miércoles, 25 de septiembre de 2024

INCESTUOSO (VI)

 

Aprovechando el relato del padre de Javier, Jerónimo se fue acercando a Galatea disimuladamente. Galatea escuchando todo lo que su marido contaba se notó mojada y sintió la necesidad de pellizcarse los pezones y manosearme los pechos. Jerónimo se le acercó susurrante al oído y le sugirió que se desnudase como estaban los demás. Y diciéndolo deslizó una mano bajo la falda de ella alcanzando la braga. Javichu pendiente de los manejos de su padre le animó a su exmujer a despojarse al menos de la ropa interior.

- Si sigues, querida, con la costumbre de llevar el coño tan bien rasurado deberías quitarte la falda también y enseñarnos tu sexo. Seguro que disfrutaríamos todos y así además, a tu hijo se le antojaba rememorar antiguas hazañas y tú ibas a disfrutar de la audiencia. Porque no lo niegues, sigues siendo una exhibicionista, como yo y como creo que todos los presentes menos mi querido Honza.

Galatea sintió los dedos en las bragas y dio un respingo pero no se movió. Jerónimo lo consideró permiso y metió los dedos por la pernera de la braga alcanzando el clítoris de su nuera lo retorció con saña lo que no pudo evitar que la mujer lanzase un grito agudo de dolor y a continuación un "Siii" profundo y ronco. Jeronimo saltó a la cueva húmeda de su nuera y metió sin misericordia tres dedos profundamente. Galatea estaba ya entregada. Con agilidad terminó de desnudarse y se pinzó los pezones mientras disfrutaba de los manejos del suegro.

- Venga, tú, mariconazo del perrazo, sigue con tu cuento. ¿Que te hicieron esos salvajes? Espero que fuese algo tan degenerado y excitante, al menos tanto como el pollazo que le va a meter por el culo tu hijo a su madre.

Javier empezaba a escurrirsele por la comisura de la boca la saliva por la excitación. Su polla tensa y de brillante capullo destilaba precum que Marta observaba golosa. Se acercó por detrás a su madre y se limpió el capullo en su espalda al tiempo que se acercaba a su oído y le susurraba algo que hizo que la mujer no pudiese reprimir un quejido de lujuria. Su suegro profundizó aún más con sus dedos lo que la obligó a levantar el culo momento en el que su hijo le metió su virilidad entera de un solo y violento golpe de cadera.

- Mamá, hacia tiempo que no sentía esta emoción. Aún me acuerdo de la primera vez que te porculé, ¡que estrechez, que placer! Yo creo que ahí decidí que prefería un culo a un coño.
- ¡Follame fuerte hijo, follame! como cuando casi no tenías vello, con doce años y hacías que tuviera un orgasmo interminable.
- Ahora, folló mejor, mamá. El culo de Marta es estrecho como el tuyo y la follo a diario. Y ella a mí, cuando el follar ya no me sacia la lujuria. No tenéis el culo como él de estos dos, padre e hijo, que parecen coños de yegua.
- Bueno venga. Follate a tu madre mientras sigo contando lo que sucedió. Por cierto, que bonito ver a madre e hijo intimar sin ningún tipo de prejuicios.
Os sigo contando. Se detuvo el coche, ya caía la tarde. Calculo que anduvimos como veinte minutos a buen paso por una pista muy bacheada. Se abrió el maletero del coche y tuve que guiñar los ojos porque a pesar de que la tarde moría, aún había destellos del sol en el horizonte. Vi al hombre que me sacó del tren y a su rubiasco hijo a su alrededor suplicando algo a su padre. Se acercó desde un granero proximo una especie de espectro muy delgado, casi caquectico, con las costillas perfectamente delineadas. Era un cadáver andante. Pero me llamó la atención algo. Si, era un varón, casi calvo pero con leznas grisáceas que le daban aspecto a su cabeza de fantasma en una serie B de miedo. Barba blanca muy rala y como úlceras en ambas mejillas. Pero no había nada entre las piernas. Lo que pasó a continuación se me quedó grabado. Creí que allí acababa mi aventura y mi puta vida. Y pensé que lo merecía. Habría sido justo.

- ¡Tú, sacó de huesos! marrano, lleva al nuevo al granero y lo encadenas. Mi padre me ha dado permiso para azotarlo. Untale la piel de grasa y sal. Va a saber lo que disfrutamos por aquí viéndole retorcerse. Hoy me quedo seco de leche.
- No te deben dar comida, pero ¿marrano?
- No habrás visto tres sauces a la entrada de la finca porque venías en el maletero. Tú serás el cuarto. Por cada incautó como tú que cazan, después de gozar de él hasta matarlo lo usan de abono para nutrir un sauce que plantan sobre la tumba.
- Pero tú..., estás vivo
- Claro. Mírame la polla, no hay, ni huevos, me los comieron los cerdos. Si. Después de azotarme, colgarme del cuello para que me corriera y beber mi leche y follarme con polla y manos, me creyeron muerto y me echaron a los cerdos a que me comiesen. Un cerdo hizo presa en mis partes y me las arrancó. Eso me sacó del desmayo. Yo aunque ahora me ves así, era fuerte. Me encandiló en el vestuario del gym el jefe cuando éramos jóvenes. Me trajo aquí y ya ves. Conseguí saltar, mutilado y todo, dejando un reguero de sangre y me desmayé bajo una higuera. Me desperté al día siguiente a manguerazo limpio y como era fuerte me recuperé a pesar de que me dejaron para hembra de un borrico muy salido. Me destrozó el culo. Mira toca lo que tengo. Se me cae la mierda, por eso me matan de hambre para que no cague. Siempre apesto a cochinera. El borrico murió, yo sobreviví pero compraron un pony para que me follase y ellos divertirse. Les fui más útil como payaso de feria que como abono para sauces. Por eso sigo aquí. Ahora, a ti, me gustas, tu cuerpo, tu cara, tan bonita. Deberías escapar.
- Me merezco que me capen los cerdos. Encadename, que me azoten, que me folle ese caballo tuyo y me reviente. He gozado de sexo con mi hijo de dos años. Soy una bestia. Todo lo que me pase es poco.
- Te encadenaré, si es lo que quieres y que te despellejen estos monstruos, pero, mírame a mi. ¿Que culpa tenía yo? que me encandiló el sinvergüenza ese de amo, y ya ves, túve otra oportunidad quizá para ayudarte a ti ahora. Tienes un cuerpo bonito y tu polla es preciosa. ¿Puedo tocartela? Tendría que pedir permiso y no me lo darían. Disfrutan del mal ajeno. 

- ¿Y te la tocó, papá?

Javier pendiente del relato había dejado de arremeter el culo de su madre, aunque Jerónimo no cesaba en dilatar el sexo de su nuera, torturandole a la par el clítoris lo que le arrancaba gritos de deseo y lujuria.

- Si me la tocó. Y me la mamó. Y tú, Javier, deberías dejar que Honza se follase a tu madre, que supiese el placer extremo que yo siento cada vez que me lo hace a mí.
- ¡Y yo se la chupo cuando la saqué! Porfi Javi, soy tu novia y tienes que darme caprichos. Quiero chuparsela a Honza, parece muy buen perrito.
- ¡Honza! Follate a la mujer. Tú, Galatea, a cuatro patas. Papá deja espacio a mi Honza, que se la folle bien.
- Que va, hijo. Yo le como el coño a tu ex mientras tú novio perruno se la folla y que tú hijo me la chupe que lo hace como los ángeles. Sacar fotos, esto es para cualquier Onlyfans.
- Bueno, Javichu que me folle el perro como te folla a ti, pero, ¡joder! dinos que pasó, te azotaron, te follaron, ¿Queee? de una puta vez
- Sois todos unos putos salidos. Yo, como podéis imaginar, estaba muy deprimido por lo sucedido. Me merecía todo lo que me pasase y me dejé que me la mamase, me encadenara a un cabrestante del techo y me alzase hasta dejarme con las puntas de los dedos de los pies rozando apenas el suelo.
Entró entonces Sergio, el hijo del tío que me sacó del tren. Lo que siguió a continuación fue surrealista.
- Pero ¿qué? Papá.
- Lo voy a contar tal como lo recuerdo.

- ¿Ya le has metido la trola que acostumbras, cura? Supongo que te la habrá chupado también. El rollo ese suyo que tanto rédito le da de los cerdos y eso.
- ¿No es cierto lo de los cerdos y que le comieron los huevos?
- Anda, cura, dile al chaval como fue de verdad. ¿Quién te rebanó los huevos y la polla con una tijera de podar? Bueno te lo voy a contar yo que a él aún le da vergüenza,  Tendría unos diez años cuando mi padre trajo a un tío desnudo, sangrando aún como un cerdo por la entrepierna. Decía mi padre que no sabía cómo no se desangró. Estaba en una cuneta medio muerto. Debió ser el polvo del camino donde le tiraron que le cuajó la sangre e impidió que la perdiese toda. Al cabo de las semanas, ya recuperado más o menos nos contó que era el cura de un pueblo aledaños. Se le metió entre ceja y ceja un monaguillo rubito y se lo trajinó. El chaval no pudo ocultarlo porque su madre al parecer le vio sangre en la ropa interior y lo confesó todo. El padre junto a sus hermanos no se anduvo por las ramas. Fueron a su casa lo pillaron, lo llevaron a un descampado y con unas tijeras de esas grandes de podar se lo rebanaron todo y se lo metieron en la boca. Así lo encontró mi padre buscando una oveja perdida. Lo trajo, lo curamos...
- Y en cuanto me enteré de lo que había hecho, lo primero, me lo follé hasta que me cansé. Lo até desnudo en la cuadra hasta que "currito" un borrico que teníamos se encaprichó de él y se lo acercamos. Se lo folló hasta dejarle el culo como lo ves ahora. Tú por hacerle eso a tu hijo te mereces al pony.
- ¡Si por favor! Que se lo folle el pony y que Sergio haga de mamporrero. Luego, si me lo permiten yo le curo el culo con la lengua y que me cague sangre y mierda.

- Y me folló el caballito. Me destrozó el ano y me lo dejó preparado para el resto de mi vida. Pero a medida que el pony me follaba una y otra vez, era incansable, más disfrutaba yo. Me colocaban sobre un cercado dando el culo al bicho que en cuanto me veía en posición me montaba, apoyaba sus remos en la cerca y su verga quedaba a mi altura. 
- Y no te mató. No me lo creo papá. ¿Como va a follarte un caballo por muy pequeño que sea?
- Mírame el ano. Aún se ven las cicatrices del desvirgué. El hijo, Sergio, esa primera vez hizo de mamporrero y llevó la cabeza de la verga a mi ano. Sentí como entraba esa parte más dúctil y luego la puñalada de la verga entera. Se corrió el bicho enseguida y se retiró. Mi cuerpo chorreaba sangre y semen y allá que fue el cura capao a meter la boca. Yo estaba casi desmayado. Me sostenía el padre de Sergio hasta que me dejó, caí al suelo y me tiraron sobre un montón de paja
- Y quien te curó Javichu, hijo.
- El cura. Era muy atento, aunque tenía su motivación, meter boca y lengua después de cada polvo. Porque el pony en cuanto me veía se agarraba unos empalmes bestiales, momento en el que me cogían me ponían contra el pretil, el bicho ya sabía que hacer, saltaba sobre mi espalda y me follaba. Llegó un momento en que yo soñaba con que trajeran al pajar al caballito. Y en cuanto Sergio se dio cuenta de mis empalmes cada vez que me follaba el jaco el me sacaba la leche con la boca. Le acostumbró su padre cuando con doce años le pilló chupandosela al cartero. Le condenó a mamarsela a él cada día y a tragar la lefa sin desperdiciar una gota. Se conoce que se aficionó al sabor. Decía que mi leche sabía mejor que la del padre, más dulce, porque yo no fumaba, según él y el padre era una chocolatera siempre echando y apestando a humo.
- ¿Y así cuanto tiempo? Javier, empuja más fuerte y pellizcame la pipa, me voy a correr.

Galatea escuchaba atentamente el relato de su ex que le calentaba y añadía morbo a la sodomización del hijo. Se pellizcaba ella misma los pezones mientras el viejo lamía y ensalivaba el coño y la polla del nieto que entraba y salía. De vez en cuando la polla de Javier se escapaba del ano de su madre y ahí estaba esperando la boca del abuelo para que no se perdiese una gota de lefa en caso de que en ese preciso momento se corriese. Javier echó mano al clítoris de su madre y lo pellizcó con saña al punto de que Galatea dió un grito y voceó "Me corro, cabrón. Que bien me follas, hijo"

- Así, no hay forma de contar nada cariño. Acaba ya de correrte y escucha. Y tú Javier que te limpie el rabo tu abuelo con la boca y escuchar todos de una puta vez.
Continúo. Total que acabé por hacerme uno de la familia. El cura y yo siempre en bolas porque teníamos que estar dispuestos para lo que fuese. Los días de frío cerca del fuego y con la canícula buscando la sombra, aunque sudar siempre me pareció erótico. De vez en cuando recibíamos, bueno, el dueño recibía gente. La primera vez, yo no sabía dónde meterme, desnudo, pero vi al cura capao que se comportaba con naturalidad y me solté. Aunque me empalmaba estar en presencia de extraños en bolas. Cuando el dueño o Sergio quería amenizar la visita con una de bestialismo presenciando como me follaba el bicho y Sergio me la mamaba a mí me relajaba mucho. 
Aquella visita fue la que marcó mi destino y casi la causante de que hoy pueda volver a estar aquí. El tío era un francés con un título y viñedos. Tenía hasta un castillo donde vivía. Perdió a su mujer a los pocos meses de casarse y a los dos años, intentando recuperarse, conoció uno de su edad que le recordaba a ella en sus ojos. Y se liaron, me dijo el cura que era un cotilla y se las sabía todas. El de los ojos de esposa fallecida al ver cómo me follaba el pony dio la idea de que yo se la chupase al bicho. Lo hice. No es tan malo de verdad, una polla grande, nada más, pero él muy pervertido me metió su polla en el culo mientras yo se la chupaba al caballo. Tanto le gustó que convenció al dueño de la casa y al francés del viñedo para que les acompañase a su castillo. Así fue y cuando llegué me encontré que ya había un pony en la finca.
Y..., no creéis que podíamos levantar el campo, ponernos algo y salir a comer cualquier basura de comida rápida.
- Y porqué no nos quedamos aquí, pedimos comida y mientras me folla mi novio Javi y ustedes se follan o charlan o se pelean como buenos adultos convencionales.


sábado, 7 de septiembre de 2024

INCESTUOSO (V)

 

- Os quedaríais muy sorprendidos cuando visteis a Klaus derrumbado y fiambre.
- Los gemelos intentando quitarse a Klaus de encima que pensaban que el intentaba aplastarles con su humanidad, que Klaus era un auténtico oso de más de cien kilos. El viejo, huroneando el culo del gemelo follado para chupar el polvo que Klaus se suponía le había preñado y Honza que parecía que era el único que sabía lo que estaba sucediendo. Me estaba follando como el sabía que a mí me gustaba, daba tres o cuatro embites suaves y al siguiente me la clavaba hasta la bola lo que me hacía sentir que me reventaba y esa alarma de dolor intenso me excitaba mucho. Cuando de sopetón se detuvo y empezó a llorar yo ya supe que algo grave le pasaba a Klaus. Honza dejó de follar, se me salió del culo y se lanzó a la cara de Klaus, llorando y lamiéndole la cara. Me puse en pie y me acerqué. Le toque el cuello y no había latido, apoyé la oreja en la espalda y ni un ruido. Klaus estaba muerto. Ayudé a los gemelos a quitarse el muerto de encima y le quité la llave que llevaba perennemente al cuello. Uno de los pelirrojos me preguntó que para que era esa llave.
- En que hablabais Javichu. Nunca se te dió muy bien los idiomas.
- Chapurreabamos en alemán con Klaus. El viejo, nunca ha hablado en nada. Entendía lo que se le decía en alemán. Pero cuando yo les contaba a los gemelos lo que yo sentía cuando me follaba Honza o cuando me daba lametones en mi botoncito lo hacía en inglés. Verás, en mi inglés, que no es el de Oxford, pero su inglés australiano llevando años sin escuchar el inglés ortodoxo tampoco era el de Shakespeare. Bueno, pues cuando hablábamos, al viejo se le caía la baba.
- Venga. Sigue. Lo de la llave del oso.
- Le dije que para la caja fuerte. De golpe nos habíamos quedado huérfanos de alguna manera. Klaus subvenia a nuestras necesidades, de agua, comida y poco más. Entrábamos a la jaula a las once de la noche y salvo que Klaus tuviera orgía con amigos nos abría la jaula a las ocho, nueve o diez. Que nos daba agua, nos sacaba y con una manguera a presión nos limpiaba la jaula. Allí cagabamos y meabamos y por la mañana se limpiaba. Nos esposaba a la espalda y nos echaba de comer sus sobras del día anterior. El viejo no solía mostrar interés. Se alimentaba de lo que salía de nuestros culos cuando nos follaban. Porque por ejemplo a mí me follaba Honza pero yo era capricho de muchos amigos de Klaus. Alguna orgia me han follado hasta doce tíos. Y el viejo se lo comía todo. Estaba hecho a eso.
- Papa. Tienes que tener el culo tremendo. Tantos años y tanta polla.
- Mirame, Javier. Puedes comérmelo. Me gusta. Mete la lengua, entra de lejos entera.
- No te vayas por las ramas. Lo de la llave, ¿qué?
- Mete la mano Javier y trabajate mi ojal, enseguida te entrará la mano. Y mientras, sigo.

El padre de Javier se sentó de lado para facilitar la labor a su hijo y levantó ligeramente la pierna para que se abriesen  los cachetes y poder exponer el ano. Con mano temblorosa Javier intentando no tocar el cachete de su padre, lo metió hasta localizar el ano. Puso cara de sorpresa al tocar unos labios gruesos que median de largo lo que sus dedos. Insinuó los dedos de la mano entre ellos y pudo entrar casi sin oposición. Su padre emitió un leve quejido y elevó aun más la pierna. Hizo el intento y pudo meter los cuatro dedos menos el pulgar. Javichu echó su mano al ano y tomó la muñeca de su hijo empujando hacia dentro. Javier de forma instintiva llevó su pulgar a la palma de su mano y notó como se le perdía la mano dentro del cuerpo de su padre. Sintió la punzada en su verga que se le endureció al instante. Si padre con la sabiduría que da la experiencia buscó la entrepierna de su hijo mientras daba explicaciones sobre la llave de Klaus y se la agarró con fuerza. Interrumpió su relato y se dirigió a él mirándole a los ojos.

- ¿Quieres follarme en privado o no te importa hacerlo delante de todos? Yo prefiero el público. La costumbre.
- Bueno, Javier, follatelo o no te lo folles pero déjale que cuente. Estábamos en que los gemelos australianos preguntaban sobre la llave.
- Efectivamente. Tú Javier metela ya. Sigo. Los gemelos preguntaban que para que servía. Por toda respuesta me dirigí a una especie de cómoda casi de un metro sesenta de alto, caoba pura. Tenía unas molduras en los laterales que manipulé recordando cómo se lo vi hacer más o menos a Klaus. Al cabo de unos cuantos intentos lo que parecían cajones se abrieron hacia la izquierda, como la puerta escamoteada que era en realidad, sobre unas bisagras hurtadas a la vista y dejaron ver una caja de caudales de color verde oscuro. Los gemelos quedaron con la boca abierta. No lo sabían. Enseguida demostraron frustración. Si tenía la llave, pero ¿Y la combinación? Cuando les dije que sabía la combinación no podían creerselo. El viejo no hizo ni un solo gesto, todo aquello no le importaba.
Al abrir la caja, con respiración contenida por nuestra parte, el viejo tampoco hizo ningún aspaviento. Y lo que había allí era para hacer aspavientos y dar saltos mortales.
Yo sabía que pasta tenía que haber lo que fue una sorpresa mayúscula fue ver la documentación de todos nosotros. Así el viejo se llama Dennis, franco-belga. Su contrato de sumisión lo firmó con treinta y dos años. Llevaba con Klaus treinta y cinco años. En el pasaporte la fotografía parece de otra persona.
Estaban los pasaportes de los gemelos. Neil y Peter Dawson con su contrato de sumisión de unos meses antes que el mío. Ni idea de cómo conoció a los tres. A Denis tuvo que conocer con poco más de dieciocho. Increíble.
Además estaban varios, bastantes paquetes de los que recibía semestralmente. Supimos que eran de su madre..., hiiijo, hiiijo, sigue, sigue...
- ¿Que te pasa hijo, que te pasa?
- Que..., queeee tu nieto me ha encontrado, ahhh, la próstata y me voy a morir de placer, papá.
- Javier deja de ser tan incestuoso con tu padre, ya tendrás tiempo y deja que termine con lo de la caja fuerte.
- Noo, acaba hijo mío, acaba que me estoy corriendo ya, ahhhh, que placer que te lo haga tú propio hijo.

De lo que albergaba la jaula que llevaba Javichi empezó a manar líquido blanco espeso. Honza estaba plácidamente tumbado y de repente alzó su cabezota y enseguida identificó la fuente de su desasosiego. Se levantó de forma ágil y pronto metió su lengua en la entrepierna de Javichi lamiéndolo todo. Javier no pudo por menos que acariciar los huevos al perro que se volvió a ver quién le estimulaba. Vio a Javier y con la lengua llena del semen de su padre le dio un lametón de agradecimiento en cara y boca. Javier quedó sorprendido y al darse cuenta que tenía en los labios parte del semen que él había conseguido provocar se relamió los restos con una sonrisa de niño travieso en la cara.

- Estarás contento, hijo, éste es también digno hijo tuyo como tú lo eres mío. Pero venga, sigue. Que había además de vuestros papeles en esa misteriosa caja, que nos tienes a todos en ascuas.
- Vaya, pues parece que he caído en la familia adecuada, con el novio llevo de regalo al padre y al abuelo. Por cierto, no salimos de aquí sin que yo vea ese ano, Javichu. Me parece que sin haberlo tocado ya tengo una envidia de muerte.
- Bueno, niña o lo que seas, calla ya que ya no me aguanto más. ¡Habla joder, hijo!
- Había muchos paquetes sin desenvolver todavía, pesados, como de cuatro o cinco kilos con el remite de la madre de Klaus. Y luego bien ordenados lingotes de doscientos gramos de oro. Abrimos los paquetes y eran también de lingotes de oro. En total contamos sesenta y dos kilos.
- WoW, papá, ¡Eres rico!
- Espera, no he terminado
- ¿Hay más?
- Uno de los paquetes sin abrir, pesaba menos y me intrigó. 
- ¿Que era, hijo?
- Bonos al portador de la empresa del padre de Klaus. Nada menos que quinientos millones de dólares.
- ¿Que son bonos, papá?
- Dinero contante y sonante, niño. Deja a tu padre que siga. ¿Había más, hijo?
- Había más. Si. Bastante. Papel moneda. Dolares, Euros y Libras esterlinas.
- ¿Cuanto?
- Eran todos billetes grandes. Billetes de 50£, 100$ y de 500€. En total contamos 125000£, 245000$ y 185000€. Como algo más de medio millón de euros.
- ¿Como lo repartisteis? Y oye, papá. No estaban tus papeles, pasaporte o carnet. No has dicho nada.
- Yo no tenía papeles. Recuerda, Klaus me rescató de una paliza que me estaban dando cuatro cabrones después de chuparsela. Yo estaba desnudo del todo. Nada llevaba encima.
- Bueno, pero en algún lugar te desnudarias, porque no ibas a ir en pelotas por ahí.
- Tenía un colocón de hierba tremendo. No se cómo llegué ni como se la chupé ni como los ligué. 
- Entonces ahora, ¿como vas sin documentos por ahí?
- Yo no he dicho que nos los tuviera. Con dinero, nada es imposible.
- Bueno, remata la faena. Como fue el reparto.
- Neil y Peter dijeron que ellos se llevaban los billetes que lo de los bonos y el oro era un engorro. El oro pesaba mucho y no sabían cómo iban a acarrear lo. Querían volver a Australia y los bonos no tenían idea que hacer con ellos. Dennis no litigó, siguió mudo sin un solo aspaviento. Quedé con los gemelos en que yo me quedaría con el oro y los bonos y ellos se llevarían los billetes.
- Pero, joder, hijo. Esto me suena raro. O sea, que estás desde hace cinco años de puta esclava de un degenerado desnudo siempre y de pronto sabes de mercado de metales preciosos, de mercado de valores, bonos y toda esa mierda. Venga joder Javichi cuenta la verdad.
- Es que todo es más enrevesado de lo que se puede contar. Son cinco años de experiencias, de ser follado a diario por un perrazo y ser objeto de las sevicias por toda clase de gentuza. Klaus organizaba todas las semanas algún tipo de orgía, a veces dos. Era agotador. Uno de los asiduos, un individuo bajito, gordito, calvo y baboso era Zbynda un abogado de Ostrava al norte de Republica Checa muy cerca de Polonia. De hecho sus padres eran polacos que emigraron por trabajo a las minas de carbón de Silesia y el nació allí. Me lo contaba todo, como si fuera su novio. Estudió derecho en Brno en una prestigiosa universidad. Tuvimos mucho tiempo para charlar. Le gustaba acariciarme la jaula y ver cómo me follaba Honza mientras yo le chupaba un rabito pequeño y enterrado en grasa. Se corría, yo me tragaba su polvo y él creía que estaba colado por él. Estaba casado. Hacía tiempo que me tenía dicho que cuando quisiera él me podía echar un cable si tenía algún problema legal. Podéis imaginar que fue en quien primero pensé al ver a Klaus fiambre. Y ya cuando vi lo que tenía la caja de caudales no me cupo duda que había que llamarlo.
- ¡Un momento! Papá. Están abriendo la puerta.
- ¡Tú madre! Javier. Claro, llevamos aquí hablando más de tres horas. Pues, nada, tranquilos. Esto es lo que hay. A afrontarlo.

Los pasos de la madre avanzaban por el pasillo. De alguna forma Honza se puso nervioso y empezó a gemir.

- ¿Javier, hijo, te pasa algo?

Y entró en el salón donde se encontraban. Abrió y cerró la boca varias veces intentando articular alguna palabra, pero no emitía ni un sonido. La cara viró del blanco papiraceo al rojo indignación. Los ojos se le desorbitaron y lo primero que tuvo a mano, un anuario judicial, lo arrojó en medio del aquelarre. Honza gruñó y ladró comedidamente y el resto intentó protegerse como pudo.

- ¡Maria, mi Galatea, soy yo!
- Pedazo de cabrón, mariconazo de mierda. ¿Tú que haces en mi puta casa? Ahora mismo llamo a la policía.
- Tranquila mamá. Espera. Papa, que acabo de conocer ha venido hace un rato preguntando por nosotros. Se ha identificado ¿que querías, que le echase? De cualquier forma y por muy cabrón que sea es mi padre..., y no es peor que tú. Que conste.

Y en aquel salóncito de medio pelo se hizo el silencio de los pudrideros del cementerio.
A Galatea se le escapó la sangre de la cara y los ojos del resto se dirigieron hacia Javier interrogando como cualquier policía de serie B. Todos, sin hablar, parecía que hasta Honza, esperaban impacientes una explicación. "NO ES PEOR QUE TÚ" y eso que coño quería decir.

- ¡Javier, cállate! Soy tu madre y tú no sabes nada.
- Vale, yo no sé nada, pero a los siete años ya sabía lo que pasaba y recuerdo todo: olores, sonidos, texturas, sabores, que para que lo sepas, que nunca pudimos hablarlos me encantaban.
- ¿De que hablas Javier? Es tu madre y yo aunque ausente sigo siendo su marido. Nunca firmé un papel, ni ella me lo pidió.
- ¿Que no quise pedirlo? Serás cabrón. Te disolviste, perdí tu pista. ¿Donde iba a pedir nada. Donde has estado? porque incluso pedí al abogado que te buscara, por si estabas perdido o amnésico y no podías contactar. Nada. La tierra se lo tragó, lo que me dijo el abogado. Pensé que estarías muerto, devorado de alimañas en cualquier barranco dios sabe de que lugar. Y ahora de repente apareces así como un hippy con perro y todo.
- E inmensamente rico, nuera.
- ¡Que banco habrá atracado o a que viejo carroza se habrá follado?
- Mamá, ya está bien. No quieras que empiece a hablar que al fin y al cabo eres mi madre, me has criado y te quiero. Y que sepas que te perdono cualquier desliz.
- Hijo, cuando hablas de desliz de tu madre, ¿te refieres a que ha tendido sus amistades peligrosas? Me resultaría extremadamente chocante que mi Galatea tuviera amantes.

La madre de Javier se encendió como amapola en agosto y sus ojos incendiaron a su hijo con los rayos que despedían. Javier aceptó sin parpadear la reprimenda visual de su madre, miró a su padre y con gesto de misericordia, le tendió la mano a su madre.

- Lo tengo que contar. Ahora he sabido que mi padre se fue porqué me dio a mamar su rabo y bien satisfechos los dos nos quedamos dormidos, situación en la que nos encontraste y razón por la cual mi padre se perdió. Le he estado echando de menos toda mi vida. Creo que se merece saber la verdad. Yo, con dos añitos le mamé la polla y no tengo memoria. Con siete años ya recuerdo como tú mamá me la chupabas a mi hasta que una sensación tremenda me hacía desfallecer y me quedaba dormido.
- ¡Cállate ya, sinvergüenza!
- No mamá, no me voy a callar. ¿Como no voy a recordar que ya más mayor me metías entre las piernas y yo me calentaba y te la metía en el coño hasta que empecé a eyacular y me dijiste que mejor por el culo que me daría el mismo gusto y ningún disgusto. Si, yo no me negué nunca. Me gustaba meterla en caliente, hasta que Matías entró en mi vida y supe por que vereda debía encaminarse mi existencia. Ya no quise culearte más porque prefería que Matías me culease a mi, pero claro, tú no lo sabías y dejaste de preocuparte de mi. Si, mamá, si. No tenía a quien contarle lo de mi profesor de gimnasia y tú empezaste a no aparecer muchas noches por casa. Nunca te pregunté, aunque lo imaginaba, por donde navegabas.
- Eres un desagradecido. ¡Y ese perro, echarlo de mi casa!
- Este perro tiene nombre, se llama Honza y es mi pareja. Quién me folla, vamos.
- No mamá, no. No te escandalices de que a mí padre se lo beneficie un perro, es solo el escándalo de tí misma. Yo ya no me escandalizó de haberte follado. Al principio, cuando tome conciencia de lo que hacía se me pusieron los pelos como escarpias. No tenía a quien contárselo y me consumía el remordimiento. Hasta que llegó Matías, me ensanchó los horizontes y comprendí la necesidad de los tabúes. Follar con él era torear otro tabú. Y vendrán más. Créeme, lamento no recordar cómo era la leche de mi padre, pero seguro que me gustó. Ahora, ya ves la saborea un macho de otra especie.
- Sois unos degenerados.
- ¡Ah! vale mi adorada Galatea. Tú no estás a nuestro nivel, lo tuyo es elevación a modo del "Lacrimosa" de Mozart. Déjate de cuentos y desnudate como nosotros, ábrete de piernas y deja que tú suegro te coma el coño mientras tú hijo te porculea y así reverdeces viejos laureles. No, querida, no. No es momento de ser hipócrita. Déjanos ver tú precioso y decadente cuerpo e ilustranos sobre tu vida desde que me fui de vuestra vida.
- A mi papá me encantaría saber, si es que te acuerdas, que hiciste para llegar a Düsserldorf desde que me diste de mamar por última vez.
- A mi también me interesaría hijo. Contraté hasta a un detective, que me sacó la pasta para nada. Sencillamente, como me dijo el detective, tú existencia eran pavesas de un incendio forestal: nada.
- Cuando comprendí la trascendencia de lo hecho la primera intención fue quitarme de enmedio de la vida, pero recordé la dulzura de tus labios, chaval, y tú sonrisa, antes de dormirte sobre mi vello del pubis, con la boca pringada de semen, y supe que eras feliz. Para ti no había más que placer satisfecho. Para mí seguía existiendo ese placer hecho realidad, pero modulado a base de remordimientos para sujetarme al sitio que las relaciones humanas me atornillaban. Lo pasado sería horrible para mí, pero para ti un logro: obtener un placer inalcanzable. 
Por eso me fui, para que tú madre con su dueño no te hiciera asumir parte de la culpa, que de existir, era solo mía.
El destino. Solo el destino. Me fui con lo puesto. Con el poco dinero que llevaba, la cartera con todo se quedó por aquí, saqué un billete para el primer tren que saliese hasta donde alcanzase.
Es curioso. Quizá como purga a mi atropello en el tren se empezó a escribir mi futuro. Me senté frente a un hombre de mediana edad, con las mejillas azuladas de lo cerrada que tenía la barba. Me taladró con su mirada negra y me sonrió. Se acomodó su paquete sin ningún disimulo y me asaltó. Lo agradecí, yo tenía que hablar, explicarme, exculparme y rogar un castigo que me liberase del dolor de haber tenido sexo con mi hijo de dos años.

- ¿Escapas de alguien o de algo?

Y mis ojos estallaron. No tenía manera de dejar de llorar. Lo confesé todo.

- Soy un degenerado. He follado con mi padre, con los empleados de mi padre y con cualquier cosa que tuviera polla, y cuando enderezo mi vida, me caso con la mujer más maravillosa y tengo un hijo, le doy a mamar mi polla..., y lo disfruto y no sólo eso, ahora mientras se lo cuento hago una erección explosiva.

- Y mientras se lo decía me marque el rabo bien duro por el pantalón.
No esperaba lo que pasó a continuación. Me sorprendió y recuperó. Me hizo sentir libre.
Se levantó de su asiento, se puso delante de mí y me dió la bofetada más fuerte de mi vida. Luego se agachó hacia mí, me agarró con fuerza la mandíbula de la misma forma que lo hacía una tía lejana que se dejaba caer por casa cada cierto tiempo y lo hacía para inmovilizarme la cabeza y poder peinarme a su antojo. Pues bien, este hombre me inmovilizó la cabeza y me susurró algo al oído que tuvo la virtud de relajarme y excitar al tiempo una sensación que no recordaba desde que Gabriel me cogía de la oreja y me susurraba al oído: "van conmigo mariconcito que tengo un regalo para ti" y me conducía al pajar.

- Si, si, eres un degenerado que mereces un castigo muy severo y yo te lo voy a aplicar. Coge lo que tengas y vamos. Nos paramos en la siguiente. ¡Y ni se te ocurra despistarte, cerdo!

- Esperamos en la plataforma hasta que paró el tren, en un apeadero en medio de la nada. Había un coche esperando con un chaval joven al volante. Su hijo, me dijo y yo, no se porqué no le creí. Pero si, lo era. Su hijo mayor. Sergio le llamaba.

- ¿Y éste nota, papi?
- Un tipo degenerado que se folla a sus hijos y necesita una absolución y un castigo. Nosotros se lo vamos a proporcionar. ¡Tú! por cierto, ¿como quieres que te llamemos?
- Basura
- Mejor TRASH, WASTE, suena como más asqueroso, y el tipo da asco. ¿Le puedo azotar yo primero, papi?
- Venga trash, desnudate, tira esos harapos y metete en el maletero. Los desperdicios nunca los metemos donde van las personas. Vas a poder descansar de culpa. Vas a pagar y con colmo.

- ¿Estuviste secuestrado? pedazo de gilipollas. Yo pensaba que tuve un marido pederasta y resulta que lo que era, ¡Un Imbécil integral! No se cómo no me di cuenta.
- ¡Estaba devastado, Galatea!

Javichu empezó a llorar convulso, sin poder terminar la explicación. Javier por solidaridad empezó a llorar también abrazándose a su padre. Honza empezó a impacientarse y a llorar, se acercó a padre e hijo y les bañó en babas a base de lengüetazos.
- Bueno, venga, vale de sentimentalismos. Que eres muy grande ya, y encima de pareja tienes un perrazo, de buena polla por cierto. Pero ya está bien de monsergas de vieja  Cuentanos ya lo divertido. ¿Te azotaron, te follaron, te mataron a besos? Vamos, hijo, que nos tienes en vilo.



sábado, 24 de agosto de 2024

INCESTUOSO (IV)

 

- Venga chaval, un rimming a tu novia como cabría esperar de tí después de que tu abuelo la haya preñado como dios manda.
- Por cierto Javier, tu abuelo folla mucho mejor que tú. Tiene esa curva milagrosa en el rabo que cada vez que entra, alegra cualquier próstata. Y él sabe cómo hacer que cada embolada sea como si fuese la primera sin desvirgar. ¡Que sabiduría!

Javier se enfrentó al ano de Marta, su novia provista de rabo, a unos centímetros. Miró el capullo de su abuelo Jerónimo, levemente manchado de mierda y aún goteando los últimos restos de semen y luego el ojal de Marta que le animaba a limpiarle con la lengua la sustancia blanquecina que le destilaba el cuerpo. Marta le instaba ya quejosa de lujuria a que se metiese con la cara entre sus carrillos y su abuelo daba palmas como elevando la apuesta de que no tenía cojones de hacerlo. Javier miró los dos objetivos, sonrió suficiente de determinación, fijó la vista en los ojillos del abuelo y le guiñó un ojo.

- Abuelo, antes de limpiarle el culo a Marta, creo que mi abuelo se merece toda la atención a su polla aún manchada de la mierda de ésta. ¿Que creías que tú eras el único en saltarte el todo y ponerte el mundo por montera? Pues mira, querido abuelo.

Javier con la rapidez de una cobra se lanzó sobre la polla de Jerónimo y procuró que penetrase en su garganta lo más profundamente posible. Se la tragó toda y el viejo empezó a gemir. Javier chupó y chupó hasta dejar la polla limpia de cualquier rastro de mierda y semen y cuando se sintió satisfecho de un salto elástico se enganchó al cuello de su abuelo besándole profundamente. El abuelo volvió a empalmarse con dureza. Javier se volvió entonces y con destreza y agilidad atrapó con su cuerpo el rabo del padre de su padre.

- ¡Venga! Sácame a mi también la mierda, viejo cabrón mientras me preñas.

Jerónimo se excitó tanto que apretó profundamente para taladrar a su nieto que gemía de entre dolor, placer y deseo. Le pasó los brazos bajo los de Javier e hizo presa salvaje en los sonrosados y minúsculos pezones del chico. Javier se estiró de dolor verdadero, pero Jerónimo le tenía taladrado y sujeto con firmeza. Javier lloraba y gritaba de dolor pero no por eso le decaía la erección. Marta, golosa, aplicó la boca al sexo de su novio y los gritos de dolor se transformaron en aullidos de placer. Finalmente, corriendose en la boca de Marta, Jerónimo anunció entre espasmos que estaba preñando al nieto.
Y en ese momento el timbre de la casa acabó con la magia del momento.
Se detuvieron en la posición que tenían como si hubiese sido Miguel Ángel el que hubiese dado vida a un bloque de mármol. Fue un instante infinito en el que ninguno de los tres se movió hasta que otro timbrazo deshizo la composición y Jerónimo urgió a Marta a que se pusiera algo y fuese a ver quién era. Su nuera, Galatea, imposible que fuera ella, estaba trabajando, así que seguramente sería un paquete o los Testigos esos que predican por las casas.

- Marta, si son mormones y están ricos que entren que les vamos a contar lo pecadores que somos.

Marta tomó el albornoz de Jerónimo y fue a la puerta goteandole él culo la lefa de Jerónimo. Iba por el pasillo enjugándose con el albornoz expandiendo el olor a mierda.
Miró por la mirilla y vio a alguien con la cara llena de piercings y la cabeza erizada de rastas, rastas de aspecto sucio. Le excitó el aspecto. No veía más. De haber sido alguien sin tanto adorno habría pensado en un mendigo, pero el aspecto tan extravagante la intrigó y abrió la puerta.
Lo que vio la excitó aun más. Además de las rastas y tantos abridores en nariz y orejas llevaba anillos en labios y al hablar se dejaban ver al menos dos de lengua. Una camisa muy ligera como de gasa, multicolor abierta hasta el ombligo que presentaba otro piercing. Las perforaciones de pezones eran interesantes, tanto que Marta se quedó como hipnotizada mirándolos. Eran unas espirales que perforaban por tres veces cada pezón a modo de tornillo.
El extraño se percató de la sorpresa y le tomó con soltura una mano y le animó a que lo moviera para que el perforante entrara y saliera de sus agujeros. Los pezones gracias a estas caprichosas perforaciones eran gruesos, carnosos y largos y el extraño no pudo evitar mientras Marta manipulaba los piercings, ahora ya a dos manos, entrecerrar los ojos y gemir débilmente. De placer supuso Marta, aunque le daba igual. Manipular de esa forma unos pezones le hizo empalmarse súbitamente.

- Aquí vive Javier con su madre, Galatea ¿me equivoco?

La voz era radiofónica. Grave pero cálida, susurrante, acariciadora pero clara y acompañaba las frases de una sonrisa de ojos grises azulados, vivos, expresivos. Los enmarcaban unas arrugas de expresión que daban confianza a quien los miraba. Dirigió las pupilas a la entrepierna de Marta que presentaba un notorio bulto y él mismo se llevó la mano a sus genitales que se velaban tras unos pantalones afganos de color morado sucio y muy ajustados a los tobillos. En los pies unas sandalias de cuero de factura artesanal dejaba ver una piel sucia y encallada con talones agrietados.

- Esos pantalones son muy chulos, aunque un agüita no les vendría mal
- Son unos Sarouel, muy cómodos, sobre todo para los huevos si no llevas ropa interior.

En ese momento, de un lateral escondido a los ojos de Marta surgió una cabeza enorme de belfos babeantes y color gris azulado. Marta se sobresaltó paralizada pero el rostro confianzudo del extraño y la caricia que le hizo a la cabeza del animal la atornilló al suelo. El perrazo de forma lenta pero nada dubitativa acercó su hocico a la entrepierna de Marta apartando los pechos del albornoz y llegando hasta el sexo que empezó a lamer lo que arrancó gemidos placenteros a la novia de Javier.

- ¿Y bien, vive o no vive aquí mi hijo?
- Si, aquí vive un chico que se llama Javier con su madre. Y ahora con su abuelo Jerónimo que viene de una convalecencia.  Yo soy la novia de un Javier 
- Dirás el novio.
- ¡Soy una chica!
- Lo que tú digas y lo que los demás quieran engañarse, pero los animales hace milenios que abandonaron el raciocinio y exploraron mejor el campo de los instintos que no engañan. Honza. Perdón mi perro, o quizá debería decir que yo soy su humano y él mi dueño, desde que fue cachorro le educaron en el gusto por el sexo masculino. Le vuelve loco el olor de una polla, y sabe cómo darle gusto. Por eso te ha metido el hocico. De haber tenido coño te habría ignorado. Y cuando te huela el culo, querrá montarte, como a mí.
- ¡Entonces..., entonces..., usted es el padre, el padre de mi novio!
- Exactamente, no sé cómo lo habrás deducido, pero si. Soy el papá de Javier.
- ¡Javier, Javier. Jerónimo, Jero...!

Marta gritaba como una condenada al despelleje reclamando la presencia de su novio y el abuelo. A los gritos desde la otra parte donde se escondía Honza apareció más asustado que la propia Marta una cabeza  de aspecto enjuto, apergaminado, muy moreno de rasgos angulosos con dos ojos muy pequeños hundidos en las cuencas y unos labios gruesos y carnosos que contrastaban con el resto de la cara. Completamente calvo, vestía una túnica de aspecto bereber en tonos marrones y descalzo.

- ¿Y este?
- Ya os contaré. Sobre él y sobre Honza.
- ¡Hijo! ¿Porque eres tú, verdad, pero cómo?
- ¿Tú eres mi padre, el cabrón que me abandonó siendo un enano? Espero que puedas explicarte.
- Bueno, vale, pero ¿podemos pasar los tres?
- Claro hijo, claro. Adelante.
- Pero nos tenemos que desnudar también. A mí me encanta. Llevamos, éste mudo y yo una vida entera desnudos. Es nuestra normalidad.
- Si así os sentís mejor, venga. Me gustaría saber si mi polla se parece a la de mi padre. Y tú Marta, quítate ya ese ridículo albornoz. Si, no me mires así, papi, estábamos follando, el abuelo, mi novia y yo. Si váis a incorporaros, venga. Aunque él perro es tuyo. Ese que te folle a ti.
- Porque tú no lo has probado, hijito.
- Venga, pasar. Tú ex, hijo, no vendrá hasta por lo menos tres horas. Y bueno, cuenta. Lo del perro
- Honza, por favor 
- Honza, vale, lo sabía y supongo que tú callado acompañante es el viejo que era compañero. Pero, ¿los gemelos?
- Los pelirrojos se han largado. Bueno. A ver. Tú cómo cojones sabías lo del viejo, los gemelos y tal.
- Estuve hace ya un tiempo con un amigo en el Club X de Dusseldorf, y allí una amiga suya, una tal Darita.
- Una pieza buena, la tal Darita.
- Nos contó lo de Klaus y lo de sus esclavos, el viejo, los gemelos pelirrojos, su perro y tú. Me dió pelos y señales y supe que eras tú. Se lo conté a tu hijo. Ya lo sabe todo.
- Te los has follado, como a mí 
- Te recuerdo que fuiste tú el que vino a mi despacho a tiro hecho. Si, soy muy debil en aspectos de bragueta, lo reconozco y te tenía en el punto de mira desde que con un año, cuando te cogía en brazos, no se porqué, te encantaba pellizcarme los pezones y cuando veías mi reacción de gusto te meabas de risa y te empalmabas. Cuando te vi tan lanzado lo agradecí. Y aún no me he arrepentido de aquellos polvos que echábamos. Ahora con tu hijo he rememorado viejos laureles y me han dado vida. Por cierto, tanto piercing en tu cuerpo, me ha puesto a tope.
- Bueno, padre, esos topes, luego. Ahora las explicaciones. Klaus de ilustre y mil millonario apellido, no voy a mencionar nombres era hijo de un tal Konrad y una tal Gabrielle. Está última coleccionista y tratante de arte a niveles estratosféricos, de familia de marchantes de arte de toda la vida. En suma, Klaus era de familia de pasta. Pero Klaus tenía otros intereses. No le gustaba nada lo de los negocios de la familia y si las fiestas, las juergas y una interpretación bizarra de lo que era la sexualidad. Klaus era el ojito derecho de Gabrielle y un terrible dolor de muelas para Konrad. Lo desheredó, algo con lo que su madre no estuvo de acuerdo, así que se lo dejó todo lo suyo a Klaus al morir. Pero mientras moría o no le dejo la casa donde vivía con sus esclavos, una renta anual sobrada y antes de morir le entregó los bonos al portador que poseía del negocio del marido. Cada seis meses recibía un paquete por mensajería que guardaba en una enorme caja fuerte de Krupp. Una de las veces que me estaba follando Honza fue una de las entregas semestrales. Cuando Honza hizo el nudo y se quedó quieto pude fijarme en la combinación y como usaba la llave que nunca se quitaba del cuello. 17 a la derecha, 28 a la izquierda, 9 a la derecha. Hace tres meses mientras Honza me follaba. Por cierto, Honza me folla a diario, él lo necesita y yo lo necesito. Pues Honza me hacía gozar y Klaus hacia lo que le encantaba, follarse a uno de los gemelos, después de azotarlo mientras el hermano se colocaba con su gemelo en plan 69. De vez en cuando la sacaba del culo y la metía en la boca del otro. A veces la polla le salía manchada y eso si que lo disfrutaba viendo cómo el hermano comía la mierda del otro. Hace tres meses Klaus en pleno orgasmo dio un ronquido raro y se desplomó sobre los hermanos. Le daría un infarto, no se.
- ¿Has dicho que disfrutas de como te folla Honza?..., papá.
- Si..., hijito, y deberías, deberíais probarlo todos. Es un delicia, ¿verdad, Honza?

Acarició la cabeza del perro que inmediatamente hundió el hocico en el sexo de Javier padre, o Javichu como le llamaba cariñosamente su madre en su lecho de dolor. El pene de Javichu encerrado en su jaula reaccionó hinchándose tras los barrotes y dejando bien patente su príncipe, su frenum, ampallang y resto de ferretería que llevaba. De inmediato la verga del perro salió de su funda de pelo y el animal empezó a gemir y ponerse nervioso.

- Me quiere follar. Hoy no lo ha hecho y reclama su derecho. Me folla a diario hace años. Debías probarlo tú Javier. Es algo diferente. Es más te animaría a que se la chupases primero. El color así tan como ensangrentado puede echarte para atrás pero te resultará increíble su dureza y textura, recuerda que lleva un hueso dentro que le da rigidez. Con cuidado porque un animal tan grande si te hace el nudo dentro de la boca puede ser un problema. En el culo se aguanta bien, incluso si pilla próstata de lleno el goce es perfecto. Eso sí es bastante lechero este Honza y te iba a atragantar de su semen si no tragabas con rapidez. Venga, estamos desnudos, échate aquí en la mesa, Honza, en cuanto vea el culo dispuesto te montará y yo haré de mamporrero por ser la primera vez. Venga, anímate.
- Si Javier, que yo vea como te monta y luego si hay ocasión que me monte a mi.
- Si nieto, estoy muy interesado en ver cómo esa bestia te destroza tu ojal.
- Ponte, hijo, que te folle mi pareja. Ni Honza ni yo somos celosos.
- Pero yo ahora no le hago una mamada a tu perro, con que me folle me conformo.
- ¡Por favor! papa de Javier, puedo chuparsela yo si él no quiere. Me apetece hacerlo. Me pone cachonda pensar que se la mamo a un perro.

Javichu acarició a Honza su funda de pelo y luego su verga roja, susurrándole que le iban a chupar antes de follar. El perro gimió y abrió un poco los cuartos traseros. El padre de Javier advirtió a Marta que le gustaba que entrase por detrás y le lamiese los huevos peludos antes de tocarle la verga, que era muy sensible y así el perro sabía lo que venía. Marta se acercó a cuatro patas por detrás y Javichu levantó el rabo de su pareja. Marta se acercó al ano del perro, lo olió por morbo y se estremeció pensando que le metía la lengua, pero se dirigió algo más abajo y lamió los huevos del animal que emitió un gruñido bajo y sostenido, luego Marta se acercó a la verga y la lamió primero, sorprendiéndose de lo caliente que estaba, fue haciendo los lametones más intensos hasta que se la metió entera en la boca. Honza de pronto inició un ladrido suave, como gimiente y Javichu avisó de que la corrida era inminente. Marta se incorporó empujó a Javier y dijo, con desesperación que se la tenía que follar a ella. Se echó encima de la mesa con las piernas bien separadas y Honza saltó sobre ella. Javichu con destreza dirigió la verga al ano que perdió dentro de él la polla perruna dura. Honza empezó a bombear como solo lo hace un animal hasta que emitió un gemido profundo final.

- No os mováis. Ya ha hecho el nudo, no puede irse. Su capullo se ha hinchado monstruosamente porque la eyaculación no se ha producido.
- ¡Ahhh! Es brutal, me va a reventar, no sé si me estoy meando o corriendo pero el placer no es nada parecido a lo que haya experimentado nunca. Quiero que siempre ya me encule Honza o alguien similar.
- La verga de Honza, muchacha o muchacho o lo que seas, es mía y solo mía. Es mi pareja y el único que hace que sienta placer con la jaula puesta. No se cómo me lame pero hace que me corra en medio de un caleidoscopio de placer.
- ¿Cuanto tiempo hace que la llevas, papá?
- Creo que los años que llevaba con Klaus, unos cinco, creo. Honza tenía seis meses cuando me folló por primera vez, un cachorro que no sabía cómo hacer y por poco no me arranca el intestino. Quería salir corriendo con nudo y todo. Klaus pudo sujetarlo, pero yo estuve una semana sangrando. Entonces ya Klaus me había condenado la polla. Para siempre, me dijo. Ahora, ya ves que lo que tengo es un botón pequeño. Hay clítoris más grandes.

De pronto, Honza, soltó un quejido pero como de dolor y se salió de Marta que no paraba de gritar porque no soportaba tanto orgasmo seguido. Cayó exhausta al suelo. El viejo inmediatamente se tiró al culo de Marta, que intentó rechazarlo sin saber que pasaba, pero Javichu le dijo con alarma que le dejara que le limpiase el culo con su boca que es lo único que hacía o quería hacer. El viejo se aplicó a chupar lo que saliese del culo de Marta, mientras Jerónimo lo miraba como hipnotizado.

- Yo quiero que me lo hagan a mí, pero no sé si querría que tu chucho me follase. Quisiera que me follases tu, pero ya he visto que va a ser imposible. Me conformaré con que me folle mi nieto y a ver cómo me limpia tu amigo cerdo. Oye, tú perro, ahora ¿donde va?

Honza, fue a refugiarse en la entrepierna de Javichu que avisó que le tocaba a él. Honza empezó a lamerle el botón enjaulado y al poco el hijo de Jerónimo empezaba a espasmar de placer. Cuando acabó, Honza lamió escrupulosamente cualquier gota de semen que salió de la jaula y se tumbo a, aparentemente a dormir.

- Pues estamos apañados los tres, Honza, Marta y yo. Solo quedan mi padre y mi hijo. Sería muy reconfortante ver a los dos disfrutar de sus sexos.
- ¿Quieres que te folle abuelo?
- Prefiero que tú padre nos explique cómo coño apareció en Alemania y porqué se largó dejándote con dos añitos.
- No tengo idea como llegué al Hofgarten en el centro de Dusseldorf. Eso sí, estaba desnudo con cuatro chavales.
- No. Espera. Porqué te largaste de casa y nos dejaste a mamá y a mí. Venga dinosló.

El padre de Javier hundió la cabeza entre los hombros y sorbió por la nariz.

- ¿Estás llorando, papá?
- Que va, que va. Debe ser alergia o algo. No se.
Desde antes que nacieras ya te quería. Había normalizado mi vida con tu madre y estaba feliz. Naciste y creí dejada atrás mi otra vida, en la que me engolfé con tu abuelo, el cabrero, Gabriel y más gente que tú abuelo intuirá, pero no sabe. Había un sotillo algo alejado del pueblo donde iba al anochecer gente del pueblo y alrededores a buscar compañía. Yo tenía dieciséis años y me escapaba de noche. Cogía la bicicleta y me acercaba al soto. Me desnudaba, escondía ropa y bici en un arbusto y me metía en la espesura. Allí, chupaba, tragaba, lamía y me follaba todo bicho viviente. Cuando volvía de madrugada me metía en la cama de mi padre a que me follase y así me podía dormir. Encontrar a tu madre y serenarme fue todo uno. Tenías dos años y tu madre se había ido a trabajar. Te despertaste y te cogí y te metí en la cama. No estaba premeditado hijo. Aún no sé cómo fue. Pero el contacto de tu piel con la mía me descontroló. Tuve un empalme colosal. Rocé tu cuerpo con el capullo y tú me lo agarraste con la mano. Me dejé llevar. Me destapé y te puse sobre mi barriga. Tú seguías jugando con mi polla que destilaba preseminal en abundancia. Lo tocaste y te llevaste la mano a la boca. Debió gustarte porque de inmediato te inclinaste sobre el capullo y te lo metiste en la boca. Debí apartarte, si, lo sé. Pero no lo hice y al poco me estaba corriendo en tu boca. Tragaste mi leche y nos quedamos dormidos tal como estábamos. Así nos descubrió tu madre por la mañana cuando regresó del trabajo. El resto, la tragedia posterior te la voy a ahorrar. Ese mismo día me fui. Me estuve drogando y prostituyendo años. No se cómo sigo vivo. Se que aparecí en aquel parque de Dusseldorf chupándole la polla a cuatro chavales que cuando se aliviaron me apalizaron por maricón. Supongo que para poder sobrellevar su homosexualidad negada y poder reconocerse como machos dominantes. Pobres desgraciados. Me salvé de la muerte porque Klaus andaba por allí de cruising.

miércoles, 14 de agosto de 2024

INCESTUOSO (III)


- ¿Que tu mataste a la abuela?
- Bueno, no exactamente. La matamos entre los dos un poco.
- ¿Mi padre?
- Te tengo que poner en antecedentes. Yo tonteaba con tu abuela, pero la cosa no pasaba de acompañarla al cine o llevarla a misa de doce y luego despedirla en la puerta de su casa. Todo muy correcto y social. Mis amigotes de farra, ya te contaré, siempre estaban de coña que si éramos la pareja perfecta, que lo nuestro apestaba a boda. En fin, el destino tallado en granito.
Cuando mi padre me pilló con el cabrero, antes que un escándalo prefirió un castigo silencioso con desenlace en altar con seis testigos de chaqué riguroso.
Mi padre, tu bisabuelo y el padre de ella, el boticario de la villa apañaron enseguida el enlace porque parecía, dijo mi padre, que entre los dos jovenzuelos hubo más que palabras y antes de dar un escándalo estruendoso a bombo sobre todo era mejor la boda. No era cuestión de rebelarse. A los dos nos venía bien. Tú abuela tímidamente adujo que había sentido la llamada del Señor y su padre le cruzó la cara.
Hubo boda por todo lo alto. Vino el gobernador y el Rey mandó una felicitación oficial. Un éxito. Al día siguiente salió en los Ecos de Sociedad.
- Ecos de ¿qué?
- El Insta de la época. Que todo el mundo se enterase que ya había otra collera de ringo rango en la alta sociedad.
Y llegó la noche de bodas.
- ¿Donde fuistes de viaje de novios?
- A Mallorca. Un viaje interminable a Valencia, de allí el barco y tras dos días llegamos a Palma. Pero eso fue tres días después de la boda. Los transportes no eran como ahora, aquí te pillo aquí te mato.
De manera que mi padre nos cedió su alcoba a la que el servicio engalanó como correspondía el evento 
A tu abuela nadie le había puesto en antecedentes y solo que se quitase las bragas ya me costó media noche. ¡Estaba dura! como una castaña pilonga. Ni una barrena entraría atornillando. Y cuando me vio mi cacharro, tú ya sabes bien como es.
- Maravilloso, Jerónimo, maravilloso. No se la experiencia de su nieto, pero la mía aunque escasa me faculta para decir que excepcional.
- Se puso a llorar, ¡pero llorar!
Me decía que iba a matarla. Imposible el desflore. Lo intenté una y otra vez hasta que se me despellejó el capullo. Tenía yo edad, fuerza y ganas. Le dije que me hiciese una mamada ya que no podía follarla y se negó. La obligué y vómito en cuanto tocó la polla su lengua. Le expliqué como pajearme pero estaba como ausente. Le palpé bien por abajo y estaba como el esparto. Finalmente me masturbé delante de ella y la obligué a mirar. Después le hice probar mi lefa y volvió a vomitar.
- Entonces mi padre, ¿que es, adoptado?
- Espera. Que hay más.
Los tres días que estuvimos en mi casa antes del viaje lo intenté a todas horas, sin éxito. Estaba desesperado y finalmente la puse a cuatro patas. Me dijo que eso tenía que ser pecado, que era algo que yo había aprendido en las casas de mala nota. Pero la puse. Volví a intentarlo y nada. Por más saliva que ponía, hasta aceite de oliva, nada era un desfiladero del desierto. No entraba. Ya desesperado le dije que por el culo. Por ahí no había duda. Se negó llorando, que eso era condenación eterna, pero me embadurné el capullo de aceite, apunté y de un golpe seco de caderas se la clavé. Dió un grito terrible de dolor y se desmayó. Por mi parte, no sé si por el grito o porque al fin entró en algún sitio según se desmayaba ella de dolor, me corría yo. Fue impresionante. No se me bajaba dentro de su culo a pesar de la corrida y sentí necesidad de volver a empujar, primero lentamente porque el capullo estaba muy sensible y luego con fiereza. Ella se despertó y empezó a gemir, y no era de dolor. Eché la mano a su coño y estaba empapado. La saqué del culo y apunté al coño. La desvirgué en ese momento y deposite la semilla de lo que luego sería tu padre, Javier.
- Pero no tuvisteis más.
- No hubo mucho más. Solo quería culo. Ya estaba preñada. Yo empezaba por el culo y le volvía loca y acababa en el coño. Me las prometía muy felices hasta que el quinto mes de embarazo el tocólogo dijo que sin relaciones porque podría tener un parto prematuro. Le pregunté con toda la discreción posible si por el culo habría problema.
- ¿Que le dijiste?
- Si podrían explorarse otras opciones compatibles con un ayuntamiento marital, pero "in vaso impropio"
- ¡Que dices del vaso!
- Él lo entendió. Es latín. Que si podía echar el polvo por el culo.
Se le encendieron los ojos como carbones incandescentes y me echó de la consulta acusándome de degradar a mi mujer. Pero, pasaban las semanas y ella me lo pedía. Se envició de culo. Llegó un momento que la pillé metiéndose hortalizas, como calabacines y pepinos. Parecía poseída. Intentaba tranquilizarla y la sodomizaba a veces, se tranquilizaba y se dormía.
Al fin, parió a tu padre, bien. Y el tocólogo me llamó aparte. "Lo hizo a pesar de todo, degenerado. Ha estado sodomizando a su mujer. Al parir ha tenido un prolapso rectal. Ahora va al quirófano a que el cirujano intente arreglarlo. ¡Sinvergüenza!"
- ¿Que fue lo que le pasó a la abuela de este? Eso es algo del culo. Es que a mí a veces, cuando éste me mete el puño se me sale una cosa roja y yo me la meto para dentro.
- Eso es. Es como si el intestino se diese la vuelta como un calcetín. Bueno, eso, que la llevaron al quirófano la arreglaron, pero jamás pude volver a metersela. Le dejaron demasiado estrecha de culo. Y se encerró en su misma. Años. El médico dijo que depresión posparto, y a mí me pareció que era depresión de ojal.
Total, que hubo que contratar a una nodriza que criase a tu padre. Yo me apañaba con lo que podía, porque criadas no faltaban, ni mozos de campo complacientes con el amo. Con cinco años tu padre me pilló con una cocinera metida en carnes con un sexo jugoso y me dijo que él también quería. Le convencí de que eran cosas de mayores y a los once me descubrió en el pajar con el cabrero, que tenía un buen culo, vaya si lo tenía. Pero él muy zorro no me dijo nada.
Esa noche estaba yo leyendo un libro en la sala y el viendo unos dibujos. De reojo vi como se frotaba y amasaba la bragueta. Hice como que no me enteraba, pero el siguió con la provocación. Con el rabillo del ojo vi como empezó a quitarse el pantalón y como el bulto que tenía era respetable. La primera intención fue la de levantarme iracundo y abofetearle, pero me pudo la lujuria. No pude evitar empalmarme. De súbito se bajó el calzoncillo se plantó delante de mi vuelto de espaldas agachado separándose las cachas del culo: "Papá, ¿Que tengo yo de menos que el cabrero para que no me la metas en el culo a mí?"
Le contesté que era un muchacho aún pequeño y además hacerlo con un hijo estaba mal y se castigaba con la condenación eterna. Me contestó volviéndose de cara a mi agarrándome la polla, que tenía dura como hierro: "¿Y si está tan mal porqué tienes tú la polla tan preparada?" Y me dejó sin palabras. Inmediatamente se puso de rodillas y me hurgó la bragueta hasta hacer emerger el capullo que se metió de golpe en la boca sin más dilación. Iba a correrme y le retiré la cabeza. Me preguntó preocupado si no lo sabía hacer y le contesté que lo hacía demasiado bien: "Me enseñó el Gabriel, el mozo de cuadra y me dijo que lo hacía tan bien como una puta" pensé para mí que tendría que hablar con el tal Gabriel y en ese momento mirándome a los ojos me preguntó con la mayor de las inocencias, que resultan las más eróticas: "¿Me vas a follar ya?" Le dije que yo tenía una verga de adulto muy grande y que no le iba a entrar y lo que me contestó me dejó desarmado: "el Gabriel la tiene más o menos como tú y ya me la mete sin que me duela. Bueno, un poquito al principio, pero enseguida me viene el gusto" y mientras decía esto me desabrochaba el pantalón y echaba abajo el calzoncillo: "Siéntate en la silla y te cabalgó, así lo hago con Gabriel y es como más profundamente entra. Como más me gusta. Además estamos frente a frente y él me escupe en la boca. Si tú quieres y te gusta puedes hacerlo. A mí me pone muy caliente".
Aquello fue la gloria. No pude resistirme más. Ver los rictus de la cara de tu padre de entre placer y tortura mientras el orgasmo me ascendía desde lo más profundo de mí lujuria desatada fue como un opio insalvable. No sabía vivir sin sentir el cuerpo de mi hijo abrazando y mimando mi verga. Sentía sin saber cómo la semilla pujante y espesa ascendía por el caño ardiente y salía tumultuosa en lo más profundo del cuerpo de tu padre. No te creas que no tenía mis remordimientos. Para cuando estábamos en toda la efervescencia yo únicamente tenía sexo con mi hijo. No era capaz de resistir la tentación de tirarme de la cama abajo cuando la erección me despertaba y enfilar la alcoba de tu padre. Me metía en su cama desnudo y percibia su calor adolescente, me ahogaba saber que estaba cometiendo incesto con mi único hijo, pero la naturaleza que no entiende de moral, solo de instintos me guiaba la mano a su ano y enfilaba mi miembro. Le decía hijo mío y el se desperezaba, sentía mi verga dura y empujaba para que le encajase entera. Me susurraba entonces: "Me gusta como me lo  hace mi padre. Te quiero papá" y en ese momento, en el que era consciente, pero a nivel de inmoralidad de estar follando a mi hijo, me corría sin remedio. Finalmente nos engolfamos de tal forma mutuamente que perdimos todo sentido de la medida. Nos parecía que era algo habitual y por eso nos enganchabamos donde la excitación soliviantada nos alcanzase.
Y sucedió.
- ¡Qué! Abuelo, aterriza y sigue, que estamos en ascuas.

Jerónimo miraba al infinito con ojos liquidos y de forma automática se amasaba las bolsas haciendo que los testículos resbalasen el uno contra el otro dentro de su confinamiento. Quería contar a su nieto como sucedió. Como el padre de Javier desapareció durante unos años para volver a aparecer con una novia, la madre de Javier. Los recuerdos fueron amontonándose en su memoria y bajó finalmente a la realidad.

- Si. Verás, hijo, bueno, nieto. Decía. Por cierto Marta que pechos más bonitos te pusieron. ¿Que cirujano fue?
- Al grano Don Jerónimo que tiene a su nieto en vilo.
- Follábamos tu padre y yo en cualquier parte. Fue un domingo. El servicio salía por la tarde después de servir la comida. Quedábamos solos, tú abuela, tu padre y yo. Había ido con mi hijo a misa de doce a la colegiata. Luego, el cura nos acompañaba con el Santísimo hasta casa para dar la comunión a mi mujer. A mí, la verdad, ver a tu padre delante de mi con las manos juntas dirigiéndose a comulgar me disparaba el deseo. No sólo cometíamos pecado de incesto sino que con toda nuestra suciedad de conciencia cometíamos sacrilegio cada domingo y eso me ponía tan cachondo que necesitaba rápidamente dar por el culo a tu padre. Y yo sabía que él también lo necesitaba. Así qué llegamos a casa...
- Un momento, abuelo. Si teníais, sobre todo tú que eras el mayor, esa certidumbre de pecado, algo que no entiendo, tú no forzaste a mi padre, casi que te llevó al huerto él. Bueno, entonces ¿A que coño ibais a misa y encima comulgabais?
- Yo era un prócer del pueblo, además Juez de Paz. Tenía que dar ejemplo. ¿Que respeto me habría tenido la gente de no haber sido parte activa en las ceremonias litúrgicas? Tenía que hacerlo.
Estaba en que llegamos y el servicio había dejado la comida para tu abuela para dársela tras la comunión y nuestro almuerzo en el comedor. En cuanto se fue el cura tu padre y yo nos enzarzamos en otra de nuestras coreografías lúbricas, allí mismo en el comedor. Se conoce que la abuela tuvo un percance con la comida, no se, el caso es que tocó la campanilla para que fueramos a atenderla, pero en nuestra fiebre de lujuria ninguno de los dos la escuchó. Ella, después de años, se levantó sola y fue en nuestra busca. Nos encontró besándonos como dos faunos mientras yo se la tenía metida entera en el culo.
- ¡Madre mía que marronazo Javier! Tú abuela en medio del polvazo. ¿Y que pasó? Cuenta, cuenta.
- Te puedes imaginar. De pronto se le quitó la apatía y el dejarse ir la poseyó Hera, la mujer de Zeus en pleno ataque de celos. A mí me quería matar por follarme a su hijo, y al hijo se lo quería comer porque le arrebataba la polla que la sodomizaba.

- ¡Cabrón, hijo de quince putas! No podías follarme el culo ya nunca porque el cura te había convencido. ¡Nieto de mil putas! Y te follas a mi hijo sin querer encularme a mi. Y tú maricón, esposo de la lujuria que bien aprovechas MI polla, ¡que es mía, solo de mi culo! que te concebí desde el culo por error, ¡Quimera de la naturaleza! Te engendre desde el culo y te cagué por el coño. ¡Malditos seáis los dos! que la vida que me quitáis os depare una existencia sustentada en el culo.

- Y ahí acabó todo, se vació de rabia, indignación y vida. Volvió a su cama y no volvió a abrir la boca ni para maldecirnos ni para comer, beber o siquiera vomitar. Se apagó. Duró una semana. Tú padre fue a su cama le rogó, suplicó, lloró y se lamentó. No movió un milímetro su actitud. Se suicidó de quietud. Cuando expiró, tu padre estaba junto a ella y le oí gritar de dolor. Me acerqué y le consolé como pude, pero el único consuelo que quería era que le amase desde detrás. Le follé allí mismo, en el lecho de muerte de su madre y cuando me corrí me dijo muy serio: "Ha sido la ultima vez. Se acabó"
Al día siguiente fui a su alcoba para hacerle entrar en razón y ya no estaba.
Se fue. Creí que para siempre. Hasta que pasados cinco años apareció diciendo que tenía novia y que se casaba. Quise que entrara en razón y como respuesta fue en busca del cabrero. Me dijo: "Ya sé cuál es mi razón. Se lo que quiero y lo que me gusta. Y no voy a renunciar a lo que me gusta por lo que quiero. Normalmente es la misma cosa en el común, pero he comprendido que yo soy especial. Quiero casarme y tener estabilidad emocional y quiero que me follen, chupar y que me chupen que nada tiene que ver con lo otro"
Esas navidades me trajo a casa a tu madre, ya embarazada de tí. Esa misma Navidad se casaron sin pompa ni boato. Estábamos el cura, ellos y yo de padrino. De madrina la cocinera y por expreso deseo de tu padre fueron testigos Gabriel y el cabrero. Toda una declaración de intenciones.
Cuando naciste, esto me lo confesó él, lo primero que hizo fue confirmarte en tu sexo. Te lamió toda tu zona pudenda hasta ano y a fuerza de saliva y trabajo de lengua consiguió descapullarte. Él me dijo que tuviste un orgasmo, yo siempre pensé que fue un grito de dolor, aunque tú padre siempre mantuvo bien hibridados dolor y placer. ¿Porqué crees que tengo yo tanto piercing en los pezones? Se empeñó el día que le acompañé a hacerse su príncipe y acabé haciendome el mío. Aquel día hicimos rico al perforador.
- Yo quiero hacerme un Apadravya o un Ampallang. ¿Dolerá mucho? El príncipe lo tiene mucha gente ya. ¿Te dolió mucho tu príncipe?
- Te sangrará mucho y tarda mucho más en curar. Tú padre se los hizo: TODOS, Lorum, frenum, dydoe, giche, TODOS. Tú padre siempre fue excesivo.
- Mmmm, abuelo, me encantaría follarmelo. Podíamos follar los tres..., y bueno, Marta si tú quieres, también, no creo que a él le importase. ¿Donde está ahora?
- Mi última noticia, antes de que me ingresarán es que estaba de esclavo doméstico de un motero alemán, que según me han dicho en el ambiente es un salvaje con sus pupilos.
- ¿Tiene más de uno?
- Me dijeron que además de tu padre, que..., bueno ya os contaré luego, ya te he dicho que tú padre es muy excesivo. En fin, además de tu padre, tiene una pareja de gemelos idénticos, australianos pelirrojos de unos veinticinco y un viejo en las últimas que tiene para..., bueno, luego entraré en interioridades. Todo esto me lo contó una mujer muy salvaje que conocí en Munich que había estado en una fiesta temática del Club X de Dusseldorf y allí se enteró de todo. Porque lo de Klaus es de traca. Y tu padre es famoso en esos ambientes
- Venga, abuelo, cuenta, cuenta, no nos tengas en ascuas.
- ¡Es tan excitante y a la vez tan salvaje y asqueroso que os váis a correr de gusto!
- La tía ésta, Darita edita una revista bajo suscripción en la que no se respeta ni un tabú cultural y claro se conoce vida y milagros de cualquiera que haga por sexo barbaridades. Y claro Klaus es de esos bárbaros. Me enseñó fotos de su cuadra, la de Klaus. Tiene a cada uno en una jaula. Los gemelos una para ellos solos. Desnudos, en el sótano de su casa. No les falta el agua que a veces es el meao de Klaus, y la comida, bueno, cuando le da algo, que suelen ser sus desperdicios, pero antes de dárselo les esposa las manos a la espalda. Dijo que para Klaus son sus perros. Aunque él perro que tiene, un gran danés de ochenta kilos, color ceniza vive y duerme con él.
Cuando tú padre respondió a un aviso en el tablón de contactos de un sex-shop en el que un amo muy severo, Klaus,  necesitaba un esclavo, se encontró al llegar con que después de arrodillarse, humillarse y lamerle la suela de las botas, éste Klaus le preguntó que hasta donde llegaría por obedecerle y tu padre, según cuenta ésta Darita, por toda respuesta metió la cabeza en los hijares del gran danes y comenzó a chuparle la verga. El perro se excitó, se puso en pie y buscó el culo de tu padre que al darse cuenta se lo ofreció como si fuera una perra, a cuatro patas, el bicho lo montó y le echó un polvo en toda regla. A Klaus le encantó y le asignó para su esclavitud atender sexualmente a su perro. "A partir de este momento eres su perra, a cualquier hora y donde a él le apetezca. Con tu polla por otra parte, olvídate, llevarás castidad sondada y te ordeñarás tú mismo en mi presencia una vez al mes.
- Abuelo, si yo veo eso, empiezo a correrme de gusto y no paro.
- Dímelo a mi que tal como me lo contaba Darita me chorreaba la leche de la polla. Menos mal que la tía tuvo la gentileza de prestarme su culo para poder terminar de gozar de mi orgasmo.
Pero yo creo que ya está bien de hablar de mi hijo. Quiero probar el coño de Marta, si a ti no te importa, reina y quiero ver cómo se la clavas a mi nieto. Después ya variaremos y nos cambiaremos fluidos. Quiero ver cómo Javierito te come el culo después de haberme yo corrido dentro. Al fin y al cabo él ya está acostumbrado al sabor de mi lefa.
- Pero después abuelo tienes que seguir dándonos norte de mi padre. Me encantaría ver cómo se lo folla el perro. Le acercaría el rabo a la boca a ver cómo reaccionaba.
- Pues comiendotelo nieto, y más sabiendo quien eras.

martes, 6 de agosto de 2024

INCESTUOSO (II)

 

Aún conservaba el regusto amargo en la garganta y resonaba en su memoria la casi promesa de su abuelo y amo de que le cagarían en la boca. Un escalofrío le recorrió el cuerpo estando en su cama, horrorizado de la imagen que se le formaba en la cabeza, tumbado boca arriba, con una venda que le velara la vista, que añadiese incertidumbre a la amenaza de ser el albañal de quien quisiera que fuese e impidiese que en el ultimo segundo se arrepintiese y retirara la cara aún a riesgo de lastimarse con una de las patas de la silla sin asiento en la que se sentaba el que iba a aliviarse dentro de su boca. Imposible desconectar la potente imagen de un zurullo grueso y humeante entrando en contacto con su lengua mientras su semen salpicaba a distancia sin que nadie le hubiese tocado.
No sabía porqué tipo de vericuetos emocionales o psicológicos esa misma ensoñación a la que tanto temía y rechazaba le provocaba unas erecciones instantáneas y dolorosas como nunca había tenido, desde que con nueve años los gamberros aquellos le obligaron una y otra vez, durante tres años a chuparsela y tragarse la lefa.

¡Javier, joder!, ¿estás tonto? Están llamando a la puerta. Será tu putita, o sea tú Martita. A ver cómo se nos da.

Javier salió de golpe de su ensoñación. Mantenía la dolorosa erección y destilaba mucho precum. Se limpió como pudo con la sábana, se puso el pantalón a la carrera sin ropa interior y salió a la puerta. 
Efectivamente era Marta. Le ponía cachondisimo que su abuelo le llamase putita lo mismo que cuando le llamaba a él mariconcito, y no pudo evitar al abrir la puerta que se recrudeciese la erección que ya traía de la cama.
La miró como si fuera la primera vez con los ojos espantados porque sabía que tendría que descubrir la relación morbosa y deleitosa que tenía con su abuelo. Tenía la mano izquierda levantada de la que colgaba una llavecita. Sabía lo que eso significaba y se estremecía de lujuria pero lo que no sabía era cómo se tomaría Marta lo de su abuelo aunque a tenor de lo viciosa que era suspiraría por una buena tortura de pezón a cargo de un viejo mientras él la sodomizaba. Él sabía que la forma de dominarla en la cama, o en la tapia o en los váteres sucios de cualquier lugar consistía en hacerla sentir el dolor de un buen mordisco o un pellizco inmisericorde, se derretía al instante y ya era tuya. Podías pedirle lo que fuera que te lo entregaría en bandeja.

- Bueno, chavalín, me vas a dejar entrar o te morbosea ahora que follemos en el descansillo de la escalera.

Por si no estuviera ya suficientemente fuera de si, si no podía tener una erección mas intensa ahora Marta le salía con esa. Se imaginó en un segundo levantándole la falda a Marta en el descansillo mientras los vecinos subían o bajaban y todos hacían algo mientras él le comía el culo a Marta que se desesperaba porque quería que ese ímpetu lo desarrollará por la delantera. La volvió a repasar de arriba a abajo y pensó en lo que diría su abuelo cuando le viese los pezones pugnar por atravesar el delicado raso casi trasparente de la camisa.

- Claro, claro. Pasa. Con esos pezones como no iba a querer que entrases. Por cierto ¿has traído ropa interior o llevas puesto...?
- Lo llevo puesto. Se que te da morbo, luego me lo quitas mientras me porculizas para que yo pueda entrar en acción como sabes que me gusta.
- Otra cosa, Marta. Verás, a ver cómo te lo digo...
- ¿Quién es? tu novieta, verdad. Venga que pase.
- ¡Javier!

Marta tenía los ojos espantados. Sin abrir la boca interrogó muy enfadada a su novio. Echaba fuego por los ojos y los labios apretados. Levantó el puño con clara intención pero desistió y se dió media vuelta para irse. Javier la sujetó con firmeza por el brazo, ella dió un tirón pero no consiguió soltarse.

- Espera, por favor. Por favor, espera. Deja que te explique. Es mi abuelo. ¿No te dije que tenía un abuelo ingresado que estaba en las últimas? Pues no se murió. Se mejoró mucho, le han dado el alta y mi madre se lo ha traído. De su hijo hace siglos que no sabe nada, pero le da pena dejar solo a su suegro, fíjate. Antes de ingresarlo se había comprado una casa en medio del campo, pero claro había vendido la suya y no podía dejarle solo. Ven a conocerle. Es un poco borde pero tiene su gracia.
- ¡Joder con el viejo!
- Y hay más..., no se cómo decirlo...
- ¿Que me vas a decir, que te lo has follado, mariconazo?
- No. Pero él a mi si. Y lo hace muy bien.
- ¡¡CON TU ABUELO!!
- Si, con su abuelo, señorita. Y eso ha sido lo que me a salvado. ¿Verdad, Javier?
- No sé abuelo, yo solo te hice una mamada aquel día.
- Y a partir de...
- ¡Bueno, ya está bien! ¿Podemos pasar o es preferible que se enteren todos los vecinos?
- Perdona Marta. Venga, pasa, pasa, es que mi abuelo es como es.

Marta iba pasillo adelante detrás de Jerónimo escoltada por Javier, que a pesar de las circunstancias no pudo evitar meter la mano por detrás a su novia para alcanzar el regalo que tenía por delante. Ella en lugar de protestar caminó con las piernas un poco más abiertas para dar espacio a la mano de su novio.
Así estimulada por detrás Marta se fijó en la figura del viejo. A pesar de su hábito senil tenía un andar garboso moviendo las caderas de forma estimulante. Además el pantalón corto de pijama hecho de hilo de algodón permitía ver cómo el escroto bamboleante y descolgado se movía al ritmo de la marcha. Ellos sumado a la mano de Javier hizo que Marta casi si querer se desabrocharse la camisa ligera que llevaba y se pellizcaste los pezones arrancándole un gemido de placer. Jerónimo no fue ajeno, se detuvo entrando al salón y se dió la vuelta. Marta al verse así sorprendida lejos a achicarse recrudeció los pellizcos y de la forma más lujuriosa se contoneó delante de Jerónimo. No se lo pensó el abuelo de Javier. Con la rapidez y decisión impropia de un anciano se apoderó de los pezones de Marta y los retorció sin ninguna piedad, ella se quejó crispando la cara pero sacando pecho en lugar de encogerlo aceptando el castigo y pidiendo más. Jerónimo se envalentonó y acercó la boca a uno de los pezones para mordisquear lo mientras con la mano que dejó libre intentó acceder a su entrepierna. Pero estaba la mano de su nieto que le negaba el espacio.

- ¡Tú, perra! deja a tu amo que coja lo que es suyo.
- Esto es mío abuelo, y de nadie más.
- Eh, eh, ustedes dos, mi zona de recreo y cualquier otra zona de mi cuerpo es solo mía, ni tuya, zorrita de tu abuelo. ¡Seréis degenerados incestuosos!

Para cuando Marta insultaba sardónica a Javier y Jerónimo, éste ya tenía el pantalón de pijama en el suelo y la chaqueta había salido por su cabeza sin desabrochar siquiera, con la agilidad que lo haría un adolescente antes de tirarse al agua. 
Exhibía orgulloso una erección de juventud a la que solamente delataba la edad los huevos, enormes y colgantes. Los pectorales eran dos senos de lactancia vacíos pero disimulados por los piercings en unos pezones monstruosos. Marta no lo dudó un minuto y se lanzó a engullir la erección hasta donde pudiera sin asfixiarse. Cohibida una y otra vez la nausea para no dejar ir aquel regalo de la naturaleza. 
Javier al ver cómo Marta se tragaba el rabo del abuelo soltó la presa del sexo y empitonó por el culo a la chica que sin sacarse la polla de la boca gimió de placer. En ese momento fue cuando Jerónimo buscó con su mano el sexo de Marta para pellizcarle con rabia el clítoris y escucharla dolerse del castigo. Entonces sucedió. Se echó hacia atrás, empujó a la chica contra Javier dando con ellos en el suelo y se puso a vociferar con los ojos echando fuego de indignación.

- ¡Pandilla de maricones! ¿Esto que es. Creíais que me la podíais colar porque soy viejo? Hijos de puta. Tú, nieto estúpido, sabes que me da igual polla que coño, ¡Pero odio las mentiras, lo sabes, y has salido al mentiroso de tu padre! Me da igual que tengas novia, novio o perro y que se vista como le salga del culo, pero llevar castidad para que no se le vea el rabo, es el colmo.
- Abuelo, abuelo. Calmate, por favor. Marta es trans y no se quiere quitar el rabo porque lo que más morbo y placer le da es tener la jaula, pequeña además, puesta y que yo tenga la llave por si me apetece chuparsela o que me folle.
- ¡Venga! los tres al salón y en pelotas todo el mundo. No quiero más engaños. Y tú, imbécil, libera el rabo de tu novia o novio o lo que coño sea eso.

Javier se descolgó el cordón con la llave del candado y se acuclilló para liberar el sexo de su novia de la jaula que lo aprisionaba. El pene dentro de la jaula había pugnado por desembarazarse de su prisión sin conseguirlo únicamente dejarse las marcas de los barrotes bien marcadas en la piel por el efecto de la erección imposibilitada. Al liberar la jaula el pene pudo crecer en longitud quedándose enganchado únicamente por el tubo de sondaje de unos dos centímetros que se introducían por la uretra para imposibilitar aún más la remoción del castigo.
El abuelo tomó en su mano el sexo ya engrandecido de Marta y lo sopeso, se agachó y se lo metió en la boca. Marta de pronto dio un respingo hacia atrás sacando de la boca de Jerónimo su verga.

- ¿Lo has notado, no, perra?
- ¿Que has hecho? cabronazo.
- Tengo una lengua sabía. Te he metido la punta por tu boquete que ya está bien dilatado por el sondaje. Te ha sorprendido, pero, reconócelo, te ha gustado.
- Hazlo otra vez pero con más cuidado.
- Luego nos ponemos a ello. Ahora vamos a sentarnos con tranquilidad mientras echamos a volar la imaginación y nos calentamos como el diablo manda. A ver, tú, ¿Cual es tu nombre de verdad? nada de fantasías ni sainetes de opereta.
- Marta, abuelo, Marta. No hay otro. Marta es una tía.
- ¿Con polla? Os habéis vuelto locos.
- Si, con rabo. Con un rabo increíble además y unas tetas que le han puesto que flipas. Cuando Marta me folla y me dan sus tetas en la espalda me corro de gusto. Además por tener polla en origen sabe que siente un macho cuando le follan y lo hace como nadie. Es lo ideal, una novia que puede follarte y te la puedes follar. ¡Increíble!
- Por muchos años que viviera no lo llegaría a entender jamás. Supongo que como mi padre nunca entendió que faltando días para casarme con tu abuela ya preñada de tu padre, me encantase que el cabrero de la casa me la mamase cada vez que estaba cachondo y no lo ocultaba. A él  le gustaba y a mí más. 
Ahora comprendo de dónde te viene conociendo a tu padre.
- ¿A mí padre? Por cierto porqué dijiste antes que mi padre era un mentiroso y otra cosa que nunca me aclaró mi madre, ¿Porqué se fue, porqué me abandonó?
- Tu padre, tu padre... De no haber tenido polla habría sido una fuerza de la naturaleza. Pero no supo sujetarse. Inteligente, habilidoso, brillante y listo, pero la lujuria le pudo. Desde que era un púber. Pero era mi hijo y le cubrí. Verás.
Yo tengo o tenía, no se, quizá esté muerto ya aunque era mas joven que yo. Decía, tengo un hermano más pequeño, unos cinco años o así. Tú tío abuelo era un bohemio, siempre entre artistas, gente farandulera, borracho, adicto a la nieve y decía él un espíritu libre. Yo le decía que era un sinvergüenza con balcones a la calle. El se reía. El caso es que pasaba temporadas en casa, supongo ahora que cuando estaba tieso, pero no por eso él se amilanaba. Él actuaba como si le respaldase una cartera de títulos en la bolsa de Londres. Por supuesto, yo financiaba con la espectativa de una pronta devolución con intereses. Yo, ¿que decir? le tenía mucha ley, era el típico sinvergüenza gracioso, siempre riendo sin dar importancia a nada salvo a sus vicios.
Tú padre, la ultima vez que vino mi hermano, por cierto, Bernardo, que no lo había dicho, eso, tu padre tenía nueve años pero muy desarrollado para su edad, aparentaba doce o trece. Mi hermano Bernardo desde que llegó se hizo muy de tu padre. Iban a pescar, a poner lazos para los conejos y liga para los pajaritos. Pasaban mucho tiempo juntos y eso a mí me satisfacía, que tú padre tuviera con quién entretenerse. Tú abuela desde el parto con la depresión ni estaba ni se la esperaba, según el loquero que la visitaba.
- Me la estoy viendo venir abuelo.
- Eres listo como él. Fue en otoño. Bernardo vino a la casa del campo, si, donde el cabrero, a pasar la canícula y a bañarse en la alberca o el río. Tú padre pasó un verano de aventura y diversión. Cuando ya las tardes menguaban y la luz se tamizaba de ocres y nostalgia, me desperté de mi cabezada de después del café de la tarde y me extrañó no escuchar el alboroto de tío y sobrino. Todo estaba calmado como el claustro de un convento antes de vísperas. Me puse a buscar por las habitaciones y no encontraba nada. Nadie. Y me dió un vuelco el corazón. Mis devaneos con el cabrero eran en un sobrao del pajar donde se guardaba grano para ponerlo a salvo de las ratas. Me temí lo peor y a la par sentí un pellizco en la boca del estómago que me dejó sin respiración y me hizo estallar un calambre en el capullo. La misma sensación de cuando iba al encuentro del cabrero. La puerta estaba entreabierta y se escuchaban murmullos, pero no se veía nada. Entré con sigilo y me imaginé donde tendría que buscar. Subí con sumo cuidado la chapera que daba acceso al granero. Desde que tenía mis encuentros con el cabrero sabía que escalones crujían y cuales eran discretos. Me gustaba sorprenderle metiéndose el astil de cualquier azada por el culo mientras gemía de lujuria. En cuanto llegaba se lanzaba como una jauría de lobos a exprimirme el rabo de hasta la última gota de leche.
Llegué al borde del sobrao y los vi. Por poco no me caigo. Tú padre con su corta edad, le faltaban días para alcanzar los diez.

- Sueño con tu polla tío desde que te conocí a los seis. Desde entonces he ido metiéndome cosas en el culo para que me follases en cuanto yo pudiera convencerte.
- Tengo treinta, pequeño. Si me gusta el sexo y he hecho de todo con tías, tíos y hasta animales, en aquella orgia en Praga, pero nunca he tocado un crío.
- Yo no soy un crío, soy una perra que te va a comer el rabo para que me preñes el culo como a una puta.

- ¿Mi padre a los nueve hablaba así? ¡Joder! menos mal que se largó si no a estas alturas tendría el ojal como un vomitorio del Bernabéu, porque seguro que me folla cada vez que me cambia el pañal. ¿Y viste como tú hermano se lo follaba?
- Todo. Y no sólo eso. Me excitó tanto la escena de la sodomización de tu padre que pedía a gritos que le empalase con más fuerza que no pude evitar sacarme la polla y con poca estimulación correrme como nunca. Pero debí hacer ruido corriéndome que Bernardo se detuvo y aunque tú padre le instaba a seguir, él no pudo. Se levantó a toda prisa empezó a vestirse y yo aproveché para escabullirme.
Después de la cena en la que Bernardo y yo anduvimos muy serios y parcos en palabras, tu padre no hacía más que mirarnos a hurtadillas y reprimir la risa, como si él ya supiera el vendaval que arreciaba y le divirtiera. Después de la cena digo, le dije a mi hermano que pasase a mi despacho. Tú padre vino detrás muy festivo pero le fulminé con la mirada, me la sostuvo y no sé si sería mi imaginación o que fue real pero se llevó la mano al paquete y se marcó el bulto, pero se detuvo y cerré la puerta dejándole fuera.

- Siéntate Nardi.

Mi hermano de chico era un muñeco, bello como un nardo, de la belleza de mi madre. Y rompió entre la familia como Nardi, porque Nardo era demasiado grande para él.

- ¿Qué pasa Jero?
- Explicame lo del sobrao del pajar de hoy.
- No sé, Jerónimo ¿de que hablas?
- Si lo sabes. ¿Te entra entera en el ojal de tu sobrino? Hasta ahí no me alcanzaba la vista, pero por lo que decía el niño, quería más.
- Fue él Jerónimo. El puto niño ese que es como una ninfula. Desde que llegué me persigue, me pregunta que como de grande se me pone, que si le cabría entera en la boca, que a que sabe la leche. Jero, joder, tú niño es un pervertido. Y si, me pilló con una revista pajeándome en la huerta, tras el nogal grande que sembró el tatarabuelo. No me dejó ni pensármelo se lanzó como una hiena a la polla y se tragó todo lo que eché. Luego no ha dejado de perseguirme. ¡Joder Jero! si se me ha metido de noche en la cama a chupármela. Si, en cuanto te duermes, que roncas como un búfalo afónico se me cuela y que se la tengo que meter, que se la tengo que meter. Hasta que hoy lo ha conseguido.
- Y tú, ¿no has podido negarte, verdad?
- Es muy bueno Jero, de verdad, es un demonio. No se de dónde se ha sacado el que comer el culo da gusto. Pues si, da gusto, es muy placentero y el lo hace como nadie. Tiene una lengua sabía.
-¿Sentías como le entraba en el culo, verdad?
- Eres un puto salido. Siempre lo fuiste. ¿Que crees, que porque decías que era un juego en el que yo era un pirata y tu el oficial de SM, no me daba cuenta que tú tortura era la paja que me hacías y que luego te corrías tu restregándote contra mi polla? Tenías trece y yo siete para ocho. ¿Desde cuándo te aprovechabas de mi? A quien tenía que salir tu hijo. Anda, niégame que te corriste como una perra mientras nos mirabas. Y ahora lo que vas buscando es el morbo de que te cuente la cara que ponía mientras me lo follaba o lo estrecho que estaba.
- ¿Ponía cara de dolor, le hiciste daño? No escuché que le azotases el culo mientras la metías. Si, me puso muy salido y lamenté haber provocado el crujido que os alertó. Pero, dime, ¿te corriste dentro?
- Si, Jero, me corrí a pesar de tu imprudencia. Preñé a tu hijo y el me lo agradeció. Me dijo que no lo echaría para sentirse más guarra aún. Y que quería más cada día, a todas horas.
- ¿Tú crees...?
- Si lo creo. Seguro que lo está deseando. Hacérselo con los dos, uno por arriba y otro por abajo, para que sea un incesto bien completo, sería para él la culminación de su lujuria. Y para tí también, me juego el virgo.

- Y os lo follasteis los dos. ¡A mí padre! Su propio padre y su puto tío.
- Tienes cojones, Javier, de las cosas que habláis nieto y abuelo.
- Y que lo digas Marta. Y bueno ¿qué, os los follasteis? Joder, di algo.

Jerónimo dejó caer los hombros en señal de derrota. Efectivamente se lo habían follado y su hijo había sido un entusiasta compañero de sexo. Él quiso comentarlo con su hermano, pero a la mañana siguiente de haber tenido una orgía desenfrenada Bernardo se marchó. Jerónimo no pudo sustraerse a la tentación de su hijo y follaba con él cada vez que se le antojaba y su hijo siempre estaba dispuesto. A veces la madre del niño llamaba desde su lecho de postración para saber que hacían o donde estaba. Incluso en alguna ocasión Jerónimo acudió al reclamo de su mujer en albornoz con un priapismo inasequible para comprobar únicamente que solo quería saber que no estaba sola. Quiso acceder a su sexo pero ella comenzó a llorar una vez más: 
"Solo quieres preñarme otra vez para sumirme en la peor desesperación. Te estás haciendo otra paja, mira como estás tú, eres un degenerado" 
Jerónimo se iba de la alcoba buscando el sexo de su hijo que le esperaba ansioso de par en par para recibir su semilla necesariamente estéril en su cuerpo de adolescente varón.

- Si, Javier, me lo follé aquella vez con mi hermano y seguimos y seguimos. Cuando tú padre tenía dieciséis años, no solo me lo follaba yo. Había un gañan joven en la propiedad que le caló de inmediato. El se lo follaba cuando yo no podía o no tenía ganas. Tú padre era insaciable a esa edad.
Y si. Creo que yo fui el responsable de la muerte de tu abuela. Nunca debí acceder a hacer un trío en mi despacho, tan cerca de la alcoba de tu abuela.

- ¿Cómo se llamaba mi abuela?
- María Galatea. Aunque ella prefería que le llamasen como a la Nereida, Galatea a secas. A tu madre, aunque se llame Gloria, tu padre siempre le dijo, mi Galatea. Le recordaba a su madre.