jueves, 2 de septiembre de 2021

TODO QUEDA EN FAMILIA (9)

  Esperaba ansioso a que bajase el Rubio a darme su orina. A 4 y 5 les daba a veces gachas frías hechas de su orina de la noche anterior y harina de pescado. Yo las comí los tres primeros años. Ahora me daba la orina directamente de su cuerpo, se agradecía el líquido caliente por la mañana. Cuando me usaba mucho le añadía un huevo crudo a mis gachas de harina de pescado. Al final estabilice el peso en unos diez kilos menos de con los que entré. Se me notaban las costillas y boca arriba los huesos de las caderas sobresalían, con una ventaja que me excitaba; al perder toda la grasa púbica el pene parecía haber crecido en erección unos dos centímetros y tenía tan buen aspecto que algún amigo del Rubio le pidió permiso para metersela por el culo. Yo era el perro 3 y no tenía derecho a follar humanos - alguna vez para entretener a sus invitados tuve que follarme a perro 4 y 5 - así que eran ellos los que lo hacian todo, me tiraban boca arriba y se sentaban en mi polla y rezaba porque no consiguiese correrme, porque para esas ocasiones el Rubio me castigaba con rudeza y un mázo los huevos hasta alcanzar la eyaculación, que por supuesto debía consumir. En nuestra condición todo lo susceptible de aportar nutrientes era positivo. 
Al fin escuché bajar al Rubio y me sobre excité. Para agradarle me comporté como cualquier perro que se alegra de ver a su amo: jadeando y gimiendo, polla exageradamente tiesa y babeante. Además me gustaba comportarme así, disfrutaba viendo al amo contento. Imaginé su porte con sus zahonas de cuero negro nada más y las botas de montar, dejando al aire su sexo y su culo, además del torso. Cuando bajaba y se quedaba en medio de la habitación mirando las jaulas con una sonrisa pérfida hasta elegir una sabíamos que venía de cagar y no se había limpiado. La primera vez que en estas circunstancias eligió a 4 el pobre vomitó hasta la primera leche, era el más escrupuloso hasta que se acostumbró, y nos tocó a mí y a 5 recoger el vómito con la boca y tragarlo mientras el amo hacia tragar su descomunal polla por el culo a 4 que gritaba, pedía clemencia y perdón y sabía que se exponía a hambre de tres días por hablar; los perros ladran o gimen, pero hablar, solo los humanos. Las gachas de orina y harina de pescado una vez al día pueden parecer asquerosas pero arrastrando hambre de semanas o meses y sintiéndose tan debil, las recibíamos como el maná del desierto. Alguna vez se adivinaba entre aquel engrudo algo de semen, probablemente de alguna fiesta de las que daba el Rubio, pero todo era bien recibido. Después de diez años de perro, cualquier cosa, hasta los castigos, eran bien recibidos.
Pero además de la voz del Rubio escuchaba otra vagamente familiar que era incapaz de identificar.

Al día siguiente, me levanté de la cama y mi madre me dijo que Andrés se había ido, "dijo que le habían llamado con urgencia de su empresa, que era algo muy importante y se tenía que ir" se quedó como pensativa y añadió algo que aunque me descolocó no terminó de extrañarme, " ¡Ah! si, y se ha llevado a Carmelo. Les pidió permiso a sus padres, diciéndoles, eso me dijo a mi, que era un chico con un tremendo potencial para las relaciones públicas y que iba a trabajar muy bien" Que cabronazo mi hermano y la loca de Carmelo, que se coló de él, desde que estuvimos en el parque del río, pensé, pero lo que más me jodió es que no se despidiera, "me dijo que no quería despertarte, que tenías que descansar, que ya te llamaría"
En Nochevieja Marta vino a casa a invitarme a la fiesta y a convencer a mi madre para que me dejase, mi madre no estaba muy convencida después de la experiencia de la semana anterior. Marisa llamó también a mi madre y terminó de derribar su última defensa, me dió permiso.
Era lo que yo suponía. Estábamos los de la fiesta anterior menos Andrés y Carmelo. El ambiente empezó a densificarse como humo de María y aparecieron frasquitos de popper de varias clases. A eso de las dos de la madrugada aparecieron tres parejas más de la edad de Ramiro y Marisa y otra de la de mi hermano. De pronto, toda la sala se quedó en penumbra y Ramiro habló en voz baja amplificada, "la fiesta sigue como cuarto oscuro. En un rincón veréis que se ilumina un foco pequeño exclusivamente para la mesa de bebidas. Disfrutad sin freno" Cuando se apagó la luz estábamos todos vestidos, me agobió que hacer con mi ropa, porque estaba claro que aquello iba a ser un desmadre, así que guiado por el foco de la mesa de bebidas me acerqué y allí al lado me desnudé y dejé la ropa donde al final pudiera localizarla. Desnudo absolutamente me serví un trago largo de tequila para animarme, lo tragué de una vez y a tientas empecé a moverme por la sala. De repente sentí unas manos poderosas en mi cara y una presión urgente en mi culo; lo sabía, era el Rubio, habría conocido ese capullo abusivo entre mil. Alcancé la descomunal polla con mi mano y la apunté a mi ojete incompetente y con un fuerte movimiento de caderas hacia atrás, me ensarté en el Rubio, le oí entonces decir en alto: "ya" , me metió sus brazos bajo mis axilas me pellizcó con mucho brío los pezones como ya sabía que era el único que lo hacía así y me apretó contra su pecho con su polla firmemente ensartada en mi culo, y la luz volvió a prenderse. Al principio no vi nada por el deslumbramiento pero cuando se me acostumbró la vista todos estaban vestidos menos el Rubio que me follaba y yo, todos aplaudieron, "no pueden pasar el uno sin el otro" Ramiro estaba exultante y aplaudía fuerte, "por favor, no pareis, seguir adelante que disfrutemos. El Rubio empezó a hacer movimientos lentos y rítmicos y yo me entregué a él y al espectáculo. Cada vez Rubio iba acelerando más y yo masturbándome y gimiendo más fuerte, hasta que llegó un punto que se salió de mi culo, me dió la vuelta, "por la boca, perro" y lo acompañó con una sonora bofetada que tuvo la virtud, además de sorprenderme gratamente por el morbo que me hizo quejarme de dolor, de hacer que me corriera sin tocarme mientras el me atragantaba con su leche. A continuación, me tomó en sus brazos, me besó compartiendo su lefa y anuncio, "es mi perro, le quiero" todos aplaudieron y dado lo caldeado del ambiente, el sexo pasó a ser el protagonista de la fiesta. Sin prisa todos se fueron desnudando unos a otros transformando aquello en una bacanal. Yo estaba en ese momento lamiendo el ano del Rubio que se encontraba acostado de espaldas en un sillón con las piernas por alto, "mete más la lengua, perro, o te azotaré" que el Rubio me amenazase con azotarme me estremecía de miedo y deseo. Recordaba su paliza sin miramientos, mientras me follaba todo el mundo, de la semana pasada y como conseguía que me corriese al mínimo roce. Así que hundí en su ano la lengua hasta que ya no tenía más lengua para sacar de la boca. Se acercó uno de los invitados de Ramiro y Marisa, escaso de pelo, en la cincuentena, algo de curva de la felicidad y mucho vello en pecho y pubis, lo que podía llamarse un oso. Gastaba un pene de las dimensiones de las de el Rubio. Me acarició el culo, metió la mano por la raja y se admiró de lo abierto que estaba para lo pequeño que era. Sopesó la bolsa y le dió dos golpes suaves, luego acarició la polla de el Rubio y se quedó mirándole sonriente, "¿Es suyo el perro?" El Rubio, suspiró, demostró su satisfacción por ser mi amo y le dijo que si, "¿podría follarla ahora? si a usted no le importa. A mi mujer le gusta el chico y sé que se volverá loca de saborear mi leche saliendo del chaval" Rubio le dijo que por supuesto y dio palmas para que todos atendiese, "este caballero me ha pedido permiso para follarse a mi perro. Naturalmente como cortesía a los dueños de la casa le he dicho que si. Si alguien más va a querer hacerlo que se ponga a la cola" desde el otro lado de la sala, la pareja de la edad de mi hermano levantó la voz, "¿El chico folla hembras? A mi novia le encantaría que la follase mientras le doy mi leche por la boca" el Rubio asintió con la cabeza, "mi perro estará tan encantado de follarse a su novia como de beberse la leche que usted le de. Nos hicieron corro y todos los que quisieron me follaron, cuando la mujer del primero, recogió de mi culo con la boca el polvo del marido y lo compartió con él en un beso hubo muchos que quisieron su parte. Se abrió la veda y cada vez que se corría uno se peleaban por mi ano, lo que a mí me daba un placer añadido. A eso de las seis de la mañana, ya todos agotados de fiesta y de noche, yo estaba sentado sobre el Rubio con su polla medio dura insertada en mi culo, abrazados y besándonos muy despacio, yo estaba en la gloria. Me tocaba el vacío izquierdo del abdomen y notaba el bulto de el Rubio dentro de mi tubo digestivo y eso me hacía gozar aún más. En un momento dado el Rubio se retiró de mi cara unos centímetros y con una voz que ya nunca le volví a oír, susurrada, acariciante, dulcísima y ronca habló, "te he presentado como mi perro y no has protestado. ¿Tu quieres de verdad ser mi perro número 3?" Me estremecí visiblemente en sus brazos y me estrechó contra su pecho, "mi perrito más maricón y sucio de todos" al escucharlo decir eso con tanto cariño empecé a llorar de emoción. "Pero tenemos un problema, eres menor de edad, tus padres se van a negar. En dos años, el día de tu cumpleaños número 18 me presentaré en tu casa y tú me presentarás como tu dueño. Si llegado ese día has cambiado de idea, no te reprocharé. Aún más, entre hoy y ese día no volveremos a vernos, para que elijas con toda libertad" seguí llorando en su hombro y besándole el cuello mientras le decía que no iba a poder aguantar sin que me follase dos años, "aguantarás porque desde hoy y entre nosotros has aceptado ser mi perro 3 y así será hasta que en presencia de tus padres se haga público al ponerte el collar de perro y te lleve de allí con tu correa" seguí llorando pero le dije que obedecería. Me dio un beso muy húmedo en la boca y sentí como resucitaba su cuerpo dentro del mío. Empezó con los movimientos lentos y sedosos lo que consiguió que yo alcanzase mi erección explosiva, en unos momentos aceleró la cadencia de bombeo y inició un gemido largo y sostenido que finalmente terminó en un SI gritado de emoción y en ese momento eyacule yo con la sensación más intensa de pertenencia a aquel hombre. No se salió de mi. Permanecimos mucho tiempo unidos hasta que Ramiro vino ha decirnos que deberíamos vestirnos para salir. Eran las siete de la mañana del uno de enero.

Al principio mi cerebro se negó a reconocerlo al entrar en la perrera, pero aunque con más pelo y más delgado lo era. Mi hermano Andrés acababa de llegar con el Rubio

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