miércoles, 26 de junio de 2024

BI (2)

 
- Tío, John, que nos ha pasado.
- ¡Joder! aclararos, que es que me dejáis flipada del todo. Os veo muy acaramelados y ya no se si seguir comiendo rabo o tirar arroz y gritar "Vivan los novios" joder es tan evidente lo vuestro. Me da hasta pena tener coño. Y tú Carlos, tanto reclamar profesionalidad a John. De verdad buscaros un rincón y disfrutar.
- John te lo aseguro no disfrutaba tanto de un momento así desde que, adolescente, fui a casa de una amiga y me tenía de sorpresa un amigo suyo absolutamente gay y me enseñó, pues casi todo lo que se hoy. Me hizo tomar conciencia de los pezones, del ano, los huevos, aprender a disfrutar de olores, texturas y sobre todo me hizo saber la importancia de la piel como sentido tan importante como la vista. Hoy, John me has hecho revivir todo aquello. ¡Que felicidad!
- Pues olvídate del país de Oz y baja a la tierra, que está tarde tengo yo una sesión lésbica con una tía que no me hace mucha gracia y quiero acabar con esto lo más rápido posible para relajarme un poco.
Carlos dejó perderse la mirada mientras se recordaba de inocente adolescente en manos de todo el que quisiera usarlo en su beneficio, desde sus tíos a sus compañeros de instituto.

Carlos era el típico caso de niño bueno de padre incapaz de tener la bragueta cerrada si olía braga de mujer. La madre de Carlos llegó preñada al altar y a partir del parto el niño solo escuchaba broncas, reproches, llantos y voces. Y así hasta los cinco años en que de mutuo acuerdo Carlitos fue adoptado por la tía Mercedes y el tío Facundo. Mercedes era hermana del padre y amiga de la madre desde el colegio. El padre pudo seguir con su afición y la madre cultivar determinadas amistades conseguidas a través de chats especializados.
Mercedes y Facundo eran un encanto, todo lo contrario que los padres biológicos. Y buena gente. Con ellos convivía un tío soltero de Mercedes a quién su madre en el lecho de muerte encomendó su cuido, el tío Marcial, un hombre enjuto y callado que se pasaba el día haciendo solitarios, salvo cuatro horas diarias que dedicaba a pasear. Desde el primer momento, el matrimonio acompañó a Carlitos en su nueva vida, colegio, fines de curso, salidas a cine y merienda, santos, cumples y fiestas de compañeros del cole. Mercedes y Facundo estaban presentes en cada minuto de la vida del crío. Tío Marcial era como otro mueble más de la casa, no hacia ruido, pero se echaba en falta cuando no estaba porque había salido a su paseo.
En los baños, Mercedes y Facundo tenían al niño al lado igualmente. Cada día se bañaban los tres juntos en una enorme bañera de hidromasaje que tenían en el sótano. Cada baño era una fiesta en la que Facundo siempre acababa follandose a Mercedes mientras el muchachito jugaba con los pezones de su tía como si fueran su fuente de alimentación. El tío Facundo se sentaba y la tía Mercedes encima de su marido. Siempre que lo hacía a Carlitos le entraba la risa floja porque su tía emitía unos quejidos como si le doliera algo y el tío Facundo ponía los ojos en blanco como si le pasase algo, no malo, raro.
A medida que Carlitos creía le iba creciendo todo, al punto de que tita Mercedes, cuando el crío tenía diez años se fijó en el entoldado del niño.
- ¡Mira Facundo! el niño tiene una sombrita de pelusilla ahí abajo.
- A ver, Carlitos, ven aquí. Vaya, pues es verdad, Mercedes, y no sólo eso. Tiene peso ya y volumen, está mucho más grande todo y que pegaditos los huevecillos a la cola.
Con el manoseo, en el que Mercedes no podía ser ajena, el volumen y largo del crío se engrandecian. A Carlitos le daba cierto apuro, sobre todo cuando tío Facundo tiraba hacia atrás del pellejo y aparecía para sorpresa del chaval una parte casi granate y que le dolía al tocarla, aunque era un dolor de alguna forma deseable. Siempre cuando aparecía ese trozo, él echaba instintivamente el culo atrás y se restablecía la normalidad, pero sirvió para que le picase la curiosidad y cada vez más él se sacase ese trozo y explorase hasta que punto podía bajarse el pellejo. En una de esas expediciones el ímpetu púber le hizo tirar más de la cuenta y el pellejo abrazó eso que más tarde supo que se llamaba capullo y lo estranguló. Lo que en principio producía placer empezó a generar una cantidad de dolor inasumible. Iba a cumplir doce años y salió gritando del baño pidiendo ayuda. En casa estaba tío Facundo que acudió de inmediato.
- Mira, tío, mira. Me duele, me duele mucho, llévame al médico, me duele, me duele.
Facundo lo llevó a la cama y lo tumbó. Quitó el calzoncillo que todavía conservaba en las rodillas y para sorpresa de Carlitos se abalanzó sobre su entrepierna y se comió literalmente su cola. En un momento dejó de sentir dolor y sin solución de continuidad, placer, mucho placer, hasta que le inundó un estremecimiento que le cortaba la respiración y le dejó sin fuerzas después de haberle tensado todo el cuerpo.
- ¿Que ha pasado, tío, porqué te la has metido en la boca y luego, lo otro, que ha sido?
- ¿Nunca te has hecho una paja, Carlos?
- No sé. ¿Que es eso?
- ¿No has hablado con tus compañeros de colegio de esto?
- No. Bueno, ellos hablan de cosas en voz baja se ríen mucho, pero a mí me da vergüenza preguntar.
- Pues lo que yo te he hecho con la boca para quitarte la ligadura del pellejo en el capullo y luego seguir chupando, se lo hace cada uno con la mano. Solo que si te lo hace alguien con la boca, da más gusto. ¿Quieres hacérmelo tú ahora a mí?
Facundo al tiempo que daba la explicación se desabrochaba la bragueta y dejaba salir un pene grande, orgulloso de reluciente capullo.
- Déjalo tío, otro día, de verdad, ahora no puedo.
- No importa, tu tía lo hace muy bien. Ya lo verás luego cuando nos bañemos.
Carlos ya en su cuarto llamó a su amiga Noelia que le tenía dicho que le llamase si tenía alguna duda de algo de alguna asignatura.
- Carlos, abre Skipy y hablamos cara a cara mejor.
- No hace falta Noelia, de verdad. Que tengo que decirte una cosa nada más.
- Que si. Abre o cuelga. Uff, hijo, para tino hay más que estudios.
A regañadientes Carlos abrió el ordenador y abrió la aplicación. En la pantalla apareció Noelia desnuda de torso sujetándose las tetas con las manos y pellizcandose los pezones con los dedos pulgar e índice de cada mano.
- ¡Noelia, que haces, tía, tapate!
- Carlos, si no te gusta, voy a tener que pensar que prefieres otras cosas. Si quieres te doy el Skipy de Morgan, a lo mejor él te enseña otras cosas que te hacen reaccionar.
- Que no, de verdad que no. Es que me has dejado flipando. Que peras más guays, tía.
- Y tú, ¿no tienes nada que enseñarme?
- Noelia, joder, mi tía puede entrar en cualquier momento. ¿Y que pasa con el Morgan?
- ¿No lo sabes? Si yo creo que no hay polla en el insti que no haya visitado su boca o su culo. Es un vicioso de la hostia. Y tú nunca te enteras de nada. ¿Quieres saber qué me ha enseñado Morgan?
- ¿A tí? Pero si me acabas de decir que prefieres las pollas.
- Pero tengo culo como él, y nos gustan las pollas a porfía. Me regaló un consolador que a él se le había quedado pequeño y me enseñó a usarlo. Mira.
Noelia se dió la vuelta y enfrentó a la cámara el año. Estaba ocupado por una especie de joya brillante azul. Hizo fuerza para sacársela con la mano y el ano se le dilató monstruosamente dejándolo abierto durante unos instantes. Carlos se quedó hipnotizado.
- ¿Y entonces, por delante, nada?
- Joder, Charly, eres un auténtico inútil. Por delante tengo está cosita aquí que es como si fuera vuestro capullo, me lo froto así deprisa y me corro una vez detrás de la otra, algo que los chicos no podéis.
La chica se volvió para dar a cámara su sexo que tenía abierto, humedo y enrojecido. Empezó a masturbarse emitiendo gemidos parecidos a los que hacia su tía cuando se sentaba sobre su tío.
- No me digas que esto no te pone la polla bien dura y te gustaría metermela. En el coño no, que no quiero que me hagas una barriga, pero por el culo o la boca, cuando quieras.
- De eso te quería hablar.
Carlos le contó con todos los pormenores que supo y pudo lo que le había pasado cuando el pellejo se bajó tanto que le estranguló el capullo.
- No podía soportar el dolor, Noelia, si en ese momento me dicen que me la tienen que cortar no me habría importado. Por eso cuando mi tío se la metió en la boca y chupó y chupó apretando hasta que con la saliva se puso deslizar el pellejo me entró un alivió que quería gritar de alegría y fue en ese momento que me entró una cosa por todo el cuerpo y sentí como me crecía el capullo, pero sin dolor y sin querer agarré la cabeza a mi tío para que no dejase de chupar. Que gusto me dió y que bien me sentí Noelia.
- Y se lo tragó o lo escupió.
- ¿El qué?
- ¡Joder, Carlos! Que va a ser, lo que echáis los tíos cuando os entra el gusto y nos preña el coño a nosotras.
- Yo no echo de eso. No se, creo que no.
- Pero, vamos a ver Charly ¿tú te pajeas?
- Yo no. Se me pone tiesa y luego se baja. Lo de la boca de mi tío ha sido la primera vez que me ha dado gusto, pero no sé...
- Ahora, como tienes el rabo ¿tieso?
- Bueno, si, de verte a ti las tetas y eso, un poco.
Noelia salió de cámara y regresó al poco con algo en las manos. Enseñó unas pinzas de la ropa a cámara y luego se las colocó en los pezones y el clítoris. Puso cara de quedarse traspuesta y empezó a mover nerviosamente la pinza del clítoris.

- Uff, me acabo de acordar de la pinza en el clítoris que se puso Noelia. Estoy acostumbrado al piercing de Lena, pero aquello del clítoris y la pinza fue muy heavy, que yo no tenía ni los trece.
- Cómo fue eso. Cuenta, cuenta.

- ¡Me corro, joder, Carlos, me corro! méteme tu polla en el culo, maricón, Follame el culo, tío, yaaa.
- ¿No te duele eso?
- Ahora al quitármelo un poquito, pero el gustazo que da no tiene parecido con nada. ¿Cuando vas a venir a "estudiar" a mi casa. Un día que esté yo sola y además a lo mejor invito a Morgan. Para que pruebes de todo.

- Está bien John. Verás. Ganemonos el dinero que nos dan y ya está noche, sin afeites ni pastillas azules para que no se  arruine una escena, vamos a mirarnos a los ojos y a ver donde podríamos llegar. Ya, ya se lo de tu novia, pero también se que la eternidad es cosa de religiones y esto no lo es. Tío esos minutos que hemos olvidado lo de que estábamos en un set ha sido glorioso. ¿Intentamos que no se quede en un espejismo?
- Vale. Pero tienes que explicar cómo fue, si es que llegó a ser esa visita para estudiar a casa de tu amiga..., ¿cómo era? si, Noelia y si al final hubo pirata o no.
- ¿Pirata?
- Si hombre el Morgan ese del que hablaste.
- Eres un puto morboso, John. Vamos a rematar las escenas que faltan y os lo cuento.
- A mi no. Ya os he dicho lo del lésbico está tarde. Ya mismo si nos demoramos un poco.
- ¿Y ese lésbico?
- Para una despedida de soltera, hijo, pero pagan de puta madre las muy zorras.
- Entonces quedamos esta noche en el Leather y os lo cuento todo. ¿Hace John, hace Lena?
Ambos colocaron el pulgar hacia arriba y enfilaron el camino al set de rodaje.
- ¡Venga! todos prevenidos. Tú, el cámara autónoma, procura que no se te vean los pies, ni la polla, que siempre estás salido. Vosotros tortolitos, espero que estéis ya listos y hecha la pedida de mano. En sus marcas y...¡Acción!

miércoles, 19 de junio de 2024

BI

 
- Ni se te ocurra volver a hacerlo.
- Estaba en el guión John. A mí tampoco me hace una ilusión tremenda morrearte, pero vamos, es nuestro trabajo, tampoco debía sorprenderte, ¿o es que no te lees el guión? Ponía claramente que mientras Lena te hacía la mamada y yo la sodomizada, 3', nos morreabamos sin lengua 22"
- Lo hablé con el director, la maricona esa, y le dije que de morreo con tíos nada.
- Ah, que simpático, pero que te la mame el otro tío de puta madre, porque tú te limitas a tocar así como de pasada y alguna palmada en culo pero de mamar rabo, nada. Mucho bi y mucha leche, pero eres un cara.
- Joder, Carlos, luego ve mi novia la maqueta y me abronca porque me he morreado con un tío. 
- Claro hombre, porque en los cuartos oscuros del Leather no hay cámaras ni maquetas que visionar. Pero dime, John le has contado a tu novia lo que se cuece ahí. ¿Le has enseñado tu ano alguna vez? ¡Joder! que en este mundillo nos conocemos todos tío. No te quieres morrear, pero el puño no te importa.
- Eso a ti te trae sin cuidado. Y como se te ocurra ir con el cuento a mi chica, te arranco la cabeza.
En ese momento el script asomó la cabeza por la puerta del estar para anunciar que en un minuto en el set de rodaje para la escena dos.
- Mira tío, no soy ningún chismoso. Allá tú con tus líos de pareja, pero no me vengas más con estrecheces de morreos ni mierdas. Y por cierto, espero que te hayas leído el guión de la dos. Cuando me follas mientras Lena me la mama, me vuelvo y nos tenemos que morrear con lengua 15"
- Ni hablar.
- Ya lo sabía yo que no te leías el guión. Tío, es trabajo, no tengo interés en tu boca, pero me pagan por eso y por comerte el culo en la escena cuatro antes de que Lena te meta el dildo de perro. Y he de reconocer que tendré que hacer esfuerzos por no correrme cuando te sodomice. Porque si. En la escena cuatro después de lo del dildo, yo te lo saco, te como el culo y le la clavo mientras tú se la clavas a Lena, luego cambiamos y al revés, y siempre en el ano.
- Eso yo no lo hago. Ahora mismo voy a producción.
- Joder. Eres tonto. Tampoco lees los contratos. Los firmas después de ver la cantidad sin mirar nada más. Si tío 1500 eran tentadores por un día de rodaje y un par de corridas, pero no leíste la cláusula de rescisión unilateral. El que la provoque debe indemnizar con el doble. Tres mil te va a tocar soltar.
- Y la escena dos ¿de que va, Carlos? No, no he leído nada. Necesitaba pasta rápida y firmé. ¿De que vamos ahora?
- En esencia, me follas mientras como coño y luego yo follo coño mientras tú comes polla. Dura 14' así que hazte a la idea y no te rasgues las vestiduras. Vete pensando que estás en el Boy y se la chupas a un crío de quince que acaba de salir del instituto. Si hombre, si lo sabe todo el mundo te molan los adolescentes cabrones que hostian a los maricones, antes de follarselos mientras graban un only4fans.
Camino del set se le unió Lena, una bielorrusa traída para puta por una mafia y que liberada por la policía encontró en el porno su medio de vida.
- Y a vosotros ¿que os pasa? joder, yo preferiría comerle el coño a una tía pero me pagan por polla, por donde sea que pueda entrar. Se masca el rechazo. Si no os va el rollo gay dejarlo y buscaros algo hetero, aunque ya se que cada vez vende menos, pero que menos que profesionalidad.
- A mi no me mires Lena. John que le da mucho apuro que la gente sepa que le gusta un rabo y el tío que lo lleva. Tiene una especie de homofobia interiorizada que le hace reaccionar mal.
- No está mal, John, que muestres placer. A la gente le gusta y el placer se consigue con unos y otros si sabes entregarte en cada momento a lo que toque. Mira yo. De puta obligada tres años, hasta que la poli me libró y no se, si por agradecimiento o por deseo me enamoré como una tonta de la poli que me encontró encadenada desnuda y llena de moratones. Me trató bien y me prendé. Pero gozo de una polla como la tuya y me da igual que por delante o por detrás. Si está dura y sabe moverse me da placer. ¿Que la gente sepa que el gran John disfruta de un buen tío? Les trae al pairo, de verdad. Se tú, disfruta, y cuando en la escena cuatro, Carlos te la meta, gozalo.
- Vaya, Lena, tú si te has leído el guión. Dile lo de la escena seis.
- No, no me lo digas. Prefiero ir paso a paso. Una torpeza mía no leer el contrato ni el guión. Ayudarme un poco los dos. Intentaré estar a la altura.
- Tu hazte a la idea que estás con un lampiño grabando para el only4fans.

John nació y creció cerca de Topeka de Kansas. Su madre, Carmen, sevillana conoció a John Malcolm III destinado en Morón, piloto de B-52 y se enamoraron perdidamente. Se casaron en San Miguel Arcangel, la llamada catedral de la Sierra Sur, iglesia emblemática de Morón aunque John era presbiteriano y el cura hizo la vista gorda. A los quince días licenciaron a John Malcom III y se llevó a Carmen y su embarazo a Kansas a una finca que se extendía en una amplia hoz que hacía el arroyo de las seis millas, Six miles creek, una finca de su familia que explotaban de siempre y en la actualidad utilizaban como inmersión en cultura agraria de los turistas que quisieran volver a los origenes.  Cuando Johnny entró en la secundaria lo fichó rápidamente el entrenador del fútbol americano. Con catorce años medía casi 6 pies y medio y musculado.
Enseguida quiso dedicarle tiempo porque le veía tipo de quarter back. Por las tardes después de las clases se quedaba en las instalaciones haciendo pesas para muscular y ensayando tiros y recepciones. A las tres semanas de este régimen de trabajo cuando acabaron las rutinas el entrenador le pidió que fuese a su despacho para discutir un tema. La intuición de John le hizo sospechar algo inusual, pero a la vez la curiosidad por lo que de brumoso pudiera existir le empujaba. Le invitó el entrenador a sentarse en el sofá del despacho y él a su lado. Le pasó el brazo por detrás y le apretó el hombro atrayéndole hacia él, tanto que llegó a sentir su aliento en la mejilla.
- Tu y yo hemos conectado, chaval. De alguna forma eres como el hermano pequeño de Connor. Serías el perfecto quarter back. ¿Te gustaría?
- Me encantaría entrenador.
- Me recuerdas a mi hijo, a Connor. Parece que te tengo en brazos, de meses, bañándote, tan perfecto, tan precioso, y como se estremecía entre mis manos cuando le lavaba la entrepierna y el culito. A veces se le ponía dura la colita. ¿A tí se te pone dura la colita?
- Entrenador, esto, esto, me parece inadecuado.
John estaba muy nervioso. Efectivamente se le había puesto dura la verga al imaginar la colita de Connor dura y tiesa. Cuando llegó al instituto, de las primeras veces que entrenó y Connor sustituía a su padre se duchó con él y se fijó en su entrepierna, grande, morcillona, casi dura. Le impresionó tanto que ni pudo evitar tener que mirar ni que su propio rabo adquiriese consistencia de piedra. Se dió cuenta que Connor se había percatado, como le había mirado y sonreído. 
- Si John, le sorprende a mucha gente, lo grande que la tengo. Tú tampoco la tienes pequeña.
Se cortó muchísimo pero aunque no le gustaba reconocerlo hubiera deseado tenerla entre las manos y compararla con la suya. ¿Quizá rozarsela? Sabía que lo deseaba, pero no sé lo consentía, habría sido de gay y él no lo era, o eso deseaba que fuera. Ahora que el entrenador le preguntaba, muy a su pesar, sentía que estaba más duro que nunca, incluso más que cuando hablaba por videoconferencia de noche en la cama, con Gladys, ésta le enseñaba como se masturbaba metiéndose a la vez un dildo por el culo. Deseaba decirle que si que lo estaba pero prefirió intentar desactivar la situación diciendo que era inadecuado. Lo que no esperaba era lo que iba a suceder a continuación.
- ¿Inadecuado? Inadecuado sería que te quedases sin probar esto.
Con una destreza digna de alguien más joven, el entrenador se echó abajo el pantalón del chándal y dejó en libertad un soberbio pene de grueso capullo rematado por un príncipe Alberto y un frenum los dos de color negro acero.
- Venga John. Te he observado como miras el paquete de Joe, te lo comerías y Connor me dijo lo que pasó  en la ducha, cómo le mirabas y como te pusiste. Ahora tienes esto aquí. Aprovecha, está dura y apostaría lo que fuera a que nunca habías visto un adorno así. ¿Has chupado polla, alguna vez? o, solo han sido pajitas entre colegas. Ah, no, no eso. Metetela en la boca y disfruta. Lo estás deseando. 
El entrenador colocó la mano en la nuca de John para inclinarle hacia su sexo. John giró la cabeza con gesto en los ojos de implorarle misericordia y al tiempo tensando su cuello para oponerse al deseo. Odiaba desear dejarse llevar y sentir una erección dolorosa y tan placentera. Sabía que su capullo estaba destilando precum de excitación y sentía que su voluntad iba disminuyendo y rapido, de seguir la presión de la mano caliente del entrenador en la nuca iba a entregarse. Deseaba que la polla del entrenador le taladrase la garganta pero no quería que sucediese. Empezó a llorar de rabia, momento en el que el entrenador cedió en su obligar a bajarse al sexo y le sujetó la cara con las dos manos y acercó sus labios a las mejillas para beber sus lágrimas.
- Mi niño. Estás sufriendo. Entrégate, acaba con la tortura. Esto no es malo, es solo placer entre hombres, sin compromiso.
Y poco a poco fue resbalando los labios por la mejilla de John hasta alcanzar los labios. John sabía lo que iba a pasar, pero ya no podía seguir luchando contra su naturaleza. El entrenador alcanzó los labios de John y éste como si de un automatismo se tratase los abrió, momento en el que el entrenador hizo lo mismo y sus lenguas se tocaron. Ya no hubo marcha atrás.
Suavemente, haciendo mínima fuerza, la mano del entrenador condujo la cabeza del chico hasta su sexo. John tenía los ojos cerrados pero al llegar cerca del sexo enhiesto destilando precum percibió el olor penetrate a excitación y pudo contemplar muy de cerca el capullo grande con su anillo y la gota de lubricación natural resbalando por el frenillo hasta empapar el frenum. Se detuvo un momento, pero la mano que le guiaba a su destino hizo presión. John se abandonó, abrió la boca y allí empezó su tortura y su paraíso.
Después de aquello, pasadas unas semanas, Connor invitó a una barbacoa a John y otros chicos del equipo, no estaban todos. El entrenador pidió permiso al padre del chico para pasar la noche con los demás en su casa. El entrenador era una vieja gloria de la NFL, no había de que temer.
La barbacoa tenía como protagonista a John y en realidad fue un bukkake en toda regla. Los otros tres jugadores del equipo ya habían sido trajinados por Connor y su padre.
- Esto, John, es tu bautismo de sexo. Eres el centro, el protagonista. Déjate llevar y disfrutaremos todos.
Connor fue el que introdujo al chico en la habitación. Estaban los tres compañeros de equipo, el entrenador y cuatro tíos más que nunca había visto. Connor siempre estuvo a su lado animándole y borrando miedos y derribando censuras culturales. Tragó leche por arriba y por abajo y ya al final, con el ano superdilatado Connor consiguió meterle el puño. John se volvió loco de lujuria. Connor era experto y sabía cómo estimular la próstata del chaval que empezó a correrse una y otra vez sin poder parar. Pedía a gritos que siguiese y que parase. Cuando exhausto se desmayó amaneció en una cama que no conocía y la sensación de tener un balón de fútbol en el culo. Se tocó y recordó todo lo ocurrido. Tenía el ano muy dilatado, pero tocarselo le provocaba más placer. Se asustó. Buscó su ropa, se vistió y se fue.
Se lo contó todo entre lágrimas a su madre que se lo trasladó a John Malcom III que no se creyó una palabra. Preguntaron a los otros tres que estaban allí y lo negaron todo. Pero Carmen sabía que su hijo decía la verdad. Expulsaron una semana del instituto a John por falso testimonio y a partir de ese momento fue el calvario. Tanto así que ni su padre ni nadie le dirigía la palabra y los insultos constantes que un día que su marido había ido a otro condado a jugar un partido, Carmen cogió cuatro cosas y a su hijo, se fueron a Topeka y volaron a Nueva York desde donde volvieron a España. El divorcio lo solventó Carmen a través de consulado.
John con ayuda fue superándolo aunque, a su pesar, no olvidando aquella noche de bukkake. De hecho no conseguía correrse cuando tenía sexo con una chica si no traía a su mente el episodio del puño. Deseaba una mujer, pero el orgasmo venía de la mano de un hombre que le taladraba el culo con su puño. Pero era mejor meter la cabeza en un boquete, como avestruz y no enfrentar el problema. Pero él sufrimiento iba en aumento. Su novia se lo aclaró.
- Johnny, cariño, no pasa nada, eres bisexual, te gustan los dos sexos, como a mí. Otra cosa es el amor, como el que yo te tengo y el que tú me tienes a mi. ¿Te gusta el fisting? perfecto, yo puedo ayudarte, como si te pone usar mi culo. Yo me acostumbraré, te quiero y terminaré por encontrar placer en ello. De vez en cuando seré mujer para ti y a veces, tío y te doy mi culo. Y no llores más.
El alivio de John fue inimaginable. De ahí en adelante no volvería a tener problemas, hasta que llegó la noche. Fueron a una disco. En un reservado a brazo partido con su novia y llegó otro tip.
- ¿Éste es tu tronco, Claudia? A veces flor, a veces cardo. No está mal.
- ¿Quién es éste Claudia?
Joaquín era un sinvergüenza de los que sin escrúpulos, por un billete hacen una pirueta. Tenía veintiséis años y una vida en la calle. Padre en la cárcel por pederasta y madre prostituta por vocación. Follado por padre y madre desde su más tierna pubertad, nada le espantaba. Por eso, cuando Cláudia, vecina de bloque, le ofreció un buen polvo a tres con su novio, no se lo pensó.
- Un amigo, cariño. Lo mismo se come un coño que morrea un tío, te pone el culo que preña una tía. Otro bi, como tú. Si te parece, vamos a su casa y nos lo montamos de puta madre. Me va a gustar ver cómo te parte el culo. Ahora, eso sí. Un poquito de vez en cuando vale. Morreos de entrega a pareja esos son míos. Con los tíos se morrea otro tío, que es gay y se acabó. Que se la chupas o te atraganta de lefa la garganta y te parte el culo, eso es sexo libre, pero nada de emociones desatadas con el tío, esas son para mí.
Y John después de mucho tiempo volvió a tener entre sus manos un rabo y a entusiasmarse con sentir la nausea que provoca la colisión de un capullo duro con la garganta, esa arcadas que tiene la habilidad de relajar el culo y permitir disfrutar de una entrada brava a saco por la retaguardia.
Los tríos con Claudia y Joaquín menudearon hasta que un día el tal Joaquín le habló a John de un dinero fácil haciendo lo que le gustaba y dejándose grabar.

- Escena 2, cuadro 1, toma 1
- Acción.
John, no paraba de pensar en que iba a tener que morrear con lengua y entrega a Carlos. Se contrajo y la polla se le vino abajo. Lena ya estaba con la mamada y Carlos tuvo que improvisar, coger la cabeza a Lena, darle un beso profundo para después volverse a John y hacerle una garganta profunda que le revitalizarse.
- No sé a qué viene este cambio de guion pero no va mal. Seguir a ver qué tal.
El director dejó seguir la intuición de Carlos a ver en qué paraba.
Cuando John recuperó consistencia, rápidamente Carlos se volvió y el mismo se la metió. John se envalentonó con la sodomización y olvidó tabúes. Carlos se volvió entonces y reclamó la boca de su compañero. John se entregó y disfrutó del beso. No duró quince segundos. Iba por un minuto de beso, Lena miró de reojo al director para preguntar si seguía felando a Carlos y de repente, John se estremeció y empezó a eyacular dentro de la pareja. Al sentir Carlos que le preñaba John empezó a correrse también, Lena se retiró porque no tenia en contrato derrames en boca.
- Corten, joder, corten. ¿Que coño ha pasado? Se puede saber si ya sois novios, es lo único que se me ocurre. Venga largaos media horita a recuperarse y volvemos a ajustarnos a guión. ¡Y quiero leche en la corridas, joder!

martes, 4 de junio de 2024

AGONÍA

 

- Menos mal que has llegado a tiempo, Jaime.
- Tenía un examen abuela y no podía dejar de presentarme. Me salió bien. Tuve suerte, eran setenta y dos temas y cinco de ellos los dejé sin tocar. En el histórico de cinco años nunca salió una pregunta de esos temas, y acerté. Creo que he terminado derecho.
- Felicidades hijo. Lástima que tu abuelo no pueda enterarse. ¿Vas a entrar a verle? Y a despedirte, desgraciadamente.
- Claro, abuela, para eso he venido. ¿Puedo entrar ahora?
- Entra ahora, a ver si hay suerte y te reconoce.
La habitación de Guillermo estaba en penumbra rosa merced a un estor rojizo que pendía de la ventana. "Una atmósfera cálida, colores cálidos, relaja y cierto aroma a café recién hecho flotando en el aire hace que el paciente terminal se encuentre más confortable". El médico de paliativos había sido muy específico en las circunstancias del entorno del paciente.
Guillermo hacía muy poco bulto en la cama, una de esas articuladas y electricas de hospital que Cándida, su mujer, hizo poner en la alcoba para que su marido pasase lo más confortable posible sus últimos días. De alguna manera, Cándida, se alegró de que se llevasen la cama del deshonor donde años atrás había sorprendido a su marido siendo taladrado por el culo a cargo de su sobrino Sebastián. Recordaba Cándida cómo se quedó paralizada como la mujer de Lot hecha sal amarga. Su marido y el sobrino no se percataron de su presencia y pudo escuchar el escarnio hecho veneno en las palabras de su marido: "Preñame, Chano, preñame el culo", aunque lo peor fue el vergonzoso "te lo puedo explicar" con el culo aún rezumando semen familiar. Cándida quiso morir y matar a Guillermo. Ya nunca compartieron cama, él se quedó con la cama adultera y ella ocupó la habitación de invitados. Todo fue civilizado y correctamente violento. Luego el tiempo fue depositando polvo de olvido sobre las heridas y casi todo volvió a la normalidad. Cándida sabía que Guillermo y su sobrino y no quería saber si muchos más, seguían con sus sodomías, pero no bajo su techo. Cuando el infarto sin posible recuperación y el regreso a su casa, ella saboreó el triunfo de ver perdida de vista aquella cama.
- Pasa. Tocale un poco la mano o el hombro a ver si reacciona. Yo me quedo fuera.
Jaime se acercó con reverencia a la cama como si se tratase de una ermita a la que se acude en peregrinación. Estaba boca arriba respirando con cierta dificultad, las manos una sobre la otra y las dos sobre su pecho entrelazadas por un rosario de nacar. Jaime le tocó el hombro y luego las manos. Guillermo abrió los ojos para ver de quién se trataba y se le iluminaron. El corazón se alarmó y el enfermo abrió la boca como para tomar aire.
- Mi niño. Dame un beso.
Jaime se inclinó sobre la mejilla de su abuelo para darle un beso y en el mismo momento Guillermo giró la cabeza para que sus labios chocarán con los de su nieto. Al principio fue vacilación por parte de Jaime pero Guillermo hizo un poco de fuerza y entreabrió los labios. Jaime se dejó llevar, cerró los ojos y relajó su labios. La lengua del abuelo buscó la del nieto y rememoraron antiguas hazañas.
- Hazlo.
Guillermo abrió la boca todo lo que sus mermadas fuerzas le permitían y Jaime escupió varias veces. Luego volvieron a sellar sus labios una vez más.
- ¿Te has empalmado Jaime?
- Cómo no, abuelo. Desde que me fui a estudiar la carrera no había vuelto a besar,  a un tío. Tengo novia y me apaño muy bien, abuelo.
- Acercate más a mi mano y dejame que palpé tu dureza. Hace no se el tiempo que no toco carne dura y arriesgada. Me estoy muriendo, nieto, pero me has dado un poco de vida. Toca por encima de las sábanas. No recordaba ésta dureza desde que mi sobrino y tu me hicisteis una doble en la sauna de mi viejo amigo Linares.
Jaime se acercó y la mano del viejo pudo alcanzar la bragueta del chico que mientras tanto tocaba el paquete del abuelo a través de las sábanas.
- Si la tienes dura. Por cierto, que sabes de Sebastián. El fue el último que me folló. Hace ya casi seis años que el culo solo me sirve para cagar. Follaba bien y comía el culo mejor.
- El muy maricón te echó el ojo y te trajinó a mis espaldas. Perdona, me canso de hablar, pero soy feliz recordando. Hazme un favor. En el segundo cajón de la cómoda, al fondo hay una cajita de plata. Traemela.
Guillermo después de una conversación tan larga estaba agotado pero aún le quedaron fuerzas para destaparse del todo. Jaime, llegó a su lado con la cajita de plata.
- Jaime, ayúdame a quitarme este camisón absurdo, quiero quedarme desnudo. Y abre la caja. Saca las pinzitas que tienen dentro.
Dentro de la caja habia seis pinzas de electricista de las que tienen dientes afilados para garantizar las conexiones, con unos muelles fuertes.
- Son las que yo llamo pinzas cabronas, muerden con saña la delicada carne de los pezones y sacan sangre. Ponme las seis, tres en cada pezón.
- Abuelo, tienes los pezones enormes y la polla muy tiesa. Me dan ganas...
- A su tiempo. Ponme las pinzas y vas a saber lo que es una polla muy dura. En cuanto muera, quedate con ellas y empieza a practicar para que vayan participando los pezones cada vez más en tu sexo. Deja que me corra por ultima vez en la boca de mi nieto más querido. ¿Que edad tenías cuando nos pillaste a Sebastián y a mí follando en la arboleda de la finca?
- No sé. Ocho o nueve tendría. Recuerdo que se me puso la pichita que tenía como un palo.
- Y ahí fue donde por primera vez y sin que nadie te lo pidiera me la chupaste mientras que mi sobrino me follaba.
- Es un recuerdo grato. Casi no me cabía en la boca pero me esforcé y cuando te corriste y me dijiste que tragase no me importó. Me gustó abuelo.
- Y el cabrón de Sebastián te enseñó todo lo demás.
- Todo. Sin que lo supieras. Decía que te enfadarías. Me trabajó el culo muy bien y recuerdo la primera follada con cariño. Tenía ya casi los diez. Fuimos al cine y me sentó sobre sus rodillas me bajó un poco en pantalón y se la sacó. Durante toda la película poco a poco, poco a poco, bien de saliva y me entró bastante, pero no toda. Cuando salimos del cine, en un solar cercano se bajó el pantalón, me quitó el mío y me sentó sobre aquel mástil. Con el trabajo que llevaba hecho del cine fue ya coser y cantar, hasta que me entró entera. Se levantó conmigo sujetándome por la barriga en vilo ensartado por su rabo y empezó su baile. Al principio dolía pero enseguida el dolor cedió y el placer que sentí fue tremendo. Al poco se estremeció y arremetió más profundo y se quedó quieto. Me había echado el polvo dentro. Me explicó como cagarlo, me dio papel para limpiarme y luego nos buscábamos las vueltas para hacerlo casi a diario. Tenía un vicio de culo brutal. Y ahora, seguro que me he cerrado después de todos estos años perdidos.
- Ponme las pinzas. Necesito el dolor para volver a sentir placer antes de morir. Bajate un poco el pantalón a ver cómo va ese ojal.
A cada pinza que Jaime ponía en los enormes pezones de su abuelo, éste emitía un gemido indistinguible de placer o dolor. Cuando túvo las seis puestas comenzó a agitarlas para provocar más dolor. La cara se le iluminó de placer.
- Mírame el capullo como destila precum. Ahora, si me quieres hazme un último servicio. Con la cuerda que hay en la caja amarrarme los huevos fuerte y luego golpearlos con fuerza. Luego te la metes en la boca. Tienes tú coño tan divino como siempre. Te va a entrar lo que tú quieras que te entre. Me gustaría comertelo. Súbete en la cama y mientras te como tu ojal tu me sacas la leche con la boca. ¡Ahora, que me voy a correr.
Jaime se quitó pantalón y calzoncillos a la carrera y de un salto se encaramó sobre su abuelo poniéndole el culo sobre la boca al tiempo que él se metía la polla del abuelo hasta la garganta. Pasaron segundos y la verga del viejo empezó a escupir lefa que el nieto tragaba hasta que la polla se puso fláccida de golpe. Jaime de un salto bajó de la cama y se vistió. El abuelo había quedado dormido o muerto o en coma, él no lo sabía. Le volvió a colocar el camisón de enfermo y le volvió a tapar. Permaneció un rato a su lado observando alguna señal de vida. Parecía respirar levemente. En ese momento se fue de la habitación.
- ¿Has podido despedirte?
- Casi nada. Un momento que ha recobrado la conciencia, luego se ha sumido en un profundo sueño.
- Es la agonía hijo. Horas le deben quedar.