sábado, 21 de mayo de 2022

DURA REALIDAD (VI)

 

- ¿A qué hora llegaste anoche, Óscar?
- Tarde mamá, se me hizo tarde - se sentó como con cuidado, despacio y al hacerlo puso un gesto de incomodidad.
- ¿Te has caído o algo? Por cierto, ayer, tarde ya te llamaron Cristina y Javier en ese orden, que si estabas o sabíamos donde estabas. Al parecer habías quedado con Javier y no apareciste.
En ese momento Óscar se tocó la bragueta y notó la dureza de la jaula de acero que confinaba su pene. El saber que estaba prisionero de sexo hizo que su pene creciera y se estrellara contra los barrotes de la funda provocándole un dolor en el capullo que le llevaría al orgasmo cómo sucedió la pasada noche cuando Conrado delante de sus seis amigos le aprisionó el pene para luego excitarlo y ver como el capullo intentaba desbordar la cúpula de alambres duros que coronaba el dispositivo. Conrado siguió estimulando los segmentos de capullo que intentaban escapar de su prisión hasta que le hizo correrse ayudado por un tal José María que hábilmente le pellizcaba los pezones con suavidad. Volvía a tener ante la explicación de su madre las mismas sensaciones y se le hacía presente el tapón anal que sentado en esa silla le comprimía la próstata y le hacia gozar sintiendo el capullo aprisionado.
- Me dijo Cristina que la llamases. Que ya había hablado con Carolina y que quería verte. Llámala hijo. Es muy buena chica y te conviene.
Óscar salió de su ensoñación de placer y esclavitud y empezó a diseñar el relato de lo que diría a la chica para no quedar demasiado pringado. Debería ser algo que justificase de alguna manera su comportamiento y la aceptación de esas condiciones de sometimiento tan extremas. Finalmente llegó a la conclusión de que la mejor forma era abrirse en canal y contar a Cristina todo lo sucedido. Cómo le asustó la declaración de Javier, cómo se arrepintió inmediatamente de su espantada y como un tío de aspecto no muy conveniente le llegó hasta el hueco más lóbrego y oscuro de su alma y le encadenó quitándole cualquier atisbo de libertad de elección. Seguía sin explicarse que le había sucedido, pero tampoco quería que se lo explicasen no fuese a ser que se rompiese el encantamiento en el que estaba inmerso y cayese en el erial de su realidad en la que todo era gris y brutalmente real.
Cerró los ojos visualizando a Cristina con los ojos cerrados y cara de gozo infinito con su pene enorme rellenando toda su vagina y sabiendo que ya no podría volver a ser. El coño de Cristina llena de otras vergas mientras el suyo mendigaba alguna polla que quisiera despertar todo el placer que llevaba dormido en su ano desde siempre. Volvió a empalmarse viéndose follado por Conrado y Cristina masturbándose lentamente disfrutando de la vista.
- Cristina, soy Óscar, tengo que hablar contigo.
- Y yo contigo, Óscar. He hablado con Caro y quiero que sepas que tu no tienes nada que ver. Lo que sienta Javier y hacia quién lo siente no es responsabilidad tuya. ¿Quedamos esta tarde?
- Prefiero que sea ahora, Cris. Lo que tengo que decirte no tiene demora. Voy para tu casa.
- Iba a salir ahora para un seminario.
- Pues no salgas, esto es más importante, tan importante como nuestra vida.
A medida que Óscar avanzaba hacia casa de Cristina se le hacia más presente la cadena de acontecimientos que desembocaron en el mal trago por el que iba a tener que pasar. De no haber ido en busca de dinero con el que poder acompañar a las chicas a Niza nunca habría consentido que Javier le hiciese una mamada y él no habría abierto la caja de los truenos que le despertó de forma tan traumática al universo de placer más extremo y adictivo, que se le quisiera etiquetar de homosexual formaba parte del reduccionismo con el que la masa acostumbraba a dar explicaciones sencillas a problemas muy profundos. ¿Porqué ver a dos chicas de su edad más o menos sodomizadas por las mismas pollas que él tuvo y quiso chupar no le despertó más interés sexual que el que le produjo verle el culo desnudo al mayordomo bajo los rabos del chaqué?  No había vuelta atrás. Estaba como estaba porque quería estarlo, gozaba sintiendo el plug, las erecciones imposibles y gozaba pensando que llegaría el día que ya no tendría polla que meter en ningún lado y solo soñaría con que se las metiese a él bajó todos los focos posibles. Lo había intentado todo a su alcance, había puesto toda la voluntad en negar la evidencia pero al final se había tenido que rendir a un mundo que le ofrecía una panoplia de placeres exquisitos, y aún solamente atisbados que serían imposible de alcanzar con una relación de pareja convencional. Si la noche anterior hubiera querido rendirse a lo que su corazón le indicaba respecto a Javier, en la actualidad no llevaría puesto ningún adminículo de lujuria desenfrenada. 
Pensando en la noche anterior, la felación a Matías, el rasurado ceremonial y ritual antes de colocarle la castidad y el tapón anal que portaba también no pudo por menos que estremecerse de placer y sentir una violenta erección, la enésima,  férreamente contenida por la jaula. El dolor por el impedimento de la verga y el roce del tapón por la marcha contra la próstata hizo que según se acercaba a casa de Cristina, se afirmase en su decisión. Peor, imaginó, sería decírselo a Javier que no se explicaría como le había rechazado a él para elegir la opción más extrema y con un perfecto desconocido.
Cristina estaba esperándole en la puerta para ir a dar una vuelta mientras hablaban. Óscar insistió en quedarse en su habitación porque la explicación completa exigía cierta confidencialidad. Cristina no estaba muy conforme pero cedió.
- Bueno Óscar, ya me ha dicho Caro que Javier es gay. Que te hizo una mamada esperando para hacer una peli porno. ¿Cómo coño te dejaste? supongo que porque es tu amigo, pero, tío, ¿hasta ahí? Y otra cosa, en confianza, ¿la mama mejor que yo? 
- De verdad Cristina, esto no es para tomártelo a broma. Es serio. No estoy en disposición de volver a tener relaciones contigo. De hecho mi virilidad ya no lo es. Solamente es el órgano que tengo para orinar. Dentro de un año me han asegurado que solo me quedará un pequeño botón parecido a un clítoris pegado al cuerpo. El cuerpo del pene ya se habrá atrofiado. Y lo habrá hecho de no utilizarlo. En este momento y para siempre vivo en castidad.
- ¿Estas loco, Óscar? La mamada de un tío te ha vuelto loco. Y me imagino que ahora me dirás qué vas a ingresar a un convento de clausura.
Y diciendo esto acercó su mano a la entrepierna de Óscar. Empezó a tocar intentando coger entre los dedos el pene de su novio.
- ¿Que es esto, que llevas Óscar, que has tomado? Bajate el pantalón ahora mismo, enséñame la polla, cabrón, ¿Que has hecho?
Óscar con parsimonia, casi con orgullo empezó a desnudarse. Encontraba un placer inédito en quedarse desnudo y presumir de su imposibilidad. Se quitó primero la camiseta y lo primero que Cristina vio le hizo llevarse las manos a la boca. En cada pezón Óscar llevaba el instrumento que Conrado le colocó la noche pasada como signo de sumisión. Un cilindro con cuatro tornillos prisioneros que colocado en torno al pezón se apretaba más o menos con una herramienta dependiendo del dolor que el amo quisiera que sintiese su esclavo. Óscar los llevaba moderadamente apretados haciendo que los tuviera muy congestionados. Cristina llevó la mano a uno de los pezones y al roce su novio gimió, no supo Cristina si de dolor o de placer, pero Óscar no hizo intención de retirarse. Cerró los ojos y empezó a jadear rememorando la noche en que se los colocaron y las manos de seis personas, las de Conrado y cinco más le acariciaban, golpeaban o pellizcaban con intención de hacerle sentir que solo era un objeto para el disfrute de sus amos, Conrado sobre todo.
- Quítate eso. ¿Estás tonto? Te tiene que doler.
- No puedo, Cristina. Tengo amo. No es algo que se pueda racionalizar. Sencillamente es así. Soy su esclavo y eso me hace sentir feliz. He experimentado la felicidad por primera vez en mi vida, y esto que llevo - se desabrochó el pantalón y se bajó los calzoncillos - es mi premio, es el talismán que me recuerda donde está la felicidad. Mira este dispositivo de castidad, solo pensar que no puedo disfrutar sexualmente hace que lo intente sin querer. Mira como crece la polla dentro de la jaula, y me duele sentir el capullo así aprisionado pero me hace sentir feliz. Y mira por detrás. Tengo el culo ocupado por un plug de trescientos gramos, me presiona la próstata constantemente y la polla me destila semen constantemente produciéndose un placer dulce e inextinguible que me hace sonreír de felicidad. Se que en cualquier momento me llamará mi amo para usarme o darme a usar por otros y eso me hará sentir que soy algo, entregado a algo. En unas semanas me perforan los pezones y la lengua para poder dar placer a quien me manden. Tiemblo pensando cuando a mí amo se le ocurrirá azotarme para disfrutar con mi dolor o cuando me derramaran cera líquida sobre el escroto y los pezones. También he firmado que no rechistaré cuando me azoten las plantas de los pies o cuando a alguno del grupo se le ocurra que merezco ser un retrete sumiso. No sé cuándo pasará algo de eso pero me hace vivir cada segundo como el último feliz que de paso al dolor. Se que llegará el día que entre un puño en mi culo y hasta un pie. Bien lo temo, pero al tiempo deseo que suceda ya y saber cuál es el límite de la entrega al amo. No sé qué pasará si algún día aparece en el salón solemne un perro o un asno, no sé qué pasará, pero si sé que Conrado disfrutará con mi dolor o mi placer.
- ¿Quién es Conrado, Óscar? - Cristina estaba impactada por el discurso de su novio.
- Mi amo. El que de una forma magistral me sacó de mi absurda desesperación por negarme a hacer lo que mi cuerpo entero deseaba hacer. Me mostró un camino sin alternativas. Éste. Y en este camino, en el que llevo horas soy plenamente feliz y desearía que Conrado me exigiese permanecer confinado en la finca a la disposición de quien quisiera. Y ahora con la libertad que me da ser esclavo de mi amo y sabiendo que cuando se lo diga me va a castigar te tengo que decir que querría utilizar mi boca para darte placer. Además la polla sufrirá una erección explosiva imposible, me torturará y aprenderé a espigar el placer entre tanto dolor. 
- Óscar. Ni Caro ni yo hemos sido sinceras con vosotros. Esta confesión cruda y real me ha hecho ver lo cínicas que hemos sido las dos.
- ¿A qué te refieres? No te sigo.
- En el viaje que finalmente hicimos solas a Niza, nos lo pasamos muy bien. Si. Pero no exactamente como vosotros disteis por hecho.
- Os enrollasteis con alguien. Nos lo imaginamos. Pero, que fue ¿magreo, mamadas o polvos en toda regla?
- Te lo voy a contar desde el principio.
Nos sentimos las dos muy frustradas de que no vinierais. No entendíamos que vuestros padres no os hubiesen dejado el dinero, aunque llegó a nuestros oídos que os distanciasteis y ahora ya sabemos porqué. La mamada que te hizo Javier te removió todo tu fondo y seguramente te horrorizaste de tus sentimientos.
- Fue demasiado, Cristina. Quizá si hubiese sido menos dramático y hubiese aceptado lo que surgía de mí que era que la mamada de Javier fue algo más, en mi corazón no se hubieran desarrollado los acontecimientos de esta manera. Pero venga, sigue.
- Fuimos en tren hasta la frontera. Allí, pensamos que no sería difícil encontrar un transporte a Niza. Pero si, fue difícil, porque no había ni buses ni trenes, había que llegar casi a Lyon y luego allí enlazar otro tren. En la estación conocimos a una chica en nuestra misma situación, Beatriz. Nos tiramos toda la tarde en la entrada de la autopista haciendo dedo hasta que se hizo de noche y decidimos buscar una pensión o algo para pasar la noche. Al final lo único que encontramos fue una habitación en una casa con cama de matrimonio. A la mujer no le importó que durmieramos las tres. Imagínate, nos contamos nuestras vidas, hablamos de novios, de ropa, de sexo y ahí Beatriz preguntó si habíamos tenido algo entre nosotras o habíamos experimentado a ver.
- Les diríais que no. ¿O es que si?
- Y si las hubieramos tenido, ¿qué? Vosotros por la razón que sea, las tuvisteis y os hizo temblar la tierra. Pero no, no las túvimos. Hasta esa noche. Beatriz nos hizo ver que no hay diferencia entre una piel de chico y una de chica, "habéis cerrado los ojos y os habéis acariciado los pezones" nos dijo. Nos quedamos calladas sin saber que contestar. "Empezad por desnudaros del todo. Que sepáis las dos que estáis desnudas. Y entonces cerrad los ojos y acariciarlos los pezones la una a la otra como te habría gustado que te los acariciaran a ti" Con mucha prevención lo hicimos y te puedo hablar por mi, el placer fue inmenso. Y como estábamos en la cama y desnudas nos rozamos los muslos y se desató la tormenta. Tú sabes cómo me pongo yo cuando estoy caliente como una perra. Pues así. Pasamos de la caricia a los pellizcos, el magreo y finalmente nos dimos la boca y ya no supimos parar. Beatriz metió baza y se bajó al pilón de Carolina que empezó a correrse una y otra vez y en su frenesí ella me lo hizo a mi. Nos corrimos todas las veces que quisimos y no paramos de follar en toda la noche descubriendo el mundo nuevo. Algo dormiríamos porque a las diez de la mañana la mujer nos dijo que fuéramos aligerando que tenía clientes a las doce. La mujer nos dijo que su hijo iba para Niza y les preguntó si nos llevaría y el muy cabrón dijo que si sí le pagábamos la gasolina. Total que nos llevó. Cuando llegamos al camping del festival le dijimos a Beatriz si se quedaba con nosotras y como estaba sola dijo que si. Comentamos lo de la noche anterior y Carolina preguntó si ya éramos lesbianas. Beatriz dijo que si solo íbamos a tener sexo con chicas y no nos llamaban ya la atención los chicos, pues si. Pero que si los tíos seguían poniéndonos cachondas, como mucho, bisexuales como ella.
- Entonces, Cristina, ¿somos bisexuales?
- No lo sé Óscar. Es cierto que con Carolina y Beatriz me encontré muy bien, disfruté. Creo que no he tenido tiempo para poder fijarme en otra chica y desear besarla o tocarla o entrechocar nuestros cuerpos desnudos. No he tenido fantasías con mujeres, pero es cierto que si volviese a tener sexo con Carolina me encantaría. Tú, te negaste al parecer el digamos institucionalizar tu relación romántica y sexual con Javier y sin embargo sin buscarlo te has echado en brazos de otro tipo de relación lo más alejado de lo romántico pero sexualmente bizarra en la que consientes negarte el sexo habitual para sumergirte en sexo especial adoptando roles que te asignan tus parejas. No sé si eres bisexual o un degenerado - Cristina se dio cuenta de la perorata que le había colocado a Óscar y se echó a reír.
Su novio no dijo nada. Se le quedó mirando fijamente a los ojos y se movió en el asiento lo que estimuló su próstata con la pieza insertada en su recto y entornó sus ojos paladeando el placer obtenido.
- Levántate Óscar y tumbate en el suelo boca arriba. Pero quítate el pantalón y la ropa interior.
Óscar no rechistó, le obedeció y sintió un profundo placer en obedecer sin preguntar. Entonces Cristina se quitó las braguitas y se agachó con las rodillas a cada lado de la cabeza. Luego se dejó caer sobre el cuerpo de Óscar, buscando con su boca la jaula que encerraba su pene. Alargó las manos y comenzó a manipular el tapón anal lo que provocó que su pene pugnase por salir estrellándose contra los barrotes de la jaula y además hiciese que se sobreestimulase la próstata. Con su lengua acariciaba las partes de capullo sobre todo que intentaban escapar de su cárcel. A la vez la vulva de Cristina caía directamente sobre la boca de Óscar. Éste succionó, lamió, mordisqueó y masajeó con la lengua el clítoris de Cristina. La estimulación de la próstata, los lametones de la chica sobre los trozos de capullo que sobresalían y la sensación de tener el clítoris de Cristina en su boca consiguió el orgasmo que Óscar tenía severamente prohibido. El semen comenzó a efusionar de la jaula y la chica a recogerlo en su boca intentando que no se perdiese nada. Cuando ella creyó tener todo el semen en la boca se dio la vuelta y enfrentó la cara de Óscar mientras rozaba su sexo contra el pene prisionero de su novio. Enseñó lo que tenía en la boca y Óscar abrió la suya para recibir su semen directamente de su novia mientras ella se rozaba cada vez con más intensidad con la castidad de Óscar hasta que con una exhalación y un grito tuvo su tremendo orgasmo que selló con un beso en la boca llena de semen de Óscar.
- No me extraña que Javier se enamorara de tí. Siempre pensé que tú leche me haría vomitar, pero lo que ha hecho ha sido ponerme a cien - Cristina estaba eufórica cuando pudo recuperarse del éxtasis.

Volvían de la cabaña y Javier no tenía claro si iba a querer ser esclavo e hijo.
- Papá
- Dime hijo, que te pasa
- Cuando me coloquen la castidad y tenga el culo para que me lo folles, los demás de ese grupo que dices, ¿también me lo hará?
- Antes de eso, tienes que saber algo más.
- Que, papá. 
- Te van a perforar los pezones y la lengua. Te ordeñaremos cada dos meses y toda eyaculación será castigada con quince días de jaula y comida de perro, porque perros son los que violentaran tu culo. Lo siguiente será el aislamiento sensorial, con traje de látex, manoplas y antifaz con permanente arnés de bola y se te dejará de ordeñar. Te reventará la próstata e irás destilando semen a base de incómodos calambres. Y si, te follaremos todos y beberás nuestro semen.
- A tu amigo Carlos...
- Carlos no es mi amigo - Herman interrumpió brusco a su hijo - es mi sumiso. Que ibas a decir de mi sumiso.
- Que parecía que le tratases como a un hijo.
- Tu me viste follarle. ¿Como tenía tu padre el rabo? como una columna de mármol caliente ¿no?
- A tu hijo, o sea a mi, ¿me vas a follar igual?
- Tú como hijo no me la pones dura. Como sumiso te follaré una y otra vez. Y cuanto más entregado te vea, más dura se me pondrá.
- Cuando estabas clavando a Carlos, vi esas diez pulgadas de carne - y diciéndolo le echó mano a la bragueta del padre - y no entendí porqué no me follaba a mi que gracias a Carolina estoy bastante abierto.
- Todo a su tiempo, Javier. Y has conseguido ponerme duro. No te voy a follar hasta que no tengas tú castidad y el culo taponado, pero una felación ahora mismo si te voy a consentir. Pero tu no vas a enseñar ni un centímetro de piel. Voy a parar ahí delante que hay un apartadero y ahí será. De una vez y hasta el final. Nada de escupir.
- Papá, Germán te la ha mamado o le has follado?
- Tu hermano no tiene capacidad para entender lo que hacemos. Es mejor dejarle como una bestezuela con sus redes sociales y sus drogas que le hagan sentir que vuela.
- Sabes que siempre deseé saber cómo era su polla tiesa para saber cómo sería la mía cuando fuese mayor.
- ¿Se la viste, bueno o tocaste?
- Nunca. Le escuchaba de noche hacer ruidos que más adelante supe que se estaba masturbando pero me daba miedo que quisiera hacerme algo y me quedaba muy quieto, como para que se le olvidase que estaba allí.
- ¿Nunca te masturbarte con tu hermano cómo imagen?
- No. No me interesó nunca. Fue con Óscar la primera vez y hoy puedo decir sin miedo a ser etiquetado que cuando Carolina me metía la vela en el culo porque no terminaba de correrme pensaba que la vela era la polla de Óscar y me corría inmediatamente. Hasta que no estuve desnudo al lado de Óscar con aquel fulano mirando y sabiendo que para nada nos iba a juzgar fue cuando me admití a mi mismo que cada vez que estaba con Carolina y me metía la vela, aparecía Óscar y todo era plenitud.
- Pues verás en cuanto te rasuremos, te coloquemos la castidad y el plug anal y te acostumbres a humillar la mirada, no hablar y obedecer vas a querer que no acabe nunca y cada vez que te sodomicemos no comprenderás cómo has podido vivir sin eso tus años de vida. Te costará más acostumbrarte a la perforación de la lengua, porque la de los pezones será inmediatamente una fuente constante de placer.
- Lo estoy deseando papá. Mamá no sabe nada de esto, por supuesto.
- Tu madre con la novia que tiene, que ella cree que mantiene muy discretamente, tiene suficiente.
- ¿Mamá es lesbiana?
- No hijo, como tú, como yo y como cualquiera es una persona que busca la felicidad sin frustraciones, y el matrimonio y los hijos son una fábrica de felicidad..., frustrante, porque siempre tiene una cara desagradable que es difícil de aceptar. Vosotros los sumisos conseguís con entrenamiento aprender a transformar esa cara desagradable de la felicidad en más felicidad aún, por eso el sumiso aceptado nunca tendrá mala cara. Me encanta que pueda transformarte en alguien así, lamento no poder hacer lo mismo con Germán.
Pasada una curva había una especie de expansión de la carretera en lo que fue en su momento la antigua curva más cerrada. Herman puso la intermitencia, se apartó de la carretera y se detuvo. Paró el motor y se quedó esperando. Javier no sabía qué hacer pero estaba deseando tocar a su padre que solo permanecía serio a su lado. Pasado un rato y sin quitar la vista del frente empezó a hablar.
- Un sumiso esclavo de un amo severo como yo, tiene que saber cómo complacer a su dueño. He dicho antes que deseaba una felación y por eso he parado. Y tú no te has movido. No sé cómo voy a tener que decir las cosas. Sal del coche.
Javier no sabía a qué atenerse. Ese tono de voz nunca se lo había conocido. Salió del coche y cerró la puerta. 
- Vete desnudando, y deja la ropa dentro del coche.
Herman, mientras se desnudaba Javier abrió el maletero y extrajo algo. Javier estaba ya desnudo y no se atrevía a mirar. Su padre abrió las dos  ventanillas del lado del acompañante, hizo meter una mano por cada ventanilla y una vez dentro las sujetó con unos grilletes. Javier ya no podía huir, estaba a merced de su padre o de su amo, no lo sabía. Herman se desabrochó el cinturón de cuero y se lo sacó de las trabillas del pantalón, lo dobló y Javier supo en ese momento lo que le esperaba.
- Va a ser tu primera disciplina. Aprenderás a estar atento a los deseos de tu señor. Me apetecía que mi nuevo esclavo me hiciese una felación y él, tú, no lo has hecho. Cuando acabe con el castigo te aseguro que sentirte el culo hervir de dolor te animará a provocarme el mejor orgasmo. A cada azote tienes que darme las gracias o empezaré de nuevo. Van a ser diez azotes de dolor.
Cuando recibió el primer azote, el dolor, la sorpresa y el desconcierto hizo que olvidase dar las gracias.
- Volveré a empezar, perra. Tienes que estar agradecido a tu amo por hacer que progreses en tu camino a llegar a ser solo algo que me haga gozar.
Volvió a recibir el primer azote y contestó con un lastimero gracias. Después del quinto azote dado con furia el gracias era dicho entre lágrimas. Cuando Herman le quitó los grilletes y volvió a ponerselos con las manos a la espalda y se sacó un orgulloso pene largo y grueso, Javier se tiró sobre él a extraerle hasta la última gota de semen.
- Vas a tener arcadas, la tengo muy grande, y eso a mí me da igual, puedes tenerlas, y vomitar incluso, pero no quiero ver mi polla fuera de tu boca hasta que yo lo diga. No hay ni que decir que no me fío de ti y por eso te he vuelto a esposar. El único contacto que quiero en boca-polla, nada de manos a la defensiva.
Fueron los diez minutos más angustiosos en la vida de Javier. Su padre pugnaba por llegar lo más profundo posible y él iba de ahogo en ahogo, tosiendo, llorando pero sin consentir que la polla de su amo saliese de la boca. Finalmente, Herman, hiperextendió la cabeza pronunció entre dientes un "YA" y a Javier se le empezó a llenar la boca de la leche viril.
- ¡Tragalo todo perra! Si no, sabes lo que te espera.
Con el último espasmo y la última gota de semen, Herman se retiró y se guardó su pene. Le retiró las esposas a Javier y se sintió magnánimo.
- Ahora puedes pajearte, que yo te vea.
- Me he corrido mientras te tragaba, amo.
- ¡Perfecto! - su padre estaba sorprendido - a ver levantaté que te vea.
La polla de Javier aún goteaba semen.
- Bien, bien. Tienes gran futuro. Vamos, vístete que tenemos que llegar a casa. Por cierto, que bien tragas polla. A mis amigos les vas a encantar.

Cuando llegaron a la casa, antes de cualquier otra cosa, la madre de Javier muy excitada le comunicó que Carolina quería hablar urgentemente con él.
- Me ha dicho Caro que por favor la llames, que es muy importante, que no hagas nada sin hablar con ella.
- ¿Y eso? No sé que supone ella que podría hacer yo que me pudiera perjudicar.
La cara de su madre era de absoluta felicidad diciéndoselo. La miró Javier sonriendo porque la imaginó lamiéndole el clítoris a otra mujer y no comprendía como pudo reaccionar de una forma tan virulenta cuándo él quiso salir del armario.
- Bueno, niño, llámala ya ¿no? Ah, y que tal en la cabaña con tu padre.
- Maravilloso mamá me ha abierto los ojos a la realidad. Papá es un tío increíble, de verdad.
- Ay hijo, que bien, no sabes lo que me alegro.
- Voy a mi cuarto a llamar a Carolina.

No hay comentarios:

Publicar un comentario