sábado, 24 de agosto de 2024

INCESTUOSO (IV)

 

- Venga chaval, un rimming a tu novia como cabría esperar de tí después de que tu abuelo la haya preñado como dios manda.
- Por cierto Javier, tu abuelo folla mucho mejor que tú. Tiene esa curva milagrosa en el rabo que cada vez que entra, alegra cualquier próstata. Y él sabe cómo hacer que cada embolada sea como si fuese la primera sin desvirgar. ¡Que sabiduría!

Javier se enfrentó al ano de Marta, su novia provista de rabo, a unos centímetros. Miró el capullo de su abuelo Jerónimo, levemente manchado de mierda y aún goteando los últimos restos de semen y luego el ojal de Marta que le animaba a limpiarle con la lengua la sustancia blanquecina que le destilaba el cuerpo. Marta le instaba ya quejosa de lujuria a que se metiese con la cara entre sus carrillos y su abuelo daba palmas como elevando la apuesta de que no tenía cojones de hacerlo. Javier miró los dos objetivos, sonrió suficiente de determinación, fijó la vista en los ojillos del abuelo y le guiñó un ojo.

- Abuelo, antes de limpiarle el culo a Marta, creo que mi abuelo se merece toda la atención a su polla aún manchada de la mierda de ésta. ¿Que creías que tú eras el único en saltarte el todo y ponerte el mundo por montera? Pues mira, querido abuelo.

Javier con la rapidez de una cobra se lanzó sobre la polla de Jerónimo y procuró que penetrase en su garganta lo más profundamente posible. Se la tragó toda y el viejo empezó a gemir. Javier chupó y chupó hasta dejar la polla limpia de cualquier rastro de mierda y semen y cuando se sintió satisfecho de un salto elástico se enganchó al cuello de su abuelo besándole profundamente. El abuelo volvió a empalmarse con dureza. Javier se volvió entonces y con destreza y agilidad atrapó con su cuerpo el rabo del padre de su padre.

- ¡Venga! Sácame a mi también la mierda, viejo cabrón mientras me preñas.

Jerónimo se excitó tanto que apretó profundamente para taladrar a su nieto que gemía de entre dolor, placer y deseo. Le pasó los brazos bajo los de Javier e hizo presa salvaje en los sonrosados y minúsculos pezones del chico. Javier se estiró de dolor verdadero, pero Jerónimo le tenía taladrado y sujeto con firmeza. Javier lloraba y gritaba de dolor pero no por eso le decaía la erección. Marta, golosa, aplicó la boca al sexo de su novio y los gritos de dolor se transformaron en aullidos de placer. Finalmente, corriendose en la boca de Marta, Jerónimo anunció entre espasmos que estaba preñando al nieto.
Y en ese momento el timbre de la casa acabó con la magia del momento.
Se detuvieron en la posición que tenían como si hubiese sido Miguel Ángel el que hubiese dado vida a un bloque de mármol. Fue un instante infinito en el que ninguno de los tres se movió hasta que otro timbrazo deshizo la composición y Jerónimo urgió a Marta a que se pusiera algo y fuese a ver quién era. Su nuera, Galatea, imposible que fuera ella, estaba trabajando, así que seguramente sería un paquete o los Testigos esos que predican por las casas.

- Marta, si son mormones y están ricos que entren que les vamos a contar lo pecadores que somos.

Marta tomó el albornoz de Jerónimo y fue a la puerta goteandole él culo la lefa de Jerónimo. Iba por el pasillo enjugándose con el albornoz expandiendo el olor a mierda.
Miró por la mirilla y vio a alguien con la cara llena de piercings y la cabeza erizada de rastas, rastas de aspecto sucio. Le excitó el aspecto. No veía más. De haber sido alguien sin tanto adorno habría pensado en un mendigo, pero el aspecto tan extravagante la intrigó y abrió la puerta.
Lo que vio la excitó aun más. Además de las rastas y tantos abridores en nariz y orejas llevaba anillos en labios y al hablar se dejaban ver al menos dos de lengua. Una camisa muy ligera como de gasa, multicolor abierta hasta el ombligo que presentaba otro piercing. Las perforaciones de pezones eran interesantes, tanto que Marta se quedó como hipnotizada mirándolos. Eran unas espirales que perforaban por tres veces cada pezón a modo de tornillo.
El extraño se percató de la sorpresa y le tomó con soltura una mano y le animó a que lo moviera para que el perforante entrara y saliera de sus agujeros. Los pezones gracias a estas caprichosas perforaciones eran gruesos, carnosos y largos y el extraño no pudo evitar mientras Marta manipulaba los piercings, ahora ya a dos manos, entrecerrar los ojos y gemir débilmente. De placer supuso Marta, aunque le daba igual. Manipular de esa forma unos pezones le hizo empalmarse súbitamente.

- Aquí vive Javier con su madre, Galatea ¿me equivoco?

La voz era radiofónica. Grave pero cálida, susurrante, acariciadora pero clara y acompañaba las frases de una sonrisa de ojos grises azulados, vivos, expresivos. Los enmarcaban unas arrugas de expresión que daban confianza a quien los miraba. Dirigió las pupilas a la entrepierna de Marta que presentaba un notorio bulto y él mismo se llevó la mano a sus genitales que se velaban tras unos pantalones afganos de color morado sucio y muy ajustados a los tobillos. En los pies unas sandalias de cuero de factura artesanal dejaba ver una piel sucia y encallada con talones agrietados.

- Esos pantalones son muy chulos, aunque un agüita no les vendría mal
- Son unos Sarouel, muy cómodos, sobre todo para los huevos si no llevas ropa interior.

En ese momento, de un lateral escondido a los ojos de Marta surgió una cabeza enorme de belfos babeantes y color gris azulado. Marta se sobresaltó paralizada pero el rostro confianzudo del extraño y la caricia que le hizo a la cabeza del animal la atornilló al suelo. El perrazo de forma lenta pero nada dubitativa acercó su hocico a la entrepierna de Marta apartando los pechos del albornoz y llegando hasta el sexo que empezó a lamer lo que arrancó gemidos placenteros a la novia de Javier.

- ¿Y bien, vive o no vive aquí mi hijo?
- Si, aquí vive un chico que se llama Javier con su madre. Y ahora con su abuelo Jerónimo que viene de una convalecencia.  Yo soy la novia de un Javier 
- Dirás el novio.
- ¡Soy una chica!
- Lo que tú digas y lo que los demás quieran engañarse, pero los animales hace milenios que abandonaron el raciocinio y exploraron mejor el campo de los instintos que no engañan. Honza. Perdón mi perro, o quizá debería decir que yo soy su humano y él mi dueño, desde que fue cachorro le educaron en el gusto por el sexo masculino. Le vuelve loco el olor de una polla, y sabe cómo darle gusto. Por eso te ha metido el hocico. De haber tenido coño te habría ignorado. Y cuando te huela el culo, querrá montarte, como a mí.
- ¡Entonces..., entonces..., usted es el padre, el padre de mi novio!
- Exactamente, no sé cómo lo habrás deducido, pero si. Soy el papá de Javier.
- ¡Javier, Javier. Jerónimo, Jero...!

Marta gritaba como una condenada al despelleje reclamando la presencia de su novio y el abuelo. A los gritos desde la otra parte donde se escondía Honza apareció más asustado que la propia Marta una cabeza  de aspecto enjuto, apergaminado, muy moreno de rasgos angulosos con dos ojos muy pequeños hundidos en las cuencas y unos labios gruesos y carnosos que contrastaban con el resto de la cara. Completamente calvo, vestía una túnica de aspecto bereber en tonos marrones y descalzo.

- ¿Y este?
- Ya os contaré. Sobre él y sobre Honza.
- ¡Hijo! ¿Porque eres tú, verdad, pero cómo?
- ¿Tú eres mi padre, el cabrón que me abandonó siendo un enano? Espero que puedas explicarte.
- Bueno, vale, pero ¿podemos pasar los tres?
- Claro hijo, claro. Adelante.
- Pero nos tenemos que desnudar también. A mí me encanta. Llevamos, éste mudo y yo una vida entera desnudos. Es nuestra normalidad.
- Si así os sentís mejor, venga. Me gustaría saber si mi polla se parece a la de mi padre. Y tú Marta, quítate ya ese ridículo albornoz. Si, no me mires así, papi, estábamos follando, el abuelo, mi novia y yo. Si váis a incorporaros, venga. Aunque él perro es tuyo. Ese que te folle a ti.
- Porque tú no lo has probado, hijito.
- Venga, pasar. Tú ex, hijo, no vendrá hasta por lo menos tres horas. Y bueno, cuenta. Lo del perro
- Honza, por favor 
- Honza, vale, lo sabía y supongo que tú callado acompañante es el viejo que era compañero. Pero, ¿los gemelos?
- Los pelirrojos se han largado. Bueno. A ver. Tú cómo cojones sabías lo del viejo, los gemelos y tal.
- Estuve hace ya un tiempo con un amigo en el Club X de Dusseldorf, y allí una amiga suya, una tal Darita.
- Una pieza buena, la tal Darita.
- Nos contó lo de Klaus y lo de sus esclavos, el viejo, los gemelos pelirrojos, su perro y tú. Me dió pelos y señales y supe que eras tú. Se lo conté a tu hijo. Ya lo sabe todo.
- Te los has follado, como a mí 
- Te recuerdo que fuiste tú el que vino a mi despacho a tiro hecho. Si, soy muy debil en aspectos de bragueta, lo reconozco y te tenía en el punto de mira desde que con un año, cuando te cogía en brazos, no se porqué, te encantaba pellizcarme los pezones y cuando veías mi reacción de gusto te meabas de risa y te empalmabas. Cuando te vi tan lanzado lo agradecí. Y aún no me he arrepentido de aquellos polvos que echábamos. Ahora con tu hijo he rememorado viejos laureles y me han dado vida. Por cierto, tanto piercing en tu cuerpo, me ha puesto a tope.
- Bueno, padre, esos topes, luego. Ahora las explicaciones. Klaus de ilustre y mil millonario apellido, no voy a mencionar nombres era hijo de un tal Konrad y una tal Gabrielle. Está última coleccionista y tratante de arte a niveles estratosféricos, de familia de marchantes de arte de toda la vida. En suma, Klaus era de familia de pasta. Pero Klaus tenía otros intereses. No le gustaba nada lo de los negocios de la familia y si las fiestas, las juergas y una interpretación bizarra de lo que era la sexualidad. Klaus era el ojito derecho de Gabrielle y un terrible dolor de muelas para Konrad. Lo desheredó, algo con lo que su madre no estuvo de acuerdo, así que se lo dejó todo lo suyo a Klaus al morir. Pero mientras moría o no le dejo la casa donde vivía con sus esclavos, una renta anual sobrada y antes de morir le entregó los bonos al portador que poseía del negocio del marido. Cada seis meses recibía un paquete por mensajería que guardaba en una enorme caja fuerte de Krupp. Una de las veces que me estaba follando Honza fue una de las entregas semestrales. Cuando Honza hizo el nudo y se quedó quieto pude fijarme en la combinación y como usaba la llave que nunca se quitaba del cuello. 17 a la derecha, 28 a la izquierda, 9 a la derecha. Hace tres meses mientras Honza me follaba. Por cierto, Honza me folla a diario, él lo necesita y yo lo necesito. Pues Honza me hacía gozar y Klaus hacia lo que le encantaba, follarse a uno de los gemelos, después de azotarlo mientras el hermano se colocaba con su gemelo en plan 69. De vez en cuando la sacaba del culo y la metía en la boca del otro. A veces la polla le salía manchada y eso si que lo disfrutaba viendo cómo el hermano comía la mierda del otro. Hace tres meses Klaus en pleno orgasmo dio un ronquido raro y se desplomó sobre los hermanos. Le daría un infarto, no se.
- ¿Has dicho que disfrutas de como te folla Honza?..., papá.
- Si..., hijito, y deberías, deberíais probarlo todos. Es un delicia, ¿verdad, Honza?

Acarició la cabeza del perro que inmediatamente hundió el hocico en el sexo de Javier padre, o Javichu como le llamaba cariñosamente su madre en su lecho de dolor. El pene de Javichu encerrado en su jaula reaccionó hinchándose tras los barrotes y dejando bien patente su príncipe, su frenum, ampallang y resto de ferretería que llevaba. De inmediato la verga del perro salió de su funda de pelo y el animal empezó a gemir y ponerse nervioso.

- Me quiere follar. Hoy no lo ha hecho y reclama su derecho. Me folla a diario hace años. Debías probarlo tú Javier. Es algo diferente. Es más te animaría a que se la chupases primero. El color así tan como ensangrentado puede echarte para atrás pero te resultará increíble su dureza y textura, recuerda que lleva un hueso dentro que le da rigidez. Con cuidado porque un animal tan grande si te hace el nudo dentro de la boca puede ser un problema. En el culo se aguanta bien, incluso si pilla próstata de lleno el goce es perfecto. Eso sí es bastante lechero este Honza y te iba a atragantar de su semen si no tragabas con rapidez. Venga, estamos desnudos, échate aquí en la mesa, Honza, en cuanto vea el culo dispuesto te montará y yo haré de mamporrero por ser la primera vez. Venga, anímate.
- Si Javier, que yo vea como te monta y luego si hay ocasión que me monte a mi.
- Si nieto, estoy muy interesado en ver cómo esa bestia te destroza tu ojal.
- Ponte, hijo, que te folle mi pareja. Ni Honza ni yo somos celosos.
- Pero yo ahora no le hago una mamada a tu perro, con que me folle me conformo.
- ¡Por favor! papa de Javier, puedo chuparsela yo si él no quiere. Me apetece hacerlo. Me pone cachonda pensar que se la mamo a un perro.

Javichu acarició a Honza su funda de pelo y luego su verga roja, susurrándole que le iban a chupar antes de follar. El perro gimió y abrió un poco los cuartos traseros. El padre de Javier advirtió a Marta que le gustaba que entrase por detrás y le lamiese los huevos peludos antes de tocarle la verga, que era muy sensible y así el perro sabía lo que venía. Marta se acercó a cuatro patas por detrás y Javichu levantó el rabo de su pareja. Marta se acercó al ano del perro, lo olió por morbo y se estremeció pensando que le metía la lengua, pero se dirigió algo más abajo y lamió los huevos del animal que emitió un gruñido bajo y sostenido, luego Marta se acercó a la verga y la lamió primero, sorprendiéndose de lo caliente que estaba, fue haciendo los lametones más intensos hasta que se la metió entera en la boca. Honza de pronto inició un ladrido suave, como gimiente y Javichu avisó de que la corrida era inminente. Marta se incorporó empujó a Javier y dijo, con desesperación que se la tenía que follar a ella. Se echó encima de la mesa con las piernas bien separadas y Honza saltó sobre ella. Javichu con destreza dirigió la verga al ano que perdió dentro de él la polla perruna dura. Honza empezó a bombear como solo lo hace un animal hasta que emitió un gemido profundo final.

- No os mováis. Ya ha hecho el nudo, no puede irse. Su capullo se ha hinchado monstruosamente porque la eyaculación no se ha producido.
- ¡Ahhh! Es brutal, me va a reventar, no sé si me estoy meando o corriendo pero el placer no es nada parecido a lo que haya experimentado nunca. Quiero que siempre ya me encule Honza o alguien similar.
- La verga de Honza, muchacha o muchacho o lo que seas, es mía y solo mía. Es mi pareja y el único que hace que sienta placer con la jaula puesta. No se cómo me lame pero hace que me corra en medio de un caleidoscopio de placer.
- ¿Cuanto tiempo hace que la llevas, papá?
- Creo que los años que llevaba con Klaus, unos cinco, creo. Honza tenía seis meses cuando me folló por primera vez, un cachorro que no sabía cómo hacer y por poco no me arranca el intestino. Quería salir corriendo con nudo y todo. Klaus pudo sujetarlo, pero yo estuve una semana sangrando. Entonces ya Klaus me había condenado la polla. Para siempre, me dijo. Ahora, ya ves que lo que tengo es un botón pequeño. Hay clítoris más grandes.

De pronto, Honza, soltó un quejido pero como de dolor y se salió de Marta que no paraba de gritar porque no soportaba tanto orgasmo seguido. Cayó exhausta al suelo. El viejo inmediatamente se tiró al culo de Marta, que intentó rechazarlo sin saber que pasaba, pero Javichu le dijo con alarma que le dejara que le limpiase el culo con su boca que es lo único que hacía o quería hacer. El viejo se aplicó a chupar lo que saliese del culo de Marta, mientras Jerónimo lo miraba como hipnotizado.

- Yo quiero que me lo hagan a mí, pero no sé si querría que tu chucho me follase. Quisiera que me follases tu, pero ya he visto que va a ser imposible. Me conformaré con que me folle mi nieto y a ver cómo me limpia tu amigo cerdo. Oye, tú perro, ahora ¿donde va?

Honza, fue a refugiarse en la entrepierna de Javichu que avisó que le tocaba a él. Honza empezó a lamerle el botón enjaulado y al poco el hijo de Jerónimo empezaba a espasmar de placer. Cuando acabó, Honza lamió escrupulosamente cualquier gota de semen que salió de la jaula y se tumbo a, aparentemente a dormir.

- Pues estamos apañados los tres, Honza, Marta y yo. Solo quedan mi padre y mi hijo. Sería muy reconfortante ver a los dos disfrutar de sus sexos.
- ¿Quieres que te folle abuelo?
- Prefiero que tú padre nos explique cómo coño apareció en Alemania y porqué se largó dejándote con dos añitos.
- No tengo idea como llegué al Hofgarten en el centro de Dusseldorf. Eso sí, estaba desnudo con cuatro chavales.
- No. Espera. Porqué te largaste de casa y nos dejaste a mamá y a mí. Venga dinosló.

El padre de Javier hundió la cabeza entre los hombros y sorbió por la nariz.

- ¿Estás llorando, papá?
- Que va, que va. Debe ser alergia o algo. No se.
Desde antes que nacieras ya te quería. Había normalizado mi vida con tu madre y estaba feliz. Naciste y creí dejada atrás mi otra vida, en la que me engolfé con tu abuelo, el cabrero, Gabriel y más gente que tú abuelo intuirá, pero no sabe. Había un sotillo algo alejado del pueblo donde iba al anochecer gente del pueblo y alrededores a buscar compañía. Yo tenía dieciséis años y me escapaba de noche. Cogía la bicicleta y me acercaba al soto. Me desnudaba, escondía ropa y bici en un arbusto y me metía en la espesura. Allí, chupaba, tragaba, lamía y me follaba todo bicho viviente. Cuando volvía de madrugada me metía en la cama de mi padre a que me follase y así me podía dormir. Encontrar a tu madre y serenarme fue todo uno. Tenías dos años y tu madre se había ido a trabajar. Te despertaste y te cogí y te metí en la cama. No estaba premeditado hijo. Aún no sé cómo fue. Pero el contacto de tu piel con la mía me descontroló. Tuve un empalme colosal. Rocé tu cuerpo con el capullo y tú me lo agarraste con la mano. Me dejé llevar. Me destapé y te puse sobre mi barriga. Tú seguías jugando con mi polla que destilaba preseminal en abundancia. Lo tocaste y te llevaste la mano a la boca. Debió gustarte porque de inmediato te inclinaste sobre el capullo y te lo metiste en la boca. Debí apartarte, si, lo sé. Pero no lo hice y al poco me estaba corriendo en tu boca. Tragaste mi leche y nos quedamos dormidos tal como estábamos. Así nos descubrió tu madre por la mañana cuando regresó del trabajo. El resto, la tragedia posterior te la voy a ahorrar. Ese mismo día me fui. Me estuve drogando y prostituyendo años. No se cómo sigo vivo. Se que aparecí en aquel parque de Dusseldorf chupándole la polla a cuatro chavales que cuando se aliviaron me apalizaron por maricón. Supongo que para poder sobrellevar su homosexualidad negada y poder reconocerse como machos dominantes. Pobres desgraciados. Me salvé de la muerte porque Klaus andaba por allí de cruising.

No hay comentarios:

Publicar un comentario