Aprovechando el relato del padre de Javier, Jerónimo se fue acercando a Galatea disimuladamente. Galatea escuchando todo lo que su marido contaba se notó mojada y sintió la necesidad de pellizcarse los pezones y manosearme los pechos. Jerónimo se le acercó susurrante al oído y le sugirió que se desnudase como estaban los demás. Y diciéndolo deslizó una mano bajo la falda de ella alcanzando la braga. Javichu pendiente de los manejos de su padre le animó a su exmujer a despojarse al menos de la ropa interior.
- Si sigues, querida, con la costumbre de llevar el coño tan bien rasurado deberías quitarte la falda también y enseñarnos tu sexo. Seguro que disfrutaríamos todos y así además, a tu hijo se le antojaba rememorar antiguas hazañas y tú ibas a disfrutar de la audiencia. Porque no lo niegues, sigues siendo una exhibicionista, como yo y como creo que todos los presentes menos mi querido Honza.
Galatea sintió los dedos en las bragas y dio un respingo pero no se movió. Jerónimo lo consideró permiso y metió los dedos por la pernera de la braga alcanzando el clítoris de su nuera lo retorció con saña lo que no pudo evitar que la mujer lanzase un grito agudo de dolor y a continuación un "Siii" profundo y ronco. Jeronimo saltó a la cueva húmeda de su nuera y metió sin misericordia tres dedos profundamente. Galatea estaba ya entregada. Con agilidad terminó de desnudarse y se pinzó los pezones mientras disfrutaba de los manejos del suegro.
- Venga, tú, mariconazo del perrazo, sigue con tu cuento. ¿Que te hicieron esos salvajes? Espero que fuese algo tan degenerado y excitante, al menos tanto como el pollazo que le va a meter por el culo tu hijo a su madre.
Javier empezaba a escurrirsele por la comisura de la boca la saliva por la excitación. Su polla tensa y de brillante capullo destilaba precum que Marta observaba golosa. Se acercó por detrás a su madre y se limpió el capullo en su espalda al tiempo que se acercaba a su oído y le susurraba algo que hizo que la mujer no pudiese reprimir un quejido de lujuria. Su suegro profundizó aún más con sus dedos lo que la obligó a levantar el culo momento en el que su hijo le metió su virilidad entera de un solo y violento golpe de cadera.
- Mamá, hacia tiempo que no sentía esta emoción. Aún me acuerdo de la primera vez que te porculé, ¡que estrechez, que placer! Yo creo que ahí decidí que prefería un culo a un coño.
- ¡Follame fuerte hijo, follame! como cuando casi no tenías vello, con doce años y hacías que tuviera un orgasmo interminable.
- Ahora, folló mejor, mamá. El culo de Marta es estrecho como el tuyo y la follo a diario. Y ella a mí, cuando el follar ya no me sacia la lujuria. No tenéis el culo como él de estos dos, padre e hijo, que parecen coños de yegua.
- Bueno venga. Follate a tu madre mientras sigo contando lo que sucedió. Por cierto, que bonito ver a madre e hijo intimar sin ningún tipo de prejuicios.
Os sigo contando. Se detuvo el coche, ya caía la tarde. Calculo que anduvimos como veinte minutos a buen paso por una pista muy bacheada. Se abrió el maletero del coche y tuve que guiñar los ojos porque a pesar de que la tarde moría, aún había destellos del sol en el horizonte. Vi al hombre que me sacó del tren y a su rubiasco hijo a su alrededor suplicando algo a su padre. Se acercó desde un granero proximo una especie de espectro muy delgado, casi caquectico, con las costillas perfectamente delineadas. Era un cadáver andante. Pero me llamó la atención algo. Si, era un varón, casi calvo pero con leznas grisáceas que le daban aspecto a su cabeza de fantasma en una serie B de miedo. Barba blanca muy rala y como úlceras en ambas mejillas. Pero no había nada entre las piernas. Lo que pasó a continuación se me quedó grabado. Creí que allí acababa mi aventura y mi puta vida. Y pensé que lo merecía. Habría sido justo.
- ¡Tú, sacó de huesos! marrano, lleva al nuevo al granero y lo encadenas. Mi padre me ha dado permiso para azotarlo. Untale la piel de grasa y sal. Va a saber lo que disfrutamos por aquí viéndole retorcerse. Hoy me quedo seco de leche.
- No te deben dar comida, pero ¿marrano?
- No habrás visto tres sauces a la entrada de la finca porque venías en el maletero. Tú serás el cuarto. Por cada incautó como tú que cazan, después de gozar de él hasta matarlo lo usan de abono para nutrir un sauce que plantan sobre la tumba.
- Pero tú..., estás vivo
- Claro. Mírame la polla, no hay, ni huevos, me los comieron los cerdos. Si. Después de azotarme, colgarme del cuello para que me corriera y beber mi leche y follarme con polla y manos, me creyeron muerto y me echaron a los cerdos a que me comiesen. Un cerdo hizo presa en mis partes y me las arrancó. Eso me sacó del desmayo. Yo aunque ahora me ves así, era fuerte. Me encandiló en el vestuario del gym el jefe cuando éramos jóvenes. Me trajo aquí y ya ves. Conseguí saltar, mutilado y todo, dejando un reguero de sangre y me desmayé bajo una higuera. Me desperté al día siguiente a manguerazo limpio y como era fuerte me recuperé a pesar de que me dejaron para hembra de un borrico muy salido. Me destrozó el culo. Mira toca lo que tengo. Se me cae la mierda, por eso me matan de hambre para que no cague. Siempre apesto a cochinera. El borrico murió, yo sobreviví pero compraron un pony para que me follase y ellos divertirse. Les fui más útil como payaso de feria que como abono para sauces. Por eso sigo aquí. Ahora, a ti, me gustas, tu cuerpo, tu cara, tan bonita. Deberías escapar.
- Me merezco que me capen los cerdos. Encadename, que me azoten, que me folle ese caballo tuyo y me reviente. He gozado de sexo con mi hijo de dos años. Soy una bestia. Todo lo que me pase es poco.
- Te encadenaré, si es lo que quieres y que te despellejen estos monstruos, pero, mírame a mi. ¿Que culpa tenía yo? que me encandiló el sinvergüenza ese de amo, y ya ves, túve otra oportunidad quizá para ayudarte a ti ahora. Tienes un cuerpo bonito y tu polla es preciosa. ¿Puedo tocartela? Tendría que pedir permiso y no me lo darían. Disfrutan del mal ajeno.
- ¿Y te la tocó, papá?
Javier pendiente del relato había dejado de arremeter el culo de su madre, aunque Jerónimo no cesaba en dilatar el sexo de su nuera, torturandole a la par el clítoris lo que le arrancaba gritos de deseo y lujuria.
- Si me la tocó. Y me la mamó. Y tú, Javier, deberías dejar que Honza se follase a tu madre, que supiese el placer extremo que yo siento cada vez que me lo hace a mí.
- ¡Y yo se la chupo cuando la saqué! Porfi Javi, soy tu novia y tienes que darme caprichos. Quiero chuparsela a Honza, parece muy buen perrito.
- ¡Honza! Follate a la mujer. Tú, Galatea, a cuatro patas. Papá deja espacio a mi Honza, que se la folle bien.
- Que va, hijo. Yo le como el coño a tu ex mientras tú novio perruno se la folla y que tú hijo me la chupe que lo hace como los ángeles. Sacar fotos, esto es para cualquier Onlyfans.
- Bueno, Javichu que me folle el perro como te folla a ti, pero, ¡joder! dinos que pasó, te azotaron, te follaron, ¿Queee? de una puta vez
- Sois todos unos putos salidos. Yo, como podéis imaginar, estaba muy deprimido por lo sucedido. Me merecía todo lo que me pasase y me dejé que me la mamase, me encadenara a un cabrestante del techo y me alzase hasta dejarme con las puntas de los dedos de los pies rozando apenas el suelo.
Entró entonces Sergio, el hijo del tío que me sacó del tren. Lo que siguió a continuación fue surrealista.
- Pero ¿qué? Papá.
- Lo voy a contar tal como lo recuerdo.
- ¿Ya le has metido la trola que acostumbras, cura? Supongo que te la habrá chupado también. El rollo ese suyo que tanto rédito le da de los cerdos y eso.
- ¿No es cierto lo de los cerdos y que le comieron los huevos?
- Anda, cura, dile al chaval como fue de verdad. ¿Quién te rebanó los huevos y la polla con una tijera de podar? Bueno te lo voy a contar yo que a él aún le da vergüenza, Tendría unos diez años cuando mi padre trajo a un tío desnudo, sangrando aún como un cerdo por la entrepierna. Decía mi padre que no sabía cómo no se desangró. Estaba en una cuneta medio muerto. Debió ser el polvo del camino donde le tiraron que le cuajó la sangre e impidió que la perdiese toda. Al cabo de las semanas, ya recuperado más o menos nos contó que era el cura de un pueblo aledaños. Se le metió entre ceja y ceja un monaguillo rubito y se lo trajinó. El chaval no pudo ocultarlo porque su madre al parecer le vio sangre en la ropa interior y lo confesó todo. El padre junto a sus hermanos no se anduvo por las ramas. Fueron a su casa lo pillaron, lo llevaron a un descampado y con unas tijeras de esas grandes de podar se lo rebanaron todo y se lo metieron en la boca. Así lo encontró mi padre buscando una oveja perdida. Lo trajo, lo curamos...
- Y en cuanto me enteré de lo que había hecho, lo primero, me lo follé hasta que me cansé. Lo até desnudo en la cuadra hasta que "currito" un borrico que teníamos se encaprichó de él y se lo acercamos. Se lo folló hasta dejarle el culo como lo ves ahora. Tú por hacerle eso a tu hijo te mereces al pony.
- ¡Si por favor! Que se lo folle el pony y que Sergio haga de mamporrero. Luego, si me lo permiten yo le curo el culo con la lengua y que me cague sangre y mierda.
- Y me folló el caballito. Me destrozó el ano y me lo dejó preparado para el resto de mi vida. Pero a medida que el pony me follaba una y otra vez, era incansable, más disfrutaba yo. Me colocaban sobre un cercado dando el culo al bicho que en cuanto me veía en posición me montaba, apoyaba sus remos en la cerca y su verga quedaba a mi altura.
- Y no te mató. No me lo creo papá. ¿Como va a follarte un caballo por muy pequeño que sea?
- Mírame el ano. Aún se ven las cicatrices del desvirgué. El hijo, Sergio, esa primera vez hizo de mamporrero y llevó la cabeza de la verga a mi ano. Sentí como entraba esa parte más dúctil y luego la puñalada de la verga entera. Se corrió el bicho enseguida y se retiró. Mi cuerpo chorreaba sangre y semen y allá que fue el cura capao a meter la boca. Yo estaba casi desmayado. Me sostenía el padre de Sergio hasta que me dejó, caí al suelo y me tiraron sobre un montón de paja
- Y quien te curó Javichu, hijo.
- El cura. Era muy atento, aunque tenía su motivación, meter boca y lengua después de cada polvo. Porque el pony en cuanto me veía se agarraba unos empalmes bestiales, momento en el que me cogían me ponían contra el pretil, el bicho ya sabía que hacer, saltaba sobre mi espalda y me follaba. Llegó un momento en que yo soñaba con que trajeran al pajar al caballito. Y en cuanto Sergio se dio cuenta de mis empalmes cada vez que me follaba el jaco el me sacaba la leche con la boca. Le acostumbró su padre cuando con doce años le pilló chupandosela al cartero. Le condenó a mamarsela a él cada día y a tragar la lefa sin desperdiciar una gota. Se conoce que se aficionó al sabor. Decía que mi leche sabía mejor que la del padre, más dulce, porque yo no fumaba, según él y el padre era una chocolatera siempre echando y apestando a humo.
- ¿Y así cuanto tiempo? Javier, empuja más fuerte y pellizcame la pipa, me voy a correr.
Galatea escuchaba atentamente el relato de su ex que le calentaba y añadía morbo a la sodomización del hijo. Se pellizcaba ella misma los pezones mientras el viejo lamía y ensalivaba el coño y la polla del nieto que entraba y salía. De vez en cuando la polla de Javier se escapaba del ano de su madre y ahí estaba esperando la boca del abuelo para que no se perdiese una gota de lefa en caso de que en ese preciso momento se corriese. Javier echó mano al clítoris de su madre y lo pellizcó con saña al punto de que Galatea dió un grito y voceó "Me corro, cabrón. Que bien me follas, hijo"
- Así, no hay forma de contar nada cariño. Acaba ya de correrte y escucha. Y tú Javier que te limpie el rabo tu abuelo con la boca y escuchar todos de una puta vez.
Continúo. Total que acabé por hacerme uno de la familia. El cura y yo siempre en bolas porque teníamos que estar dispuestos para lo que fuese. Los días de frío cerca del fuego y con la canícula buscando la sombra, aunque sudar siempre me pareció erótico. De vez en cuando recibíamos, bueno, el dueño recibía gente. La primera vez, yo no sabía dónde meterme, desnudo, pero vi al cura capao que se comportaba con naturalidad y me solté. Aunque me empalmaba estar en presencia de extraños en bolas. Cuando el dueño o Sergio quería amenizar la visita con una de bestialismo presenciando como me follaba el bicho y Sergio me la mamaba a mí me relajaba mucho.
Aquella visita fue la que marcó mi destino y casi la causante de que hoy pueda volver a estar aquí. El tío era un francés con un título y viñedos. Tenía hasta un castillo donde vivía. Perdió a su mujer a los pocos meses de casarse y a los dos años, intentando recuperarse, conoció uno de su edad que le recordaba a ella en sus ojos. Y se liaron, me dijo el cura que era un cotilla y se las sabía todas. El de los ojos de esposa fallecida al ver cómo me follaba el pony dio la idea de que yo se la chupase al bicho. Lo hice. No es tan malo de verdad, una polla grande, nada más, pero él muy pervertido me metió su polla en el culo mientras yo se la chupaba al caballo. Tanto le gustó que convenció al dueño de la casa y al francés del viñedo para que les acompañase a su castillo. Así fue y cuando llegué me encontré que ya había un pony en la finca.
Y..., no creéis que podíamos levantar el campo, ponernos algo y salir a comer cualquier basura de comida rápida.
- Y porqué no nos quedamos aquí, pedimos comida y mientras me folla mi novio Javi y ustedes se follan o charlan o se pelean como buenos adultos convencionales.