lunes, 12 de julio de 2021

GUARDAESPALDAS

 

- ¡Que niño más incompetente!, Dazen. Si ese tío suyo se cree que tiene un diamante en bruto, en lo que no se equivoca es en lo de bruto, pero de diamante no tiene nada.
Dazen arrancó el Bentley en cuanto Julián se bajó del coche.
- Entonces los dos mil que dijimos.
- Anda, chaval, vete a jugar al Fortnite y deja a los mayores con sus aburridas manías - le contestó Victorio - date con un canto en los dientes que no te pido que me devuelvas los quinientos. Comprate una XBox, está de oferta.
- Bien dicho Don Victorio.
- Dazen, se acabó el tratamiento. De alguna manera soy tu jefe también por mi participación en tu empresa y te digo que se acabó. Ya soy Victorio para ti.
Al llegar al hotel y subir a la suite Dazen se dirigió a su habitación para descansar, pero Victorio le reclamó.
- Dazen, no me puedes dejar así. Dijiste que lo de guardaespaldas era gracioso como fue. Tenemos ya la suficiente intimidad como para meternos en la cama, pedir algo de beber y que me cuentes. 
- Don..., perdón, Victorio, pensaba que querrías descansar.
- Te metes conmigo en la cama y así me tienes bien protegido - le dijo mientras se reía de su propia gracia.
Dazen se desnudó y fue por su pijama cuando Victorio le dijo que no.
- Nada de trapos, sabiendo ahora lo que se, nos metemos desnudos en la cama, ¡Que emoción! Solo el hecho de pensar que podemos tomarnos me estimula tanto como cuando era un adolescente y estando de acampada en una canadiense de dos pensaba que quizá me rozase con mi compañero cuando de noche le escuchaba pajearse. Pero nunca pasó eso. Voy a llamar al servicio de habitaciones. Si, por favor a la suite una botella de malta de 21 años vasos y hielo. También agua con gas Perrier y almendras o avellanas.
Enseguida llamaron a la puerta y salió Dazen con su albornoz.
- Yo me llevo la camarera - dijo Dazen.
Desde dentro se escuchó a Victorio levantar la voz "que te deje el nombre" el camarero visiblemente nervioso y con voz temblorosa dijo "Antonio Ariza" a lo que contestó Victorio desde dentro "baja a recepción y que te den 500€ de propina de mi parte, yo llamo ahora".
Cuando Dazen entró la camarera con el whisky y los vasos Victorio le dijo.
- Se lo merece más que el tontaina de Julián y seguro que si le metemos en la cama es más competente que él.
- El chico de unos veinte años, estaba muy nervioso y no podía apartar la vista de la rendija del albornoz.
- Seguro - cogió el teléfono - si, recepción, abonen contra mi cuenta una propina de 500 euros para un servicio de habitaciones llamado Antonio Ariza, ha dicho. Gracias. Ahora va a bajar a recogerlo en cash, nada de nóminas, se lo dan ahora, ese es mi interés.
Colgó el teléfono y con un gesto muy hogareño mientras palmeaba la ropa de cama Victorio indicó a Dazen que entrase en la cama.
- Desnudo naturalmente, pero antes sirveme uno doble con un cubito de hielo nada mas y tú como quieras.
- Yo solo, Victorio.
- ¿Me dejas que me acurruqué contigo mientras me cuentas tu vida en la mina de Sierra Leona?
- Encantado. Ojalá mi padre me hubiera dispensado alguna muestra de cariño, y tú podrías serlo.
Victorio se acercó a Dazen le pasó su brazo derecho por debajo del izquierdo del operativo de seguridad y apoyó la cabeza en su hombro.
- ¡Joder, Dazen, que bien hueles a hombre! Venga, empieza.
- Gracias Victorio. Pues resulta que gracias a que le rebané el cuello a aquella mujer se abrió una investigación y salió a la luz una trama que robaba desde hacía tiempo las piedras que por su impureza se destinaban a la industria y por tanto no tenían tanta vigilancia. Lo hacían de muy en muy poco y aún no se había detectado. En suma que me ascendieron a supervisor. Me encargaba de establecer vigilancia sobre la vigilancia. Por ejemplo, me cercioraba que el edificio de entrada a la mina estuviese sellado cuando no funcionaba el trabajo en superficie, porque en profundidad era el día y la noche en tres turnos. También de que los barracones del personal que no se iba estuviese cerrado y apagado. Por aquellos días, vino una geóloga al laboratorio llamada Astrid, danesa, casada con un banquero suizo.
- Ya lo veo venir, Dazen.
- No. Espere. ¿Quiere más whisky?
- De momento voy bien y mejor contra tu hombro y sintiendo tu pierna rozar la mía, y oyendo tu voz tan cerca. Me estoy poniendo cachondo.
Dazen alargó la mano y tocó la entrepierna de Victorio. Se bebió su trago de golpe y siguió el relato sin apartar la mano del sexo de Victorio.
- Debo estar en el cielo, Dazen.
- Continúo. Una noche haciendo mi ronda vi luz en el pabellón de duchas. Me acerqué con cautela y oí la cascada de agua de una ducha. Alguien, pensé, se la ha dejado abierta, con lo escasa que está. Entré y vi de espaldas uno de los paisanos dejar caer el agua sobre su cabeza. Di con la defensa un golpe contra la jamba de la puerta y se volvió. Era N'dogo uno de los laborantes del laboratorio de geología que llevaba ahora Astrid.
"Que haces aquí a estas horas" le pregunté, se me quedó mirando de arriba a abajo y noté que su pene empezaba a crecer, pero no por eso él intentó esconderse o protegerse. "Tú eres el maricón que le cortó el cuello a la mujer. Tú lo dijiste. ¿De verdad lo eres, o era un ardid?" El pene le había seguido creciendo y era ya una manguera de al menos nueve pulgadas. Yo no pude evitar sentir mi crecimiento y tirantez y de forma refleja intenté colocarmela. "Ah, ya veo, que era verdad, pues ya somos dos" me dijo. Y se acercó y me tendió la mano. Cómo dudé a la hora de ofrecerle la mía me dijo muy festivo, "Puedes cogerme la polla si quieres, yo te lo agradecería"
- Y se la cogiste - Se cargó de razón Victorio - con un aparato de esas características quién podía negarse.
- No. Estoy muy acostumbrado al autocontrol y yo sabía que en mi trabajo yo no podía meter la pata - con su mano no dejaba de masajear los genitales de Victorio que por cómo se comportaba debía estar en la gloria - así que esperé mi momento. Y ese momento era cuando librabamos un fin de semana de cada ocho que podíamos ir donde quisiéramos siempre que el lunes estuviéramos en nuestro puesto a las seis de la mañana. Esos fines de semana eran de miércoles a las 2000 h hasta el lunes 0600 h.
En el poblado donde solíamos ir a esparcirnos cuando podíamos me hice el encontradizo con N'dogo. Le pregunté que donde se metía que no le veía "como no has vuelto a ducharte a deshoras. Tómate algo, invito yo, por el susto" se mostró sorprendido pero mi tono era tan cordial que me preguntó "que quieres. Ya te has sacado el paraguas que te tragas cuando estamos allí" y decidí ir al grano sin más espera, "sabes, me quedé con unas ganas, que no puedes hacerte una idea, ¿no estás casado?" Se me volvió como el que ha visto una aparición "dímelo ya, ¿que quieres, echar un polvo? Aquella noche era ideal, nadie se iba a percatar, pero eres un puto estrecho" yo le comprendía su postura, pero mi trabajo era muy especial.
- ¿Cómo de especial? Dazen. Puedo tocarte. Por favor, tú me acaricias y es el cielo divino, pero me muero por saber que tienes ahí.
Dazen miró a Victorio y se fue acercando muy lentamente. Victorio no se quería creer que estuviese sucediendo lo que iba a suceder hasta que los labios de Dazen chocaron con los suyos. Un leve intercambio de saliva y la sonrisa más perfecta que nunca hubiese visto en un rostro habitualmente tan duro y ajeno a emociones.
- Tócame todo lo que quieras. Con suavidad, hazme gozar como debería haberlo hecho mi padre en lugar de hacerme sufrir.
- Cuando le daba carta blanca a tu hermano, ¿no?
- Lo de mi hermano no era nada. Yo quería a mi hermano, y mentiría si no reconociese que me gustaba que Mijail me follase. Gozaba de verdad.
Mi hermano empezó a masturbarse con mi culo cuando yo tenía ocho años - se detuvo y empezó a temblar, Victorio le miró y estaba llorando, dejó de tocarle y le preguntó.
- Debía tener cuatro años, quizá tres, no lo sé. Lo tengo como en una nebulosa. Recuerdo la manaza de mi padre apretar mi manita para que no me escapase. Yo no quería ir con él. No sé dónde ni cuánto tiempo pasaba pero había un momento en que veo a mi padre con los pantalones bajados y sus manos empujándome la cabeza y metiéndome algo grande en la boca. Recuerdo vomitar y mi padre zarandearme muy enfadado, luego me cubría la cara con algo como papilla clara, luego supe que era semen. Eso sucedía cada semana y me decía que si contaba algo, se lo haría también a Mijail. Y me callé. Cada semana igual. Yo dejé de comer sin que hubiera razón para ello. Lloraba constantemente y adelgazaba y adelgazaba. Mi madre me preguntaba y yo lloraba. Mi madre debió olerse algo y a la siguiente vez que mi padre me cogió de la mano, mi madre nos siguió y vio lo que mi padre hacia. Nunca volví a ver a mi madre así. Era una loba defendiendo su camada. Con un palo atacó a mi padre que cayó al suelo. Mi madre me cogió en brazos y cuando mi padre se recuperaba le dijo que si me volvía a tocar le mataría mientras dormía y recuerdo esto: "a mi me la metes por el  culo que es lo tuyo, a mi hijo, no vuelvas a mirarlo"
Yo creo que por eso me tenía tanta manía. Y ahora cuando una persona, que podría ser mi padre se ha comportado tan dulce y cariñoso, me he derrumbado.
Victorio abrazó a Dazen y le besó como lo haría un padre. Así estuvieron unos minutos hasta que Dazen recobró su presencia de ánimo. Pudo volverse a vestir con su traje inexpugnable y continuó como si nada hubiera pasado.
- Le dije a N'dogo apurando la copa: el próximo fin de semana que tienes, lo he mirado, es el que viene. No tienes más que decírmelo y lo pasaremos en Isla de Sal, Cabo Verde. Sale un vuelo de Freetown al Amílcar Cabral a las cinco de la mañana del jueves. A las siete de la mañana podemos estar allí y conocernos mejor, como tú querías. Yo corro con todos los gastos. Estuvo un rato callado, finalmente me miró, sonrió y me dijo: "Siempre me gustaste, cabrón, pero eras tan frío, tan distante, tan inaccesible que cuando te vi en las duchas pensé que ya estaba hecho, pero volviste a ser un cabrón. Si, cabrón, si, estoy deseando llegar. Puedes hacer las reservas" Nada más terminar, sonreí muy sobrado y le dije. Están hechas las reservas desde la semana pasada. Me agarró el cuello con su brazo y no paraba de decir cabrón. Yo le dejaba explayarse. Comprendía su sorpresa.
- Muy seguro estabas de que te iba a decir que si
- Victorio, debido a la vida que he llevado he aprendido a perfilar comportamientos y el de N'dogo no podía ser más elocuente.
- Os lo pasasteis bien. Cuatro días follando como locos.
- Es verdad. N'dogo era un experto amante. Yo también y no nos reducimos a corrernos. Eso era lo de menos. Comíamos una vez al día, a la hora que nos apetecía en el buffet permanente y seguíamos explorandonos sin dejar de gozar. Unas veces me follaba él a mí y a veces era N'dogo el que me rogaba que le poseyera. Fue algo imposible de reeditar.
- Mantenéis contacto ¿Verdad?


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