domingo, 25 de julio de 2021

ZURICH


- Bueno Astrid - hizo una pausa por el nudo de lágrimas en la garganta - perdona, es que no me lo creo. N'dogo ayer me sonreía y - tuvo que volver a callar - no quiero volver a hablar más de eso. Cuéntame tú. Pero te divorciaste.
- No. Esa misma noche, casi sin quitarme la ropa de boda cogí el maletín
- ¿Que maletín?
- Ah, ¿no te he dicho lo del maletín?
- No, me has dicho que su ¿Maestro?
- Si, Máster prefiere llamarle, un turco vejestorio, que no me explico yo como un tío de su formación, su estatus social de treinta y nueve años puede rendirse..., en fin, el maletín. Cuando salimos del banquete y fuimos a la suite para nuestra noche, me dijo que tenía un regalo especial, que esperaba que le comprendiese y compartirse sus aspiraciones, y me dió un maletín de cuero repujado con incrustaciones de plata y mi nombre en letras de oro. Supuse que sería alguna prenda comprada en Faubourg St. Honoré encargada a Channel, un negligeè de seda y pedrería, no sabía. Lo abrí y me quedé de una pieza. Lo primero que vi, que reclamó mi atención fue un consolador rojo sangre enorme me pareció pero estaba unido a unos correajes que no entendía. Además había una especie de látigo corto tipo disciplina de varias colas con el mango adornado de azabaches incrustados en el cuero. Le miré temiéndo haberme casado con un sádico, y fue cuando encendió el portátil y en pantalla había un viejo de mal aspecto que en un inglés rudimentario ordenó que empezase el castigo. Le preguntó por la castidad y entonces mi ya marido se desnudó. Llevaba debajo de los pantalones un liguero blanco con más encajes de Valenciennes que el mío y unas medias de rejilla blancas. Y lo remataba con una braguita toda de encaje de bolillos muy fino y a través del encaje se veía un aparato en su pene. Contestó arrodillándose dándome el culo, abriendo las piernas y diciendo "Si Sir. En cuanto se ponga el Strap-on procederá a darle gusto en sus deseos Sir" y entonces comprendí que el consolador con correas era para que yo me lo pusiera y sodomizarle bajo la atenta mirada del viejo aquel.
Entonces fue cuando agarré el maletín y entré hecha una furia en la suite de su padre, que madre, menos mal, pobre mujer, no tenía y grité "Que coño es esto" el hombre dormía y se despertó sobresaltado. Cuando se hizo cargo de la situación y le expliqué, el hombre mudó el semblante, pareciera que se acabase de morir, se le puso la cara papiracea y me dijo "Acompañame".
Ya en nuestra suite le pidió explicaciones a su hijo. Llevaba con ese individuo, al que había entregado ya una fortuna veinte años. Desde los diecinueve. Le conoció en un viaje a las islas griegas con sus padres, al fondear en Miconos. Tenía cincuenta y cinco años y le cautivó. El padre lo recordó entonces, era un supuesto armador que les invitó a su yate a una fiesta privada. Su mujer y él perdieron de vista a su hijo buena parte de la noche y ahí tuvo que captarlo.
Charles, mi marido, estaba de rodillas delante de la pantalla del ordenador pidiendo perdón al viejo. El padre cerró el ordenador y le conminó a levantarse y a dejar de hacer el ridículo "al menos, recuerda tu apellido, Esto se acaba ahora mismo aquí. Ese hombre no volverá a molestar. Nuestro apellido y la importancia de nuestros negocios para la economía occidental no pueden verse empañados por un escándalo de esta magnitud" Luego se dirigió a mi y me dijo "Tente en tus ansias de revancha, ni hablar de divorcios ni escándalos" Me miró con unos ojos de hielo y entonces comprendí muchas cosas. La muerte de su mujer fue una sorpresa para todos, Charles, me lo dijo, su madre no sabía que tuviese nada, pero le expresó el deseo de divorciarse de común acuerdo y al día siguiente la madre amaneció muerte. La autopsia certificó que fue un ictus masivo.
- Pero que poder tiene esa familia.
- Según me dijo Charles su apellido venía por línea directa desde Carlomagno y ni él sabía hasta donde llegaban sus tentáculos. Le dije entonces al padre, que de acuerdo y aparecería cuando fuera imprescindible. Se filtraría que yo era infértil y todo lo que yo necesitase se me daría. Su padre me dijo a todo que si. Por eso vas a tomar ese avión. En Zurich te esperará un automóvil a pie de escalerilla. En el aeropuerto te van a entregar un pasaporte diplomático. No vas a tener problemas. Allí Charles te hará una propuesta muy interesante. Hasta que encuentres una casa vivirás en la casa, bueno, el palacio familiar.
Llegaron a Freetown y se dirigieron, no sin algo de miedo porque en los últimos compases sufriese algún tipo de agresión. Llegaron a la zona de acceso de privados. Un funcionario armado les dió el alto. Astrid dio el número de vuelo al que tenían que abordar. El agente consultó con su walkie y les franqueó el paso. El avión estaba efectuando el acercamiento a pista. Esperaron hasta que el avión se detuvo. Astrid acompañó a Dazen hasta el avión y le dió un abrazo. Un auxiliar de vuelo le urgió a subir. Les estaban dando pista de despegue. Ya sabían a que iban a Freetown y porqué. Dazen se quedó sorprendido cuando el auxiliar le dió el pésame.
- Suba usted ya. Salimos inmediatamente, repostaremos en Dakar y parada técnica en Sevilla.
- ¿Porqué no repostar aquí? - preguntó intrigado.
- Por su seguridad y la nuestra, claro. Usted es target para siempre en este país, es lo que me han comentado y debemos sacarle cuanto antes. Su pareja debía ser alguien importante para querer tanta revancha. Tenemos pista, abrochesé el cinturón que nos vamos.
N'dogo nunca se lo dijo pero era un mandinga de estirpe real. Su familia por siglos era la responsable de los designios de la tribu y él era el heredero. Mientras no hubiese escándalo podía hacer lo que quisiera, era un príncipe, una vez que salió a la luz no se podía consentir y él lo sabía. Cuando aceptó ir a Cabo Verde con Dazen, sabía que si se quedaba en su país de una forma u otra antes o después, rey o no rey recibiría esa sanción de su pueblo y lo asumió porque el amor que tenía a Dazen justificaba cualquier sacrificio. Cuando Dazen lo pensaba no podía evitar la congestión de ojos y nariz. Al principio dijo que era alergia pero después se revolvió contra sí mismo; hacía el duelo del amor de su vida. Contandoselo a Victorio lloraba él y lloraba su jefe.
- No me imagino un amor así - dijo Victorio - no he tenido la suerte de que alguien consintiese en entregar su vida por alguien. Es que deberías estar llorando le a todas horas.
- No. Recuerdo su amplia sonrisa y sus chispeantes ojos de felicidad con su cara a centímetros de la mía mientras me follaba profunda pero delicadamente y pienso que él no hubiera querido que yo lloraste, hubiera querido que fuese feliz.
- Y bueno, ¿que pasó al llegar a Zurich?
- Fue mejor lo del vuelo. Es increíble. Al aterrizar en Sevilla para hacer comprobaciones técnicas, un par de horas, fui al servicio a orinar y me siguió el auxiliar de vuelo. Bueno, pensé, también tendrá el hombre derecho a mear. Se me pone al lado y me dice el tío: "gastas buen número, ¿el negro lo tenía más grande? Eso es lo que se dice". No dije nada. Le eché mano a su sexo con una caricia y cuando más en la gloria estaba le metí los huevos en mi puño y apreté con la intención de arrancarselos y muy bajito le susurré al oído que de mi amor nadie hablaba si yo no quería y que fuese la última vez que hablase del "el negro" se llama N'dogo y no se llamaba porque está vivo en mi corazón. Le solté, me abroché y me fui. No volvió a dirigirme la palabra. Cuando descendí en Zurich del avión, me dijo "lo siento y me alegro de haberle conocido". No le respondí más que con un gracias congelado.
Me esperaba a pie de escalerilla un Rolls, el chófer me abrió la portezuela y subí al coche. Dentro estaba Charles el marido, es un decir, de Astrid. Un fulano muy, pero que muy bien parecido, elegante y cordial.
- ¿Dazen, supongo? - dijo parafraseando al explorador Stanley.
- Claro. ¿Quién podría ser?
- Lo suyo está en todas las portadas y cerca como estamos del mes del orgullo todas las subvencionadas han puesto el gritó en el cielo, claro, un grito modulado, que los diamantes de Sierra Leona son una parte muy importante de la cartera de los que como sabrá parten el bacalao. Vamos directamente a Lausana, allí tengo una finca impenetrable a los medios en la que esperaremos a que las aguas se calmen. Luego tengo que hacerle una propuesta. Su perfil es muy especial. Mientras allí en Les Chênes Argentès podrá, jugar golf, montar a caballo y vivir en libertad sabiendo que si se acerca a menos de dos kilómetros de la cerca le avisarán con el intercomunicador que debe llevar siempre encima mientras esté en la finca. De momento - y al decirlo le puso la mano en el muslo - que planes tenía usted. Ya verá que aburrirse el Les Chênes es francamente difícil. Tenemos fiestas privadas y privadisimas a las que espero que nos regale su presencia..
- Con la mano en el muslo intentaba usted sugerirme algo, Charles. Pretende que sea su Máster o tiene al turco aún.
- Mi maestro turco sufrió un infarto al día siguiente de mi boda, ya sabe, cosas de la edad. Y de momento - se le empezó a agitar la respiración, no he tenido ocasión. Ya sabe, los dedos de mi padre, aunque ya mayor, llegan donde otros no pueden.
- Puede cerrar el habitáculo para que el chófer no vea que hacemos.
Charles, pulsó un botón negro de la puerta y una mampara se levantó de detrás de los asientos delanteros.
- Perro - y acompañó el epíteto de una sonora bofetada - ¿llevas castidad?
- No
- No, Sir - y le dio otra bofetada.
- No Sir - dijo Charles con cara de emoción
- Desnúdate, perro.
- Si, Sir - atropelladamente se desvistió.
- Saca lub o te fisteo en seco.
- Si, Sir - hizo descender el brazo del asiento y de un compartimento extrajo un tubo grande.
- Si, Charles eres una perra. ¿Tienes Máster, ahora? Venga, vístete, no querrás que el servicio de Les Chênes te vea así. ¿Tienes?
- Varios. En las fiestas que doy..., Ya verás. Ahora tengo muchos dueños y es más excitante.
Al llegar a la puerta dos empleados de librea les atendieron y le condujeron adentro.
La mansión, a pesar de encontrarse en Suiza era una copia de una mansión en la campiña inglesa de la aristocracia rural del siglo XVII.
Todo era absolutamente rutinario y solo llamó la atención de Dazen el que la mayoría de los sirvientes eran de aspecto adolescente.
Cuando fue llevado a sus habitaciones, eran tres piezas, dormitorio, vestidor, sala de lectura y baño. El empleado anuncio:
- En el vestidor hay ropa de todo tipo. Esta noche hay una fiesta especial con disfraces. Todo será grabado, para su información. La cena en el comedor privado del barón. Esta invitado con otros cuatro residentes que ya conocerá. A las ocho. La fiesta a las diez.
La cena con el barón es de etiqueta. En el vestidor encontrará de todo lo que necesite. A las ocho cuarenta y cinco vendré a buscarle para llevarle a las habitaciones privadas del barón. Buenas tardes.

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