martes, 24 de agosto de 2021

TODO QUEDA EN FAMILIA (7)

 

Marta me llamó ya tarde el día 25. Me decía que procurasemos llegar pronto con un desayuno ligero, por si las náuseas, "y venir limpios por dentro. Ha dicho mi padre que un par de lavativas cada uno con una hora de intervalo. Supongo que los tres tenéis abierta la puerta de atrás, pues la manguera de la ducha con el agua templada y a poca presión puede ser la solución ideal, que para mierda, con la de mis abuelos vamos a tener de sobra. Un beso Alex" Nunca me había puesto una lavativa y suponía que ni Carmelo ni mi hermano tampoco. Llamé a Carmelo a su casa y le pregunté, no sabía lo que era así que le dije que a las seis y media en casa, o no venía. A mi madre le dije que nos íbamos de excursión, pero que dormíamos en una cabaña, y no hacia falta llevar nada, mi hermano y yo debíamos pasar tiempo juntos; muchas cosas que contar. A mi madre le pareció perfecto. 
A las seis y cuarto estaba Carmelo en la puerta, mi colega de atletismo, mamá, y ella lo comprendió. Andrés ya sabía lo que era, "a mi me lo han hecho una vez, que tenía curiosidad por el puño en el culo. Aunque a mí me metieron un cacharro de esos que les meten a las tías por el coño para mirar por dentro y cuando ya estaba abierto me vertieron agua templada, como un litro o más con un sobre que le echaron y al nada, me estaba vaciando por el culo. Muy agradable no es, la verdad" le dije que con la manguera de la ducha nos íbamos a apañar. A Carmelo se lo hice yo y me puso de mierda como para ir de cocktail, no se pudo aguantar y a la siguiente ya tenía más control y salió algo manchada el agua pero poco, "¿pero es que nos va a follar un regimiento en esa cueva?" Le expliqué la diferencia con mazmorra y se quedó más conforme. Andrés se lo puso él y también soltó lo suyo, "ya me puede comer el culo sin peligro el que quiera en casa de tu Marta" Yo me lo puse el último y la verdad que sí uno se preocupa por sentir las sensaciones de tu cuerpo llenándose de líquido es excitante. Yo mientras el agua me inundaba por dentro imaginé que el Rubio (que lástima que el Rubio no fuese a estar ese día en la mazmorra, me había hecho mella su polla, no solo en el culo, también en mi alma) me llenaba de semen caliente y me vibró todo el cuerpo. Cada vez mi pensamiento se iba más a territorios fálicos y Marta perdía peso en mi memoría. Sin querer cada minuto ponía más el foco en el ano y no en mi polla. ¿Sería motivo de preocupación? No lo sabía, pero de qué otra manera podría volver a estar empalado sin que alguien con 25 centímetros de dotación me brindase sus favores. Saberse a merced de la voluntad de alguien que te tortura los pezones sin posibilidad de evitarlo porque te tiene ensartado por el culo en lugar de provocar rechazo aumentaba las ganas de ser siervo y cumplir los caprichos de quién era tu dueño porque te poseía, eras suyo. Más que tener conciencia de eso, hacer carne eso me hacía temblar de un miedo placentero que me resultaba desconocido pero más deseable que tres orgasmos seguidos.
"Nos vamos ya, Alex. Y tu Carmelo acábate tu leche y no te preocupes que me parece que leche es lo que nos va a sobrar hoy"
"Ahora venís, muy bien, muy buena hora" Marisa nos abría la puerta. "Os gusta mi kimono" y preguntándolo se lo abría enseñando su cuerpo desnudo y dando una vuelta sobre sí misma para enseñarlo bien, "sabéis que a la mazmorra se entra desnudo. Allí no hay tabúes ni vergüenzas, todos nos producimos como nos dice nuestro deseo. Y lo primero que ocultamos, por la culpa que arrastramos es nuestro cuerpo. Por eso, fuera ropa" Carmelo intentó quitarse la sudadera, "¡No, aquí no! Cuando bajéis a la mazmorra. Por cierto recordar que no hay luz eléctrica, tendréis que encender velas que hay al entrar, para alumbrar la escalera. Calzado lo mismo. Desnudez absoluta. Abajo están ya Martita y su padre. Marisa nos llevó hasta la puerta y abrió, Ir bajando" Detrás de nosotros se cerró la puerta, el tiempo suficiente para ver las velas y las cerillas. Encendimos cada uno, una y empezamos el descenso, "esto es un poquito tétrico" Carmelo reflejaba en el temblor de su voz no tanto el frío que hacía, sino el temor a lo que podía encontrarse allí. Andrés iba en cabeza y cerraba la marcha yo. Enseguida llegamos a la sala de las perchas. Había ropa colgada ya y dos pares de zapatos. Se escuchaban gemidos apagados y olía a cerrado y a humedad. De un rincón de la estancia parecía que salía algo de resplandor. Nos desnudamos en silencio. No era lo mismo desnudarse así, en frío, que hacerlo para tener sexo. La prueba es que Carmelo se tapaba sus genitales con las manos y mi hermano Andrés procuraba no ponerse de frente. Estábamos cortados los tres, porque ninguno estaba excitado. Y de pronto sonó la puerta de la escalera y oímos unos pasos apresurados descendiendo la escalera. Canela, a quien Marisa hacia entrar en acción aparecía en el cuarto. Se vino hacia mí y me puse en cuclillas para acariciarle. Me metió el hocico entre las piernas para olerme y yo me dejé caer sobre mis rodillas, separando bien las piernas para dejarle libertad de acción. Carmelo se me acercó y alumbró con su vela, "¡Te has empalmado, tío!" Me había puesto duro como nunca y Canela me lamía el capullo, "guau, hermanito, eso tiene que doler, con esa lengua tan larga" miré a mi hermano que se acariciaba su sexo y ya había tomado dimensiones considerables, Carmelo, totalmente empalmado se sorprendió, "nunca se me habría ocurrido que con un bicho podía entrar tanto morbo" y poniéndose de rodillas a mi lado puso al alcance de Canela su miembro. Canela se puso nervioso y empezó a gemir por no saber a qué polla atender, y en eso desde el rincón del que parecía salir claridad salió Marta, "Canela, ¿tu que haces aquí. Y vosotros, ¿porqué no habéis entrado ya? Venga, entremos"
Con el corazón en la boca entramos a la mazmorra. Me sorprendió que estuviese tan iluminada pero enseguida me fijé en la cantidad de velas que había encendidas lo que producía un efecto fantasmagórico haciendo danzar las sombras sobre las paredes. Medio ocultos entre las sombras me atrajeron dos figuras pegadas a la pared. Me acerqué más y vi dos personas encadenadas, una mujer y un hombre, "mi abuelo y mi abuela. De vez en cuando se encadenan, más bien se entregan a mis padres, que son los que en función de su lujuria los encadenan con mayor o menor crueldad durante unos días, en los que les azotan, les pinzan, por ejemplo a mi abuela las pinzas con dientes en el clítoris le hacen ir de orgasmo en orgasmo, mi padre que es su hijo entonces la sodomiza y ella pierde la conciencia de puro placer" Sin poderlo remediar la mano se me fue al sexo de la vieja. Estaba muy mojada, lubricada y los dedos se me perdieron dentro e inmediatamente mi pene cambió de estado y se me disparó. Con el dedo gordo en el clítoris, largo y grueso como una polla pequeña y los restantes dedos metidos en la vagina la mujer empezó a gemir, "métele la polla, la abuela te lo agradecerá, lo tiene que estar deseando" le dije a Marta que me apetecía lamerle el clítoris tan grande, tomarle la consistencia, que me parecía dura, "hazlo, agáchate un poco y hazlo, se volverá loca y se correrá enseguida" El viejo que observaba lo que sucedía, se quejaba y lloraba. Ramiro al escucharlo, se acercó a ver qué pasaba, se dio cuenta de mi erección y sonrió, "follate a mamá si te apetece, se desmayará de gusto" me sorprendí a mi mismo respondiendo que le iba a comer el clítoris primero, que me morboseaba, "si, si Alex, comelé el coño y mientras te voy follando el culo yo a tí, que desde antesdeayer que te folló el Rubio me quedé con las ganas" me recorrió un escalofrío todo el cuerpo, primero porque me daba cuenta que desnudo me encontraba comodísimo y sentía mi ano pidiendo  algo y segundo que solo nombrar al Rubio se me levantó la boca del estómago y deseé fervientemente que me follase una vez más y eternamente, "y por cierto, Alex, llamé al Rubio por si le apetecía venir, ya que venía tu hermano y el amigo" no pude evitar emitir un gemido y me agaché para morderle el clítoris a la vieja e inmediatamente sentí en el ano la urgencia de la polla de Ramiro. Me entregué. Hacia horas que me habían partido el culo y ya no habría sabido vivir sin que me follasen a diario. ¿Si era gay o no? Y a mi que más me daba, de acuerdo, había entregado el culo, y gozaba, pero tenía un coño de vieja en la boca y me daba gusto también. Se acercó mi hermano Andrés con Carmelo, "Alex, hay un potro de tortura, lo tenemos que probar, tiene que ser emocionante", y a renglón seguido Marta se acercó con una vela en cada mano, "aparta Alex si no quieres que te queme" la miré de forma interrogativa y se rió, "voy a regalar a la abuela una delicatessen, está cera hirviente sobre el clítoris" la vieja emitió un gemido de emoción y basculó todo lo que pudo las caderas para que la cera pudiese impactar más directamente en sus genitales. Marta me aconsejó que le pellizcase y retorciese los pezones, "el placer así, será máximo. Verás los gritos agudos que emite y como busca la misericordia para meterse el dildo por el culo y que el placer sea total" Antes de que la nieta empezase a verter cera líquida sobre la abuela le retorcí con saña los pezones tan largos que tenía y ella gritó con fuerza y entre sus gritos pedía la cera a chorros en su sexo. Su marido mientras al lado se quejaba de que a él no le dispensasen el mismo trato.  Andrés no sé lo pensó, cogió dos velones grandes de un estante y se dirigió al viejo y le chorreó uno de los velones en el abdomen y el otro en los genitales que aún no habían vuelto a colocar la castidad. Bramaba de dolor, pero al tiempo el botón en que se había convertido por mor del aparato de tortura para impedir la erección, se empezó a alargar hasta alcanzar casi los diez centímetros. Ramiro aplaudió, "ahora deberías quitar la cera una vez que haya enfriado y chuparle bien, a ver si eyacula aún mi suegro" miré a mi hermano que cruzó sus pupilas con las mías y supe que le excitaba chupar al viejo. Ramiro se salió abruptamente de mi culo, "Muchacho, ¿que tienes tú en ese culo? hacía años que yo no me podía resistir a una follada. No me extraña que el Rubio me dijese que si venías tú, él de cabeza" Me sentí el ano grueso y moví las caderas para que resbalasen los labios y sentí la sensación que me enamoró después de la primera follada del Rubio. El ano me había conquistado. Y de pronto moviendo con la lengua el clítoris de la vieja sentí que Ramiro volvía a metermela, pero miré hacia atrás, era diferente. Era el Rubio el que me la metía y creí correrme de gusto. Al tiempo metió las manos por debajo de los brazos y alcanzó los pezones y me los pellizcó sin contemplaciones y no pude por menos que chillar: "Me corro" Carmelo al escucharlo se lanzó materialmente a mi polla y no dejó que se desperdiciase ni una gota de semen, luego mientras el Rubio arremetía cada vez con una cadencia más acelerada, Carmelo compartió mi leche en un beso largo y tórrido. Me volví al Rubio y le dije que hiciera el favor de follar a mi amigo, para que supiera lo que es un lujo. Me dió un beso, "Sabes muy bien Alex. Yo me folló a tu amigo y mientras Ramiro te ata al potro de tortura. Vamos a dar a estos carcamales y a tus amigos una lección. Sé que eres muy vicioso y lo vas a gozar" Me estremecí de miedo y deseo ardiente de ser un perro sumiso para el Rubio. No quería más que me llevase de una cadena y me humillase. Lo deseaba ardientemente. Vi venir a Ramiro con un plug que me pareció enorme que se remataba en forma de rabo de perro, "ahora estás perfectamente dilatado y te va a entrar muy bien, no te asustes. Agachaté un poco" Me pasó con su brazo por la nuca y me obligó a inclinarme inmovilizado. Luego sentí algo que hacía presión en el ano pero no terminaba de entrar. Protesté y él me apretó la presa del cuello, "Calla perro" Me sorprendió ese cambio de actitud pero al mismo tiempo me halagó, me gustó y deseé que siguiera de esa forma. Volvió a intentar metérmelo y esta vez me aguanté, abrí las piernas y me relaje bien. Sentí que me rompía de tensión pero de repente cedió y noté perfectamente como se colocaba el artefacto dentro de mi cuerpo. Me llevé la mano y toqué el rabito de silicona. Me dio mucho gusto y así se lo hice saber a Ramiro, "a cuatro patas, perro" y me asestó una bofetada que me escoció, sentí la cara arderme y me puse a cuatro patas. Me colocó un collar de perro con cadena y tiró de mi. Llegamos al potro y me ordenó que me pusiera en posición. Me ajustó un arnés de apertura de boca y otro de cabeza que se fijó al techo. Unas cinchas me sujetaban la cintura y otras las piernas y los brazos que se cruzaban por la espalda. La posición era la de la cobra en actitud de ataque dejando expuesto el tórax. Vi que en la pared de delante había unos enganches enfrentados al pecho. Sospeché su utilidad y empecé a temblar de miedo y excitación. Oí como Carmelo gritaba de placer y el Rubio le decía, "Ya veo que has gozado, yo me reservo para tu amigo" Sentí como el Rubio me palmoteaba el culo y acababa dándome un azote con la mano muy violento. No me quejé, "te quería tener aquí, que gozemos juntos, perro y amo" Se vino delante de mí, se subió en un banco y quedó a la altura de mi cabeza, apuntó su descomunal polla a mi boca y empezó a orinar. No podía hacer nada para evitarlo y me entregué. 


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