jueves, 24 de junio de 2021

POLI (3)

 

A medida que le iba desgranando lo sucedido en la playa del acantilado Goyo se mostraba más entusiasmado. Me preguntaba si después de lo de la roca durante la barbacoa no imaginaba yo nada.
- Voy a ser absolutamente honesto contigo Goyo. Mientras me la estaba chupando mi intención, y me reprimía, fue acariciarle la cabeza y buscarle la entrepierna a ver cómo la tenía él de tiesa o de grande, pero delante de mí mismo me veía buscando el sexo a otro tío y me veía señalado, como yo había señalado a otros en el instituto. Te acordarás de aquellos dos que pillamos pajeandose en los servicios del gimnasio, como los mortificamos hasta que acabamos.
- Si, tío, se me partía el alma, porque en esos mismos servicios yo le hice mamadas a media clase, menos a tí, que no me dabas pie, siempre colgado de Ana. Los mismos a los que yo mamaba el rabo, y alguno, ¿te acuerdas de Gerardo?
- Si, el cabrón ese que abusaba de los novatos.
- Pues ese, el que más chillaba era el que más me reclamaba, pero para chupármela él a mí. Porqué crees que te respetaron todos aquellos con los que estaba yo en el patio cuando llegaste con un luminoso en el culo que decía "Patearme" pues porque los tenía a todos cogidos por los huevos y si yo abría la boca se montaba un San Quintín.
Bueno, sigue. Estabas que los gallitos heteros, cabrones del instituto mortificabais a dos gays que sin hacer daño a nadie se consolaban uno al otro de su especial condición. Venga.
- Pues eso, Goyo, que me veía siendo objeto de mofa incluso de mí mismo y me horroricé. Además yo tenía la suerte de poder comparar. Ya Ana me había obsequiado con una mamada completa y no me voy a mentir otra vez a mi mismo al cabo de diez años, la mamada de Sebastián fue de lejos mucho mejor. Y cuando me dijo el pobre que si le hacía una paja, ¡fijate, una simple paja! que no me comprometía a nada, le dije que no era maricón, Goyo, cuando en realidad estaba pensando que acababa de descubrir que me gustaban los tíos y estaba asustado. Debí decirle No quiero ser maricón, aunque lo sea.
- Va, Jero, pero ya no tuviste nada de nada nunca más - le miré con cara de desencanto - bueno si, lo de la playa del día siguiente, pero eso fue el mismo encuentro, demorado unas horas, y luego ya nada - se detuvo en el paseo, me tocó el brazo, me detuve, me encaró y me preguntó - ¿Nada de nada?
- Luego te cuento - continúe caminando dejando a Goyo con cara de detective de película serie B - ahora sigo con lo de la playa.
Nada de nada, lo que se dice nada, no sabía si lo de aquella noche y la pelea por aquella chica contaba. No sabía si sincerarme con Goyo, quizá lo malinterpretase o en el peor de los casos me aclarase. Lo de ser maricón, me he negado siempre, ¡joder soy un tío! y que además tiene éxito con las mujeres. La verdad es que después de abrirle mi corazón a Goyo con lo del chico de la playa, ¿porqué no?
- Bueno, Jero, lo dejas aquí o me dices ya como acabaste follandose tres veces al mismo tipo en una mañana. Me vas a perdonar pero suena a enganche como una catedral.
- Contar eso tiene miga porque intervienen muchos factores y no quiero darte una versión injusta ni para Sebastián, que la verdad que el crío solo quería jugar, disfrutar de aquella playa exclusivamente para nosotros, ni para mí que me comporté como un energúmeno y de alguna manera me sentí obligado a compensar.
Pero antes otra cosa. Fue hace cosa de cinco o seis años. Empezaba a salir con una chica menudilla, muy simpática, pero castaño tirando a rubio de bucle grande y una cara de angelote de Murillo. Llamaba la atención, de verdad. Estábamos en un bar, ya era tarde, tarde, te voy a decir que de las tres adelante. Yo había bebido un poco de todo y apareció un nota del curro, de profesión simpático empalagoso, el típico guaperas que chasca los dedos, y se creen ellos, que se le rinden hasta las once mil vírgenes. Pues nada, que llega, venía el tío cargadete y me dice que si ese pibonazo me lo iba a quedar yo solo para mí. Le aparté poniéndole la mano en la cara mandándole a tomar por el culo, pero el imbécil va y le coge una teta a mi chica. ¿Que hice? le largé un hostiazo a puño cerrado que le hice caer sobre una mesa. Vinieron los seguratas y nos pusieron a los dos de patas en el arroyo. La chica me dice entonces que acaba de pedir un taxi y que se va que no soporta a los machistas como yo. Me dejó de una pieza. El otro gilipollas sangrando por la brecha que le había hecho en el pómulo se meaba de risa por la salida de la menudilla. El disgusto me despejó los vapores del alcohol y tomé conciencia de la herida del otro. Le pedí perdón y me dijo que por lo menos le acompañase a urgencias y me suelta "y como poco Jero, una mamadita tenía que caer" Yo me lo tomé, como se lo habría tomado cualquiera que quien hablaba era la botella de tequila que tenía que llevar en el cuerpo el nota. Le llevé en mi moto a urgencias y me chocó que se me agarraste tanto, pero la borrachera era de Nobel y no le quise dar importancia. Cuando le curaron eran las cinco de la mañana y me dijo que vivía al lado del hospital que no debería coger moto hasta que no se me pasase el morao que tenía. No me pareció mal. Vivía en un apartamento muy chico y destartalado detrás del hospital. Solo tenía una cama pero era de 1,5 que ocupaba casi todo el cuarto. Me dijo que no tenía más, pero que había sitio de sobra para los dos. Yo me eché vestido y él se quedó en ropa interior tipo strap y me rechinó un poco pero estaba que me caía y me quedé frito.
- ¿Y ya está ya está? Cuál es el problema que pensaste que deberías haberle mamado y por cortedad no lo hiciste.
- Peor. Déjame seguir. Me empecé a despertar y no quería porque la chica menudilla me estaba haciendo una mamada de libro y la estaba disfrutando. Yo le cogía la cabeza con las dos manos y le acompañaba en su cadencia. Y abrí los ojos, miré el techo, no reconocía la habitación donde estaba pero iba a correrme, levanté la cabeza y no pude ya cortar. El colega del trabajo, el figura guaperas me estaba haciendo una mamada. Me había desnudado por completo, que no tengo conciencia de cómo lo hizo y yo con el primer chorreón de leche le tenía sujeta la cabeza y terminé de correrme en su boca. Fue un placer inenarrable, pero yo no le iba a dar la razón. Cuando acabé empezó él a masturbarse sin sacarse la mía de la boca, pero le agüé la fiesta, me retiré y con toda la indignación que pude reunir, que no era mucha, me había gustado, le pregunté si era maricón y el tío sin cortarse me dice "¿Y tú?" Y me dejó sin palabras. Es más me amilané y le expliqué que era un sueño que una tía me la chupaba y diciéndolo me estaba dando cuenta de lo tonto de la explicación. Y sin dejarme seguir con la explicación me pregunta "¿No es la primera vez? que yo tengo muchos tiros daos" Yo estaba desarmado y le dije que efectivamente que no. "Ya me parecía. Anda vamos a tomarnos un café y a echar un polvo tranquilo, que te tenía yo el ojo echado"
Me vestí, y me negué al café y al polvo por supuesto. Fui por mi moto y me fui a mi casa. Tenía todo el domingo para digerir el marronazo que me acababa de tragar.
- Entonces Jero, ¿cuál es el problema? te cogió la vez con tu sueño, ese pesado de la tajada, y tú cuerpo lo explicó haciéndote soñar lo tuyo, que una tía era la que se ocupaba. No te comas el coco amigo, tu no tienes nada de maricón, solo te has visto pillado por las circunstancias.
- Que no Goyo, que no. Déjame terminar que ahora viene lo mejor.
- Ah, ¿es que hay más?
Todavía me preguntaba porqué le estaba contando a Goyo todo y lo que tendría que contar a continuación me iba a pasar factura y a obligar a tomar alguna posición.
- Al día siguiente en el trabajo a la hora del bocadillo me fui al muelle de carga a comérmelo tranquilo y no me di cuenta que Ramón, el que me la mamó, se acababa de sentar a mi lado. Me dijo que teníamos pendiente un polvo y me echó el brazo sobre el hombro. Me lo sacudí con cajas destempladas y me puse de pie en un salto. Se levantó, vino tras de mí y me dijo que no me lo tomará tan a mal y luego me hizo una pregunta, me pidió permiso para hacérmela. Me preguntó la edad. Yo tenía casi los 22, el me contestó que tenía 28 y me explicó: "Yo con tu edad se me amontonaban las tías y la verdad es que salvo las pajas que nos hacíamos los colegas con doce o trece años nunca tuve nada con un tío hasta los 24 que nos montamos un trío con una muchacha y al final, empujado un poco por ella que me engatusó con su boca el otro me la clavó. Y ahí me contagie. Jero, una vez que pruebas culo estás perdido, aunque no lo parezca. Aquella chica sabía estimular y como dilatar. No sólo no me dolió, me entusiasmó. Finalmente yo me la follé a ella, pero te juro que la sensación de tener una polla dentro no sé dónde roza o empuja, no se, solo sé que a partir de ese momento, yo seguía follando con mujeres pero notaba una ausencia por detrás. Yo en casa me tocaba, me metía el dedo, me daba vaselina y sacaba el dedo lleno de mierda, me compré un dildo, y me molestaba más que gustarme. Hasta que un día me armé de valor y me metí en una sauna gay. Un color se me iba y otro se me venía. Tanto se me debía notar que un tío en la cuarentena se me acercó me cogió el culo y me dijo que él me iba a quitar mis angustias. ¡Que sabiduría, Jero! Volví a sentir aquello que añoraba pero me introdujo, además de su nabo, en un mundo nuevo. Me enseñó a mamarla, a comerme un culo, a besar y a meterla como un ser civilizado. Después de varias sesiones con él en la sauna, de copas o paseando, me presentó a su mujer y a sus hijos. Yo estaba flotando, hasta que encontró a otro pardillo al que enseñar. Si, he follado con tías, pero no es igual. Con un tío puedes ser tierno, dominante, cervatillo o una serpiente venenosa y una vez se baja uno de la cama, allí en la cama se queda todo. Con una tía te levantas de la cama con la mochila cada vez más cargada de promesas, reproches, compromisos y angustias. Con un tío, yo al menos, me siento más libre" 
Me dejó de una pieza, Goyo. Cambió toda mi percepción de lo que era ser maricón. Y para colmo me hizo la última pregunta: "¿Antes de lo nuestro, bueno de mi asalto, habías tenido algo más? Y que conste que fue asalto hasta que te diste cuenta que era yo el que chupaba, porque bien que te corriste hasta el final sin rechistar. Dime alguien más?" Le conté lo de Sebastián y ahí acabó de darme la puntilla. Me dijo: "Dos veces entonces, con la mía. Pues mira no voy a poner paños calientes. Ya sabes eso de que si te engañan la primera vez es culpa del otro, pero la segunda, amigo, es tuya" Maricón no creo pero vete sacando número para apuntarte a bisexual y no te cortes, cuanto antes cates el culo y puedas elegir, no seas tonto, no pierdas oportunidades con la edad que tienes. Te queda mucho que gozar de una polla. Un coño está bien y una mujer te lleva embridado, porque si no, nos volvemos locos buscando intensidades y es mejor tener control, pero que te dejes de bobadas y aceptes de que vas, cuanto antes mejor"
Mira Goyo - no me dejó seguir
- No, Jero, mira tú, gilipollas - estaba como cabreado - te lo pusieron negro sobre blanco hace ¿cuanto? Seis años, ¿Y no has tenido tiempo para revisar tu vida en este tiempo? Y pensar la de noches en blanco pajeandome pensándote que he pasado, cabrón, desde los quince años y aguantandome, aguantandome, ¡Joder, hasta tener que comerme un coño canoso, solo porque tú te lo habías follado antes! Para hostiarte y no parar  ¿Y bueno? habrás decidido ya probar a envenenarte de culo una puta vez, y desde luego yo voy a ser el primero.
- Goyo, eres mi amigo, no sé si por tu parte con beneficios o no. Desde luego por mi parte es sin beneficios. Me lo pensé mucho y decidí que esa droga era la más adictiva y no. Seré bisexual, pero no pienso ejercer. En cuanto acabe la formación y me destinen, encontraré una chica sin complicaciones, me casaré y haré una vida normal.
- ¿Pero tú has meditado que coño es una vida normal? O sea que los millones de tíos casados con devaneos homo ¿son anormales?
- Eso es como lo de las moscas y la mierda Goyo. Cada persona busca su normalidad y la mía va a ser con mi mujer, mis hijos y mi rutina policial.
- Te equivocas, Jero, te equivocas y vas a desgraciar a una chica que te querrá hasta que se dé cuenta que a ti la cabeza se te va a tu culo. Porque eso sí te lo pronóstico. Eres un tío de bandera, macizo, y con uniforme, un yogur, antes o después probarás culo y a ver entonces qué haces, porque mamar polla te va a enloquecer y eso lo probarás mucho antes.
- Venga Goyo, vámonos ya que hay que llegar a la cena.
- Jero, no me lo tomes a mal, pero voy a pedir el cambio de habitación a la mía antigua, no voy a soportar verte desnudo o pasar las noches en vela sabiendo que estás luchando por no meterte en mi cama.
- ¡Que dices, maricón! - nada más soltarlo me arrepentí, pero no quise rectificar, me podía suceder como con el luxemburgués y no. Al menos iba aprendiendo.
- Así estamos, ¿No? - estaba realmente abatido - Yo voy a volver por la ronda. No quiero hablar más contigo. Adiós Jerónimo.
En ese Jerónimo había toda una declaración de intenciones. Se me clavaron en el alma sus palabras y le vi dar media vuelta y enfilar la pasarela del río para coger la ronda que le llevase a la Academia. Me entraron ganas de llorar, pero no quise dar rienda suelta a mis sentimientos, había tomado una decisión y ya era un hombre, no un adolescente, y la mantendría aunque me llevase la vida.

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