viernes, 2 de abril de 2021

The teacher II

 

- De verdad Ben, déjame que te llame así - dijo Fran muy tranquilo - con el corazón en la mano, nunca te ha intrigado que se siente tocando un nabo. No me cuentes penas de que tu, de que tu. Todos hemos tenido doce y trece años, todos hemos mirado a ver quién mea más lejos y todos hemos comparado las pichas y algunos comparándolas puestas en pie. No me digas que no te has preguntado cómo sería agarrar otra polla.

Mientras miraba la ficha de Sonia y Esteban pensó en cómo sería encular a cualquiera de los dos. 

Fran tenía razón. Al mes de aquel suceso, Blanca se le acercó al salir de clase. No habían vuelto a hablar desde aquel día, Benito la miraba de reojo y desde lejos y en alguna ocasión se sintió pillado.
Había pensado mucho en aquella noche y le obsesionaba la imagen de Fran con la boca en el ano de Blanca. Se le levantaba el estómago, pero no podía quitarse el fotograma de Fran comiendo su propio semen saliendo de ese culo, que era de un tío, pero que parecía una tía, así, por fuera. No tenía ningún inconveniente en su orgasmo en su culo, él no lo hizo con conocimiento que se lo hacía a un tío y punto pero lo de Fran le preocupaba, le producía rechazo, si, pero su cuerpo tomaba otra dirección.
- Benito - Blanca se le plantó delante - ¿podemos hablar? Vamos a las caballerizas a tomar un pincho.
A Benito le temblaron las piernas, se le aceleró el corazón y se ruborizó cuando tuvo que reconocerse que deseaba volver a hacerlo. Recordaba la sensación de placer extremo al vencer la oposición tras meter el capullo y estirarse al extremo la piel del frenillo y como el deseo de bombear, aún sabiendo ya que era un tío se le planteaba irrenunciable. Aquel orgasmo fue inenarrable. Otra cosa era que tenía que hacer el papelón incluso delante de él mismo del honor ofendido por sentir placer con un hombre. Había besado a Blanca, ¡a un tío! y era como el de una mujer solo que más erótico, menos torpe, sin recelo, con entrega total. ¡Joder! se admitió finalmente, besarse con intención sexual con otro tío era algo que tenía derecho a desear; ¡y él no era maricón! Entonces que coño era ser maricón.
- Venga, vamos. Yo también tengo algunas preguntas.
Las caballerizas eran un sitio con encanto y bullía de vida de gente joven feliz de disfrutar de esa vida que era como el aire que se respira. Es absurdo que la vida no sé de a diario y aquellos chavales lo celebraban sin darse ni cuenta.
- Creo que debo explicártelo - Blanca hablaba mirándose a las manos que se estrujaban una contra la otra - cuando te vi en la cola de la matrícula me gustaste en cuanto te vi. No quise que te enterases de, de, esto otro - y se señaló a su regazo - hasta que nos conociéramos mejor y pudieras tragarlo. Me voy a operar y seré una mujer del todo.
- Pero, pero, con, con, 
- Si, hacen una vagina con la piel del pene y queda todo como si nunca hubiese tenido este colgajo.
- Tengo que ser sincero contigo Blanca. Tu me gustaste a mi. De pronto..., bufff, fue un corte, joder, comprenderlo. Nunca pensé, nunca, en follar con un tío, no es que me rechazase, es que nunca fue una opción, y de pronto, fue un terremoto y sin opción a protegerme, ya había perdido pie y estaba cayendo..., y hostias, Blanca, me gustó joder, me gustó, y ese es el problema - había sujetado las manos de Blanca entre las suyas - que ya sabía que lo estaba haciendo con un hombre. ¿Y si ocurre que otro hombre me atraiga? Destapé la caja de los truenos..., pero es que me da igual, ¿comprendes? Quiero volver a estar contigo, sabiendo que eres un tío cómo yo, con tetas, vale que las tienes preciosas, pero me gusta como besas y como follas y no se cómo, pero por más que lo he intentado tu sexo como el mío no me provoca rechazo. Quiero hacerlo con plena conciencia. Quiero convencerme.
- ¿Quedamos en mi casa esta tarde?
Benito empezó a temblar incontroladamente y al tiempo sentía que la tirantez en su entrepierna era insoportable. Empezó a balbucear con miedo y con deseo.
- Puedo..., Puedo probar a ver..., que pasa - al tiempo que ponía su mano en el muslo de Blanca - estás, estás...
- ¿Que si estoy empalmada?
- Claro, claro...
- Ahora mismo, más que tú - le dijo mientras le cogía la mano a Benito y se la llevaba a su regazo - está dura, ¿verdad?
- Ufff, pero dura, y es grande, ¿eh? Me da un poco de grima, como entre grima y ganas de sentir su calor, no se.
- ¿Vamos a casa ahora, quieres?
- Lo que más quiero. Quiero clavartela sabiéndolo.

Estaba a punto de apagar su teléfono de trabajo cuando empezó a sonar.
- ¿Profe?
- Quién eres
- Somos Sonia y Esteban. ¿Podemos ir a verle? Es urgente.
- Si es urgente acudir a urgencias, yo no os puedo ayudar...
- Porfa, profe, Esteban está muy mal.
- ¿Pero mal de salud?
- Su padre le ha echado de su casa
- Venga, venir. ¿Sabéis dónde es?
- No
- Os mando la ubicación.
No era buena idea, y aventaba el peligro en el aire como las bestias salvajes los cataclismos. No era buena idea, pero la estampa de Sonia de espaldas agitando su traje traslucido y el reojo de Esteban acomodándose el paquete fueron la gota que tenía que hacer rebosar el vaso y en esa inundación, se iba a ahogar, lo sabía y era un incapaz de evitarlo.

Blanca abrió atropelladamente la puerta de su piso compartido.
- Las otras están en clase. Estamos solos - y todo lo decía mientras se desabrochaban y arrancaban la ropa hasta quedarse desnudos.
Benito se quedó mirando el cuerpo de Blanca, una cara angelical enmarcada en por una mata de pelo alborotada, unos pechos perfectos, vientre plano y unos genitales que ya quisieran para si los estibadores. La vista se le clavó en esa zona, hipnotizado. Miraba su dotación y la de Blanca, notablemente más gruesa que comenzaba a destilar un líquido de consistencia miel caliente, transparente que goteaba.
- ¿Te da miedo tocarla?
- No se. Es raro.
- ¿Asco?
- Para nada, para nada - y ese fue el fulminante para ejemplarizar que no le daba asco. Se acercó y calibró en su mano consistencia y dureza elástica. Paso su dedo gordo por el meato impregnado lo de líquido preseminal y embadurnó con él el capullo de Blanca que se estremeció.
- Me gusta como lo haces, Ben, eres delicado, sigue.
Y a la pregunta más difícil de responder fue incapaz de hacerlo. Benito se arrodilló sin soltar el pene de Blanca y como a cámara lenta se lo introdujo en la boca. Empezó a chupar y Blanca a gemir, y cuánto más gemía Blanca más dentro quería Benito que le llegase su pene, hasta tal punto, que dejó de chupar.
- Correte en mi boca, si quieres - le dijo entregado por completo.
- Me encantaría, ¿pero tu sabes lo que estas diciendo? Si fue la primera vez que me lo hicieron a mi y eché hasta la primera papilla. Déjalo Ben.
- No, quiero hacerlo y luego te la meto por el culo, si a ti no te importa.

Toco el timbre de la calle con urgencia.
- Subid - dijo Benito.
Nada más abrirles la puerta no pudo reprimir su impulso. Se le vino a la cabeza aquella primera sensación de Blanca explotando en su boca con ese líquido viscoso de sabor indefinido y como ella inmediatamente reclamó su parte mediate un tórrido beso que consiguió que se corriese sin tocarse. Como ello no fue óbice para no perder su dureza y poder sodomizarla y volverse a correr. La edad, sería, se justificaba siempre. 
Sonia venía con un vestido fresquito, tipo Zara, cortísimo de una XS como mucho, dejando adivinar sus formas e imaginar sus recovecos anatómicos. Esteban se veía abatido lo que no fue obstáculo para que chequease su bragueta y se llevase la mano a la suya, como ya hizo en el aula. Benito se arrepintió de no haberse cambiado su pantalón corto de pijama sin ropa interior y la camiseta cortada que dejaba su ombligo reinando sobre un vientre no musculado pero plano.
- Pasar a la sala y sentaros. ¿Queréis algún refresco o algo.
- Nada, profe, nada - le dijo Sonia.
- Aquí soy Ben, por favor.
- Vale, Ben. Verás..., bueno, que te lo cuente él
- No, Sonia, empieza por ti. Es que es algo complicado - aclaró Esteban.
- Yo no creo que sea complicado - dijo Sonia - Por el principio. Cuando me bautizaron, me pusieron Norberto, por mi padrino, pero a los siete años ya cai en la cuenta de que ni el nombre ni el colgajo que tengo se corresponden con lo que siento.
- Espera, espera - corto atropellado Benito - resulta que tú Sonia o como sea, tienes pene y ¿el problema es de Esteban. Que tiene, coño?
- Déjame que acabe. Cuando conseguí convencer a mis padres me llevaron al médico y todo eso y cuando empecé a desarrollar empezó el tratamiento, por eso tengo tetas y caderas de tía, aunque conservo aún polla, uy perdón, pene hasta que cumpla la mayoría de edad.
- El problema de Esteban - Benito estaba ya nervioso
- Que ésta tarde - se explicó Esteban - he presentado a Sonia cómo mi novia y así hablando ha salido lo de que se tiene que operar y eso y mis padres nos han dicho que somos unos degenerados y unos monstruos y me han dicho que hasta que no sea una persona normal, no aparezca por allí. Pero además, y esto es lo difícil de entender, es que Sonia y yo ya hemos tenido sexo.
- Bueno, pues estupendo ¿no? - Benito quería salir de aquel atolladero.
- Es que el problema es que en la relación - aclaró Sonia - yo como estoy cómoda es metiéndosela a éste.
- ¿Y tú, Esteban, entonces?
- A mí me encanta como me folla.
- Y ahora - continuó Sonia - ya no se yo si me voy a operar. Estoy encantada con mi identidad, pero a quién le gusta meterla es a mi, y a éste que se la metan, porque, he intentado que me la meta él, y primero no me gusta, pero es que a él se le baja, y cuando le follo yo se le pone dura como una piedra.
- Y a mí no me gusta un tío, profe, - Esteban no quitaba ojo de la bragueta de Benito - lo que más me gusta de blanca son sus tetas y su cuerpo de mujer.
- De verdad chicos, con todo esto me he excitado un poco.
- ¿Un poco? - preguntó con sorna Esteban - profe, se te sale el rabo por la pernera del pantalón y además goteando.
- Y a mí de verlo me ha entrado un empalme que no veas - apuntó Sonia - levantándose la faldita y dejando ver cómo se le salía de la braguita un rabo grande.
- Yo también estoy muy duro - dijo como con vergüenza Esteban.

En ese momento Benito se trasladó a sus días de Filología, cuando con el pene de un tío con apariencia de mujer en la boca afirmaba con la cabeza que quería el semen en la boca y Blanca no pudo más y le anunció "Me corro, no me aguanto más".
Aún tenía aquella sensación en la memoria como se le planteó que hacer con aquel líquido. Salir corriendo a escupirlo al váter no iba a ser muy elegante, escupirlo al suelo nada educado, tragarlo, ¿Que de malo podía tener? Al fin y al cabo era algo orgánico y de pronto se le ocurrió algo inusual. Utilizaría su propio semen para lubricarle el culo a Blanca y no se lo pensó, la dio la vuelta la obligó a agacharse y aplicó su boca al ano   que respondió con gemidos de placer. Después de un rato demorandose en el culo de ella, sin pensarlo se la introdujo sin oposición. Mientras bombeaba, como para dejar Fe de que sabía lo que hacía, estar enculando a un tío más o menos tuneado, agarró con fuerza el sexo de Blanca que enseguida recuperó su fuerza.
- Pajeame mientras me follas, quiero correrme contigo - le dijo ansiosa.
Benito disfrutaba, ahora si del culo que follaba y a la vez pajeaba a un tío. Y disfrutaba con ello.
Cuando acabaron, preguntó.
- Supongo que esto hace de mí, al menos bisexual.
- Al menos, porque - preguntó picarona Blanca - no te ha picado la curiosidad saber que se siente estando empalado. Y si le coges afición al culo, estás perdido, serás bisexual, pero con los gustos de un maricón de libro.

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