"Cuando Martita tenía cinco años no había cosa que más le gustase que cuando su padre estaba sentado con las piernas cruzadas, empernacarse sobre el pie de su padre y decirle que caballito, caballito. Su padre movía el pie arriba y abajo y la niña cómo que se desmayaba. Consultamos al médico y nos dijo que su niña tenía orgasmos y eran de tal intensidad que la niña se desmadejaba. Ya sabiendo de que se trataba a su padre le gustaba proporcionar placer a Martita. Así hasta los once años. A mi me excitaba ver cómo Martita se corría ¿Verdad Martita? hasta que llegó un momento en que Marta con doce años se metía en la cama con nosotros y mientras su padre me follaba estimulaba el clítoris de Marta con la lengua y nos corríamos los tres. Un día, con catorce años Martita se plantó y quiso la verga de su padre para ella. Fue cuando yo le dije que si quería perder la virginidad con su padre adelante y entonces ella dijo 'y por el culo no se puede' y a base de lubricante y paciencia su padre la sodomizó. Tanta era la excitación de todos al hacerlo que le presente mi sexo a Martita y succionó mi clítoris de una forma tan delicada que me corrí como nunca y su padre hizo lo propio en su culo. Luego el padre le comió a ella mientras yo le estimulaba los pezones y se corrió. Después de aquello ya no pudimos parar. Por aquel entonces, se nos estropeó el sistema de aspersores del jardín y nos recomendaron al Rubio, un chico despierto que poco a poco nos fue siendo imprescindible. Un día, manejando el limpiafondos que Marta estaba a horcajadas sobre su padre los dos se pasaron de rosca y el pobre Rubio sin querer y sin poder quitar la vista del espectáculo cayó al agua. No sabía nadar el pobre y mi marido se tiró a sacarlo. El empalme de mi marido no había cesado y al tocar el culo con su rabo el chico tocó y le preguntó. Mi marido le dijo que con un culo tan duro y una piel tan morena y tan tersa se había excitado. Cuando salió el chico empapado, se secó y le llevé a la ducha en mi dormitorio para que se cambiase. Me lo dijo a la cara 'Su marido es maricón, me ha puesto el rabo, y lo tenía duro' Le contesté que no era maricón, estaba excitado porque su hija le estaba estimulando y me contestó que a él no le importaría follarse a quien fuera" Y en ese momento entró de la calle el padre de Marta. Saludó a todos y preguntó que hacíamos allí todos. Su mujer le dijo que yo llevaba un estimulador prostático porque había visto a Martita follada por el perro y estaba masturbándome muy excitado con mi dedo en el ano. El marido preguntó por el mando a distancia y le afeó a su mujer que no le dejase el mando al chico "Dáselo, cariño, y que el se controle. Pero quiero verlo. ¿Que hacemos vestidos? Venga, a desnudarse" Yo no sabía qué hacer, estaba arrasado y con un empalme como nunca había tenido. Deseaba todo. No sabía que pasaba pero deseaba tanto follarme a Marta cómo que me follase a mi su padre. Tenía todos los nervios de mi cuerpo a flor de piel. Toda mi piel era sexualmente activa. Me desnudé con fruición, disfrutando de enseñar mi cuerpo excitado. Canela apareció en escena y lo primero que hizo fue venir a conocerme. "Déjale que te huela y te lama la polla" la madre esperó un rato a que el perro me lamiese mis partes bien y luego le dijo a Marta que lo encerrase. El padre de Marta me dio el mando del estimulador: "Controla tú el orgasmo, chico, verás qué bien. Es otro mundo. Deberías sodomizar a Marta, o a mi, con el estimulador a tope, vas a flotar. Después de eso vas a querer una polla de carne. Espera. ¿Llamamos al Rubio?" No había terminado de lanzar la pregunta y la madre de Marta ya tenía el teléfono en la mano. "Dice que hoy imposible, que mañana tiene todo el día" el padre de Marta, le dijo que los chicos estábamos de vacaciones que si "Si, ¿verdad Alex? te va a encantar. Además no vas a tener muchas oportunidades de ver una verga como la del Rubio, luego si te decides, te la mete, es increíble, pero si no te decides, tienes el estimulador, que ya es tuyo, te lo regalo, por lo competente que eres" Yo estaba sobrepasado, no sabía cómo actuar y como tenía el mando del estimulador empecé a apretar el botón. Empecé a destilar abundantemente y el padre de Marta se abalanzó sobre mi polla "Es pecado mortal desperdiciar esa ambrosía" dijo después de sorber todo lo que echaba. Seguí apretando el botón y sentí un placer mareante. Entonces Marta se acomodó sobre mí y con facilidad pasmosa mi pene entró profundamente en su culo. La madre de Marta le dijo a su esposo que hiciese lo mismo con ella. El padre se sentó en una silla y la madre le cabalgó por el culo. Se pellizcaba los pezones y gemía como su hija. Marta se movía y yo no quitaba el dedo del botón, el orgasmo iba y venía y yo sentía el llenarse mi uretra de semen aborbotonada pugnando por salir. Era un placer intenso pero que no solo sentía en el capullo, era el ano, los pezones la boca, el culo, era mi cuerpo entero hecho orgasmo. Cuando se agotó el placer, mi respiración era trabajosa y todo mi deseo era dormir. Tenía muchas manos encima tocándome todo el cuerpo. Se que la polla del padre entró en mi boca por el sabor que tenía y porque me rebosaba las comisuras el semen. Olía, y ahora sabía a qué sabía, pero yo no era consciente de haberlo hecho. Mi yo completo fue sexo y todo placentero. Sabía que ya no sabría vivir sin eso.
Cuando me recuperé, me vestí a duras penas. "¿No te vas a extraer el estimulador?" Yo ya no le acordaba que tenía ese cacharro en el culo. El padre de Marta me metió la mano en la entrepierna y con delicadeza sentí como me salía algo parecido a un zurullo grande. Luego con una toallita húmeda me limpió y me dijo que hiciese contracciones para cerrar el esfínter. "Estás dilatado, Alex, ya no tendrás problemas para sodomizarte, por muy gruesa que sea la polla. El primer intento parecerá imposible y a los quince segundos y al segundo intento ni te lo podrás creer" Se llevó el aparato y me lo trajo en una bolsa "Está limpio. El mando va dentro también, que lo disfrutes. Procura que tus padres no lo vean, no todos los padres somos tan abiertos"
Cuando me iba, estaba tan abrumado que intenté salir por una puerta aledaña a la puerta de la casa. "Esa puerta está condenada, no se puede abrir, cariño" la madre se apresuró a llevarme hasta la puerta principal. Le dije a modo de disculpa que en mi torpeza había intentado meterme en el sótano. Me abrieron la puerta y la madre dijo como de pasada "Mañana te esperamos, recuerda, conocerás al Rubio" Yo contesté que al día siguiente era Nochebuena y me dijo, que eso era por la noche, que ellos tenían una fiesta, pero era para mayores, "Vente sobre las once, dará tiempo de sobra".
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