sábado, 23 de abril de 2022

DURA REALIDAD

 

El mundo fluía alegremente para Javier, Carolina, Cristina y Óscar. Sus dieciocho años les conferían una inmortalidad de la que no eran conscientes. Tener ganas de vivir, comerse el mundo, disfrutar y ansiar que amaneciese una vez más no eran más que rutinas en una vida mecida por la suerte de pertenecer a una sociedad que les adoraba.
Los cuatro habían salido de su secundaria rumbo a la universidad. Javier continuaría con sus estudios superiores de música, Carolina, la novia de Javier desde hacía dos años, tiraba más a técnicas y eligió arquitectura. Cristina le apasionaba la historia antigua y eso eligió y Óscar siempre práctico quiso una ingeniería eléctrica. Pertenecientes los cuatro a una naciente capa media técnica de su sociedad sus padres dedicaban todos sus esfuerzos a formación. El dinero no daba para mucho mas y los chicos siempre andaban buscando chapucillas con las que ganar algo de dinero para sus ocios; teléfonos, tablets, relojes, en fin toda la parafernalia de gadgets digitales a los que tan aficionados son los jóvenes. 
Aficionados a los conciertos multitudinarios, siempre estaban ahorrando hasta el último céntimo para hacerse con una entrada cada uno.
Iban a los conciertos siempre los cuatro y las entradas siempre contaban en el precio con la María que necesitaban para ambientarse y continuar la fiesta cuando acabase la música.
Javier y Óscar se conocieron al llegar al instituto, al principio se cayeron mal, muy mal. Los dos eran gallos de corral y tenían que tropezar antes o después.
Había una esquina del patio por la que los camellitos del barrio pasaban las chinas a los chavales. Óscar conocía a uno de estos camellos que siempre le pasaba algo de más, él no sabía porqué ni le importaba, pero el caso es que por un billete pequeño siempre le daba como un diez por ciento más.
Nada más empezar el segundo curso del instituto, Óscar y sus satélites, esa panda de lameculos que siempre orbita jadeante en torno a un líder, se dieron cuenta que Javier junto con los suyos peleaba con, parecía que con la reja del patio, aunque Óscar sabía a qué se debía.
Javier levantaba la voz al camello de la esquina porque la china que le pasaba por un billete pequeño no tenía nada que ver con lo que le pasaba a Óscar. Cuando acabó la discusión y la campana anunció el fin del recreo, los dos chulitos con su respectivas comitivas se cruzaron.
- Eso les pasa a los pringaos, les canea hasta el camello más arrastrao - Óscar escupió a los pies de Javier para apoyar su desprecio.
- Yo no digo que no me caneen los camellos, pero lo prefiero antes que ponerles el culo para que te pasen más. Eso les pasa a los bujarrones. Chavalito - Javier sostuvo la mirada del gallito rival.
Óscar no sé lo pensó y sin responder lanzó un puño a la cara de Javier que consiguió esquivar a medias. Después de eso se enzarzaron en una pelea que dio con ellos en suelo lanzandose golpes sin ton ni son, insultandose mutuamente sus respectivos corifeos. Hasta que llegó el conserje, Mariano, un armario de tres cuerpos que cogió a cada uno con una mano y los separó. 
- Y ahora milhombres os vais a dar la mano y me vais a prometer no volver a pelear o se va a enterar la dire. Del camello de la esquina del patio me voy a ocupar yo. Que ya le dije que no quería ningún lío en mi patio.
De muy mala gana, Óscar y Javier se dieron la mano sin quitarse la vista de encima. 
Mariano ahuyentó al camello y desde entonces aquella esquina dejó de ser popular.
Al mes, a la salida del instituto, Javier se dirigió a Óscar por vez primera desde la pelea.
- Óscar, espera.
- ¡Lárgate! ¿Que quieres, otra bronca?
- Espera, tío, joder, que voy de bien, hostia puta.
- Está bien - Óscar se detuvo y se volvió a Javier - ¿Que quieres?
- Enterrar el hacha de guerra, y de paso ¿nos fumamos la pipa de la paz?
- ¿Que dices?
Javier abrió la mano enseñándole la palma a Óscar con un trozo de chocolate.
- Es de buena calidad. Se la he sacado a mi hermano y quería que nos echasemos una risas y acabar con toda esta mierda, tío. En realidad, me caes bien. No sé a qué viene tanta rivalidad. Si hubiera una tia por medio...
- Venga, tío, vamos a liarnoslo ahí detrás de la tapia del solar y a echarnos esas risas.
Se liaron los canutos como si hubiesen sido colegas de toda la vida. Se contaron sus miedos, sus frustraciones y alegrías. Hablaron de sus familias de sus novias y sus manías, y cuando salieron de allí buscando agua con desesperación eran ya como gemelos que iniciaron su andadura en la vida a la vez; inseparables.
De hay en adelante a todas partes iban juntos y hacían causa común de cualquier cosa que le sucediese a cualquiera de los dos. Por eso cuando en la fiesta fin de curso Javier se acercó a Carolina, Óscar lo hizo a su amiga inseparable, Cristina.
Eran dos parejas envidiables, y así se mantuvieron todo el instituto. Hasta que llegaron a la Universidad. 
Óscar con su ingeniería y Javier con sus pentagramas no parecían tener mucho en común. A pesar de ello los momentos de ocio eran increíbles y los apuraban hasta el último segundo. Carolina y Cristina se veían felices de ver a sus novios felices. 
Las semanas transcurrían entre clases, apuntes y estudios para todos. Mucha videollamada entre Javier y Carolina y de Óscar con Cristina y aún más sexting entre ellos que les súplian sus urgencias hormonales ante la falta de presencia física, todo virtual menos las manchas de semen en la pantalla del dispositivo usado en ese momento. 
A mediados de curso, aquel finde Óscar y Javier se las prometían felices. Los padres de Óscar se iban de convivencia de un grupo de espiritualidad tantrica.
- ¿Que es eso Óscar?
- Y yo que se. Mis padres están raros últimamente, aunque le llaman así, a mi me suena a orgias de sexo en grupo aliñado con suspiros y posturas de yoga.
- Pues que hagan lo que sea pero que te dejen la casa, bueno, que nos dejen la casa. Yo estoy a ver cómo les vendo a mi padres que me quedo a dormir aquí.
- Tío, Javier, que en nada cumplimos diecinueve, yo creo que con decir, "que esta noche no vengo a dormir" es suficiente.
- Si, vale, pero prefiero que ellos estén contentos. Prefiero casi que se les ocurra a ellos que me lo pasé bien "y si tienes que quedarte en casa de Óscar, te quedas, Javi, hijo, que tú edad se pasa volando" yo me lo monto así y todos felices.
- Raro que hagas música, tío, tú ibas para diplomático.
- ¿Ya le has dicho a Cristina el plan del finde?
- Voy a llamar a Carolina a decírselo.
Marcó el número y saludó. A medida que escuchaba lo que Carolina iba diciendo, Óscar veía que el color huía de la cara de su amigo.
- Pero Caro - Javier más que hablar, balbuceaba - tía, ¿no podéis...? joder, tía, qué putada, una oportunidad como ésta no se va a dar muchas veces. Bueno venga vale, hasta luego, Caro. Un beso.
- ¿Que pasa, tío? No me digas...
- Si, Óscar, si. Que es finde de chicas y han quedado en casa de Rocío, que sus padres se van de viaje.
- Joder, tío, ¡Qué putada! Y ahora, joder, tío. Me cago en la puta, me voy a tener que matar a pajas. Bueno, pues da igual, le levantas a tu hermano un poco de mierda y nos montamos el finde de tíos, con el porno en la pantalla de 80 pulgadas de mi padre y nos ponemos hasta el culo.
Javier se quedó mirando a Óscar muy serio y poco a poco fue dibujando una sonrisa cada vez más marcada hasta acabar en una risa desencajada.
- Además, mi hermano tiene ahora un chocolate buenísimo. Pero no sé lo voy a mangar, se lo voy a pedir, tío, que la última vez que pasó se lo pesaron y le querían meter por estafador. Se cagó porque le pusieron el cañón de una Beretta en la boca.
- Hostia, Javichi, que miedo de gente. Yo me habría cagado también.
- Es que se cagó de verdad. Y creo que eso le salvó porque vieron que no tenía cojones como ellos. Pero le avisaron, a la próxima dijeron que le iban a mandar los sesos a mi madre en un táper.
Faltaban cinco gramos y se la liaron. No veas el marronazo.
- Como sea, cabronazo, tú te traes buen costo y vamos a romper. Nos vamos a hacer un tik tok moraos total que vamos a arrasar.
Tanto Javier a Caro cómo Óscar a Cris le rogaron, amenazaron y lloraron, pero las chicas estaban en su fiesta de chicas y no se apeaban.
- Javi, vente a la hora de comer y empezamos la fiesta pronto.
- Mira Óscar yo le he dicho a mi madre que voy a pasar el finde en tu casa porque estás solo. Prefiero no echar embustes, que luego soy muy malo inventandome cuentos.
- Vale tío. Tu mismo. El sábado te vienes a eso de las dos y pedimos comida. Y no se te olvide el costo, mariconazo, eso es la clave de todo.

A la una y media Javier estaba en casa de Óscar, un adosado de las afueras. Su hermano le vendió a precio de saldo veinte gramos, porque no podía regalar nada, pero así Javier se sentía con libertad para ponerse hasta el culo sin miedo a lo que pudiera pasar después.
Óscar recibió los veinte gramos como si fuera el santo advenimiento y lo primero que hicieron fue liarse un par de trompetones y revolearse en el sofá dejando que la mierda hiciera sus efectos, el primero de los cuales fue dejarles sin hambre, aunque con sed.
- Y ahora, unas birritas, machote - y al tiempo que lo decía, alborotaba la tremenda mata de pelo de Javier.
Las ocurrencias se sucedían sin parar y las risas eran un continúo los dos tirados con un colocón tanto de hachís como de alcohol, hasta que el fumeque obró el segundo milagro, un hambre de lobo.
- A pedir comida, Javichi. ¿Que pedimos, dos gigantes de barbacoa? me voy a comer las piedras, ¡que gusa, tío! ¿Otra birritas mientras viene el nota?
- Vamos a echarla, ¿para eso estamos aquí sin las titis, no?
Siguieron bebiendo hasta que llegó el Glovo. Devoraron las pizzas y se liaron otros dos canutos, entre risas y comentarios groseros de las mujeres. A las novias no las mencionaron para nada.
- Y ahora, Javichi, ¡Porno del bueno!

Óscar sintió la claridad del día en su cara e intentó eludirla poniéndose en decubito lateral, pero en vista de que no podía evadirse de la brillante luz, abrió los ojos. A escasos centímetros de su cara estaba la de Javier que le observaba fijamente. Óscar intentó racionalizar la situación clavando la mirada en las pupilas de Javier sin que ninguno de los dos parpadease ni moviera un solo músculo de la cara.
Imposible saber para ninguno de los dos el tiempo que se mantuvieron la mirada deteniendo el tiempo. Que era de día era evidente y que lo último que recordaba Óscar es que era de noche y estaban en el sofá del salón. De pronto tomó conciencia de que estaban los dos desnudos sobre la cama de sus padres mirándose a los ojos intensamente y a escasos centímetros el uno del otro, y reaccionó. Soltó un brazo con presteza y golpeó con la mano abierta el hombro de Javier desplazándolo. Él por su parte de un salto quedó sentado en la cama y con tono de reproche se dirigió a su amigo.
- Venga, vas a decirme que ha pasado aquí.
- ¿Que ha pasado? Óscar, joder, ¿que te pasa a ti?
- Se puede saber que cojones hacemos los dos en pelotas en la cama de mis padres. ¿Que pasó anoche, maricón? - y al tiempo que lo decía se llevó la mano al ano - ¿me la has clavado?
- ¿Eres tonto? Y eso de maricón ¿a qué viene, tocándote el ojal. Que crees que te la he metido? ¡Que asco, joder, Óscar! A ti la mierda de anoche con el alcohol te sentó fatal.
- Bueno, pues explicate. Dime, que pasó.
- Mira Óscar - Javier se sentó enfrente de su amigo, sobre la cama - yo lo que recuerdo, lo último que recuerdo es que estábamos muertos de lujuria masturbandonos, cada uno con la suya, que ni tú me tocaste ni yo te toqué, mirando una peli guarra en la que dos tíos le hacían una doble por el culo a una tía muy bronceada de melena rizada muy brillante  mientras otro intentaba sobre la barriga de uno de ellos, el que estaba tumbado boca arriba, alcanzarle con la lengua el coño, y en el momento que se vio que el tío tocaba la pipa de la tía con la lengua te corriste. Y me dijiste que me ibas a echar el polvo encima como si fuese una tormenta. Yo estaba también a punto de correrme y cuando me vino, al abrir la boca una gota de tu lefa me entró en la boca, pero mi semen salía también salpincandolo todo, a ti también. Vamos, que ahora mismo tienes semen seco en el bigote, no se, si mío o tuyo, porque eso sí fue verdad, aquello fue una tormenta de leche.
Después de eso - Óscar se palpaba el belfo en busca de algún resto - se acabó. Debimos quedarnos dormidos, cómo llegamos a la cama, ¿no tengo ni idea? Y desde luego, si yo te he follado, o mamado o besado, o tu a mí, es algo que nunca sabremos, porque si tú no te acuerdas, yo menos.
Javier tenía a Óscar delante tanteandose con detenimiento el labio y en ese momento tuvo un flash que duró lo que un aleteo de ángel. Él estaba tumbado en el sofá y Óscar encima de él le rozaba los labios con los suyos y luego le decía muy bajito: "joder, que ganas" y nada más.
- Tú, Óscar, no puedes hacer memoria, tío, joder, que hemos perdido unas horas de nuestras vidas, y soy incapaz de recordar cómo llegamos, desnudos, a la cama.
- O sea, que si recuerdas que estábamos desnudos cuando llegamos aquí.
- No. Pero como estamos en bolas, supongo que ya lo estábamos.
Y en ese momento tuvo otro flash instantáneo. Los dos desnudos, Óscar con su brazo por la cintura y él rodeándole el cuello camino del dormitorio y que Óscar con voz estropajosa del morazo tan tremendo le decía: "tienes una polla preciosa, y el capullo, para comérselo" y nada más. Pensó que quizá esos flashes fueran retazos de un sueño y no eran más que la plasmación de deseos suyos reprimidos.
- Tío, Javier, ya vale. Tengo el ojete intacto, no recuerdo nada y además un dolor de cabeza insoportable. Vamos a la cocina a beber agua y a tomar un Ibuprofeno o algo.
- Un café, Óscar, un café nos sentaría de lujo.
- ¿Queda mierda?
- ¿Quieres seguir? Coño, Óscar, espera que nos saltemos un poco está resaca. Que esta noche tenemos que, aunque sea, poner una cámara que filme, pero hay que rematar la faena. Bueno, claro, si tú quieres. Al fin y al cabo es tu casa. Tus padres, ¿cuando llegan?
- Mañana por la tarde. Y ya estoy yo deseando fiesta de la buena. Y sabes que te digo, que las tías se queden con su finde de chicas, que nosotros..., tío, ¿de verdad que no hemos follado tu y yo, anoche?
- No lo sé, Óscar, de verdad. Pero, escucha, también tengo que decirte, que si algún día tuviera que follar con un tío porque no hubiera más remedio, tendría que ser contigo.
- Joder, Javier eres un buen amigo - y al tiempo le dió un abrazo.
- No sé si te has dado cuenta que nos estamos abrazando y estamos como nos trajeron al mundo. Solo faltaba que por mano del diablo empezaremos a empalmarnos.
Óscar se separó instantáneamente y se miró el pene y luego el de Javier.
- No, no parece que estemos palote ninguno de los dos. Menos mal.

Salieron a despejarse algo por la mañana y llamaron a sus novias. Contestó Cristina a Óscar para decirle que Carolina estaba un poco indispuesta y que llamaría a Javier cuando se enmendase algo.
- Óscar, de verdad, ni acordarnos de vosotros, lo siento cariño. Hemos visto una peli de esas con una Cocacola de litro que tenía el tío que no veas y como resulta que eran dos tíos y una chica que se suponía virgen y como no le entraba, ¡Se la metió al otro chico por el culo! no veas cómo nos lo pasamos. Caro decía que a su novio no habría podido metersela. Bueno, amor mío, haber si nos vemos la semana que viene.
¿A cuento de que venía que Carolina dijese que a Javier no le iba a entrar una polla grande? 
- Joder, Cristina, porqué has tenido que decirme eso - susurró para si mismo Óscar.
- ¿Que le pasa a Caro?
- Imagínate a que se debe la indisposición. Se habrán bebido hasta el agua de los jarrones.
- ¿Y que te ha dicho Cris que te ha sentado tan mal?
- ¿A mi? no se, nada.
- Si, hombre, que has murmurando que porqué te lo ha tenido que decir.
- Vale, Javier. Es que con lo que ha pasado esta mañana en la cama. Que ya se que no ha sido nada. Pero ahora viene Cristina a decirme que tan grande como la tenía el tío a ti no te habría entrado. ¿Que pasa, que pollas más normales si te entran? Joder, tío, no quería llegar a esto pero comprenderás que me intrigue el porqué tu novia tiene que decir eso.
- ¿Nos vamos ya? Puestos ya en esta tesitura, tengo cosas que explicar que es mejor que te explique en privado donde puedas descojonarte de mi o mandarme a la mierda.
- Hostias, tú, ¿Tan grave es? Se me están poniendo de corbata. A ver si he sido yo el que te he petado a ti ésta noche y ni me he enterado.
- No, tío, no. Esta noche no ha habido más que un morazo brutal de chocolate y alcohol. Nada más. Y espero que no se nos corte el rollo esta noche con lo que te cuente. De todas formas, a mi me da igual.
El resto del trayecto hasta la casa de Óscar, lo hicieron casi todo en silencio, lanzándose el uno al otro miradas huidizas intentando desvelar que estaba sucediendo. Cuatro frases intrascendentes sobre el tiempo y los estudios y llegaron.
- Eso si. Me vas a permitir que ponga como fondo a lo que te voy a contar el adagio para cuerda de Barber. Yo cuando me deprimo por lo que voy a contar, me lo pongo en scrolling, me harto de llorar y me alivio.
- Nos liamos un canuto antes. Venga colega, no me gusta verte tan serio, de verdad - Óscar tenía tomado a Javier con sus brazos extendidos por los hombros intentando darle apoyo moral - sea lo que sea, prometo no reírme.
- Salgo con Caro desde los dieciséis, y tuvimos nuestro primer encuentro de sexo, vamos el primer polvo, que fue un desastre, a las cinco semanas. Me corrí poniéndome el condón. Como no sabía me manipulé tanto el capullo que me corrí. Luego le hice una paja yo a ella, pero la hice daño porque tenía las uñas muy largas y además no tenía idea de cómo hacerlo. Total, un desastre.
- Joder, tío - Óscar empezó a reírse - de verdad, no me río de lo tuyo, recuerdo cómo fue lo primero mío con una cría a los catorce años y, de verdad, luego te cuento, aquello fue del club de la comedia. Venga, sigue.
- A la siguiente vez, lo preparamos mejor y fue un susto de muerte. Me puse el condón bien, o eso creía yo. Para que no me costara ponérmelo y fuese o correrme otra vez le pedí a mi hermano uno de los suyos, pero es que mi hermano calza un cuarenta y ocho, tiene una polla enorme. Claro el condón entró con mucha facilidad, con la misma que estando dentro de ella se me salió, no me di cuenta y me corrí dentro. No veas el cuadro. Tenía que sacarselo de dentro pero con los dedos no llegaba y yo estaba jodido viéndome ya delante de mi madre pidiendo ayuda para ir a abortar. Al final, fue Caro con el mango del cepillo de dientes que consiguió sacarlo un poco y luego ella con los dedos se lo terminó de sacar. Y estaba todo el polvo dentro. Así y todo hasta que no le bajó la regla estuve literalmente zombi. Fue aquella vez, te tienes que acordar, que me expulsaron del insti tres días por mandar a la profe y a la directora que las follase un pez delante de toda la clase.
Bueno, pues Caro esa vez tampoco llegó a nada. Estuve a punto de romper con ella. Luego me dijo que habló con su madre de lo que le había pasado y empezó a tomar la píldora. Pero el mal estaba hecho. La siguiente vez, ya sin condón ni nada todo iba como la seda. Carolina utilizó un lubricante de su madre y todo. Era impresionante, la sentía muy cerca, quería que estuviesemos juntos toda la vida. Ella me hacía promesas de lo mismo hasta que se corrió. Yo quise correrme con ella, pero no pude. Seguí y seguí hasta que ella se volvió a correr.
- ¿No podías correrte, después de lo ocurrido las veces anteriores?
- No sabía que me pasaba. Yo estaba duro como pedernal, estaba al borde, pero no alcanzaba ese salto para rematar. Y entonces Caro me dijo: " ya está, espera. He visto pelis en las que para que los tíos se corran pronto, las putas les meten una vela por el culo. ¿Que pierdes por probar? Además tengo el lubricante. ¿Lo hacemos?
Estaba agobiado y avergonzado y deseaba poder correrme y que Caro se viese también reconfortada en su determinación. Le dije que de acuerdo. Trajo una vela de esas de parafina que se usan para cuando se va la luz la lúbricó y mientras yo se la tenía metida ella me metió la vela en el culo. Al principio sentí una molestia rara, no sé si dolor o tensión o no se, pero cuando lo hundió más profundamente de pronto sentí un subidón tremendo hice dos movimientos de bombeo y tuve el orgasmo de mi vida. Después de eso, cada vez que teníamos sexo, necesitaba algo en el culo. Cuando me masturbaba, con mucho esfuerzo y recordando las sensaciones del dildo me corría, pero cada vez me es más dificil correrme sin tener algo en el culo. Por eso dijo Caro que una polla tan grande no me cabría.
- Tío, me has dejado frío. Nunca me lo hubiera imaginado. ¿Y no has pensado...?
- ¿Que me la clave un tío? Nunca. Necesito meterla yo, me gustan las mujeres y me gusta el sexo con ellas y lo del culo no tiene nada que ver con tíos, ¡Joder! tiene que ver con qué no llego al orgasmo si no es de esa manera, nada que ver con maricones ni pollas en vinagre. Y nunca mejor dicho - se sonrió a pesar de todo.
- Bueno, y que te metiste anoche en el culete para poder correrte.
- Nada. Y me sorprendió muchísimo. Es la primera vez que me pasa desde aquella vez.
- ¿Te has planteado que quizá tenerme cerca a mi pudo tener que ver en eso?
- Ni por un momento se me pasó por la cabeza tocarte o aprovecharme de tu cuerpo para correrme. Nunca, Óscar, nunca - Javier levantó la voz muy enfático.
- Venga, vale Javichi. Sigues siendo mi amigo y me da igual que te metas por el culo una polla de carne o de piedra, como si te folla un tío de verdad. Sigues y seguirás siendo mi amigo.

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