miércoles, 20 de julio de 2022

TRAGADA

 

- Corta, corta, corta. ¡Joder, tío, esto no es!
El cámara, con una camiseta raída, sin pantalón y medio empalmado, apagó la autónoma, dejó caer la mano con la cámara y le dedicó atención a su pene, recogiendo el precum y llevándoselo a la boca.
- No seas guarro, tío, que no estamos grabando - imprecó al chico de la cámara autónoma - Tú, Sergio, ven aquí, joder, tenemos que hablar. Y tú, figura del lefazo, si el tío vuelve la cabeza cuando te vas a correr, se la sujetas. ¡Esa leche se la tenía que tragar! Ahora, vuelta a empezar, esto tiene que quedarse para edición, ¡hoy!
- Yo ya me he corrido, Román, ¡joder! ¿Ahora, qué?
- Pues te vas a la sala de vídeo y le dices a Juanito que te ponga una de las tuyas y te calientas otra vez, que de Sergio me ocupo yo.
Vamos a ver Sergio - Román estaba realmente contrariado - ¿Qué parte de te tienes que tragar el polvo no has entendido? Porque lo de los seiscientos euros si lo entendiste, ¿No?
- No puedo Román, tío, vomito, de verdad, vomito, podría sentir esa mierda en los labios y haciendo de tripas corazón soportaría, pero pensar que me entre en la boca, de verdad tío...
- A ver, Sergio. Cierra los ojos y piensa en tu novia. La cara que va a poner cuando te la lleves de finde con esa pasta. Y te recuerdo que llevas el tres de las ventas brutas porque te conozco desde la barriga de tu madre. Si el vídeo queda creíble, pero claro, si Jeremy se corre y tú quitas la cara, como comprenderás, eso no es muy comercial.
- Me da mucho asco, joder, Román.
- Sergio, vas a salir al set de grabación y cuando Jeremy se corra, vas a abrir la boca como la plaza mayor y con una sonrisa te lo vas a tragar y para finalizar le vas a relamer el capullo, y sin una puta arcada. Esta es una oportunidad que te doy por la amistad que me unía a tu padre.
- A ese, ni le nombres. Nos abandonó cuando yo tenía once años. Y hago esto por el dinero, ni mi novia ni hostias. En mi casa hace falta.
- Y por eso te lo propuse Sergio. Esta tragada de hetero nos va a dar pasta. Tu polla está constantemente en pantalla para que se vea que mamar un nabo no te gusta. Cuando tragues sin empalmar, las tomas se van a vender como pan caliente. La gracia no es que te tragues el polvo, es que realizas el deseo imposible de todo maricón, que es poderse trajinarse un hetero que lo sea de verdad. Venga, y además si lo haces y con convicción y sale bien te cuento la razón por la que tu padre desapareció de la noche a la mañana. 
Román se quedó mirando el cuerpo de Sergio y no pudo por menos que decir un "No me extraña"
- ¿Que es lo que no te extraña, Román?
- Nada, Sergio, nada. Luego, cuando te diga lo de tu padre te lo aclaro. Ahora, venga, al rodaje. Recuerda, no me importan las arcadas cuando Jeremy entre profundamente en tu garganta, ni el vómito de moco, eso le da tinte sado a la filmación y tiene recorrido. Como los ojos llorosos mirando hacia Jeremy en señal de aceptación y sumisión a su rabo. No te me vayas a empalmar, por favor. Luego cuando acabemos, te pongo algo hetero para hacer unas tomas de empalme tuyo por si al montar se me ocurre hacer una versión en la que al tragar descubres que te encanta y te corres tú. No lo pienses. Limítate a arrodillarte y abrir la boca. Jeremy hará el resto. Las manos a la espalda, nada de sujetarle para que no empujé. Las náuseas antes de tragar dan bien en la cámara. Y al final ya sabes frenillo contra la lengua para que se vean bien los disparos de lefa. Enseñas la leche llenandote la boca y cubriéndote la lengua, tragas y vuelves a enseñar boca vacía. Si hace falta alguna toma adicional, al final.
- Yo estoy listo y después de esa cinta que me has puesto, a punto de correrme otra vez - Jeremy venía de la sala de vídeo con ganas.
- Y ¡Acción!
Sergio se arrodilló delante de Jeremy con cara de circunstancias con las diez pulgadas duras y rectas rozándole los labios. Puso su mirada de astrónomo para cruzarse con la que le dedicaba su compañero de grabación y abrió la boca despacio, permitiendo que el enorme pene le entrara. Nunca antes de ese día le habían metido una polla en la boca y la verdad es que ocupaba espacio pero no sabía ni olía especialmente. Era una textura suave y elástica no desagradable. Pensó en la dureza del clítoris de las mujeres con las que había estado y la única diferencia era el tamaño. Incluso eso no era desagradable hasta que tomaba contacto con la campanilla que provoca la primera náusea que había que reprimir, haciendo que se saltasen las lágrimas y apareciese una tos de timbre muy ronco. Al cabo de unos minutos parecía que la garganta se desensibilizaba y las arcadas eran más escasas. Los veinticinco centímetros de verga se acomodaban dentro de la garganta y por las exclamaciones de Jeremy, con evidente placer. Después de varios vómitos de un moco muy lubricante que sorprendió a Sergio por lo abundantes, el pene de Jeremy entraba hasta permitir besar los huevos con el labio inferior y en una de esas Jeremy mirando a Román le dijo que no aguantaba más.
- Ahora tranquilo Sergio - Román estaba nervioso, todo se desarrollaba bien - ya se acaba, vas bien. Saca la lengua que Jeremy te apoye el capullo y que empiece el baile. ¡Fuerza Sergio!
El pene tieso de Jeremy empezó a escupir semen. Sergio con los ojos cerrados, se sorprendió de que fuese peor el olor que el sabor. Estaba como soso y lo podía tolerar. Era increíble la cantidad de lefa que tenía ese tío hasta que paró y volvió a meter como media polla dentro de la boca. Y en ese momento sin enseñar el semen almacenado a cámara tragó y sintió la necesidad de seguir chupando, deseaba chupar y chupar. No sintió náuseas ni asco. De forma instintiva sacó una mano de la espalda y exprimió la polla de Jeremy que le regaló una gota gruesa de semen que el recogió con la punta de la lengua y abriendo ya los ojos y sin dejar de mirar a los de Jeremy se la tragó. Luego dió dos o tres chupetones más y Román gritó el "corten"
Todos, desde Román, el cámara y hasta Juanito que se había llegado a mirar aplaudieron y le dieron los parabienes a Sergio.
- Bueno, Román, ya está. Ahora lo de mi puto padre.
- No va a ser fácil, Sergio. Vístete y vamos a tomar algo. Será mejor.
Sergio se calzó su superestrechos y elasticos jeans que marcaban paquete escandalosamente y una camiseta de asas de lycra para poder marcar tableta y las Hoss blancas, que se compró con el adelanto de Sergio por la tragada.
Se sentaron en la terraza de la cafetería que había en el local del piso donde estaba el plató de grabación, un piso reformado exprofeso.
- Tienes un cuerpo diez, Sergio.
- Ya lo sé, no hace falta que me des jabón. Mi padre, ¿Qué?
- A eso iba. Ese cuerpo se te empezó a notar ya con siete años y tu padre que se dio cuenta te puso a esculpirlo con un entrenador. Recuerda que desde pequeño, hacías rutinas, levantabas pesas y aparatos, sentadillas y tal. Por eso tienes ese cuerpo. Y ahora para seguir tengo que irme hacia atrás. Cuando tu padre ni pensaba en tener familia.
Éramos unos golfos. Tu padre es cuatro años más mayor que yo. Éramos chicos de la calle. Yo tenía diez años y tu padre iba para quince. Yo era muy echado para adelante, como tu padre y enseguida conectamos. Teníamos empuje y agallas. ¡Joder, que tiempos! Un día entramos a un bazar de un pakistaní y a tu padre se le antojó un reloj y yo con toda mi cara lo robé para él. Salimos corriendo y el tío detrás nuestra. Nos metimos al doblar una esquina por un boquete en la tela metálica en un edificio abandonado y despistamos al pakistaní. Pero nosotros, cagaditos de miedo tiramos escaleras arriba un par de pisos. Allí, cuando recuperamos el aliento, tu padre, que se llama como tú me pidió el reloj y yo por juguetón, joder, tenía sólo diez años le dije que era mío, que él no había tenido cojones porque era maricón. Intenté escapar, para seguir con el juego, pero me alcanzó. Hubo conato de lucha y acabé con la espalda en el suelo y tu padre a horcajadas sobre mis caderas y sus manos sobre mis brazos. Y así, inmovilizado vi un reflejo en su mirada y una especie de sonrisa rara en su cara. Me di cuenta como no apartaba sus pupilas de las mías y la sonrisa se hacía más franca, relajando el rictus de la boca, "Con que soy maricón, ¿No?" me dijo y vi como se inclinaba sobre mi cara y cuando estaba a dos dedos sobre ella, selló mis labios con los suyos. Soltó entonces la presa de mis brazos y me sujetó la cara con sus manos y sentí como la lengua me abría los labios, y me gustó. Si, me gustó y me asustó también. Aprovechando que él se había relajado me desembaracé de su llave y con agilidad salí corriendo. Él se quedó allí quieto, me paré, le tiré el reloj y le grité que era un maricón.
Estuve unas semanas evitandole, aunque no podía quitarme de la cabeza su beso. Y cada vez que lo evocaba me ponía duro como un palo. Un día en una de nuestras raterías en la que no participé aunque la seguía a distancia, la verdad es que me gustaba verle, le pilló el dueño de una tienda donde robó y yo al verlo me entró una rabia que me acerqué corriendo y le di una patada en la espinilla al tío y Sergio pudo escapar. Yo salí corriendo detrás de él y atravesando un solar con una caseta medio derruida, nos refugiamos. "¿Ya no soy maricón, o qué?" Me le quedé mirando a la cara y me dió pena y me eché a llorar refugiándome en su pecho, tu padre me abrazó y me cubrió la cabeza de besos, luego me besó la cara hasta que llegó a los labios y me entregué. Dejé que mi instinto volase y que el suyo me dirigiese.
- Entonces, ¿Mi padre es maricón?
- Espera que aún no llego al final. Aquel día en aquella caseta medio derruida, llena de mierda y escombros, hicimos un poco de sitio a patada limpia, nos desnudamos y tu padre me desvirgó el ojete. Me dolió pero me gustó que él disfrutará de lo que hacíamos. Cuando terminamos, me dijo que no sabía si era maricón "Me gustan las chicas, pero los críos de tu edad o así me vuelven loco, y no sé si eso es ser maricón" yo no creo que sea maricón le contesté, pero me ha gustado chuparte el rabo y haberte tenido dentro. Estuvimos como tres años teniendo relaciones hasta los trece míos en que me dijo que había preñado a su novia, de tí precisamente, y teníamos que dejarlo, además de que yo ya era mayor para su gusto.
- ¿Estuvisteis tres años liados?
- Bueno, si. Después cada uno tenía sus rollos. Nunca me dijo si tuvo otros críos con los que follaba. Yo sí estuve liado con más tíos, llegué a la conclusión que gozaba más con que me follasen a mi que follando yo a una chica.
- Y una vez que preñó a mi madre de mí, se olvidó de tí.
- Sexualmente si. Estaba muy pillado por tu madre y cuando naciste no tenía ojos más que para tí. Se cabreaba si llegaba de trabajar a casa y tú madre te había bañado, por ejemplo. Pasaba todo lo que podía contigo.
- ¿En que trabajaba?
- En la refinería de peón. Era muy salvaje trabajando. Hacía turnos dobles para que tuvieras de todo. Cada vez fue apartándose más y más hasta que prácticamente dejamos de vernos. Cuando yo tenía casi los veinte años y ya hacía mis pinitos en esta industria me llamó. Tú tenías siete años. Me dijo que quería que viese el cuerpo tan perfecto que tenías. Te hizo desnudar delante de mí. Te quedaste con un suspensorio mínimo, completamente desnudo. Fue una gozada contemplar a un crío tan pequeño marcando tan bien sus rutinas de diferentes grupos musculares. Tu vientre bajo era toda una sinfonía de armonía y plasticidad. Después de admirarte te vestiste y nos quedamos solos. "Le veo a mi niño y te veo a ti cuando te desvirgué, y le deseo, Román, le deseo"  y rompió a llorar. "No sé que voy a hacer Román, cada vez me resulta más difícil reprimirme. Cuando hay alguna exhibición y le tengo que dar el aceite en la piel, me vuelvo loco. La semana pasada dándole el aceite por la espalda, no sé si queriendo o sin querer le roce con la polla el culo y me dijo que qué era eso tan duro" volvió a romper a llorar y ya no hubo forma de consolarlo. 
- Pero ¿Llegó a hacerme algo o..., yo que se?
- Si lo hizo, a mi no me lo dijo. Eso sí, cada vez que tenías una competición de culturismo infantil me llamaba para que te aceitase yo y no tener él que tocarte. En los cuatro que transcurrieron entre aquella vez que me lloró desesperado por su inclinación y la llamada que me hizo anunciando que desaparecía, no sé a qué se dedicó o si se buscó algo..., no se...
- ¿Que te dijo en esa llamada? Si se puede saber.
- Me llamó casi sin poder hablar "Ya no lo aguanto más. Ayer vi a mi Sergio desnudo en el baño y estaba empalmado. Rompí el espejo del lavabo con la cabeza para poder resistirme y me herí. Tengo unos puntos. Y ya me voy"
- Ahora que lo dices, ¡Es verdad! mi padre rompió el espejo de un cabezazo y se le llenó la cara de sangre. ¡Lo había olvidado! Bueno, ¿y donde se fue?
- Me llamó a los tres meses. Estaba en Méjico, allí conocía a alguien que pasó un tiempo en su refinería. Al año me volvió a llamar, trabajaba en una plataforma en el Golfo de México. Seis meses en la plataforma y tres de asueto. Lo gana bien y no sé si tiene pareja, hombre o mujer. No se. Ahora, ya lo sabes. A tu padre le gustan los chavales desde que era un zagalón, y le siguieron gustando hasta que el sujeto de su lujuria fuiste tú. Por eso se fue.
- Román - Sergio miró al suelo y se encogió, como si quisiera esconderse - tengo algo que decirte, pero, no sé cómo hacerlo.
- Yo se cómo se puede hacer, para que no te resulte tan duro. Espera voy a pagar - fue al local y volvió en un momento - vamos. Subamos al estudio otra vez. Ahora está vacío.
Subieron al piso-estudio de grabación y después de asegurar la puerta le puso la mano a Sergio sobre el hombro y le condujo a su despacho.
- Desnúdate Sergio.
Sergio se quedó perplejo ante la solicitud de Román y ver que él empezaba a hacerlo.
- ¿Pretendes follar conmigo, estás loco?
- No, Sergio, no. Cuando se está desnudo frente a alguien desnudo se tiene menos tendencia a ocultar cosas. Desnudo, te va a ser más fácil contarme eso que tanto te avergüenza.
- ¿Cómo sabes que me avergüenza?
- Tengo más edad que tú, aunque no soy viejo, cuatro años menos que tu padre, treinta y tres y este negocio da mucha sabiduría en comportamiento. Venga, desnúdate y empecemos.
- ¿Sabes porqué he soportado la tragada de leche de Jeremy?
- No me asustes, Sergio. 
- Tenemos un vecino, Elías, un chaval muy simpático, de madre soltera. Desde que aprendió a caminar me seguía a todos lados. Yo le daba volteretas, le acunaba, le levantaba en vilo y me encantaba estar con él. Con seis años le cogí un día para jugar, le metí la mano desde detrás entre las piernas y me cupo en la mano su paquete. Mi empalme fue fulminante y solté al niño como si fuera un hierro al rojo. A raíz de aquello me despegué del niño, le huía como al diablo, pero me perseguía a todos lados y tenía suficiente estatura para llegar a mi bragueta y en cuanto podía se me abrazaba al muslo y me metía la cara en la entrepierna y como un resorte me empalmaba. Se dio cuenta de la dureza y lo provocaba y cuando estaba dura me la besaba a través del pantalón, a veces se demoraba y yo me corría. Me odiaba por ello, pero llegó un momento en que provocaba el encuentro para imaginar que me la sacaba y se la tragaba hasta hacerme correr. Estaba enganchado.
Esta mañana pude tragar porque cerré los ojos y vi a Elías sentado sobre mi boca metiéndole la lengua en el ano. No sé si te diste cuenta, pero al final acabé empalmado.
- Ya. Como ahora mismo, que vaya pedazo de rabo gastas, Sergio. Ese final tendré que poner un scroll de tu polla flácida.
- ¿Será hereditario lo de que me gusten pequeños?
- Ni idea, Sergio. Bueno, cambiando de tema. ¿Harías mañana otra tragadita?
- No tío, de verdad, no se...
Esta vez sería tragada y desvirgue de ojete, con lágrimas, cara crispada del dolor y los insultos pertinentes. Mil quinientos estaría bien.
- ¿Por mi culo? Ni hablar. 
- También decías que nada de tragar y al final, oreja y rabo, nunca mejor dicho - y Román se rió de su ocurrencia - ven a la sala de vídeo, te voy a enseñar algo -
Román se metió en la sala de control y conectó un disco, volvió donde Sergio, se sentó a su lado y le echó el brazo por los hombros - disfruta y luego me dices si estarías dispuesto a poner el culo.
En la pantalla apareció un granjero muy grande y coloradote con un peto vaquero sin camisa que dejaba ver un tórax peludo. En off una voz le llamaba "tío, tío" mientras se dirigía a la cuadra. Un traveling y se veía venir corriendo al encuentro del hombre un niño de, parecían unos diez años. Alcanzaba al hombre, se le abrazaba a la pierna y le apoyaba su cara sobre el paquete que crecía y crecía. El crío pugnaba por hacerse con el bulto hasta que el granjero se desenganchaba de su peto y el pantalón caía al suelo, momento en que el crío miraba a su tío con sonrisa de felicidad y se metía su pene en la boca. Al cabo del rato el hombre levantaba en peso al chico le arrancaba los pantalones y dejaba libre una polla más grande que la suya, ponía al sobrino cabeza abajo y se montaban un sesenta y nueve. Finalmente el hombre subía sobre unas cajas al chico, se daba la vuelta y ofrecía su culo a la sodomía. El chaval se follaba al hombre hasta correrse. Una vez preñado el hombre el chico lamía su semen que resbalaba por el ano del granjero.
Sergio estaba más que empalmado.
- ¿Cómo es posible que un chico tan pequeño haga eso? - no paraba, mientras preguntaba, de estimularse el capullo con el precum que destilaba.
- ¿Te gustaría estar en la situación del red neck? Se te ha puesto el rabo a reventar.
- ¡Joder, si! no me importaría. Esa cara de inocencia y esa mirada final al comerle el culo de vicio. Puff, no sé qué hacer, ahora mismo.
- Toma - le entregó un plug corto de tres centímetros - y ahí hay lubricante, vete entrenando, el "niño" calza ocho pulgadas y media y una y setenta y cinco de diámetro. Voy a ver si puedo contratarle, es caro, pero le gusta conocer gente nueva. Su agente es duro, pero la pasta abre cualquier puerta. ¡Ah! y tiene solo veintitrés años. Genética pura, no quieras saber la pinta que tenía con dieciocho, daba grima. Y es vicioso que te cagas.
- ¿Se le puede follar, para luego cumplir mi fantasía de que me cague en la boca un chaval?
- No se si estará en su rol profesional, todo es hablarlo. A ver qué dice su agente. Ahora vamos. Te llamaré.

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