martes, 16 de junio de 2020

EDUVIGIS - 5 -


- ¿Puede ponerse Don Roldan Árdela?
- ¿Es usted Doña Eduvigis?
- Si señor, la misma.
- Señora, todas las semanas la misma conversación, Roldan, no asunta desde aquella paliza, cuando él salía solo de paseo. Claro que puede venir a verle, pero no va a hablar por teléfono, sabe usted que está en coma. Puede usted traer cada semana un cura diferente, intentar confesarle, perdonarle y darle la comunión, pero le aseguro que no se va a enterar de nada.
- Yo creo que si. Por eso llevo sacerdotes tan jovenes, son los que mas inflamados estan de fe y confian que el Señor obre el milagro.
- De acuerdo - respondió el interlocutor sin convencimiento - pero, oiga, Doña Eduvigis, el cura podría venir sin tanto revestimiento, o ponerselo en la habitación, a algunos ancianos les acongoja verlo, se creen que ya van a morir.
- Irá con su sotana. Conforme en que las vestiduras sagradas se las ponga en la habitación. Hasta mañana. Iremos a la hora de siempre por la tarde.
Aquella conversación le llevó a otra que mantuvo con su padre camino de vuelta a su casa después de confesarse el incesto.
- ¿Te ha puesto mucha penitencia Don Arsenio?
Eduvigis arreboló las mejillas reviviendo aquello a lo que llamaban confesión.
- Hija mía, antes de que abras tu corazón y dado que supongo que has sido ocasión de pecado para un hombre tan recto como Don Jose, empieza por ejemplizarme, de que manera tan abyecta lo habrás hecho. Por la mujer entró el pecado en el mundo y eso hay que expiarlo - y mientras pronunciaba esa cinica y podrida homilia, enarbolaba un impresionante pene al lado de la cara de Eduvigis - abriendo la boca, por ejemplo, y comulgando con la santa leche de un siervo del Señor. ¡Chupa, preciosa! Y que yo vea como aguantas las arcadas.
- Pero padre Arsenio...
- Calla zorrita y mama de este otro padre. El culito, que ya tienes preparado vendrá luego.

- ¿Y esa rosa roja que asoma a tu cara, niña? El padre Arsenio la tiene grande, pregunta a tu hermano, Roldan, a ver que le parece y que te diga si folla bien. Aunque eso ya lo habrás comprobado tú, preciosidad.
- Si padre - empezó a llorar - quiso desflorarme - continuó entre jipidos y le dije que por favor por el culo que tenía que llegar virgen al matrimonio.
- Muy bien, Eduvigis. Ya tendré yo unas palabritas con Don Arsenio.
- También me dijo que me llevaría a la capital a que Don Bernabé me purificase de mi concupiscencia.
- De eso, nada. Una vez te cases, que tu marido decida, pero estando bajo mi ferula a casa del canonigo, nunca.
Ese camino de ida y vuelta a la Ermita lo realizaron muchas veces Don José y Eduvigis. Y a cada nuevo paseo mas relajada y dicharachera estaba Eduvigis que ya ahormada por el miembro de su padre, primero y amigos de él despues disfrutaba de las ocurrencias de cada uno. La niña, no por eso perdía su aire angelical. Esa mirada limpia de inocencia era lo que encandilaba a los hombres y jovenes de posibles del casino. Ese casino edificado al lado de un palacio propiedad de la corona y administrado por un gentilhombre de oscuro pasado y dudosa reputación. Se decía de él que se había criado en Fez en el harén de un Raja inmensamente rico, pero todo eran suposiciones. Cuando se edificó el casino, en tiempos de la ocupación francesa alguien quiso establecer un paso excusado en la medianeria. La puerta era ignota tras una de las estanterias de la biblioteca y pocos socios sabian el mecanismo de paso. El palacio era una casa de tolerancia para gente de posibles y las putas, eran pocas, aunque de buen porte, porque la casa mas bien se utilizaba para aquellos devaneos que serian imposibles sin que el común pusiera el grito en el cielo si supiera que por ejemplo el justicia mayor solo gozaba con collar de perro, cadena y castigo severo para lamer las suelas de los botines de quien le apalease convenientemente sus pelotas. Y esto como ejemplo, el alcalde, el medico, el Sr. Obispo y demas gentes principales tenian "sus rarezas" que solventaban a cambio de buenas bolsas y les permitian llevar unas vidas intachables cara al publico.

Caminando de la mano de su padre entre los asistentes al acto de mayoría de edad de las señoritas que solo las facultaba para poder pretender y que fuesen pretendidas, veía las sonrientes caras de los que aplaudían y recordaba sus caras de salacidad cuando le pedian que abriese la boca para escupirles dentro y a continuación entrar a saco con lengua a llevarse la saliva de ella.
La primera vez que su padre la llevó tenia recien cumplidos los catorce, los pechos ya bien desarrollados, su virgo intacto y el ano con la horma de una berenjena. No sabía a que subian a la biblioteca y una vez allí vio que su padre abría la libreria donde estaban, "los franceses", busco "Gamiani" Alfredo de Musset y tiró de él, el libro basculó y la libreria giro sobre unos goznes. Tras la libreria un estrecho pasaje de un metro aproximadamente salía detras de un pesado cortinon de terciopelo verde. Tras el cortinaje una habitacion con una inmensa cama cuyo dosel era un gran espejo.
- Quedate aquí Eduvigis y vete desnudando hasta quedarte con el refajo, de cintura para abajo, desnuda. Ahora voy a venir con unos señores con los que tendrás que ser muy amable y comprensiva. Ninguno te va a robar tu virgo, pero no te niegues a nada.
Cuando su padre salió por la puerta la muchachita en lugar de temblar de miedo, empezó a temblar de excitación. Estaba tan mojada que al moverse dando unos pasos sus ninfas resbalaban una contra la otra y su necesidad era llevarse la mano a su sexo para masturbarse como hacia cuando su padre la encalomaba su verga por el culo. Se excitaba pensando en el numero de hombres que vendrian a gozar de su cuerpo. Se tumbó en la cama muy abierta de piernas y empezo a acariciarse el clitoris y a gemir de placer. 
En ese instante se abrió la puerta y entró Don José, seguido de Don Arsenio, el cura, Don Teodoro, el medico y el Sr. Alcalde. Con ellos y como intentando pasar desaprcibido un chico de no mas de veinticinco años, que intentaba ser transparente. Se notaba que era una situación nueva para él y no se encontraba comodo. La puerta se volvió a abrir y entro una mujer mas mayor, como de cuarenta, completamente desnuda.
- Pero esta es una corderita tierna - dijo la mujer - debe tener seda en lugar de coño.
- Es mi niña - dijo Don José y la he traído para enseñarla lo que es follar. De momento por el culo, es virgen y lo será hasta su matrimonio como dios mamda.
- Como debe ser - apuntilló Don Arsenio.
- Pues usted, su santidad, bien que quiso...
- La carne es debil, hijo.
La mujer se dirigió a Eduvigis y sin mas requisito, comenzó a masturbarla para a continuación seguir estimulando con la lengua. La niña comenzó a jadear mas fuerte, llevó sus manos a la cabeza de la mujer apretandola para sentir mas.
Ante el espectaculo todos los hombres tenian sus vergas en la mano salvo el muchacho nervioso que se había despojado de sus pantalones y se dirigia a la cama exhibiendo un pene tirando a grande. Eduvigis, gracias a la sabiduria de la mujer iba de orgasmo en orgasmo, por eso, cuando el chico se le acercó resuelto y le aproximó su verga a la boca, Eduvigis se la trago con ansia y chupando intensamente hizo que el muchacho se corriese. Guiada de instinto sexual entreabrió la boca enseñandole su semen al chico. Este al verlo no se lo pensó y selló la boca de Eduvigis compartiendo con ella el esperma. Luego se le quedó mirando fijamente a los ojos y la capturó en ese momento. Ella olvidandose de que la mujer la chupaba se giró por completo,abrazó al muchacho y ahora, si, fue ella la que beso, teniendo por primera vez en su vida la voz cantante y el dominio de una accion de sexo. Estaba enamorada como si Cupido hubiese actuado.
- Francisquito, ¿que haces? - estalló irrittado Don Teodoro - hemos venido todos a disfrutar y nos has cortado a todos. Perdonenle ustedes - se dirigió al resto de caballeros -, es mi sobrino, un poco corto, por eso le traje, que fuese perdiendo ese cuajo, y a fé mía  que lo ha perdido.
- Señor Alcalde - tomó la palabra Don José - Eduvigis tiene una puerta trasera realmente prodigiosa. Haga usted uso de ella y disfrute. Vero - se dirigió a la mujer - ahora le va a follar el culo el Sr. Alcalde, que le coma el coño y se vaya acostumbrando a lo que es un lesbico. Además le gustará. 
Mientras Vero rodeaba a Eduvigis para cabalgar su cara y darle su sexo, el alcalde hundía su grueso pene en el ano. El médico, después de ver lo de su sobrino y ahora al alcalde se despojó de los pantalones y fue en busca de Vero, la apartó de la boca de Eduvigis y le clavó la verga.
- Francisquito, ven aquí, haz algo util - le urgio Don. Arsenio al sobrino del medico - dame con la mano, ya no puedo más.
El muchacho se acercó al cura y con mucho apuro cogió el pene y lo agitó debilmente. El cura le cogió la cabeza y con fuerza le hizo arrodillarse delante de él.
- ¡Chupa de una puta vez, maricón! - obligando a Francisco a chuparsela. 
El cura se corrió enseguida. Francisco escupió como pudo el semen tosiendo y atragantandose. El cura se guardó su pene, se recompuso y salió de la habitacion.
En ese momento Don Teodoro acababa de correrse se recomponía para marcharse. Mientras, Francisco se acercaba a Eduvigis con el alcalde sudoroso y arremetiendo con mucho esfuerzo.
- Necesito volverte a ver - le susurró - se que me he enamorado de ti.
- ¿No te importa todo esto en lo que me veo metida?
- No me importa nada. Iré a casa de Don José a verte.
- Tendré muchas cosas que referirte. Mi vida es muy agitada.
- Francisquito, nos vamos - ordenó Don Teodoro.
Francisco arrebató un dulce beso a Eduvigis al tiempo que el Sr. Alcalde desistía en su empeño de eyacular, saliendosele un pene goteante y flaccido.
- Don José - se justificó el alcalde - a ver si otro día me pilla algo más fuerte y no doy gatillazo.
- Eso Sr. Alcalde, y a ver si hablamos de esos terrenos de mi familia cerca de la Ermita, que poco a poco se van quedando en el centro del pueblo.
- Ya hablaremos, Don José.
El alcalde salió al tiempo que Vero de la habitación y Eduvigis y su padre se quedaron solos.
- Vístete niña, que nos vamos.
Por el mismo camino por el que entraron, regresaron a la biblioteca del Casino y de alli volvieron a su casa.
- ¿Has disfrutado, cariño?
- Habría disfrutado más a solas con el sobrino del medico. Me ha dejado muy impresionada, padre.
- No es mala familia, solo que el muchacho dice que es artista y no quiere hacer nada de provecho.
Al dia siguiente a la fiesta de presentación  en sociedad Francisco  apareció en casa del veterinario. Estuvo hablando con Roldan y Gaspar. Amo, el mastin de Roldan no se separó de ellos. Finalmente Eduvigis acompañó por la finca a Francisco hasta la casa de su madre, para presentarsela.
- Mama, este es Francisco, el sobrino de Don Teodoro. Viene a verme. Yo le quiero
- Y yo también, señora Isabel y me da igual que su padre la haya usado como a una mercenaria para sus negocios. Me la voy a llevar a Madrid. Allí yo tambien podré desarrollar mi arte, soy pintor y la sacaré de aquí, donde Don José, me temo que la rechazará cuando ya no pueda sacarle renta.
- Si, hijo, con mi bendición.
- Cuando estemos afincados la traeremos con nosotros y la sacaremos de aquí, donde es voz popular que no se la quiere. Esta noche por la linde norte estaré esperandola y nos iremos.
Esa misma tarde Eduvigis no pudo mantener oculto para Roldan sus planes.
- Me veré obligado a casarme con Vicenta y seré muy desgraciado. Prefiero los hombres, Eduvigis, tu lo sabes bien, pero padre me mataría. No se. Tenme al día de tus señas en Madrid, quizá yo también tenga que escapar de esta prisión.
A la mañana siguiente Eduvigis no apareció a desayunar, ni a almorzar ni a cenar.
Al otro día, Isabel era expulsada de la casa. Le dieron un duro y su ropa y tomó el camino de Madrid.

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