada al raciocinio. Sencillamente se volvió tal como Ruben (asi se llamaba el chulito) dijo la patochada y de una sola bofetada a mano abierta le tumbó.
- Abel es gay, si, ¿y qué, cabrón? Y yo, Alex, quizá, te voy a dejar con la incognita, pero somos dos tios, masculino, no tías, y nos hacemos gracias LOS dos. Y la proxima vez no voy a ser tan indulgente, la proxima vez te desfiguro.
El grupo de Ruben se quedo helado ante la determinación de Alex. Nadie volvió a atreverse a meterse con ninguno de los dos.
Se iba haciendo tarde y empezaba a refrescar. Alex se levantó y con los ojos aún humedos por recordar aquel lance, Alex dirigió sus pasos a casa.

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