domingo, 1 de agosto de 2021

TODO QUEDA EN FAMILIA

 

La verdad es que no tengo idea de que forma contar este hecho, prolongado hecho en el tiempo sin que se me malinterprete, porque las cosas contadas así en frío y sin dar más detalles del paisaje puede al que lee hacerle pensar que las personas a las que se refiere son monstruos horribles, casi con cuernos y rabo.
Era a los quince un chico normal, tirando a tímido. Me ponía como un tomate cuando una chica se dirigía a mi de forma amistosa y reaccionaba con chorros de testosterona cuando otro chaval intentaba medirse conmigo en plan gallo de corral. Que yo no quería ser el gallito, que conste, pero a algunos compañeros parecía que les molestaba mi mera presencia y a ellos me refiero. Más específicamente a Carmelo, un chulito pelirrojo, con la cara llena de pecas y una sonrisa malévola en los labios cuando me decía cada vez que me veía: "Que no me enteré yo que ese culito pasa hambre, que no me enteré yo" Martita la chica que tenía la habilidad de sacarme los colores me decía: "No le hagas caso Alex, no ves que lo que quiere es provocarte" Otras veces cuando iba él con su corte de chupaculos nos cruzábamos y me guiñaba un ojo y me ponía morritos como de beso. Cuando yo estaba de mala hostia a veces le decía que cualquier día le iba a partir los morros. Y lo peor es que Carmelo y yo éramos parte del equipo de atletismo y nos veíamos casi a diario en los vestuarios. En el vestuario, sin embargo siempre se mantenía a distancia, y yo lo achacaba a que no tenía a sus corifeos. Yo, si me dejaban en paz me alegraba, iba a lo mío y listo.
Martita, bueno, Marta tenía mi edad y raro era el día que no me pajeaba evocandola, y si forzaba un poco y la veía comiéndome el rabo, la paja duraba un suspiro. Pero no me atrevía a decirle que si íbamos al cine o dar una vuelta, solo pensar que pudiera rechazarme, algo seguro en mi imaginario hacía que me echase para atrás. Ese verano lo pasé mal; no pudimos ir de veraneo, mi hermano mayor entraba en la Uni y eran muchos gastos decía mi padre. Así que lo pase con los colegas del barrio, viendo el porno que podíamos en el teléfono de uno que su padre, divorciata, le tenía con gigas ilimitados para que le dejase en paz. Yo en cada chica veía a Marta y me era difícil disimular el empalme, aunque la verdad todos estábamos igual y casi todos con las manos perdidas en los bolsillos, cuando no descaradamente con la polla fuera y machacando. Un día como otro cualquiera ya cerca de setiembre vi a Marta con un perro, color canela, cachorro. Se lo habían regalado por las notas. "Se llama Canela. Es un labrador muy bonito, ¿verdad?"
Era un perro precioso, pero lo que me dejaba sin aliento era ella. Y cuando me dijo que porqué no la acompañaba todos los días a pasearlo, creí morir de felicidad. Y así cada día. Me olvidé del teléfono del colega y de los colegas, porque a cuenta del chucho empecé a entrar en casa de Marta, Martita para sus padres. Muy liberales. Desde el primer día, su madre nos dijo que al cuarto de Martita que es donde más intimidad podíamos tener, "a charlar o escuchar música, no vayáis a joderos la vida con un embarazo y si llega el momento, si no tenéis para condones, me lo pedís" y en ese momento me morí. Me quedé como la mujer de Lot, "venga muchacho, Alex, ¿no? que tampoco he dicho nada raro, anda iros al cuarto" 
Ya en el cuarto Marta me preguntó que me había pasado y le respondí que ni en mil años podría yo escuchar a mi madre decir nada parecido. "Mis padres son muy libres en ese aspecto, muchas veces les tengo que decir que follen más bajito que no me dejan dormir" Ya eso me dejó sin respiración y no sé porqué me empalmé con una libido tal que creía que me corría solo con desearlo. Pero es que Marta siguió: "y desde luego si algún día decidimos follar, será por el culo, por el coño ni hablar. El coño, quien sea me lo comerá, pero follar, por el culo. Da igual de gusto" Yo ya estaba descolocado y pensé en irme de allí, pero me picó la curiosidad y le pregunté que cómo sabía ella que gusto daba por el culo, a no ser que ya la hubiesen follado por detrás. Se sonrió y me dijo que tonto era. Se bajó de la cama, se subió a una silla y rebuscó en el altillo hasta que sacó con gesto triunfante un consolador un poco flexible, como de silicona de unos veinte centímetros con una ventosa al otro extremo. "Ves, mi madre no lo sabe. Este se lo cogí a mi padre de su armario. No sé si es para él o para mi madre, pero desde luego no me iban a decir 'Martita, tú has cogido el dildo de papá' Yo es lo que uso. Lo pego con la ventosa y me lo meto y una de las veces en lugar de apuntar a vagina se escurrió y empezó a entrar en ano. Me intrigó que sentiríais los tíos cuando os follan y me lo metí entero y me dio un gustazo salvaje. Con el dedo ataqué clítoris y casi me desmayo del gusto. ¿Nunca te ha picado la curiosidad o es que ya lo sabes?"
Le dije que no, que nunca me había dado por ahí y que era momento de irme a casa. En ese momento entró en el cuarto su madre a preguntar si me quedaba a cenar. Di las gracias lo mejor que pude, me disculpé con todo el apuro del mundo y me fui.
Ya en la calle sentí como si me hubiera quitado el mundo de encima de los hombros. Marta sabía latín. De pronto la imaginé desnuda pellizcandose los pezones y metiéndose el dildo por el culo y me puse duro como el pedernal y por primera vez en mi vida fui consciente de que tenía ano. No el boquete por el que se caga, no. Tenía un orificio por el que podía entrar un objeto y que según Marta proporcionaba un placer salvaje. Instintivamente me metí la mano por el pantalón y casi con veneración me palpé el ano. Luego me ensalivé el dedo y volví a hacerlo resbalar por los márgenes. No sentí nada especial, pero si es verdad que cuando pasé a tocarme el capullo estaba pringoso de tanto lubricante. Me saqué la mano, me olisquee los dedos y luego con cierta prevención los puse al alcance de mi lengua. No sabía a nada, quizá algo salado. Me refugié en un portal, me la saqué y me la exprimí sacándome un borbotón trasparente y viscoso, lo recogí con los dedos y me lo llevé al ano, no sabía muy bien para qué, me dejé llevar por mi instinto lubricando en ano hasta que me entró un dedo entero y lo reflejó la polla segregando más sustancia que recogí con el mismo dedo que me había metido y me lo llevé a la boca. Lo saboree hasta donde se puede saborear algo insípido, pero saber de qué se trataba y que venía directamente de mi culo me excitó como nunca antes, ni Marta, me había excitado y allí mismo, aquel portal dejé mi firma de ADN en forma de masiva corrida que se fue a estrellar contra la pared. Con atropelladamiento me subí el pantalón y salí a la calle. El hecho de haber estado en peligro de ser sorprendido añadió un plus de placer a la paja.
Camino a casa me reproché haberme comportado de esa manera. Algo así debían hacer los maricones y yo no lo era. Empecé a comprender eso que me decía siempre Carmelo "Que no me entere yo que ese culito pasa hambre" la sensación de tensión sin dolor, el hecho de romper el tabú de que por el culo ni un pelo de conejo y conservar para siempre el recuerdo de, como decía Marta, era un placer extraño y llegué a la etapa que hoy supongo que es la primera por la que pasa cualquiera que tiene su ano como punto mágico para destapar todos los placeres escondidos de la vida. ¿Si mi dedo había conseguido eso, que no conseguiría una polla? Me desembaracé de la pregunta cómo pude y me reproché haber caído en una trampa tan tonta.
Seguí acompañando a Marta con el perro que crecía rápidamente, intentaba evitar cualquier tema escabroso y cuando llegábamos a su casa achacaba que me esperaban en la mía. No quería pisar más el dormitorio de Marta porque sabía que una forma u otra acababa con el dildo en el culo.
Y empezó el nuevo curso. Carmelo seguía en sus trece "¡Ay ese culito que pena tiene!" y el corifeo le reía la gracia, y yo en lugar de pillarme el rebote, ahora, después de lo sabido y de la cantidad de veces que me metía el dedo para masturbarme, me entraba un escalofrío de terror, porque estaba sospechando que de verdad mi culito estaba triste y tenía hambre. El dedo me entraba ya con mucha facilidad y di cancha al segundo. Dos dedos hacían que me corriese de una forma explosiva pero más prolongada y no sé qué pasó que una vez, metí los dedos tan bruscamente que el capullo empezó a echar semen sin que el orgasmo se agotase. No sabía lo que había hecho y no pude repetirlo. Busqué por internet pero no conseguía datos que me explicasen que había sucedido. 
Carmelo siempre estaba con las indirectas relacionadas con mi culo. Tendría que ser astuto y en una de las ocasiones que Carmelo y yo nos quedasemos solos en los vestuarios le abordaría e intentaría averiguar qué sabía de esa forma de estimulación.
Se acercaban las vacaciones de Navidad y los campeonatos de atletismo de Secundaria eran en Enero a la vuelta de vacaciones, con lo que los entrenamientos tenían que menudear. Los dos éramos de la milla, y muy buenos. Entrenamos juntos en donde una vez hacía yo de liebre y otra hacia él. 
Uno de los entrenamientos antes de Nochebuena el entrenamiento había sido muy productivo, habíamos bajado la marca en casi dos segundos. Hacía frío era ya casi de noche. Las luces de la pista se apagaron, lo que quería decir que eran las siete de la tarde. Carmelo me dijo: "Venga Alex, vamos a la ducha o se nos congelarán los huevos" El vestuario estaba desierto y al poco de entrar el vigilante se acercó a decirnos que se iba, que cuando acabaramos apagasemos bien la luz y saliesemos que la puerta se quedaba cerrada por fuera sola.
Carmelo me miró y sonrió levemente. Me felicité de que las duchas no fueran corridas, sino cabinas con el tabique a la altura del tórax. Nos veíamos ducharnos pero no nos veíamos el cuerpo. Cuando empezamos Carmelo volvió a la carga: "Has dado por fin de comer a ese culito" y soltó una carcajada. Le contesté que se preocupase de que el suyo no tuviera hambre aunque lo dudaba con la cantidad de corte de tíos que llevaba siempre detrás. "Mi culo no tiene nunca hambre, pero a mí polla le encanta dar de comer a los culos hambrientos" y en ese momento sin poderlo remediar me empalmé. Recordé perfectamente esa sensación tan enorme que me hizo correrme con ese placer inextinguible y deseé poder repetirlo. Me planté delante de él, empalmado y todo como iba y le dije, que sin bromas, estábamos solos y de esas duchas no iba a salir Carmelo. Me miró muy serio, nunca le había visto ese rictus de gravedad en la cara. Me di cuenta que poco a poco su polla cobraba vida y crecía. Cuando le pregunté directamente si había follado un culo de tío o le habían follado a él, le vi palidecer bajo el agua de la alcachofa. "Y a ti" le contesté que yo había preguntado primero pero que no me importaba decírselo, que nadie me había follado nunca, aunque me reservé lo de los dedos. Le expresé mi malestar porque siempre anduviese con la misma broma y le expliqué que la causa de mi pregunta era que él si tuviese experiencia sodomita y por eso preguntaba tanto. Cerró la ducha y terminó de empalmar del todo. "Fijate, Alex, dos tíos de dieciséis años, desnudos, solos, frente a frente y empalmados. Yo no sé porqué estás tan tieso tú, pero sé porqué lo estoy yo, Alex, porque me gustas, cabrón, pero no sabía cómo entrarte. Además se te ve tan pillado con Marta que no sabía. Y si, si me la han metido por el culo. A los nueve años me desvirgó uno de dieciocho en un campamento al que me mandaron mis padres por gandul. Eso fue una violación en toda regla, y me dolió como no te puedes imaginar, pero me gustó sentirme a merced de un hombre, y a la semana le busqué yo a él. Y todavía nos vemos. Tiene veinticinco, novia y se va a casar el muy maricón, pero me encanta que me folle" Ante tan tremenda confesión le conté lo del dildo de Marta y como yo probé, sin pensarlo mucho con el dedo y como por casualidad me pasó aquello pero no sabía cómo volver a reproducirlo. Carmelo dio un paso al frente, me puso su mano en el cuello y me dijo: " Joder, Alex, la has liado. Dicen que si la coca, el crack o las pastillas, y no, Alex, no, lo más adictivo que hay es el culo, ya lo verás, y si para colmo has estimulado tu punto 'P' ya no hay vuelta atrás" Le dije que no era mi intención tener sexo con él ni con ningún otro tío y que su confidencia se iría a la tumba conmigo, pero que me preocupaba eso del punto "P" que quería volver a experimentarlo. Tanto a él como a mí con la charla se nos habían bajado las pollas, ya no estaban duras, me cogió ya por el hombro como viejos amigos y me invitó a que nos vistiesemos para irnos pero dijo: "Hay dos formas de volver a estimularte, que te metan un rabo como mínimo como el mío o que te compres un estimulador de próstata, si es vibrador mejor. Incluso si follas con Marta con el puesto sentirás tu rabo más grande y los orgasmos tremendos, al punto de dejarte sin respiración tanto placer. Y otra cosa Alex puedo besarte los labios, sin lengua ni nada, por favor" le dije que en vista de nuestra nueva amistad le dejaría, pero que yo cerraría los ojos, no quería verlo. Cerré los ojos, sentí el calor de su mano en mi nuca y el aliento de su respiración en mi cara. Luego sus labios húmedos sobre los míos durante un instante en el que sentí que volvía a empalmarme y me retiré. Intenté excusarme por mi nueva erección. " Tranquilo Alex, son labios, es sensualidad y a nuestra edad nos empalmamos con un polvorón. Tío, me has hecho muy feliz. Venga, vámonos de aquí que no respondo de mi, estoy que me salgo"
Salimos del estadio y cada uno tiro para su lado con un "hasta mañana"
Me quedé cavilando con lo que me había dicho y me cuadraba. El hecho de ser tan beligerante, metiéndose conmigo era porque no sabía cómo asaltar mi fortaleza. ¡Estaba pillado por mi, un tío! y entonces recordé su roce de labios y el calor de su mano en mi nuca. Tenía que ser sincero conmigo mismo, me habría gustado abrir la boca y rozar mi lengua con la suya, ¡Joder! Me habría gustado, ¿Y porqué no me dejé llevar? Llegué a casa me hice un bocadillo de salchichón y me fui a mi habitación. Mi madre me preguntó y le dije que el entrenamiento había sido duro y que sólo tenía ganas de dormir.
A la mañana siguiente, vacaciones, después de desayunar fui a ver a Marta. Me abrió su madre muy apresurada diciendo que en su habitación, que ella estaba en medio de una teleconferencia de trabajo. Subí las escaleras y escuchaba a Marta hablar como en cuchicheo, estaría con alguna amiga pensé, pero al llegar a la puerta entornada escuché claramente: "Sigue, sigue, canela, sigue" me acerqué a la rendija y vi a canela darle lametones en el coño a Marta que como con sordina gemía con los ojos cerrados. Solo ver la imagen hizo que se me disparase la polla. De forma inconsciente me saqué la polla y empecé el trabajo de paja lentamente. El mundo ya no existía, en mi cabeza había una mescolanza mareante de Marta, Carmelo, canela, ano y consolador. Sentía que todo mi cuerpo era sexo. Dejé caer mis pantalones y con la otra mano empecé a acariciar me el ano. Me ensalivaba el dedo y me lo metía, así una y otra vez hasta que Marta de un salto se puso de rodillas y vi perfectamente como llevaba puesto una especie de dildo en el culo que no se salía y como canela saltaba a la cama y comenzaba a follarla con rapidez mientras ella ya gemía sin recato. Y en esas estaba cuando una mano me acarició el culo. Del sobresalto se me bajó la polla. La madre de Marta me dijo al oído: "Vamos a dejar a Marta tranquila con canela. En cuanto acaben bajarán. Tú si quieres terminar puedes hacerlo en el cuarto de baño. Si necesitas un estimulador de próstata, te dejo uno de mi marido, están lavados y desinfectados" Me la quedé mirando con cara de descolocamiento absoluto y en algún lugar de mi cabeza o de mi polla, que sabía yo dije que si al estimulador: "¿Lo has utilizado alguna vez?" y la seguía mirando como el que se encuentra a un esquimal en un safari en Kenia y no sabe muy bien quién de los dos es el que está en el lugar equivocado. "Ven al dormitorio, te lo voy a insertar y yo manejaré el mando a distancia cuando estemos abajo en el salón mientras Martita acaba" y lo dijo con la naturalidad del que te dice que en cuanto se terminen de gratinar los canelones podemos comer. Me llevó, creo que flotando escuchando los gemidos de Marta y los gruñidos de canela que se iban alejando. Yo llevaba los pantalones desabrochados con los calzoncillos a medio subir, la polla fuera y sujetándome la cinturilla para que no se fuesen al suelo los pantalones. "Venga Alex, tu con la mayor naturalidad, quítate los pantalones y los calzoncillos y túmbate en la cama boca arriba, levantas las piernas y las abres en uve. Primero un poco de lubricante y ahora, relájate, que no duele" tenía en la mano una especie de dedo gordo de la mano nada más que más grande y remataba con un anillo como de goma. "Mira ves, esta parte superior cuando está colocada se pone en contacto directo con la próstata y cuando con el mando la hago vibrar la estimula y produce a los hombres un placer especial. Si en lugar de este artilugio te meten una polla gorda y el que la mete sabe lo que hace, como El Rubio, hace un efecto no tan mantenido pero si muy intenso. A mi marido le vuelve loco y no he sentido dentro de mi un miembro tan grande y duro como cuando El Rubio le sodomiza" Mientras me hablaba así me había insertado con facilidad el artilugio y luego el anillo que llevaba al extremo lo colocó en la base de mi escroto haciendo pasar los testículos por el ojo, recogiéndolos. La sensación de tener los huevos aprisionados era muy agradable. Luego cogió una especie de mando de garage y oprimió un botón "¿Notas algo?" sentí por dentro un cosquilleo y negué con la cabeza a lo que ella apretó el botón tres veces más y en ese momento sentí lo que aquella vez con mis dedos pero de forma intensa y a continuación surgió un géiser de semen que fue a caer sobre mi cara. "Bien Alex, ya se por donde vamos, ahora levántate, vístete y vamos abajo, tengo algo que contarte"
No habíamos hecho más que sentarnos y apareció Marta. Al sentarme el artilugio se hundió un poco más en mi cuerpo y la sensación de replecion con la conciencia de tener el esfínter dilatado me hizo empalmarme con más intensidad. "Mi marido prefiere sentarse en una silla dura cuando lo lleva, le da más placer y cuando es así se mueve circularmente sobre el culo y destila mucho preseminal y a mi me encanta lamerle el capullo, ¿Verdad Marta?" No pude por menos que dar un respingo. Le pregunté a Marta si ella participaba del sexo de sus padres, pero me contestó su madre: "Ya era mayorcito, Alex, para saber ciertas cosas"

No hay comentarios:

Publicar un comentario