domingo, 11 de julio de 2021

MERCENARIO

 

- ¿No comes Julián? - preguntó con muchas segundas Victorio.
El chico miró a su mentor, miró a Dazen implora te y no contestó.
- Julián, siempre que te ofrezcan comida y gratis, come. No sabes cuándo podrás volver a comer o lo que te verás obligado a comer. ¿Y si fuese hígado humano?
Julián dió una arcada.
- Vomita y te verás en el arroyo, en un canal lleno de ratas en Bangkok, desnudo y sin saber que hacer - Victorio en la rudeza de su tono no admitía duda de que podía hacerlo y lo haría.
Y cuenta, Dazen, como te viste en esta empresa suiza.
- Di mucho dinero a ganar a Riga y eso me salvó la vida.
Llevaron a la casa a una niña española de once años que unos gitanos de feria raptaron. Era rubia como el sol, tenía los ojos azul turquesa, rictus de espanto en su cara de terciopelo y unos labios carnosos, brillantes y escarlata. Era una ninfa de bosque mitológico. Se le desprendían ya unos pechos blancos rematados por pezones fresa y las caderas le iban ganando terreno a la cintura. No cesaba de llorar ahora sé que llamando a su madre. Día y noche y Riga me encomendó consolarla y prepararla para que ganase dinero. Yo con dieciséis era un experto en sexo ya, con hombres, aunque pensé que las mujeres no serían muy distintas. Me acerqué a ella sin violencia, sin tocarla, estando, nada más, en silencio hasta que al cabo de una semana, apoyados en una pared sobre el suelo sentados dejó reposar su cabeza en mi hombro. La tenían a propósito desnuda con solo una camisola amplia. Ya que ella dio el primer paso le rodeé los hombros con mi brazo y la consolé sin decir ni una palabra. Cuando me llamaban para algún servicio me dijeron que no consentía que se le acercase nadie, era una fiera.
Un día que estuve de servicio completo para una orgia de cinco hombres en la que me follaron, me azotaron, me ataron y me dejaron exhausto llegué a la casa y caí en mi cama medio muerto y me dormí. A media noche o media mañana, no sabía qué hora era sentí que alguien entraba en mi cama o algo, un perrillo quizá buscando calor. Me di la vuelta y unos cabellos finos me acariciaron y cosquillearon en la boca. Al abrir los ojos los suyos buscaban los míos y de súbito, Don Victorio, sucedió un milagro. Nunca he sabido explicarlo, es como si yo fuese una titella, una marioneta sin vida a la que el ventrilocuo le mete la mano por dentro y cobra vida. Sentí por dentro un impulso irrefrenable que me hizo estrechar a la niña en mis brazos. Ella se abrazaba a mí con la respiración entrecortada y me pasaba sus piernas por la cintura entrecruzandolas por la espalda. Mi miembro me lo sentía más grande que nunca y el deseo de masturbarme era irrefrenable pero las manos prefería entretenerlas acariciando sus pechos y retorciendo suavemente los pezones. Ella cogió mi pene y lo apuntó a su sexo, me retraí y me retiré. Era una niña virgen que podría suponer el millón de coronas rubia, ojos azules. Me jugaba la vida. Pero la determinación de la niña era superior. Me empujó boca arriba en la cama y se sentó a horcajadas sobre mi. Emitió un quejido al sentirse penetrada y un grito ahogado cuando mi polla salvo un obstáculo que tenía y de momento me tomó las manos me las llevó a sus pechos mientras cabalgaba mi sexo salvajemente hasta que en pocos segundos eyaculé con un placer que no imaginé que pudiera existir. Pero mi pene no perdió dureza y la niña no cesó de gemir. Volví a moverme lo que la animó a ella a continuar cabalgandome. Volví a correrme otra vez y dos veces más sin desconectarnos hasta que terminanos dormidos con mi pene fláccido dentro de ella.
Con ningún cliente o no cliente había yo sentido tal cosa. El sexo de esa niña me cautivó. Tuviese trabajo o no cada día teníamos sexo los dos cada vez de forma más consciente.
Estaba a punto de cumplir los diecisiete cuando una madrugada me desperté a base de golpes, gritos y patadas. Ya repuesto me di cuenta que Riga me tenía metido el cañón de un Magnum en los huevos. A voces, desaforado, echando espuma por la boca me preguntaba qué cosa había hecho, que quien le daba a él el millón que valía. No te mato, cabrón, porque me has dado mucho. ¿No eras tan maricón? Mentiroso.
Me dejó sin trabajar y sin poder ver a la niña dos días. Recluido en mi cuarto sin poder salir, me estaba volviendo loco, hasta que uno de sus sicarios vino a buscarme para llevarme a su presencia. Me temí lo peor.
En su despacho había un hombre bajo, regordete y calvo que me miró con curiosidad.
"Desnúdate menos calzoncillo y haz una demostración"
Hice una tabla de suelo a medida del despacho, como las que hacía en el gimnasio para demostrar mi fuerza y mi elasticidad. Luego entró  el que me llevó, con un puñal que sin previo aviso me agredió. Le desarmé con facilidad y el filo del cuchillo empezó a morder el cuello y a resbalar la sangre hasta que Riga dijo "basta" y le dijo a aquel hombre que yo era una ganga y podía usar mi culo como si fuera un coño, "pero no le dejes una mujer a su alcance". Treinta mil coronas, no te arrepentirás.
El regordete contraofertó veinticinco mil y te lo quito de tu vista.
"Hecho, y llévate a este cabrón antes de que me arrepienta"
El hombre que me dijo que se llamaba Donaldson me dijo que lo siguiera, salimos a la calle y me dijo que saltara a la pick-up que había. El se montó en un Range Rover y partimos.
En el pick-up había otros tres más mayores que yo. Uno de ellos intentó tocarme el culo y sonó un crack seguido de un aullido de dolor. No dije nada pero les miré con cara de pocos amigos. Nadie me volvió siquiera a dirigir la palabra.
- ¿Pero que le hiciste? - preguntó inocentemente Julián.
- Romperle el brazo. Hasta ahora has vivido entre algodones. Eres carne de hamburguesa, niño. Tienes que espabilar o acabarás protagonizando una peli stuff y en la que triunfarás antes de que te metan en la procesadora y acabes de comida para perros.
- Olvida a este suflé de mierda y sigue con tu relato. Ese gordo calvo que te compró ¿Quién era?
- Meses más tarde me enteré. Un exOAS argelino que se dedicaba como enseguida pude comprobar a organizar un ejército mercenario que vendía sus servicios al mejor postor.
En el pick-up en el que nos metieron llegamos a Marsella en menos de 12 horas. Paramos dos veces a repostar y ahí nos dieron unos minutos para nuestras necesidades y un paquete de galletas y una botella de agua a cada uno. Llegamos a Marsella y metieron el pick-up con nosotros dentro en un contenedor. Al cabo de interminables horas y medio muertos nos desembarcaron en Tánger y nos llevaron a una casa donde nos aseamos y nos dieron ropa de faena con unas siglas. DPSM, que significa Defensa y protección de minería sensible. Íbamos a proteger minas de Cobalto en el Congo. Después de dos días comiendo y descansando nos dieron armamento, AK-47, Glok, Cuchillos de Montería y una navaja Suiza. Unas gafas de visión nocturna, unos walkis y gafas de sol Ray-ban por supuesto. Esta vez nos montaron a todos en un Chevy como los de la CIA y empezamos el viaje. Estuve allí once meses hasta que cumplí los dieciocho y me enviaron a entrenar gente del país para custodiar sus minas de diamantes.
- Donde, Dazen. Tengo intereses en alguna mina de esas.
- Sierra Leona. Me asignaron diez paisanos para adiestrar. Yo por entonces tenía ya fama de ser perspicaz, hábil y terrible si se trataba de matar.
Los civiles asignados eran indolentes, vagos, sin interés en aprender nada. Su único interés residía en averiguar cómo hacerse con un pedrusco de esos de aspecto lechoso y despreciable.
Les capté rápidamente la atención. Yo tenía aspecto aniñado, aunque mi sempiterna falta de sonrisa diese escalofríos hasta mis jefes. Cualquiera que no me conociera creería que me podía chulear.
Una noche de Sábado les invite a beber algo y relajar la disciplina, si es que no estaba ya suficientemente relajada. Me habían dado el soplo que uno del grupo tenía entre sus objetivos acabar conmigo en mi turno de guardia y arramplar con la cosecha diaria, unos cien kilates, la mina era pequeña.
En cuanto llegamos al poblado creado exprofeso para los trabajadores, ya se sabe PAD, putas, alcohol y drogas, marqué el contacto del individuo con una puta de buen cuerpo y peores intenciones. Enseguida se me pegó y me metió mano, le contesté en inglés que todos entendían más o menos "I'm faggot, I don't like women, I love men". Se hizo un silencio y la mujer en su dialecto se dirigió a su compinche reprochandole y dándole bofetadas. Él le dijo algo y ella se revolvió blandiendo una especie de estilete curvo, rechacé su ataque con facilidad al tiempo que con mi cuchillo de monte le abrí el cuello de oreja a oreja, miré a su cómplice y dije "faggots we know how to do this too. Bebida para todos" me acerqué al paisano que se había puesto gris en lugar de pálido como nos ponemos los blancos, le eché el brazo por el cuello y le dije que si iba a querer follar conmigo esa noche ya que se había quedado sin coño. Salió corriendo y la sección paso a tener nueve miembros nada más. Al día siguiente mi jefe me preguntó, le expliqué mis razones y se calmó.
Al mes siguiente vino el gordito calvo que me compró a Riga a decirme que había saldado la deuda. Cobraría ya el sueldo completo como todos los instructores y podría promocionar.
- Esa era entonces la mujer a la que no le costó trabajo cortar el pescuezo - dijo embobado Julián - joder Dazen me hubiera gustado ser como tú, ¿Pero tú eres maricón?
Victorio hizo ademán de hacer desistir a Dazen de contestar pero éste hizo gestos con la cara de que le dejase contestar.
- Mira Julián, no soy como tú, que en realidad no sé si eres tonto, ambicioso o maricón o las tres cosas a la vez. Esta vida enseña muchas cosas que normalmente nos parecen inservibles o indignas, pero a todo hay que saberlo encontrar uso. A mi, por las razones que sean me enseñaron el sexo de la manera que ya dije. La relación sexual era esa porque así la aprendí, hasta que un día me topé con otra forma de relación, aquella niña, de la que no volví a tener noticias. Y esa forma de entender el sexo me deslumbró, lo que no quiere decir que yo reniegue de lo que mi hermano me enseñó, no duele, no quema, no mata y me gusta, pero para determinados momentos prefiero una mujer. Para mi una cosa no excluye la otra. Ahora tengo dos oportunidades de disfrutar de mi sexo. Tengo un pene para penetrar y un ano entrenado para ser penetrado, ¿Y qué? Tú quieres llamarle a eso maricón, de acuerdo, no me molesta. Debería molestarte a ti que no sabes cómo relacionarte sexualmente con una mujer, estás tan condicionado como cualquier heterosexual que se vanagloria de serlo.
- A mi - dijo ruborizandose Julián - en realidad no me la han metido por el culo nunca. Es mi tío que dice que voy a ser rico vendiendo mi virgo. Lo que yo hago bien es mamarla.
- ¿Te gusta tragar el semen y paladearlo? - preguntó Dazen con malicia.
- No, que asco, antes de que se corra me retiro. Una vez en la sauna un hombre me dio cien euros por mamarsela y cuando se iba a correr me sujetó la cabeza y se corrió en la boca. Estuve un día entero vomitando. El hombre me pegó porque quería los cien euros, pero el de seguridad le echó.
- Don Victorio, ha hecho usted un negocio redondo.
- Ahora cuando salgamos de cenar le llevamos a la sauna y que su tío se las arregle y tú y yo nos vamos al hotel que aún me tienes que explicar cómo llegaste a la empresa de seguridad de Suiza.
- Fue un directivo de la empresa que se encaprichó de mi. Es muy gracioso. En el hotel le cuento.

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