miércoles, 14 de abril de 2021

The teacher III

 

Miraba a Esteban que con cara de preocupación y a un tiempo de sorpresa no podía apartar la vista de su entrepierna por cuya pernera se le salía el capullo.
Se hizo un silencio en el que Benito se recreaba pensando en como sería follarse al chaval mientras le pajeaba. ¿Estaría desvirgado? Le encantaría estrenarlo y a medida que la idea se abría paso en su deseo el capullo le destilaba más líquido.
- Vale profe - reprochaba Sonia - solo hace falta que lo voceara. ¿Te gustaría clavarsela? - y dirigiendose a Esteban - y tu, maricón te falta poco para tirarte a degueyo. A mi me gustaría clavarsela al profe. Así que como esto tiene toda la pinta de convertirse en una orgia, yo me largo ya que es muy tarde.
- Vale - se puso de pie Benito - y te llevas a Esteban.
- ¿Adónde? a mi casa no puedo y como no lo dejé en la calle, ya no se. Joder profe - Esteban tenía cara de angustia - hemos vendido pidiendo ayuda...
Benito miró a Sonia , de forma instintiva se colocó el pene que ya se batía en retirada dentro de su pijama corto, y luego a Esteban que iba a ponerse a llorar de un momento a otro.
- Vale, se queda aquí esta noche, pero mañana llamo a servicios sociales y que ellos decidan.
Sonia se tiró al cuello de Benito le plantó dos besos y le dio las gracias. Luego abrazó a Esteban.
- Aquí, esta noche vas a estar bien, mañana se arreglará todo, ya verás.
Sonia se dio la vuelta abrió la puerta y se marchó sin decir nada más.
Benito se quedó mirando a Esteban que sólo sabía escudriñar el suelo.
- ¿Tendrás hambre?
- No - fue la escueta respuesta.
- Venga, vente conmigo a la cocina y toma algo - y al decirlo, le echó el brazo por encima de los hombros y le atrajo hacia él. Inmediatamente sintió revivir su sexo.
- Gracias - contestó el chico conteniendo el llanto al tiempo que apoyaba su cabeza en Benito que intensificó el abrazo y provocó que Esteban pasase sus brazos por la cintura de su profesor y le abrazase.
- Mira Esteban, vamos a tranquilizarnos los dos porque yo ya no sé por dónde va a salir esto.

Acababa de tener sexo con Blanca y se estaba preparando para irse cuando sonó el timbre.
- Abre tu, Ben - le gritó Blanca.
Benito abrió la puerta. Era Fran que en ese momento encendía un canuto y le daba una gran calada que exhaló en la cara de Benito.
- ¡Joder, Ben! ya creía que no iba a volver a verte y menos a esta hora - y se echó sobre Benito abrazándole estrechamente. 
- Yo ya me iba - dijo Benito algo cortado, y en ese momento salía Blanca de la ducha secándose el pelo.
- Ah! cabrones, habéis estado follando. Y eso, ¿desde cuando? Tú estabas muy ofendido, mariquita. ¿Que te ha pasado? Con esta zorra seguro que ya te ha taladrado - y sin mediar más palabra le agarró los huevos con su mano libre mientras que con la otra le ofrecía el canuto - Pero como la mamo yo, nadie y el culo ya me lo han probado unas cuantas.
- Suéltame, Fran, - sintiendo para mayor cabreo, que su empalme no era algo posible sino que Fran a estas alturas, ya sabía que la muralla había caído.
- ¡Estás empalmado, maricón! déjame catarla, anda - y dirigiéndose a Blanca - otro que te llevas al huerto, ¿eh? nena.
- Benito ya se iba y además ese rabo es mío Fran, asi que ni te acerques - no dejo Blanca espacio a la duda.

Esa era la sensación. La de empalmarse y desear vehementemente que te la mamen, solo que en este momento no había una Blanca que te sacase del apuro. Le estaba diciendo a Esteban que se tenía que tranquilizar, pero el que no quería tranquilidad era él. Deseaba sentir la piel cálida y tersa del joven rozandose con la suya y la seda de su lengua sobre su capullo. Pedía tranquilidad pero estrechaba al chico contra su cuerpo cada vez con más fuerza. De pronto sintió que la mano que le abrazaba por detrás se abría paso entre el elástico y su culo. Y se derritió.
Se detuvo en medio del pasillo sin saber porqué mientras la mano de Esteban progresaba buscando su ano. Casi instintivamente separó los muslos y un dedo de Esteban alcanzó finalmente su ano. Un dedo que sabía cómo estimular. El esfínter de Benito se relajó. Esteban acercó la cara al cuello del profe le mordisqueó y susurró al oído.
- Mi perro va a dormir hoy conmigo ¿verdad?
Benito no podía imaginar que Esteban adoptara ese comportamiento, pero al escuchar su frase recordó aquella otra similar que Fran le dictó mientras le mordisqueaba la oreja.

- Vale tía, Blanca, el muñeco es tuyo, pero yo tambien tengo mis caprichos
- Pero no con mis juguetes, maricona - gritó destemplada Blanca.
- Bueno, yo ya me iba - Benito estaba sobrepasado por la situación. Habían pasado demasiadas cosas en muy poco tiempo - hasta mañana Blanca.
- Hasta mañana Benito, nos vemos en Anaya.
- Espera, que me voy contigo - Fran recogió la chaqueta que había dejado caer sobre una silla.
Bajando la escalera de la casa de Blanca Fran rodeó la cintura de Benito, le atrajo hacia él y luego le empujó con violencia contra la pared. Comenzó a besarle salvajemente mientras con la mano que rodeaba su cintura se abrió paso entre el pantalón y la espalda. Sin miramientos hundió su mano, que ahora parecía de acero hasta dar con el ano de Benito y luego progresó hasta tocar la delicada piel del escroto para regresar y comenzar a insinuar dos dedos en el ano
- ¡No, no, Fran, no! - Benito estaba sobre todo asustado, pero no por estar en medio de la escalera si no porque le excitaba, y mucho, la situación.
- ¡Si, perra, si! - Fran estaba transformado, parecía como si un espíritu agresivo le hubiera poseído - tu dueño va a follarte aquí mismo y está noche, mi sucia perra va a dormir a los pies de mi cama.
- No, por favor, espera, espera - pero Fran ya había forzado los jeans de Benito y rebasado sus caderas hasta hacerlos caer.
Benito no entendía que le sucedía, tenía pavor al dolor pero deseaba al precio que fuera que Fran le taladrase, por eso cuando le dió la vuelta en aquel descansillo y le obligó a agacharse se sorprendió a si mismo diciéndole a Fran que el culo era suyo.
- Clávamela, Fran, préñame, necesito que un tío me folle.
Fran lubricó con algo de saliva el ano de Benito y luego su capullo, apuntó, metió sus brazos por debajo de la camisa y buscó los pezones del asustado y excitado Benito, hizo presa en ellos y al tiempo de un seco golpe de caderas apuñaló el culo con la barra de hierro al rojo que era ya su polla. El muchacho, se mareo del dolor dando un grito cohibido por el sitio donde estaban, pero Fran no se arredró y comenzó la tortura de los embates contra el cuerpo de Benito. Poco a poco el dolor fue cediendo, la sensación de estar a merced total de su oponente le hizo sentir un calor que le hacía jadear hasta que dejó de sentir ningún tipo de incomodidad en su ano y la necesidad de que Fran entrase profundamente en él se le planteó como una exigencia 
- ¡Quiero más, más profundo Fran, soy tuyo, arráncame los pezones!
Y en ese momento Fran sintió que se vaciaba y un placer inenarrable estalló en el capullo de Benito. No habrían pasado más de dos minutos y era como si la eternidad se hubiese detenido en aquella escalera.
Cuando Fran se retiró de Benito comprendió lo sucedido.
- Fran - dijo ajeno a lo que sucedía Benito - ¿tan grande ha sido la corrida o me estoy cagando? - al tiempo que se echaba mano a los muslos por los que resbalaba un líquido pegajoso que le embadurnó la mano - ¡tío, joder, que has hecho, me estoy desangrando por el culo!
Fran se miró su miembro y estaba envuelto en sangre. Sin responder se volvió, subió los escalones de dos en dos llegando a la puerta de Blanca y la aporreó.
- ¡Blanca, abre, abre, por favor, Benito, por favor, ayuda! - Fran lloraba abiertamente.
- ¿Que te pasa, estás loco? - dijo Blanca mirando las manos de Fran manchadas de sangre - ¿que has hecho?
- Benito, por favor, en la escalera, una toalla, algo, se desangra.
Blanca no pidió más explicaciones, entró, arrampló la primera toalla que encontró y se tiró escaleras abajo. En el siguiente tramo, sobre el descansillo, Benito estaba medio tirado con los vaqueros en los tobillos y los muslos rojos de la hemorragia; medio inconsciente vio a Blanca.
- Ayudame, Blanca, tío, mira como me ha follado Fran.
- Vamos, Ben, a ver, abre las piernas, joder, ya parece que no sangras. Échame una mano intenta levantarte, vamos a mi casa a verte bien.
Benito, como pudo, apoyándose en la pared se incorporó y Blanca le ayudó con los pantalones para que pudiera caminar el tramo de escalera hasta su casa. Cuando lo consiguieron, Fran ya estaba dentro, sentado en el suelo abatido por lo que acababa de suceder.
-¿Eres gilipollas? Es..., era virgen, ¿aún no te habías enterado? pues hace ya un mes que no parábamos de hablar de otra cosa. Y si, ya sé que te apetecía mucho, ¡un hetero virgen! - Blanca se quería comer a Fran - ¿aún no sabes que es ser virgen? con ese pedazo de rabo. Y tú, 
- dirigiendose a Benito - anda que vaya pedazo de hetero, a las primeras de cambio te dejas desvirgar sin lubricante y en una escalera, para que encima os hubiera pillado un vecino. A ver, ven al baño, yo creo que ya no sangras. Desnudate y métete en la ducha. Y tú, deja ya de hacer el padre Simón, levántate y lávate también. ¿Os lo habéis pasado bien eh, pedazo de maricones? Venga lavarse, yo voy a recoger el estropicio de la escalera antes de que tengamos un disgusto con un vecino. Y voy a servir algo para reponernos todos del susto y me lo contáis todo de la pe a la pa. ¡Pedazo de guarras! Y nada menos que en mitad de las escaleras - dijo Blanca para si mientras cogia el cubo de la fregona.

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