domingo, 10 de diciembre de 2023

LA SORPRESA (III)

 

- Calla, calla. Escucha bien. No te muevas que ese escalón cruje - el escalón crujió débilmente - te he dicho que tengas cuidado.
- Son viejos, están sordos. Joder Ale, esto es una bomba.
- Si, pero que no nos estalle en la cara. No hagas ni un movimiento. Quiero enterarme bien, y luego tener armas para saber, aunque ahora ya lo imagino, que hay en la habitación del sótano.

- Querido Arturo. ¡Como perdemos facultades! - Alejandro se acercó al oído de su amigo y muy bajito le susurró - nuestros nietos están escuchándonos. Si no hubieran oído nada ya habrían entrado. ¿Quieren carnaza? pues la van a tener.
- Estoy harto de careta - susurró igualmente Arturo - a ver por dónde respiran.
- Se van a embozar de mierda, como tú ¿te acuerdas? - cohibió una risotada - Ahora verás.
Tú culo fue el primero que parti. Me excitó ver la cara de dolor y angustia que ponías. Me corrí rápidamente, pero necesitaba más por eso seguí clavando y con más fuerza cada vez. La cara se te fue cambiando hasta denunciar tu beatitud y deseo de más y me corrí una segunda vez. Estaba agotado cuando cuando caí sobre tí y sentí mi barriga húmeda acompañada de tus gemidos. Maricón te corriste sin tocarte solo con la presión de mi cuerpo.
- Pero lo mejor fue cuando la sacaste - Alejandro con las manos le indicaba que subiese un poco el volumen para que la pareja se empapará bien - toda la polla envuelta en mierda. Cabrón, me la metiste en la boca.
- Bueno era tu mierda y te duró el rechazo un segundo. Noté en mi culo como volvías a ponerte duro como el pedernal mientras dabas arcadas sin resignarte a escupir.
- A ti también te moló aquella porquería te corriste enseguida en mi boca e inmediatamente te tiraste a comérmela.
- Un vicio de la hostia. Quería saborear contigo mi leche y tu mierda, amarga y dulzona a la vez; sería por mi leche.

- No pensé que fuese tan placentero follarte. ¡Y dos veces, sin sacarla! Y sigo teniendola dura.
- No me la saques, tenerte dentro es el paraíso. Es placer puro. No debería acabarse nunca. Tendríamos que haberlo hecho aquel mismo día de la primera cura. No me la saques, porfa.
- ¡Hostias Arturo, llena de mierda! 
- ¿Te da asco?
- Me da morbo y me empuja a maldades inimaginables.
- Ni sé te ocurra - Alejandro avanzaba con una sonrisa malévola sobre el cuerpo de Arturo hacia su cara - no seas guarro.
- Maricón, nunca te verás en otra, además lo estás deseando. Huelela antes de tragartela, disfruta de lo impensable.
- Que no tío, eres un cerdo - Alejandro apoyó su rabo tieso manchado de mierda sobre los labios, que muy apretados, Arturo se negaba a abrir.
- Exactamente eso, estoy muy cerdo, abre la boca y chupa y te juro que cuando me corra compartiremos corrida y mierda en el beso más tórrido que puedas imaginar - Arturo, sin apartar su vista de los ojos de Alejandro fue relajando los labios hasta que el pene entró entero en su boca.

- Abuelo - Alejandro levantó mucho la voz para alertar de que llegaba - ¿Que vamos a comer? - preguntó mientras empujaba la puerta de la habitación de invitados.
- Vamos para el salón, hijo - Alejandro salió con Arturo de la alcoba mirando su Vacheron - la comida tiene que estar a punto de llegar. Pedí la comida a un catering que me sirve siempre bien - volvió la cabeza para dirigirse a su amigo.
- Yo también lo hago. Antes me gustaba cocinar para las visitas. Ahora ya me he cansado.

- ¿Que vamos a comer, Abuelo?
- He encargado cordero asado y una ensalada. Iros sentando a la mesa, tienen que estar a punto de llegar. Ellos lo traen todo.
- Y entonces, abuelo, vosotros, ¿os conocisteis durante la carrera?
- No Alejandro. Nos conocimos en la resi. Yo llevaba un año ya allí y llegó Arturo, que en principio, bueno, fue a otra habitación, pero el chico que era mi compañero tuvo problemas, y mandaron a Arturo a la mía. 
- Pero abuelo - terció Belén - tú nos dijiste que tú compañero de habitación cuando fuiste a la Universidad fue muy borde.
- Bueno - Arturo miró a Alejandro y sonrió nervioso - la verdad es que el primer mes fue un poco incómodo, hasta que una noche me cargué más de la cuenta me armé de valor y le pedí explicaciones del porqué de su actitud hacia mí.
- Efectivamente Belén, tu abuelo llegó aquella noche armado y bien armado..., de mucho valor para hacer lo que hizo. Y me hizo entrar en razón, aunque debería decir que se la conseguí meter yo..., en su cabezota y finalmente quedamos los dos hechos mierda pero amigos para siempre.
Fue un curso realmente interesante. La gente se mosqueaba y nos llamaba la parejita, decían que estábamos liados, siempre juntos a todos lados.
- Si - le cortó Arturo - pero cada uno tenía su cama y su novia. Alejandro, vas a dar una falsa impresión a nuestros nietos - Belén y Alejandro no pudieron reprimir una carcajada - lo ves, le choca todo esto.
- Abuelo - quiso el chico cambiar la conversación - cambiando de tercio ¿cuando me vas a dejar ver tu cuarto secreto del sótano? Se lo he dicho a Belén y está intrigadisima.
- ¿Una mazmorra sucia, húmeda y lúgubre, Alejandro? - sonrió con suficiencia Arturo - que callado lo tenías. 
- Nada de particular, mentes calenturientas, una habitación amplia que hizo nuestro tatarabuelo para refugiarse de asaltos, tornados o cualquier inclemencia. Con el tiempo se le ha ido dando diferentes usos. Cuando el bisabuelo Jerónimo electrificó la propiedad no se olvidó del sótano tampoco. Ahora lo utilizo para aislarme del mundo con mis más próximos. En cuanto acabemos de comer os la enseño.
- ¿Porqué no me lo quisiste decir nunca? Llevo preguntándote por el cuartucho ¿desde cuándo, los diez años? y nunca me diste el gusto.
- Los niños todo lo enredais y alborotais mucho y yo en el sótano necesito intimidad - miró con intención a Arturo - Ale, porqué no vas con Belén a la cocina y hacéis café. La mesa dejarla tal cual, el catering lo recoge todo y lo deja como lo encontró.
- ¿Les vas a enseñar la mazmorra? - preguntó Arturo alarmado - no tendrás por medio..., cosas...
- Ya saben demasiado y se creen que saben más aún. Nos vamos a divertir, y no, no hay ningún dildo, ni látigo por medio, está todo guardado, Arturo. Prepárate, son los dos ya mayores de edad y se creen muy modernos. Les vamos a poner en el disparadero a ver qué tan modernos son.
- No irás a...
- A ver hasta donde aguantan el envite.
- Siempre te gustó apostar fuerte y forzar la broma, Alejandro. Aún recuerdo aquella vez que te empeñaste en que fuéramos al cine las dos parejas. No se me olvida, era Love Story y el polvo que me echaste en los lavabos del cine fue de época.
- Y de época como me limpiaste el sable con la boca mientras te pajeabas.
- Dejaste la puerta sin pestillo, cabrón, y aquel chaval se quedó sin habla cuando nos pilló...
- Y le invité a incorporarse y se fue corriendo. Eso te morboseó, maricón.
- El que me da morbo eres tú y con esto que pretendes hacer con los chavales me tienes babeando el rabo desde antes de sentarnos a comer.
- El café - entró Belén con una bandeja con dos tazas - para los señores que nosotros no tomamos.
- Abuelo - dijo entonces Alejandro - una copita o algo.
- Quizá algo, nieto, pero ahora después en el sótano. Abajo tengo lo inimaginable.
- Uy, que susto, abuelo, no serás un asesino depredador.
- Asesino tu abuelo - dijo Arturo - no creo, pero depravado..., ya en la resi apuntaba maneras.
- Apuntaba y daba en la diana, recuérdalo Arturo.
Alejandro mientras bajaban la escalera al sótano metió la mano bajo la falda de Belén por detrás y le palpó el sexo.
- ¡Estás mojadisima! - le susurró al oído.
- Con la conversación con segundas que tienen estos dos carrozas como para no. Tu abuelo me pone, niñato.
- ¡Belén! - le dió una palmada en el culo
- Chicos, no alboroteis aún. Tiempo habrá para desmelenarse - les reprendió Alejandro.

Alejandro sacó una llave que de su cuello colgaba con un cordón y abrió la puerta de la tantas veces imaginada por el nieto,  habitación del sótano.
- Entrad - accionó el interruptor - y disfrutad de lo que hay.
- Eso, eso de ahí - Belén señaló a la derecha al fondo de la estancia emocionada - es una cama balinesa..., enorme.
- Para que quepa mucha gente y poder ver lo que se proyecta en la pared de enfrente y jugar un poco.
- Pero Alejandro - respondió sorprendido Arturo - ¿donde está la pantalla?
- La pared es la pantalla. Bueno, en realidad es una puerta escamoteada de un armario pintada. Es una pintura especial con millones de esferulas de vidrio que le dan luminosidad a lo proyectado con un proyector laser de tiro ultra corto. Ese aparatito sobre esa mesita pegada a la pared, 150 pulgadas de pantalla. Una maravilla.
- ¿Y eso del techo, abuelo?
- Una especie de grúa puente. La puso tu bisabuelo, mi padre. Cuando yo era chico está finca era mas grande y se cultivaba. Había maquinaría y mi padre la reparaba, Está casa está sobre un talud y por el desnivel lo que ahora es pantalla, antes era puerta de establo. Por ahí entraban los tractores y con la grúa se desmontaban los motores. Yo la he conservado porque a veces me hace algún favor.
- ¿Algún favor, qué favor, abuelo?
- Ya te contaré, nieto. Y ahora, que os parece ver algo. Tú Ale y Belén colocaros ahí en el centro, descalzaos y tú Arturo al lado de tu nieta. Yo al lado de mi nieto.
¿Que tal algo subidito de tono? - dijo el abuelo a su nieto mientras le hacia cosquillas por el bajo vientre.
- Abuelo, por favor - Alejandro estaba ya nervioso - que está aquí mi novia.
- Si, mejor otro día que no esté ella y te traes a Jero, Sami y Fede y en lugar de juguetear en tu cuarto, aquí veis algo emocionante. Me refiero a algo de HBO, Netflix, Apple TV o así, no te creas.
- Me habías puesto nervioso, que te conozco, abuelo.
- Hombre, verás. Tengo producción propia. No creeréis que este local tan grande es solo para mí. A que tú no te lo crees, Arturo.
- A mi me estás intrigando, y la verdad, tengo un poco de gusanillo viendo esta habitación tan bien instalada. Verás, tampoco entiendo lo de la conservación de la grúa puente.
- Si. Sirve - explico Alejandro con cierta entonación y pausas de misterio - para levantar... y trasladar objetos, cosas... o no por la habitación. Es útil.
- Útil, ¿para qué? - preguntó intrigada Belén.
- Pues verás. Alejandro hijo, ven aquí - el abuelo se había levantado y dirigido al centro de la estancia - ven - sacó su móvil y tocó unas cuantas veces y el cabrestante de la grúa se movió - verás con que facilidad te traslada este cacharro - tocó otra vez su teléfono y se abrió una puerta disimulada de armario, extrajo un arnés y se lo entregó al nieto - póntelo.
- Abuelo, ¿para qué?
- Es solo una demostración, algo inocente. A lo mejor Arturo se presta.
- Encantado, Alejandro, tú siempre tan ocurrente. Trae ese correaje.
- A lo mejor, estás más cómodo con un sling. Tengo también.
- El arnés vendrá bien - dijo Arturo mientras se lo colocaba por los muslos - parece de montañismo, espero no caerme. 
- Así es perfecto, te lo has colocado bien. Ahora engancho los mosquetones de tracción y a disfrutar.
- ¿Te gusta la sensación? - preguntó Alejandro mientras con su móvil accionaba la grúa - y a vosotros, ¿que os parece, chicos? Bueno, deciros que es más emocionante cuando lo que elevas no lleva ropa.
- ¡Abuelo! - Alejandro y Belén estaban ahora de rodillas sobre la cama y el chico tenía su mano acariciando el ano de su novia - déjate ya de bobadas.
- Hacer esto desnudo tiene que ser toda una experiencia - dijo riendo Arturo.
- Chicos os animáis a desnudaros.
- Abuelo ya está bien - Alejandro estaba enfadado.
- Y tú Belén, ¿también te parece que está bien o prefieres que deje de meterte mano mi nieto.
- Yo estoy muy cómoda con la mano de Ale en el culo, hace que me moje.
- Venga, vale. Ya vale Arturo. Te bajo, y voy a poner una peli mía que os va a encantar - Arturo fue bajado, se despojó del arnés y regresó a la cama - Os va a gustar. Tú nieta va seguir mojándose y los tíos nos vamos a empalmar.
- ¡Joder, abuelo!
- Anda, niégame que no estás empalmado a tope. Yo lo estoy y Arturo, no se. Tú Arturo, que tal.
- Duro como el pedernal.
- Entonces, chicos, algo caliente.
Se apagaron todas las luces y se encendieron unos focos de LED en cada esquina de suelo y techo. Con el negro humo en que estaban pintadas las paredes el ambiente era de lo más sugestivo. El proyector se iluminó y apareció en la pantalla Arturo, Belén y Alejandro llegando a la casa.
- Espera, espera. ¿Grabas todo lo que sucede en el exterior, abuelo? - Ale estaba sorprendido.
- Y en el interior, Alejandro.
- ¿En todos lados?
- En todos.
- ¿Desde cuándo, porque no me lo habías dicho?
- ¿Para qué? para que no me enterase de ésto - manipuló el móvil y en la pantalla aparecieron los cuatro amigos en actitud de iniciar una relación intensa, se detuvo la imagen - puedo seguir, cariño. ¿Sigo?
- Si, si, sigue - Belén estaba muy interesada - esto tengo que verlo, y tú no dejes de magrearme el culo. Esto se pone interesante.
- Yo me voy - Alejandro se levantó muy cabreado pero Belén le alcanzó por la cinturilla del pantalón y le obligó a sentarse - tu lo vas a ver conmigo y si tengo dudas me lo explicas. Sigue Alejandro que estoy a punto de quitarme las bragas.
- Belén hija - dijo Arturo, no seas muy estricta, quizá todos tengamos por donde callar.
- Me da igual, quiero verlo. Póngalo... o..., ponlo ya, ¡joder!
- Eso, a joder - las imágenes volvieron a cobrar movimiento.
A medida que los cuatro amigos se desnudaban, se acariciaban, chupaban y penetraban la temperatura de la habitación iba subiendo. Belén empezó a gemir y a calentar a su novio que le correspondió sacándole las bragas y quitándole la falda. Antes de que la filmación acabase con el intercambio de fluidos Alejandro estaba sin pantalón y Belén entregada a la manipulación del sexo de su novio.
- ¡Que calladito lo tenias! Con lo que a mí me gusta el sexo en grupo, podías haberme invitado. A mi nunca me has comido el culo, mariconazo, como se lo comes a ese.
- Porque te como el coño, zorra. Y tú no me sabes comer el rabo como lo hacen mis amigos.
- Nunca me has enseñado.
- Mira Belén - Alejandro paró la película - si quieres un tutorial de comerle el rabo a un tío, este es un buen momento - sin más dilación se agachó y se metió el rabo de su nieto en la boca hasta la garganta - ves, hay que poder besar los huevos al tío y para eso tienes que estás acostumbrada a reprimir las náuseas - y siguió con la felación.
- Déjame probar a mi - intentó llegar profundo pero una arcada le hizo desistir.
- Que siga mi abuelo - dijo Ale muy excitado - y tu ponte de pie y dame el coño en la boca. Creo que me voy a correr ya.
- Te va a comer la polla tu abuelo, Ale, te das cuenta del morbazo que es eso. Imagina que mi abuelo me quiere follar a mi por el culo mientras me comes el coño, sería un incestazo doble que te cagas.
- Entonces, nieta - la voz de Arturo quitándose el pantalón era temblorosa por la lujuria derramada - ¿te la meto entera por el culo? Creo que me correré antes. Llevo deseándolo un buen tiempo.
- Claro viejales, me encanta por el culo y si es un daddy incestuoso como tú esto va a ser glorioso.
- Tú te correrás ya - dijo Alejandro a su nieto antes de seguir - pero será la primera porque esto no ha hecho más que empezar. Tenemos aún que ver la peli en la que das por el culo a Belén y ella se mete el dildo que me quitaste por el coño.
- Abuelo, abuelo, por favor, sigue que me corro.
Mientras el chico se corría chupaba y mordisqueaba el clítoris de su novia y su abuelo Arturo le apuntaba el capullo al año y de un golpe de cadera como cuando era un adolescente le enterró la verga en el cuerpo a la nieta que con un quejido de dolor-placer-deseo se pellizcó los pezones y comenzaba un larguísimo orgasmo.
- ¡Belén, hija, Belén! mi niña, me corro, me corro.
- Si abuelo, si, preñame el culo, preñamelo bien.
- Preñaselo, Arturo que en cuanto acabes yo le voy a comer el culo a tu nieta y que me dé todo tu jugo de su culo - dijo su amigo que con la leche de su nieto aún en la boca se lanzó al culo de Belén. 
Terminaron los cuatro exhaustos sobre la cama.
- Y esto no ha acabado - sentenció Alejandro - ahora no hay ya disimulos ni equívocos. Todos desnudos que vamos a gozar. Yo aún no me he corrido, aviso - cogió su teléfono, pulsó la pantalla unas veces y lo que antes era pantalla se abrió de par en par dejando a la vista todo un muestrario de objetos y adminículos al servicio del placer.

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