miércoles, 1 de diciembre de 2021

RODAJE III

 

                                LEONARDO

Leonardo tuvo la fortuna, o no, de llamarse así por la fijación de su padre con el pintor renacentista en la vana ilusión de que su hijo llegase a ser un gran artista. Y aunque no un gran artista, a su manera terminó siendolo. Lo que sí fue toda la vida es un chaval muy despierto, con un olfato fino para saber dónde estaba el dinero y como ir a buscarlo sin entrar en colisión con leyes estrictas, si bien muchas veces rozaba las lindes de lo correcto, lo que le valía entre sus amigos más de un guiño de ojo y codazo de acompañamiento más un "que cabrón, el nota".
Siempre tuvo facilidad para socializar incluso cuando las chicas se quitaban las bragas, en que no perdía la mente fría aunque su cuerpo hirviera, con un defecto acompañante, que era empatico, quizá excesivamente lo que le hacía intentar una y otra vez que todo aquel que le rodeara fuera lo más feliz posible. 
Siempre aparentó tener más edad de la que en realidad tenía y eso con su don natural de gentes le franqueaba puertas que a otro en sus circunstancias se le habrían cerrado. Así con trece años se colaba en los tugurios para mayores sin ninguna dificultad, y ahí en compañía de Gary, un vecino americano ese sí mayor, si no se le ponía barrera que fuese. Y ahí conoció a Kitty, una azafata de vuelo de las líneas aéreas escandinavas de veintiocho años, divorciada, con la que se amancebó. Bueno la palabra sería, se amancebaron, porque en esos menesteres donde iba Leo, iba Gary; porque Gary, por si aún nadie se ha dado cuenta bebía los vientos por Leo, y a él una mamada de vez en cuando de Gary, le daba igual. Por eso cuándo Kitty le propuso ir a su apartamento cerca del aeropuerto a Leo, éste le soltó, que con Gary por delante.
- Hola preciosa - Kitty estaba de pie en la barra del Copa y Habana tomando un martini y Leonardo se le acercó como solo él sabía hacerlo - ¡uy, perdona! creí que eras mi madre, que suele venir por aquí, en realidad no sé bien a qué. Pero, que ya me voy, a ver si la encuentro.
- ¿Tu madre?
- Si, para que me lleve a casa y me de de cenar, a la edad que tengo, aún tomo teta. Fíjate que trauma
Kitty se le quedó muy seria mirándole a la cara y en ese momento Leo estalló en risas que fueron acompañadas por las de Gary, que estaba al lado y las suyas.
- Tu eres muy guasón.
- No lo sabe usted muy bien - contestó Gary haciéndosele notar su acento de Nebraska.
- ¿Y este quién es, ahora?
- Un amigo del alma, que siempre me acompaña por si necesito una mamada. La chupa como nadie.
- ¿Siempre estás de broma? Contigo no hay aburrimiento. Bueno, ahora que ya somos viejos amigos me presento. Soy Kitty, azafata de SAS y salgo mañana a las ocho para Trømpso.
- Hola, yo soy Gary, de Nebraska, EUA y vivo aquí desde que a mi padre le trasladó la empresa. Conozco a Leo desde que tenía quince años, que él tenía diez y casi tanto cuerpo como ahora.
- Entonces - se volvió Kitty hacia Leo con cara de asombro - tienes trece años. Un niño.
- Pero con la polla de un camionero, cariño, y si no que te lo cuente Gary, que me la chupa de vez en cuando.
- ¡Oh, dios! sois unos degenerados.
- No más que tú - respondió Leo con todo el cinismo y encanto del que era capaz - que ahora mismo escurres las bragas y llenas un barreño - se le acercó a la oreja y le susurró - ¿y que nos impide irnos a tu hotel ahora mismo a estrechar lazos, los tres.
- ¿Los tres? - Kitty iba de un sobresalto en otro - pero vosotros sois gays.
- Ese es Gary, no gay. Me la chupa porque le gusta esa vena gorda que me surca el rabo, y a mi me gusta como mueve esa lengua suya por el frenillo, pero si tú le enseñas el coño mientras yo te la meto por el culo, te morirás de gusto.
- Definitivamente estáis locos o unos bromistas de tomo y lomo. Mañana trabajo temprano. Me voy chicos. Otra vez será.
Kitty terminó su martini de un trago, sonrió sarcástica a los dos y salió del local.
- Doble o nada a que no pasan ni cinco minutos y vuelve - dijo muy seguro Leo a Gary.
- Creo que ésta noche la pasamos en blanco, Leo.
- ¿Hace el doble o nada? - sacó un billete grande y lo agitó al aire.
Y en ese momento desde detrás le quitaron el billete de la mano. Sin volver la cabeza, al tiempo que Gary se moría de risa, Leo contestó.
- Devuélveme el verderón, Kitty, que contigo no iba, y además no le has dado lugar a éste para tomar la apuesta - se volvió y continuó - entonces, ¿ya te chorrea solo de pensar que este te come? - hizo una pausa pintando su hipnótica sonrisa - y yo te preño sin problemas.
- No sé que eres más, si un cabrón sin escrúpulos o un maricón escondido. Pero, venga, vamos.
- ¡Papá! Nos estás tomando el pelo. Ni nunca nos has hablado de tío Gary en esos términos - se cargaba de razón Polux y Castor asentía - ni nadie se traga que con trece años ya eras un ligón de barra. ¡El tío Gary mamandotela! Y no quieras hacernos tragar que nunca pasasteis de ahí.
- !Que cuentista, dios mío¡ - remachó Castor en voz baja; que cabronazo el puto tío - ¡Tío Gary! Claro, Polux; te acuerdas que alguna vez comentamos la manera tan rara que tenía de mirarnos cuando íbamos a la playa.
- No os amontoneis chavales, no os amontoneis que os equivocais. Con Gary nunca hubo más que lo que ocurrió la primera vez. No puedo ocultaros que me rogó una y otra vez algo más y que siempre me negué porque sencillamente me veo ridículo besando eróticamente a un tío y menos follandole. A una mujer no me importa, pero a un hombre, me veo estúpido echándole el aliento en la nuca y eso no es bueno ni malo, es así y nunca me lo he planteado. ¿Y a cuento de que viene ese entre dientes de puto tío, Castor?
Castor se encendió como una bombilla Edison y no supo que contestar. Polux se le quedó mirando con la mandíbula descolgada.
- Entonces, pedazo de maricón, ¿era verdad? y mira que te lo pregunté veces y me lo negaste en plena cara.
- ¿Que te negó, Polux? - preguntó a medias irritado y a medias curioso.
- El año pasado, estábamos aquí viendo una serie y Gary nos preguntó si queríamos algo de comer, chino, tailandés o qué. Yo dije que me estaba cagando y Castor acompañó a tío Gary. Tardaron me pareció, mucho y pregunté medio en broma a Castor si habían estado echando un polvo. Me respondió con cajas destempladas, lo que me extrañó, le pedí perdón y se quedó ahí. En ese momento debí haberle contado que a mí me la mamaba desde hacía dos años.
- ¿Queeee? Este Gary es un hijoputa. Al final ha follado con todos.
- Menos conmigo - dijo festivo Chano.
- Ni conmigo - apostilló Jeni.
- Un momento, un momento - Leo quiso poner orden - vamos a jugar todos con la misma baraja y las cartas boca arriba. Y vosotros dos - dirigiéndose a Chano y Jesi - podéis iros si queréis. Ahora mismo llamó a Gary y que salga ya toda la mierda.
- ¿Irnos? - dijo festiva Jeni - ahora que esto se pone interesante.
- Llamemos a Gary y pongámoslo todo en claro de una vez.
- Para qué, papá - Castor jugueteaba con sus genitales, ahora detumescidos, visiblemente nervioso - solo va a complicar las cosas. Además, Bastian está aquí con su novia y estas cosas no les hace falta enterarse de extremos que no les van ni les vienen.
- Tiene razón mi hermano - Polux se puso en pie temblandole la voz - no veo...
- Prefiero que esté aquí la parejita, son ya casi de la familia - y se echó a reír - además, seguro que Bastian tiene oportunidad de aprender algo. Algo me está empezando a escamar. Perdonarme, pero conociendo a Gary..., este cabrón ha sido capaz de cualquier cosa - Leo se puso en pie con los brazos en jarras y cara de poder asumir con resignación lo que tuviera que venir - venga, pareja de repetidos. Castor, Polux, hijos por favor; ¿no tendréis algo que decirme antes de que llegue Gary?
E inmediatamente Leo supo que aquello lo trascendía todo. Conocía perfectamente a sus hijos. Desde que eran muy pequeños cada vez que cometían una barrabasada se quedaban como estatuas inestables balanceándose de lado a lado cogidos el uno al otro de una forma extrañísima por los dedos pulgares y con la mano libre se masajeaban los testículos exhibiendo una sonrisa bobalicona.
- Papá - Castor miraba alternativamente a su padre y a su hermano, abriendo y cerrando la boca sin terminar de articular palabra - yo, yo, no sé si mi hermano, no se, pero la verdad, la verdad...
- Espera, Castor - y dirigiéndose a Chano y Jeni - chicos, lo siento, pero creo que deberíais marcharnos. Lo que viene ahora ya no es ningún juego y debería quedarse en familia.
- Venga Jeni, vámonos - Chano se levantó y fue a buscar su ropa.
- Vente mañana sobre esta hora Sebastián y continuaremos con lo nuestro. Y perdona.
Chano y Jeni terminaron de vestirse y salieron Leo se sentó en el sofá y dando unas palmadas en el asiento animó a sus hijos a que se le acercasen. Polux se sentó al lado de su padre, apoyó la cabeza en su pecho y empezó a hacer pucheros.
- Venga ya tío - le reconvino Castor - déjate de mariconadas de lagrimitas ahora. Lo que hicimos lo hicimos y fue porque quisimos.
- Si no te hubieses ido con aquella tía - Polux levantó la cabeza mirando a su padre con los ojos empañados - que tú también eres muy salido.
Y en eso, que Chano y Jeni ya abrían la puerta para irse un hombre pelirrojo con faz empatica y ojos rabiosamente azules tocaba el timbre.
- Ah, hola. No nos conocemos. ¿Que sois, nuevas estrellas del sinvergüenza de Leo? Yo soy Gary, amigo de la familia.
- Pasa Gary, están en el privadisimo, así que te vas despelotado y preparándote para el chaparrón.
- ¿Cómo?
- Ya te enterarás - y con esta frase cerró la puerta del loft de Leo.
Gary se dirigió a la zona privada desnudándose mientras llegaba. Cuando llegó a la puerta terminaba de sacarse los calzoncillos y sin poderlo remediar siempre que se desnudaba y sabía que alguien iba a observarle experimentó una erección soberbia.
- Perdón, Leo, ya sabes lo que me pasa cuando me desnudo delante de alguien. Ya estoy aquí - ocultaba su pene duro sujetándosele con la mano y obligándole a contactar contra su muslo - ya me dirás a qué se debe - se fijó entonces en Polux con su cabeza reposando en el regazo de su padre que le acariciaba la cabeza y Castor sentado en el suelo acariciándole las nalgas y el pliegue entre ellas - pero, ¿que le sucede a Polux?
- Gracias por venir Gary. Siéntate aquí cerca de nosotros y aclaremos algo.
- Castor - dijo Polux a su hermano - me estás poniendo cachondo pasándome los dedos por el ano y con la polla de papá tan cerca y su olor tan característico no sé qué va a pasar.
- Por eso lo hago Polux siempre te ha gustado que te acaricie el ano e insinúe el dedo dentro y a mi siempre, también, me ha gustado tu olor y tú sabor, porque es como si fuera yo mismo y me excita tanto como a mí. Me gusta esa memoria olfativa de tu mierda y tú ano.
- Bueno, chicos - Leonardo ponía orden - ya está bien. A lo que íbamos. Y tu Castor deja de pasarle los dedos por el culo o acabaré corriéndome en la boca de tu hermano.
- Eso no lo consentiría - protestó Gary - sabes que tu leche, desde hace mucho, el que se la bebé soy yo.
- Pero es la polla de mi padre - le contestó muy orgulloso Polux - y si alguien tiene derecho a mamarsela es su hijo.
- Sus hijos - puntualizó Castor - ¿o yo me iba a quedar mirando?
- ¡Bueno! ya está bien. Gary, ¿que clase de relación has tenido o tienes con mis hijos? y por favor la verdad.
- El verano que tu mujer decidió largarse fuimos con los chicos a San Juan de Luz, ¿recuerdas?
- Si, perfectamente. Los chicos estaban a un paso de cumplir los nueve años.
- ¿Te acuerdas de aquella morenaza del pelo ensortijado y cuerpo color bronce?
- Como no, ¡si me la llevé al huerto!
- Y te olvidaste de tus hijos.
- ¡Hombre, Gary! yo confiaba que tú estuvieses al cuidado.
- Y lo estaba. Pero tú te largaste con un "ahora vuelvo" y yo cerré los ojos un momento tumbado al sol hasta que los abrí sobresaltado y los niños no estaban. No te puedes imaginar donde se me puso la boca del estómago. Y ahora, les preguntas a tus hijos donde estaban y yo los encontré y por poco no me caigo de espaldas. Tus hijos, debilidad mía de siempre, me suplicaron que no dijese nada y desde entonces me convertí en su cómplice y confidente. De lo que sucedió aquel día derivó todo lo demás hasta hoy. Venga, vosotros dos a cantarle la traviata a tu padre. Ya está bien de secretos.

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