jueves, 15 de julio de 2021

N'DOGO

 

Dazen volvió a empezar a llorar. Se le rebosaban las lágrimas en una cara inexpresiva y rodaban las gotas saladas hasta las comisuras de la boca.
- No puedo mantener contacto como no sea con una güija. Lo desollaron vivo. Después de lo de Cabo Verde poco a poco fuimos abriendo nuestra relación. Un día a los tres meses de pasar nuestra luna de miel en Isla de Sal otro trabajador, también mandinga como N'dogo le escupió a los pies. N'dogo se encaró con él por el insulto y se enzarzaron en una pelea. Al final les tuve que separar yo y me acusaron de preferencia por N'dogo ya que éramos pareja. Astrid además salió en defensa de su laborante y finalmente fue voz populi que éramos pareja. ¿Tú ves mi pene?
- A ver - Victorio levantó la sábana dejando expuesto el sexo de Dazen.
- Ponmela dura, Victorio. Si quieres, claro.
- ¡Cómo no voy a querer! - le dijo Víctorio hundiendo la cabeza entre sus piernas.
Tal como tenía la verga, entraba casi entera en su boca. Dazen emitió un típico quejido de placer cuando el piercing de la lengua de Victorio golpeaba la zona de frenillo.
- ¡Tienes un piercing en la lengua!
- Me lo he colocado al llegar, por si acaso. Y no has llegado tocar el Frenum.
Dazen tocó el pene fláccido de Victorio y por abajo del frenillo lo tocó. Retiró la sábana y lo miró. Lo tocó, tironeó y acarició ante lo que Victorio se estremeció de placer. Dazen le miró a la cara sonriendo y con un gesto le preguntó si podía meterselo en la boca.
- Con toda libertad Dazen, como si quieres no sacartela de la boca en toda la noche.
Dazen jugueteaba con el pendiente del frenillo utilizando la lengua y haciendo llegar la punta hasta su garganta cohibiendo la nausea y consiguiendo que el pene de Victorio adquiriese la dureza de la juventud. Victorio acariciaba con cariño la cabeza de Dazen acompañando el movimiento de biela de la cabeza. De pronto Dazen no pudo cohibir la nausea y dejó salir el pene de la boca llorando con auténtica pena. Victorio le acogió en su regazo desnudo abrazándole la cabeza.
- Me veo ahora claramente de niño y la asquerosa polla de mi padre atragantandome - explicaba Dazen secándose las lágrimas levantando la cabeza y enfrentando la cara de Victorio - ¡Cabrón! era solo un bebé, ¡Cabrón! le tenía que haber desnucado mi madre - miraba directamente a los ojos de Victorio tan cerca que percibía el aliento de Dazen.
De repente se calló sin dejar de clavar sus ojos en los de su protegido. Estuvieron unos segundos aguantandose la mirada hasta que como impelidos por un estímulo común se lanzaron el uno contra el otro fundiéndose en un beso. Y ya no pudieron parar. Fue una simbiosis de deseo, pasión y necesidad de compañía.
- ¿Quién me iba a decir a mi - dijo sorprendido Victorio - que a mi edad iba yo a dar la talla con un treintañero como tú que eres una fiera?, ¿Y cuántos años, o lustros hace que no me corro dos veces en el mismo polvo? Tengo setenta y tres pero me siento, ahora mismo como un adolescente. Ya me pasará factura mañana, pero.. 
Y Victorio cerró los ojos quedándose profundamente dormido.
Dazen le dejó reposar la cabeza en la almohada y le echó la sábana por encima. Miró el reloj, eran las dos de la madrugada y él necesitaba ya, algo más que sexo de entrega mutua y caricias de amor. Desde los once años el aprendió que el sexo es violento, rudo y despectivo y si provoca dolor insoportable que te lleva al umbral de la conciencia el placer es el que se busca. Placer-tanatos, no Placer-eros, ese era para el común, sexo en el que tu vida pende de un hilo era el que conocía Dazen y era el que quería. Recordaba una vez muy especial con quince años que le llevaron a una fiesta en un castillo a las afueras de Praga. Había otros dos chicos como él, y cuando vieron entrar el asno comenzaron a llorar, pero él se lanzó a los hijares de la azemila a lamerle los huevos, el bicho reaccionó con una erección intensísima y rebuznos de deseo de eyaculación y como sin pensarlo le abarcó el capullo con la boca y sintió los embates del burro. Él aguantó como pudo y se bañó en semen que le rebosaba de la boca y le resbalaba por el cuerpo desnudo. Con ese semen se lubricó el ano y ya con el bicho algo fláccido se apuntó su verga y se la metió en el culo entre los aplausos de las parejas vestidas de etiqueta que presenciaban el espectáculo. Uno de ellos le retiró del asno y lo uso para sodomizarlo empezando a pasárselo y él a chupar y recibir. Él sabía que podía pasarle lo que le ocurrió al otro. Eran carne nada más. Entraron un Mastín  enorme y obligaron al crío a arrodillarse tirando de la cadena de su collar. El perro le montó sin preparación alguna, como Dazen se la preparó para que el asno no lo reventase. El Mastín, reventó al chico, con cada embestida salía un borbotón de sangre del culo, los gritos de terror del muchacho se entremezclaban con los jaleos del público que aplaudía la violencia, hasta que el chico se desmadejo y se convirtió en un guiñapo que arrastraron dejando un rastro de sangre que rápidamente limpiaron y entraron un pastor belga para el otro chico que me imitó y se fue a él y le sacó la verga a chupetones que el mismo se clavó en el culo ayudando la insistencia del perro. El perro se vacío, hizo el nudo y al poco se soltó. A Dazen le empujaron a comerle el culo al chico y él lo agradeció. Le comía y muy bajo le decía que se entregase a esa gente y saldría vivo, no como su compañero que arrastraron como a un toro muerto en la lidia.
Ahora necesitaba sexo de verdad. Se vistió y salió a la noche barcelonesa. El Berlín Dark sería el adecuado para sus intereses.
- Me dejaste solito, canalla. ¿Qué horas son estas de venir?
- Se quedó usted..., perdón, te quedaste dormido como un bebé. Fue una noche gloriosa y me dejaste el cuerpo en suerte para algo más que un descafeinado. Mira - se desnudó del todo y se giró para enseñar el cuerpo entero.
- ¿Te han azotado?
Tenía el culo, la espalda y el pecho lleno de líneas azuladas y otras rojizas o negras. El culo estaba morado de golpes con objetos contundentes y cuando Victorio le pidió que enseñase los genitales, el escroto estaba negro e inflamado y el pene tenía múltiples puntos de rotura de venas.
- ¿Has gozado?
- No todo lo que yo necesitaba. Eché en falta un falo equino, de burro o caballo que me asustase, que me atragantase de semen animal. Una de las bases de la aventura del sexo es el miedo. El miedo te despierta los sentidos, baja el umbral del placer y sube la intensidad de cada estímulo. Miedo a que te descubran tu secreto, a perder tu fama, miedo a que te contagien, miedo a que te retengan. Miedo a perder la vida y con ella su capacidad de gozar del sexo. El temor es el sustrato sobre el que el hombre afianza sus conquistas. Y yo he sentido poco de eso. Si, me han azotado, pero como parte de un juego, no como si con cada azote me arrebataran la vida; y menos mal que hubo un tipo con un suspensorio y perforaciones en pezones dos en cada una que me comprendió y me pateó los huevos con saña, mira como me los ha dejado. Ahí si disfruté. Me vi la cara de pánico en los espejos de la barra y supe que ahí iba a empezar lo bueno. Me dió la primera patada y me arrodillé dándole el culo con las piernas abiertas para facilitarle. Me dió la segunda patada y animó a su acompañante que llevaba calzado militar a que le imitase, lo hizo tan bien que caí de lado vomitando de dolor, sin respiración y corriéndome. El otro le dijo: "que bestia eres, se acabó el espectáculo, se ha corrido, gilipollas. ¿no veías cual era el juego?"
Me tomé la última copa mientras el resto de parroquianos me miraban con veneración, con envidia de que yo hiciese lo que ellos deseaban y no atrevían; ¡burgueses!.
Cuando me fui el camarero un treintañero como yo me ofreció su mano y se felicitó por haber conocido un hombre de los pies a la cabeza. Cuando ya me iba me pregunto en voz alta "eres gay" el local se quedó en silencio, me detuve y sin volverme contesté, que eso que importancia tenía, era un cuerpo contra un látigo y una bota, no sabía que nombre darle. Me vestí fuera en el guardarropa por llamarlo de alguna manera y me vine.
- Por cierto, Dazen, cómo llegamos a ese punto en que perdí el oremus y me quedé dormido. Recuerdo que me dijiste que te tocase y ya...
- Solo quería que te hicieses idea del tamaño que tenía N'dogo. N'dogo era mandinga y no sé si sabes que esa etnia se caracteriza por el tamaño de sus genitales. Ahora ya sabes el tamaño de la verga de mi amigo. Me tenía hipnotizado. Consiguió metermela entera, treinta centímetros y seis y medio de diámetro. Estuvimos toda una tarde con parte de la noche intentando que me llegase hasta medio colon descendente. Ya sé que es una colonoscopia con una manguera gruesa. Cuando me toqué justo por debajo de la parrilla costal izquierda y me dijo que no apretase que se corría supe que había encontrado mi pareja sexual perfecta. A la tercera vez ya recolocados mis organos digestivos entró a la primera, sin dolor y me sentí parte de él y él como un apéndice mío. Yo estaba más delgado que ahora así qué cuando quiso correrse le masajee su capullo pellizcandome suavemente el costado. Al correrse sentía su capullo crecer dentro de mi y eso me volvía absolutamente loco. Nadie ha vuelto a darme tanto placer, físico, pero sobre todo emocional. Me hacía llorar de emoción cuando estaba dentro de mi. Había días que sentado sobre él y sintiéndole tan dentro permanecimos así horas acariciándonos y abrazandonos. Alguna vez yo me corría, pero me daba igual seguía sintiéndole y al poco volvía a estar duro otra vez.
Pero su etnia no tolera la homosexualidad. Cuando ocurrió el incidente de la mina empezaron a mandarle mensajes intimidatorios. La religión mandinga es un 99,9% musulmana sunita. Se tolera entre las mujeres la homosexualidad, pero entre hombres es una aberración imperdonable. No se cómo lo  hicieron, yo estaba siempre alerta, pero un día me despertaron a las cuatro y media de la madrugada con urgencia. Pensé en un ataque de alguna mafia local para robar, pero me dijeron que corriera, que peor. Al llegar a la entrada del complejo minero me desmayé. Cuando recobré la conciencia estaban descolgando a N'dogo de la viga que remataba la puerta de entrada. Le habían emasculado y rajado el ano para meterle los genitales, luego le habían rajado la barriga y la garganta, para que no gritaste y le habían colgado boca abajo. Todas las tripas y órganos se le salieron y colgaban hasta el suelo formando un charco inmenso de su sangre y sus tripas.
Cuando llegó Astrid al laboratorio y le contaron, fue a buscarle rápidamente.
- Dazen, tienes que salir de aquí. N'dogo me tenía de confidente. Yo le hacia mis confidencias y él a mi las suyas. Era una de esas personas que no se vuelven a dar en mil años. Te amaba locamente. Lloraba cuando hablaba de ti y lo que tuviste que soportar. Dazen, el sabía lo que le iba a pasar. Su familia le dio un mes para irse del país de lo contrario pasaría esto.
- ¿Y no le ayudaste, no le dijiste nada?
- El solo quería verte a diario. Era feliz viéndote, dedicándote una sonrisa aunque por tu trabajo no pudieras corresponder. Él sabía, porque me lo aseguró, que tu corazón saltaba de alegría dentro de tu pecho cuando le veías. Te amaba hasta unos límites que yo nunca podré imaginar. Y me dió el encargo de que cuando le pasase esto te sacase de aquí, porque su muerte sería el pistoletazo de salida para la tuya. Y da igual como te defiendas o pretendas creer que puedes evitarlo. Mira lo que han hecho con él y tú ni siquiera te has despertado.
Ya he llamado a mi marido para que mande el jet privado del banco a Freetown, y tú y yo nos vamos ahora mismo porque el avión llega en cinco horas. Con lo que llevas puesto, no te detengas a llevar nada. Tus enseres los enviará la empresa a mi dirección en Zurich.
- ¿Un Jet privado del banco? Pero ¿Quién es tu marido y que poder tiene?
- Mi marido..., N'dogo lo sabía todo. Vamos a dejarlo ahí. Es consejero de un banco importante y varias empresas más, desconocidas para el gran publico, pero si se supiera lo que yo sé..., sería un escándalo, así que, si pido un avión ya, el avión viene ya. Y este es para ti. En cinco horas con escala técnica en Sevilla aterriza en Freetown. Te montas en el Ranger ya, con lo puesto te he dicho. Yo conduzco.
- Pero voy a mi barracón...
- Al coche. Por el camino te haré un bosquejo. Mi marido se casó conmigo con permiso de su Máster, pero no le permitió quitarse el cinturón de castidad con el que se casó en toda la noche. Yo le tenía que azotar y su Máster verlo en streaming. Me negué. ¿Porque crees, siendo el degenerado ese quién es, que me vine a trabajar al culo del mundo? Un Jet privado. ¡La luna que le pidiese me la tendría que dar o verse involucrado en un escándalo que provocaría una catástrofe financiera!
- Pero en el tiempo que salisteis no te diste cuenta.
- Nos acostabamos, ahora se que con el permiso del Máster, un turco de cerca de ochenta años que vive en la Capadocia. ¡Nunca le ha visto!
- Y N'dogo lo sabía todo.
- Todo, era mi paño de lágrimas. Os envidiaba a los dos. Tanto amor.
Continuó conduciendo camino a Freetown mientras se secaba las lágrimas con las mangas de la camisa.

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