lunes, 16 de mayo de 2022

DURA REALIDAD (IV)

 

Óscar salió del ERESO prácticamente a la carrera. Al sentir el frescor de la noche en la cara, con ella desencajada miró a derecha e izquierda sin saber donde huir. Intentar contener las lágrimas le escocía en los ojos. Echó a caminar a su derecha encogido, queriendo pasar desapercibido, llegó a una esquina que daba a un callejón y entró para dejarse caer en la pared hundido en las sombras de la noche, hiperventilando hasta no poder más y gritar hasta quedarse afónico creyendo que ahí se acababa el mundo para él.  No conseguía quitarse de la memoria la cara de sorpresa de Javier cuando optó por negarse sus sentimientos y preferir huir de él mismo.
Con las manos ocultándose la cara no se percató de que un tipo con gorra de cuero negro, gafas de aviador oscuras y chupa de cuero también con una enorme cabeza de cheetah rugiente en la espalda, en rojo, se le acercaba pintándosele en la cara una sonrisa de suficiencia.

- Venga hijo, Javier, estamos en ascuas. ¿Que te ha pasado con Carolina?
- Nada, mamá. Papá, mamá, me he enamorado de otra..., persona - hizo una pausa reuniendo fuerzas para soltar la bomba - y esa persona es un chico.
- ¡Óscar! lo sabía - la madre estaba contrariada, el padre permanecía serio en silencio - se lo tenía dicho a tu padre: a mi esa amistad, no se, ojalá me equivoque.
- Calla un momento, cariño
- Pero como coño me voy a callar, mi niño ahora resulta que es maricón, y no me lo creo. Esto es vicio y nada más que un vicio asqueroso.
- Te he dicho que te calles. Déjame hablar a mi - el padre de Javier era analítico hasta la frialdad pero ecuánime - A ver, Javier. Estabas enamorado de Caro, de una forma que todo hacia presagiar que la boda era cuestión de tiempo, y en días te enamoras de un chico. No es una cosa que me haga saltar de alegría, pero lo respetaría y te aseguro que haré entrar en razón a tu madre si me convences de tu decisión.
- Si mamá, es Óscar, pero él no está por la labor. Pero no porque no le guste yo, que estoy convencido que si, pero le aterra que le señalen y prefiere vivir infeliz pero que le reconozcan como "normal".
- ¿Habéis mantenido relaciones?
- No exactamente, papá.
- Esto si que no lo soporto - la madre de Javier se levantó irritada y tiró la silla con estruendo - ahora querrás que te ponga al día de sus cochinadas.
- ¿Que pasa? - el hermano mayor de Javier, Germán, bajaba alarmado la escalera antes el ruido y las voces.
- Tu hermano, que ahora resulta que es maricón - la madre escupía esa frase indignada mientras tomaba escaleras arriba a encerrarse en su dormitorio.
- No hagas caso, hijo. Tu madre ya sabes lo sanguina que es. Javier que nos ha contado que ha roto con Carolina porque cree que se ha enamorado de un chico. Y nos iba a contar ahora como fue eso, y tu madre parece que le han mentado a la suya y ha salido como tú la has visto.
- ¡Ah, venga Javi! cuenta. Con Óscar ¿no? estaba cantado, pero me parece bien, es buen chaval y papá, el chico si os gustaría.
- Déjale que se explique Germán. Anda Javier, cuenta.
Javier fue desgranando su historia obligándose a relatar todos los detalles, desde que conoció a Óscar en el instituto y se pelearon hasta que forjaron su sólida amistad que como un Mr. Hide se transformó en algo más que una camaradería. El como los estimuladores de próstata le abrieron un nuevo horizonte.
El episodio de la productora sin ahorrarse detalles y como la relación se rompió por el miedo de Óscar a verse rechazado.
- Pero yo sé que le quiero y tendré que vivir con su rechazo, hasta que conozca a otra persona o no se.
- Javi, de verdad, ¿te ha petao el culo tu novia?
- Germán, por favor, no seas truculento, ya ha explicado el chico lo de la vela y eso. Pero, nada de sodomizarle nadie - el padre mantuvo un silencio para dar ocasión a su hijo de decir algo y en vista del silencio, se dirigió a Javier - anda hijo, vamos tú y yo a charlar tranquilamente, que tu hermano solo quiere porno.

Cuando Óscar sintió el aliento de alguien cerca de las manos con las que se cubría la cara, se las retiró y abrió los ojos. Javier había debido encontrarle y le insistía. Pero, esa gorra de visera tipo lobo de mar, de cuero, las gafas tipo aviador. No, este no es Javier.
- Te ha puesto los cuernos tu novio, ¿no? Te he visto salir del ERESO como alma que lleva el diablo, y refugiarte aquí, cariño. Eres un modelazo, preciosidad.
Óscar intentó zafarse, pero dos poderosos brazos uno a cada lado de su cabeza con las manos contra la pared lo impedían. El extraño se le acercó aún más. Olía a tabaco y sudor fresco. Inexplicablemente se excitó, no solo el olor, el sentirse de alguna forma preso. Se asustó del deseo que se le presentaba pujante y con los puños cerrados intentó apartarle de si, pero el oso vestido de cuero le placó con su voluminosa barriga haciéndole sentir la dureza de la verga. Óscar se sorprendió que no reaccionase violentamente ante aquella puesta de rabo tan descarada, y en su lugar se mareó de deseo y se odió por no haberse consentido ese sentimiento para con Javier, una pulsión que ya sabía que no iba a poder domesticar. El oso acercó su boca a Óscar y éste se dejó llevar. Allí mismo en aquel callejón, sin saber porqué se arrodilló y le hizo la misma felación que Javier le hizo a él, salvo que en esta ocasión, el oso no avisó de nada, al contrario le sujetó por la nuca para obligarle a tragar lo suyo. Cuando lo hubo hecho y el de la chupa le dejó, Óscar vomitó y vomitó, pero no sentía coraje contra él, solamente vacío por sentir que aquello había quedado cojo, el deseaba más y lo que era peor le importaba muy poco Cristina, sus padres y la gente. Y lo único que si le importaba era Javier. Pero había algo más que le excitaba su curiosidad. Algo metálico le impactaba con los dientes al chuparle el rabo al oso lo que le hacía evitarlo y le rozaba la campanilla y le producía arcadas. Cuando terminó de vomitar cogió el pene al oso y lo miró con curiosidad.
- Vaya, vaya, el mariconcito quiere más jaleo. No es más que un príncipe, chico, da morbo, ¿verdad? y el de más abajo, en el frenillo, un frenum y luego, la escalera del diablo, ¿le ha gustado al mariconcito la verga de papá con tanto adorno? pues claro, niñito, ¿a que mariconcito no le gusta?
Venga, vamos a la moto. Vas a conocer unos amigos muy salados. Y te vas a ganar una jaulita de castidad. ¡Cómo vamos a gozar! tendrás preparado tu coñito de sissy, y si no, entre todos lo prepararemos.
Óscar se sentía mareado. En cuestión de minutos se había dejado despeñar por el abismo que Javier le mostraba y al que querían sobrevolar de la mano juntos y él se había negado por temor a lo desconocido. Y de pronto un extraño de los que te hacen cambiar de acera, te asedia y te abre no un mundo nuevo, una galaxia entera. No tenía idea que era una jaula de castidad o porqué le llamaba sissy. Imaginaba que al referirse al coñito hablaba de su ano. Le estremecía que pudieran meterle algo, pero Javier gozaba con una vela dentro, tan malo no podía ser. Lo temía tanto como lo deseaba. Por otra parte si los amigos de aquel motero eran de su estilo no sabía si podría soportar la excitación. ¿que le harían, a que humillaciones le someterian? Fue verse imaginándose en medio de aquella tribu como un pajarillo en manos de niños de patio de colegio y sentir que un orgasmo le inundaba. El oso se dio cuenta que Óscar se corría, seguramente por la excitación y le echó mano a los pezones pellizcandolos sin piedad. Óscar sintió un dolor agudo pero que reduplicaba el placer que ya estaba sintiendo. Sin poderlo explicar se entregó al motero. En lugar de encogerse para ponerse a salvo de los dolorosos pellizcos echó los hombros atrás para exponer mejor su pecho.
- Sii, cabrón, si.
- Esto no es nada mariconcito. Te va a gustar lo que va a pasar esta noche.
- Estoy empapado de corrida, tío y por otra parte me llamo Óscar, no mariconcito.
El motero cogió a Óscar por el pelo y tiró sin miramientos hacia atrás y cuando el chico abrió la boca para protestar el oso le escupió dentro y luego le soltó.
- Tu eres mi mariconcito. Para siempre. No vuelvas a rechistarme.
Óscar hizo intención de contestar pero se reprimió. Le gustó reprimirse por obediencia al motero al que seguía. Se acababa de correr y sintió como volvía a empalmarse con ganas de otro orgasmo al sentirse esclavizado de alguna manera. Si, estaba disfrutando y pensó que si Javier estuviera a su lado disfrutaría aún más. Le habría gustado que Javier viese como aquel oso le escupía en la boca. El asco que le provocó en un primer momento y el desprecio con el que le trató el hombre le provocó un placer muy profundo. En ese momento deseó que se lo volviese a hacer. Y se le vino a la cabeza que si encontraban placer en escupirle en la boca quizá otras guarradas podían suceder. Un escalofrío le recorrió el cuerpo y le estalló en la punta del capullo.
- Tócate mariconcito, tócate. Ahora que puedes. Cuando pierdas la colita por la permanente castidad y no te quede más que un despreciable clítoris, de puta sissy, solo te quedará la boca y el ojete para disfrutar.
Óscar pensó inmediatamente en Javier y quiso volver al local a buscarle, pero el motero le dió una sonora bofetada y le cogió por un brazo obligándole a montar en la moto.
En ese momento un destello azulado intermitente iluminó la noche en el callejón.

- ¿Te parece que vayamos a la cabaña del lago a charlar con tranquilidad? 
El padre de Javier le tenía la mano echada por el hombro para después hacerle la caricia a la que le tenía acostumbrado, acariciarle la nuca ahí justo donde moría el nacimiento del pelo. A Javier, como siempre que su padre le acariciaba la nuca de esa manera un escalofrío le recorrió todo el cuerpo y le hizo pasar su brazo por la cintura de su padre y apoyar la cabeza en su hombro como signo de gratitud y cercanía.
- Me encantaría papá.
- Espera que le digamos a tu madre que nos vamos. Que no vaya a estar con cuidado.
El padre volvió sobre sus pasos, volvió a entrar en la casa y desde el vestíbulo levantó la voz.
- Cariño, me voy con Javier a la cabaña del lago. Pasaremos la noche allí. Hasta mañana.
- Si, llévatelo, a ver si le sacas esas ideas de la cabeza - la madre lo gritó desde lo alto de la escalera.
En el camino Javier mantuvo la boca cerrada y solamente contestaba con monosilabos a las preguntas de su padre. Solo podía pensar en lo que podía estar pasando Óscar. No se explicaba que podía haberle pasado para pasar de besarle con tanta dulzura y a las horas negarse a ver lo evidente.
- ¿Cuando te diste cuenta de lo de Óscar, en lo de la productora o antes ya tenías tus dudas?
- Yo creo papá, que desde que le vi en el instituto la primera vez, y casi me atrevería a jurar que a él le pasó lo mismo.
- Estás cosas suelen ser así Javier - y diciéndolo puso su mano derecha sobre el muslo izquierdo de su hijo masajeandolo y acariciándole suavemente a través del pantalón, una muestra de cariño - la conexión es mutua casi siempre, aunque como no solemos hacer caso de nuestras pulsiones viscerales,  preferimos ignorarlas. A mí me pasó más o menos con tu edad - la mano del padre de Javier se acercaba peligrosamente a la ingle de su hijo sin dejar de masajear, al punto que Javier empezó a sentirse incómodo porque su erección empezaba a ser evidente.
- ¿Que te pasó? - preguntó al tiempo que colocaba su mano sobre la de su padre.
- No fue nada especial, pero gracias a ello conocí a tu madre. Ya te lo contaré. Ahora eres tú el que me tiene que contar lo que pasó con ese amigo tuyo, Isidro. Te petaron unos cuantos. ¿Te gustó? Esas orgias son tan excitantes.
- ¿? - Javier se sintió sorprendido de la respuesta de su padre, pero prefirió ir por partes - Yo no podría asegurarte de ser consciente porqué enseguida me suministraron popper y ahí se acabó mi capacidad de discernir lo que deseaba de lo que sucedía. Pero si, esta mañana al despertar me dolía el ano pero era placentero. Me toqué y lo tenía gordito y como salido para afuera y eso me hizo desear más y empalmarme, como ahora que solo de contártelo y con tu mano en el muslo me empalma. Y no sabría decirte si me empalmo por contártelo o porque me tocas el muslo tan cerca de una zona sensible - terminada su explicación hizo la pregunta del millón -y tu, has estado en alguna de estas orgias,  papá? ¿Tú? antes de casarte sería, no veo yo a mamá...
- Un poco más mayor que tú, fui a un retiro espiritual que nos recomendó el pastor. Éramos adolescentes y según nos dijo debíamos aclararnos las ideas en cuanto a utilidad del sexo que no debería ser solo por placer - levantó la mano del muslo de su hijo - Ya estamos llegando, vamos a parar a comprar algo para pasar la noche, no creo que haya nada en la cabaña.
Herman José, padre de Javier se detuvo en el supermercado del cruce de donde salía el camino que les conduciría a la cabaña. Saludó efusivamente al empleado, algo más mayor que su hijo Germán.
- A pasar unos días, Herman, ¿no?
- Solo está noche, vengo a charlar con tranquilidad con mi hijo pequeño, Javier. Mira Javier, este es Carlitos, bueno ya casi don Carlos, es mayor que tú hermano. Cuando compramos la cabaña sería algo más chico que tú y ahora está hecho un hombretón.
- Hola - Javier levantó la mano al tiempo que saludaba sin mucha convicción.
- Ya me acuerdo. Este es el chaval enredador que abría a escondidas los paquetes de chucherías - y soltó una carcajada lo que hizo enrojecer a Javier.
- ¿Nos vamos ya, papá? - acababa de acordarse de aquel adolescente con una cara rubicunda plagada de acné, algo gordinflón, y cabeza de fuego que en una ocasión le amenazó con cortarle los huevos si volvía a robar. El gordinflón no era el mismo, estaba más definido y el acné había desaparecido, pero la mirada y el pelo rojo, los mismos.
- Si. Vámonos, creo que llevamos de todo. ¡Ah! las cervezas, el chavalito, ya bebé cerveza. Es todo un hombre, hecho y según que ocasiones, tieso más que derecho.
- ¡Papá, joder! déjalo ya, vámonos - Javier miraba a Carlos y le vio pasarse la lengua por los labios cuando su padre dijo el borderío y se puso rojo como un pavo 
- Carlos, pasate luego cuando cierres, por la cabaña. Y lleva cervezas - rematando la ocurrencia con una carcajada.
- ¿Con éste también has tenido tú algo, verdad, papá? - Javier estaba muy enfadado - se supone que hemos venido para aclararme, y a ver si resulta que eres tú el que tiene que aclararse.
- Javier, coño, no sabes encajar una broma. Hijo, relájate. Disfrutemos y olvídate del tendero.
- Estabas con que el pastor os llevó de retiro.
- Exacto. Eramos diez chicos de dieciséis y diecisiete años. Algunos nos conocíamos, otros no. Aquello consistía en charlas sobre espiritualidad, lectura y comentario de textos bíblicos y conversaciones a solas con el pastor, el padre Salazar. Las charlas, por lo menos, las que yo tuve eran como los ríos que van a morir a la mar. Siempre derivaban en sexo. Yo le comenté que alguna vez tenía pensamientos eróticos con algún compañero y a veces sueños en los que tenía sexo con un tío mío.
- ¿Con tío Ricky, con él? no podías haber buscado nadie un poco más repulsivo, con Ricky, joder, que asco. Bueno y qué, ¿te mandaría directamente al infierno?
- ¡Que va! me dijo que eran etapas pero me insistió en que le aclarase si los pensamientos eróticos eran masturbandonos juntos o por separado. La verdad es que me dio vergüenza decirle que en una ocasión nos masturbamos mutuamente. A él, el compañero, tú no le conoces, además murió en un accidente de esquí, le dió un asco tremendo cuando se manchó de semen la mano, a mi sin embargo no me lo dio el suyo. Es más, lo olí e incluso probé a ver a que sabía. No me pareció que supiese a nada y lo olvidé.
- A mi el de Óscar me encantó, y me gustó más aún que se diese cuenta que me lo había tragado.
- Bueno - continuó Herman - ahí no acabó la cosa. Cuando acabó el retiro, el pastor Martín nos llamó a otros tres y a mi en privado y nos dijo que necesitábamos otro retiro pero más intenso, porque nos caracterizaba nuestra debilidad ante las tentaciones del mundo y que necesitábamos más meditación. Así que el siguiente finde volvimos. Nos dijo que los cuatro habíamos tenido veleidades homosexuales y había que determinar si era algo ocasional o es que éramos homosexuales de verdad. 
- ¿Y que hizo el fulano? papá, ese pastor solo quería rollo con chavales. Allí el único maricón era él.
- Llegamos, Javier. Venga, vamos a entrar, y dentro seguimos.
Padre e hijo cogieron sus bártulos y provisiones y entraron a la cabaña. Limpiaron un poco el polvo de semanas y prepararon algo para cenar. Encendieron la chimenea y se sentaron delante del fuego a continuar la conversación.
- Estabas, cuando llegamos que os llevó el pastor para follaros a los cuatro tontos que le dijisteis la verdad. ¿Me equivoco?
- No fue exactamente así, Javier. Para saber quién tenía y quien no pulsiones homosexuales nos dijo que sin perder de vista que estábamos en un retiro de oración y meditación espiritual nos desnudasemos, así nuestro cuerpo nos delataría ante nosotros mismos y ante los demás.
- Papá, hombre, a esa edad uno se empalma con el vuelo de una mosca. Se empalma uno de aburrimiento y en un sitio de esos eso no falta nunca.
- Espera. Éramos cuatro, así que hizo un sorteo y nos emparejó. Luego, primero una pareja y luego la otra delante de los demás se dedicaba a acariciarse durante un minuto. Luego las parejas se cruzaban para que todos se tocasen con todos durante un minuto.
- ¿Tú te empalmaste?
- Como todos. Menos uno que en lugar de empalmarse se meo, el resto nos empalmamos y no se nos bajaba. Y entonces como prueba definitiva el pastor, a los que quedábamos nos masturbó uno a uno. Si nos corríamos es que éramos homosexuales y deberiamos actuar en consecuencia. Si teníamos novia o similar deberíamos dejarla. Nos corrimos todos. El que se meó nos contó después que le daba tanto miedo empalmarse que se meó de miedo, pero nos confesó que no tenía novia, tenía novio. Nos hartamos de reír, y esa noche los cuatro nos montamos una orgía divertidísima, e hicimos tanto ruido que se nos terminó uniendo el pastor. El muy cabrón tenía de todo, popper, dildos, correas. No veas que noche pasamos. Al día siguiente antes de irnos, salvo el chico que tenía novio quedamos que lo mejor era nada más llegar echar le un polvo a la novia, porque lo que pasaba es que éramos bisexuales y que cada cual negociase su capacidad de tener sexo como quisiera.
- Entonces, papá, tú crees que yo soy bisexual.
- Naturalmente, como Germán. El no sabe que yo lo sé, pero le tengo en una red social de ligoteo y es tan simple que tiene puesta una foto suya y en su perfil pone que es bisexual.
Y en ese momento sonó un toc toc en la puerta. El padre de Javier se levantó de un salto.
- Me juego lo que quieras a que es Carlitos. Ese niño está siempre salido y le va la gente de mi edad. Javier, hijo, la noche va a ser épica. Y yo no tengo ningún inconveniente en que te sumes - se fue hacia la puerta - Carlitos, pasa, pasa. Aunque no te lo creas te estaba esperando, ¿traerás algo?
- Sabía que no me ibas a dejar entrar sin esto - y levantó los brazos para enseñar dos retráctiles de seis latas de medio litro de cerveza rubia.
- ¿Y el culete? lo traerás preparadito.
- Compruébalo tu mismo - se volvió sacando el culo para que Herman metiese la mano por dentro.
- ¡Perfecto! ¿Cuál llevas, el de dos o el de dos pulgadas y media?
- El de dos y media. Tienes una mano grande.
Mantenían esta conversación tan descarada mientras llegaban al lado de Javier.
- ¡Papá! hostia, hostia y hostia. ¿Eres tú? - se levantaba mientras alucinaba con el diálogo de Carlos con si padre - ¡Papá! te quiero, te quiero. Claro que me sumo. Me lo tienes que enseñar todo.




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