miércoles, 26 de junio de 2024

BI (2)

 
- Tío, John, que nos ha pasado.
- ¡Joder! aclararos, que es que me dejáis flipada del todo. Os veo muy acaramelados y ya no se si seguir comiendo rabo o tirar arroz y gritar "Vivan los novios" joder es tan evidente lo vuestro. Me da hasta pena tener coño. Y tú Carlos, tanto reclamar profesionalidad a John. De verdad buscaros un rincón y disfrutar.
- John te lo aseguro no disfrutaba tanto de un momento así desde que, adolescente, fui a casa de una amiga y me tenía de sorpresa un amigo suyo absolutamente gay y me enseñó, pues casi todo lo que se hoy. Me hizo tomar conciencia de los pezones, del ano, los huevos, aprender a disfrutar de olores, texturas y sobre todo me hizo saber la importancia de la piel como sentido tan importante como la vista. Hoy, John me has hecho revivir todo aquello. ¡Que felicidad!
- Pues olvídate del país de Oz y baja a la tierra, que está tarde tengo yo una sesión lésbica con una tía que no me hace mucha gracia y quiero acabar con esto lo más rápido posible para relajarme un poco.
Carlos dejó perderse la mirada mientras se recordaba de inocente adolescente en manos de todo el que quisiera usarlo en su beneficio, desde sus tíos a sus compañeros de instituto.

Carlos era el típico caso de niño bueno de padre incapaz de tener la bragueta cerrada si olía braga de mujer. La madre de Carlos llegó preñada al altar y a partir del parto el niño solo escuchaba broncas, reproches, llantos y voces. Y así hasta los cinco años en que de mutuo acuerdo Carlitos fue adoptado por la tía Mercedes y el tío Facundo. Mercedes era hermana del padre y amiga de la madre desde el colegio. El padre pudo seguir con su afición y la madre cultivar determinadas amistades conseguidas a través de chats especializados.
Mercedes y Facundo eran un encanto, todo lo contrario que los padres biológicos. Y buena gente. Con ellos convivía un tío soltero de Mercedes a quién su madre en el lecho de muerte encomendó su cuido, el tío Marcial, un hombre enjuto y callado que se pasaba el día haciendo solitarios, salvo cuatro horas diarias que dedicaba a pasear. Desde el primer momento, el matrimonio acompañó a Carlitos en su nueva vida, colegio, fines de curso, salidas a cine y merienda, santos, cumples y fiestas de compañeros del cole. Mercedes y Facundo estaban presentes en cada minuto de la vida del crío. Tío Marcial era como otro mueble más de la casa, no hacia ruido, pero se echaba en falta cuando no estaba porque había salido a su paseo.
En los baños, Mercedes y Facundo tenían al niño al lado igualmente. Cada día se bañaban los tres juntos en una enorme bañera de hidromasaje que tenían en el sótano. Cada baño era una fiesta en la que Facundo siempre acababa follandose a Mercedes mientras el muchachito jugaba con los pezones de su tía como si fueran su fuente de alimentación. El tío Facundo se sentaba y la tía Mercedes encima de su marido. Siempre que lo hacía a Carlitos le entraba la risa floja porque su tía emitía unos quejidos como si le doliera algo y el tío Facundo ponía los ojos en blanco como si le pasase algo, no malo, raro.
A medida que Carlitos creía le iba creciendo todo, al punto de que tita Mercedes, cuando el crío tenía diez años se fijó en el entoldado del niño.
- ¡Mira Facundo! el niño tiene una sombrita de pelusilla ahí abajo.
- A ver, Carlitos, ven aquí. Vaya, pues es verdad, Mercedes, y no sólo eso. Tiene peso ya y volumen, está mucho más grande todo y que pegaditos los huevecillos a la cola.
Con el manoseo, en el que Mercedes no podía ser ajena, el volumen y largo del crío se engrandecian. A Carlitos le daba cierto apuro, sobre todo cuando tío Facundo tiraba hacia atrás del pellejo y aparecía para sorpresa del chaval una parte casi granate y que le dolía al tocarla, aunque era un dolor de alguna forma deseable. Siempre cuando aparecía ese trozo, él echaba instintivamente el culo atrás y se restablecía la normalidad, pero sirvió para que le picase la curiosidad y cada vez más él se sacase ese trozo y explorase hasta que punto podía bajarse el pellejo. En una de esas expediciones el ímpetu púber le hizo tirar más de la cuenta y el pellejo abrazó eso que más tarde supo que se llamaba capullo y lo estranguló. Lo que en principio producía placer empezó a generar una cantidad de dolor inasumible. Iba a cumplir doce años y salió gritando del baño pidiendo ayuda. En casa estaba tío Facundo que acudió de inmediato.
- Mira, tío, mira. Me duele, me duele mucho, llévame al médico, me duele, me duele.
Facundo lo llevó a la cama y lo tumbó. Quitó el calzoncillo que todavía conservaba en las rodillas y para sorpresa de Carlitos se abalanzó sobre su entrepierna y se comió literalmente su cola. En un momento dejó de sentir dolor y sin solución de continuidad, placer, mucho placer, hasta que le inundó un estremecimiento que le cortaba la respiración y le dejó sin fuerzas después de haberle tensado todo el cuerpo.
- ¿Que ha pasado, tío, porqué te la has metido en la boca y luego, lo otro, que ha sido?
- ¿Nunca te has hecho una paja, Carlos?
- No sé. ¿Que es eso?
- ¿No has hablado con tus compañeros de colegio de esto?
- No. Bueno, ellos hablan de cosas en voz baja se ríen mucho, pero a mí me da vergüenza preguntar.
- Pues lo que yo te he hecho con la boca para quitarte la ligadura del pellejo en el capullo y luego seguir chupando, se lo hace cada uno con la mano. Solo que si te lo hace alguien con la boca, da más gusto. ¿Quieres hacérmelo tú ahora a mí?
Facundo al tiempo que daba la explicación se desabrochaba la bragueta y dejaba salir un pene grande, orgulloso de reluciente capullo.
- Déjalo tío, otro día, de verdad, ahora no puedo.
- No importa, tu tía lo hace muy bien. Ya lo verás luego cuando nos bañemos.
Carlos ya en su cuarto llamó a su amiga Noelia que le tenía dicho que le llamase si tenía alguna duda de algo de alguna asignatura.
- Carlos, abre Skipy y hablamos cara a cara mejor.
- No hace falta Noelia, de verdad. Que tengo que decirte una cosa nada más.
- Que si. Abre o cuelga. Uff, hijo, para tino hay más que estudios.
A regañadientes Carlos abrió el ordenador y abrió la aplicación. En la pantalla apareció Noelia desnuda de torso sujetándose las tetas con las manos y pellizcandose los pezones con los dedos pulgar e índice de cada mano.
- ¡Noelia, que haces, tía, tapate!
- Carlos, si no te gusta, voy a tener que pensar que prefieres otras cosas. Si quieres te doy el Skipy de Morgan, a lo mejor él te enseña otras cosas que te hacen reaccionar.
- Que no, de verdad que no. Es que me has dejado flipando. Que peras más guays, tía.
- Y tú, ¿no tienes nada que enseñarme?
- Noelia, joder, mi tía puede entrar en cualquier momento. ¿Y que pasa con el Morgan?
- ¿No lo sabes? Si yo creo que no hay polla en el insti que no haya visitado su boca o su culo. Es un vicioso de la hostia. Y tú nunca te enteras de nada. ¿Quieres saber qué me ha enseñado Morgan?
- ¿A tí? Pero si me acabas de decir que prefieres las pollas.
- Pero tengo culo como él, y nos gustan las pollas a porfía. Me regaló un consolador que a él se le había quedado pequeño y me enseñó a usarlo. Mira.
Noelia se dió la vuelta y enfrentó a la cámara el año. Estaba ocupado por una especie de joya brillante azul. Hizo fuerza para sacársela con la mano y el ano se le dilató monstruosamente dejándolo abierto durante unos instantes. Carlos se quedó hipnotizado.
- ¿Y entonces, por delante, nada?
- Joder, Charly, eres un auténtico inútil. Por delante tengo está cosita aquí que es como si fuera vuestro capullo, me lo froto así deprisa y me corro una vez detrás de la otra, algo que los chicos no podéis.
La chica se volvió para dar a cámara su sexo que tenía abierto, humedo y enrojecido. Empezó a masturbarse emitiendo gemidos parecidos a los que hacia su tía cuando se sentaba sobre su tío.
- No me digas que esto no te pone la polla bien dura y te gustaría metermela. En el coño no, que no quiero que me hagas una barriga, pero por el culo o la boca, cuando quieras.
- De eso te quería hablar.
Carlos le contó con todos los pormenores que supo y pudo lo que le había pasado cuando el pellejo se bajó tanto que le estranguló el capullo.
- No podía soportar el dolor, Noelia, si en ese momento me dicen que me la tienen que cortar no me habría importado. Por eso cuando mi tío se la metió en la boca y chupó y chupó apretando hasta que con la saliva se puso deslizar el pellejo me entró un alivió que quería gritar de alegría y fue en ese momento que me entró una cosa por todo el cuerpo y sentí como me crecía el capullo, pero sin dolor y sin querer agarré la cabeza a mi tío para que no dejase de chupar. Que gusto me dió y que bien me sentí Noelia.
- Y se lo tragó o lo escupió.
- ¿El qué?
- ¡Joder, Carlos! Que va a ser, lo que echáis los tíos cuando os entra el gusto y nos preña el coño a nosotras.
- Yo no echo de eso. No se, creo que no.
- Pero, vamos a ver Charly ¿tú te pajeas?
- Yo no. Se me pone tiesa y luego se baja. Lo de la boca de mi tío ha sido la primera vez que me ha dado gusto, pero no sé...
- Ahora, como tienes el rabo ¿tieso?
- Bueno, si, de verte a ti las tetas y eso, un poco.
Noelia salió de cámara y regresó al poco con algo en las manos. Enseñó unas pinzas de la ropa a cámara y luego se las colocó en los pezones y el clítoris. Puso cara de quedarse traspuesta y empezó a mover nerviosamente la pinza del clítoris.

- Uff, me acabo de acordar de la pinza en el clítoris que se puso Noelia. Estoy acostumbrado al piercing de Lena, pero aquello del clítoris y la pinza fue muy heavy, que yo no tenía ni los trece.
- Cómo fue eso. Cuenta, cuenta.

- ¡Me corro, joder, Carlos, me corro! méteme tu polla en el culo, maricón, Follame el culo, tío, yaaa.
- ¿No te duele eso?
- Ahora al quitármelo un poquito, pero el gustazo que da no tiene parecido con nada. ¿Cuando vas a venir a "estudiar" a mi casa. Un día que esté yo sola y además a lo mejor invito a Morgan. Para que pruebes de todo.

- Está bien John. Verás. Ganemonos el dinero que nos dan y ya está noche, sin afeites ni pastillas azules para que no se  arruine una escena, vamos a mirarnos a los ojos y a ver donde podríamos llegar. Ya, ya se lo de tu novia, pero también se que la eternidad es cosa de religiones y esto no lo es. Tío esos minutos que hemos olvidado lo de que estábamos en un set ha sido glorioso. ¿Intentamos que no se quede en un espejismo?
- Vale. Pero tienes que explicar cómo fue, si es que llegó a ser esa visita para estudiar a casa de tu amiga..., ¿cómo era? si, Noelia y si al final hubo pirata o no.
- ¿Pirata?
- Si hombre el Morgan ese del que hablaste.
- Eres un puto morboso, John. Vamos a rematar las escenas que faltan y os lo cuento.
- A mi no. Ya os he dicho lo del lésbico está tarde. Ya mismo si nos demoramos un poco.
- ¿Y ese lésbico?
- Para una despedida de soltera, hijo, pero pagan de puta madre las muy zorras.
- Entonces quedamos esta noche en el Leather y os lo cuento todo. ¿Hace John, hace Lena?
Ambos colocaron el pulgar hacia arriba y enfilaron el camino al set de rodaje.
- ¡Venga! todos prevenidos. Tú, el cámara autónoma, procura que no se te vean los pies, ni la polla, que siempre estás salido. Vosotros tortolitos, espero que estéis ya listos y hecha la pedida de mano. En sus marcas y...¡Acción!

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