martes, 7 de diciembre de 2021

RODAJE IV

 

- Venga, cualquiera de los dos empezar - Gary empezaba a ponerse serio - tal como me lo explicasteis a mi.
- Vale - comenzó Castor - por favor Polux, deja de hacer el imbécil ahí con papá y vente a mi lado, esto es cosa de los dos.
Polux se levantó del regazo de su padre dejando a la vista un pene que sin estar completamente erecto se veía con buen cuerpo y muy aumentado de tamaño. Se dejó caer del sofá junto a su hermano apoyándole la cabeza en su hombro. Gary, ocupó el lugar en el sofá y con la mayor naturalidad empezó a acariciar el muslo de Leo.
- Eres mi hermano mayor - protestó Polux cuando Castor intentó sacudirse a su hermano del hombro - dame un poco de consuelo. Lo que le vamos a contar a papá no le va a hacer ninguna gracia.
- Bueno, ya está bien - estalló Leo - soltar lo que sea.
- Si, papá. Nos quedaban semanas para cumplir los nueve - comenzó Castor.
- Siete semanas - apostilló Polux.
- Tú te fuiste detrás de una chica muy morena, con una melena rizada que hacía top-less.
- Si, la recuerdo. Acabamos en su apartamento que tenía en primera línea. Aquello fue inolvidable. Tardé un poco, es cierto.
- ¿Un poco? - Gary dejó de acariciar a su amigo - estuviste ausente una eternidad.
- Bueno, la verdad, yo suponía que aquello sería una cosa rápida, disfrutar de aquel cuerpo glorioso y correrme antes de empezar. No le eché más de un cuarto de hora y al final era una mujer de cincuenta años con toda su experiencia en un cuerpo glorioso de dieciocho. 
- Bueno papá, sigo
- Espera Castor, que se me olvida. Aquella diosa no se tiró a por la carne como un famélico sobre un solomillo. Supo calentarme más de lo que yo ya estaba diciéndome que con catorce y un cuerpo casi como el que tenía en ese momento, su abuelo supo enseñarle cómo exprimir cada momento para extraerle la mayor y más exquisita cantidad de placer.
- ¿Su abuelo? - Castor y Polux gritaron al unísono
- Eso le pregunté yo y me contestó que porqué creía que se había venido conmigo. Le gustaban los hombres mayores. Su abuelo le enseñó a masturbarse y los placeres anales. Pero bueno no estamos aquí para hablar de mi. Estabamos en que me fui tras un polvo, ¿y vosotros?
- Nos fijamos en dos tíos ya mayores y una tía algo más joven.
- Un momento - dijo Gary - eran unos treintañeros con una muchacha que no llegaba a los veinticinco. Tus hijos con su edad les parecieron viejos.
- Bueno, vale, no eran tan viejos, a nosotros nos lo parecieron. Iban los tres metiéndose mano. La chica en el centro con los otros dos, uno metiéndole la mano por la braguita del bikini a ella y el otro haciendo lo mismo pero por dentro del bañador del amigo. Nos intrigó y los seguimos hasta las dunas y en cuanto se sintieron a cubierto de otras miradas empezaron a sobarse y besarse los tres. Nosotros estábamos detrás de una duna viéndolo todo y cada vez más cachondos. Cuando cada uno de ellos se la metió a la tía y el otro le dio por el culo al otro nos descuidamos y nos descubrieron. El que estaba follando y le estaban follando nos llamó, "eh, chavales, venir, nos vamos a divertir" y fuimos, como hipnotizados por los cuerpos de los tres. Se maravillaron de lo iguales que éramos y lo bien armados que estábamos. "Nunca os habréis comido un coño" y el otro dijo "y un culo menos" y Polux tan chulito dijo que comíamos culo y con mierda. No se lo creyeron y Polux fue hasta el culo de la chica y empezó a comérselo, luego le dijo que abriese las piernas y se pasó al coño indicándome con la mano que me ocupase yo del culo.
- Y así me los encontré yo - cortó Gary - cuando al despertarme del sueñecito me puse a buscarlos. A uno de los chicos le conocía yo y le dije que eran unos depredadores sexuales y me contestó que no parecía que nadie les estuviera obligando.
- Y tu - preguntó extrañado Leo - de que conocías a ese.
- ¿Tu de qué crees? pues de follar con él unos días antes, una de esas noches que salí solo para despejarme, como tú no quieres - dijo cargado de razón.
- Yo ya no se cómo decirte - Leo se levantó del sofá indignado - que no me gustan los tíos para follar, que me veo ridículo dando por culo a un tipo. Me la chupas de vez en cuando, porque nos conocemos de enanos y la mamas mejor que cualquier tía, yo cierro los ojos y es una delicia. Solo la mama mejor mi ex y porque la mama como un tío con el añadido que es una mujer. Su hermano bi la enseñó y lo hacía magistral.
- Vale, vale, Leonardo - dijo con impostada indignación - además que sepas que vas ganando edad para mis gustos. Que sigan tus niños con el relato y que te cuenten como los desvirgaron ese día a los dos.
- ¿Que os follaron con ocho años y os callasteis como putas? - Leonardo había empezado a dar pasos arriba y abajo por la habitación más nervioso que nunca - ¿y tú, mariconazo, que hiciste. Disfrutabas, verdad?
- Papá - Polux quiso ser conciliador - tranquilízate. No fue una violación ni nada obligado, estábamos encantados - y miró a su hermano Castor buscando su aprobación - sabes que Castor y yo no hemos estado comiendo el culo, y sucio desde pequeños y estamos pero bien pillados en ese vicio, de manera que como podrás comprender, por el culo, cuando ocurrió lo de las dunas, nos habíamos ya metido de todo. Me imagino que cuando mamá se largó no echó en falta un dildo, grandecito, rosa y negro, que guardaba entre sus bragas, ni tampoco unas bragas negras de cuando era más delgada, y si las echó en falta, no iba a pararse a preguntar.
- Joder, era grande aquel consolador de mamá - terció sonriendo Castor - y las braguitas le encantaba llevarlas puestas a Polux cuando le estaba trabajando el ojal.
- Guau, papá, que morbazo que te clave tu hermano un pedazo de rabo de silicona por el culo llevando puestas unas bragas de tu madre - Polux estaba emocionado rememorando aquellas hazañas - y acabábamos de cumplir los ocho, que un poco después fue cuando mamá se fue. Por eso, no sufras por la follada de las dunas, estábamos perfectamente preparados.
- Y además cuando vimos que iba a pasar, le guiñé un ojo a Polux. Desde que mamá se fue estábamos tramando a ver de qué manera podríamos conseguir un rabo de verdad para nuestro culo.
- Pero, ¿estáis locos? Sois un par de degenerados dignos de la corte de Heliogábalo. A esa edad y preparados para un puño.
- Eso fue a los quince, verdad Gary - Castor pidió la confirmación del amigo de la familia.
- Si, Leo, se pusieron tan pesados que les llevé a un BoyBerry donde se practicaba y cuyo dueño es amigo mío..., bueno, nuestro, joder, si es aquel pelirrojo del instituto, Jonás, el que vendía María en los servicios. A mí me la daba a cambio de mamadas. Bueno pues en su local se hacía, le puse en un compromiso, porque los chicos no tenían los dieciocho, pero como lo aparentaban, los llevé. Y allí fue su bautismo de fist, fue glorioso y ellos lo disfrutaron como nadie.
- ¿De verdad os gusta eso?
- Papá, ¿de verdad te gusta follarte un coño una y otra vez? Eso nosotros no lo concebimos, tenemos otros estándares de placer, nos gusta el cambio y la variedad de resortes de imaginación.
- Bueno. Venga. ¿Como os dejasteis follar? Tiene cojones que yo tenga que escuchar esto.
- Cuando del culo de la chica pasé al coño, Castor se fue al culo y en ese momento el que tío Gary conocía le dijo al otro: "lo intentamos, a ver qué tal" y el otro dijo que no creía que pudiéramos. Su sorpresa fue mayúscula cuando nos la metieron y ni rechistamos. Por lo menos a mí no me dolió, y a tí Castor, creo que tampoco.
- Yo tuve mala suerte, el mío la tenía más pequeña - y lo remató con una sonora risotada a la que se sumó Polux.
- Yo disfruté el polvo. Es más, muchas veces me acuerdo de aquella follada y ya no se echan polvos así.
- Y tú, traidor, que te dices amigo, te limitaste a mirar, ¿no?
- ¿Que querías que hiciese, que les cogiese por las orejas? - Gary estaba poniéndose serio y levantando la voz - y mientras tú follando con un ligue olvidándote de que son tus hijos, no los míos.
- Vale, vale. Calmados los dos. Ya está bien. Somos así de putos desde que nacimos. Hemos tenido desde pequeños fantasías con mucha gente y con Gary y contigo desde luego. Si, papá no pongas esa cara, tu tienes guiones de peli guarra del estilo y no se te levanta el estomago. A raíz de aquello cumplimos nuestro deseo de follar con Gary...
- ¿Queeee? lo sabía, esto no podía salir bien. Eres un corruptor de mis hijos, maricón - Leo estaba a un paso de hacer uso de los puños.
- Vale ya, joder, Leonardo - era Castor el que intentaba hacer reaccionar a su padre llamándole por su nombre - aquí si alguien ha corrompido a alguien hemos sido nosotros a él. Nos los queríamos tirar desde que le vimos mamarte la polla. Si, papá - a Leo se le escapó la sangre de las mejillas. Una cosa era decir que su amigo se la mamaba y otra distinta que sus niños lo hubiesen visto - si. Os creíais que éramos lactantes que no se enteran de nada y lo que éramos con siete años era un par de ninfulos deseando sexo con gente mayor. Os descuidasteis, mamá había salido y como siempre, pensasteis que estabamos hipnotizados con esos estúpidos dibujos de la tele. Hacía tiempo que veíamos tu porno y el de otros. Disfrutamos aquella mamada. Después nos hicimos un sesentaynueve memorable.
- Sois mis hijos, pero sois unos degenerados.
- Y tú eres un dechado de virtudes ¿no? - Castor se indignó - por eso estamos ahora aquí los cuatro en pelotas y tú no habrías tenido inconveniente en filmarnos montandonos un Scat. Que nosotros follemos con quién queramos no es, ya no es, de tu incumbencia, porque cuando fue, tú ibas también de flor en flor, al parecer te olvidabas que en tu casa había dos preadolescentes más calientes que Mercurio en verano y que sin valladar que los contuviese vivían para follar, ¿verdad, Gary?
Gary agachó la cabeza y no contestó al envido de Castor.
- Y ya puestos - dijo aburrido Polux - que sepas que tío Gary no tiene nada que ver con todo esto fuera de presentarnos en sociedad.
- Que es eso de presentaros en sociedad
- La primera orgía de verdad que fue la que nos dio a conocer en el mundillo. Teníamos once años. Acuérdate papá - insistió Castor - tu te empeñabas en que entrasemos en los scout. Y entramos, solo que los findes de acampada y fuego de campamento que tú nos animabas tanto a participar íbamos a algunos chalets de la zona sur, de esos con tanto terreno alrededor donde se montaban los circos. Nosotros éramos los protas, follabamos y follabamos sin descanso y nos daba igual, coño, polla y de que especie.
- ¿Especie? explicate, ¿que es eso de especie?
- En la segunda orgía a la que asistimos. Aquella en la que te llamó Gary que había habido una crecida de un río y nos habíamos quedado aislados y regresamos un miércoles. ¿No te acuerdas? Joder, papá, teníamos en aquella ocasión aún once y tú ¿no te acuerdas?
- Bueno - Leo tenía hundida la cabeza entre los hombros y la mirada de sus hijos le obligaban a tener la suya huidiza - yo estaba ocupado, demasiado ocupado, recuerdo que Gary dijo lo del aislamiento, pero aquellas dos gatas me hacían pensar con la polla y para cuándo acabaron conmigo vosotros llegabais ya.
- Pues aquella orgía fue en la que catamos perro. Tampoco estuvo tan mal - miró a su hermano - ¿verdad Polux?
- Chuparsela a lo primero me daba repelús, pero yo no sé qué vicio me entró cuando escuché gemir al bicho de angustia o placer o lo que fuese que se me olvidó todo, cerré los ojos y me entregué a la sensualidad del sexo más bizarro. Le acariciaba al perro los huevos y sentía crecer su picha en la boca. En ese momento, de verdad papá, deseé que me penetrase otro perro el ano, que me reventase, yo era sexo nada más. Escuchaba a los espectadores gemir de excitación y sentí la boca de mi hermano, verdad o no, Castor - dijo volviéndose a su hermano - en el ano y cuando le escuché decirme: "cagate, Polux" y saber que aquello que nos daba tanto placer en nuestra intimidad iba a ser observado por espectadores me corrí sin poder remediarlo. Pero Castor seguía en mi culo, apreté y sentí como me cagaba sabiendo que Castor recogía en la boca. Me había corrido pero sentí sin explicarlo que iba otra eyaculación en marcha. La gente aplaudía y en medio de nuestra orgía de Scat, abandoné al perro, me volví y busqué la boca de mi hermano al tiempo que se corría. Yo hice lo mismo y quedamos los dos exhaustos sin fuerzas para oponernos a las pollas que ya empujaban en los anos hasta traladrarnoslos. Nos follaron todos los que allí habían. Gary, no. Estaba sobrecogido. A partir de aquella performance éramos fijos en todas las orgías y nos felicitaban hasta por la calle. Y tú, papá, a tus ligues de polvo obrero y a la luna de Valencia.
- Me vais a perdonar - dijo con voz de ultratumba Leo - pero me tengo que ir. Yo no sé cómo voy a digerir este empacho - miró fijamente alternativamente a sus hijos compungido y finalmente a Gary - ¡Joder, Gary! Eran mis hijos, ¿eso no te decía nada?

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