martes, 2 de marzo de 2021

AMIGOS..., epilogo

 

Estuvo toda la mañana y parte de la tarde intentando contactar con Isabel y una y otra vez saltaba el buzón de voz. Fueron Mario y él a un chino que habia cerca de la residencia a comer algo sin cejar en su empeño de hablar, de quedar con su novia; aún novia.
Eran pasadas las nueve de la noche, con los dos en su habitacion de la residencia cuando, al fin, Isabel descolgó el telefono.

- Isabel - en la voz de Sebastián había una vacilación aunque Mario le sujetaba con fuerza la mano.

- ¿Estás con ella? - parecía una pregunta pero en sus palabras había una determinación que la convertían en una aseveración.

- Tenemos que hablar, Isabel. Te debo una explicación y una disculpa - miró a Mario interrogativo y Mario con un ligero movimiento de cabeza asintió - te la debemos los dos.

- No seas cínico. A ella no la quiero ver - calló unos instantes de vacilación y la curiosidad le hizo caer - ¿La conozco?

- Si, Isabel, LE conoces. No LA conoces - y el mismo se sorprendió de su seguridad al decirlo, incluso sintió alivio al decirlo.

- ¿Un tío? - fue un grito descontrolado - ¿me has puesto los cuernos con un tío? maricón al final. Ya me decía mi madre que tenías algo que no la convencía.

- Escúchame, cariño - y ya no le dejo seguir.

- Cariño tu puta madre. ¡Que me has toreado con un tío! - y la curiosidad acabó con ella - ¿Y quién es, pedazo de...? - hizo una pausa espesa - ¿No me habrás pegado nada? Será más de uno, ¿Cuanto tiempo cabrón?

- Mario, Isabel, que quiere verte y que te demos las explicaciones.

- ¿El alfeñique ese? Joder tu - no acertaba a dar con su nombre de lo irritada que estaba, su subconsciente le negaba ya hasta el nombre -  como te llames, podías haber tenido más gusto, con la cantidad de tíos buenos que hay en tu Escuela o en tu residencia, has tenido que ir a liarte con ese. Serás mariconazo, y bueno, él peor, que a saber de qué malas artes..., no quiero saber nada más, y no quiero seguir hablando y a ese, ese..., cerdo que no se ponga delante de mí que le arrancó la cabeza..., Ni tu tampoco - y colgó sin dar ni una opción más.

Sebastián se quedó con el teléfono en la palma de la mano, lo había estado sosteniendo con el manos libres para que Mario pudiese escuchar lo que Isabel decía. Estaba pálido y con la mirada perdida. Mario le recogió el móvil, lo apagó y lo dejó sobre la mesa de Sebastián.

- Reacciona Sebastián. Esto era esperable.

- Pero yo quería explicarle - estaba tan sonado como un sparring después de un día de entrenamiento - darle las razones que ni yo mismo entiendo. Quería que me ayudase a ordenar mis pensamientos. Yo Mario, no sé porqué hice lo que hice y sin embargo quiero volver a hacerlo y tampoco comprendo cómo va a ser mi vida sin ella..., y sin ti..., no lo sé Mario - se abrazó a su compañero y no pudo reprimir las lágrimas.
Mario contuvo en sus brazos el cuerpo de Sebastián que a duras penas se sostenía hipando de llanto. El calor que mutuamente se trasmitían, y las lágrimas de solidaridad que empezó a derramar Mario hizo el resto.

Sin poner ninguno de los dos empeño ni voluntariedad sus cuerpos se movieron y cada uno detecto el crecimiento del otro. Para cada uno de ellos supuso un alivio a la presión de su disgusto y sus abrazos dejaron de ser estáticos para empezar a mover sus manos acariciándose mutuamente y sus pelvis se acercaron entre sí al límite haciendo que sus cuerpos entrasen en íntima colisión. Sebastián bajo su mano derecha hasta la cinturilla del pantalón de Mario e insinuó sus dedos por dentro. Mario cómo un autómata desabrochó sus vaqueros de los botones y la mano de su amigo ya no encontró oposición. Los jeans cayeron hasta los tobillos. Busco la mano de Sebastián el ano de Mario, aprovechando la ausencia de calzoncillos y Mario gimió al sentir como los torpes, aún, dedos de su amigo intentaban entrar en su cuerpo. Las lágrimas dejaron paso a los jadeos, las bocas se buscaron ávidamente y con avaricia se dieron su saliva el uno al otro, y sin saber cómo, se encontraron otra vez desnudos sobre la cama de Mario. Sin muchos preámbulos Sebastián busco el ano de Mario que dócilmente se lo ofreció.

- Lo necesito - habló junto al oído de Mario con urgencia lúbrica - necesito sentir que estamos unidos, que me acoges y que yo estoy a gusto en tu cuerpo porque tú lo estás de tenerme.

- Entrate lo más profundo que quieras y dame tu ser, tu esencia y quédate todo lo que puedas, que yo seas tú y tu, yo. Te quiero Sebastián. Quiero que ésta sea toda nuestra vida.

Una vez más, como la noche anterior, Mario sintió la puñalada de Sebastian pero en contra de lo que creía que iba a ser otra sesión de agonía a los pocos segundos de ser penetrado profundamente dejo de sentir dolor y comprobó como una sensación dulce y placentera partía del ano y recorría todo el fuste de su miembro hasta estallar en algo parecido a un orgasmo con emision, según sintió con su mano de semen, pero que lejos de debilitarle el deseo se lo multiplicó  y con la mano que le quedaba libre le tomó el muslo a Sebastian incitandole a que le penetrase con mayor fuerza. Luego presentó  ante sus ojos la mano con la que había recogido el semen que emitió por obra de los embites de su amigo, lo olió y se llevó los dedos a la boca.

- ¡Si! -dijo en voz alta

- ¿Te gusta? - le pregunto con voz ronca por la excitación sin parar de bombear.

- Me gusta el semen que me estas sacando de la polla con la tuya follandome.

- Dejame probarlo, Mario, quiero conocer tu sabor

Mario se exprimió el pene hasta hacer salir otro borbotón de semen, lo recogió con la mano y se lo dio a Sebastian, que primero vaciló un instante antes de aceptarlo, para inmediatamente recogerlo todo con la lengua y saborearlo antes de tragarlo.

- Tambien me gusta como sabes, amor. Creo que no sabia lo que era amar a alguien, lo confundia con el sexo. Ahora se que lo que siento por ti, ademas de una infinita atracción sexual, es amor - y en ese momento, sin esperarselo tuvo un orgasmo como no recordaba haberlo tenido nunca al tiempo que Mario emitía un gemido articulado y escupia todo su semen restante.

- Te amo Sebastián y eso - tuvo que parar porque el gemido de placer se imponía - y eso - continuó - ya no lo va a cambiar nadie.

De madrugada sonó el teléfono de Sebastian. Se despertaron los dos sobresaltados en la cama donde dormían abrazados. Miró el dial Sebastián 

- Es Isabel - dijo mirando como asustado a Mario

- Contesta, tiene que estar pasandolo mal. Hay que comprenderla. Ha sido un palo muy duro.

- Dime Isabel

- Sebastian, vale. Perdona por todo lo que te dije antes, y no, no quiero verte; ni a él tampoco. No se si mas adelante..., está él contigo, ¿verdad?

- Si, estabamos durmiendo juntos. No hay vuelta atrás, nos queremos. Mañana se lo presentaré a mis padres - Mario, sonriente, puso cara de sorpresa y se abrazó a su ya novio.

- Vaya, me alegro por ustedes - se escuchaba el llanto cohibido al otro lado de la línea - ahora tengo que colgar, lo siento

- Yo lo siento también por ti - pero las ultimas palabras se diluyeron en el eter, Isabel ya había colgado. Sebastian se quedó mirando la pantalla de su móvil hasta que fundió en negro, lo soltó en la mesilla de noche y le dio a Mario el beso mas dulce.

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