sábado, 7 de septiembre de 2024

INCESTUOSO (V)

 

- Os quedaríais muy sorprendidos cuando visteis a Klaus derrumbado y fiambre.
- Los gemelos intentando quitarse a Klaus de encima que pensaban que el intentaba aplastarles con su humanidad, que Klaus era un auténtico oso de más de cien kilos. El viejo, huroneando el culo del gemelo follado para chupar el polvo que Klaus se suponía le había preñado y Honza que parecía que era el único que sabía lo que estaba sucediendo. Me estaba follando como el sabía que a mí me gustaba, daba tres o cuatro embites suaves y al siguiente me la clavaba hasta la bola lo que me hacía sentir que me reventaba y esa alarma de dolor intenso me excitaba mucho. Cuando de sopetón se detuvo y empezó a llorar yo ya supe que algo grave le pasaba a Klaus. Honza dejó de follar, se me salió del culo y se lanzó a la cara de Klaus, llorando y lamiéndole la cara. Me puse en pie y me acerqué. Le toque el cuello y no había latido, apoyé la oreja en la espalda y ni un ruido. Klaus estaba muerto. Ayudé a los gemelos a quitarse el muerto de encima y le quité la llave que llevaba perennemente al cuello. Uno de los pelirrojos me preguntó que para que era esa llave.
- En que hablabais Javichu. Nunca se te dió muy bien los idiomas.
- Chapurreabamos en alemán con Klaus. El viejo, nunca ha hablado en nada. Entendía lo que se le decía en alemán. Pero cuando yo les contaba a los gemelos lo que yo sentía cuando me follaba Honza o cuando me daba lametones en mi botoncito lo hacía en inglés. Verás, en mi inglés, que no es el de Oxford, pero su inglés australiano llevando años sin escuchar el inglés ortodoxo tampoco era el de Shakespeare. Bueno, pues cuando hablábamos, al viejo se le caía la baba.
- Venga. Sigue. Lo de la llave del oso.
- Le dije que para la caja fuerte. De golpe nos habíamos quedado huérfanos de alguna manera. Klaus subvenia a nuestras necesidades, de agua, comida y poco más. Entrábamos a la jaula a las once de la noche y salvo que Klaus tuviera orgía con amigos nos abría la jaula a las ocho, nueve o diez. Que nos daba agua, nos sacaba y con una manguera a presión nos limpiaba la jaula. Allí cagabamos y meabamos y por la mañana se limpiaba. Nos esposaba a la espalda y nos echaba de comer sus sobras del día anterior. El viejo no solía mostrar interés. Se alimentaba de lo que salía de nuestros culos cuando nos follaban. Porque por ejemplo a mí me follaba Honza pero yo era capricho de muchos amigos de Klaus. Alguna orgia me han follado hasta doce tíos. Y el viejo se lo comía todo. Estaba hecho a eso.
- Papa. Tienes que tener el culo tremendo. Tantos años y tanta polla.
- Mirame, Javier. Puedes comérmelo. Me gusta. Mete la lengua, entra de lejos entera.
- No te vayas por las ramas. Lo de la llave, ¿qué?
- Mete la mano Javier y trabajate mi ojal, enseguida te entrará la mano. Y mientras, sigo.

El padre de Javier se sentó de lado para facilitar la labor a su hijo y levantó ligeramente la pierna para que se abriesen  los cachetes y poder exponer el ano. Con mano temblorosa Javier intentando no tocar el cachete de su padre, lo metió hasta localizar el ano. Puso cara de sorpresa al tocar unos labios gruesos que median de largo lo que sus dedos. Insinuó los dedos de la mano entre ellos y pudo entrar casi sin oposición. Su padre emitió un leve quejido y elevó aun más la pierna. Hizo el intento y pudo meter los cuatro dedos menos el pulgar. Javichu echó su mano al ano y tomó la muñeca de su hijo empujando hacia dentro. Javier de forma instintiva llevó su pulgar a la palma de su mano y notó como se le perdía la mano dentro del cuerpo de su padre. Sintió la punzada en su verga que se le endureció al instante. Si padre con la sabiduría que da la experiencia buscó la entrepierna de su hijo mientras daba explicaciones sobre la llave de Klaus y se la agarró con fuerza. Interrumpió su relato y se dirigió a él mirándole a los ojos.

- ¿Quieres follarme en privado o no te importa hacerlo delante de todos? Yo prefiero el público. La costumbre.
- Bueno, Javier, follatelo o no te lo folles pero déjale que cuente. Estábamos en que los gemelos australianos preguntaban sobre la llave.
- Efectivamente. Tú Javier metela ya. Sigo. Los gemelos preguntaban que para que servía. Por toda respuesta me dirigí a una especie de cómoda casi de un metro sesenta de alto, caoba pura. Tenía unas molduras en los laterales que manipulé recordando cómo se lo vi hacer más o menos a Klaus. Al cabo de unos cuantos intentos lo que parecían cajones se abrieron hacia la izquierda, como la puerta escamoteada que era en realidad, sobre unas bisagras hurtadas a la vista y dejaron ver una caja de caudales de color verde oscuro. Los gemelos quedaron con la boca abierta. No lo sabían. Enseguida demostraron frustración. Si tenía la llave, pero ¿Y la combinación? Cuando les dije que sabía la combinación no podían creerselo. El viejo no hizo ni un solo gesto, todo aquello no le importaba.
Al abrir la caja, con respiración contenida por nuestra parte, el viejo tampoco hizo ningún aspaviento. Y lo que había allí era para hacer aspavientos y dar saltos mortales.
Yo sabía que pasta tenía que haber lo que fue una sorpresa mayúscula fue ver la documentación de todos nosotros. Así el viejo se llama Dennis, franco-belga. Su contrato de sumisión lo firmó con treinta y dos años. Llevaba con Klaus treinta y cinco años. En el pasaporte la fotografía parece de otra persona.
Estaban los pasaportes de los gemelos. Neil y Peter Dawson con su contrato de sumisión de unos meses antes que el mío. Ni idea de cómo conoció a los tres. A Denis tuvo que conocer con poco más de dieciocho. Increíble.
Además estaban varios, bastantes paquetes de los que recibía semestralmente. Supimos que eran de su madre..., hiiijo, hiiijo, sigue, sigue...
- ¿Que te pasa hijo, que te pasa?
- Que..., queeee tu nieto me ha encontrado, ahhh, la próstata y me voy a morir de placer, papá.
- Javier deja de ser tan incestuoso con tu padre, ya tendrás tiempo y deja que termine con lo de la caja fuerte.
- Noo, acaba hijo mío, acaba que me estoy corriendo ya, ahhhh, que placer que te lo haga tú propio hijo.

De lo que albergaba la jaula que llevaba Javichi empezó a manar líquido blanco espeso. Honza estaba plácidamente tumbado y de repente alzó su cabezota y enseguida identificó la fuente de su desasosiego. Se levantó de forma ágil y pronto metió su lengua en la entrepierna de Javichi lamiéndolo todo. Javier no pudo por menos que acariciar los huevos al perro que se volvió a ver quién le estimulaba. Vio a Javier y con la lengua llena del semen de su padre le dio un lametón de agradecimiento en cara y boca. Javier quedó sorprendido y al darse cuenta que tenía en los labios parte del semen que él había conseguido provocar se relamió los restos con una sonrisa de niño travieso en la cara.

- Estarás contento, hijo, éste es también digno hijo tuyo como tú lo eres mío. Pero venga, sigue. Que había además de vuestros papeles en esa misteriosa caja, que nos tienes a todos en ascuas.
- Vaya, pues parece que he caído en la familia adecuada, con el novio llevo de regalo al padre y al abuelo. Por cierto, no salimos de aquí sin que yo vea ese ano, Javichu. Me parece que sin haberlo tocado ya tengo una envidia de muerte.
- Bueno, niña o lo que seas, calla ya que ya no me aguanto más. ¡Habla joder, hijo!
- Había muchos paquetes sin desenvolver todavía, pesados, como de cuatro o cinco kilos con el remite de la madre de Klaus. Y luego bien ordenados lingotes de doscientos gramos de oro. Abrimos los paquetes y eran también de lingotes de oro. En total contamos sesenta y dos kilos.
- WoW, papá, ¡Eres rico!
- Espera, no he terminado
- ¿Hay más?
- Uno de los paquetes sin abrir, pesaba menos y me intrigó. 
- ¿Que era, hijo?
- Bonos al portador de la empresa del padre de Klaus. Nada menos que quinientos millones de dólares.
- ¿Que son bonos, papá?
- Dinero contante y sonante, niño. Deja a tu padre que siga. ¿Había más, hijo?
- Había más. Si. Bastante. Papel moneda. Dolares, Euros y Libras esterlinas.
- ¿Cuanto?
- Eran todos billetes grandes. Billetes de 50£, 100$ y de 500€. En total contamos 125000£, 245000$ y 185000€. Como algo más de medio millón de euros.
- ¿Como lo repartisteis? Y oye, papá. No estaban tus papeles, pasaporte o carnet. No has dicho nada.
- Yo no tenía papeles. Recuerda, Klaus me rescató de una paliza que me estaban dando cuatro cabrones después de chuparsela. Yo estaba desnudo del todo. Nada llevaba encima.
- Bueno, pero en algún lugar te desnudarias, porque no ibas a ir en pelotas por ahí.
- Tenía un colocón de hierba tremendo. No se cómo llegué ni como se la chupé ni como los ligué. 
- Entonces ahora, ¿como vas sin documentos por ahí?
- Yo no he dicho que nos los tuviera. Con dinero, nada es imposible.
- Bueno, remata la faena. Como fue el reparto.
- Neil y Peter dijeron que ellos se llevaban los billetes que lo de los bonos y el oro era un engorro. El oro pesaba mucho y no sabían cómo iban a acarrear lo. Querían volver a Australia y los bonos no tenían idea que hacer con ellos. Dennis no litigó, siguió mudo sin un solo aspaviento. Quedé con los gemelos en que yo me quedaría con el oro y los bonos y ellos se llevarían los billetes.
- Pero, joder, hijo. Esto me suena raro. O sea, que estás desde hace cinco años de puta esclava de un degenerado desnudo siempre y de pronto sabes de mercado de metales preciosos, de mercado de valores, bonos y toda esa mierda. Venga joder Javichi cuenta la verdad.
- Es que todo es más enrevesado de lo que se puede contar. Son cinco años de experiencias, de ser follado a diario por un perrazo y ser objeto de las sevicias por toda clase de gentuza. Klaus organizaba todas las semanas algún tipo de orgía, a veces dos. Era agotador. Uno de los asiduos, un individuo bajito, gordito, calvo y baboso era Zbynda un abogado de Ostrava al norte de Republica Checa muy cerca de Polonia. De hecho sus padres eran polacos que emigraron por trabajo a las minas de carbón de Silesia y el nació allí. Me lo contaba todo, como si fuera su novio. Estudió derecho en Brno en una prestigiosa universidad. Tuvimos mucho tiempo para charlar. Le gustaba acariciarme la jaula y ver cómo me follaba Honza mientras yo le chupaba un rabito pequeño y enterrado en grasa. Se corría, yo me tragaba su polvo y él creía que estaba colado por él. Estaba casado. Hacía tiempo que me tenía dicho que cuando quisiera él me podía echar un cable si tenía algún problema legal. Podéis imaginar que fue en quien primero pensé al ver a Klaus fiambre. Y ya cuando vi lo que tenía la caja de caudales no me cupo duda que había que llamarlo.
- ¡Un momento! Papá. Están abriendo la puerta.
- ¡Tú madre! Javier. Claro, llevamos aquí hablando más de tres horas. Pues, nada, tranquilos. Esto es lo que hay. A afrontarlo.

Los pasos de la madre avanzaban por el pasillo. De alguna forma Honza se puso nervioso y empezó a gemir.

- ¿Javier, hijo, te pasa algo?

Y entró en el salón donde se encontraban. Abrió y cerró la boca varias veces intentando articular alguna palabra, pero no emitía ni un sonido. La cara viró del blanco papiraceo al rojo indignación. Los ojos se le desorbitaron y lo primero que tuvo a mano, un anuario judicial, lo arrojó en medio del aquelarre. Honza gruñó y ladró comedidamente y el resto intentó protegerse como pudo.

- ¡Maria, mi Galatea, soy yo!
- Pedazo de cabrón, mariconazo de mierda. ¿Tú que haces en mi puta casa? Ahora mismo llamo a la policía.
- Tranquila mamá. Espera. Papa, que acabo de conocer ha venido hace un rato preguntando por nosotros. Se ha identificado ¿que querías, que le echase? De cualquier forma y por muy cabrón que sea es mi padre..., y no es peor que tú. Que conste.

Y en aquel salóncito de medio pelo se hizo el silencio de los pudrideros del cementerio.
A Galatea se le escapó la sangre de la cara y los ojos del resto se dirigieron hacia Javier interrogando como cualquier policía de serie B. Todos, sin hablar, parecía que hasta Honza, esperaban impacientes una explicación. "NO ES PEOR QUE TÚ" y eso que coño quería decir.

- ¡Javier, cállate! Soy tu madre y tú no sabes nada.
- Vale, yo no sé nada, pero a los siete años ya sabía lo que pasaba y recuerdo todo: olores, sonidos, texturas, sabores, que para que lo sepas, que nunca pudimos hablarlos me encantaban.
- ¿De que hablas Javier? Es tu madre y yo aunque ausente sigo siendo su marido. Nunca firmé un papel, ni ella me lo pidió.
- ¿Que no quise pedirlo? Serás cabrón. Te disolviste, perdí tu pista. ¿Donde iba a pedir nada. Donde has estado? porque incluso pedí al abogado que te buscara, por si estabas perdido o amnésico y no podías contactar. Nada. La tierra se lo tragó, lo que me dijo el abogado. Pensé que estarías muerto, devorado de alimañas en cualquier barranco dios sabe de que lugar. Y ahora de repente apareces así como un hippy con perro y todo.
- E inmensamente rico, nuera.
- ¡Que banco habrá atracado o a que viejo carroza se habrá follado?
- Mamá, ya está bien. No quieras que empiece a hablar que al fin y al cabo eres mi madre, me has criado y te quiero. Y que sepas que te perdono cualquier desliz.
- Hijo, cuando hablas de desliz de tu madre, ¿te refieres a que ha tendido sus amistades peligrosas? Me resultaría extremadamente chocante que mi Galatea tuviera amantes.

La madre de Javier se encendió como amapola en agosto y sus ojos incendiaron a su hijo con los rayos que despedían. Javier aceptó sin parpadear la reprimenda visual de su madre, miró a su padre y con gesto de misericordia, le tendió la mano a su madre.

- Lo tengo que contar. Ahora he sabido que mi padre se fue porqué me dio a mamar su rabo y bien satisfechos los dos nos quedamos dormidos, situación en la que nos encontraste y razón por la cual mi padre se perdió. Le he estado echando de menos toda mi vida. Creo que se merece saber la verdad. Yo, con dos añitos le mamé la polla y no tengo memoria. Con siete años ya recuerdo como tú mamá me la chupabas a mi hasta que una sensación tremenda me hacía desfallecer y me quedaba dormido.
- ¡Cállate ya, sinvergüenza!
- No mamá, no me voy a callar. ¿Como no voy a recordar que ya más mayor me metías entre las piernas y yo me calentaba y te la metía en el coño hasta que empecé a eyacular y me dijiste que mejor por el culo que me daría el mismo gusto y ningún disgusto. Si, yo no me negué nunca. Me gustaba meterla en caliente, hasta que Matías entró en mi vida y supe por que vereda debía encaminarse mi existencia. Ya no quise culearte más porque prefería que Matías me culease a mi, pero claro, tú no lo sabías y dejaste de preocuparte de mi. Si, mamá, si. No tenía a quien contarle lo de mi profesor de gimnasia y tú empezaste a no aparecer muchas noches por casa. Nunca te pregunté, aunque lo imaginaba, por donde navegabas.
- Eres un desagradecido. ¡Y ese perro, echarlo de mi casa!
- Este perro tiene nombre, se llama Honza y es mi pareja. Quién me folla, vamos.
- No mamá, no. No te escandalices de que a mí padre se lo beneficie un perro, es solo el escándalo de tí misma. Yo ya no me escandalizó de haberte follado. Al principio, cuando tome conciencia de lo que hacía se me pusieron los pelos como escarpias. No tenía a quien contárselo y me consumía el remordimiento. Hasta que llegó Matías, me ensanchó los horizontes y comprendí la necesidad de los tabúes. Follar con él era torear otro tabú. Y vendrán más. Créeme, lamento no recordar cómo era la leche de mi padre, pero seguro que me gustó. Ahora, ya ves la saborea un macho de otra especie.
- Sois unos degenerados.
- ¡Ah! vale mi adorada Galatea. Tú no estás a nuestro nivel, lo tuyo es elevación a modo del "Lacrimosa" de Mozart. Déjate de cuentos y desnudate como nosotros, ábrete de piernas y deja que tú suegro te coma el coño mientras tú hijo te porculea y así reverdeces viejos laureles. No, querida, no. No es momento de ser hipócrita. Déjanos ver tú precioso y decadente cuerpo e ilustranos sobre tu vida desde que me fui de vuestra vida.
- A mi papá me encantaría saber, si es que te acuerdas, que hiciste para llegar a Düsserldorf desde que me diste de mamar por última vez.
- A mi también me interesaría hijo. Contraté hasta a un detective, que me sacó la pasta para nada. Sencillamente, como me dijo el detective, tú existencia eran pavesas de un incendio forestal: nada.
- Cuando comprendí la trascendencia de lo hecho la primera intención fue quitarme de enmedio de la vida, pero recordé la dulzura de tus labios, chaval, y tú sonrisa, antes de dormirte sobre mi vello del pubis, con la boca pringada de semen, y supe que eras feliz. Para ti no había más que placer satisfecho. Para mí seguía existiendo ese placer hecho realidad, pero modulado a base de remordimientos para sujetarme al sitio que las relaciones humanas me atornillaban. Lo pasado sería horrible para mí, pero para ti un logro: obtener un placer inalcanzable. 
Por eso me fui, para que tú madre con su dueño no te hiciera asumir parte de la culpa, que de existir, era solo mía.
El destino. Solo el destino. Me fui con lo puesto. Con el poco dinero que llevaba, la cartera con todo se quedó por aquí, saqué un billete para el primer tren que saliese hasta donde alcanzase.
Es curioso. Quizá como purga a mi atropello en el tren se empezó a escribir mi futuro. Me senté frente a un hombre de mediana edad, con las mejillas azuladas de lo cerrada que tenía la barba. Me taladró con su mirada negra y me sonrió. Se acomodó su paquete sin ningún disimulo y me asaltó. Lo agradecí, yo tenía que hablar, explicarme, exculparme y rogar un castigo que me liberase del dolor de haber tenido sexo con mi hijo de dos años.

- ¿Escapas de alguien o de algo?

Y mis ojos estallaron. No tenía manera de dejar de llorar. Lo confesé todo.

- Soy un degenerado. He follado con mi padre, con los empleados de mi padre y con cualquier cosa que tuviera polla, y cuando enderezo mi vida, me caso con la mujer más maravillosa y tengo un hijo, le doy a mamar mi polla..., y lo disfruto y no sólo eso, ahora mientras se lo cuento hago una erección explosiva.

- Y mientras se lo decía me marque el rabo bien duro por el pantalón.
No esperaba lo que pasó a continuación. Me sorprendió y recuperó. Me hizo sentir libre.
Se levantó de su asiento, se puso delante de mí y me dió la bofetada más fuerte de mi vida. Luego se agachó hacia mí, me agarró con fuerza la mandíbula de la misma forma que lo hacía una tía lejana que se dejaba caer por casa cada cierto tiempo y lo hacía para inmovilizarme la cabeza y poder peinarme a su antojo. Pues bien, este hombre me inmovilizó la cabeza y me susurró algo al oído que tuvo la virtud de relajarme y excitar al tiempo una sensación que no recordaba desde que Gabriel me cogía de la oreja y me susurraba al oído: "van conmigo mariconcito que tengo un regalo para ti" y me conducía al pajar.

- Si, si, eres un degenerado que mereces un castigo muy severo y yo te lo voy a aplicar. Coge lo que tengas y vamos. Nos paramos en la siguiente. ¡Y ni se te ocurra despistarte, cerdo!

- Esperamos en la plataforma hasta que paró el tren, en un apeadero en medio de la nada. Había un coche esperando con un chaval joven al volante. Su hijo, me dijo y yo, no se porqué no le creí. Pero si, lo era. Su hijo mayor. Sergio le llamaba.

- ¿Y éste nota, papi?
- Un tipo degenerado que se folla a sus hijos y necesita una absolución y un castigo. Nosotros se lo vamos a proporcionar. ¡Tú! por cierto, ¿como quieres que te llamemos?
- Basura
- Mejor TRASH, WASTE, suena como más asqueroso, y el tipo da asco. ¿Le puedo azotar yo primero, papi?
- Venga trash, desnudate, tira esos harapos y metete en el maletero. Los desperdicios nunca los metemos donde van las personas. Vas a poder descansar de culpa. Vas a pagar y con colmo.

- ¿Estuviste secuestrado? pedazo de gilipollas. Yo pensaba que tuve un marido pederasta y resulta que lo que era, ¡Un Imbécil integral! No se cómo no me di cuenta.
- ¡Estaba devastado, Galatea!

Javichu empezó a llorar convulso, sin poder terminar la explicación. Javier por solidaridad empezó a llorar también abrazándose a su padre. Honza empezó a impacientarse y a llorar, se acercó a padre e hijo y les bañó en babas a base de lengüetazos.
- Bueno, venga, vale de sentimentalismos. Que eres muy grande ya, y encima de pareja tienes un perrazo, de buena polla por cierto. Pero ya está bien de monsergas de vieja  Cuentanos ya lo divertido. ¿Te azotaron, te follaron, te mataron a besos? Vamos, hijo, que nos tienes en vilo.



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