C A I M A N
La limusina salió gastando
neumático de la puerta del Metrópolis enfilando a la bahía antigua de Tampa
para poderla atravesar y regresar al hotel en St. Petesburg. Si Lucas hubiese
mirado por el retrovisor habría visto salir del local a un vaquero con sombrero
gastado y pantalones ceñidos, que en cuanto pisó la calle se arrancó el
sombrero de la cabeza lo estampó contra la acera y lo pisoteo aunque no habría
podido escuchar los gritos de desesperación y angustia que profería mientras
destrozaba el sombrero.
- Había un tío en el cuarto
oscuro con un sombrerito de paja – dijo Duncan lujurioso perdido – que calzaba
un nabo que me ha llegado a los talones.
- Todavía tienes lefa en la
comisura, maricona – le soltó medio riendo Richard.
Duncan se relamió con la lengua y
recogió, efectivamente una gota de semen que le quedaba.
- Mmmm, si, es suya – entornaba
los ojos mientras se deleitaba pensando en el sabor del semen del vaquero.
- ¡Estáis locos! – Gritó Roberto
– no habéis escuchado hablar de algo que se llama SIDA, porque lo menos que te
puedes pillar en un sitio de esos es una hepatitis o un sifilazo, pero es que
el SIDA, es ya el colofón. Tú que sabes a quien se la has mamado, y si tenía
¿aunque fuese condilomas?, como vas a explicarle al medico de tu familia como
te has contagiado esas especie de verrugas en la boca, ya te digo, por no
hablar del SIDA.
- Bah – contestó quitándole
importancia Duncan – en Europa estáis siempre cagados con estas sandeces. Si te
toca te toca y si tienes pasta, como es nuestro caso, se soluciona y punto y si
no la tienes al hoyo y san se acabó. ¿Y tu crees que a mi familia le iba a
interesar que se supiese que su niño se la mama al primer desconocido?, esas
cosas en nuestra sociedad se tapan, porque
n o s o t r o s somos los pilares
del sistema, sin nosotros se derrumba. Somos perfectos, ¿no lo sabías? Como
mucho mi padre me quitaría una semana el Ferrari, hasta que me mi madre me
comprase otro y punto y final. Las madres son comprensivas, aunque claro en
menos de un mes me tendría que casar con Dorothy – y haciendo una mueca de
rasgarse la garganta con las garras - ¡oh cielos, piedad Dorothy nooooo!, pero
bueno la preñaría para tener vástago de muestra y luego que viviese su vida
como yo iba a seguir con la mía, aunque eso sí, sin escándalos por favor, ¿no
es eso Lucas?
Lucas conducía ya por el viaducto
sobre la bahía flanqueado por las luces de yodo que como guirnaldas de feria
enmarcaban la carretera sobre el agua.
- Mira Roberto, mi padre antes de
follarse a sus guardaespaldas se follaba a sus colaboradoras de campaña hasta
que le encontró más punta a una polla – se rió a carcajadas del chiste que
acababa de hacer – que profundidad a un coño. Tanto a unas como a otros ni les
interesa que el senador Taylor se vea envuelto en un escándalo ni a ellos
quedarse sin trabajo muy bien remunerado con esporádicos regalitos, que mi
padre es generoso de cojones, de manera que el silencio es el mejor consejero
de inversiones y todos contentos.
- Eso dice mi madre siempre –
terció Roberto – el silencio es el mejor aliado, porque esa gilipollez de que
el que calla otorga es cosa de estupidos indigentes que no tienen que defender
más que su vida; pero la realidad es que el que calla no dice nada y la mejor
manera de que se te meta un gusano en la cabeza y te la haga mermelada de
mierda es que inicies una conversación con alguien más inteligente que tú,
creyendo que tú eres más inteligente que él, por eso lo mejor es mantener la
boca cerrada.
- Ahora comprendo porque tu madre
es asociada al bufete del Decano de Yale, es tan taimada y tan cabrona como él.
- Oye, oye, que es mi madre –
protestó Roberto.
- Y una zorra de cuidado en el
mundo de los negocios, y eso no lo puedes negar. He escuchado hablar maravillas
de ella a mi padre – le contestó Lucas – y lo de cabrona era para ilustrar que
cuando hace presa se lleva cacho siempre. Era un cumplido.
- Ya, pero suena raro en mis
oídos. Este invierno voy a ir con tu hermana a Bélgica para que la conozca
antes de ir a Cádiz a pasar las navidades con mi padre.
El coche ya enfilaba el puerto de
Tampa camino del hotel y los cuatro bostezaban.
- Tengo sueño, tío – dijo Richard
– a que hora zarparemos.
- A las ocho nos espera Sebastián
para el desayuno en cubierta. La planeadora estará esperándonos a las doce. No
llevará al corazón mismo de los Everglades a una casucha que los esclavistas
usaban para esconder a los esclavos huidos antes de mandarlos al norte antes de
la Guerra de
Secesión. Por eso hay muchos caimanes por allí. De siempre han tenido comida
fácil y ahora parque nacional pues ya ves.
- Tío, vamos a dormir tres horas
nada más – protestó Duncan.
- Pues duermes en la cubierta
mientras navegamos, aunque sospecho que no te van a dejar – dijo Lucas mirando
hacia atrás mirando como Richard le daba un morreo a su colega.
A Duncan tuvo que tirarle de la
cama Lucas Taylor Jr. porque no había manera de despertarle. Parece ser que la
noche, después de llegar del Metrópolis la habían tenido agitada Richard y él y
no conseguía despertarse.
- Venga loca salida, que la
goleta zarpa sin ti – gritaba a voz en cuello Lucas.
- Por favor…, - casi sin voz
Duncan pedía tregua
- ¿Por favor, por favor? Vas a
decir ahora. ¿No tenías tanto sueño anoche, hasta que hora estuvisteis
follando, gilipollas? – Lucas estaba empezando a cabrearse – te lo dije muy
claro que a los ocho zarpábamos, que a las doce nos esperaba la planeadora del
estatal y que eso ha sido un favor que ha tenido que pedir mi padre en
Tallahassee.
Duncan a rastras se metió en la
ducha y Lucas detrás de él cerró el grifo del agua caliente dejando a su amigo
semidormido sin respiración por la congelación del chorro de agua fría, pero
tuvo la virtud de despertarlo del todo.
- ¡Eres un cabrónazo Lucas!, esto
no se hace con un amigo – protestó Duncan.
A las ocho horas y cinco minutos
el Marion II zarpaba del muelle privado de St. Petersburg con rumbo a los
manglares de Florida donde la planeadora del Estado de Florida con un guarda
del Parque Nacional de los Everglades les esperaba en la Bahía de Ponce de León donde
por el calado el Marión II tendría que fondear y a través de la bahía de
Withewater llevarles hasta el corazón del Parque donde podrían ver caimanes a
placer.
- ¿Por qué no doblamos mañana por
Key West y llegamos a Miami a pasar un día – dijo Richard - ¿Conoces Miami? –
le preguntó a Roberto.
- No, no conozco Miami –
contestó.
- Cuerpazos tío. Si los de los
tíos están de muerte, los de las tías son para morirte y con un barco como el
Marión hay rollo fijo. A un trasto de estos no hay quien se resista a no ser
que tenga uno de quince metros más. ¿Verdad Lucas? – afirmó más que preguntó
Richard.
- Déjate de historias y cuentos.
En cuanto veamos los caimanes y nos demos un chapuzón en Ponce de León vuelta a
casa. Ya sabes como es mi madre y mañana da una fiesta oficial para presentar
al novio de mi hermana. Mira ya estamos frente a Coral Bay donde recogí a
Sebastián. En menos de una hora en la planeadora.
- ¿Queeeeeee? – Roberto no podía
dar crédito a lo que estaba escuchando – ¿una fiesta de qué?
- Me lo dijo mi madre justo antes
de zarpar de casa con la expresa orden de que fuese una sorpresa para ti en
cuanto llegásemos de vuelta…, y a mí con las gilipolleces de éste – señalando a
Richard – se me ha escapado y ahora ya lo sabes. Vas a ser presentado
oficialmente a lo más granado de la sociedad de Florida como el futuro marido
de Corina. Tienes hasta anillo de compromiso.
¿Qué tengo qué? yo no he comprado
nada a nadie y menos un anillo de compromiso. Lo de tu hermana y mío es un
tonteo de adolescentes. Nada más.
¿Para que te tiraste a mi madre?
– Le espetó de sopetón en la cara Lucas a Roberto – ahora te quiere de yerno
para que te la folles a cualquier hora. Te lo dije, es muy puta y no me hiciste
caso, ahora carga con las consecuencias; además no es para tanto, de aquí a que
os caséis tú tienes que acabar en Yale y pueden pasar miles de cosas. Tómatelo
como un intento de mi madre de follarte a su elección y de paso alégrate vas a ingresar
en una de las sociedades más exclusivas de los Estados Unidos, por mucho que se
diga de Boston, lo que significa que tienes media vida al menos resuelta.
- Yo, ya tengo una vida resuelta
– levantó la voz bajo la toldilla de popa muy enfadado Roberto – tengo un padre
que es medico y arquitecto y una madre que es la reina del derecho mercantil en
el mundo entero – y ya vociferando como un poseso – yo no necesito que nadie me
resuelva nada de nada. Y me voy.
- ¿Adonde? – Preguntó cansino
Duncan – mira Coral Bay estará a unas veinte millas, ala venga tírate y empieza
a nadar. Ya les iremos diciendo nosotros a los tiburones que sean respetuosos
con tu soberano cabreo de exquisito europeo – y a medida que avanzaba la frase
iba elevando el tono de voz – que le parece que nuestra sociedad hortera no es
lo suficientemente exquisita para un orgulloso español. ¡Joder! Ya está bien.
Mañana te presentan a un montón de gente de la que a la mitad te tirarás y la
otra mitad querrán acostarse contigo, así que disfruta joder y no nos amargues
la excursión. Y tú bocazas – dirigiéndose a Lucas – podías haber sido un pelín
más discreto.
- ¡¡Hostias!!- Roberto se sentó
de golpe en una tumbona muy irritado – no me gustan los compromisos. Bueno, ¿y
el anillo ese?, cuanto me va a costar.
- Naaaada, son cosas de mi madre
– contestó pacienzudo Lucas – lo ha encargado ella a Zales en Tampa, que es
donde suele comprar los diamantes. Tú se lo vas a regalar a su niña, un bonito
solitario montado al aire con cuatro garras de platino y anillo de oro blanco,
pero lo paga ella. Compréndelo Roberto, esto es un juego para mama. Ahora le ha
dado por ti y mañana será por otro. ¡Ah¡ y ya puestos prepárate, porque Corina
te regalará a ti un Vacheron Constantin edición limitada con correa de serpiente;
es la costumbre de mama, se los traen a docenas de Suiza. Siempre tiene a mano
para algún regalo.
- Me cago en dios, joder – grito
desaforado Roberto
- Por favor – le reconvino Lucas
– aquí la gente podrá ser muy puta y muy degenerada pero en cuestiones de
religión te ruego que dejes a dios en su cielo o en el corazón de cada uno y te
guardes tus exabruptos para ti nada más. Y te lo estoy diciendo muy en serio,
esos temas son muy sensibles en esta parte del mundo.
- Perdona – respondió
apesadumbrado Roberto – no volverá a suceder.
- Eso espero - contestó Lucas –
por el bien de todos.
La singladura continuó con todo
el mundo cayado hasta que el timonel anunció que se divisaba ya la bahía de
Ponce de León y con los prismáticos la planeadora que les esperaba.
- Fondea aquí y arría el bote
para ir hasta la costa – ordenó Lucas.
- Si, señor – contestó muy mal
encarado el timonel.
- Espera Lucas – le anunció
Duncan con los prismáticos en la mano – la planeadora nos ha visto y viene a
recogernos.
- No arríes el bote.
Con otro si señor peor encarado aún
el timonel abortó la maniobra.
La planeadora haciendo encajes de
agua en forma de cortinas enormes y parabólicas al hacer los recortes
necesarios para maniobrar saliendo de la bahía de Whitewater a la de Ponce de
León se acercó a una velocidad considerable a la goleta y justo cuando parecía
que iba a estamparse contra la popa, el pilotó frenó en seco, dando reversa a
la enorme hélice que le impulsaba y la proa de la planeadora se encabritó
quedando perfectamente amurada al muelle de popa de la Marion II.
- Señores. ¿Usted es el hijo del
senador Taylor, si no me equivoco? – Dijo dirigiéndose a Lucas, y sin dejar
responderle continuó – vamos directamente a la estación del Parque Nacional.
Desde allí a pie podremos ver caimanes. Luego si tenemos tiempo y el tiempo
acompaña merece la pena pasarse por el Lago del Oso al sur, tiene unas vistas
magnificas.
La lancha era muy grande y bien
acondicionada con asientos con su correspondiente cinturón para todos los
pasajeros. El funcionario Denver, “Soy de Colorado” iba en una posición alta
desde la que dominaba bien la conducción y hasta que no se cercioró de que
todos estaban bien asegurados no se encaramó a su puesto de mando. Duncan como
siempre rebelde, se negaba a ir amarrado y prefería ir suelto, pero Denver se
negó a arrancar hasta que todos estuviesen bien sujetos.
- En un viraje de noventa grados
a más de sesenta millas si no van amarrados saldrían despedidos.
Finalmente Duncan se avino a
razones y consintió en colocarse su arnés que le fijaba solidamente a la
embarcación.
- ¿Y ese cañón que lleva detrás
del asiento? – Preguntó descarado Duncan a Denver antes de que éste arrancase
el motor que impulsaba la hélice que hacía desplazarse la planeadora por los
pantanos con tanta soltura.
- Hijo, recuerda que aquí lo que
habéis venido a ver son caimanes, porque hay caimanes, no son de dibujos
animados y cuando hacen presa, bueno, despídete porque es raro el que se salva.
A veces no queda más remedio que disparar y tiene que ser a matar, no se
asustan tan fácilmente.
- ¿Me vas a dejar disparar a
alguno?
- Cállate ya Duncan – le ordenó
entre aburrido y cabreado Lucas – ¿quien te han creído que eres, Cocodrilo
Dundee?
Denver arrancó con contundencia y
los visitantes se vieron aplastados contra el respaldo del asiento debido al
tremendo empuje que ejercía la hélice. El guarda del parque dio un giro cerrado lo
que hizo saltar una caracola de agua que terminó por caerles a todos encima y
enfiló a Whitewater para atravesarla y llegar a la caseta de la estación de
vigilancia, antiguo refugio de los negros escapados de la esclavitud que se
aventuraban en el manglar a pesar del peligro que representaba. Los
abolicionistas la habían creado en un lugar del manglar intrincado donde fuese
difícil encontrarlos, pero al que se llegaba con la planeadora con relativa
facilidad.
Estaban saliendo de la bahía
Whitewater cuando Duncan en una de sus
típicas gracias de niño rico sureño se deshizo del arnés y se puso en pie para
hacerse el aventurero que no le tiene miedo a nada. Denver no se dio cuenta de
la maniobra y tomó un giro brusco que hizo caer a Duncan al agua.
Rápidamente el guarda frenó y
giro en redondo para recoger al inconsciente que se había atrevido a desafiar a
la gravedad y llegó a su lado al instante, momento en el que Duncan en lugar de
agarrar el bichero que Denver le ofrecía para subir a la plataforma se impulsó
con sus pies contra la barca para nadar en dirección contraria. No se percató
de que desde el manglar cercano un ejemplar de unos cuatro metros se zambullía
dispuesto a desayunar. El tiempo que Denver sacó el rifle de su funda y lo
amartilló fue el que el caimán mordió la pierna de Duncan y lo arrastró al
fondo. No le dio tiempo ni a gritar. La profundidad en esa zona no era mas de
metro y medio y Denver avezado ya en mil batallas con los reptiles por lo que
casi a ciegas disparó dos veces y al poco emergió la cabeza de Duncan
descompuesta y rápidamente el agua que le rodeaba se tiño de un temible color
sangre.
Denver saltó al agua, al tiempo
que le tiraba el rifle a Lucas para que disparase en caso necesario. Con gran
destreza recogió al muchacho ya casi desmayado por la perdida de sangre y lo
elevó hasta la planeadora. Ya en ella, Roberto se hizo cargo de que se estaba
desangrando por la femoral como si un miura le hubiera empitonado, se quitó la
correa e hizo un torniquete lo más apretado que pudo para cortar la hemorragia.
Denver saltó otra vez a la barca y puso rumbo a la estación del parque de la
que se encontraban muy cerca. No habían hecho más que llegar cuando un Chinook
sobrevoló la zona e inmediatamente aterrizó.
- Lo hemos visto todo, les estaba
siguiendo un satélite, desde que salieron en la goleta. Tratándose de quien eran,
el senador no quería que se corriesen riesgos. Venimos de Fort Lauderdale,
vamos a llevar al herido al Jackson Memorial, aunque – dijo un militar con las
insignias de medico que atendió a Duncan – por lo que veo la pierna está ya
perdida. Habrá que agradecer a los cielos que salve la vida y al que ha
disparado con tanta certeza.
Con movimientos rápidos y medidos
Duncan fue introducido en una camilla y luego en el helicóptero que sin más
dilación se elevó tomando dirección noreste hacia Miami dade.
- ¡Joder! Está loco – estalló
Lucas – se lo veníamos diciendo hacía tiempo, a ver de que le van a servir los
pozos de petróleo a tu tío y a tu padre cuando te ocurra una desgracia.
- ¿Tiene petróleo como tú
Clayton? – preguntó Roberto algo descolocado
- Es el mismo petróleo. El padre
de John es hermano del padre de Duncan. Ocurre como en todas las familias, por
el sucio dinero no se hablan, pero por un codicilo que dejó el viejo en su
testamento, conociendo a sus hijos, si se llegasen a separar y dividir la
compañía Clayton, automáticamente todo pasaría a manos de la administración
federal. Ahora precisamente hay un pleito por eso mismo; el tío de John, Oseas,
como el viejo, el padre de Duncan, ha interpuesto una demanda impugnando el
codicilo. Un bufete muy famoso Belga
lleva el caso, y la primera vista será en Austin en unos meses.
A Roberto se le encogió el
corazón.
- Ese bufete – dijo con evidente
temor de lo que iba a tener que decir -. No sabrás como se llama.
- No sé, Duncan me lo dijo, algo
como Navidad…, aunque eso no es nombre de bufete ni nada…
- Noel y asociados – afirmó muy
seguro Roberto.
- Eso – se mostró entusiasmado
Lucas de que Roberto hubiese acertado – pero – puso cara de enorme extrañeza –
¿tú como lo sabes?
- Mi madre es el Asociados – dijo
compungido Roberto – me dijo que en primavera verano del año que viene tendría
que venir a Austin para un juicio importante. Ahora ya se todo lo importante
que tiene que ser el juicio.
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