miércoles, 10 de marzo de 2021

SOLO RECUERDOS final

 

- Vamos Pedro. Estoy aquí. Desabrochame el pantalón. ¿Porqué creías que me había quitado el cinturón, para pegarte? Aprenderás a que hasta de un azotazo se puede sacar placer. Quiero que no utilices el sexo con temor, si con respeto y aprendas lo que yo aprendí en aquellos tres años que fui de transhumancia con Agustin y el ultimo año ya casi con doce años con su sobrino German, un muchacho de veinte años que me enseñó otra forma de ver el sexo.
- El también..., que si él la tenía grande y también... - no me atrevía a preguntar directamente si ese German, que se llamaba como el jardinero de casa le habia culeado. El se dio cuenta y me ayudó.
- Para cuando nos acompañó German yo ya estaba dilatado y disfrutaba de mi culo. Después con él aprendí otras cosas. Pero habrá tiempo Pedro, ahora ya está bien. ¿Vas a querer aprender?
- Quiero aprender, papa - y sin dejar de mirarle a la cara, que tenía sonriente y muy relajada, le bajé la cremallera del pantalón. Sentí como su pene pugnaba por salir. Sin desabrochar el botón  aún, el instinto me condujo la mano dentro de la bragueta. No tocaba piel pero el calor que despedia su sexo tuvo el poder de hacerme marear. Cerré los ojos e intenté abarcar su verga dura con mi mano a traves del calzoncillo, imaginandome su figura. Sentí un escalofrío y recordé la forma en que Fran me metió la picha en la boca y me hizo vomitar. Abrí los ojos y sonreí a mi padre - ¿me ayudas con el botón?
- No. Hazlo tú, no tenemos ninguna prisa Pedro. Quiero que disfrutes del momento. Es más placentero el deseo que su culminación. Tu deseas ver mi sexo, tocarlo, olerlo, chuparlo si quieres, pero te lo tienes que ganar. Desabrocha tú. Ven aquí al sofá, me voy a tumbar y tu te arrodillas y te será mas facil.
Estaba temblando. Fue al sofá de su despacho, mi padre es arquitecto y tiene un estudio de renombre, y se tumbó. Me arrodillé junto a él y me fue sencillo quitar el botón, ayudó que mi padre, aun hoy, es delgado. Separé las dos piezas de tela y su pene saltó solo retenido por el calzoncillo.
- Antes de sacarmela, huelela, acariciala a traves de la tela, palpalá y hazte idea de como es. Luego ya puedes levantar el calzoncillo.
Olía muy parecido aunque menos fuerte que lo de Fran. Era mas grande y en la punta habia algo que resaltaba, lo cogí y halé de ello, mi padre se estremeció y emitió un gemido que me excitó como no me habia excitado  chuparle a Fran. El capullo de mi padre se endureció y yo no me pude resistir más y bajé el calzoncillo. Mi padre me ayudó levantando un poco las caderas y pantalón y ropa interior bajó hasta los tobillos. El pene saltó erecto con una anilla que le entraba por el agujero y le salía por donde Fran me dijo que era el frenillo. Volví a tironear de la anilla y mi padre volvió a gemir. Yo me excité aún más.
- ¿Te duele?
- Me gusta que me lo hagas. Mira lo que me está saliendo por la punta.
- Es lo mismo - contesté ilusionado - que le salía a Fran y me dió a probar
- ¿Quieres probar el mio? hijo
Me dejaba cortado. Yo queria hacerlo, pero el hecho de que él me lo ofreciera desprovisto de toda morbidez me retraía. Y en ese momento mi padre bajó la mano y empezó a acariciarme la bragueta.
- Soy tu padre, cariño. Mi polla es tuya para disfrutar si eso te gusta.
- Pero esa anilla ahí, ¿No te duele?
- Le gusta a tu madre cuando hacemos el amor. Ella tiene otra anilla parecida en el clítoris. Si quieres cuando lleguemos a casa te la enseña. La tiene porque le da placer cuando yo entro con mi polla en su cuerpo.
- Y ¿Que es eso del clítoris?
- Como la picha de los hombres pero en la mujer. Cuando se lo acarician les da un placer parecido al que te da a ti que yo te esté acariciando ahora - y con una habilidad que me dejó frío, me desabrochó el pantalón y dejó que cayera hasta las rodillas, luego me bajó los calzoncillos - verás Pedro, vamos a hacer una cosa; te desnudas tu y me desnudo yo y te enseño los sitios del cuerpo que más placer te van a dar y los que tienes que acariciar para dar tú el placer.
Se levantó del sofá y se desnudó. Yo le miraba embobado el cuerpo, precioso con vello en el pecho y la barriga, menos por abajo.
- Me afeito por aquí porque a tu madre y a Germán les produce más placer que sea así.
- ¿Germán? Que Germán, ¿el que iba con el pastor, su tío?
- Si. Cuando empezaron a irme bien las cosas y nos mudamos a la casa donde vivimos me lo traje de jardinero. Hicimos muy buena amistad y a tu madre le encanta como me la mete en el culo mientras yo se la meto a ella.
- ¿A mi hermano..., también?
- Tu hermano es muy bueno pero nunca ha tenido el instinto que has desarrollado tu ni la curiosidad que te ha llevado a ti con un chico mayor a una cabina de un retrete. Si alguna vez muestra alguna virtud de las que tenemos tu o yo ahí estaré para guiarle, como lo estoy haciendo ahora contigo.
Mientras mi padre hablaba yo me desnudaba. Él ya lo estaba y se volvió a tumbar en el sofá.
- Túmbate encima de mi, Pedro y acariciame.
Empezó a besarme por el cuello a mordisquearme los lóbulos de las orejas mientras con sus manos me acariciaba el culo y tocaba con delicadeza mi ano. Se mojaba los dedos y los pasaba por el agujero de mi cuerpo haciendo cierta presión que me enardecía. Su boca me besaba muy suave la cara y los ojos y poco a poco fue llegando a las comisuras de los labios y ahí fue donde sacó la lengua húmeda y la insinuó entre mis labios. Yo de forma instintiva separé los labios y dejé entrar su lengua y cuando se encontró con la mía abrió francamente la boca y hurgó dentro mezclando las salivas; inexplicablemente eso me excitó muchisimo. Yo me sentía como en una nube, ni me daba cuenta que ya tenía en mi ano metidos dos dedos y disfrutaba de ello. De pronto se separó de mi boca, me miró a los ojos sonriente.
- Te quiero mucho Pedro, y tu madre también. Lo mismo que jugamos ahora nosotros otro día en casa jugará también mamá, para que descubras su sexo también y no le tengas miedo. Y ahora haz una cosa. Levántate y mirando hacia mis pies siéntate sobre mi boca con un pie a cada lado de la cabeza.
- ¿Para qué?
- Voy a lamerte el ano y quiero que empieces a disfrutar de él y que cuando puedas usarlo para gozar no te pase como a mí con Agustín.
Hice caso. Y cuando sentí como la lengua de mi padre entraba una y otra vez empecé a gemir y a dar masaje a mi polla. Mi padre me detuvo.
- Normalmente, si te corres se pierde el encanto que tenemos ahora y luego es más difícil volver a empezar. Verás échate hacia adelante y mientras yo te doy gusto tu te metes mi polla en la boca.
- Pero esa anilla, me va a molestar.
- Tienes razón, me la quito.
Con mucha facilidad se sacó aquel trozo de metal y me tiré encima, como cuando lo hice con Fran, pero mejor.
- Chupa despacio, arriba y abajo, sin prisas. Lame los huevos y lo que quieras, lo que guíe el instinto. 
Y después de disfrutar chupando, mi instinto me llevo al sitio donde acaban las bolsas y comienza el ano. Mi padre lo comprendió y levantó abriendolas, sus piernas. El ano quedaba perfectamente expuesto. Me sorprendió que no fuera redondito, era como una raja con los bordes abultados. Grande.
- No te asustes. Chupalo, me dará mucho placer. Está así de todas las veces que se ha dilatado incluso con el puño. Eso me lo enseñó Germán. Da mucho placer.
- ¿En el campo?
- No, en casa, cuando lo traje de jardinero y a tu madre le gustaba lo grande que tenía la polla y que nos la metiese a mí o a ella.
- ¿Mamá también la chupa a ti o a Germán?
- Y a más personas. Cuando tú te vas a pasar unos días a casa de los abuelos nosotros invitamos a otros amigos y a Germán y nos divertimos mucho.
- ¿Yo voy a poder ir?
- No, tu eres pequeño aún. Tu con papá y mamá y cuando tengas dieciocho te haremos una fiesta y podrán venir tus amigos y tu novia o novio. Pero antes tienes que soplar muchas velitas. Y ahora por favor hazme a mi lo mismo que te estoy haciendo a ti.
Le toqué el ano y lo tenía suave. Quise probar a meter el dedo y me abrí pasó con facilidad.
- Espera Pedro - me hizo a un lado del sofá, se levantó y de un cajón de su mesa sacó un bote grande, le quitó la tapa y me lo dio - ahora mete tu mano en este bote y embadurnatela de esta crema. Así, ya me puedes meter la mano.
Ahora se puso de rodillas en el suelo abriendo bien las piernas. Yo entré con mi mano en el bote. Era muy resbaloso y con la mano llena metí dos dedos pero pedía más.
- No tengas miedo Pedro, junta todos los dedos y mete la mano entera hasta donde te llegue, verás que divertido y te gusta. Luego te meteré unos dedos nada más yo a ti para que empieces a saber lo que es disfrutar de verdad.
Efectivamente, metí los dedos todos juntos y enseguida entró mi puño entero, empuje y siguió entrando, cuando llegué al codo me dio miedo y me detuve. Mi padre jadeaba como un perro harto de correr.
- Tocame ahora la punta de la polla con la otra mano - me dijo con voz entrecortada.
Le salía abundante líquido como el de Fran. Instintivamente froté con ese líquido el capullo de mi padre.
- No sigas Pedro o me correré. ¿Quieres ver mi leche? - me dijo como con dificultad para hablar.
- Si - le contesté entusiasmado.
- Sacame el brazo, colócate debajo de mi y te caerá en la cara, luego yo la limpiaré con la lengua.
Me metí debajo de él, su capullo estaba a pocos centímetros de mi cara y entonces el empezó a acariciarse muy fuerte hasta que dijo "ya"
No sé porqué, cerré los ojos y abrí la boca. Sentí una lluvia caliente en mi cara. Algunas gotas entraron en la boca, las saboreé y las tragué. Él se acercó después a mi y me lamió toda la cara. Cuando acabó me cogió el brazo que le había metido a él y me lo limpió con su mano. Me sentó sobre su regazo de tal manera que las piernas quedaban a un lado y otro de sus caderas y la cabeza en sus pies, luego me levantó más haciendo que me doblase dejando caer mis piernas sobre mi cabeza, me las separó y con su mano lubricada empezó a dilatarme el ano. No dolía, sentía presión, entraba y salía y por dentro tocaba algo que hacía que me diese gusto en mi capullo. 
- Tócate Pedro, para que veas lo que tienes dentro.
Alcance mi ano con mi mano e hice una exclamación de sorpresa.
- Si, Pedro, cuatro dedos. ¿Te gusta?
- Mucho, papá. ¿Vas a poder meter el puño entero?
Por respuesta con la otra mano me cogió mi picha y empezó a frotarla hasta que sentí un placer como nunca porque desde dentro me tocaba en algun sitio que multiplicaba el placer. Me acababa de masturbar con sus dedos dentro de mi. Me prometí que lo repetiria.
- Bueno, hijo, vamos a vestirnos y a casa. Espero que hayas aprendido que todo lo que rodea al sexo ni es oculto, ni sucio, ni reprochable. Que es algo que no se puede trivializar ni se puede obligar a nadie y que se puede hacer lo que uno le guste sin hacer daño a los demás. Y que porque te guste tocarle a un compañero y disfrutar con ello no significa que cuando llegue tu momento no te guste tocar a una mujer. Se puede hacer todo, y una cosa no quita la otra y no hay nada obligatorio. Hay a quien no le gusta algo y no por eso hay que rechazarle. Para todo en esta vida hay que ser respetuoso.

Ahora que ya ha pasado el tiempo y voy a ver mi padre, ya muy mayor, e impedido, a la residencia, nos quedamos solos y entonces me rebusco en la bragueta me saco el príncipe Alberto, le rebusco en su pijama le saco el botón que le queda, le inserto el anillo y parece revivir. Sonríe, se le caen dos lagrimones y me mira pidiéndome lo que yo ya sé que le voy a dar. Me desabrochó el pantalón, no llevo ropa interior a propósito y le dejó que me acaricie y se la meta en la boca y mame como lo haría un recién nacido con fuerza y entusiasmo hasta que me saca el semen en un orgasmo sin placer que me hace llorar. Luego mete la mano entre las piernas y me palpa el ano. Lo mensura, me mira picarón y me dice "Grande"
- Si papá, más grande que el tuyo cuando yo tenía nueve años. Las sesiones de fisting con nuestros amigos, como me enseñaste, con mi mujer animándome para que me entren a veces los pies. Nadie lo entendería. Alguna vez, pediré permiso para llevarte a casa y que vuelvas a sentir esa tensión tan intensa dentro de tí.
Mi padre sonríe siempre pide que me agaché, me besa en los labios me da parte de mi semen que tiene aún en la boca y se queda dormido.
Le besó en la frente y me voy satisfecho del padre que el destino me reservó.

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