domingo, 9 de abril de 2023

MASTER(IV)

 

- Ha sido todo tan precipitado como excitante, siete, de manera que aún no tengo jaula. De momento vas a entrar con uno. Te va a encantar. No tengo humillador a mano, ni castidad, así que te doy permiso para que te relaciones con uno. Os dejaré la luz encendida, tres y cinco, querrán ver cómo os lleváis. Las sucias perras tienen que llevarse bien.
Tanto tres como cinco, un muchacho gordito y silencioso dejaron traslucir en su gesto la ansiedad de no ser ellos los obsequiados con la compañía de Ramiro.
Ramiro fue llevado a puntapiés donde cuadrase hasta la jaula de uno, éste accionó la palanca y la puerta de la jaula se abrió. Ramiro entró y se acomodó en la esquina más alejada de uno.
Noel, regresó con la carpeta de documentos, ya firmados por Ramiro y cero y se perdió por la misma puerta por la que entró. La luz quedó encendida.
- Psst, tú, siete, ¿te vas a follar a uno? - tres en cuanto la puerta se cerró empezó a hablar - yo también pasé unos días en su jaula. Tiene buen coño y casi nunca se caga, y como no tiene dientes, la mama de lujo.
Uno tenía una edad indefinible. Delgado hasta la extenuación se le podían contar las costillas y los picos de los huesos de las caderas parecía que intentaban perforar la piel. El vientre pereciera que quería pegarse a la espalda y el pubis era una barra alta entre sus caderas. Tenía un rabo casi inexistente sobre el que se prendía una chapa de acero con un orificio en el centro y colgando una bolsa larga y fláccida adornada por unos cuantos pelos grises. Del pecho le colgaban dos mamás rematadas por unos enormes pezones perforados por unas anillas negras.  Sin culo prácticamente, tenía unos callos como los de los monos sobre los que se sentaba.
Los pómulos hundidos, unos labios azulados caídos y unos ojos pequeños y ahogados como en dos simas negras. Le caían sobre la cara unas greñas sal y pimienta.
Cuando vio a Ramiro en su intento de cobijarse en un rincón de la jaula sonrió lascivo. Ramiro puso cara de irse a morir de susto.
- No te asuste - le susurró tres - solo querrá tocarte el nabo a ver qué tal y luego te pondrá el coño para que le folle un humano una vez al menos. Hace meses que solo le folla cero. Le gusta comer el culo, pero si se lo comes tu a él le tendrás a tus pies para siempre.
Uno con su sonrisa bobalicona, muy despacio extendió sus brazos hacia Ramiro y como no le alcanzase casi repto hasta llegar a él. Ramiro hizo todo lo posible por rechazarle.
- Déjale, perra - hablo el cinco en voz muy baja - que te huela y házselo tú. Somos perras, por eso estamos aquí, y las perras se huelen el coño.
Ramiro se relajó al escuchar esto. El que le llamase perra un igual le excitó y empezó a empalmarse, algo a lo que no fue ajeno uno. Ya su altura, uno comenzó por rozarle muy levemente con sus huesudos dedos mientras que con la boca semiabierta le resbalaba la baba. Muy lentamente le pellizcó los pezones y ante ese estímulo la erección fue ya violenta y desató en el la lujuria.Al ver uno esa respuesta pellizcó con fuerza y retorció los pezones. Ramiro respondió alargando sus manos y tomando sus aretes retorciendo los con intención de arrancarlos. Y en ese momento la cara de uno reflejo beatitud empezando a convulsionar al tiempo que de su chapa que le escondía lo que le quedase de pene empezó a salir muy despacio, como manando lo que no podía ser más que semen.
- Gracias, de verdad, gracias. Ahora me alegro que hayas firmado esos documentos - y tal como lo dijo, hundió la cabeza en el regazo de Ramiro, tragándose entera la polla y así se mantuvo un buen rato sin moverse.
- Currale los huevos con mala leche - en la voz de tres se reflejaba su disfrute - y hará que te corras como nunca lo has hecho.
Uno, al escuchar lo que decía tres, sin soltar su presa de la boca se giró de tal manera que Ramiro tuviera facilidad para golpear los huevos con toda la fuerza que quisiera.
Ramiro golpeaba los huevos cada vez con más fuerza y cuánto más violento era el castigo más placer le proporcionaba uno. Hasta que pareciendo lo que era imposible, uno ayudándose de sus manos se metió los huevos de Ramiro en la boca haciendo que la tragada fue aún más profunda y en ese preciso instante se corrió como no recordaba haberlo hecho nunca.
- Buena corrida, ¿eh, perra? uno es viejo pero a experiencia no hay quien le gane - cinco mientras decía ésto se masajeaba su castidad intentando alcanzar un orgasmo.
Uno, después de retirarse suavemente del sexo de Ramiro dejándole exhausto, le indicó mediante sutiles maniobras que se diese la vuelta y le ofreciese su culo. Ramiro intentó resistirse pero uno era muy insistente.
- Déjale siete, déjale que te coma el culo ahora - tres esbozó una sonrisa cómplice mirando a cinco que le contestó.
- Si, siete, haz caso a tres y déjale el ojete y no te vayas a cortar. A uno le encantan las sorpresas, ¿verdad, uno?
Uno se limitó a dirigir una mirada feroz a las jaulas aledañas mientras renovaba los impulsos e interés en que Ramiro se diese la vuelta. Ante la insistencia se giró ofreciendo su espalda al viejo esquelético. Con una fuerza que le extrañó a Ramiro, uno le levantó las caderas para exponer el ano. Y se lanzó como si en eso le fuera la vida. Tenía una lengua de camaleón increíble que entraba y salía del ano de Ramiro que ante tanta estimulación volvió a empalmarse. Estaba sintiendo un placer totalmente desconocido. Empezó a jadear de placer y a desear metérsela al viejo. Comenzó a escuchar algo que uno decía entre acometida y acometida pero no acertaba a saber que mascullaba.
- Quiero follarte, uno. Ahora.
Pero uno no estaba dispuesto a dejar su premio y seguía metiendo lengua y recitando su mantra.
- ¡Bueno! alguno de vosotros sabe que está diciendo el degenerado este entre chupada y chupada.
Tres y cinco prorrumpieron en un sonora carcajada.
- ¿Aún no te has dado cuenta? Cavila, cavila - y tenía que interrumpirse por qué la risa no le dejaba hablar - anda cinco, díselo tu al nota este sordo.
- ¡Que te cagues en su boca! Cagate ya y dale el gusto. Luego te lo follas. El viejo uno es un auténtico carrito de chucherías.

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