domingo, 19 de abril de 2020

SEBASTIAN


- Mira Sebi, has tenido una hermanita.
- ¡Que fea! y que mal huele.
Sebastián a sus cuatro años no tenia muy claro que significaba tener una hermanita, él no habia pedido nada.
En las semanas y meses siguientes Sebastián se fue dando cuenta que el foco de atención estaba ahora en otro lugar, en otra persona:  Nuria. La odiaba, debería desaparecer de su mundo, y pasaba a otro aspecto de su vida como el colegio que llegó pronto y en el que su hermana dejaba de existir.
Los meses y los años fueron pasando y el niño cada vez iba cambiando sus intereses y salvo los típicos rifirafes de rabia entre hermanos por nimiedades la vida transcurría sin sobresaltos.
A quien no le transcurria la vida tan tranquila era a Nuria. ya tenia Sebastian diez años y su hermana con seis estaba intrigadisima por los manejos que su hermano y sus amigos tenian cuando se encerraban en su cuarto. No podia soportar quedarse detrás de la puerta de la habitacion de su hermano y corria a su madre a denunciar que Sebastian estaba encerrado en su dormitorio con sus amigos y que decir cuando salía su hermano con su amigo Ezequiel y con las bicicletas se iban.
Cuando Nuria tenia ya diez años y empezaba a tener otros intereses en cuanto a amigas, ropa y telenovelas rosas de television Sebastian empezaba a sentir algo menos de presion por parte de su hermana.
Con catorce años el coctel de hormonas que efervescian en el cuerpo del adolescente le hacian permanecer en una constante erección e interminable masturbación. Todo iba bien hasta que en una de esas maratonicas masturbaciones de donde habitualmente salía orina emergió con la potencia de un volcan una sustancia blanca opalina y pegajosa de olor caracteristico. No olia a nada que él hubiese olido antes. Una gota de esa efusión primera fue a parar a sus labios y su buquet le agradó. Cuando acabó aquel primer e interminable orgasmo con eyaculación y se alivió la presión sexual empezó a pensar que algo malo le acababa de pasar. Durante los siguientes dias mantuvo alejadas de su sexo las manos. No se quería tocar ni para mear, se sentaba como su hermana o lo hacia en la ducha sin mirarse siquiera. Pasaron así dos semanas y aunque el no lo supiera dentro de si crecia su deseo y sus sentidos se aguzaban y orientaban hacia  cualquier estimulo de caracteristicas sexuales.
Y fue aquella noche precisamente. En la cama era incapaz de dormir. La erección era su cuerpo, y el cuerpo solo una añadido incomodo a aquel pene que lo era todo en su vida. Sufría porque necesitaba aliviarse ya la vez temía que en aquella ocasión la efusión fuese de sangre y todo terminase de una forma dramatica.
Del fondo del pasillo su aguzado oído lubrico percibió una gemido que consiguió que su mano se dirigiera a su pene. Le estorbaba el calzoncillo y decidió engañandose, que con la camiseta era suficiente para dormir. Había iniciado la masturbación cuando otro gemido más agudo aún le llamó la atención. Saltó de la cama y descalzo y con sumo cuidado se acercó a la fuente de aquellos gemidos que le excitaban tan intensamente; sentía que sin tocarse el orgasmo se le acercaba. Llegó hasta la puerta del dormitorio de sus padres, la puerta estaba entornada y dejaban solo una rendija por la que atisbar lo que sucedía dentro. Con el corazón en la boca empujó con toda la delicadeza posible la puerta que cedió dócilmente hasta dejar suficiente apertura como para contemplar lo que sucedía. Sus padres desnudos sobre la cama con su madre a cuatro patas origen del gemido. Su padre desde detrás de forma casi inaudible le decía a su mujer que por el culo es por donde realmente les gusta a los hombres, le hipnotizaba la forma en que los testiculos en sus bolsas se balanceaban a cada embate de su padre golpeandole el sexo a su madre; ella gemía y reclamaba más empuje y dijo después algo que hizo que Sebastian alcanzase el orgasmo sin tocarse: "follame el culo, cabrón, clavamela entera"
Sebastian sintió que un calambre arrancaba  con una potencia inusitada entre su ano y los testiculos y progresando por el fuste de su pene estallaba en el glande. Supo que el fluido salía y puso su mano izquierda que se le llenó rapidamente mientras que de manera automatica la mano derecha empezó a agitar la verga, lo que prolongaba el placer. El semen le iba a rebosar la mano y se lo llevó a la boca. Dándose cuenta entonces lo que estaba haciendo volvió, lamiendose la mano para no dejar rastro de su trastada, a su dormitorio y se sumergió entre las sabanas. Ni cinco segundos después sintió como su madre entraba en el dormitorio le daba un beso en la frente y le susurraba : "duerme bien, cariño" la misma voz que antes urgía a que la follasen. Sintió inmediatamente el deseo de metersela él también. Su padre decía que por lo que suspiran los hombres es por el culo de una mujer. Deseaba poder correrse en el culo de una tía.
Los siguientes dias y semanas Sebastian  no podía dormir aguzando sus oidos por si escuchaba algun sonido salaz, pero no escuchaba nada. Incluso se acercaba a la habitación de sus padres, pero siempre estaba cerrada. Siempre acababa en su cama masturbandose y obteniendo el mayor placer imaginando que su padre le animaba a meter su pene en el culo de su madre.
El rendimiento en el instituto del chico empezó a decaer. Hasta su colega, Ezequiel se dio cuenta de que a Sebastian le pasaba algo. Insistió e insistió hasta que consiguió que su amigo se abriese.
- Venga, joder, Sebas, algo te tiene que pasar. A mi madre le dijo el medico que masturbarse no es que fuese malo, pero que como todo, si se pasa uno, debilita mucho. ¿tu te pajeas mucho? Yo suelo hacerlo dos o tres veces, tengo una vecina de veintitantos que me trae loco y estoy empalmado todo el día. ¿tu te pajeas tanto?
- Veras, es que lo mío es raro - dudó hasta el último segundo si confesarselo a Ezequiel o no - porque cuando cierro los ojos y veo lo que veo me masturbo dos veces seguidas sin parar, por cierto, ¿a ti te sale eso?
- Eso, que es - preguntó extrañado Ezequiel
- Lo que te sale cuando te entra el gusto, que sabe así raro.
- ¡Ah! Si, el semen, ¿lo has probado? Está como dulzón pero puaf, que asco
- A mi no me disgusta - le contestó Sebastian.
- Bueno, ¿pero que es eso que ves?
- Uf, me da no se que decirlo - estaba muy apurado - no vayas a decirselo a nadie. Ves, solo de pensarlo ya me empalmo. Veo lo que vi una noche desde la puerta del dormitorio de mis padres. Mi padre metiendosela por el culo a mi madre y ella diciendole que se la clavase con mas fuerza.
- Bah, te equivocarías y era que desde detrás la estaba follando y tu creíste que era por el culo.
- Era por el culo, porque le oí a mi madre que le gustaba por ahí. Y me dio tanto gusto, porque me imaginé haciendolo yo que me corrí sin tocarme y porque anduve listo y sali corriendo a mi cuarto si no me pillan. Vamos, es que no han vuelto a dejar entornada la puerta.
- Pues yo te digo la verdad. Te confieso que me he hecho mas de una paja soñando que se la metía a tu hermana, pero ahora que lo dices por el culo tiene que ser muy excitante.
- ¿A la gilipollas de mi hermana? Joder que asco de tía. Ni de coña. A lo mejor una mamada..., puaf, pero ni eso.
- ¿Pero tu madre no se quejaba de dolor? Ah, ¿cómo la tiene tu padre de grande?
- No se, no se la veía, estaba casi de espaldas, pero si veía como los huevos cuando arremetía le golpeaban en el coño a mi madre. Ella solo gemía de gusto y si le decía que lo hiciese más fuerte sería porque le gustaba.
- Pero tiene que doler - decía Ezequiel cargado de razón - eso es muy estrecho.
- Si, pero buenos zurullos que salen a veces por ahí. Si salen, ¿que razón hay para que no entre algo parecido. Algún dia tendriamos que probar.
- Joder Sebas, yo no soy maricón y hasta ahora creía que tu tampoco.
- Coño Eze, yo no soy eso, solo que un culo es un culo. Mi padre no es maricón y se la mete a mi madre por el culo teniendo coño. Y si ella puede disfrutar de su culo porqué no podemos disfrutar nosotros.
- Hombre, Sebas, por ahí tienes razón. Pero si probamos tiene que ser con alguna crema o algo, porque en seco..., aunque yo probaría con tu hermana.
- Tu que quieres, ¿preñarla?
- ¿Por el culo también se quedan embarazadas?
- No hombre.
- Te imaginas que nos la follamos los dos - y rompió a reir Ezequiel.

Fueron pasando las semanas y los meses, los cursos se fueron sucediendo. Sebastián salió con unas cuantas chicas, tonteos adolescentes tanteando sexo sin poder llegar a consumarlo. Lo mismo pasaba con Ezequiel aunque Sebastian el año que cumplió los quince notó cierta complicidad entre su hermana a punto de cumplir los doce y Ezequiel. Risitas cohibidas, evasivas y sonrojos a destiempo.
Cuando cumplió los dieciseis la madre de Sebastian le cazó en un renuncio a su padre. Su padre, que no era maricón tenía una aventura con un compañero de trabajo mas joven que él. Para Sebastian aquello fue un terremoto emocional. Todo estaba claro, le daba por culo a su madre porque quería un culo. Por eso le gustaba tanto. Hubo separación amistosa y Sebastian pasó una racha de indefinición en la que ya no sabía a que atenerse. Quizá le impactó aquella escena que presenció con catorce años porque su naturaleza era ser maricón. A pesar de todo sus devaneos con compañeras del instituto eran constantes, si bien no pasaba de la tipica paja en zona oscura.
Lo habló con Ezequiel, incluso se hicieron mutuamente pajas para ver si les gustaba mas que las que les hacian las amigas llegando a la conclusión que daba igual pero un tío no tenia tetas.
Fueron pasando los meses y las cosas se fueron normalizando. Sebastián perdió la aprensión a no ser heterosexual y la relación con su padre se normalizó cuando le dijo que su opción es que a veces le gustaba el sexo de un hombre y a veces el de una mujer. El lo sentía así y en ese momento Leonard, su compañero belga del trabajo era el que le llenaba. Sebastian pensó que quizá eso le pasase a él aunque de momento el no estaba encaprichado de ningún tío. Y lo olvidó

Acababa de cumplir Sebastian los diecisiete y como en años anteriores seguia con sus hormonas revolucionadas. Estaba casi mas tiempo masturbandose que estudiando, con la imagen del cuerpo de la ultima novieta en su imaginación. Aquella tarde de Setiembre, pegajosa de calor y cerca ya de comenzar el curso, Sebastian con los ojos cerrados ensoñando con Natalia y su ya enorme pene en la mano se masturbaba morosamente. No se percató que Nuria entraba como un gato en su habitación. Su madre estaba trabajando.
Sebastian abrió los ojos sobresaltado dando un respingo al notar otros dedos sobre su capullo.
- ¿Tanto te molesta o es que ninguna chica te ha hecho una paja?
- ¡Nuria! sal inmediatamente de mi habitacion ¿estás loca?
- ¿Loca? Loco tu de tanta paja. ¿No te has follado a ninguna tía? Con ese pedazo de rabo que tienes me extraña que no hayas follado aunque sea con un tío.
- Nuria, joder que tienes catorce años. Es más ¡somos menores los dos!
- Y eso ¿te quita las ganas? Le dijo mientras empezaba a acaricarle el pene y las bolsas. La tienes grande, hermanito, para dar placer a cualquier mujer, o a cualquier niña como yo, bueno o a Ezequiel. Porque no me vayas a negar que con Eze no has tenido tu algo. ¿te la ha metido?
- ¡No!
- Y a mi, ¿te apetece probarme?
- ¿Desvirgarte, yo? Ahora si que estás loca, de remate.
- Por el culo, tonto, por el culo. ¿tu que quieres, preñarme?
Sebastian se le quedó mirando a su hermana mientras las manos se le iban a los pezones. Se los empezó a pellizcar. Los tenia gruesos, sobre unos pechos pequeños pero duros. Empezó a gemir lo que le trajo a la memoria aquellos gemidos de su madre e inmediatamente su pene alcanzó su maxima dureza y magnitud.
- Vaya parece que lo del culete te ha enardecido - y tal como lo decía se levantaba su faldita e iniciaba el movimiento para sentarse sobre la verga del hermano.
- Espera, espera. ¿que vas a hacer? Sin vaselina ni lubricante ni nada.
- Sin nada - le dijo Nuria con una sonrisa maliciosa - no me hace falta, ya verás - y con una mano se pasó sus dedos por el sexo, recogió líquido que destilaba en abundancia y se lubricó el ano, luego dirigió el pene de su hermano su orto y se dejó resbalar. Entró como un punzón en un bloque de madera de balsa. Luego con suaves y bien modulados movimientos de caderas consiguió que Sebastián se corriese entre espasmos de placer.
Cuando recuperó el aliento solo pudo preguntar:
- ¿Ha sido tu primera vez? No, ¿verdad, desde cuando gozas por el culo?
- Preguntale a tu amigo Ezequiel - esbozó una sonrisa depravada - y ahora me perdonas, tengo que ir a descargar.
- ¡Ezequiel, cabrón, te vas a enterar!

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