sábado, 30 de julio de 2022

CONSULTA

 

- Vaya por delante Leo, que he venido obligado. Condición de mi mujer para consentir que vuelva a casa. No creo yo que tenga nada que ver que haya tenido una aventura como para que la  psiquiatría sea la que de con la clave de porqué he tenido una aventura extramatrimonial.
- Venga Pedro. Tú cuéntame qué ha sucedido. Nos conocemos hace muchos años y nunca he sospechado que pudieras tener un problema de mi especialidad. Supongo que una mujer, la tuya en este caso, despechada al saberse engañada por su marido con una amiga, intente dar explicaciones de lo sucedido debido a patología psiquiátrica.
- Una aclaración, Leo - se quedó mirando a su compañero con una expresión neutra durante unos segundos. Se removió en el asiento y sin cambiar ni tono ni volumen lo soltó - una amiga, no, un amigo, Leo, un amigo íntimo.
- ¿Un amigo? - en la retórica pregunta de Leo se podía leer incredulidad, diversión, sorpresa y hasta regocijo - un amigo. Pedro nunca lo hubiera imaginado de tí. Nunca te vi el menor atisbo de homosexualidad..., bueno, supongo que en este caso de bisexualidad. Y, dime, algo ocasional, más serio. Joder tío no entiendo cómo se puede encontrar a otro tío para follar si no vas a locales al uso. ¿Tú vas?
En ese momento, Pedro, pensó en explayarse ya que acababa de salir del armario con su colega pero inmediatamente recordó aquel consejo de el inefable Kowalsky, amigo inseparable de su padre: "Nunca des información que no se te hayan pedido. La información es poder"  el tal amigo de su padre trabajaba con él en un sistema secreto de comunicaciones militares junto a la US Army y siempre sospechó que era un espía asignado a su padre para vigilarle y que no diese noticia a nadie de la famosa Red Territorial de Mando.
Aquel consejo siempre le resonaba en la memoria cada vez que tenía entre manos una revelación.
- Fui un par de veces, siendo un chaval asustado a ver qué se cocía allí. Pero no. Desde que me casé nunca más.
- Y entonces, ¿donde?
- Leo, ¿Tu sabes dónde conseguir alcohol en cualquier momento que lo necesites? para tí, simple, ¿no? - fue un golpe bajo, él sabía que Leo era alcohólico, pero le estaba jodiendo ya que empezase a apreciar morbo en sus preguntas - pues yo no tengo más que poner atención por la calle para encontrar lo que busco. Una mirada, un fugaz giro de cabeza, una estúpida parada en un escaparate junto a un roce inocente del propio paquete, y luego arrojo para el abordaje. Te expones, como me ha pasado ya, a que te den un corte - apreció en su mirada que le había afectado la pregunta sobre el alcohol y quiso darle un poco de cuartelillo para rebajar el ambiente - verás, hace un par de semanas estábamos en nuestro bar de referencia un par de amigos con sus mujeres y la mía naturalmente. Y sentí que alguien acariciaba mi nuca con su interés. Con todo el disimulo del mundo fui cambiando de postura hasta afrontar al que, del brazo de su novia, como a dos metros no paraba de marcarme. Le crucé mis pupilas con las suyas y nos lo dijimos todo en una milésima. Un rápido giro de ojos hacia la localización de los servicios y un pestañeo casi sugerido por parte de él y en menos de un minuto estábamos los dos caminando hacia los servicios. Dos urinarios, uno ocupado, y el chico que ocupa el libre. Yo simulo lavado de manos, mientras acaba el que estaba de más. Enseguida ocupo el urinario, una rápida mirada un señalamiento de la cabina y en treinta segundos ya tenía el semen del chico en la boca. Salimos como si nada, el chico muy satisfecho besó a su novia y pidieron otra ronda. Yo besé a la mía y continuamos departiendo. 
- Así de sencillo - contestó sorprendido Leo.
- Parece sencillo. Hay que estar muy seguro, por las dos partes, del lenguaje corporal, el hábito, los parpadeos y los pases de lengua por los labios. No todo el mundo se atreve. Hace falta cierta dosis de espíritu aventurero. Siempre hay un porcentaje de errores, hay que asumirlo y tener preparado un plan B por los patinazos.
- Pero, ¿puedes hacer correrse a un tío en treinta segundos? Y con el semen en la boca ¿que haces?
- Lo único que se puede hacer si has consentido que entre en tu boca. Tragartelo. Normalmente se le enseña al propietario su semen dentro de tu boca y sin dejar de mirarle a los ojos te lo tragas, luego abres la boca y se la vuelves a enseñar. Algunos están tan excitados cuando ven que te humillas y te tragas lo suyo que te escupen en la boca. Si no quieres que eso pase, cuando tragas no vuelves a enseñar boca, te levantas y te vas.
- Pero, ¿Porqué no lo escupes?
- En está actividad, como en cualquier otra actividad humana hay determinada ética. Si no te lo vas a tragar no dejes que entre en la boca. Admitirlo y luego escupirlo es como una bofetada sin manos, es decir, que asco de tí, no me ha gustado nada tú compañía. Cuando admites el polvo del otro en tu boca, te lo quedas tragandolo.
- O sea, verás - en las palabras de Leo había vacilación y cierta vergüenza - no quiero darte una impresión equivocada. Si tu me la mamases ahora, ¿dejarías que me corriera en tu boca. Te lo tragarías?
- Si esa situación se diera, Leo, intentaría hacer todo lo posible porque no fuera un polvo robado, como el del chaval del bar. Querría que fuese algo más relajado, que durase más tiempo y en esa tesitura no me tragaría tu lefa por la boca, porque preferiría que me echases el polvo en el culo. Lo que en nuestro argot se llama preñar, dejar el semen dentro de lo que entre los tíos podría asimilarse a un coño. Pero, claro, eso, ya se que no se daría nunca contigo que eres, hasta donde se, un heterosexual puro.
- Imagínate, que con esta conversación me ha entrado curiosidad por como será una relación sexual con otro tipo. ¿Que tendría que hacer?
- Empezar a pensar que eres lo que en nuestro mundillo se llama hetero curioso. El hetero curioso se limita a prestar su cuerpo para hacer con él lo que podría hacer con una mujer, pero con un hombre. Un hetero curioso no besa, hasta que le da curiosidad de cómo será la lengua de un tío. Un hetero curioso no cruza mirada de deseo, hasta que no le es suficiente con meterla por el culo sino que tiene que dejar bien claro quién manda en esa relación y eso se ordena con la mirada. Un hetero curioso no toca ni chupa polla hasta que llega un momento que se impone un sesenta y nueve y piensa que al fin y al cabo una polla no es más que un clítoris enorme.
Un hetero curioso es solo la denominación que damos al gay que no soporta la idea de serlo, pero tampoco soporta no relacionarse nunca con otro tío.
- ¿Tu crees que yo podría ser un hetero curioso?
- Se valiente, Leo, joder, me he abierto contigo. Dime qué quieres que te la chupe y yo te diré que quiero que me la claves en el culo. Incluso podemos hacer las dos cosas si nos damos tiempo.
- Está bien. Dile a tu mujer que pase.
Pedro se levantó, fue a la puerta, la abrió e invitó a su mujer a pasar a la consulta.
- Bueno, doctor, ¿Puedo tener esperanza de que mi marido reconduzca su camino?
- Muy buenas perspectivas. De verdad. Tendremos que tener terapia al menos una vez a la semana, aunque le he dicho a Pedro, que estaríamos más cómodos en la consulta de mi casa, lejos de los horarios que impone la sanidad pública - y dirigiéndose a Pedro terminó al tiempo que se levantaba del asiento dando por terminada la consulta - pasado mañana a las cinco de la tarde en mi consulta ¿te viene bien? No hará falta que venga usted, señora, necesitaremos al menos un par de horas para hacer la regresión.
Cuando Leo salía de detrás de su mesa echó el brazo sobre el hombro de Pedro acercándose a su espalda haciéndole sentir su dureza al tiempo que se dirigía a su mujer.
- Pedro es un buen compañero y creo que después de estas sesiones seremos algo más.
Pedro sonrió malévolo casi imperceptible apretando su cuerpo contra la dureza de Leo.
- Hasta pasado mañana, Pedro - cerró la puerta y se apoyó contra ella mientras se acariciaba su bulto.

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