lunes, 3 de mayo de 2021

ARMARIO (3)

 

Estaba estudiando la poesía de Huidobro cuando sonó el teléfonillo de la calle. Noelia debía estar en la cocina y preguntó. Yo puse el oído.

A los tres días del partido del que Noelia me rescató con mucho sentido común, salía de clase de Cole y allí estaba Germán. Cole me dijo que le conocía del ambiente de heteros curiosos y algún bukake que otro. Cuando le vio me dijo que suponía (y suponía bien) que estaba allí por mí y se despidió.
- Yago, por favor, tenemos que hablar, no puedo seguir en esta incertidumbre.
No era el Germán sobrado, seguro, cínico y pasando de novia, amantes y hasta de sexo. Estaba como apaleado, suplicante, con el hábito corporal recogido. Humillado era la palabra.
- Por favor, Yago.
- Vamos caminando y me cuentas - y le di a mi discurso un tono frío, distante y duro a conciencia.
- Necesito algún sitio tranquilo, así andando, no se - se detuvo viendo como yo seguía - Yago, por favor.
- A tu casa a follar ¿no? No, tío, ya está bien. ¿Está allí tu argentinito? - como a dos metros me detuve y me volví, vi perfectamente como Germán empezaba a llorar y se me partió el corazón, me acerqué y le consolé abrazándole - venga, vamos a mi casa.
Ya no hablamos en todo el trayecto. De vez en cuando le pasaba el brazo por la cintura como señal de solidaridad, estaba muy abatido, no era el Germán que yo no conocía.
Cuando llegamos a mi casa le dije que, si a mí habitación o nos quedábamos en el salón, dijo que en mi habitación.
Entramos y le ofrecí mi silla de estudiar, yo me senté en mi cama.
- El día que viniste con Lautaro al vestuario y Noelia me echó una bronca, te quiere mucho ¿sabes? Cuando os fuisteis, se quedó Lau y me dijo lo de la grada
- ¡Yo no quería, joder!. Hombre, tiene un buen rabo y a nadie amarga un dulce, pero me sujetaba la muñeca y me obligaba. A mi me parecía que le daba morbo tener la polla fuera, allí delante de todo el mundo.
- Bueno, Yago, eso no tiene que ver. Estando allí me llamó Bea - se detuvo y se le hundió la cabeza entre los hombros - y antes debo decirte para que te llamé al vestuario, nada que ver con las intenciones de Lau. Iba a decirte..., perdona - y empezó a llorar con mansedumbre, lágrimas de arrepentimiento, se serenó y pudo continuar - quería decirte que ya no puedo aguantar más, que no me puedo engañar más sin hundirme. Te quiero Yago, te he querido siempre y nunca he tenido valor para decirte que estoy enamorado de ti,  porque me escandalizaba de mis sentimientos y estaba asustado. El sexo que tuvimos el otro día, con Lau y todo fui el hombre más feliz teniéndote piel a piel. Cuando no pude declararte mi amor el otro día, con la bronca de Noelia por medio, en la que me reprochaba que me aprovechase de ti, me llamó Beatriz y desgarrado el corazón quedé con ella a cenar y luego ir a mi casa. Quería follar con ella, olvidarte y no volver a saber nada de tí. Casarme cuanto antes y enterrar mi amor por ti bajo toneladas de cinismo.
- Yo siempre te he querido Germán, desde aquel día de la guardería, lo recuerdo como si hubiese sido ayer. Me dolía, me escocía tu dolor, te amé en ese instante y aún tengo rabia de haber podido bajarte el pantalón y consolarte acariciándote donde, no se porqué, sería el sitio perfecto para ofrecerte alivio a tu dolor - me levanté de la cama para abrazarle. Él se levantó también, me abrazó con mucha ternura pero me dijo que le dejase terminar, me frustró un poco, pero se le veía tan auténtico que no dije nada.
- Fui a cenar con Beatriz y Lautaro se pegó, dijo que llamaría a Palmira, pero Palmira le dijo que sus padres habían quedado con ellos y él lo había olvidado. Respiré, porque quería estar a solas con ella y pedirle que se casase cuanto antes, sin esperar a terminar.
Y sucedió. No se puede estar enamorado de alguien, no poder dejar de pensar en el sin parar y querer que el cuerpo reaccione teniendo la mente en otro lado. Yo con Beatriz siempre he sido si me apuras de eyaculación precoz y si de pronto, después de unos prolegomenos muy largos llega la hora de la verdad y hay gatillazo, antes de que tu novia se sobresalté te entra el pánico a ti. Temor a no dar la talla, temor a que te descubran tu doble juego, temor a perder un sistema cómodo de vida y todos esos temores se citan en tu boca del estómago y allí te desgarran la vida. Lo intenté de toda forma, me entregué a una comida de coño desesperada, pero cuanto más me afanaba más pequeña y encogida me sentía el sexo y más miedo me entraba a enfrentar la realidad. Beatriz me intentaba tranquilizar y me acariciaba y cuánto más lo intentaba más me acordaba de tu cuerpo unos días antes. Beatriz lo intentó todo hasta que detuvo la maquinaria, se sentó en la cama, me encaró, me taladró con sus pupilas y lo dijo: "Hay otra, verdad" pero en esa pregunta habia algo de artifiosidad que no entendía, pareciera que estuviera declamando algo largamente ensayado. Ella lo preguntaba pero ya estaba convencida de que no era eso.
Y me eché a llorar, la abracé, sin parar de llorar y le dije que no, que no había otra, iba a continuar diciéndole que otro, no otra, pero me cortó con sus exultaciones de alegría, cubriéndome de besos y estrechándome, diciéndome que iríamos a un médico que es al que va su padre y me curaría. Me dejó mudo, no supe derruirle su castillo de humo y fantasías. Pero voy a decírselo cuando me digas que estás conmigo. Saldré del armario, pero te necesito. Sin ti no podría, no tendría arrojo.
- Ahora, Germán me has dejado conmocionado. Piénsalo bien. Repiensa tu vida. Es lógico que después de nuestro encuentro tuvieras un terremoto emocional. Pero deja esa decisión en el armario antes de hacer tu salida triunfal y le influyas a la vida de mucha gente. Yo te diría ahora mismo ¡Adelante! vamos, porque te quiero, pero por eso precisamente, porque te quiero feliz te pido que esperes y lo medites - se levantó con lágrimas en los ojos y me levanté yo, nos abrazamos y sentí su virilidad, su empuje y me estremecí - no Germán, no. Vete ahora, piénsalo bien, tu vida, tu futuro y luego hablamos.
Le rocé sus labios con los míos y no saboreamos nuestras salivas.

Agucé el oído y escuché a Noelia hablar en un tono agresivo, aunque no entendía lo que decía. Salí de la habitación.
- ¿Quién es Noelia?
- Nadie. Ya se ha ido
- Germán, ¿verdad?
- Déjalo Yago
- No
Cogí el teléfonillo y grité su nombre. Espere una eternidad y volví a llamarle, pero no, ya se había ido.
- ¿Porqué? Germán me quiere, me lo ha dicho y yo no he querido escucharle. Eres, eres, si no fuera..., Noelia, ahora sí me has jodido.
Salí de la casa escaleras abajo tan rápidamente como pude y miré a derecha e izquierda al llegar a la calle. Nadie. Llamé a Germán y saltaba el contestador cada vez. No sabía que hacer. Volví a subir a casa sin meta ni objetivo.
- ¿Que has hecho, joder, Noelia? - no pude reprimir las lágrimas. Noelia intentó abrazarme pero la rechacé y le grité - ¡Es el amor de mi vida, lo comprendes! No eres tú ni nadie. Es Germán.
Me fui a mi habitación, cerré de un portazo, hundí la cabeza en la almohada y grité hasta hacerme daño en la garganta. No podía dejar de llorar, hasta que Noelia tocó la puerta.
- Yago, escúchame, ve a buscarle. Los hombres sois muy radicales, a ver si Germán hace una tontería.
Y de repente se me pintó la imagen de Germán arrojándose por la ventana u oscilando de un cable colgando por el cuello. Salí desesperado de la habitación, arrollé a Noelia y sin mirar atrás bajé no sé aún cómo, las escaleras.
Salí corriendo a su casa, me faltaba el resuello, pero no podía detenerme a coger fuerzas, prefería morirme allí, en medio de la calle. Llegué sin aliento. Llamé y me contestó una voz de mujer.
- ¿Beatriz?
- ¿Yago, no? Venga sube - y en sus palabras frías y cortantes había una amenaza, pero me daba igual. Iba a buscar lo que era mío. Y todo lo demás no me importaba.

Llegó a su casa Germán, con los ojos hinchados de llorar. Una vez más Noelia había sido el valladar que le separaba de Yago. Y allí había otra mujer, su novia, Bea con cara de circunstancias.
- Hace tres días de aquello del gatillazo Germán. ¿Donde te habías metido? Te he llamado, buscado, llorado, que se yo, he estado angustiada por si te hubiese pasado algo. ¿Que has hecho?
- Estoy enamorado, Beatriz
- Ya, de mi, espero.
- He estado estos días deambulando, estrujandome el alma, deshaciendolo por si encontraba el fallo que explicase esto y solo hay una explicación, y es que no la tiene. Estoy enamorado de Yago.
- Y tienes la poca vergüenza de salirme ahora con una broma de estas. Deja de decir estupideces y dime dónde has estado.
- Me he acostado con Yago y con Lautaro, pero me he enamorado de Yago. Creo que he estado enamorado siempre, solo que yo no quería verlo. No puedo seguir con esta pantomima, me tengo que humillar ante la realidad y ante ti. Soy maricón, si, lo soy y he tenido la revelación estos días.
- ¿Una revelación, verdad? Un Moisés, ¿Maricón, ahora me vienes con que maricón? Eres estúpido, como todos los hombres. Si fueras hijo de mi padre no serías más clavadito. Eres maricón, ahora que te has follado a tu amiguito de guardería, no cuando follabas con Lautaro...
- ¿Que? - los ojos se le salían de las órbitas - yo te juro...
- Ahora vas a jurar también. No sigas imbécil. Lo sé todo desde que me lo contó Palmira. Creí que me iba a morir, aunque a ella parecía no afectarle, serán los genes belgas, y lo supo porque su madre le avisó que a su padre se le iban los ojos detrás de su novio. Y Palmira decidió encargar un seguimiento. Si, se de esas fiestas en las que un montón de machos se corren en la cara de uno que se contrata para ese fin; esos machos que se dan por culo mientras esperan turno. El padre de Palmira y su exquisito y privadisimo club londinense, en el que no pueden entrar mujeres. A ese club llevó su padre a Lautaro y a mi padre tambien. Si, también me contó de las fiestas "culturales" del club en las que niñas que apuradamente alcanzan la mayoría de edad hacen realidad las más bizarras fantasías de esos señores tan estirados incluyendo strap-on y a veces de carne caliente y dura.
- ¿Y te has creído...? - Germán hacía esfuerzos por parecer indignado.
- Mira, pardillo - Beatriz esgrimió un archivo oculto de su móvil en el que había fotos del club, y de algunos bukakes a los que Germán había asistido - Mira, ésta es muy salada - en ella Lautaro sodomizaba a Germán que a su vez se la chupaba a otros dos.
Si, forma parte del seguimiento que solicitó y pagó Palmira 
Cuando completamente destrozada fui a mi madre a contarselo, su respuesta fue: "otro como tu padre" no le sorprendían las fotos del club de Londres en las que mi padre, hacia pocas semanas, estaba atado a un plinto en el que el que quería o bien azotaba o bien follaba. Le pregunté sorprendida y me dijo que desde días antes de casarse en que pilló a su novio, mi padre ahora, con un jardinero de mi abuelo en la caseta de aperos de la finca donde iba a celebrarse la boda.
Así que, Germán, nada nuevo bajo el sol. No sé si te habrás follado a mi padre ya o no, espero que tengas mejor gusto, lo que si te digo es que mi boda va a ser contigo. Eres brillante, popular, guapo y simpático y me vas a hacer un par de hijos. La empresa que mi padre heredó de su suegro, mi abuelo, tiene que seguir adelante y tú y yo tenemos que ser los que lo hagan realidad - en ese momento sonó el teléfonillo - tu novio - dijo con retintin - os voy a dejar solos, para que os despidais, para siempre. De ser una aventura me daría igual, has tenido muchas, pero esto es más grave, te ha hecho estar ausente tres días después de un clamoroso gatillazo. Si quieres te despides con un polvo, el último, ya lo sabes, imagina que la Escuela de Arquitectura y su flamante capitán del equipo de rugby se desayunan una mañana con que el admirado capitán es un moñas. En otros ambientes incluso sería un galardón, tu sabes que en este no lo es.
Ya está ahí tu niño. Cenas está noche en casa, no faltes. Tu vives en el armario, como la gente decente, ni se te ocurra asomar la cabeza porque te la cortan.

Beatriz abrió la puerta.
- Hola Yago, cariño, yo me iba ya. Ahí está tu novio, que os lo paséis bien.


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