sábado, 28 de marzo de 2020

RECUERDOS VI - EPILOGO


- Entonces - concluyó Alex - voy a tu piso, ejem, el famoso pisito de marras donde le diste a mi vida la vuelta del reves como a un calcetin, pedazo de cabrón - y terminó con una sonora risotada.
- Tu si que eres un cabrito Alex - dijo entre risas - esta tarde nos tomamos algo aquí, y lo que tu quieras, recuerdo ahora cierto examen de Micro - y ya la risa no le dejó continuar.
- Anda, anda, esta vez no me vas a tomar de primo. Pero eres tú el que me tienes que explicar alguna cosilla, como lo de Londres; quien es ese Ambrosio, en fin y algúna que otra cosilla cómo de qué esas intimidades con Sergio que después he reinterpretado a la luz de estos ultimos lances. Venga, hasta ésta tarde.
El piso estando como cuando lo de Micro al entrar se le antojó diferente, como si hubiese sido otro el que hubiese estado allí.
Raúl le echó los brazos. Fue un abrazo de colegas que se conocen, que se quieren porque no tienen doblez el uno para el otro, porque sus defectos son el espejo en el que el otro se mira.
- Luego vendrá Sergio, el también tiene vela en este entierro.
- ¿De qué le conoces? - preguntó extrañado Alex.
- Todo a su tiempo - contestó Raúl.
- Vamos a sentarnos, Alex charlemos.
Ya sabes que no me llevo bien con mi padre. Pero lo que no sabes es que con catorce años, yo creía que iba a estar todo el día solo y me llevé a un amigo a casa y en medio del polvo, zas, mi padre. Nos pilló con la polla dentro y se puso que yo creía que nos mataba. Se puso morado, parecía que le iba a estallar la vena del cuello y entonces, se relajó y muy despacito, con mucha rabia me dijo: "Fuera de mi vista, maricón, ya no tengo hijo" y levantado la voz echó a mi amigo.
- ¿Y que pasó?
- Que me echó a la puta calle y me encontré de pronto, medio en pelotas, era verano, mi madre estaba en la playa, estaba tirado, mi padre no quería ni recordar mi nombre.
Empecé a deambular hacia el centro. Estuve horas en la calle, estaba agotado, tenía hambre y ganas de llorar. Vi una iglesia y entré para descansar del cansancio y el calor. Mirando distraído fije la vista en un confesionario que crujía y de pronto abrió la portezuela y salió un chico más o menos como yo subiéndose la cremallera. Se fijó en mí, se volvió hacia el confesionario y empezó a caminar hacia la puerta. A continuación salió del confesionario un cura de sotana abrochandosela. Se me quedó mirando, sonrió de una forma asquerosa y me dijo: "¿Quieres confesar?
Te puedes imaginar como corría yo. Me imaginaba que aquel cura me perseguía y me crucificaba por lo menos.
- Joder, Raúl que trago. A mi un tio abuelo de mi madre cuando yo tenia 7 años con el que me quedé un verano una siesta de esas de calor asfixiante me llevó a dormir la siesta a su cama, porque, me dijo, que su cuarto era mas fresco. Alli casi dormido por el calor me cogió la mano y me la llevo a su polla, gorda, flaccida y pringosa y del susto salí corriendo y no me atreví a contarselo a nadie, porque seguro que la culpa me la echaban a mi. Bueno, ¿y que hiciste cuando saliste a la calle?
- Salí desbocado sin saber que hacer al sentir el sol en la cara una mano me retuvo y casi me hace caer.
- ¿El cura?
- Que va. El chico que habia visto salir del  confesionario. Me preguntó "Te ha hecho algo el mariconazo gordo ese", le contesté que me dijo si queria confesar, y el chico contestó " Ya, ya, menuda confesión, con la absolución del baculo arzobispal".
Yo no entendía nada.
- Y ese chico, ¿quien era?
En ese momento golpearon la puerta.
- Ve a abrir Alex, será Sergio, yo voy por unas cervezas frias al frigo.
- Hola, chaval - Sergio le dio un abrazo de corazón y le dijo al oído - y que bien follas, que competente eres.
- Raúl venia con media docena de Coronitas frias - ¿Que pasa Sergio? al tiempo que se saludaban con un entrechocar de pecho y hombro.
Ya sentados los tres y servidas las cervezas Raul, haciendo un gesto como de presentador de circo, levantandose,
- Y sin mas dilación, el mejor, el mas leal, el que nunca te falla, Sergio, el chaval que me salvó la vida a la puerta de una Iglesia.
- ¡Ah! Joder, entonces de eso conoces a Sergio - exclamó sorprendido Alex - y entonces ¿ese Ambrosio?
- Todo a su tiempo chaval - replico Sergio - cuando vi salir como una exhalacion a tu amigo, supe que iba a tropezarse con el escalón que algún cabrón habria puesto alli para romper los dientes a todo cristo. Le pregunté si el cura le habia trasteado como a mi; aunque a mi con mi consentimiento.
- Yo estaba jadeante de nervios y de debilidad - terció Raúl - y agradecí aquella garra de hierro en mi brazo. Claro - aclaró mirando a Sergio - tu eras mas mayor que yo.
- No tanto, yo tenía 16 y tu Raúl 14.
- Pero a esas edades dos años lo son todo - salió Alex apoyando a Raúl - Bueno, ¿y que? que me tenéis en ascuas, joder.
- Me di  cuenta enseguida que Raúl estaba agotado. Me contó lo que le había pasado con su padre y la  verdad, me dio pena. Me senti en la obligación de cuidarle. La calle era, y es una selva y un bocado tan tierno no iba a durar sin dentellada ni una noche.
- Yo le pregunté que qué hacia dentro del confesionario - se explicaba Raúl  - y cuando me lo dijo, no pude creermelo, hasta que me enseñó un billete verde.
- Bueno, bueno - terció Sergio - no siempre era así. Aquel dia fue que en lugar de mamarmela él a mi, me dijo que me daba uno verde si se lo hacia yo a él hasta el final y me lo tragaba. Lo hice, me dio asco de aquel barrigon con la polla enterrada en grasa, pero pudimos ir a tomar unos bocatas de calamares y cerveza.
- Yo - recordo Raúl - era la primera vez que bebía cerveza y me tajé y este cabrón me llevó al cura a ganarme el jornal.
- Total, para Raúl  no era algo raro, estaba follando con un tío y por eso le echó su padre. Si al cura podia sacarle algo, mejor.
- Cuando llegamos - dijo Raúl

- Yo no sabía donde estaba, no era la Iglesia
- Era la casa parroquial - aclaró Sergio.
- Bueno - siguió Raúl - llamamos y nos abrió la puerta un tio con un albornoz sin anudar dejando ver su polla erecta. Estaba el tio como un rucho.
- Felipe - gritó con un acento extraño el hombre aquel - han venido a verte tus querubines.
Desde el fondo de la casa se escuchó un "que pasen, pero que se desnuden ya"
- Yo - dijo Raúl - le miré espantado a Sergio, y si no llega a ser porque a éste le faltó tiempo para desnudarse, yo habría salido por patas. Así que me quedé como mi madre me parió y sin saber porque empece a empalmarme, miré a Sergio y estaba totalmente tieso y el aparato del tio del albornoz estaba para temerle. El tal Felipe estaba tumnado sobre una cama enorme impudicamente desnudo, con esa cupula de carne y grasa por barriga.
- Vaya, vaya, el hombrecito que no se quería confesar,  al final me lo ha traido mi putito Sergio. Ven a  chuparme otra vez. Y mira, os presento a Dexter, un cura amigo que ejerce en NY y viene a veces de  vacaciones. Tiene mejor aparato que yo y quiere jugar con el coñito de Sergio, porque tu amigo será virgen.
- Sergio tomó la palabra - El mariconazo del cura quería obsequiar a su amigo con mi culo. No es que yo fuese virgen, ojo. A mi me desvirgo un albañil que habia en casa cuando yo tenia ocho años y mientras duró la obra, que fueron casi tres meses, me follaba antes de ir al colegio y al regresar. La verdad es que me despertaba pensando en aquella polla y estaba nervioso en el colegio por llegar a casa cuanto antes. Tengo un ano que se traga cualquier cosa, por eso el fist me pone tan cachondo. Bueno, pues sabia que de una forma u otra aquel Dexter iba a follarme,asi que negocie y saque cinco verdes, a Raul le tocó comerle el rabito al cerdo gordo mientras dexter me follaba. Total salimos de alli con siete verdes, un fortunon.
- Mientras saliamos de la casa del cura, que yo ya tenía previsto volver a visitar, Sergio me preguntó que iba a hacer, yo le dije que a mi casa hasta que no volviera mi madre, no volvía. Entonces Sergio me dijo que pasase unos días en su casa - Sergio asentia con la cabeza - y yo le dije que si.
- Yo soy huerfano - dijo Sergio - y me crie con mi abuela en un piso barato de los que daban a los que vivian en chabolos. Ahora ya no vive, ni yo en aquella casa. Mi abuela estaba casi ciega pero se manejaba en su casita muy bien. No se metía en nada. Llegamos, le dije, "abuela he traido un amigo que se va a quedar unos dias. Dormirá en mi cama conmigo" como siempre, me dijo que lo que yo hiciera estaba bien.
- Por cierto Sergio - preguntó extrañado Alex - lo que no me casa es como te follaba el albañil y nadie en tu casa se daba cuenta.
- No me follaba en la casa. Ocurrió que yo me habia dado cuenta del enorme bulto que tenia el chico, que podría tener unos treinta años. Mis padres y una hermana aun vivian. Como la casa tenia tabiques rotos, puertas descolgadas y muchos boquetes. Vi al chico que estaba sentado en el inodoro del aseo de la cocina. Le veia los muslos blancos y fuertes. Mi padre estaba en el trabajo y mi madre habia ido a llevar a mi hermana a ballet. Latiendome el corazón desbocado me acerqué hasta que se dio cuenta. Me llamó y me echo el brazo por los hombros, me atrajo hacia si y me dio un beso en los labios. Entonces vi como le crecia su pene, muy grande me parecio,  coronado por una bellota rosa y resbalandole un liquido trasparente. Me cogió la mano y me la llevó a su sexo. Experimente una satisfacción extraña. De forma instintiva empece a mover mi mano arriba y abajo y el animandome a hacerlo  mas deprisa, hasta que me dijo si queria chuparla. No lo dudé y me lance sobre su regazo. El glande me toco la campanilla y me provocó la nausea y me retire. Fue cuando el ya no pudo resistirse. Me levantó a pulso acercó mi culo a su boca y empezo a ensalibarme el ano. Metia la lengua y me provocaba una sensacion deleitosa. Cuando consideró que estaba suficientemenete lubricado me sentó con cuidado sobre su palo y senti como iba entrando en mi, arriba y abajo, arriba y abajo. No notaba dolor, solo tensión muy excitante, hasta que me soltó y me dejo resbalar sobre su pene hasta que mi culo hizo tope sobre sus muslos. Me preguntó si me gustaba y le dije lo que sentía, que quería mas. Entonces se puso de pie, sujetandome el cuerpo y empezo a entrar y salir de mi ano cada vez con mas rapidez hasta que emitió un gemido de placer y paró. Luego me la sacó y me sentó a mi en el inodoro. Se limpió el culo, cosa que recuerdo con muchisimo morbo, y me dijo que esperase hasta echar algo blanquecino manchado de caca y quiza de sangre. Efectivamente al limpiarme habia sangre, caca y algo viscoso, luego supe que semen.
Aquella noche me dolió el culo, pero eso me excitaba. Por la mañana el albañil llego muy temprano y le dijo a mi madre que el tenia que ir por material y podia dejar al niño en el colegio. Supe en ese momento que me iba a sodomizar otra vez y me empalme. De camino al colegio habia un descampado tapiado con una puerta rota. Me llevo alli. Me dio un beso en los labios y me dijo que habia prisa que me desnudase. Nada mas  bajarme el pantalón me dio con algo de saliva y sin muchos preambulos me la metió, dolió algo, pero un instante despues me encontre sorprendiendome a mi mismo animandole a que hiciese arremetidas mas fuertes. Cuando acabó, me dio un papel y me dijo: "venga, aligera, caga el polvo que tenemos prisa" yo le pregunté si eso iba a ser todos los dias y me dijo que alguna vez traería a un amigo que disfrutase de mi culo. Me abraze a su pierna y de todo corazon le di las gracias.
Cuando acabó la obra, cosa que lamente, mis padres se fueron a la casa de la sierra a celebrar y a mi me dejaron en casa de mi abuela porque tenía un calenturon. Cuando regresaban de la sierra, un reventón, una caida por un terraplen y se incendió. Me quede huerfano y a vivir donde mi abuela. Muchas veces me acuerdo de aquel albañil de Osuna. Me cautivó y me preparó para todo lo que vino después.
- Y al puto cura ¿como lo conociste?
Estuve en el colegio hasta los catorce y a esa edad mi abuela por medio de un conocimiento me colocó de aprendiz en un taller de joyeria. Lo primero fue aprender a limar. Limar oro aunque con limas muy finas produce polvo de oro que a mi no se me ocurrió mas que guardarmelo. Un día al salir del taller me registraron y me lo encontraron. Bronca, amenazas y que sea la ultima vez. Que por mi abuela, si no estaba de patitas en la calle. Cuando se enteró mi abuela me riño y me obligó a ir a confesarme. Me llevó a es iglesia y me tope con el tal Felipe, que nada mas decir Ave Maria Purisima, me cogió la cara entre sus manos me dijo " dejame quererte" y me beso en los labios, luego se abrió la sotana y me llevó mi mano a su sexo. Luego me dio un billete de 100 y me dijo que volviese mas veces. Y asi fue.
- Y tu Raúl - se volvió Alex - lo de Londres y ese Ambrosio, ¿qué?
- Otro día, no te vayas a empachar de información.

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