miércoles, 18 de mayo de 2022

DURA REALIDAD (V)

 

Cuando vieron las luces parpadeantes en azul se quedaron los dos quietos.
- Venga, documentación y las manitas donde se puedan ver - el agente era de edad indefinida, algo de barriga y aspecto de no ser la primera vez que se enfrentaba a algo así - Óscar, vaya, menor de edad y al lado de un sitio de esos, y tú Conrado. ¿Te estaba agrediendo este tipo, chico?
- No, no. Me estaba ayudando - Óscar estaba asustado y sabía que estaba en un lío. Era menor y comprendía que al final le llevarían a su casa y explicarían a sus padres donde le encontraron.
- Miré usted agente - Conrado adoptó otra postura muy profesional, al tiempo que le tendía una tarjeta - iba con la moto y he visto a este chico en este callejón. He supuesto que necesitaba ayuda y me he prestado a dársela. Como ve usted trabajo en fiscalía de Menores y soy sensible a estos casos. Nada más. Si quiere yo puedo llevarle a su casa y así no entorpezco su ronda, y aquí no ha pasado nada. De todas formas mañana a las ocho estaré en mi despacho por si quiere usted interesarse.
- Quédense aquí y no se muevan - el agente fue al coche a comprobar que Conrado era quien decía que era y regreso - bien don Conrado, nos haría un favor si llevase usted al chico a su casa. Y tú, Óscar, que no vuelva yo a verte por estos sitios. Hoy has tenido suerte que un fiscal de menores pasaba cerca, pero por aquí lo normal hubiera sido que te encontrases con un degenerado y quién sabe que podría sucederte.
- Buenas noches agente. Buena ronda.
- Gracias don Conrado.
El coche de la policía salió despacio con sus luces de servicio apagadas y Conrado y Óscar le siguieron con la vista hasta que desapareció. Entonces Conrado volvió a pellizcar con brutalidad los pezones de Óscar que gimió de dolor, pero no pudo reprimir la erección.
- Eres un cabrón, Conrado o como coño te llames, me haces daño.
- Y te mueres de deseo además, mariconcito - y al tiempo le cogía la verga dura a través del pantalón - o este palo que significa, entonces. Ahora te voy a presentar a mis amigos y a colocarte la castidad, luego te llevaré a tu casa y estarás a nuestra disposición las veinticuatro horas del día los trescientos sesenta y cinco días del año. Eres nuestro, mariconcito. Vete olvidando de novio, novia o lo que puedas tener, solo tienes un dueño y somos nosotros. Ya irás conociendo al resto de perras de la cuadra. Piénsalo y te correrás de gusto.

- Papá, ¿esto qué es? da la impresión de que tú y Carlos...
- Si, Javier, Carlitos es mi sissy. Venga perra - se dirigió a Carlos y acompañó su orden de una bofetada - desnudate ya y enséñale a mi hijo la ropa interior que tanto me gusta.
Javier estaba helado. Esa actitud mandona no era de su padre. Nunca le había visto tratar a nadie así, y el tal Carlitos parecía haber aceptado con gusto el bofetón. El chico empezó a desnudarse y para Javier fue sorprendente ver que llevaba puesto un sujetador rosa de encaje y al quitarse el pantalón una braguita también de encaje rosa, pero no parecía que tras la ropa interior hubiese un paquete de hombre. Si se apreciaba un bulto pequeño pero para nada parecido a un pene.
- Venga, perra, quítate la braguita y enséñale a mi hijo la ruina de picha que tienes. Para perder los huevos ya queda poco ¿eh, sissy?
- No veo el momento de que me arranquen esas bolas asquerosas - y al decirlo se deshizo de las braguitas.
- Ya prácticamente tienes solo un clítoris que te vale para mear. Cuando no puedas ni empalmar por mucho que te usen el coño entonces adorarás el elastrator y en una ceremonia especial las perderás definitivamente, como siempre has querido. Mirale el culo Javier, lo que lleva te tiene que gustar.
Cuando Javier pasó los dedos por la raja del culo de Carlos y se detuvo a nivel del ano poniendo cara de sorpresa.
- Si hijo, si, un tapón anal. Te vendría bien. Sácaselo e intenta ponértelo, es un poco grande para ti pero te gustará. Te dilatará y podré metertela yo - y tal como lo decía le guiñó un ojo al tiempo que levantaba sus pulgares.
- ¿Me follarías de verdad, papá?
- ¿Que si te follaría tu papi? no se lo digas dos veces, tu papi se folla a todo lo que se menea.
- Anda Javier, sácale el tapón a Carlos.
Carlos se agachó para exponer el ano y Javier pudo ver una piedra facetada en azul ultramar que remataba el plug que llevaba puesto. Metió los dedos entre la carne y el metal e hizo tracción.
- Despacito cariño, que no está en la pared y este es de dos y media. Tú verás como se dilata mi coño hasta que salga.
Javier empezó a aplicar fuerza y el ano de Carlos comenzó a abrirse hasta que el cono que era el plug pasó su diámetro más ancho y en ese momento lo expulsó. El ano quedó abierto un momento hasta que Carlos hizo fuerza y lo cerró.
- ¿Quieres que te lo ponga? - mientras lo decía miraba a Herman como pidiendo permiso.
- Lo está deseando, Carlos, le meten cosas desde hace tiempo - se acercó a un aparador y sacó un bote grande - toma el lub y trabajaselo tú.
- Venga cariño - Carlos era dueño de la situación pero en todo momento pedía permiso tácito a su amo - en pelotas y boca arriba las patas por alto. Y relajado. Herman, que bien dotadito está tu niño.
En cuanto Javier se puso en posición delante de la chimenea empezó a empalmarse sin poderlo remediar. Su padre se arrodilló a su lado y le acarició con suavidad. El pene empezó a destilar precum y su padre lo utilizó para acariciar suavemente el capullo de su hijo. Carlos empezó a lubricar con el contenido del bote y a medida que le iba metiendo los dedos Javier empezó a jadear. Con el jadeo su padre ralentizó las caricias para que no se corriese.
- Ahora, respira hondo, concentrate en tú ojete y relajalo.
Carlos empezó a empujar el plug haciendo giros a derecha e izquierda y a medida que el músculo orbicular se iba dilatando la cara de Javier iba reflejando miedo y deseo a la vez. Con sus manos intentaba que Carlos se detuviese, pero en ese momento su padre se inclinó sobre la  entrepierna de su hijo y abarcó su verga en la boca acariciándole el capullo suavemente con la lengua. Eso fue suficiente para distraerle un momento, el necesario para que Carlos de un último empujón consiguiese que el plug entrase del todo y presionandole la próstata hacerle eyacular en la boca de su padre. Fue glorioso, Javier no creía que se pudiera gozar más. El culo perfectamente ocupado y su padre haciéndole una felación dulcísima. Pero aún no habia visto lo mejor. Su padre, reteniendo el semen de su hijo en la boca se inclinó sobre su cara y no hizo falta que le dijese que abriese la boca, el sabía que tenía que hacerlo. La abrió  y Herman dejó caer toda su corrida en la boca de su hijo. Javier tragó su propio semen como tragó el de Óscar. Se acordó de él por ello y pensó que si estuviese allí no podría negar su naturaleza.
- Después de este aperitivo, nos vendrá bien una birritas, ¿eh, chaval? - el padre de Javier estaba de muy buen humor.
Cuando el chico se levantó con su plug puesto se sintió cómodo con él y se volvió a Carlitos y entonces vio lo que llevaba puesto.
- A ver, a ver, Carlos. ¿Que es eso? - Javier se intrigó por una chapa metálica ligeramente convexa que ocultaba el pene de Carlos. No se había percatado con tanta sensación nueva que túvo que manejar - joder, ¿dónde has metido la polla, Carlos?
- Está ahí hijo. Lleva un año con castidad y ya lo que le queda es un capullo pequeñito pegadito al cuerpo. Hay clítoris más grandes. Los huevos que le cuelgan sirven para sujetar el aparato que atrofia el pene, que como buena sissy, no le vale de nada - sacó su llavero y de él una llavecita dirigiéndose a Carlos. Abrió un candadito que llevaba sobre la chapa y la retiró - mira Javier ven. Ésta es la ruina de pene de Carlos. Él está muy orgulloso de que sea así. Presume de coño. Miraselo bien, Javier, lo cierto es que me gusta, bueno, nos gusta a todo el grupo follarselo. Tocaselo, y besaselo, mete lengua si te apetece y luego te lo follaras. ¿Contento, Carlos?
- Me encantaría una doble de papi y el nene. 
- ¿Doble? - preguntó extrañado Javier
- Que me la claváis los dos a la vez. Yo lo disfruto mucho.
- Papá, Carlos y yo  estamos en pelotas y tú...
- Ahora cuando me desnude no te sorprendas, tengo algunos adornos propios de nuestro grupo, grupo al que pertenece Carlos cómo nuestra guarra sissy. 
Cuando Herman se quedó desnudo Javier se quedó sin palabras. Tenía en la punta un grueso anillo. Cuando Javier se acercó a su padre con el pene congestionado, pero colgante por el peso del anillo y lo levantó vio otro anillo que perforaba el frenillo y luego una serie de ocho anillos más, uno tras otro como formando una escalera por todo el vientre del pene.
- Papá y así le metes el rabo a Carlos, si pareces una ferretería - y entonces se fue a Carlos a mirarle el ano - agachate Carlos que te vea ese coño.
Javier se puso de rodillas detrás de Carlos y le separó las cachas del culo dejando a la vista una raja de bordes engrosados de unos tres centímetros de largo. Paso los dedos con delicadeza por los bordes y luego con suavidad los insinuó dentro de su cuerpo. Carlos emitió un gemido de placer y se contoneó y entonces Javier hizo lo que su padre le había insinuado. Con lentitud hundió la cara en el ano de Carlos, sacó la lengua y la introdujo todo lo que pudo dentro de su cuerpo.
- ¿Te gusta el beso negro, verdad niño? - el tono de Herman era diferente, era otra persona la que hablaba y a Javier eso le excitaba sobremanera, era la voz de un chulo controlando a su puta, de un amo dando cuerda a su esclavo - Pues no hay nada que más me guste que me limpien bien el ano. ¿Te gustaría hacermelo, hijo?
- Si luego me follas con toda esa chatarra, si, papá - y al escucharse a sí mismo decirlo se estremeció de deseo y lujuria. Y ahora era algo más que su hijo, era para lo que él quisiera su esclavo.
Javier al sentir esa emoción tan intensa de sometimiento y pertenencia miró fijamente a los ojos a su padre rindiéndose como si fuera otro Carlos. Le deseaba. Se fue hasta él, se arrodilló delante y se agachó hasta poder lamerle los pies. Y lo que parecía que era una reunión de tres amigos que están de juerga se convirtió en algo más serio. El silencio se hizo como el que atrona antes de una catástrofe. Carlos miró muy serio a Herman y éste hizo una imperceptible seña a Carlos que se dirigió a una alacena al lado de la chimenea y extrajo un pequeño zurriago de varias cintas gruesas de cuero. Se lo tendió a Herman y entonces de un empujón con el pié hizo rodar a su hijo por el suelo. Luego se agachó le agarró por los pelos y le llevó hasta el sofá donde le dejó caer sobre el brazo.
- Ya veo que te gusta ser otro Carlos, guarra. Pues vas a saber lo que necesitas. Primero soportar mis caprichos y el que tengo ahora es el de verte el culo morado del castigo.
Empezó a azotarle el culo sin ninguna piedad. Javier desde el primer azote gritaba de dolor, pero no sé retiraba. Carlos fue a sentarse al sofá, a su lado para animarle y consolarle del castigo.
- Papá, te quiero - Javier decía entre sollozos - te quiero, y me merezco el castigo.
- Yo ya no soy tu padre, puta, soy tu amo y como a un amo te ditigirás a mí.
- Si, amo. Te quiero, pegame, soy tuyo, me honra tu castigo. 
Cuando tenía el culo sangrando en algunos puntos, Herman dejó de sacudirle tomó un poco de lubricante del bote y se lo untó en el capullo y sin más preámbulo le extrajo el tapón que Carlos le había colocado y se la metió en el culo. La cantidad de metal que llevaba con el movimiento de pistón rozaba con violencia la próstata de Javier que acusó el placer.
- Me estoy corriendo, vaciate en mi.
- Me voy a vaciar en tu boca. Ya he visto lo que te gusta.
Javier con mucha habilidad se volteó y abrió todo lo que pudo la boca. Tres chorros de semen impactaron en su cara y algo entró en la boca. Cuando su padre terminó, el chico le terminó de lamer el capullo y al pasar la lengua por el frenillo se detuvo.
- ¿Que te pasa, perra? sabe a mierda, ya lo sé, te he follado sin prepararte y al fin y al cabo es tu mierda. Límpiame bien la polla y no te detengas.
Javier siguió pensando que vomitaria pero el sabor amargo mezclado con el del semen le excitó aún más y la limpieza la hizo exhaustiva.
- Carlitos, este te va a quitar el sitio. Quiere más. Venga, perra, date la vuelta otra vez voy a volver a metertela, para que disfrutes luego.
- Está bien - dijo relajadamente Herman - hacía tiempo, Javier, que no disfrutaba tanto. El próximo finde te voy a llevar al grupo y te vamos a colocar una castidad. De esa forma quedarás vinculado como esclavo sexual a nosotros. Nuestra vida continuará como siempre, pero además de mi hijo, ese aparatito como el que lleva Carlos te recordará que me perteneces y por extensión al grupo. Una vez al mes te ordeñaremos sin que tú participes. No volverás ni a masturbarte ni a follar sin nuestro consentimiento. Carlos, dile a Javier qué tal se vive de esclavo.
- Yo Javier - Carlos hablaba completamente en serio - nunca he sido más feliz. La polla dejó de preocuparme y el ano empezó a tomar protagonismo. Ahora es mi órgano sexual y lo tengo siempre a disposición de tu padre y su grupo. Ahora hace un año me colocaron la castidad y cada dos meses me cambiaban el dispositivo por uno más pequeño, hasta este último que prácticamente plano, con sus cinco centímetros de sonda para orinar. Me medía hace un año en reposo unos doce centímetros, ahora llega escasamente a uno. Como dice tu padre en realidad un clítoris, lo que yo necesito y merezco. Espero que no dentro de mucho me quiten ya estás bolas asquerosas y pueda ser quien me siento, un tío al servicio de los demás tíos.

- Vamos mariconcito, sube a la moto. Vas a conocer al grupo.
Óscar se estremeció de lujuria. No sabía que había sucedido dentro de él, pero la actitud de Conrado, soberana sobre su persona le hacía perder todo principio moral. Se sentía con la libertad del esclavo que se ajusta a sí mismo los grilletes. Era increíble pero deseaba ser sodomizado en presencia de espectadores. Que le azotasen y le viesen llorar pidiendo merced. Abominaba de cualquier dignidad que no viniese de su relación con Javier, deseaba a Javier, que le poseyera como Conrado iba a poseerlo en pocos minutos. Estaba tan duro que sentado detrás de Conrado era imposible que no le sintiese. Sentía vértigo por incapacidad de imaginar las procacidades a las que sería sometido. Y lo deseaba. Pensaba en Cristina y le daba absolutamente igual. Hace pocas horas era nada más que su guía y futuro y en ese momento no significaba nada.
En ese momento quiso sacramentar su entrega a aquel hombre y le rodeó la cintura con sus brazos reposando su cara sobre la espalda estrechándose, dándose a él y comunicandoselo con ese gesto
- Eres mío - dijo Conrado para si, sabiendo que Óscar no sé enteraría. Una obra maestra. Cuando le vio en el callejón llorando y gritando supo que aquel adolescente tenía que ser suyo. Pasaban por sus manos tantos niños desesperados, desgraciados, apaleados, violados que le hacían tragar saliva y en alguna ocasión salir del despacho a masturbarse. Ver a ese chico menesteroso y desamparado le despertó toda la lujuria que llevaba reprimiendo años. Óscar podría ser su hijo dentro de unos años y deseaba con ganas que alguien como él, le iniciase en el sexo más abierto y liberador. Al menos su hijo ya tenía en su memoria, aunque no fuera consciente de ello, el sabor del semen, el suyo, cuando con pocos meses pudo mamar de donde era impensable. Y no se arrepentía, sabía que llegado el momento aquella experiencia le serviría para abrir horizontes, ensanchar la mente y beberse la libertad.
Óscar no sabía que pensamientos bullían muy dentro del cuerpo que abrazaba mientras el viento le alborotaba el cabello con la marcha. No lo sabía pero estaba seguro de que él ya representaba algo para ese hombre, algo querido y que ya no se iba a desenganchar.
El viento se volvía cada vez más frío y las luces cada vez eran más escasas hasta que llegaron a una puerta completamente ciega que franqueaba una valla de unos cuatro metros de alto. Tras unos segundos delante de la puerta y sin más señal, se encendió un foco que iluminaba el umbral Y se abrió. Conrado recorrió un camino serpenteante hasta un caserón vetusto y algo tétrico débilmente iluminado. Dejaron la moto y Conrado le ordenó a Óscar que se esperase. Él entró por la puerta principal y Óscar se quedó allí sin saber que hacer hasta que pasados unos minutos, de detrás de la casa salió un hombre muy delgado de edad indefinida que le ordenó que le siguiese. Óscar se sintió bien allí y siguió al hombre sin miedo.
Una vez dentro de la casa el hombre se presentó.
- Soy Matías el mayordomo. Nunca rechistes ni preguntes, haz todo lo que se te ordene y no mires a los ojos a ninguno de los señores. Solo hablarás cuando se te pregunté. En el momento que quieras que este juego acabe solo puedes decirme "me voy" se te devolverá la ropa que traías y se te dejará por fuera de la puerta.
Matías era curioso. Vestido de chaqué impecable cuando se agachó una vez las colas del chaqué cayeron a lado y lado dejando el culo al aire. El pantalón era tipo zahonas y se abrochaba por delante.
- Desnúdate y deja la ropa en una de esas taquillas. Desnudo por completo. Descalzo. En la sala los señores te afeitaran y te colocarán la castidad. El plug te lo pongo yo ahora.
- ¿Que?
- Te lo vuelvo a repetir. No hables o serás castigado. El primer plug es de pulgada y lo llevarás todo el día, estés donde estés y cada día al acostarte te lo quitarás. Por la mañana cuando evacues el vientre te lo volverás a colocar. Recuerda que eres propiedad de don Conrado y el tapón garantiza que tu coño es suyo. Has dejado de tener ano, a partir de ahora mismo tienes coño. Cuídalo.
Óscar se desnudó delante de Matías sin ningún pudor, es más, se sentía bien quedándose desnudo, exhibiéndose.
- Una buena elección la de don Conrado, tienes un cuerpo precioso. Tienes un bonito pene, en un año solo quedará de él un capullo pequeñito pegado a tu piel. Agachate, te voy a lubricar y a insertarte el plug. Lleva una colita porque eres su perra.
Mientras le lubricaba el ano, Matías le acariciaba la verga y el escroto. Óscar se empalmó rápidamente y empezó a suspirar y a gemir.
- No es casualidad esto, mariconcito, te tengo que ordeñar, son las normas. Cuando te coloquen la castidad no deberías empalmarte.
Óscar estaba muy excitado y eyaculó enseguida. Matías le llevó su mano embadurnada de su propio semen a la boca.
- Venga chupa, tienes que irte acostumbrando, mariconcito.
Óscar chupó los dedos de Matías y le miró suplicante mientras le acariciaba el culo y le buscaba la entrepierna. Matías estaba acostumbrado ya.
- ¿Necesitas más verdad?
Volvió a masturbarle otra vez, está vez con dedicación, alejado de la profesionalidad de la primera paja.
- ¿Quieres chuparme el rabo a mi? Va a ser muy poco tiempo y te entrenará.
Óscar asintió con la cabeza y se arrodilló. Matías se sacó su pene y Óscar le chupó como lo había hecho horas antes con Conrado. No hizo falta que le sujetase la cabeza. Recogió el semen en la boca según lo eyaculaba Matías y se lo tragó. Después el mayordomo le masturbó por segunda vez. Le volvió a dar a chupar los restos del semen y luego le colocó un collar de perro con su cadena. Después le puso unas manoplas de cuero parecidas a los guantes de boxeo para que no pudiera tocar, o acariciar o agarrar y Matías lo llevó a la sala.

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