miércoles, 27 de enero de 2021
REPARTO y 4
viernes, 22 de enero de 2021
REPARTO 3
"Pues nada, acaba de correrte, apaga el aparatito, te lo sacas, lo lavas, te duchas y te espero en la salita a ver qué tienes que decir"
Volví a la salita abochornado con el vibrador y el mando a distancia, sin pilas en la mano. Le conté lo del primer paquete y lo que acababa de ocurrir con Raúl.
"Ah, mira, ya sabes hasta como se llama. Menudas confianzas. Y bueno, ¿que tal la mama el chico, mejor que yo?"
Le expliqué que Raúl se tragaba el polvo sin perder una gota, que, no me rozó con los dientes ni una vez y que inexplicablemente era capaz de tragarse mis 18 cm hasta dar con los labios en el escroto y sacar la lengua y lamerme los huevos mientras su garganta masajeaba el capullo hasta que hizo que me corriera. "Y ni tuvo una náusea ni se asfixió"
"Entonces, ¿Que, te vas a ir a vivir con él? Porque eso no pienso hacerlo yo. Para meterla profundamente tengo yo en el cuerpo una boca sin dientes por delante y cuando estoy fuera de mí por detrás otra, aunque no siempre detectas cuando necesito un asalto por retaguardia. Venga, no te enfades, que era todo broma y no te creas un bicho raro porque un friki te ha querido hacer una mamada"
Me abrazó y sentí como se estrechaba contra mí y aprovechaba para pellizcarme un pezón. Me empujó hasta hacerme sentar en un sillón y ella se sentó en el de enfrente.
jueves, 21 de enero de 2021
REPARTO 2
¿Y ahora qué hago?
El repartidor a través de la mirilla ojo de pez se veía cabezón, con unas piernas muy pequeñas. Mientras esperaba se colocaba los huevos con la mano libre y acomodaba la polla. En la otra mano sostenía el paquete que traía. Yo mientras con el estimulador en la mano que me acaba de sacar - aún me temblaban las piernas - y el mando a distancia. Estaba desnudo con la bata de estar en casa y tenia que abrir. Me metí el estimulador en el bolsillo del batín y dejé el mando a distancia sobre la consola del recibidor. Y abrí la puerta. Era el mismo. Sabía que acababa de enrojecer me las mejillas al tiempo que no podía dominar el temblor de los labios. El muchacho esbozó una sonrisa, se humedeció los labios sacando ostensiblemente la lengua, amplió la sonrisa de una forma adorable y me preguntó:
"Soy el del otro día, ¿me recuerda? Aquí le traigo otro paquete, bueno, o el mismo, según se mire" y se marcó el suyo con la mano libre al tiempo que me alargaba el paquete que me traía. "Bueno, tengo prisa, tiene que firmar esto" Me entregó un papel que apoyé justo en la consola donde estaba el mando a distancia, y al apretar para firmar se puso en marcha el vibrador de próstata que empezó a vibrar en mi bolsillo y llamó la atención del repartidor.
"¿Que es eso?" preguntó con una sonrisa cínica. Yo con la sorpresa no atiné a apagar el aparato sino que debí darle a la tecla + y el aparato dando tumbos sin saber cómo se salió del bolsillo. El muchacho lo recogió del suelo con cara de sorpresa y diversión al tiempo.
"¿Y esto, puedo probarlo" y al tiempo se lo llevó a la nariz y lo olió profundamente. "Está recién usado, lo acabas de sacar del culo" y ocurrió, sencillamente ocurrió. El chico pasó de oler aquel artilugio a primero lamerlo y luego metérselo en la boca simulando una felación. Me impactó de tal manera que olvidé que mi mujer estaba en la casa. Y ella venía pasillo adelante preguntando quién era.
"Un paquete, cariño, ya se va el repartidor" el muchacho se sacó de la boca el vibrador y susurró su nombre, Raúl, al tiempo que me entregaba el cacharrito con disimulo.
"Hasta otro día, señor, que tenga un buen día" y me guiñó un ojo de forma complice. Me di cuenta que el corazón me galopaba en el pecho. En la memoria me deslumbraba la imagen de Raúl guiñándole el ojo. Con el vibrador en la mano solo se me ocurrió volver a insertarmelo. Tome el mando a distancia y lo puse en marcha. Inmediatamente tuve una erección explosiva, otra vez, y solo quería intensificar el estímulo. Puse la vibración al máximo y empecé a eyacular en medio de espasmos. Mi mujer me vio apoyándome en la puerta con la cara desencajada y la mancha del semen en el batín. En principio se alarmó, pero inmediatamente se percató de lo que pasaba.
"Vaya, se suponía que el aparatito, ¿porque lo llevas puesto y a tope? era para que lo disfrutamos juntos.
"Tengo que contarte algo"
miércoles, 20 de enero de 2021
REPARTO 1
Me puso a cavilar todo el día lo sucedido en el recibidor de mi casa. Y precisamente en ese instante recordé que con los acontecimientos se me había olvidado el paquete que me trajo el repartidor. No tenía idea de lo que era. Venía a nombre de mi mujer y me extrañó, casi todo lo compraba yo a mi nombre porque mi mujer prefería desentenderse de los asuntos digitales.
Así que deje el paquetito, no era muy grande, en el tocador del dormitorio. En cuanto mi mujer llegó de la calle le informé del paquete que había llegado a su nombre y se mostró entusiasmada corriendo a recogerlo y abrirlo.
"Es para ti, un regalo picantón" y me puso delante de las narices un artilugio a modo de dedo pulgar indicando victoria. El color me intrigó, rosa, además era rugoso en algunas superficies y de pronto comenzó a moverse solo dándome tal susto que se me cayó al suelo al tiempo que mi mujer soltaba una carcajada exhibiendo una especie de botonera de color rosa, del tamaño del mando de la barra de sonido. El objeto en suelo comenzó a dar saltos según el botón que apretaba.
"Pero esto es para tí, cariño, una especie de consolador raro, pero la forma..., Me tienes que explicar. Además para tu coño, esto es muy delgado, se te caerá" y vuelta a reírse otra vez. Se agachó, recogió el artilugio del suelo, me lo puso delante de las narices y con expresión picarona dijo: "Es para ti" e inmediatamente comprendí "Es un estimulador prostático, tonto"
"Y quieres que yo me meta eso por el culo" y al tiempo que lo decía se me venía a la memoria la imagen en movimiento de una hembra de bandera sodomizando a un chaval de esos que se ven por los gimnasios. Sin querer, me empalmé.
"Pero cariño, esto me da vergüenza..., (en realidad estaba deseando utilizarlo) y no se si contigo..."
"Pues mira, bien que tú me la quieres meter por detrás, pero te dejo solo para que lo pruebes. Fíjate que tienes que colocartelo bien que tiene tres puntos de vibración, el de la próstata, por dentro y otro para la próstata que la masajea a través de la piel que hay entre el ano y los huevos y la última que tiene forma de cuchara para el escroto, que yo me lo leí todo antes de pedirlo"
Mi mujer tenía peluquería tres días después. Cuando salía me dijo: "Aprovecha y prueba el artilugio ahora que te quedas solo" me guiñó el ojo y se fue. Me desnudé, me puse las pinzas de pezón a buena presión, me lubriqué el ano y con bastante aprensión empecé a hundir en mi cuerpo aquel instrumento hecho de silicona de tacto sedoso. Y para mi sorpresa fue como si mi cuerpo halase del trasto hasta dejarlo en su posición, con su ramal corto oprimiendo levemente el periné y la especie de cuchara conteniendo los huevos. Con el corazón acelerado y sorprendido de la agradable sensación de tener el estimulador colocado pulsé el botón de encendido del mando a distancia. Di un toque a la tecla + y noté un suavisimo calambre que ascendía hasta la punta, de tonalidad agradable. Di dos toques más seguidos y fue como si el cielo se abriese. Empecé a rezumar precum transparente seguido de líquido prostático opalino y el placer de un orgasmo que no tiene fin, tanto, que me flaquearon las piernas y caí de rodillas. Alcancé a pulsar el botón de apagado y exhausto y con la verga durísima pude llegar a mi sillón. Sentado con el artilugio dentro y sin activar volví a sentir la agradable punzada que estallaba en la punta del pene. Necesitaba más y volví a conectar el aparato, di potencia y lo que ocurrió después me hizo sentir a aquel adolescente que se corría solo con rozarse con la chiquita con la que bailaba agarrado las lentas. Nunca había soltado un chorro de semen a tanta distancia, ni el orgasmo había sido tan intenso. Cuando me recuperé de todo aquel arco iris espeso y mareante acerté a sacarme el estimulador de próstata y me entró tal sopor cálido que me quedé dormido.
No sé si pasaron minutos, horas o días pero el timbre de la puerta me sacó de mi Nirvana y medio conmocionado fui a abrir con el artilugio en la mano. Y era el repartidor.
domingo, 17 de enero de 2021
REPARTO
Llevo casado, moderadamente feliz, treinta y cuatro años. Una vida sexual de viejo, tengo 72 años, una vez a semana, aunque si por mí fuera sería ninguna vez de hoy en adelante, pero mi mujer se pone cariñosa y se lo debo. Para poder tener impulso sexual, me tupo a porno de lo más bizarro. Últimamente me he tenido que quitar prejuicios y mirar videos de trannys, esos monumentos de chavalas, que parecen sacadas de la portada de un play boy, pero a medida que la cámara se desplaza aparece un pedazo de genital masculino que me hace recordar mejores momentos aunque envidiando los tamaños. Estas chicas sodomizando hombres me excitaban tanto que la curiosidad me hacia pensar en cómo podría yo alcanzar ese Nirvana que es que te penetre una mujer de bandera, al parecer.
Fechas de fiestas en las que, pandemias mediante, no se puede salir de compras, ni de cañas, ni a cenar fuera, salvo que seas como tanto inconsciente que pulula entre el común. Toca ponerse al día aprender a bajarse aplicaciones y comprar con tu tarjeta y encomendándose a la corte celestial para que no te tomen el tupé. Pero va uno tomando confianza y en un par de semanas ninguno de los gigantes de la venta y de los menos gigantes también, tenían secreto alguno.
Y empezaron a llegar los paquetes. Lo complicado de todo esto es que hasta para ir a mear tienes que encargar a alguien que se quede al cuidado del timbre por si llega algo.
Dado que no se debe salir, yo que soy disciplinado soy el que se queda. Mi mujer sale para las compras necesarias del día. Las compras grandes encargamos al Súper que nos las traiga.
"¿Pedro?" traigo un paquete
Empezaba el baile. No sé porqué designios pensé para mí que el que venía traía dos paquetes, el mío y el que se llevaría puesto. La verdad llevaba ya cinco días atragantandome de porno y estaba bastante calentito, esa misma noche o a más tardar la siguiente mi mujer encontraría satisfacción para otra semana. Es decir estaba muy facilitado para todo lo que tuviera que ver con sexo y por tanto, el bulto del pijama y las pinzas que llevaba en los pezones para aumentar la calentura también resaltaban.
Antes de sonase el timbre abrí la puerta. Del ascensor salió un treintañero de sonrisa abierta y altura media. Iba rapado de cabeza pero con barba de unos días. Delgado y elastico en su desenvoltura.
Y de pronto se le tensó la cara, desapareció la franca sonrisa y todo él adoptó el hábito de un arco tensado hasta la ruptura. Me entregó el paquete se dio media vuelta y casi que se tiró dentro del ascensor. Alcancé a gritarle que no me había pedido ni el número de identidad.
"No me hace falta ya conozco a gente como usted" alcanzó a decir desde el ascensor mientras se cerraba la puerta. Me quedé pasmado en el umbral de mi casa con el paquete en la mano y entonces reparé que por entre la bata medio abierta asomaba un bulto más que regular que daba la impresión que invitaba a la evaluación de tamaño mediante sopesamiento a mano abierta. Me dejó consternado, pues para nada era mi intención. Cerré mi puerta y ni siquiera tuve ánimo para abrir el paquete que se quedó sobre la consola del recibidor. De forma automática me lleve la mano a mi bulto y la metí por la bragueta para tocarmela y si estaba bastante dura, no todo lo que podía estarlo pero lo suficiente como para que el muchacho repararse en ella. Luego toqué las pinzas de pezón y les di una vuelta de presión a lo que mi pene reaccionó con la erección completa. Y en ese momento sonó el timbre de la casa y a continuación el sonido de los nudillos sobre la madera.
Abrí la puerta de golpe, sin reparar en que ahora además del bulto, como me había metido la mano en la bragueta, ésta se había quedado en parcialmente abierta y se veía parte del fuste del miembro. Delante tenía al muchacho que necesitaba el número de identidad para justificar la entrega. Me clavó la mirada en la bragueta luego me taladró los ojos con su mirada y preguntó: "¿Insiste, no?"
Sabía a qué se refería, pero lejos de cortarme, y no me pregunten porqué la erección aumentó en contundencia al punto de encontrar desahogo saliendo por la portañuela disparada hacia adelante, con el orgulloso capullo destilando precum. El chico, serio como un notario de un empujón me metió en la casa, el entró tras de mí y cerró la puerta.
No me dió lugar a plantearme disyuntivas o encrucijadas morales. Allí mismo en el recibidor, cayó el repartidor de hinojos, con una destreza de prestidigitador me puso al descubierto y sumergió mi enhiesto pene en su boca, y con sus manos reptó por mi abdomen y pecho y para su sorpresa se topó con la cadenita que solidariza las pinzas. Sabía de qué se trataba porque, primero suavemente y luego a base de tirones cortos y severos consiguió que el orgasmo llamase a mi puerta. Le avisé que me corría y en lugar de retirarse hizo que mi pene entrase más profundo hasta que mi semen le llenó la boca. Tragó todo lo tragable y cuando terminó se levantó y de la forma más neutra me pidió el número de identidad. Lo apuntó en su terminal, abrió la puerta y salió.
Ya en el ascensor elevando la voz y en tono festivo dijo: "Mañana hay otro, procura que no haya nadie para que la entrega se haga a total satisfacción"
Me costó trabajo digerirlo, pero me recorrió un escalofrío el cuerpo cuando pensé que al día siguiente ocurriría algo más.