jueves, 23 de abril de 2020

CHANO - I


Siempre fue brillante.
Desde la escuela ya sobresalia. Chano, como se le conocía en la familia, hizo su ingenieria de forma meritoria y ya en cuarto una empresa aeroespacial trasnacional le captó. Su vida era estudiar, primero porque le gustaba y segundo porque quería sobresalir.
Y mas que sobresalir, salir de esa familia que no le entendía. Una familia muy trabajadora pero para la que todo lo que no supusiese esfuerzo físico, necesitar una limpieza a fondo al final del dia o tener las manos encallecidas eran mariconadas propias de señoritos que no servían mas que para vegetar a costa de ellos que eran los que de sol a sol se partian el lomo. Su madre, Rosario con mas sentido que todos ellos además de sus tareas domesticas echaba después horas por las casas para subvenir a los gastos que caían por fuera de la beca con la que su niño estudiaba.
Cuando de la compañia aerospacial le firmaron el precontrato el padre refunfuñando aceptó pero no sin rezongar que al final iba a ser un señoritingo que no iba a poder cargar un saco de cincuenta kilos. Rosario no cabía dentro de si, no tanto por el triunfo de su Chano, como por el mojicón sin manos en todos los morros que le acababan de dar a la acemila de su marido.
El primer dia que se incorporaba a la fabrica con su puesto de programador de robots de montaje, a sus veintitres años y cara aniñada, el guarda de la puerta de directivos le negó el paso y le remitió a la entrada general de obreros.
Pensó Chano en la cantidad de "padres" aquejados de estupidez aguda que existirian por el mundo. Chano insistía e insistía en que llamase a personal, explicando que sin él los robots ese día no se iban a mover. El guarda se cachondeaba de él y le seguía impidiendo el paso.
Se acercó entonces un Maseratti cuatro puertas que al acercarse a la valla se abrió al ser accionada por el guarda. Al pasar el coche se detuvo a la altura de Chano.
- ¿No entras, te da miedo? - echandose a reir
- No me deja el guarda, don Felipe. Dice que los aprendices no entran por aquí a la fabrica.
Don Felipe llamó al guarda.
- Este señor, Don Sebastian Marquez para usted, pertenece al equipo directivo. Hoy es su primer día, por eso no tiene identificación, pero su obligacion es pedirle carnet de identidad y llamar a personal. Y que sea la ultima vez que impide el paso franco a un ingeniero de esta empresa.
- Lo siento Don Felipe, no volverá a suceder.
- Montate, Chano, - le indicó su jefe - y comprate un coche para venir. Si no tienes dinero, vete a administración y que te adelanten lo que pidas con cargo a extraordinarios.
- ¿Extraordinarios?
- ¿No lo sabias? Cada tres meses y según el cumplimiento de contratos el equipo directivo recibe, en B, una cantidad. Habra de sobra para el coche que se te antoje.
- Gracias.
En su departamento trabajaban seis personas, una de ellas Luisa. No era muy alta, pero tenía buen cuerpo y además era simpatica, siempre de buen humor. Chano nunca tuvo tiempo para juegos de adolescente, le iba en ello su futuro como ingeniero, de manera que no tuvo muchas oportunidades de aprender estrategias de ligue. De haberlo aprendido se habría dado cuenta que Luisa con la sonrisa que le dispensaba y ese mohin graciosillo que le hizo, casi imperceptible le estaba diciendo que hiciese lo que quisiera con ella, pero claro, Chano lo interpretó como un cumplido de buena educación.
A las tres semanas de empezar a trabajar, Luisa tuvo que poner el turbo y presionar. Chano la volvía sencillamente loca. Y tan explicita fue en sus demandas que directamente le invitó a su casa a cenar.
- ¿Te vas a tirar a la gordita, eh canalla? - Leonard, otro ingeniero recién llegado de Belgica algo mas mayor le hacía la gracieta.
- ¿Que, que dices, hombre?, yooo, nooo
- Venga, ánimo, desde luego si fuese yo el que te invitase no te me escapabas. Tienes un polvo de antología  No hay más que verla. ¿Para que crees que te invita?
- ¡Leonard! tu, tu ¿eres gay?
- Bi, solo bisexual y ceeme que tienes un sex- appeal que te hace irresistible. Pero tranquilo yo ya tengo mi pareja. No me extraña que Luisa esté de los nervios.
La cena en casa de Luisa fue cualquier cosa menos una cena. Chano llegó a la casa y Luisa le esperaba en albornoz con una toalla a modo de turbante en la cabeza.
- Has llegado muy pronto, mira como me has pillado. No tengo ni puesta la mesa ni la cena preparada. Un desastre.
Chano tenía una botella de vino en una mano y un ramo de flores en la otra y estaba parado en el umbral de la puerta sin saber si entrar o salir corriendo. Solo balbuceaba sin sentido.
- Anda, pasa. Como todos los hombres, ni idea de nada.
Luisa cogió la botella y el ramo de flores, los dejó sobre una mesita al lado de la puerta y tiró sin contemplaciones de la mano de Chano hacia si. Al atraerlo soltó los brazos con los que se sujetaba el albornoz y Chano quedó abrazado a un cuerpo desnudo y caliente. Chano sintió enardecerse de súbito y se apretó contra ella intentando fundir los cuerpos como su instinto exigia.
- Soy virgen aún - le susurró al oído - y no nos conocemos bien. Tengo una boca de seda.
- Y hay mas orificios - se arriesgó él cumpliendo un deseo imposible que le martilleaba desde que se acercó al abismo de su sexo - que la humanidad ha utilizado desde que los hombres eramos primates.
- La boca es mas comoda y limpia. Y así yo descubriré tu maestría con la lengua.

Sonó el timbre y era el de la pizza.
Mientras reponian fuerzas tan desnudos como cuando estaban en la cama, Luisa excitada otra vez con la presencia de Chano le felicitó:
- Vaya, vaya, no imaginaba yo que pudieras tener ese conocimiento de las necesidades de una mujer.
- ¿A que te refieres?, Luisa
- El manejo glorioso que hacias de los pezones mientras me mordisqueabas el clitoris. Aún los tengo gozosamente doloridos - y mientras lo decía se los pellizcaba y separaba las piernas para que Chano observase su sexo enrojecido e ingurjitado babeando secreción.
- La verdad - respondió balbuceante Chano - es que ha sido puramente instintivo, era la primera vez...
- Pues quiero más instinto - y se despatarranaba de una forma grotesca pasando su mano por entre sus ninfas e introduciendo sus dedos progresando hacia el ano y masajeandolo.
Chano no pudo mas con su nueva erección y se lanzó entre las piernas de Luisa hundiendo la cabeza en el sexo y paseando la lengua arriba y abajo. En uno de los viajes su lengua topó con el ano y olvidando todo recelo cultural, guiado unicamente por su lujuria, a pesar de saber por donde se movia su lengua intentó horadar el orificio con la lengua. Luisa le animaba a que llegase mas profundo y la penetrase con la lengua. Chano estaba en un estado de locura transitoria y todo le daba igual, chupaba, mordia, succionaba, iba del sexo al ano y volvía con la cara envuelta en sus propias babas y las secreciones de Luisa. Llego un punto que sin poder aguantar más, Chano se levantó para cabalgar a la chica y entrar a saco en su cuerpo. Luisa comprendió lo que sucedía y levantó las caderas para exponer su ano.
- Por el culo, cabrón, que me vas a preñar - le vociferó
Chano solo tuvo que hacer una  pequeña maniobra y afrontó su pene al ano, ella, gritó un "Si" agudo y Chano de un golpe de cadera entró con rudeza en el cuerpo de ella. La excitación, el momento desarrollado, el deseo y la extrechez hicieron el resto. Con un rugido animal y levantandose como un cobra al atacar, descargo en el recto de la chica todo su jugo en medio de espasmos de placer. Luisa al tiempo manipulaba su clitoris con rapidez hasta que a la vez que su pareja entraba en espasmos de placer.
Quedaron los dos exhaustos sobre el sofá entre trozos de pizza. El pene detumescente se salió del ano de Luisa que solo alcanzó a murmurar:
- Me ha dolido, maricón, pero que bien das por el culo.
Cuando se recuperaron algo, estaban como avergonzados de lo sucedido y no se atrevían a mirarse a la cara. Al fin, fue Luisa la que rompió.
- Nunca me habian dado por detrás, y mira que lo han intentado. ¡que fijación teneis los tíos con meterla por detrás con lo confortable que es el coño!
- Bueno, tía, te la he metido porque tu me lo has dicho.
- ¿Que querías, preñarme? Cualquiera te quitaba a ti la idea de meter. En ese momento todo la vida se os concentra en la punta del nabo y la cabeza se os traslada a los huevos. Tu tenías que meter, bueno y yo queria que me entrase algo, necesitaba sentirme llena, no lo voy a negar, pero ibas a correrte dentro, si o si, así  que o era por el culo o espera de nueve meses, estaba a la mitad entre regla y regla, era fijo.
Pasado un rato, Luisa mandó a ducharse a Chano.
- Anda, Chanito, que como todas las primeras veces sean como ésta podiamos dedicarnos al porno. ¡Que polvazo, chaval!
El lunes, cuando llegaron a trabajar, ni se miraron francamente. Eran miradas huidizas del uno al otro, y claro no se le pasó por alto a Leonard. A mediodía, para la hora del almuerzo Leonard siguió a Chano hasta los servicios y se puso a su lado en el urinario. Miró al pene de Chano.
- Gastas buena talla, canalla, eso en condiciones..., ¡guau! La harías gozar, (y a mi, claro) - se sonrió esperando una respuesta positiva - bueno y ella a ti. ¿buena boca? Fue, ¿por delante o por detrás?
- Bueno, vale, ya está, que me cortas el chorro.
- ¿Quedamos esta noche a tomar algo y me cuentas? Puedo darte opinión de un lado y otro, ya sabes, bi. - y se sonrió con malicia.

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