lunes, 21 de febrero de 2022

MI PADRE (1)

 

Al poco de nacer - vaya madre - la que me parió se largó de casa, creo que con una amiga, mi padre nunca me quiso decir nada, ni razones, ni causas, "mira Pedro, hijo, cuando una relación se va a pique, la culpa se reparte al cincuenta. No sé cuál pudo ser mi participación en aquel desastre, pero seguro que tuve algo que ver"
Mi padre es muy ecuánime y cuando me dijo eso es que honestamente está convencido de su participación. El caso es que me crió mi padre. Pudo por su trabajo de consultor de marketing que le dejaba mucho tiempo libre y mucho rendimiento; sus opiniones e indicaciones de mercado valían su peso en oro. Si alguna vez tenía que ausentarse, una tía mía, hermana de mi padre, soltera, se hacía cargo.
Desde el principio mi padre me metió en su cama. Cuando yo era ya más mayorcito escuchaba llorar de noche a mi padre, entonces yo me acurrucaba con él y le daba besos.
Creo que se decidió sacarme de la cuna y llevarme a su cama sentir la ausencia de mi madre. Esos sollozos nocturnos pasados los años, eran, para mí, la demostración. Y habían pasado años, yo acababa de cumplir los catorce y seguía durmiendo con mi padre y me gustaba sentir su roce nocturno los besos con los que me cubría la cara cada noche antes de dormirse. Nunca se me ocurrió que pudieran existir otras posibilidades a ese reposar cada día junto a otro tío, aunque fuese mi padre.
Bien es cierto que él, mi padre, me preguntaba muy a menudo si en el instituto había alguna chica que me la pusiese dura. A mi la verdad se me ponía dura solo con que me sentase a ver un partido de fútbol de mi equipo. La mayor parte del día, sin que yo supiese a cuento de qué, sufría esa incomodidad de no saber cómo acomodarse ese trozo de carne dentro de los vaqueros. Luego comenzaban las clases e iba y venía la erección. Y tuvo que llegar al instituto Neftalí un chico sefardí que acababa de llegar de Turquía a España. El padre trabajaba en el campo de la electrónica aplicada al campo militar y al parecer era un figura; se trajo a toda la familia y el tal Neftalí, que tiene narices el nombrecito, de mi edad, no me pregunten porqué o porque no pero fue verle sus ricitos en las patillas y embobarme. No sé. Me embobé y me empalmé y entonces sí que desee fervientemente arrimar mi rabo a su culo y descubrí que frotándome el trozo de carne mientras pensaba en Neftalí el placer que sentía además del correspondiente chorreón de lefa era para volver loco a cualquiera, bueno, a cualquiera que le gustasen los chicos aplicados y silenciosos como Neftalí (por dios, ese solideo de ganchillo de colores no podía ser más sexy)
Me las apañé para que estuviéramos los dos en el mismo grupo de trabajo. Me sentaba a su lado solo rozarle me erizaba todos los vellos y el capullo creía que iba a estallarme. En alguna ocasión en que él me tomó por el brazo para enfatizar algo que quería decir me corrí sin poderlo remediar. 
Acababa el curso y en las pruebas de fondo para los finales de educación física me las ingenié para que Neftalí me hiciese de liebre y poder batir el récord de la clase en la especialidad de la milla. Luego me fui haciendo el remolón para que al llegar a vestuarios pudiéramos encontrarnos a solas.
Y así fue. En las duchas corridas fue verle su pene circuncidado y cogerselo con la excusa de no haber visto ninguno. El chaval se quedó paralizado, era muy corto de genio, y ya del todo descolocado cuando me vio la erección explosiva cuando comprobé que no se movía ni protestaba porque le tocase su pene. Me dio alas. Me faltó tiempo para arrodillarme y metermela en la boca que con el roce y la temperatura de la lengua creció sin límite, al fin y al cabo eran catorce años también, y tras tres o cuatro chupetones eyaculó en mi boca al tiempo que yo me daba tres sacudidas y me corría también. Escupí su semen, se me quedó mirando muy colorado y terminó de ducharse sin decir ni pío.
Cuando ya vestidos salimos del instituto me dijo que no le había gustado eso que le había hecho, que había pecado gravemente contra su Torá y no sabía si su Dios, rabino mediante, le perdonaría.
Pensé para mí que era muy tiquis miquis, total una paja rápida con la boca tampoco era para ponerse así, ¡joder! ni que se la hubiese clavado en el culo, que ya me habría gustado. Y ahí lo dejé hasta que dos días después mi padre, muy grave, me dijo que teníamos que ir a ver a la directora del instituto por un asunto muy serio. Le pregunté que qué era eso y no supo decirme.
Cuando llegamos al despacho y nos dijo la directora la queja fuerte del padre de Neftalí por la corrupción a que le había sometido no podía dar crédito
- ¡Por una mamada de mierda! y además le encantó papá, de verdad, si no tuve la polla en la boca ni quince segundos, enseguida me la llenó de leche, ¡él quería! y ahora me viene con estas.
Mi padre me reprendió delante de la directora y ella determinó que estaba expulsado tres días y que debía pedirle perdón a Neftalí. Mi padre consintió por mí y entraron en el despacho Neftalí, su padre y otro más viejo con una especie de chal, luego supe que era el famoso rabino que tenía que hablar con su Dios para que le perdonase el que yo le hiciese el conato de mamada.
- Vale Neftalí, perdona por la mamada. Ni sueñes que la vuelva a repetir con el pollo que has montado.
Total que al final fueron cinco días en lugar de tres por decir aquello, que el padre de Neftalí quería pegarme que decía que su hijo no era PD y el sacerdote que puso los ojos en blanco echándose las manos a la cabeza como si yo hubiese dicho alguna inconveniencia.
Cuando íbamos para casa mi padre me preguntó que si me gustaban los chicos. Le dije que no tenía idea pero que con ese chaval lo que me daban ganas era de estar en pelotas con él a todas horas tocándole y chupándole por todos lados. Nunca me había pasado con nadie más que con Neftalí pero lo que si pude decirle a mi padre es que lamentaba que no pudiera volver a chuparle la polla.
- Papá, yo he visto como te la chupa tu compañera Cristi cuando viene a casa para hacer cosas del trabajo y os metéis en el despacho. Por cierto, gastas buen número, la chica se atragantaba. A mi no me parecía mal.
Se indignó de que les hubiese espiado pero la verdad es que fue una vez que la escuché a la pobre toser y toser y se habían dejado la puerta entreabierta fui a interesarme y la vi a ella con los ojos llorosos como se la metía en la boca dando arcadas, uno no quiso molestar, además parecían los dos muy felices.
Esa noche mi padre me preguntó si iba a dormir con él o me iba a ir a otra habitación. Le dije que iba a dormir en la cama con él, como siempre, y le vi como cortado.
- Espera, espera. Papá, de verdad, en serio. Me estoy cabreando. ¿Que temes? que te meta mano, que te de un bocado en el capullo. ¡Joder, tío!
Pedro no pudo contener el llanto. El hecho de pensar que su padre tenía reservas a que después de catorce años se acostase con él le desgarraba el alma. Nunca había fabulado ni deseado a su padre sexualmente, no se le había ocurrido con él como no se le había ocurrido con nadie hasta que apareció Neftalí en su vida. Estaba deshecho.
Alejandro abrazó a Pedro pidiéndole disculpas sin dejar de llorar también. Le besaba en la cabeza y el cuello sin soltar el abrazo sin cesar.
Pedro se alarmó porque ante los besos en el cuello detrás de su oreja sintió que su pene revivía y se separó.
- Venga, vale, papá, ya está, pero es que me ha dolido, pero si vas a estar más cómodo, me voy a otra habitación.
- No hijo, espera. Tienes que saber algo. Vamos a hacer algo de comer y más tranquilos te voy a poner en antecedentes de cosas que creo que después de lo sucedido ya puedes saber. ¿De acuerdo?
- Venga, papá - se volvió a abrazar a su padre y sintió un gran placer en sentir su calor cerca - vamos. Que te quiero. Que lo sepas.
- Y yo a ti hijo.

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