jueves, 13 de abril de 2023

MASTER(V)

 

Cuando Noel entró en la sala de jaulas, uno ya estaba en su rincón relamiéndose la mierda de Ramiro que finalmente se dejó llevar de una lujuria nauseabunda y entre jaleos de tres y cinco defecó en la boca de uno. Y mientras el viejo masticaba la mierda, Ramiro, presa de una urgencia que no se reconocía, con violencia se revolvió colocándose detrás de uno y lo folló con desesperación. No pensaba conscientemente que pudiera correrse, hacia escasos minutos que lo había hecho, pero sorprendentemente estaba duro como el corindón y el olor a sus propias heces que lo impregnaba todo y las muestras de goloseo que daba uno le debieron estimular dios sabe que resorte en el cerebro y se corrió dentro de uno con furia.
- Bien, bien, bien - Noel entró aplaudiendo en la sala - mi nueva perra me va a dar muchas satisfacciones - y acuclillandose en la jaula de uno, continúo - te ha faltado algo siete. Has dejado al pobre de uno sin la mamada de culo que tanto le gusta.
Ramiro acababa de correrse en el culo de uno, sacó su espada limpia y Noel le pedía ahora, ¿qué?
- No soy muy paciente, siete. Quiero ver cómo le comes el culo a uno ahora mismo. Así que, venga, decúbito supino y el viejo en cuclillas sobre tu boca. ¡Cómele el culo pero ya! Mira, en esta bolsa hay ropa para que te lleve a tu vida. Solo con el contrato de esclavo que has firmado y una mierda de coche que me has regalado no va a ser suficiente. Lo voy a querer todo y tu cuerpo será lo último. Tengo imágenes de todo. Pueden empezar a circular. Venga, boca arriba y a tragar, que al fin y al cabo, es tuyo.
Tres y cinco viendo la cara de angustia de Ramiro daban palmas y ansiosos esperaban embobados a que siete se tumbase bajo uno.
Noel alcanzó de una repisa la vara eléctrica.
- ¿Sabes que es? - y diciéndolo la acercó a los huevos de uno, salto una chispa, uno emitió un alarido de dolor pero se abrió de piernas del todo para que continuase el castigo. Olía a carne quemada.
Ramiro con el terror pintado en la cara y sin poder evitar empezar a empalmarse otra vez se tumbó en el suelo de la jaula. Uno inmediatamente se colocó a horcajadas sobre si cara e inició un balanceo atrás y adelante restregandole el ano por la cara. Uno estaba radiante.
- No, no, uno, deja de moverte, ¿no ves que siete se muere por meterte la lengua en tu coño babeante.
Efectivamente, el semen de Ramiro empezaba a descomponerse y un hilillo de viscosidad pestilente le resbalaba por el ano totalmente incompetente. Ramiro miró y solo vio un ano de bordes engrosados y estriados de unas proporciones descomunales. Podría haberle metido el pie sin dificultad. Vio además la úlcera que en el escroto había provocado Noel con la cara eléctrica. Cerró los ojos, levantó las manos y llevó hacia su boca el ojal de uno. Empezó a chupar y se engolfó en la mamada. Era más la aprensión que lo que en realidad era. Algo muy vicioso, lleno de deseo incomprensible pero infinito, una lujuria negra como un mar tenebroso que cada vez le excitaba más y más. Le sabía la boca a semen mezclado con heces, un sabor amargo que estimulaba porque la erección se había vuelto explosiva y deseaba más orgasmos. Estaba ya agotado, pero no le importaba acabar así. El viejo mientras pellizcaba con saña los pezones de Ramiro lo que provocaba un dolor que reclamaba aún más pues cuanto más hiriente era más sensación tenía de eyaculación inminente. Cuando el ano de uno se seco, Ramiro escuchó una voz que salía de su garganta pero no era suya y gritaba "MAS"
Noel en ese momento tocó con su cara eléctrica la polla de Ramiro y ésta emitió un chorro de semen entremezclado de sangre, tanta era la congestión.
- Estás hecho un as, siete. Tres magníficas corridas en un rato. Vamos, vístete con eso - le tiró la bolsa que traía en la mano - que tienes que volver a tu falsa vida, porque la real, la que tú deseas es esta. Cuando salgas a la calle, a la derecha, como a cien metros hay una parada de bus. No pensarías que iba a llevar en mi Maserati a una perra como tú.
Ramiro accionó la palanca y abrió la portezuela de la jaula. Uno hizo intención de retenerle le regaló un gesto de angustia por perderlo y Ramiro se deshizo de la suave presa de su mano con coraje. Salió de la jaula abrió el paquete y aún pudo ver cómo Noel se perdía por aquella puerta.
Se indignó cuando vio el tipo de ropa que le habían dejado.
- ¡Cabronazo! - masculló. 
Tres le previno sobre insultos al amo.
- Siete, tu no sabes si alguno de nosotros va a chivar al amo para congraciarse. Ten cuidado.
- Que os jodan a todos. No vais a volver a verme por aquí.
Se calzó la ropa con rapidez y salió a la calle. Era de noche ya. Siguió las instrucciones de Noel y llegó a la parada del bus. Se dio cuenta que no tenía dinero, ni cartera ni ninguna identificación. Se metió las manos en los bolsillos del chándal raído, desesperado, preguntándose que pecado habría cometido, cuando palpó unas monedas. Soltó un resoplido de alivio y saco el dinero. Era lo justo para el bus.
- Después de todo a lo mejor no es tan cabronazo - musitó para el cuello de su camisa.
Todo el trayecto lo pasó saltando de diseñar la estrategia de rellenar las horas ausente sin justificar a rememorar las horas dulcemente duras que había pasado en compañía de aquellos desgraciados. Sin remediarlo lo que mejor recordaba era el episodio de uno restregando si descomunal ano por su boca. Volvía a empalmarse, sintió los pezones duros y deseó en lo más íntimo que se repitiera.
- ¡No se va a repetir! - lo dijo en voz muy alta y tono de cabreo.
- Perdón, caballero - la señora de cerca se interesaba por su bienestar - necesita usted algo.
- Lo siento, señora,no, nada, me han despedido del trabajo, nada más.
- Ay, señor, pues lo siento mucho.
- Esta es mi parada, muchas gracias señora.
Ramiro, saltó del bus. No era su parada, pero no quería pegar hebra con nadie. Su casa estaba como a diez manzanas en una zona residencial de alto nivel. Para llegar tendría que caminar una media hora. Nunca había paseado a esas horas por su barrio y estaba accediendo a un mundo tan desconocido para él como excitante. De cuando en cuando se cruzaba con gente extraña que le taladraba con la mirada. Uno, un veinteañero hasta le paró para pedirle algo de dinero para el bus y en vista de que no tenía le pidió un cigarro, que como tampoco le ofreció una mamada por solo diez €. Ramiro sintió que le palpitaba el rabo, pero no quería más experiencias esa noche. 
Pensaba entrar por la puerta de servicio, subir a su cuarto por la escalera de servicio y poderse cambiar. No sabía cómo iba a justificar esa ropa. Pero no. Su mujer le estaba esperando en el jardín.
- Ay, cariño, menos mal que estás bien - la mujer estaba sinceramente preocupada - ya nos ha dicho, como se llama, ese chico nuevo que has contratado, si, Noel, lo que te ha pasado, primero, la sopa que te han tirado por encima y luego lo del tipo ese con el que te has peleado por tu coche. Pero no te preocupes, lo ha recuperado Noel y lo ha traído a casa. Está como nuevo en el garaje. Ah, y a traído tu teléfono y la cartera que se quedó en el restaurante donde te cambiaste con la ropa que te dejaron.
- Uff, menos mal cariño. Muy amable el chico ese Noel.
- Y ¿que te han dicho en comisaría?
- Nada, que si aparecía el coche me llamarían. Pero vamos, mañana llamaré yo para decir que lo tengo yo.
Entrando en la casa los dos sonó su teléfono.
- Mira, Ramiro, seguro que es el chico ese que dijo que llamaría a ver.
- Dime Noel. Ya me ha dicho mi mujer.
- ¿Todo en orden, verdad perra? No creas que ha cambiado nada, sigues siendo la guarra que le come el culo a un viejo más cerdo que tú. Sigo siendo tu amo y tendrás que estar a lo que yo te mandé.
- Estoy encantado de ser tu perra - Ramiro tuvo una erección explosiva y los pezones le querían perforar la sudadera - solo deseo cumplir tus órdenes.
- Ahora, vete a la cama y cumple con tu santa. Mañana nos vemos en el despacho. No te pongas calzoncillos. Es una orden directa.
- Ya estoy deseando que llegue mañana.

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